El último gran dato de la política argentina es el “renunciamiento” de Cristina Fernández de Kirchner. Tras la condena en primera instancia a seis años de prisión por “administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública”, la vicepresidenta anunció que “no será candidata a nada” en 2023. Es decir, no lo será a presidenta -como sus seguidores desean para “volver a soñar”-, ni a senadora -para preservar sus fueros y evitar el riesgo de ir a prisión-.
¿Cristina Kirchner en la continuidad de María Eva Duarte de Perón?
Los renunciamientos en Argentina remiten todos a uno: el de María Eva Duarte de Perón el 31 de agosto de 1951. Ya enferma, la esposa de Juan D. Perón, anunció ante un enorme Cabildo Abierto del peronismo que no podría acompañar al general como candidata a vicepresidenta bajo el binomio Perón-Perón. La gente pedía a gritos que cambiara su decisión, pero la entonces “jefa espiritual de la Nación”, que entonces tenía 32 años, carecía de la fuerza física para una tarea semejante y moriría al año siguiente.
Las circunstancias son hoy muy diferentes: Cristina Kirchner (69 años) hizo su renunciamiento desde una transmisión virtual1 señalando, con la eficacia discursiva que la caracteriza, que no le dará el gusto a la derecha política, judicial y mediática, de decir que el peronismo lleva una candidata condenada por la justicia. En su visión, está siendo víctima de un “fusilamiento judicial” de parte de un tribunal que tenía escrita la sentencia desde antes del proceso (los fusilamientos, tras el golpe de estado de 1955, también están guardados en la memoria peronista). En verdad, pese al deseo de los militantes kirchneristas, una nueva postulación presidencial parece haber estado desde hace tiempo fuera de su horizonte.
Y hay una tercera palabra clave en este hilo rojo que une el presente con el pasado peronista: proscripción. Si bien no tiene efectos prácticos, ya que la vicepresidenta aún tiene varias instancias de apelación, la inhabilitación para ejercer cargos públicos incluida en la reciente condena es, para el kirchnerismo, una nueva proscripción del peronismo. Como la ocurrida entre 1955 y 1973, cuando Perón transitó un largo exilio y su movimiento tenía vetada por los militares la participación electoral.
Del renunciamiento al lawfare
Eva Perón renunció a su candidatura por razones médicas; Cristina Kirchner, político-judiciales. Pero en ambos casos, se proyecta a ambas mujeres como víctimas de la oligarquía, que hoy tendría en el lawfare un arma poderosa, a falta de condiciones para golpes de Estado old style.
En estos últimos tiempos, la expresidenta ha hecho de manera explícita estas conexiones. «Acá no hay renunciamiento ni autoexclusión, hay proscripción… el único renunciamiento fue el de Eva Perón», dijo Cristina en un mitin el 27 de diciembre. Presentar su condena como una iniquidad contra el peronismo como movimiento popular es un escudo de protección y una poderosa cantera de imágenes capaces de interpelar incluso a nuevas generaciones reperonizadas (el matrimonio igualitario y la ley trans, y más recientemente la legalización del aborto, han mostrado la ductilidad del peronismo para ser “contemporáneo de su tiempo” abrazando nuevas banderas e incluso para dar lugar a un “populismo de centroizquierda” como el kirchnerismo).
El lawfare a escala regional: Cristina y Lula
Lawfare no conecta con el pasado sino, sobre todo, con un país vecino: Cristina y Lula serían víctimas del mismo “odio” de las elites traducido en condenas judiciales para excluir a líderes populares de la competencia electoral. Apenas se conoció la victoria de Lula, el presidente Alberto Fernández viajó a São Paulo donde abrazó efusivamente al exlíder metalúrgico. A su vez, el rápido reflejo de un dirigente kirchnerista logró que Lula apareciera en una foto con una gorra con la leyenda “Cristina 2023”. Albertistas y cristinistas buscaron así, casi en competencia, asociarse a la impresionante resurrección lulista.
No fue casual que la única entrevista de la vicepresidenta2 en estos últimos tiempos -casi no habla con la prensa y mantiene prolongados silencios- fuera con el diario brasileño Folha de S. Paulo donde dijo, entre otras cosas, que con sentencias como esta se busca “disciplinar” a los dirigentes políticos populares. En su último discurso añadió que prefiere ir presa (lo que no ocurrirá al menos en estos próximos años) a ser “mascota del poder”, de gente como los CEOs del grupo mediático Clarín.
Pero, ¿cómo superponer la vuelta al poder de Lula con la dinámica política argentina más allá de algunas imágenes? Ahí las cosas ya no encajan tanto pero las imágenes conservan su poder.
La ex presidenta convertida en vicepresidenta
Que Cristina Kirchner sea vicepresidenta es en sí mismo una “anomalía”, dado su rol como líder política de su espacio. Es también la explicación de muchas dimensiones de la coyuntura argentina actual: un presidente con escaso poder y liderazgo, lo que es una novedad para un mandatario peronista; una permanente tensión interna en la coalición de gobierno -el Frente de Todos-; y la sensación de muchos kirchneristas de que este no es su gobierno, aunque su líder sea la segunda figura del Ejecutivo, haya ministros kirchneristas en el gabinete y el primer mandatario haya sido elegido por ella.
Esta historia comenzó el 18 de mayo de 2019: ese día, en un video colocado en las redes sociales3, la dos veces presidenta (2007-2015) anunciaba, casi como al pasar, que había elegido a Alberto Fernández para competir contra Mauricio Macri, el presidente de centroderecha que se disponía a buscar su reelección en condiciones económicas muy adversas. Ella se reservó entonces el lugar de vicepresidenta. Como se destacó entonces, era un caso curioso en el que el vicepresidente elegía al presidente.
Poco antes, había publicado el libro Sinceramente, que fue un récord de ventas y el aviso de que no estaba dispuesta a abandonar el centro del tablero, siendo o no candidata a algún cargo público.
La vicepresidenta elige al presidente
Se trató de una jugada sorpresiva y riesgosa: Alberto Fernández había sido un importante funcionario de Néstor Kirchner y de ella misma, pero se había alejado de la expresidenta y no había dejado de criticarla con dureza, incluso en los medios del Grupo Clarín para más inri. De hecho, el periodismo kirchnerista no dudaba entonces en acusar a Fernández de “lobista” de Clarín y de la petrolera Repsol4.
Pero meses antes de ese inesperado video de “la Jefa” – como la llaman sus seguidores- Alberto y Cristina se habían ido acercando y el centrismo del primero fue juzgado útil por la segunda para vencer al macrismo. Ella era consciente de que pese a tener una base electoral muy importante, el rechazo a su figura la inhabilitaba para ganar en un balotaje. Pero no para decidir el candidato. “Con Cristina no alcanza, sin Cristina no se puede” se decía entonces.
La jugada tuvo como efecto la ansiada unidad del peronismo, un movimiento que el politólogo Steven Levitsky definiera alguna vez como una “desorganización organizada”5. El Frente de Todos, nombre de la nueva coalición, abarcaba desde el kirchnerismo hasta el Partido Comunista, pasando por peronistas de centroderecha como Sergio Massa que habían abandonado el peronismo para escapar de Cristina.
La unión del peronismo antes de la guerra interna entre albertistas y cristinistas
El FdT finalmente ganó. El problema fue que la guerra fría entre albertistas y kirchneristas no tardaría en estallar. Sin estructura orgánica para discutir las diferencias, la vicepresidenta intervino numerosas veces, con cartas públicas, para tratar de reconducir el rumbo y sacar y poner ministros, y en varias intervenciones públicas exhortó al presidente a que “use la lapicera” contra los poderosos.
La firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para renegociar la megadeuda heredada del periodo de Macri acabó por profundizar la crisis interna. El ministro de Economía de entonces y discípulo de Joseph Stiglitz, Martín Guzmán, fue el blanco de las críticas cada vez más abiertas del kirchnerismo, que lo consideraba un neoliberal, hasta que terminó renunciando. La paradoja, y el Frente de Todos está lleno de ellas, es que tras el agravamiento de la crisis, Cristina avaló la llegada a ese cargo de Sergio Massa, un hombre conectado con la embajada de Estados Unidos y el establishment económico local. Mucho más que Guzmán.
Entretanto, la gestión de la pandemia -que comenzó bien y terminó mal- y la indecisión de Fernández sobre cómo encarar la relación con su vice fueron erosionando la figura presidencial. Fernández siempre rechazó “matar a Cristina” -una metáfora que debió dejar de usarse tras el atentado contra la vicepresidenta en septiembre de 2022-, como deben hacer los delfines que se afianzan en el poder frente a sus mentores. Pero también rechazó someterse incondicionalmente a ella. Así, su gobierno navega en una sucesión de cortocircuitos con la expresidenta, con largos periodos sin diálogo entre presidente y vicepresidenta.
La oposición de derechas intenta organizarse
Los numerosos traspiés presidenciales, sumados a un contexto económico de elevada inflación (que se acerca al 100% anual) ubicaron a la oposición a la cabeza de las encuestas. Juntos por el Cambio -la alianza entre Propuesta Republicana (Pro) del expresidente Macri y la centenaria Unión Cívica Radical-, vive hoy una puja interna propia de las fuerzas que se sienten cerca del poder.
La interpretación de Macri -que como la expresidenta se dedicó a escribir, Primer Tiempo y Para qué, aunque con menos éxito de ventas que ella- es que su error en la presidencia (2015-2019) fue haber sido demasiado gradualista; no haberse animado a romper “en serio” con las lógicas “populistas”. Por eso dijo que si su espacio vuelve al poder, haría “lo mismo pero más rápido”. En efecto, tras abandonar el gobierno, Macri dejó atrás su discurso “post-ideológico” -con el que fundó su partido- y se conectó con redes de derecha más duras, además de mantener su vínculos internacionales en el mundo del fútbol -y de competir en el último mundial de bridge6-.
El macrismo se divide hoy entre “halcones” y “palomas”. Los primeros se organizan en derredor de la ex-ministra de seguridad Patricia Bullrich, con un discurso duro sobre seguridad, posiciones antisindicales y un estilo confrontativo. Las “palomas” quieren ver en la Casa Rosada al alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, que proyecta un perfil más centrista.
Bullrich y Rodríguez Larreta ya están en una áspera disputa para encabezar la candidatura presidencial, mientras la alianza opositora vive momentos de tensión política e ideológica y sus diferentes actores buscan posicionarse para 2023. En el caso de Macri, está más cerca hoy de los halcones que de las palomas. Aunque el exmandatario desearía un “segundo tiempo” tiene, como Cristina, un elevado rechazo que baja su techo electoral y limita sus ambiciones.
Aún más a la derecha, los libertarios de Javier Milei se ubican, según las encuestas, en el tercer lugar con porcentajes superiores al 15%. De este modo, este excéntrico economista, que se define como anarcocapitalista, ha pasado de ser un fenómeno casi folclórico y subcultural7 a una figura política con vínculos con sectores empresariales y un peso electoral socialmente transversal, que abarca capas medias bajas e incluso populares, frustradas con la crisis sin fin y atraídas por las violentas invectivas de Milei contra la “casta” política. El rechazo cada vez más extendido a los “planes sociales” para los sectores más pobres (que muchos consideran que favorecen la vagancia y el clientelismo político) ha beneficiado a sectores más duros de la derecha como Bullrich o Milei.
¿Es el fin de Cristina Kirchner?
En ese marco, el renunciamiento de Cristina a una candidatura no significa que se proponga abandonar la escena. El atentado contra su vida por parte de un grupo bastante extravagante de vendedores de copos de azúcar -hoy investigado de manera bastante deficiente- volvió a colocar a la vicepresidenta en el lugar de víctima del “odio” de la derecha.
De nuevo, las conexiones con el pasado: si los antiperonistas pintaban en las pareces “viva el cáncer” en los años 50, cuando Eva Perón se enfermó, hoy buscarían deshacerse de Cristina a como dé lugar: con juicios e incluso con atentados. Mensajes radicalizados no faltan. En estos tiempos, emergieron grupúsculos inorgánicos como Revolución Federal, un grupo de WhatsApp que organizó manifestaciones, con antorchas y hasta una guillotina (el “líder” del grupo es carpintero y la fabricó él mismo), contra el gobierno de Fernández. Tampoco faltaron vínculos entre algunos de estos sectores exaltados y “halcones” del macrismo.
El atentado se solapó con los alegatos del fiscal contra la vicepresidenta. Y a todo esto se sumaron filtraciones sobre vínculos promiscuos entre jueces connotados, oscuros personajes de los servicios de inteligencia, el grupo Clarín y miembros de la oposición. Esas filtraciones tienen hoy en la mira al ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Marcelo D’Alessandro, lo que está amenazando la campaña presidencial de Rodriguez Larreta, hasta ahora el principal precandidato opositor.
Por un lado, hay sospechas fundadas del uso de la obra pública como forma de obtención de recursos políticos y personales -en un esquema construido por Néstor Kirchner, fallecido en 2010, desde que era gobernador de la patagónica provincia de Santa Cruz-. Por el otro, el poder judicial se muestra demasiado inmerso en la “grieta” política que divide a la sociedad argentina y en una mezcla de frivolidad y opacidad que lo conecta con varias “cloacas” de la democracia y reduce su legitimidad.
Por qué Cristina no es Lula
Otra vez, Brasil. Pero también otra vez las diferencias.
Si Lula armó un frente democrático anti-Bolsonaro que iba desde la izquierda socialista hasta la centroderecha, el peronismo no está en la oposición sino en el poder, aunque Cristina parezca a menudo opositora. En Brasil, gran parte de la elite se alejó de Bolsonaro y terminó “amnistiando” a Lula, que negoció “hasta que doliera”. En Argentina, las elites están lejos de hacer lo propio con Cristina y ella tampoco busca construir esas alianzas con ellas.
Mientras que Juntos por el Cambio definirá su candidato en unas primarias, el peronismo no lo tiene decidido aún. Para un movimiento verticalista como lo es el fundado por Juan Perón en los años 40, no tener un jefe (o jefa) claro siempre fue un problema. Y el renunciamiento de Cristina abre un vacío que varios intentarán llenar.
Algunos creen que Cristina se radicalizará, en el sentido de buscar elegir un candidato propio y ya no un moderado ajeno a su facción. “Ya puso a un amigo del poder y fracasó”, dicen algunos en el peronismo, en referencia a Alberto Fernández8. ¿Buscará un candidato de su riñón como el ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro? ¿Qué va a hacer el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicilloff, un dirigente del entorno cercano de la presidenta? En verdad, nadie es capaz de leer la mente de la expresidenta, que se caracteriza por el secretismo de sus intenciones -de hecho, nadie anticipó que sacaría a Alberto Fernández de la galera en 2019-.
Queda por verse si podrá mantener su centralidad u otros sectores del peronismo aprovecharán para reposicionarse. La expresidenta es, al mismo tiempo, una fortaleza y una debilidad para el peronismo, y su forma de construcción política, muy replegada sobre su círculo de confianza, ha generado tensiones con los diferentes planetas del universo peronista, entre los que destacan los gobernadores, los alcaldes y el sindicalismo.
¿Y qué hará Alberto Fernández? ¿Intentará apoyar a un ultrapragmático como el ministro Massa, sobre todo si logra bajar la inflación, o el embajador en Brasil y excandidato presidencial Daniel Scioli? ¿Surgirán otros postulantes? ¿Alguno de ellos contará finalmente con la bendición de Cristina? La falta de candidatos es un dato inédito y curioso del peronismo actual.
¿Puede beneficiarse el Gobierno de Fernández de la victoria en el Mundial?
«La política se radicaliza en los juzgados y se modera en la economía”, escribió el periodista Martín Rodríguez. Mientras la condena a Cristina Kirchner crispa a la sociedad, el gobierno busca hacerse con los dólares que necesita la economía sin escatimar puentes con grupos de poder económico. La argentina es una economía con problemas históricos para conseguir dólares por sus bajos niveles de exportación, que la hacen depender de la producción agroindustrial, sobre todo de la soja, y hoy sueña con los fracking-dólares de la mega reserva de gas de Vaca Muerta, ubicada en la Patagonia.
Por lo pronto, los planes sociales evitaron en estos años un estallido como el 2001 pero la inflación genera trabajadores pobres9 que terminan protestando contra quienes reciben esos beneficios sociales del Estado por ser un poco más pobres que ellos. Al mismo tiempo, el fuerte consumo de las capas medias -todos buscan deshacerse de sus pesos- permite conservar un cierto dinamismo en la economía.
Por el momento, el país vive la desacata de los festejos de la tercera victoria en una copa del mundo. Pero el presidente no ha podido beneficiarse directamente. A diferencia de su homólogo Emmanuel Macron, Fernández no viajó a Qatar, en parte para evitar ser acusado de gafar a su equipo en caso de derrota. Finalmente, tampoco recibió a los jugadores en la Casa Rosada, debido a la polarización política que atraviesa el país.
Pese a los problemas del gobierno, y su debilidad actual, una parte significativa de la sociedad votaría en 2023 contra un “giro a la derecha”. Por eso, aunque hoy tiene un pronóstico reservado, el peronismo no tiene la batalla completamente perdida de antemano. De hecho, un sector de la oposición dice, por lo bajo, que harían mal en pensar que ya tienen el triunfo asegurado.
Notas al pie
- https://www.youtube.com/watch?v=WSWG_g_r3iQ&t=2s
- https://www.youtube.com/watch?v=y4Z6cI7mzWQ
- https://www.facebook.com/watch/?v=479821853349914
- https://www.youtube.com/watch?v=60iPaOchN1g
- https://ridaa.unq.edu.ar/handle/20.500.11807/1177
- Macri dio un salto en su carrera como presidente de Boca Juniors, el club más popular del país, antes de convertirse en jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y luego presidente de la República. En 2020, fue nombrado presidente ejecutivo de la Fundación FIFA.
- https://www.contretemps.eu/libertarianisme-reactionnaire-etats-unis-la-rebellion-est-elle-passee-droite/
- https://www.eldiarioar.com/politica/fracaso-moderacion-cristina-apuesta_1_9783174.html
- https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-62747470