En un contexto de fuertes turbulencias geopolíticas, en el que el sistema multilateral basado en reglas y normas está cuestionado, y la democracia liberal amenazada, la Unión Europea debe priorizar sus esfuerzos en reforzar y construir asociaciones estratégicas con países y regiones con quienes comparte intereses, agenda, valores y una misma mirada sobre el mundo y sus sociedades.

Desafortunadamente, América Latina y el Caribe no han ocupado hasta ahora un lugar privilegiado en el radar de prioridades de la Unión Europea en materia de política exterior, siempre a expensas de una conflictiva vecindad. Esto puede y debe cambiar. De hecho, hay alentadoras señales en ese sentido.

Aprovechando el turbulento escenario internacional, las relaciones euro-latinoamericanas pueden ser impulsadas mediante decisiones valientes y ambiciosas que conduzcan a una cooperación intensificada y más institucionalizada. La región puede jugar un papel clave para la reconstrucción del multilateralismo y afrontar la crisis climática, energética y de seguridad alimentaria.

El estado de la región tras una década convulsa

Por su tamaño, influencia y potencialidades combinadas, América Latina y el Caribe es un verdadero gigante en el mundo. Una región que acoge a casi 700 millones de personas, el continente más biodiverso del planeta, rico en materias primas esenciales y un auténtico referente económico y cultural. 

Tras dos años y medio especialmente duros, el mundo y la región se preparan para dejar atrás la pandemia de la Covid-19. Durante ese período, la actividad económica en la región ha experimentado tanto retrocesos drásticos como intensos repuntes posteriores (aunque con una fuerte desigualdad entre países), en un contexto generalizado de cambios políticos.  

Sin embargo, fruto de la agresión ilegal e injustificada de Rusia contra Ucrania, y en línea con lo que sucede en otras regiones (como Europa), los países latinoamericanos están navegando entre altas tasas de inflación, que se acumulan a otros retos preexistentes, que afectan en particular a los más vulnerables a través de los altos precios de alimentos y combustible, en medio de un entorno mundial radicalmente incierto. Ahora, también cabe sumarle la agresiva política de tipos de interés de la Reserva Federal que tiene una afectación global.

La pobreza y la desigualdad siguen siendo factores determinantes en el continente. Según datos del Banco de Desarrollo de América Latina, la tasa de pobreza sigue estando alrededor de un 34%, y la región registra la mayor desigualdad de ingresos del mundo. Según el informe sobre desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 10% más rico en América Latina concentra una porción de los ingresos mayor que en cualquier otra región (37%), y viceversa, el 40% más pobre recibe la menor parte (13%).

La pobreza y la desigualdad siguen siendo factores determinantes en el continente.

javi lópez

La igualdad de género sigue siendo una asignatura pendiente. Según la CEPAL, en 2020 el 13,4% de los hombres no recibían ingresos propios, mientras que en las mujeres el porcentaje escalaba hasta el doble: 25,8%.

La región también se queda atrás en materia de digitalización. En la actualidad, menos del 50% de la población de América Latina y el Caribe tiene conectividad de banda ancha fija y solo el 9,9% cuenta con fibra de alta calidad en el hogar, según datos del Banco Mundial.

América Latina y el Caribe es también una de las regiones más vulnerables al cambio climático. Un informe de Naciones Unidas confirma que este fenómeno se ensañará con América Latina, donde se batirán récords de huracanes, se multiplicarán las sequías severas, seguirá aumentando el nivel del mar y habrá más mega incendios. El mismo documento señala que los eventos extremos relacionados con el clima se cobraron la vida de más de 312.000 personas en la región y afectaron a más de 277 millones de personas en los últimos 20 años. 

Además, por lo que respecta a la deforestación, América Latina y el Caribe concentra el 44% de la pérdida total de bosques tropicales, y aunque es una de las regiones más biodiversas del planeta, un estudio de World Wildlife Fund apunta a una disminución de hasta el 94% en los últimos 50 años. 

La región también sufre de importantes retos en su gobernanza. La institucionalización y la democracia todavía deben apuntalarse con mayor rigor, y el hostigamiento al Estado de Derecho es desafortunadamente demasiado frecuente. Un factor preocupante en este sentido es la decadencia de los sistemas de partidos tradicionales, así como la pérdida de peso de los partidos políticos de la derecha tradicional en favor de candidaturas de extrema derecha populistas. Si bien recientemente se ha consumado una “ola progresista” en la región sobre la que volveré más adelante, no es menos cierto que esta izquierda (diversa) se ha tenido que enfrentar en los recientes procesos electorales a candidatos con posiciones muy enmarcadas en la extrema derecha antisistema y/o autoritaria. 

Por lo que respecta a la deforestación, América Latina y el Caribe concentra el 44% de la pérdida total de bosques tropicales

javi lópez

Estos ejemplos siguen constatando que la región debe seguir trabajando para abordar algunos de los retos propios, pero también cooperar con otros actores para abordar retos comunes. Esta cooperación en interés y beneficio mutuo debe situarse en la base de nuestras relaciones birregionales reforzadas. 

La situación de las relaciones birregionales

Las relaciones birregionales entre América Latina y el Caribe se fundamentan en una asociación de larga duración que tiene sus raíces en la abundante historia compartida, los firmes lazos culturales, el diálogo entre sus pueblos y los fuertes intercambios económicos. América Latina y el Caribe representa un aliado natural de la Unión Europea y en ningún caso debería darse por garantizado o minusvalorarse: al continente lo componen 33 países, con los que disponemos de acuerdos de asociación, comerciales o políticos y de cooperación con 27 de ellos. Dos países, México y Brasil, ya tienen la calificación de socios estratégicos de la Unión, tres son miembros del G20, cuatro lo son de la OCDE y hay dos futuras economías del G7. 

En conjunto, ambas regiones representan casi un tercio de los países del globo -y por ende de los presentes en Naciones Unidas-, hecho relevante si se tiene en cuenta que la región ha demostrado su afinidad condenando en abrumadora mayoría la agresión de Rusia contra Ucrania y defendiendo el derecho internacional basado en las reglas de la ONU. 

En conjunto, ambas regiones representan casi un tercio de los países del globo -y por ende de los presentes en Naciones Unidas-.

javi lópez

La región es también un socio económico clave y un mercado de creciente importancia. En el año 2021 el comercio birregional superó los niveles previos a la pandemia (+4,7% respecto a 2019), y la Unión Europea sigue siendo el mayor inversor directo en la región, aunque China haya reforzado sus lazos económicos, multiplicando el comercio con la región por 26 durante los últimos 20 años.

Sin embargo, a pesar de la significativa relevancia de las relaciones birregionales, es constatable la sensación en la región de una cierta desvinculación por parte de la Unión Europea. Esto es atribuible a varios factores. 

En primer lugar, al excesivo atareamiento de la Unión en los problemas más urgentes de su vecindad: Balcanes Occidentales, Norte de África, Oriente Medio (particularmente Siria) y más recientemente la ruptura por parte de Rusia de la arquitectura de seguridad europea, han provocado que la Unión dedique la mayoría de su tiempo a lidiar sobre estos asuntos en lo que se refiere a su política exterior. 

En segundo lugar, el enquistamiento de algunos conflictos en la región, especialmente la crisis venezolana, ha provocado que se enfríen importantes foros de encuentro y diálogo birregional, en particular las Cumbres Unión Europea-CELAC, que llevan sin celebrarse desde el año 2015. Las divisiones políticas en la región de la última década contribuyeron a enfriar los puentes birregionales. La convulsa situación en algunos países fruto, por ejemplo, del deterioro de la democracia y el estado de derecho en Guatemala o El Salvador, la brutal represión en Nicaragua, o la falta de avances en materia de libertades fundamentales en Cuba suponen retos generales al diálogo para con el continente.  

Sin embargo, la Unión Europea y América Latina vislumbran una oportunidad de reforzar las importantes relaciones birregionales que no deberíamos dejar escapar. Esta oportunidad viene facilitada por cambios en el contexto internacional, político y socioeconómico fruto de distintos factores. 

En primer lugar, la salida de la pandemia y el retorno a la “nueva normalidad” permite volver a poner en marcha las economías, especialmente las informales que tienen un peso importante en todo el continente, y recuperar terreno en materia de progreso económico, relaciones humanas y nuevas oportunidades. 

En segundo lugar, la desaparición de actores políticos tóxicos del panorama latinoamericano facilita el diálogo no sólo entre la Unión Europea y América Latina, sino también intrarregional. Especialmente relevante es la salida de Jair Bolsonaro del poder en Brasil, pero también lo es la salida de líderes que llegaron al poder de forma muy problemática y anómala, como Jeanine Áñez en Bolivia, o que estaban vinculadas con tramas delictivas que hoy día se están juzgando, como Juan Orlando Hernández en Honduras. 

La desaparición de actores políticos tóxicos del panorama latinoamericano facilita el diálogo no sólo entre la Unión Europea y América Latina, sino también intrarregional.

javi lópez

En tercer lugar, y muy relacionado con el punto anterior, la llegada de una “ola progresista”, en la región, fruto en gran parte del malestar ciudadano por la acuciante desigualdad y la voluntad de cambio, es un factor especialmente relevante. El ciclo electoral de 2021 y 2022 ha llevado al poder a líderes de una izquierda muy variada como la de Luis Arce en Bolivia, Gabriel Boric en Chile, Xiomara Castro en Honduras y Gustavo Petro en Colombia. Con la decisiva vuelta de Lula a Brasil, uno de los gobernantes con mayor crédito internacional, la región ha culminado este giro progresista que se inició con López Obrador en México y Alberto Fernández en Argentina en 2018 y 2019. 

La vuelta de Lula, y con ello, la vuelta de Brasil a la gran escena internacional es una de las noticias del 2022. Un resultado termómetro de la salud de las democracias en el mundo, clave para desarrollar una potente agenda de protección de la biodiversidad en la región y precondición para la integración de la región. El mundo gana un interlocutor fiable, constructivo y con una agenda compartida en uno de los grandes big players del planeta. Afianzar una ya existente buena relación bilateral para la reconstrucción de las estructuras multilaterales. El reciente atroz e inaceptable ataque a las instituciones democráticas por parte de seguidores del expresidente Bolsonaro es síntoma de los riesgos que acechan a la democracia en la región y prueba de la necesaria cooperación entre dos bloques democráticos como los nuestros.

Sin duda, la Unión Europea, debiera apoyar los intentos de Gustavo Petro por una paz integral en Colombia, en coherencia con los esfuerzos realizados en el pasado con el Acuerdo de Paz firmado en La Habana con las FARC. El complejo proceso que afronta el país requiere del seguimiento de la comunidad internacional y, al mismo tiempo, Europa debería ser capaz de participar de la conversación pendiente sobre una renovada política internacional sobre drogas. En otro orden de cosas, la reciente destitución del Presidente Castillo en Perú debiera dar lugar a la estabilización, el diálogo y el escrupuloso respeto al pluralismo político y los derechos individuales en el país.

Es evidente que podemos esperar que una región ideológicamente más homogénea sea más proclive a desarrollar una agenda social y verde vigorosa, especialmente en el marco de organizaciones regionales como la CELAC o UNASUR, que podrían vivir un nuevo impulso. Si bien la integración regional puede verse favorecida por su entendimiento político, es relevante para su éxito no reproducir errores del pasado ideologizando herramientas de integración y dibujando divisiones interiores en la región.

Podemos esperar que una región ideológicamente más homogénea sea más proclive a desarrollar una agenda social y verde vigorosa, especialmente en el marco de organizaciones regionales como la CELAC o UNASUR, que podrían vivir un nuevo impulso.

javi lópez

No obstante, la gran mayoría de estos líderes deberán afrontar enormes desafíos fruto del difícil contexto económico, las enormes desigualdades y tasas de pobreza, la alta polarización, el fuerte reaccionarismo de la extrema derecha con ataques frontales a las instituciones y una cierta fatiga democrática. Sin duda, será un verdadero reto cumplir con las altas expectativas de los votantes.

Y en cuarto y último lugar, el nuevo contexto geopolítico puede permitir avanzar en una salida negociada, pacífica y democrática para Venezuela, atendiendo urgentemente las fuertes dificultades humanitarias y las exigencias democráticas que atraviesa su población con la vista puesta en unas elecciones presidenciales en 2024 competidas, transparentes y con garantías para todos los actores del país. La herramienta para ello deben ser las actuales negociaciones en marcha en México, que deberían acompasar sus avances con la retirada de las sanciones internacionales.

Una estrategia para el futuro de las relaciones birregionales

Para el futuro de las relaciones birregionales serán claves cuatro elementos en los que las dos regiones depositan grandes esperanzas:

En primer lugar, la hoja de ruta para Latinoamérica 2023, que representa un salto cualitativo en las relaciones entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe. 

Esta estrategia aboga por revitalizar e impulsar, al albur de la nueva realidad geopolítica, las relaciones birregionales teniendo en cuenta aspectos como las necesarias transiciones verde y digital, las implicaciones de la pandemia, la creciente presencia e influencia china y las consecuencias de la guerra en Ucrania. La Unión está convencida de la necesidad de fortalecer las relaciones con una región que es un aliado estratégico en la defensa de valores e intereses comunes, un socio clave en foros multilaterales para abordar los desafíos globales, y un importante socio comercial y de inversión. 

La Unión Europea está, con esta estrategia, decidida a actuar de forma más estratégica y eficaz para con la región, movilizando sus políticas, instrumentos y recursos de manera coordinada y trabajando de la mano de todos los Estados Miembros bajo el enfoque del Team Europe

Esta hoja de ruta construirá y operativizará la Comunicación de 2019 “Unión Europea, América Latina y el Caribe: uniendo fuerzas para un futuro común”, describiendo una agenda progresista, sustantiva y positiva para las relaciones Unión Europea – América Latina y el Caribe, así como preparando el terreno para una Cumbre Unión Europea-CELAC al máximo nivel en el segundo semestre de 2023.

En segundo lugar, una presidencia española del Consejo de la Unión en el segundo semestre que tendrá una fuerte mirada hacia la región y de la que una de sus citas más relevantes será la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno Unión Europea-CELAC, la primera tras 8 años de parón. Durante esta presidencia se espera que se puedan también concluir importantes acuerdos bilaterales que llevan tiempo pendientes. El actual Gobierno de España ya ha transmitido, en repetidas ocasiones, que la relaciones con América Latina y el Caribe será una de sus prioridades en materia de política exterior.

Durante la presidencia española del Consejo se espera que se puedan también concluir importantes acuerdos bilaterales que llevan tiempo pendientes.

javi lópez

Y, en tercer lugar, un sistema de “acuerdos para el futuro”, dos acuerdos pendientes de modernización o aprobación que son claves: con México y el Mercosur. A ello, cabe añadir completar el proceso de ratificación del acuerdo de asociación con Centroamérica, con sus consecuencias en el ámbito de diálogo político. En su conjunto, un elemento central para apuntalar la arquitectura de nuestras relaciones birregionales es nuestro marco de acuerdos comerciales y de asociación con la región. Están en ellos no sólo la relación con la región, sino la propia credibilidad de la Unión como actor y negociador comercial.

La Unión Europea y Chile gozan de una activa relación bilateral basada en principios y valores comunes, una visión compartida sobre el desarrollo y la voluntad de impulsar una economía social y de mercado. Los avances en las sociedades chilena y europea, una visión compartida sobre el mundo y un diálogo cada vez más fuerte empujaron a Chile y la Unión Europea hacia una mayor institucionalización de sus relaciones con la firma del acuerdo de diálogo político, relación comercial y cooperación en 2002, mandatado para su renovación en el año 2013. Ambas partes han afrontado cambios y retos que las obligan a actualizar ese documento, que puede ser además un elemento positivo en la transición chilena hacia un sistema económicamente abierto, pero dotado de una mayor cohesión social, como ya han señalado las preferencias de sus electores. El cierre definitivo del Acuerdo y su arquitectura jurídica, a finales de 2022, ha sido una excelente noticia que debería abrir camino a la finalización de otros Acuerdos de Asociación con la región.

El Acuerdo Global con México se firma en el año 1997 estableciendo una zona de libre comercio entre ambos territorios, instaurando contactos regulares de alto nivel y actuando como catalizador para generar mayores flujos de inversión. Desde el año 2018 se está en negociaciones para la firma de uno nuevo que abra aún más el mercado mexicano a los exportadores e inversores de la Unión, refuerce la cooperación en cuestiones como el cambio climático y los derechos humanos e impulse la lucha contra la pobreza, la investigación y el desarrollo entre ambas regiones. Un verdadero acuerdo global que trance las relaciones políticas e institucionales entre ambos actores, acordado y sólo pendiente de la arquitectura jurídica final, no debe ni puede demorarse más.

El Mercosur supone una región de más de 260 millones de consumidores y la quinta economía más importante fuera de la Unión, con un PIB anual de 2,2 billones de euros. No obstante, también se trata de mercados cerrados con elevadas barreras arancelarias y no arancelarias que dificultan la fluidez de nuestras relaciones comerciales y de inversión. En junio de 2019, después de una última ronda de negociaciones, se firmó el acuerdo político que deberá dar lugar a la firma del esperado Tratado de Asociación entre la Unión Europea y el Mercosur. Desde entonces, la realidad política en ambas regiones ha cambiado, se han señalado dudas y complementos requeridos a lo negociado, por ello, sería necesario dedicar el tiempo y el capital político necesario para atender a las demandas de ambos si queremos concluir lo que sería el mayor acuerdo de asociación firmado hasta la fecha por la Unión Europea.

Sería necesario dedicar el tiempo y el capital político necesario para atender a las demandas de ambos si queremos concluir lo que sería el mayor acuerdo de asociación firmado hasta la fecha por la Unión Europea.

javi lópez

Para consolidar un verdadero partnership birregional debemos concluir o ratificar estos acuerdos de forma urgente. De lo contrario, corremos el riesgo de quedar desdibujados en el contexto internacional, puesto que potencias como China ya han iniciado un agresivo desembarco en la región, principalmente en forma de ingentes inversiones. 

En este sentido y, en cuarto y último lugar, la Unión está comprometida en desplegar su Estrategia Global Gateway en la región. La Estrategia Global Gateway representará una palanca para impulsar proyectos transformadores conjuntos en áreas geopolíticas clave y en áreas como la agenda verde, digital y de salud. Bajo la prioridad verde, la Unión se comprometerá a apoyar a los países y al sector privado de la región para promover y apoyar la transición verde en línea con el Green Deal, Fitfor55 y la Estrategia Energética Exterior de la Unión, identificando proyectos revolucionarios y viables en materia de energías renovables como el hidrógeno verde. El lanzamiento de la Alianza Digital Unión Europea-América Latina y el Caribe, será otro hito para la cooperación en materia de infraestructuras digitales. En materia de salud, es especialmente relevante el lanzamiento de la Asociación Unión Europea-América Latina y el Caribe sobre fabricación de vacunas, medicamentos y tecnologías sanitarias y fortalecimiento de los sistemas de salud, que impulsará la capacidad manufacturera y la resiliencia sanitaria de la región.

Toda esta agenda deberá tener en cuenta la legítima y razonable demanda expresada por los actuales gobernantes de la región de no empujar sus economías a la primarización y apostar por modelos productivos conectados en las cadenas de valor global, alejados del extractivismo que siempre ha atravesado a sus relaciones comerciales. Explotar nuestras complementariedades ayudándonos mutuamente sin perpetuar nuestras asimetrías. Esta es la clave de bóveda de nuestro andamiaje económico y comercial para las décadas que vienen.

Conclusiones

Por todo lo expuesto, resulta crucial revitalizar la Alianza Estratégica Birregional Unión europea – América Latina para transformarla en un instrumento verdaderamente útil para la recuperación económica y social, desarrollando un plan estratégico integral que ofrezca e implemente soluciones concretas y efectivas, sea a la ciudadanía o a las administraciones, con el objetivo de superar las secuelas de la pandemia y las cicatrices que también deja en la región la guerra en Ucrania. Y al mismo tiempo de respuesta a las demandas de mayor justicia social y permita un bloque en el globo que defienda sus democracias y sus sistemas de derechos y libertades.

La región puede jugar un papel determinante como aliada en la defensa del orden multilateral y la necesaria reconstrucción de las organizaciones multilaterales, también las financieras, pero también tiene un enorme potencial para dar respuesta a la crisis energética y alimentaria y es un socio clave para abordar el desafío global del cambio climático. Además, nuestra cooperación sincera y en beneficio común puede jugar un papel de palanca en las transiciones verde y digital, así como influir determinadamente en la gobernanza sanitaria mundial.

Toda esta agenda deberá tener en cuenta la legítima y razonable demanda expresada por los actuales gobernantes de la región de no empujar sus economías a la primarización y apostar por modelos productivos conectados en las cadenas de valor global, alejados del extractivismo que siempre ha atravesado a sus relaciones comerciales.

javi lópez

Aliados en la reconstrucción del multilateralismo con el objetivo de dar acomodo institucional a un eficiente sistema multipolar que huya de una peligrosa senda binaria en las relaciones internacionales que nos empujaría a la periferización. Reforzar nuestros lazos en favor de nuestra propia autonomía, evitando convertirnos en terreno de juego de la competición de otros grandes actores.

Es por eso por lo que ambas regiones deben aprovechar al máximo las oportunidades y evitar los riegos que el contexto geopolítico actual brinda, cooperar en lugar de competir, y estrechar sus actuales lazos con la mayor fortaleza posible para vertebrar una verdadera alianza estructural. Solo así podremos abordar satisfactoriamente los retos que nos interpelan y conquistar los horizontes que anhelamos. Debiera ser una de las tareas prioritarias para ambos en este año aciago que empezamos a caminar en 2023.