La pandemia de coronavirus y la invasión de Ucrania han puesto de manifiesto la interdependencia económica entre Rusia y Europa. Al cerrar el grifo del gas, Rusia ha usado el arma energética para presionar a las economías europeas. Del mismo modo, los países occidentales le han negado a Rusia el acceso a las tecnologías occidentales -por ejemplo, los semiconductores-.
Un mes después del estallido de la agresión armada rusa contra Ucrania, Josep Borrell, jefe de la diplomacia de la Unión Europea, escribía en estas columnas: «Una de las lecciones de la guerra de Ucrania es que la interdependencia económica por sí sola no puede garantizar nuestra seguridad. Al contrario, puede ser utilizada en nuestra contra».
Para los Estados europeos, la guerra de Ucrania ha servido para abrirles los ojos: construido sobre la idea de que las interdependencias son beneficiosas, el proyecto europeo no había conceptualizado ni previsto la creciente instrumentalización de las interdependencias -energéticas, alimentarias, financieras, tecnológicas y cognitivas-.
La guerra de Ucrania está acelerando la instrumentalización de las interdependencias, tanto por parte de los países occidentales como de Rusia -y su socio, China-. Pueden esbozarse cinco tendencias a largo plazo:
- En energía, la apuesta rusa de cortar el gas a Europa ha resultado contraproducente. La hegemonía rusa en el sector del petróleo y el gas declinará en las próximas décadas.
- La seguridad alimentaria se pondrá a prueba por el uso que Rusia hace del arma de los cereales, especialmente en los países emergentes.
- En el ámbito de las finanzas, asistimos al auge de mecanismos financieros alternativos, que ponen en peligro la eficacia de las sanciones occidentales.
- En el ámbito tecnológico, las debilidades de Rusia en materia de innovación han quedado al descubierto, y China no constituye una alternativa para Moscú.
- Por último, la influencia digital y cognitiva se está convirtiendo en uno de los escenarios de la guerra, y el componente informativo está adquiriendo una gran importancia.
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El estudio de la noción de interdependencia está centrado en Estados Unidos. En los trabajos de los académicos estadounidenses Henry Farrell, Abraham Newman 1 y Daniel Drezner 2, se observa la instrumentalización de las interdependencias a nivel de redes mundiales que ofrecen ventajas a determinados países. Examinan el fenómeno a través de los ejemplos de las sanciones estadounidenses contra Irán y la transferencia transatlántica de datos 3. El economista Dani Rodrik trató esta cuestión desde la perspectiva de las presiones de la interdependencia sobre la democracia y la soberanía de los Estados 4.
Definir la noción de interdependencia es difícil. La traducción de weaponization (militarización) implica un significado militar de las relaciones de interdependencia. Por el contrario, el concepto de «instrumentalización de las interdependencias» consagra una lógica de coerción en todas las direcciones a través de todo el espectro de la coerción -militar, pero también jurídica, financiera, económica, alimentaria, tecnológica, informativa, logística, etc.-.
La instrumentalización de la interdependencia puede definirse como una estrategia agresiva destinada a debilitar a un adversario utilizando los vínculos de interdependencia económica que se han forjado, a menudo durante mucho tiempo, entre dos países. Los vectores de la globalización (flujos financieros y tecnológicos, exportaciones de materias primas agrícolas y energía, pero también redes de información) se usan como armas.
Según esta teoría, las medidas económicas coercitivas (como las sanciones) ya no son un sustituto de la guerra, sino una prolongación de ella. Se trata de drenar los recursos que un enemigo puede movilizar para el combate y aumentar así la carga de la guerra desde la dimensión económica. También se trata de debilitar la moral de la población contraria para minar su espíritu de lucha y su apoyo al gobierno. La instrumentalización de las interdependencias difumina así las nociones de guerra y paz 5.
Energía: la apuesta rusa de cortar el suministro de gas a Europa ha sido contraproducente
La dependencia europea de los hidrocarburos rusos es un ejemplo clásico de interdependencia. Hasta 2022, la Unión Europea importaba de Rusia alrededor del 50% del gas y el 25% del petróleo 6 que consumía. La dependencia iba en ambos sentidos: el sector energético representa un tercio del PIB ruso, la mitad de los ingresos fiscales y el 60% de las exportaciones. En el sector del gas, la dependencia rusa del mercado europeo era casi total hasta 2022: los gasoductos rusos se dirigen hacia Europa (salvo el gasoducto Power of Siberia, que abastece al mercado chino).
La decisión rusa de cerrar el grifo del gas a Europa supuso un punto de inflexión. Desde la perspectiva rusa, la estrategia tenía como objetivo infligir el máximo daño económico a la Unión Europea, apostando a que la decisión provocaría escasez de gas, alta inflación y grandes recesiones. La estrategia iba acompañada de un componente informativo destinado a debilitar el apoyo de las poblaciones europeas a las opciones elegidas por sus responsables 7 -mantenimiento o incluso endurecimiento de las sanciones, búsqueda de proveedores de energía alternativos-. Las narrativas rusas se centraron en las responsabilidades de los dirigentes europeos por el inicio de una crisis energética invernal 8 y en la supuesta disposición de los países europeos a seguir la postura estadounidense.
La apuesta rusa resultó contraproducente. A pesar de las previsiones alarmistas, las economías europeas han resistido mejor de lo esperado 9. Al mostrarse como un proveedor de energía poco fiable, Rusia convenció a los dirigentes europeos para que tomaran medidas antes impensables, como el embargo de las importaciones de petróleo ruso. Además, la Unión Europea está acelerando su transición energética, desarrollando rápidamente terminales de gas natural licuado (GNL) y diversificando sus fuentes de suministro energético. Parece improbable que Rusia vuelva a convertirse en proveedor de hidrocarburos de Europa, privando a Moscú de esa palanca de influencia.
Privada del mercado europeo, Rusia debe encontrar ahora otras salidas para exportar sus hidrocarburos. Moscú no tiene grandes dificultades para exportar su petróleo. Desde mediados de 2022, India, China y otros países emergentes han aumentado sus importaciones de petróleo ruso. El hecho de que el petróleo pueda ser transportado por barcos rusos al margen de cualquier control 10 -y, por tanto, de las sanciones occidentales- facilita las cosas. Sin embargo, en contra de la creencia popular, Moscú no ofrece a Pekín un descuento en sus exportaciones de petróleo 11.
El Kremlin se enfrenta a una situación más difícil en lo que respecta a sus exportaciones de gas, que requieren la construcción de complejas y costosas infraestructuras y contratos a largo plazo. La visita de Xi Jinping a Moscú en marzo mostró poco interés por parte de Pekín en aumentar los suministros chinos de gas ruso 12. China no ha respondido a las peticiones rusas de construir un nuevo gasoducto (Power of Siberia 2) de Rusia a China. No es de extrañar: China ya está sobreabastecida de GNL 13 y procura no depender de ningún proveedor de hidrocarburos (sobre todo porque Rusia ha demostrado ser un proveedor poco fiable). A largo plazo, es probable que Rusia haya perdido su capacidad de instrumentalizar sus exportaciones energéticas. El cambio climático está agravando este fenómeno, ya que la demanda mundial de hidrocarburos está disminuyendo en favor de las energías renovables.
Seguridad alimentaria: Rusia utiliza el arma de los cereales para promover sus intereses
Desde la invasión de Ucrania, Rusia está usando el arma del cereal para promover sus intereses. Esa estrategia tiene dos componentes. En primer lugar, Moscú está instrumentalizando el suministro mundial de grano, tanto poniendo en duda su voluntad y capacidad de exportar trigo como bloqueando el tránsito de las exportaciones ucranianas de grano por mar -Rusia y Ucrania producen juntas el 30% del trigo mundial- 14. Se trata de la instrumentalización de una interdependencia total y completa, sin escrúpulos y cuyos efectos sienten especialmente las poblaciones. El Kremlin añade a continuación una capa informativa a la instrumentalización, presentando (erróneamente) la idea de que son las sanciones las que le impiden exportar sus cereales. Según esa narrativa, popular en el África subsahariana, son los países occidentales los que están matando de hambre al mundo.
Los riesgos de inseguridad alimentaria parecen contenidos por el momento. Bajo los auspicios de Turquía y de la ONU, Rusia aceptó a mediados de 2022 concluir un acuerdo que permita el tránsito de cereales rusos y ucranianos hacia los países en desarrollo, especialmente dependientes de Rusia. Sin embargo, persiste la incertidumbre sobre la viabilidad del acuerdo 15, que debe renovarse cada 60 días 16 -lo que ofrece a Rusia oportunidades periódicas de obtener concesiones de los países occidentales-.
Los efectos de la instrumentalización rusa de las interdependencias energéticas se dejan sentir también en el sector alimentario: la producción de fertilizantes, especialmente intensiva en energía, sufre en Europa -sobre todo en Alemania 17– el encarecimiento de la energía tras la decisión rusa de dejar de exportar gas.
Parece difícil imaginar que los países emergentes puedan prescindir algún día de los cereales rusos. El Kremlin tiene, pues, un as bajo la manga para presionar a los países occidentales amenazándoles con dejar de exportar cereales, y así matar de hambre a los países en desarrollo. El riesgo de disturbios sociales, por ejemplo en Egipto -gran importador de trigo ruso 18-, no puede descartarse si Rusia cumple sus amenazas. Esta situación es tanto más explosiva cuanto que los países emergentes se enfrentan actualmente a una situación económica difícil, con una inflación elevada (alimentada tanto por la subida de los precios de las materias primas tras la guerra de Ucrania como por la subida de las tasas de interés de la Fed, que pesa sobre las divisas de los países emergentes), una ralentización de la economía mundial y un nivel de endeudamiento elevado desde la crisis del coronavirus (que limita el margen presupuestario).
A largo plazo, los efectos del cambio climático reforzarán los efectos del arma alimentaria: los fenómenos climáticos extremos (sequía en Europa, incendios en Estados Unidos, fuertes monzones, regreso del fenómeno de El Niño en 2023 19, etc.), unidos al aumento de la población mundial, representan un riesgo para la seguridad alimentaria mundial. No cabe duda de que Rusia seguirá utilizando el arma alimentaria, que es quizá la más poderosa de que dispone en la actualidad. Tal estrategia ilustra un movimiento internacional hacia medidas proteccionistas en la agricultura: en 2022, Indonesia impuso temporalmente un embargo a sus exportaciones de aceite de palma para paliar una escasez interna.
La adaptación al cambio climático, necesaria para garantizar la seguridad alimentaria, dará a Rusia una carta adicional. El país es un gran productor de minerales -14% de la producción mundial- 20. Moscú posee importantes reservas de cobre y níquel, dos minerales necesarios para la transición energética mundial. Dado el deseo de Rusia de utilizar los alimentos como arma, no se puede descartar el uso de los minerales de la misma forma.
Finanzas: desde 2014, Rusia ha hecho de la «independencia» financiera una prioridad
La eficacia de las sanciones occidentales se basa en la hegemonía de los sistemas financieros occidentales, como Swift -que une a todos los bancos internacionales-. La preeminencia del dólar 21 -y en menor medida del euro- en el comercio internacional proporciona una palanca adicional a los países occidentales. Hasta la anexión de Crimea en 2014, Rusia dependía totalmente de los mecanismos financieros occidentales. Esto exponía a Moscú, en particular, a las sanciones occidentales: al ser Rusia un exportador de energía, su comercio se denominaba principalmente en dólares estadounidenses.
Esto cambió en 2014, cuando el Kremlin se dio cuenta de que tal dependencia era una debilidad e hizo de la independencia financiera una prioridad. Desde entonces, Rusia se ha embarcado en una fase de desdolarización de la economía, tanto mediante swaps de divisas (que permiten comerciar en monedas distintas del dólar o el euro, por ejemplo con China e India) como mediante una recomposición de sus reservas de divisas 22 (en detrimento del dólar estadounidense y en beneficio del yuan y el oro, que no pueden caer bajo sanciones internacionales). A pesar de las ambiciones de Moscú, la desdolarización forzosa sigue siendo difícil; de hecho, el dólar estadounidense sigue siendo la moneda de referencia para el comercio de materias primas, de las que Rusia es un importante proveedor. A finales de 2022, Rusia todavía denominaba la mitad de sus transacciones comerciales en dólares o euros 23. Sin embargo, la tendencia a largo plazo es clara: durante 2022, la proporción de transacciones rusas denominadas en rublos se triplicó hasta alcanzar el 34%. La cuota del comercio denominado en yuanes saltó al 16%, frente al 0.5% del año anterior. Al obligar a Moscú a reorientar sus exportaciones de hidrocarburos a Asia, se espera que el embargo de la Unión Europea a las importaciones rusas de petróleo acelere esa tendencia.
A mediano plazo, el auge de mecanismos financieros no occidentales, como el CIPS 24 (la alternativa china al Swift) y las monedas digitales de los bancos centrales (como el e-yuan 25) sacudirán el panorama financiero internacional. Rusia está siguiendo el liderazgo de China en este campo: Pekín entiende desde hace tiempo que el dominio de las normas y estándares internacionales -incluido el ámbito financiero- es una condición de poder económico y, por tanto, geopolítico 26. Gracias a tales mecanismos, China está adquiriendo tanto una capacidad defensiva (en caso de que se le corte el acceso a Swift, como le ocurrió a Irán en 2012 27) como ofensiva (a largo plazo, Pekín podría exigir a las empresas internacionales que utilicen el CIPS para operar en el mercado chino). China podría decidir denegar a países enteros el acceso a su mercado y a sus cadenas de fabricación, una estrategia muy similar a la de las sanciones estadounidenses.
A largo plazo, la independencia financiera rusa (y china) provocará una fragmentación del panorama financiero internacional. Si los países sometidos a sanciones pueden realizar transacciones sin recurrir a las herramientas financieras occidentales, las sanciones financieras podrían perder su eficacia 28. Este movimiento llevará varias décadas, pero parece irreversible y creará nuevas dependencias de Pekín para aquellos que, como Moscú, adopten los mecanismos financieros chinos.
Tecnologías: las medidas occidentales han puesto de manifiesto las debilidades de Rusia
Los países occidentales han adoptado una miríada de medidas para aislar a Rusia de los principales canales de suministro de tecnología del mundo. Éstas han adoptado varias formas: en primer lugar, controles sobre las exportaciones occidentales de determinadas tecnologías, en particular las de doble uso -civil y militar-. Esas medidas afectan, por ejemplo, al acceso de Rusia a los semiconductores occidentales. Los sistemas de misiles rusos Iskandr y Kalibr 29 están repletos de semiconductores avanzados que utilizan tecnología occidental. Dado el amplio uso de esos sistemas de armamento por parte de las fuerzas armadas rusas, Moscú tendrá dificultades para reponer sus existencias de misiles.
En segundo lugar, los países occidentales han impuesto sanciones financieras para frenar las vías de financiamiento de los actores tecnológicos rusos. Esas medidas se dirigen especialmente a la industria energética y al sector militar 30. Sin embargo, la tendencia hacia el cumplimiento estricto de las normas significa que probablemente ningún banco occidental financiaría a una empresa rusa líder en ningún otro sector.
En tercer lugar, las sanciones individuales se dirigen a personas, a las que les congelan sus activos europeos y/o estadounidenses y les restringen los viajes a países occidentales. Esas medidas dañan la reputación del individuo en cuestión y limitan los contactos con nacionales de países occidentales (a menudo proveedores de innovación). A mediados de 2022, Arkady Volozh 31, cofundador y director general de Yandex, el competidor ruso de Google, fue objeto de sanciones personales.
El fenómeno de overcompliance y el miedo al riesgo reputacional multiplican los efectos de todas esas medidas: la mayoría de los grandes actores tecnológicos internacionales, como Apple, Microsoft, Intel, Samsung, Ericsson, Qualcomm o TSMC, han suspendido sus actividades en Rusia 32 (incluso cuando seguían siendo legales), dejando a las empresas locales sin una alternativa tecnológica nacional.
A corto plazo, las sanciones tecnológicas revelan las dependencias de Rusia. Los países occidentales quieren obstaculizar el funcionamiento del sector militar-industrial ruso limitando el acceso de Moscú a tecnologías avanzadas y componentes esenciales. Por ejemplo, la industria de defensa sólo pudo entregar 20 unidades del tanque de nueva generación T-14 Armata 33 al Ejército ruso en 2021. Los misiles hipersónicos, los aviones de combate y las municiones de precisión son algunas de las armas de nueva generación que Rusia ahora no puede producir en serie.
A mediano plazo, Rusia tendrá dificultades para superar la asfixia de su sector tecnológico. El fracaso de la política de sustitución de importaciones (después de 2014) -con la excepción de los alimentos- ilustra el modesto apoyo estatal al ecosistema tecnológico nacional y la falta de especialistas cualificados. La emigración del talento tecnológico amplifica el efecto de las sanciones. Las estadísticas 34 rusas (probablemente subestimadas) indican que 100 mil especialistas en TI -o el 10% de la mano de obra del sector- han abandonado Rusia desde febrero de 2022.
Parece poco probable que Pekín aporte una solución mágica para superar estas dificultades. Dado que se enfrenta a restricciones en sus propias importaciones de semiconductores, China antepondrá sus propios intereses a la relación con Moscú 35. Las empresas chinas Lenovo y Xiaomi se han retirado del mercado ruso para evitar las sanciones secundarias de Estados Unidos. Huawei, presente en Rusia desde hace más de dos décadas, mantiene la indefinición sobre la continuidad de sus proyectos (construcción de redes 5G rusas, financiamiento de laboratorios de I+D, etc.). Por último, en el primer semestre de 2022 36, no se ha realizado ninguna inversión china en Rusia en el marco del proyecto «Nuevas Rutas de la Seda», que tiene un importante componente tecnológico.
Influencia cognitiva: la desinformación como nuevo escenario de guerra
El entrelazamiento de los medios de comunicación y las redes digitales ha convertido la supremacía informativa en una cuestión de interdependencias. La difusión de narrativas se ha convertido en un elemento central de la guerra 37, con dos intereses en juego: mantener las operaciones por debajo del umbral de la agresión abierta y movilizar a las poblaciones. Esos objetivos generales no impiden los intentos de manipulación selectiva 38 (por ejemplo, para desacreditar a individuos considerados problemáticos). A ello pueden contribuir las redes sociales 39, que permiten llegar a un mayor número de individuos.
El reto de tales operaciones va más allá de la mera recepción de información: se trata de alterar los mecanismos de comprensión del mundo real y de toma de decisiones para desestabilizar o paralizar al adversario 40. Así, actuar sobre el cerebro del enemigo debería permitir sembrar la duda permanente y mantener un relativismo a ultranza o ralentizar el proceso de toma de decisiones (por ejemplo, durante las primeras horas de la respuesta ucraniana a la invasión rusa).
La interdependencia cognitiva permite la proliferación de mercenarios digitales. Rusia recurre cada vez más a intermediarios para librar su guerra de la información, en particular a través de algunos países francófonos del África subsahariana. La implicación de Wagner en la República Centroafricana, Mali 41 y Burkina Faso 42 ha aumentado desde la agresión rusa en Ucrania y, además de operaciones militares, implica un componente informativo. La retirada de Francia de la misión Barkhane en Mali ya había puesto de manifiesto la capacidad de Wagner para suscitar sentimientos antifranceses y movilizar a multitudes locales en las redes sociales. Para propagar la retórica prorrusa y antifrancesa, Wagner recurre a actores locales pagados para promover los intereses rusos.
Más que un enfoque defensivo -para evitar que los países emergentes se unan a las posiciones occidentales sobre Ucrania-, la estrategia rusa es ofensiva: se trata de cortejar a los países emergentes, donde el resentimiento hacia las potencias occidentales ya está bien establecido, a través de múltiples palancas de influencia -en particular, los medios de comunicación, pero también las vacunas durante la crisis del coronavirus 43 o las inversiones financieras- 44.
Del lado ruso, la gramática de la subversión renueva los modos operativos utilizados desde la anexión de Crimea en 2014. La elección de palabras para designar al enemigo ha demostrado su ineficacia en la escena internacional. El vocabulario utilizado por las autoridades rusas para justificar la invasión -una «junta nazi y drogadicta» en Kiev responsable de un supuesto «genocidio» contra las poblaciones rusófonas del Donbas- tenía como objetivo apoderarse y avergonzar al adversario para parasitar los debates. Ese tono desvergonzado captó la atención de los medios de comunicación durante la fase inicial de la invasión. Sin embargo, con el tiempo, resultó contraproducente dado lo escandaloso de lo que se decía.
Del lado europeo, la extensión de los campos de conflictividad hacia la información y las percepciones se aprehende más finamente con la distancia tomada respecto a operaciones de influencia anteriores (Brexit, elecciones estadounidenses de 2016, MacronLeaks en 2017 45, etc.). Al suspender los medios de comunicación estatales rusos RT y Sputnik 46 en marzo de 2022, la Unión Europea secó los medios de proyección mediática del Estado ruso. Sin embargo, la decisión europea ha tenido el efecto de remodelar las herramientas de influencia digital rusa. Así, la aplicación de mensajería instantánea Telegram se ha convertido en un canal indispensable 47 para la comunicación del poder ruso, así como en una extensión del escenario de operaciones. La estructura de canales de dicha aplicación 48 la convierte en una herramienta especialmente adecuada para la comunicación de masas: el ecosistema informativo ruso y proruso es especialmente activo en ella 49, escapando a cualquier moderación de su contenido.
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La guerra en Ucrania provocará una profunda recomposición de las cadenas de valor energética, alimentaria, financiera y tecnológica. En el plano informativo, el conflicto profundizará la polarización de las sociedades europeas, con ciertas líneas de fractura ya explotadas por Rusia y sus nebulosos partidarios.
La disociación de las economías rusa y occidental parece casi segura. En respuesta a esta ruptura, Rusia cortejará cada vez más a China (sobre todo en los ámbitos energético y tecnológico, donde sus debilidades son evidentes) y a los países emergentes (especialmente a través de las armas alimentarias y con el objetivo de debilitar la posición de las democracias occidentales).
Rusia cuenta con dos bazas principales: el arma alimentaria y el componente informativo, el segundo de los cuales puede alimentar al primero. Hacer frente a estos desafíos exigirá una respuesta europea firme y coordinada. Sin embargo, la aparición de tal respuesta choca con las divisiones europeas sobre los méritos de la «autonomía estratégica». Rusia no dejará de atizar estas divisiones, que contribuyen a sus intereses.
Notas al pie
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- Drezner D., Introduction. The Uses and Abuses of Weaponized Interdependence, in Drezner D., Farrell H., Newman A. (dir.), The Uses and Abuses of Weaponized Interdependence, Brookings Institution Press, 2021, p. 1-16.
- Farrell H., Newman A., Of Privacy and Power : The Transatlantic Struggle Over Freedom and Security, Princeton University Press, 2019.
- Rodrik D., Nations et mondialisation. Les stratégies nationales de développement dans un monde globalisé, La Découverte, 2008.
- Leonard M., The Age of Unpeace : How Connectivity Causes Conflict, Penguin, 2022.
- Imbach R., « Quel est le niveau de dépendance des pays européens au gaz et au pétrole russe ? », Le Monde, 1 de abril de 2022.
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- « Quels effets ont les sanctions économiques contre la Russie ? », Rfi, 9 de diciembre de 2022.
- Perspectives de l’économie mondiale, FMI, abril de 2023.
- « How Russia dodges oil sanctions on an industrial scale », The Economist, 29 de enero de 2023.
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- Fickling D., « Why China Keeps Pulling the Rug on Putin’s Pipeline », Bloomberg, 23 de marzo de 2023.
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