La tensión entre la vía del diálogo y la intervención armada de la CEDEAO en Níger ha puesto de relieve la dimensión militar de la agrupación intergubernamental. Tres países miembros –Senegal, Costa de Marfil y Nigeria– ya han manifestado su intención de aportar tropas en caso de intervención. Sin embargo, la situación interna de Senegal, las reticencias de la opinión pública y del Senado nigeriano, y el propio funcionamiento de la organización de África Occidental hacen que deba preferirse la diplomacia siempre que sea posible. Muchos observadores cuestionan las prerrogativas de la CEDEAO en este ámbito, a pesar de que ya ha llevado a cabo varias intervenciones armadas, sobre todo en medio de mortíferas guerras civiles, desde 1990.

Cuando se creó la CEDEAO mediante el Tratado de Lagos, el 28 de mayo de 1975, su finalidad era económica, con el objetivo de forjar un mercado del África Occidental en torno a varios países, que ahora son quince. Sin embargo, este objetivo, plasmado en la intención de introducir una moneda única, no puede alcanzarse sin un cierto grado de estabilidad política, y fue en parte por esta razón por la que se creó el ECOMOG (Economic Community of West African States Cease-fire motoring Group) en 1990. Para garantizar, en la medida de lo posible, un clima propicio a la profundización de la integración regional, puede imponer sanciones económicas y comerciales, así como intervenir militarmente.

Muchos observadores cuestionan las prerrogativas de la CEDEAO en este ámbito, a pesar de que ya ha llevado a cabo varias intervenciones armadas, sobre todo en medio de mortíferas guerras civiles, desde 1990.

ANTHONY GUYON

El nacimiento del ECOMOG durante la guerra civil de Liberia, el momento de la escala nacional

La guerra civil que estalló en Liberia en 1989, por iniciativa del National Patriotic Front of Liberia (NPFL) dirigido por Charles Taylor y que agrupaba a disidentes opuestos al gobierno de Samuel Doe, sigue siendo una de las guerras más mortíferas del continente africano. Por un lado, el balance de 250.000 muertos para una población de dos millones de habitantes en 1990 atestigua la violencia de los combates. Por otro, la ofensiva del NPFL trajo consigo un reguero de abusos contra la población civil, como asesinatos, violaciones, esclavización de ciertas poblaciones para extraer materias primas, actos de barbarie e incluso casos de canibalismo revelados durante los juicios de Mohammed Jabeth en 2017 y Kunti Kamara en 2022. El conflicto va más allá de Liberia, ya que el NPFL, fundado en Costa de Marfil, cuenta con el apoyo de Sierra Leona y del régimen libio, que suministran parte de las armas. La situación se volvió favorable a los rebeldes y la capital, Monrovia, se vio rápidamente amenazada. Ante esta situación, el dirigente nigeriano Ibrahim Babangida (1985-1993), que también presidía la CEDEAO, propuso el envío de una fuerza de intervención, denominada ECOMOG, que reunía un contingente principalmente nigeriano, así como hombres suministrados por Ghana, Sierra Leona, Senegal, Gambia y Malí. Esta intervención impidió que el NPFL tomara Monrovia. Al mismo tiempo, la CEDEAO intentó establecer un proceso de paz, mientras que la ONU creó la UNOMIL (Misión de Observadores de las Naciones Unidas en Liberia) en 1993. Sin embargo, fue bajo los auspicios de la CEDEAO que se firmaron los acuerdos de Abuja II en agosto de 1996, iniciando un lento camino hacia la paz. El apoyo de la UNOMIL siguió siendo decisivo, en particular para la organización de las elecciones de julio de 1997, que marcaron tanto la victoria de Charles Taylor como el final de la guerra1. El final de la guerra fue un fracaso, ya que la vecina Sierra Leona siguió sumida en una guerra civil y otro movimiento, el LURD (Liberianos Unidos por la Reconciliación y la Democracia), sumió de nuevo a Liberia en cuatro años de guerra interna.

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Al principio, el ECOMOG sólo tenía una vocación temporal, pero sus efectivos pasaron de unos cientos de hombres a 20.000 en 1994 y la institución se convirtió poco a poco en permanente. Estaba dirigida entonces por Nigeria, que proporcionaba la mayoría de los hombres y las armas y financiaba la mayor parte de sus acciones. Llevaban cascos blancos, en referencia a los Cascos Azules, pero algunas de las tropas fueron criticadas en Liberia por saquear y cometer abusos contra la población. El ECOMOG revela inmediatamente dos puntos débiles que todavía no ha conseguido resolver: la cuestión de la financiación, que sigue siendo esencialmente un asunto nigeriano, y lógicamente la del dominio de Lagos sobre la «fuerza de intervención».

Al principio, el ECOMOG sólo tenía una vocación temporal, pero sus efectivos pasaron de unos cientos de hombres a 20.000 en 1994 y la institución se convirtió poco a poco en permanente.

ANTHONY GUYON
Tropas del Ejército de Ghana del Grupo de Observación Militar de la Comunidad Económica de los 13 (ECOMOG) desembarcan de un avión Hércules C-130E de la Fuerza Aérea de los EE.UU. asignado a la 86ª Ala de Transporte Aéreo en la Base Aérea de Ramstein, Alemania. Las tropas fueron transportadas al Aeropuerto Internacional Roberts en Liberia para un despliegue de seis meses en apoyo de la Operación Assured Lift. 18 de febrero de 1997 © Combined Military Service Digital Photographic Files

La guerra civil en Sierra Leona o la necesidad de una acción a escala de África Occidental

Al mismo tiempo, una guerra civil asolaba Sierra Leona desde 1991, donde el ECOMOG tenía una base de retaguardia en Freetown. El conflicto fue desencadenado por el RUF (Revolutionnary United Front) dirigido por Fonday Sankho, aliado de Charles Taylor, cuya detención en Nigeria en marzo de 1997 provocó una aceleración de los combates. A su vez, el presidente electo Ahmad Tejan Kabbah fue derrocado por un golpe de Estado dirigido por Johnny Paul Kourouma. Fue entonces cuando la CEDEAO encargó al ECOMOG la reinstalación del presidente. Aunque la misión fue un éxito para los Cascos Blancos, que en aquel momento contaban con 20.000 hombres, no consiguió desarmar a los golpistas2. A pesar de que Charles Taylor negara cualquier implicación, muchos combatientes liberianos apoyaron al RUF, que también contó con la ayuda de mercenarios ucranianos y, posteriormente, del Burkina Faso de Blaise Compaoré. Charles Taylor, aunque interesado en los recursos de las minas de diamantes que se volvieron famosas por la película Blood Diamond3, sigue guardando un tenaz rencor al ECOMOG, al que percibe como el brazo armado de Nigeria. La UNOMSIL (Misión de Observadores de las Naciones Unidas en Sierra Leona) se creó en 1998, cuando el Presidente Kabbah fue restituido en su cargo, pero fue rápidamente sustituida por la UNAMSIL (Misión de las Naciones Unidas en Sierra Leona) en 1999. La presencia del ECOMOG y de los cascos azules no impidió que continuaran los combates y que el RUF entrara en Freetown. Durante la operación «No Living Thing«, en enero de 1999, el RUF cometió múltiples actos de violencia contra la población civil: a los asesinatos y violaciones se sumaron las amputaciones de brazos a los sospechosos de apoyar al gobierno en el poder y al ECOMOG. Unos 5.500 niños soldados se convirtieron en el símbolo del conflicto. Abrumadas por la situación, las tropas de la UNAMSIL fueron evacuadas a Conakry. 

La CEDEAO ante la multiplicación de los retos de seguridad: ¿cruzar o jerarquizar las escalas?

La tercera intervención regional del ECOMOG tuvo lugar en Guinea Bissau durante la guerra civil (1998-1999), a petición del presidente Joao Bernardo Viera, que se enfrentaba a una rebelión dirigida por el general Ansoumane Mané. La CEDEAO planeó el envío del ECOMOG, que ha permanecido en la región desde entonces, y también intervino en Costa de Marfil a principios de los años 2000, junto a los cascos azules de la ONUCI (Operación de las Naciones Unidas en Costa de Marfil) y soldados franceses. Francia y el Consejo de Seguridad de la ONU son los responsables de resolver el conflicto de Abiyán. En 2017, las fuerzas del ECOMOG, ahora FAC (Fuerza de Reserva de la CEDEAO), también entraron en Gambia.

En 2017, las fuerzas del ECOMOG, ahora FAC (Fuerza de Reserva de la CEDEAO), también entraron en Gambia.

ANTHONY GUYON

Aunque la CEDEAO carece de la coherencia y los recursos necesarios para responder a las crisis políticas en África Occidental, la creación del ECOMOG ha tenido el mérito de situar las cuestiones de seguridad en el primer plano de los imperativos de la organización. Nuestro breve balance de la situación muestra las dificultades que ha tenido la organización para erigirse en «policía de África Occidental», a semejanza de la utopía que convertiría a la ONU en «policía del mundo».

En la situación actual de Níger, existen varios obstáculos a la intervención militar, que puede presentarse como la solución definitiva pero que parece ser una espada de Damocles para varios países de la región. La posición de Nigeria sigue siendo el principal obstáculo, ya que el país que lideró la intervención en Liberia y Sierra Leona se enfrenta ahora a una situación muy diferente. El presidente nigeriano, Bola Tinubu, también presidente de la CEDEAO desde julio, se encuentra en una posición compleja entre la necesidad de afirmar su liderazgo en la organización y la de tener en cuenta la oposición dentro de su propio país, unánimemente hostil a cualquier intervención en Níger. Es cierto que la Constitución concede al Presidente cierto margen de maniobra para hacer caso omiso de estas objeciones, como ocurrió en 2017 en Gambia, pero se trata de un vecino importante y cualquier conflicto tendría consecuencias desastrosas para el conjunto del país, especialmente en el norte. La otra limitación es económica, ya que las operaciones del ECOMOG en Liberia y Sierra Leona se han beneficiado ciertamente de la ayuda estadounidense y británica, pero es Nigeria quien ha cubierto la mayor parte de los costes financieros, allanando el camino para la necesaria africanización de las operaciones en África Occidental. Entonces, ¿quién sería el responsable de una intervención en Níger? Esta dificultad para encontrar recursos suficientes, que es también la del G5 Sahel, está resultando terrible porque, a pesar de la violencia de las guerras civiles de Liberia y Sierra Leona, la situación geopolítica es muy diferente de la de los años noventa. La CEDEAO se encuentra ahora inmersa en tres crisis: la del Sahel, la de la cuenca del lago Chad y el empuje yihadista4. Para hacer frente a esta última, el 18 de julio de 2023 se organizó en Abuja una comisión tripartita entre los presidentes de Nigeria, Benín y Guinea-Bissau con vistas a reactivar el ECOMOG. Quedan dos cuestiones delicadas: ¿quién financia y cuánto? ¿Con qué aliados hay que contar sin abrir la puerta a nuevas injerencias extranjeras? Si bien las autoridades de la CEDEAO son reacias a recurrir a un Estado no africano, en particular Francia5 y Rusia, harían mal en no aprovechar la experiencia de algunos países africanos en este ámbito, en particular Argelia. La Unión Africana y las Naciones Unidas también pueden apoyar la lucha contra la expansión del yihadismo. 

Aparte de los recursos, la CEDEAO carece de consenso para llevar a cabo una operación en Niamey, cuyas repercusiones no harían sino exacerbar la inestabilidad en el Sahel.

ANTHONY GUYON

Aparte de los recursos, la CEDEAO carece de consenso para llevar a cabo una operación en Niamey, cuyas repercusiones no harían sino exacerbar la inestabilidad en el Sahel. Este tipo de intervención en un Estado miembro corre además el riesgo de acentuar las disensiones entre los jefes de Estado que se sientan en el seno de la organización. El golpe de Estado en Níger sigue a una miríada de intentos que han afectado, entre otros, a Mali en 2012, 2020 y 2021, a Guinea-Bissau en 2012, a Guinea en 2021 y a Burkina Faso en 2022. Por tanto, la CEDEAO se enfrenta a una elección necesaria, ya que el objetivo de reactivar el ECOMOG es también traspasar las fronteras para luchar más eficazmente contra el Estado Islámico. Este último se ha desarrollado a lo largo de las fronteras entre Malí y Níger, y después entre Burkina Faso y Níger6.

Todos los medios tradicionales movilizados por la comunidad internacional, ya sean bilaterales o multilaterales, no han conseguido frenar la crisis del Sahel7. Para remediar esta situación, la CEDEAO debe abrir el debate sobre la escala pertinente de su fuerza de intervención8 para definir sus prioridades, circunscribir su campo de acción y hacer de ella una herramienta que contribuya a la estabilidad de la región, necesaria para la consecución de sus objetivos económicos.

Notas al pie
  1. Stephen Ellis, The Mask of Anarchy : the Destruction of Liberia and the Religious Dimension of an African Civil War, New-York, New-York University Press, 2001.
  2. Adam Baczko, «  Contre-insurrection en Sierra-Leone  : une analyse stratégique de la désintégration des forces armées  », Stratégique 2012/2-3 (n°100-101), p. 171-189.
  3. Edward Zwick, Blood Diamond, 2006.
  4. Luis Martinez, L’Afrique, le prochain califat  ? La spectaculaire expansion du djihadisme, Paris, Tallandier, 2023.
  5. Rémi Carayol, Le mirage sahélien. La France en guerre en Afrique. Serval, Barkhane et après  ?, Paris, La Découverte, 2023. Véase su entrevista sobre la situación actual: «Después de Níger, ¿una nueva situación en el Sahel?», el Grand Continent, 7 de agosto de 2023.
  6. Pauline Le Roux, «  Comment l’État islamique dans le Grand Sahara exploite les frontières au Sahel  », Africa Center for Strategic Studies, junio de 2019.
  7. Niagalé Bakayoko, «  Les instruments internationaux de gestion des conflits au défi de la crise sahélienne  », Revue Défense nationale, 2021/6 (n°841), p. 87-94 (consultado en Cairn).
  8. Sobre la relación entre la geopolítica y las escalas, véase Florian Louis, Qu’est-ce que la géopolitique  ?, Paris, PUF, 2022, p. 109-115.