¿Podría darnos su análisis de las razones profundas de lo que está ocurriendo en Niamey y en Níger desde el 26 de julio?

Siguiendo el método de la Escuela de los Anales, me gustaría empezar tomando en cuenta el contexto y la situación objetiva antes de pasar directamente a la lectura inmediata, y por tanto necesariamente truncada, de los acontecimientos concretos que tuvieron lugar en Níger el 26 de julio de 2023. Porque cuando contamos un hecho, nos situamos inmediatamente en una narración, una ficción, una representación, que puede dar una interpretación parcial, sesgada o incompleta, o peor aún, crear un efecto de sentido que oscurezca la verdad del hecho. Para evitar ese sesgo cognitivo, necesitamos correlacionar los hechos con otros grandes acontecimientos, con otra cronología, con otra territorialidad semántica que la de una narración aislada, para poder comprender lo que es Níger, en lo que se había convertido antes del golpe de Estado del 26 de julio de 2023, y captar la lógica del acontecimiento para después calificarlo en ese momento de su historia. Sólo entonces podremos preguntarnos por su futuro.

Níger es un país de más de 25 millones de habitantes, con una superficie de 1 300 000 kilómetros cuadrados. Es un país sin salida al mar, semidesértico, con una franja fértil pero extremadamente frágil a lo largo de la frontera con Nigeria, debido al calentamiento global y al estrés hídrico. La tasa de fecundidad es de siete hijos por mujer, lo que supone un crecimiento demográfico de alrededor del 3.5% anual. El 50% de la población tiene menos de 15 años, y el PIB per cápita ronda los dos dólares. Aunque el 80% de la población viva en zonas rurales, hay densidades urbanas muy elevadas, sobre todo en Niamey, Zinder, Agadez, Konni y Doutchi, pero también en Aguié, Tanout, Maradi, Myrriah, Matamé y todas las demás capitales regionales. Níger limita con Chad, la República Centroafricana, Nigeria, la zona de la triple frontera, Benín, Burkina Faso, Malí y Argelia, con la que comparte más de mil kilómetros de frontera. De ahí el importante papel que ésta desempeña en las negociaciones actuales, siendo los ejemplos libio y sirio muy instructivos para la política argelina, además de la espinosa cuestión de la inmigración subsahariana. Níger forma parte de un espacio económico con unidad económica y monetaria (UEMOA), y de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), que desempeña un papel importante, como saben, en particular en las actuales sanciones económicas, técnicas, financieras y quizás militares contra su junta militar. La CEDEAO acaba de excluir a Níger de su consejo de administración. 

Más allá de esos hechos, ¿cuáles son los puntos ciegos que hay que tener en cuenta?

Hay un factor clave que a menudo pasa desapercibido: la enorme tasa de analfabetismo de Níger. Es un factor muy importante para comprender la forma en que la población reacciona ante los acontecimientos. Nunca hablo de la «élite» política, porque es un término peligroso, ambiguo y polisémico, pero digamos que las personas alfabetizadas y tituladas (en la época colonial, se las calificaba de «evolucionadas», lo que dice mucho del etnocentrismo occidental) viven en relaciones nepotistas con, sociológicamente, las poblaciones de las regiones de las que proceden, a las que solemos llamar «etnias». El torpe término «etnia» procede de la antropología de Lévi-Brühl de los años cincuenta, retomada por los discípulos de Mauss y Durkheim, y lleva históricamente el sello de una ciencia colonial, una «biblioteca colonial», como dicen algunos cuando quieren hacerse los eruditos, que tendía a dividir a las poblaciones según naturalezas o esencias que serían las de los peuls, hausas, songhais, kanuris, etc. Pero en Níger nunca ha habido realmente conflictos étnicos (confundidos con conflictos de función sobredeterminados por culturas identitarias) debido a las particularidades del mestizaje y de los parentescos jocosos, cuya complejísima lógica compositiva les ahorraré aquí. Los parentescos jocosos permiten convertir los conflictos bélicos en burlas más o menos sardónicas para sublimar las polémicas y las luchas de poder entre jefaturas, aldeas, familias, etcétera. 

Permítanme ser aquí muy nominalista: el golpe en Níger no fue un golpe de Estado.

SALIM MOKADDEM

Los conflictos étnicos, cuando existen, suelen enmascarar otras causas menos «esencialistas». Existen conflictos territoriales entre nómadas y agricultores, relativos al reparto del agua, los pastos y los senderos, pero también al presupuesto del Estado y la distribución de bienes, como la instalación territorial de infraestructuras, la construcción de carreteras o escuelas, las comunidades administrativas locales, etc. La cuestión del reparto de los bienes públicos en la República de Níger estuvo a menudo en el origen de las rebeliones irredentistas tuareg de los años noventa. Esto se debe a que las poblaciones nómadas y de pastoreo viven a menudo en el desierto, una zona compleja, sobredeterminada por la Organización Común de las Regiones del Sáhara (OCRS), creada por De Gaulle al final de la Segunda Guerra Mundial, y aún hoy estructurada por códigos jurídicos, códigos territoriales de circulación de las poblaciones y del ganado que siguen, según los monzones, según la estación de lluvias, los pastos. Por tanto, los nómadas tenían necesariamente acuerdos tradicionales con los pastores sedentarios, ya que los pastos les proporcionaban abonos naturales. Pero, cada vez más, los cultivos de regadío y las plantaciones priman sobre los nómadas y sus rebaños de camellos, vacas, ovejas y cabras. 

Desde ese punto de vista económico, social y cultural, en el sentido más fuerte del término, existen pues factores históricos de asentamiento, factores geográficos y factores políticos que hay que tener muy en cuenta para comprender las realidades de la vida concreta y cotidiana de las poblaciones sahelianas. En cierto modo, todos esos factores se expresan de una forma u otra, más o menos coherente, más o menos conflictiva: existen determinaciones racionales que explican los conflictos entre nómadas y agricultores, entre los miembros orgánicos de la sociedad civil. 

En esta realidad plural y compuesta, ¿cómo se produjo el acontecimiento del 26 de julio de 2023?

Permítanme ser aquí muy nominalista: el golpe en Níger no fue un golpe de Estado. No existe ningún programa político, ninguna ideología reclamada, ninguna definición constitucional reivindicada, ninguna reivindicación política sobre la tierra, la salud, la producción, la educación, la seguridad, el urbanismo, etcétera. Por el momento, mientras hablamos, sólo hay un presidente secuestrado, con su familia, por su Guardia Presidencial, que se supone que lo protege de cualquier agresión. La situación es la siguiente: estamos en un estado de suspensión constitucional, en un impedimento de continuidad republicana, debido a la toma del poder por las fuerzas de defensa y seguridad movilizadas por la Guardia Presidencial. Estamos, por tanto, en una anomia. Eso es lo que dicen todas las cancillerías, aunque no tengan las mismas políticas para resolver la situación. 

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¿Qué hay de fundamentalmente nuevo en esta situación?

En Níger ha habido cinco golpes de Estado antes, en un entorno en el que Guinea-Bissau, Burkina-Faso y Malí también han producido repetidos golpes de Estado en 2020, 2021 y 2022

Pero no debemos caer en la trampa de utilizar las palabras con demasiada facilidad. Cada realidad —la realidad en Malí, la realidad en Burkina Faso— es diferente. Por eso es muy difícil seguir los acontecimientos y querer contar enseguida toda la historia. Básicamente, esto plantea la cuestión de si podemos adoptar una visión metalingüística o epistémica del acontecimiento que estamos observando, y si podemos hablar desde la posición de la famosa neutralidad axiológica del sociólogo Max Weber. 

Dicho esto, hay que decir una cosa más: este acontecimiento es anticonstitucional y forma parte de una toma antidemocrática del poder. En un principio, se trataba de una protesta por la jubilación de un general y del control de los fondos solicitados por el general Tiani, que le parecían excesivos e infundados al presidente legítimo Mohamed Bazoum. Por otra parte, Estados Unidos no calificó el acontecimiento de «golpe de Estado», a riesgo de tener que trasladar sus bases y cesar toda cooperación con un país calificado así de antidemocrático. El sofisma de tal planteamiento es evidente. 

En primer lugar, está el secuestro en curso, por parte de la Guardia Presidencial, de un presidente, de su esposa y de su hijo, un presidente legítimo y democráticamente elegido, por motivos profesionales. La integridad física del presidente se vio amenazada, entre otras cosas, por demandas estatutarias incumplidas. Así que tenemos un pleito corporativista que se convirtió en la toma del poder por parte una junta. 

La integridad física del presidente se vio amenazada, entre otras cosas, por demandas estatutarias incumplidas. Así que tenemos un pleito corporativista que se convirtió en la toma del poder por parte una junta. 

SALIM MOKADDEM

Luego hay una serie de elementos preocupantes en las negociaciones para la liberación del rehén y la vuelta al orden constitucional: la no recepción de la secretaria de Estado estadounidense, la no recepción de la delegación de la CEDEAO y de su presidente, el aplazamiento del ultimátum lanzado por este último… Se tiene la impresión de que nadie quiere nombrar, de que nadie quiere calificar lo que está sucediendo, ya sea por miedo, por prudencia, por ignorancia o también porque existe un riesgo de contaminación mediática o de pánico en las redes sociales. De hecho, este acontecimiento podría ser alienado o retomado por terceros en otros discursos. Incluso existe el riesgo de que escape a los propios productores de la acción y a quienes se ven sometidos a ella. Hay una suspensión del tiempo político; de ahí la aceleración del establecimiento formal de un gobierno provisional, con un primer ministro, Lamine Zeine, un zindero que llegó de Chad en un avión privado no oficial fletado por el actual presidente de Chad…

¿En qué está pensando exactamente?

Pienso en la nueva realidad que este acontecimiento introduce en el paisaje de Níger y del Sahel: el riesgo de confiscación ontológica de la realidad política por la forma tecnológica que le dan los medios de comunicación, porque en la forma en que presentan hoy la facticidad política tienen una hermenéutica convenida de lo que ha pasado y de lo que está pasando. Los hechos son tozudos: no se puede transformar la fuerza en ley si no se crea un mito que legitime la violencia original. Los militares dieron un golpe de Estado contra un presidente elegido democráticamente: la política de seguridad que tenían a su cargo es culpa suya, y el estado de las finanzas de Níger es también el resultado de presupuestos astronómicos y escándalos de Estado en el Ministerio de Defensa. 

¿Es así como entendería la actitud de espera de algunos de sus aliados —como los diplomáticos estadounidenses— que se centran principalmente en la exigencia de la liberación del presidente Bazoum sin hablar de golpe de Estado?

Exactamente. Hay que tener un nominalismo de principio si se quiere tener un realismo de comprensión. Y tal nominalismo de principio consiste en intentar desenredar hilos que se entrecruzan de forma muy compleja por las razones que he mencionado. Pero hay otros parámetros que no he mencionado: religiosos, terroristas, sociológicos, económicos, sociohistóricos, políticos, y los relacionados con la riqueza y la pobreza de las naciones…

Vivimos una situación absolutamente inédita. Puede parecer difícil de creer, teniendo en cuenta que también se han producido golpes de Estado en Burkina Faso y Malí, y el 30 de agosto en Gabón (por razones constitucionales vinculadas al tercer mandato pretendido por el hijo de Omar Gobbo, Ali); pero en Níger, la imbricación de actores y decisiones se internacionaliza rápidamente, y se vislumbra el riesgo de un colapso jurídico e institucional si no se normaliza rápidamente la situación. El momento de crisis permite leer el acontecimiento en función de las peticiones e intereses de los actores locales y supranacionales (CEDEAO, UA, UE, Estados Unidos, Argelia, Francia). Pregunta: ¿cómo se puede convertir en legal, en legítima, una toma de poder ilegal por secuestro, y que, a pesar de todos los circunloquios verbales, está basada en la negación de la Constitución vigente?

En Níger, la imbricación de actores y decisiones se internacionaliza rápidamente, y se vislumbra el riesgo de un colapso jurídico e institucional si no se normaliza rápidamente la situación.

SALIM MOKADDEM

En su opinión, ¿a qué época da comienzo este acontecimiento?

Se está librando una Tercera Guerra Mundial —informativa, estética, sonora e icónica— en suelo africano, de la que el pánico generalizado manifestado en la impotencia oficial es un síntoma. Casi un mes y medio antes del golpe de Estado, ya había escrito sobre esta Tercera Guerra Mundial y la guerra informativa que está induciendo al basarse en la comunicación y la formación de la doxa por nuevos hechos propagandísticos (granjas de trolls en Mali, fabricación de fake news). Lo que antes se habría caracterizado como una operación de secuestro por parte de una Guardia Presidencial vuelta en contra de la persona a la que se suponía que debía proteger, ahora se está tomando muy en serio: la rápida internacionalización del conflicto en un conflicto regional, incluso internacional, y la interferencia de la guerra OTAN-Rusia en África. El presidente Bazoum es valiente y arrojado. No puede firmar una carta de dimisión porque se ha comprometido ante un pueblo soberano, y ante Dios, a defender la voluntad del pueblo, la Constitución, el Estado de derecho y las soberanías legítimas designadas por el voto y la instalación de los grandes órganos del Estado. Puedo asegurarles que no firmará su dimisión porque tiene un sentido histórico de sus responsabilidades y, como patriota acérrimo, desea que Níger prospere y no sufra la regresión económica y política provocada por su secuestro. Su trayectoria se condensa en esta negativa, que cristaliza una carrera y un estilo ético de vida política.

Jóvenes se reúnen para inscribirse como voluntarios para luchar por el país, en Niamey, Níger, sábado 19 de agosto de 2023. © AP Foto/Sam Mednick

¿Por qué hablar de una «Tercera Guerra Mundial»? ¿Puede repasar los atributos que le atribuye?  

En el caso de Níger, por ejemplo, ya no podemos hablar de poder blando y poder duro en el sentido político tradicional, porque el poder blando ya no consiste en apoyar o debilitar posiciones de confrontación estratégica. La guerra informativa no consiste en propaganda, campañas ideológicas o producción de opinión pública. Estamos muy lejos de la teoría clásica, cristalizada por ejemplo en el libro de Bernays Propaganda, publicado en 1939, o expuesta en la teoría de la hegemonía de Gramsci. Según esa fórmula, mediante las ideas, el lenguaje, las palabras y las imágenes, actuamos sobre la psique de las masas para transformar la conciencia individual; creemos así poder transformar la praxis, las acciones de los individuos en el campo social, cambiando la forma en que interpretan su ser-en-el-mundo. En las teorías idealistas del poder blando, se piensa que es la conciencia la que determinará y transformará las acciones de los sujetos, de las clases sociales y de los actores socioprofesionales, mientras que en las teorías opuestas —que provienen del poder duro— se piensa que es la praxis la que produce la forma y la lógica de la conciencia de sus acciones. Este problema filosófico y militar tan importante y no resuelto es ahora el núcleo de la cuestión filosófica de la guerra informativa. Las granjas de trolls son tan peligrosas como los drones armados porque movilizan inmediatamente acciones populistas en Níger y en otros lugares, movimientos de masas puestos en marcha por un nacionalismo dudoso, casi fascista, que oculta mal la instrumentalización de la miseria y la creación de un chivo expiatorio conveniente, en este caso el presidente Bazoum, luego el partido al que pertenece y finalmente Francia, para justificar la exorbitante petición de rescate a los militares: tres años gobernando Níger sin mandato electivo y sin más legitimidad que la autoproclamación. 

Se está librando una Tercera Guerra Mundial —informativa, estética, sonora e icónica— en suelo africano, de la que el pánico generalizado manifestado en la impotencia oficial es un síntoma.

SALIM MOKADDEM

¿Y el caso de Níger sería un puesto de observación privilegiado?

Tres cuartas partes de la población de Níger son analfabetas, pero tienen acceso continuo y diario a las redes sociales, a internet y a fuentes digitalizadas de sonido e imagen construidas a partir del Storytelling. Existe una narratividad estética que disfraza los hechos del mundo para poblaciones cuyo único acceso cognitivo es oral. En Níger, como en toda la región del Sahel, hay muy pocas personas que lean, que contrasten la información de forma crítica o que hablen varias lenguas (no vernáculas). Para la mayoría de la población, la palabra hablada es lo único que realmente cuenta. El origen del orador, su posición social, su edad, su sexo, su respetabilidad y el lugar donde se produce el discurso intervienen en la determinación de la veracidad de lo que se dice. Existe una doxa erudita que moldea la opinión pública, del mismo modo que en Europa, pero en las formas específicas en que se reciben las imágenes y el sonido en las sociedades sahelo-saharianas. 

En Níger, por ejemplo, existe una tradición muy importante conocida como la fada1. La fada es una reunión de jóvenes que discuten sobre temas escogidos; las fadas son grupos de jóvenes, de edades comprendidas entre los 15, los 18, los 30 años y más, que discuten regularmente sobre diversos temas tomando el té, de manera más o menos formal, en un lugar ritualizado que se convierte en una especie de club, cerrado o no, donde se producen intercambios discursivos según temas y modalidades determinados por la lógica de la composición y la calidad de los miembros de la fada. Cada fada tiene un nombre diferente, asociado a su tema de conversación dominante. Esta tradición puramente africana ha sido caricaturizada despectivamente al ser rápidamente calificada de forma «etnológica» y peyorativa de «palabrería», es decir, dando a entender, para descalificarla mejor, que se trata de un lugar donde se habla para no decir nada, donde se rehace ociosa y vanamente el mundo, donde se discute y no pasa nada. Pero en Níger, la fada no consiste sólo en rehacer el mundo. Es una especie de ágora democrática en la que la palabra se legitima mediante una cierta forma de autovalidación. Esa lógica productora de realidad que es la fada se conduce y organiza según un proceso de referencialidad sostenido, sutil y continuo. De este modo, las fadas producen lo que podría denominarse una doxa erudita oral. Eso es algo que a los occidentales nos cuesta entender. La comparación que utilizo a menudo es la del jazz, una música cuyo modo de producción y lógica de composición podrían permitirnos captar mejor el espíritu de la fada. En efecto, el jazz es una música popular culta. Ya he escrito sobre ello en relación con los saberes populares no escritos y eruditos y las músicas no escritas que, sin embargo, están muy codificadas, como el malouf en el Magreb o el jazz en Estados Unidos. De hecho, en Níger, las fadas son debates populares, eruditos, cultos, en el orden de la palabra hablada, pero no indexados en la palabra escrita como referencia y garante de la verdad de lo que se dice. De hecho, ocurre lo contrario: la palabra escrita sólo tiene sentido porque alguien habla, porta y encarna sus palabras, según su importancia, su papel social, su estatus, su casta, su función, su moralidad, su influencia social y su popularidad.

En Níger, las fadas son debates populares, eruditos, cultos, en el orden de la palabra hablada, pero no indexados en la palabra escrita como referencia y garante de la verdad de lo que se dice.

SALIM MOKADDEM

Las redes sociales son también un foro de formación de opinión: ¿cómo se materializa eso en la realidad de Níger?

En el fondo de los pueblos, cuando recibimos imágenes en Internet, en Tiktok, en Instagram o en cualquier otra aplicación o red social disponible, los únicos elementos de referencia son la vista, el oído y la palabra. Y eso es muy importante. Así que lo desciframos todo visual, verbal y oratoriamente, porque no hay más formas de acceder a la realidad que el ícono, el sonido y el relato juntos, a menudo en una breve historia narrativa, una cápsula de sonidos y significados entrelazados en una breve secuencia de video.

También hay algo más que debo subrayar. Cuando se analiza el contenido de los videos o de los «reels» difundidos, se observa que los oradores repiten las cosas varias veces, ponderándolas con el ritual de la escansión a la manera de un mantra o de un ritual religioso. La repetición tiene valor de verdad porque cuanto más se dice algo, cuanto más se amplifica, cuanto más se difunde y se repite, más verdad es. En Níger, estamos en una episteme en la que el orador otorga verdad al asunto. Hay «maestros de la verdad», según la expresión de Marcel Detienne. Mediante la ampliación, la recitación pleonásmica y la repetición, se refuerza la verdad de la palabra. La palabra repetida adquiere fuerza de verdad en virtud de su amplificación. Es más, en la fada, el efecto colectivo produce un efecto de subjetivación de lo colectivo: repetir la cosa es así garantizar que la cosa es verdadera, algo así como un mantra cuya función es actuar y transformar ontológicamente el mundo mediante una liturgia de la repetición que garantiza la verdad de la cosa a través de esa escansión iterativa. Comprenderá entonces que tal institución discursiva oral no es simplemente retórica, sino que produce de facto efectos sociopolíticos aletúrgicos y performativos sociales muy importantes en la vida y las experiencias cotidianas de la gente.

¿Cómo utilizan los golpistas ese contexto de estructuración del imaginario político y las prácticas sociales en Níger?

La escenificación simbólica es muy importante.  En Níger, las apariciones verbales tienen una función casi profética: hacer que la realidad suceda. De ahí la escenificación del discurso a la nación, del comunicado solemnizado, del colectivo ritualizado y del uniforme como vestimenta de la urgencia, estetizada por el uniforme de combate, que crea un efecto de seriedad y anonimato. También habría que analizar los lugares de enunciación: el estadio de futbol, sobre todo si es el estadio emblemático e histórico de la memoria colectiva, se convierte en la metáfora agórica de la plaza del pueblo y de la reunión solemne mítica o arquetípica en el fondo cultural rural y urbano saheliano. Es necesario sustituir una realidad democrática suprimida por otra realidad dictatorial ilegítimamente impuesta y, por tanto, pasar de un régimen discursivo institucional, republicano y legalmente fundado a otro régimen discursivo que acepte la violencia y la fuerza como manifestación de una necesidad que va más allá del derecho formal y del contrato social. Se trata, pues, de modificar y estructurar el espacio fónico, icónico y discursivo escenificando los actos de violencia de manera que parezcan algo que no son, instituyendo otra relación con el logos, otra narrativa del mundo, otra mitología de la realidad, otra heterohistoria de la política y de la nación, otra economía del sentido y de los signos. Se produce entonces una especie de sociurgia o transformación del significado de las cosas vividas a través del encantamiento político elaborado en el ritual de una puesta en escena de apoyo popular reproducido artificialmente. Se trata de crear la ilusión de un referéndum popular espontáneo reuniendo a jóvenes ociosos en un estadio y filmando la concentración para imitar el nacimiento de una nación en el fervor y el plebiscito generados por el lugar, los números, los eslóganes, la ritualización del triunfo como si hubiera habido la gloria de la conquista sobre un enemigo y un peligro creado para la ocasión. Los occidentales no lo perciben así porque esas percepciones sociales y esa fenomenología sociúrgica de lo ordinario a través de lo extraordinario de la nueva puesta en escena no forman parte de un contrato escrito o de una didáctica cívica sino de una cultura específica de la doxa del clamor, de la exhibición pública, de la puesta en escena calcada de las escenas de posesión propias de la cultura del animismo muy fuerte en Niamey. Hubo incluso sacrificios de gallinas y gallos en el estadio Seyni Kountché (que lleva el nombre de un oficial golpista que derrocó el régimen democrático de Hamani Diori en 1974) para que los espíritus, los zimas, favorezcan a los militares. En realidad, tal destrucción creadora de la ley para validar el acontecimiento como lícito, según la expresión de Schumpeter, no es tan nueva, pero hay que actuar como si estuviera naciendo una Nación, una historia, como si el mundo se dividiera en dos partes: el antes impuro y el ahora puro y consagrado, en el sentido original del término, con desfiles, vestimenta militar, música radiofónica, solemnidad en el discurso y declamaciones ritualizadas en una serie de comunicados digitales destinados a hacer creer que ahora existe otro mundo, otra axiomática, otra Ley, que regirá en adelante la realidad. El nuevo mundo nacería mágicamente, de inmediato, de un deseo asertivo y a bombo y platillo de crear algo nuevo, de purificar la Ciudad, de reescribir la historia del Mundo, de cambiar la faz del Mundo y restablecer el Orden tras el alboroto provocado por los mismos que pretenden ser los salvadores de la Ciudad…

El estadio de futbol, sobre todo si es el estadio emblemático e histórico de la memoria colectiva, se convierte en la metáfora agórica de la plaza del pueblo y de la reunión solemne mítica o arquetípica en el fondo cultural rural y urbano saheliano.

SALIM MOKADDEM

Hoy en día, la censura política ya no consiste en silenciar a la gente, sino en ocupar el campo, en hacer hablar a personas que a menudo no tienen nada que decir para hacer ruido, como se suele decir, para crear un revuelo mediático. La infobesidad no es un aumento o acumulación, una saturación, de información; es un vacío ocupado de forma parlanchina por personas que repiten las mismas cosas o, mejor aún, que no tienen nada que decir, pero que, debido al parloteo incesante, ocupan el terreno perceptivo o el mundo empírico fenoménico captando la energía cognitiva y los códigos en uso para transformar las palabras y las cosas en una retórica voluntarista de lo nuevo, utilizando un léxico específico que habla de la moral de un mundo nuevo, de un Renacimiento de la política y de una refundación de la Ciudad. Este vertiginoso acaparamiento de la atención conduce a una pérdida de puntos de referencia cognitivos, memorísticos, estéticos y políticos.  

En la zona saheliana, la comunicación estatal o mediática es como una excrecencia diferencial de las fadas. Por regla general, las imágenes son más importantes que los textos, pero no por las mismas razones que en Francia. En Francia, a menudo es por razones que podrían calificarse de simplificación fácil o didáctica. En el Sahel, es porque el modo cognitivo de aprehender el mundo se basa en un sistema de habla totalmente único. Hay que hablar; hay que ver. La economía de la experiencia depende de esos desfiles visuales y auditivos, de la lógica de la fada, que impregna la vida social y le da una cohesión específica. 

Jóvenes se reúnen para inscribirse como voluntarios para luchar por el país, en Niamey, Níger, sábado 19 de agosto de 2023. © AP Foto/Sam Mednick

¿Cómo funciona esto en la práctica?

Una anécdota contada por un etnopsiquiatra parisino que vivió en Benín ilustra la cuestión. Un paciente maliense fue a verlo. El médico se presentó: «Buenos días, soy doctor en psicopatología, doctor en psiquiatría. Soy director de un centro de estudios, he hecho esto y aquello, hablo tal o cual idioma, etc.». El maliense lo escucha y le dice: «Señor, todos somos hombres de buena voluntad». Con ello le está diciendo humildemente: «Soy capaz de verlo tal como es, de escucharlo aquí y ahora, de dialogar con usted, y de formarme mi propio juicio a partir de ahí, así que sé exactamente quién es usted, lo que vale ética y humanamente. No se justifique con sus diplomas o su currículum, porque no lo juzgo por sus apariencias, sino por la manera en la que me recibe, me habla y, de ser necesario, me da tratamiento». La relación con el otro a través de la palabra y la visión es sumamente importante, y siempre está correlacionada con la palabra. Por lo tanto, la relación con la hermenéutica de la imagen no es la misma aquí que allá, y es vital comprenderlo si queremos entender la naturaleza específica de lo que está ocurriendo en Niamey y en Níger.

Michel Foucault nos enseñó que, en Occidente, el poder está ligado al saber, pero que el poder se esconde a menudo tras el disfraz de la verdad, del saber y del conocimiento formalizado, para lograr ser aceptado mejor. En el África subsahariana, para existir, el poder debe mostrarse continuamente, afirmarse, escenificarse, objetivarse, ritualizarse mediante la exhibición y la histerización de su ser-en-el-mundo. La ruidosa y exuberante puesta en escena es una validación de la autoridad; mostrar algo es demostrarlo. Los actores de lo que ocurrió el 26 de julio de 2023 están obligados a mostrarse, y la gente los observa y los escucha cuando hablan, porque entonces descifran lo que ven y oyen, e interpretan lo que dicen y ven según categorías muy precisas que no puedo desarrollar aquí por razones de tiempo. Los poderes ilegítimos que quieren ser aceptados por las masas tienen la obligación de convencer a toda la sociedad recurriendo a una lógica de exhibición permanente. Eso también lo hemos vivido, de forma diferente, en Europa, durante las épocas fascista y nazi o la época soviética. O, en términos más prosaicos, lo vemos hoy en el hecho de que los llamados grandes medios de comunicación se ven obligados a licuarse permanentemente para estar presentes en todas partes, todo el tiempo. Los grandes totalitarismos y las lógicas de la propaganda han utilizado a menudo los medios de comunicación para consolidar su control holístico, y han escenificado su «verdad» para convertirla en doxa y doctrina, y debilitar las innovaciones lingüísticas y los procesos de modulación social necesarios para el uso del pensamiento crítico. 

En el África subsahariana, para existir, el poder debe mostrarse continuamente, afirmarse, escenificarse, objetivarse, ritualizarse mediante la exhibición y la histerización de su ser-en-el-mundo.

SALIM MOKADDEM

Sólo una vez establecido este contexto podemos examinar el contenido del discurso que se ha pronunciado y repetido. La economía de Níger se sustenta esencialmente en la venta de materias primas (uranio, oro, petróleo, carbón, etc.), la ayuda presupuestaria del Banco Mundial, la Unión Europea, Estados Unidos, Francia a través de la Agencia Francesa de Desarrollo, y financiamientos públicos y privados. En total, esas ayudas representan el 60% del presupuesto nacional. 

Sin embargo, el Estado es en sí mismo un vector de producción económica. No es simplemente un Estado regulador, es un Estado de bienestar, en el sentido más fuerte del término. Al contratar funcionarios, alimenta una estructura económica en red: el sistema de la función pública es un multiplicador de riqueza para las poblaciones en una sociedad de redistribución obligatoria. En el Sahel, en Níger, no vivimos en un paradigma de vida sociopolítica regido por lo que Macpherson llama individualismo posesivo, sino en estructuras colectivas de distribución comunitaria, porque la estructura social está condicionada por la estructura familiar de producción y consumo. Un funcionario mantiene a su familia nuclear y a la familia de su familia. 

En Níger, el Estado dispone también de un ejército y de fuerzas de seguridad y defensa, que llevan consigo una misión republicana soberana: proteger a la población acordonando el territorio. Si el Estado se desestabiliza, como ocurre actualmente, toda la sociedad se desestabiliza y se vuelve insegura. Así que se puede ver que los efectos de los cambios en la gobernanza tienen un impacto muy directo en la vida de las personas. 

Si el Estado se desestabiliza, como ocurre actualmente, toda la sociedad se desestabiliza y se vuelve insegura.

SALIM MOKADDEM

La cuestión empieza a plantearse con urgencia ahora que la CEDEAO ha impuesto sanciones.

La CEDEAO adopta medidas contradictoriamente impopulares porque sabe muy bien que Níger vive con respiración asistida: dentro de uno o dos meses, ¿quién va a pagar los salarios y los atrasos de la deuda soberana? ¿Qué país saldrá de la nada para hacerlo? ¿Quién pagará las becas de los estudiantes? ¿Y el comienzo del nuevo curso escolar? Níger sufre una inflación especulativa del 30% en los productos básicos (mijo, maíz, arroz, azúcar, harina, etc.). La especulación va a aumentar aún más, y las dificultades socioeconómicas se agravarán. Los camiones que transportan alimentos y productos frescos, entre otras cosas, ya están bloqueados en la frontera con Benín, principalmente porque las fronteras aéreas y terrestres están cerradas. Ya no llegan productos frescos. Habrá escasez de alimentos. El costo de la deuda se multiplicará. A mediano plazo, todo el sistema económico y social de Níger se verá afectado. Todos los organismos intermediarios, especialmente los comerciantes, se verán directamente afectados por el bloqueo de bienes y servicios. ¿A quién se responsabilizará de ello? Podemos ver cómo la guerra de la información está ahora en pleno apogeo, proporcionando la semántica para la narrativa social. 

Ya estamos viendo un aumento de la delincuencia y el crimen en las zonas rurales, donde se necesita una mayor presencia de seguridad, militar y policial, para inhibirlo. Todas esas fuerzas han sido movilizadas por la junta y ya no podrán proteger las fronteras. En Malí, el 40% del territorio ya está ocupado por lo que llamaremos grupos terroristas. Entonces, ¿cómo puede Malí proteger a Níger si no puede proteger sus propias fronteras y a su propia población? ¿Cómo van a obtener estos países, Burkina Faso y Malí, los medios materiales, infraestructurales y práctico-militares para defender a su propia población? Mientras que los Estados están separados por fronteras, los grupos yihadistas no lo están. Son transfronterizos. Toda retirada de fuerzas militares conduce automáticamente a un debilitamiento del Estado. Los ejércitos regulares han sido atacados desde el acontecimiento del 26 de julio de 2023. Acled ha señalado que, desde el golpe, se han producido proporcionalmente más crímenes contra civiles y militares que durante la presidencia en funciones. Un Estado no es una cabaña en la que vivir, sino una estructura compleja a la que hay que dar vida y gestionar de forma técnica, hábil y compleja. 

El Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED) ha presentado un dato interesante: desde el golpe de Estado en Malí, la junta militar y el grupo Wagner han matado ahí a más civiles que los yihadistas. ¿Estamos asistiendo a una especie de inversión de la violencia política que usted describe en esta perspectiva del colapso del Estado?

Exactamente: ha habido un 30% más de atentados contra civiles que antes del golpe de Estado. El presidente Bazoum había conseguido asegurar las fronteras. Había creado un ejército de 50 mil hombres, frente a los 15 mil que había antes. Los militares son muy conscientes de que Bazoum hizo mucho por mejorar el estatus de las fuerzas de defensa y seguridad, los ejércitos y la logística de seguridad. De hecho, hasta hace poco, nadie le reprochaba nada a Bazoum: a mitad de su mandato, sus méritos eran reconocidos por las financiadoras, la población y las cancillerías. 

Los golpistas quieren invertir esta lógica republicana de protección de las fronteras y de los pueblos. Pasar de una lógica militar a una lógica mercenaria es introducir una ideología guerrera. Wagner, que desaparecerá (no así sus misiones, asumidas por el ejército ruso) a partir de la muerte de Prigozhin, trabaja dentro de un mito del equilibrio «natural» de poder. Con el mercenario, ya no hay espacio republicano. El mercenario tiene un contrato monetario, mercantil (eso es lo que significa la palabra mercenario). Por tanto, la finalidad no es la misma. Para el guerrero, lo que cuenta es la hazaña, el trofeo, la ganancia. Es una relación impulsiva, animal, inmediata, frontal, con quien pretende ser el más fuerte. La misión del soldado republicano es poner fin al conflicto; es un instrumento de protección de las sociedades civiles, de pacificación, mientras que el guerrero o mercenario no trata con una sociedad civil sobre la base de una constitución o de una soberanía jurídica, sino que está contratado con un cliente por servicios prestados a cambio de riqueza, en este caso, una junta que le pagará por un servicio prestado. Entramos, pues, en una economía de mercado o liberal: delegamos en empresas privadas lo que normalmente es competencia de la soberanía del Estado. Hay ahí una paradoja, porque los golpistas decían que querían recuperar el poder para asegurar el territorio, pero en realidad querían entregárselo a empresas privadas consideradas más eficaces, porque los terroristas están de hecho muy armados y son ofensivos. La normalización oficial de la ayuda militar rusa a través de direcciones militares adscritas al GRU cambiará con la desaparición de Wagner en favor de la ayuda de agencias estatales controladas por militares oficiales. Pero ese es otro problema.

Los golpistas quieren invertir esta lógica republicana de protección de las fronteras y de los pueblos. Pasar de una lógica militar a una lógica mercenaria es introducir una ideología guerrera.

SALIM MOKADDEM

En su opinión, esta nueva forma de violencia va de la mano de la violencia informativa.

Sí, ya no podemos limitarnos a un análisis polemológico tradicional, como se hace en las escuelas de guerra: se trata de una inversión tanto estético-doxal como numérico-jurídica. Ya no se trata de un Estado que será protegido por poderes y fuerzas militares, policiales y de seguridad, sino que las carencias del Estado lo obligarán a recurrir a otras competencias o a otros actores externos para poder mantenerse como Estado: las fuerzas que quieren la dirección política del Estado serán protegidas y mantenidas por una empresa de ayuda militar que opera como un mercenario externo por la obligación de mantenerlas cerca del Centro. Es aún más insidioso que el colonialismo, pues hay un riesgo de desestatización de las funciones estatales de seguridad del espacio público y privado. Paradójicamente, existe el peligro real de que Níger sea desposeído de su propio destino en un momento en que se reivindica el patriotismo guerrero incluso en el nombre, la etiqueta, que se da a sí misma la junta.  

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En este conflicto entre dos órdenes que usted describe —el de los afectos contra el de la ley—, ¿cuál es la interpretación de los acontecimientos, del presidente Bazoum actualmente en manos de los militares de forma inconstitucional?

Yo no binarizaría el conflicto así: afectos contra derecho. Sin embargo, es educativo hacer un análisis materialista de los hechos. Estamos en una situación de equilibrio de poderes, de secuestro de un presidente en funciones, electo, reconocido por la Constitución, los principales órganos del Estado y la comunidad internacional. Algunos hablan incluso de vuelta al orden constitucional, como piden la CEDEAO, Estados Unidos, la UE, Francia, Rusia y Argelia, como una simple operación policial a realizar, ya que el presidente y, por tanto, todo el Estado están secuestrados… Así pues, Francia y otros países, incluido Estados Unidos, no reconocen la legitimidad de la Junta y no pueden entablar un diálogo o una negociación de forma normalizada u oficial por las razones aducidas de inconstitucionalidad. 

Si analizamos etiológicamente las determinaciones que conforman la sistematización de la secuencia de los acontecimientos en la naturaleza y en la historia, estamos obligados a suponer que existe una temporalidad entre el antes y el después que da sentido a una cronología o a una lógica de los acontecimientos. Aquí, en Níger, la racionalidad política es una obra en curso. Así que se producen razones adventicias para justificar lo que ya no puede ser controlado o vigilado por la ley ni la racionalidad política. Así que los golpistas recurren a actores externos para gestionar su toma de poder: recurren a Malí, Burkina Faso y Guinea-Conakri. Vemos también que el colapso constitucional se internacionaliza muy rápidamente y que los actores directos se ven acompañados por actores internacionales que ahora marcan el ritmo. La lógica del acontecimiento está cambiando: la CEDEAO se la entrega a las grandes potencias de la OTAN, que a su vez se la entregan a Estados Unidos. Ya había hablado de ello en mi blog mucho antes del golpe2; señalé las nuevas guerras informativas y el recurso a agentes externos para legitimar la ausencia de fundamentos o de racionalidad en las acciones políticas. En efecto, al recurrir de forma más o menos imaginaria a actores indirectos considerados como los causantes del malestar sociopolítico, se evita dar un contenido positivo y concreto a las novedades que se pretenden instituir y realizar. La realidad es tozuda y entran en juego nuevos actores.

Al recurrir de forma más o menos imaginaria a actores indirectos considerados como los causantes del malestar sociopolítico, se evita dar un contenido positivo y concreto a las novedades que se pretenden instituir y realizar.

SALIM MOKADDEM

¿Cuáles?

El actor exterior más directamente afectado por los problemas de Níger, y que ha intervenido haciendo propuestas de mediación, es Argelia. Argel cuenta con 30 mil soldados en la frontera con Níger, y tiene más de 1 000 km de frontera con él. Existen acuerdos de cooperación con Níger en materia de migración, seguridad, explotación de recursos e infraestructura. También hay otros actores de los que se habla poco en la actualidad debido a su tamaño y a lo novedoso de su intervención en el Sahel: Italia, España, Alemania, Emiratos Árabes Unidos, etc.

Hay varios elementos inéditos en este golpe: 

  • La imbricación de políticas económicas y sociales que requieren la intervención de otros países a su vez debilitados (Malí, Burkina Faso, etc.) por los atentados yihadistas.
  • La externalización de los conflictos europeos, en particular la guerra OTAN-Rusia, en África. 
  • Hay otro gran actor invisible del que no se habla mucho, y es China, que está construyendo el mayor oleoducto de África —2 300 kilómetros de Agadem a Cotonú— y corre el riesgo de ver afectados sus proyectos e inversiones (se ha paralizado, por ejemplo, la construcción de la presa hidroeléctrica de Kandadji, en el río Níger).
  • Las poblaciones y las sociedades civiles que han entrado en la era digital, aunque analfabetas, están transformando su relación con la información a través de los sesgos cognitivos que he mencionado antes.
  • Yihadistas presentes en varios territorios y con una «geografía» y una agenda precisas correlacionadas con los acontecimientos militares y políticos de la región. 
  • La fragilidad del orden mundial actual, sacudido por el «vaivén» capital-trabajo de occidente a oriente. Sociólogos, demógrafos, economistas, politólogos, industriales, bancos, compañías de seguros, grandes empresas de consumo y empresas de construcción y obras públicas son plenamente conscientes de que los grandes mercados del siglo están en África, y de que el continente es crucial para el futuro del mundo.

Con el inicio de la guerra en Ucrania, los precios de la energía han subido en todo el mundo, lo que disparó el costo del transporte y, por tanto, de los bienes de consumo. La inflación va en aumento, con el riesgo de que los gobiernos se endeuden en exceso. La política educativa iniciada por el presidente Bazoum fue extremadamente juiciosa desde todos los puntos de vista. Como sabemos, cuanto más formadas y educadas están las personas, más sanas son, más racionales son como agentes del mercado y más contribuyen a la autoproducción del mercado en términos puramente liberales. En el Sahel, para que haya desarrollo económico y social, también hay que educar a la población para que pueda salir del mundo agrario. En el Sahel todavía no hay suficientes máquinas motorizadas. Todo el trabajo agrícola se hace a mano en condiciones difíciles y desastrosas, porque depende de las fluctuaciones de las lluvias y los monzones. La producción de capital humano y la revolución agroindustrial van de la mano. 

Volviendo a un marco temporal más inmediato, ¿cuál cree que sea el remedio para esta situación? ¿Cómo romper la espiral?

El presidente Bazoum está en la incomprensión de la Junta en la medida en que había puesto en marcha una política para garantizar la seguridad de la población e iniciado una economía positiva de crecimiento y desarrollo que está dando sus frutos. Además, y esto lo explica todo, es muy querido por la población e incluso por una parte de la Guardia Presidencial, que siente un gran respeto por un hombre de indiscutibles valores humanistas y por las políticas visionarias que forman parte de su programa político. Admite de buen grado que ha habido corrupción en gobiernos anteriores, y que ha habido ciertas cosas pragmáticas que se le han escapado, empezando por el resentimiento de su Guardia Presidencial. Es capaz de esa autocrítica. No hay que olvidar que es filósofo de formación. Hay que dejar de contraponer al político pragmático con el político ingenuo que tiende a no ser maquiavélico. Esos esquemas son un insulto a la inteligencia política de los actores. Aunque sí haya estupidez en la política…

El presidente Bazoum está en la incomprensión de la Junta.

SALIM MOKADDEM

Pero los mismos que hoy han llegado al poder de forma inesperada deberían estar más preocupados por el mañana. Como decía Rousseau: el más fuerte nunca es lo bastante fuerte para ser siempre el amo, a menos de que transforme su fuerza en un derecho y la obediencia en un deber. Las dictaduras nunca se detienen en lo que producen: están obligadas a seguirle echando leña al fuego para mantener su relato soteriológico. En algún momento, los grandes dictadores siempre se han visto desbordados por el exceso y la arrogancia de su imaginación, porque la lógica de la fuerza no tiene límites si no está controlada, dirigida y guiada por la ley, y cuanto más se oprime, más resistencia se crea.

¿Qué quiere el presidente Bazoum?

Está claro que quiere volver a un orden constitucional republicano, centrado en el desarrollo económico y social de las poblaciones locales extremadamente pobres de Níger. Ése es el programa político que elaboró y por el cual resultó electo. Eso es también lo que dice la comunidad internacional, incluidos Argelia, Francia, Rusia, Estados Unidos y la CEDEAO: es necesario un retorno republicano a la Constitución porque Níger no puede vivir en un sistema de gobernanza estocástico, aleatorio e improvisado. El Estado no puede gestionarse como una pequeña empresa. Porque «el Estado es Dios en la tierra», decía Hegel en 1821 en los Principios de la Filosofía del Derecho. Esto significa que, en el fondo, hay cosas que hacer que son soberanas y no dependen del individuo. No es lo mismo ejercer responsabilidades concretas de gobierno que obedecer a una lógica de toma del poder por la fuerza. No es lo mismo la acción política que la acción militar; no tienen los mismos imperativos, las mismas necesidades, lógicas, principios, limitaciones, reglas y objetivos. Si, como escribió Clausewitz, la guerra es la política continuada por otros medios, no es cierto que la política sea la guerra continuada por otros medios. 

Jóvenes se reúnen para inscribirse como voluntarios para luchar por el país, en Niamey, Níger, sábado 19 de agosto de 2023. © AP Foto/Sam Mednick

¿Cuál es su lectura de los hechos en relación con la política francesa en la región: cómo interpretó las señales enviadas por París y qué señales deberían haberse enviado —o enviado mejor— en su opinión? 

Me ceñiré a los hechos. Ya no es un secreto que el presidente Macron está muy descontento con la manera en que marchan las cosas para Francia en África; sus servicios de información, que no fueron avisados a tiempo, según la prensa oficial, no tienen la culpa. Hay 1 500 soldados apostados en Níger. Parece que, por una parte, ha faltado visibilidad de la extrema complejidad de la situación en el tejido social africano y, por otra, que los ejércitos africanos aún no han comprendido del todo que su tarea ya no es dirigir las políticas públicas, como si fueran ejércitos coloniales. Por otro lado, las demás cancillerías tampoco vieron venir nada… El discurso ante los embajadores franceses el miércoles 29 de agosto en París pretendía establecer una lógica simbólica de reconocimiento del poder francés en África; sólo que el golpe de Estado en Gabón el jueves 30 de agosto de 2023 es una respuesta concreta a París: las sociedades civiles, urbanas y rurales, militares o no, africanas, no tienen el mismo software que se mostró en Montpellier durante la Cumbre África-Francia. Ahí vimos a élites africanas nutridas en estándares occidentalocéntricos hablar el mismo lenguaje que sus homólogos en Francia, y la elección de Achille M’Bembé no refleja necesariamente una buena comprensión de la experiencia de las jovencísimas sociedades civiles africanas y de la democratización de las responsabilidades políticas.

En general, quizá haya que revisar la forma en que se organizan las relaciones con los Estados, con las poblaciones, con la África social y civil, y tal vez cambiar los métodos de diálogo y cooperación entre Francia y sus antiguas colonias. A veces hay reflejos o fallos de actuación que reflejan la omnipresencia en el inconsciente institucional francés de modelos heredados de otra época. 

A veces hay reflejos o fallos de actuación que reflejan la omnipresencia en el inconsciente institucional francés de modelos heredados de otra época. 

SALIM MOKADDEM

El pasado colonial de Francia no juega a su favor. Pero en defensa de París, injustamente criticada, hay que decir que no todos los jóvenes del Sahel vivieron la Francia colonial. Hay ahí una gramática y un estilo que quizás habría que modificar. Por otra parte, quizá habría que preguntarse también por el carrusel de embajadores en África (y en otros lugares), que, visto desde África, parece un poco unas puertas giratorias de personas próximas a los poderes del Eliseo. Se han emprendido reformas para evitar esos efectos de necrosis administrativa (la supresión de la ENA, entre otras). La movilidad del personal no es necesariamente una panacea. Creo que hay que prestar más atención a la sociología de la vida y la cultura de los jóvenes africanos. Lo digo con fuerza: es necesario democratizar las responsabilidades políticas en Francia (y en todas partes) si queremos acabar con el descrédito masivo y perjudicial de los actores que practican un discurso esquizofrénico de geometría variable. 

Yo diría, humildemente y con extrema prudencia, que siendo la complejidad de las cosas lo que es, el software habitual de la gobernanza antisimétrica no podría funcionar de forma no instintiva y que ello debería hacernos cuestionar la forma en que contratamos a los diplomáticos, agentes sobre el terreno y funcionarios en el Quai d’Orsay; es necesario reforzar la coordinación, revisar los perfiles profesionales y redistribuir las funciones oficiales. Además, muchas personas competentes nunca son consultadas, si bien deberían serlo. Conozco diplomáticos que han pasado toda su carrera en el Pré Carré, que van y vienen de Haití a Costa de Marfil y que vuelven sobre sus pasos de juventud al final de su carrera, sólo para regresar a su primer puesto antes de «jubilarse». Otros han pasado de tres a seis años en países no francófonos sin conocer sus lenguas, sus mapas administrativos y territoriales ni sus lineamientos culturales. Lo que demuestra que no siempre es en el «buen» terreno donde París obtiene su mejor información. Esto se aplica a todos los gobiernos que trabajan de forma autista o aislada. 

¿Por qué cree que la amenaza de intervención militar de la CEDEAO no disuade a Tchiani y a los golpistas? 

Hay que tener en cuenta un factor importante. ¿Qué país puede realmente movilizar tropas militares expertas en su territorio, rápidamente, con un riesgo mínimo de daños colaterales? Además, hoy en día en Francia, como en todas partes, la forma estatal —que es una herramienta eficaz de la que no se debe prescindir— no siempre es la más adecuada para hacer frente directamente a las necesidades específicas de las sociedades. Esa es toda la cuestión de las fuerzas especiales y de las operaciones exteriores, que requieren velocidades, estrategias, sistemas y métodos operativos que no pueden ser los de los estados mayores convencionales. Hay mucho que decir al respecto, pero éste no es el lugar ni el espacio para hacerlo. 

Nos enfrentamos a plazos muy variados, complejos y diferenciados. La CEDEAO es, por supuesto, legítima, pero también es evidente que su temporalidad de puesta en marcha, su velocidad de implementación, su lógica administrativa, su modo de funcionamiento y su tecnoestructura no se adaptan en absoluto a situaciones de crisis como la que estamos viviendo.

Además, la forma en que se llevó a cabo el golpe de Estado, las exigencias cambiantes de la junta en función de las circunstancias, su rechazo a las normativas regionales y las leyes internacionales, el riesgo de conflagraciones fronterizas debido a la presencia de GAT (Grupos Armados Terroristas) que han avanzado aprovechando el desorden y la retirada de las fuerzas de defensa y de seguridad de puntos clave del país, la lógica de disenso civil (debido a la ausencia de un programa político claro y explícito) que ha surgido recientemente, seguida de rápidos arrepentimientos, como la destitución por nota verbal del 26 de agosto de 2023 (la fecha no es irrelevante) de los embajadores francés, estadounidense, nigeriano y alemán, la suspensión del ejercicio regular del Estado so pretexto de los riesgos de seguridad que paradójicamente produce esta anomia, y las dificultades económicas y sociales acentuadas por la falta de Estado que sufren las poblaciones urbanas y rurales de Níger, la kenosis de Malí y Burkina Faso en la llamada zona trifronteriza, las rebeliones del Norte que se sienten obligadas a protegerse por el hecho de que una parte del ejército se haya vuelto contra la República integradora… todos estos factores hacen improbable la intervención de la CEDEAO. 

La historia demuestra que el intento de derrocar a un gobierno legítimo, especialmente en periodo de guerra, siempre favorece estructuralmente al enemigo en las fronteras.

SALIM MOKADDEM

En política, la estrategia del engaño y la distracción nunca es segura. Sobre todo cuando la confianza del pueblo sigue siendo un coeficiente de populismo y de nacional-etnicismo o de chovinismo de geometría variable. La historia demuestra que el intento de derrocar a un gobierno legítimo, especialmente en periodo de guerra, siempre favorece estructuralmente al enemigo en las fronteras. Putin acaba de experimentarlo con el antiguo jefe de Wagner, que estaba en tiempos extras desde su fatal motín; sigue siendo pertinente reflexionar sobre el adagio de Clausewitz, dándole la vuelta: la guerra es la política continuada por otros medios. Sin una ideología política, será difícil justificar lo injustificable, a menos de que busquemos chivos expiatorios permanentes, enemigos internos, causas nacional-chovinistas, para complacer a las mentes vacilantes y entretener a las masas que siguen y se convierten rápidamente en oportunistas por necesidad. En consecuencia, es lógico que la junta y sus partidarios usen continuamente tácticas dilatorias para evitar abordar de forma pragmática las verdaderas causas de la miseria económica y social y de la pobreza en Níger. El retorno de lo reprimido ya está resultando ineludible. Tras el golpe en Níger, las cancillerías siguen negándose a reconocer la legitimidad de los responsables del secuestro del presidente Mohamed Bazoum, que exigen como rescate tres años de poder incontestable y absoluto sobre el pueblo nigerino. Cabe recordar que, tras las declaraciones de Emmanuel Macron el 28 de agosto de 2023 en la Conferencia de Embajadores en el Palacio del Eliseo, la Unión Europea apoya a Francia en el mantenimiento de su embajador en Niamey, dando a entender con ello que el golpe de Estado es políticamente ilegítimo y validando así el hecho de que la junta no está autorizada por el derecho internacional a entablar relaciones normalizadas u oficiales con todos los países de la UE y de la CEDEAO. Así pues, el orden jurídico internacional se pone en tela de juicio en África. 

Así, al parecer estamos presenciando en Níger un juego de “quien pierde, gana” en este estira y afloja entre la Ley y la Fuerza, entre los militares, apoyados por Burkina Faso, Malí y Rusia, y Francia, apoyada por la UE y la CEDEAO. Si la junta es una fuerza sin ley, y si la CEDEAO exige justicia sin tener la fuerza para imponer sus exigencias, está claro que el destino de Níger, de hecho, se le escapa al propio Níger. Para salir de esta anomia, arriesgada si perdura, y de estas perturbaciones preocupantes a corto plazo para la población y para la seguridad regional, es hora de que la razón y la justicia hagan uso por fin de las auténticas soberanías en juego en esta anomia. Para ello se requiere un tipo de inteligencia que no se base en el cálculo personal ni en la astucia expeditiva; pues la política práctica, y no la retórica de los comunicados vacíos y formales, requiere inteligencia pragmática, hombres responsables con mentes tan informadas como lúcidas y, sobre todo, una noción del ejercicio del Estado para poner en marcha una ética de la acción soberana encaminada a mejorar la suerte de las poblaciones afectadas y la paz regional. Las invectivas y el odio no pueden ocupar durante mucho tiempo el lugar de proyectos de construcción positiva para un país pobre, rural, sin salida al mar y joven, que necesita escuelas, carreteras, industrias, hospitales, seguridad y financiamiento multisectorial, para salir lo antes posible de su precariedad regresiva y construir un presente y un futuro viables para Níger. 

La respuesta en Níger será un ejemplo para la paz mundial y el futuro de la democracia en África.

SALIM MOKADDEM

Desde 2021, el presidente Bazoum se ha embarcado en una política de lucha contra la corrupción y de educación de los jóvenes, entre otras cosas: sin esta política educativa, y lo que ella implica, el destino prometido a Níger será sin duda el de la guerra, con su estela de trágicas desilusiones y de destrucción regresiva. Todavía estamos a tiempo de no elegir los campos de la pulsión de muerte: el del yihadismo basado en la miseria, y el del nacional-chovinismo basado en una mítica neosoberanía panafricana. Aún estamos a tiempo para decidirnos a emprender el camino de la vida libre, el de la responsabilidad democrática basada en el contrato social y el juego más o menos libre de las elecciones en un espacio constitucional republicano. Es importante que el derecho constitucional e institucional no sea azaroso, como una variable de ajuste estructural que podría aplazarse por la violencia revestida de virtud nacional o incluso nacionalista, para justificar intereses extrapolíticos que son más una cuestión de cálculo privado que el interés soberano del Estado. En África se juega el destino del mundo: ¿se dejará que la ley del más fuerte se imponga estocásticamente en un momento frágil para la paz mundial, o se dejará el monopolio legítimo de la violencia física al Estado de derecho considerado como la forma racional de armonizar los conflictos en las sociedades civiles? Está claro que la respuesta en Níger será un ejemplo para la paz mundial y el futuro de la democracia en África.

De momento, si bien entendemos la prudencia de la CEDEAO y los intereses singulares de unos y otros, es necesario mantenerse fieles a una filosofía política y ética de la gobernanza que trascienda a la simple violencia de los apetitos e intereses corporativistas o familiares de una parte de la población que pretende legislar para el conjunto. El totalitarismo es precisamente cuando la parte se convierte en el todo en detrimento del todo. No es casualidad que China haya reconocido a la Junta; no es un modelo de democracia y respeto de los derechos humanos, y es una señal jurídica de que ella misma puede ser víctima de la lógica que propugna. Porque la ley del más fuerte sólo es válida para el más fuerte, que nunca podrá estar seguro de seguir siéndolo a menos que transforme su fuerza en derecho. Y los pueblos no son lo mismo que masas sin conciencia o multitudes movilizadas para un espectáculo festivo que no pueden perdurar en el tiempo y convertirse en ley, si no existe un contrato social y una Constitución que garanticen la soberanía de la voluntad popular.

Notas al pie
  1. Sobre la fada, véase por ejemplo: Florence Boyer, « « Faire fada » à Niamey (Niger) : un espace de transgression silencieuse ? », Carnets de géographes [En ligne], 7 | 2014, publicado el 1 de diciembre de 2014, consultado el 11 de agosto de 2023. URL : http://journals.openedition.org/cdg/421 ; DOI : https://doi.org/10.4000/cdg.421
  2. www.salimmokaddem.com