Jean-Marie Le Pen acaba de morir en Garches, Hauts-de-Seine.
A sus casi cien años, fue el último diputado de la Cuarta República y una figura clave de la Quinta.
Estudiar su perfil es explorar el lado más oscuro de la historia francesa contemporánea: las acusaciones de tortura durante la guerra de Argelia, las de antisemitismo —la centralidad de la Shoah negada, reducida a «un detalle de la historia»—.
Se trata también de captar, en el genio de su extrema fluidez táctica, la contemporaneidad de una idea fija: la unión de las derechas extremas no era más que la condición previa de una unión más amplia que implicaría necesariamente la liquidación del legado gaullista y la construcción de un nuevo bloque de derechas.
¿Habrá muerto el fundador del Frente Nacional antes de verlo realizado?