Política

Oliver Anthony: una «protest song» paleoconservadora encabeza las listas de éxitos

¿Y si la insurrección pudiera ser musical? En Estados Unidos, una canción country escrita por un desconocido se ha convertido en un fenómeno comercial y político. Alabada por los republicanos y denostada por algunos demócratas, "Rich Men North of Richmond" ha tenido una enorme repercusión. Contra las élites, relata una autenticidad fantaseada, en sintonía con el libertarismo y el paleoconservadurismo. La traducimos y comentamos, verso a verso, para comprender cómo se puede escribir política en la punta de una guitarra.

El 23 de agosto de 2023, tuvo lugar el primer debate de las primarias republicanas. Aunque Donald Trump, que se dispara en las encuestas, decidió faltar a la cita, todas las demás figuras del partido se reunieron en Milwaukee, donde fueron interrogadas por dos figuras de Fox News, Bret Baier y Martha MacCallum. MacCallum abrió el debate dirigiéndose al gobernador de Florida, Ron DeSantis, y preguntándole por qué una canción de country llamada «Rich Men North of Richmond» tocó tanto «la fibra sensible del país». 

Poco importa la respuesta de DeSantis, que se explayó sobre el declive de Estados Unidos. Lo que sí llama la atención es la importancia que ha cobrado, en el debate americano –y, en especial, en el ámbito conservador–, la canción escrita e interpretada por Oliver Anthony (nombre artístico de Christopher Anthony Lunsford), un completo desconocido unas semanas antes. No fue sino hasta el 8 de agosto de 2023 cuando «Rich Men North of Richmond» se publicó en YouTube. En pocos días, la canción se convirtió en un fenómeno musical y político: encabezó las listas americanas (y el Billboard Global 200, que mide las actuaciones en todo el mundo) y superó a Taylor Swift, cuya gira veraniega está en proceso de batir todos los récords. Al mismo tiempo, la canción se ha convertido en un auténtico himno político, aplaudido por Marjorie Taylor Greene, preocupante representante de Georgia e ícono del movimiento QAnon, y Joe Rogan, figura libertaria. Siguiendo los pasos de las gorras rojas MAGA, las camisetas con el título de la canción se están convirtiendo en el nuevo accesorio preferido de la derecha radical americana.

Por su parte, Oliver Anthony se ha pronunciado varias veces sobre su canción. En primer lugar, se describió a sí mismo como «de centro muerto» políticamente y añadió que demócratas y republicanos sirven «al mismo amo». En otras palabras, este «ni de derecha ni de izquierda», por utilizar el título de un famoso estudio de Zeev Sternhell, con tintes conspirativos, evoca menos el centro que un rechazo hacia las élites tradicionales, ya sean demócratas o republicanas, que está en el corazón de su canción, y explica, en parte, su éxito entre el electorado de Donald Trump, que ha creado una fuerte demanda de populismo insurreccional. Después, Oliver Anthony aclaró aún más los contornos de su postura política al deplorar las apropiaciones que los líderes republicanos han hecho de «Rich Men North of Richmond«: «Esta canción no tiene nada que ver con Joe Biden. Es mucho más importante que Joe Biden. Esta canción se trata de la gente que está en ese escenario [los líderes republicanos durante el debate de las primarias] y de muchas otras cosas, no sólo de ellos».

Su éxito no es muy distinto al de «Hillbilly Elegy«, publicada en junio de 2016, para la que «Rich Men North of Richmond» es como una banda sonora original. En su momento, J.D. Vance, licenciado en Derecho de la Universidad de Yale y procedente de una modesta familia de los Apalaches (aunque él se crió en Ohio), describió la creciente desesperación de las clases trabajadoras blancas en la América rural y pueblerina. A pesar de sus modestos comienzos, el libro se convirtió en un gran éxito a raíz de una entrevista a Vance en The American Conservative: en aquel momento, este conservador anti-Trump fue visto como un intérprete tan creíble del éxito de Trump como que sentía auténtica empatía por algunos de sus votantes. Desde entonces, Vance se ha acercado tanto a Trump que consiguió su apoyo en las elecciones para senadores de 2022 en Ohio y entrar en la Cámara Alta. 

Es imposible saber qué hará Oliver Anthony con su repentino éxito, pero digamos que, aunque el género se asocia, generalmente, con las luchas progresistas1, «Rich Men North of Richmond» tiene todos los rasgos de una canción de protesta paleoconservadora: minarquista, antielitista, aislacionista y hostil hacia el libre comercio. El hecho de que esta elegía «hillbilly» adopte la forma de una canción de country lo dice todo. Existente desde hace un siglo –las grabaciones pioneras de Fiddlin’ John Carson, en Atlanta, en 1923, se consideran, a menudo, su partida de nacimiento–, el género aún es uno de los dos más famosos en Estados Unidos, donde es especialmente popular en los estados del interior. A pesar de sus complejos orígenes, que mezclan tradiciones folclóricas de las Islas Británicas con influencias de blues, la música country se ha ido reduciendo gradualmente a música «hillbilly«, confinada a la América blanca y rural2. El borrado de su compleja historia también la ha establecido como una auténtica música popular, distinta del pop3 –a pesar de que se dice que la industria musical de Nashville (la capital de la música country) representa 10000 millones de dólares de ingresos anuales y 56000 puestos de trabajo. El éxito de Oliver Anthony se debe, en parte, a su imagen auténtica: en el video de «Rich Men North of Richmond«, aparece solo, con su guitarra y una camiseta de Goochland, un pueblecito de Virginia. Al parecer, se grabó y divulgó sin intermediarios. Sin productor ni discográfica, Oliver Anthony es una especie de profeta o ermitaño del country, que llama a sus compatriotas. 

En resumen, la viralidad de esta canción hace eco de las nuevas formas políticas que han surgido en la derecha del espectro político americano: alaban a Oliver Anthony, precisamente, porque le habla directamente a su público.

Vendo mi alma; trabajo todo el día;

Horas extra por un sueldo sin valor,

Para sentarme ahí, a perder el tiempo,

Y llegar a casa para ahogar todos mis tormentos.

La música country suele presentar a personajes de clases trabajadoras, ya sea en primera o tercera persona. En una publicación de Facebook del cantante, la información filtrada sobre su vida reforzó la sensación de que se trataba de una canción autobiográfica. Tras dejar la escuela en 2010, a los 17 años, Anthony obtuvo un diploma de bachillerato (GED). Trabajó en el sector industrial en Carolina del Norte y Virginia. En 2013, sufrió un accidente laboral, en una fábrica de papel de Carolina del Norte, que le fracturó el cráneo y lo dejó incapacitado para trabajar durante seis meses. Desde 2014 hasta 2023, trabajó en ventas externas en el sector manufacturero visitando fábricas y obras de construcción. Durante este tiempo, sufrió varios periodos de alcoholismo. En 2023, se instaló con su mujer y sus dos hijos en varias hectáreas de terreno para criar ganado. 

Es una pena que el mundo haya llegado a esto,

Para gente como tú, para gente como yo.

Si tan sólo pudiera despertar y ver que no es cierto,

Pero lo es, oh, sí, lo es.

Vivir en un mundo nuevo

Con un alma vieja:

Los ricos al norte de Richmond.

La referencia a Richmond no es al azar. Durante la Guerra Civil (1861-1865), Richmond fue la capital de la Confederación. Si el mensaje de Oliver Anthony va dirigido a las élites adineradas que no se preocupan por los verdaderos americanos, es sintomático que se encuentren «al norte» de la capital confederada. Aunque canta con un marcado acento sureño, está claro que juega con un intertexto histórico muy cargado. En términos más generales, la imagen de sencillez arraigada en la América rural y en la religión (cosa que retomaremos más adelante) que propone es una forma de reactivar el estereotipo de un Sur profundamente decente y cortés («los modales sureños» han sido objeto de numerosas apropiaciones, desde la Guerra de Secesión hasta nuestros días4), totalmente opuesto a un Norte urbano, perturbador y violento. Cierto pensamiento paleoconservador ha hecho hincapié en el tradicionalismo sureño –o confederado– como forma de defender el localismo y los derechos de los Estados frente al desarrollo tiránico del Estado federal tras la Guerra Civil. 

Dios sabe que todos quieren controlarnos.

Quieren saber lo que piensas, lo que haces…

Creen que no lo sabes, pero yo sé que sí.

Tu dólar no vale nada y te cobran impuestos hasta el cuello

Por estos ricos al norte de Richmond.

Si el minarquismo –la idea de una limitación absoluta del Estado– está en el corazón del pensamiento libertario, también existe en la nebulosa paleoconservadora: en cualquier caso, los dos movimientos tienen varios puntos de convergencia. Uno de los temas más recurrentes en este discurso, destacado en la canción, es el de la opresión fiscal, decidida por personalidades distantes. A menudo, se presenta como una lucha, esencialmente, americana y lo ha sido desde la Guerra de Independencia: es bastante revelador que el movimiento populista insurrecto que transformó el partido republicano a partir de 2009 se llamara Tea Party

Si los políticos pensaran en los menores

Y no en menores en una isla remota…

Señor, hay gente en la calle que no tiene nada que comer

Y los obesos que se atiborran de prestaciones sociales…

Este fragmento ha sido el más debatido en Estados Unidos. Las dos primeras líneas juegan con una homonimia más clara en inglés: miner y minor. Es una referencia muy explícita al caso de Jeffrey Epstein, propietario de una isla privada en las Islas Vírgenes americanas, donde abusó sexualmente de numerosas adolescentes. La prolongada protección concedida para el financiero, así como su suicidio en prisión han alimentado un fuerte resentimiento contra las élites, presentadas como criminales e intocables. Algunos comentaristas también han sugerido que Oliver Anthony se refería, implícitamente, a las teorías conspiracionistas de QAnon, que explicaban que ciertos líderes demócratas secuestraban a niños para extraerles sangre.

Dios, si mides 1.60 m y pesas 136 kilos,

Los impuestos no deberían pagar tus bolsas de caramelos.

Los jóvenes se meten seis pies bajo tierra

Porque este maldito país no deja de aplastarlos.

Aquí, Oliver Anthony se refiere, posiblemente, a la epidemia de sobredosis de opiáceos y de suicidios que afecta a Estados Unidos desde hace varias décadas. Sin embargo, la canción también critica el Estado de bienestar por convertir a los americanos en beneficiarios de ayudas sociales. Aquí, encontramos un tema común en todo el partido republicano: el dinero público gravaría injustamente la espalda de los trabajadores americanos y contribuiría a borrar el valor del trabajo. 

Señor, ¡qué vergüenza que el mundo haya llegado a esto!

Para gente como tú, para gente como yo,

Si tan sólo pudiera despertar y ver que no es cierto,

Pero lo es, oh, sí, lo es.

Esta referencia a Dios –la segunda de la canción– tampoco es aleatoria. En su autobiografía, Oliver Anthony explicaba que, hacía muy poco, había redescubierto su fe. Pocos días después de que «Rich Men North of Richmond» se hiciera viral, dio un concierto en un mercado cerca de su casa, ante un público mucho más numeroso de lo habitual. Para abrir el espectáculo, Oliver Anthony sacó una Biblia y leyó el salmo 37 (sobre la redención de los pecados). Este regreso al cristianismo fue muy comentado en el ámbito conservador, que lo vio como una señal más de que el cantante podía encajar en su mundo. 

Vivir en un mundo nuevo

Con un alma vieja:

Los ricos al norte de Richmond.

Dios sabe que todos quieren controlarnos.

Quieren saber lo que piensas, lo que haces…

Creen que no lo sabes, pero yo sé que sí.

Tu dólar no vale nada y te cobran impuestos hasta el cuello

Por estos ricos al norte de Richmond.

Una vez más, este fragmento hace eco de las teorías libertarias y paleoconservadoras. A partir de la Guerra de Secesión y, más aún, después de la Segunda Guerra Mundial, el Estado americano habría abandonado los valores sobre los que se fundó a favor del control y de la vigilancia de sus ciudadanos. Estas ideas fueron objeto del libro de Robert Nozick de 1974: Anarchy, State, and Utopia. Con la afirmación de estar influido por Locke, Kant y Hayek, defendió una visión de la reducción del Estado aún más radical que la de Hayek. Las últimas páginas del libro elogian a las comunidades que logran ser completamente autónomas de un Estado opresor. En su música, como en lo que describe de su vida, Oliver Anthony parece ser bastante cercano a esta aspiración. 

Vendo mi alma; trabajo todo el día.

Horas extras por un sueldo sin valor.

Notas al pie
  1. Jonathan C. Friedman, The Routledge History of Social Protest in Popular Music, New York, London, Routledge, 2013.
  2. Paul L. Tyler, “Hillbilly Music Re-Imagined : Folk and Country Music in the Midwest”, The Journal of American Folklore, vol. 127, n° 504, 2014, p. 159–90.
  3. Richard A. Peterson, Creating Country Music : Fabricating Authenticity, Chicago, University of Chicago Press, 1997.
  4. Ted Ownby (dir.), Manners and Southern History, Jackson, University Press of Mississippi, 2012.
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