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Desde la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de 2022, y especialmente desde que usted se convirtió en Canciller Federal en diciembre de 2021, se ha producido un cierto cambio en la posición de Austria. ¿Cómo definiría y explicaría esta posición en relación con su neutralidad histórica?

La neutralidad de Austria no siempre es fácil de explicar a nuestros socios internacionales, pero sigue siendo una dimensión esencial para nosotros. En primer lugar, por razones históricas: la neutralidad nos permitió obtener la retirada de la Unión Soviética, que en 1955 fue excepcional, porque fuimos los únicos que convencimos a la URSS de que se retirara.

Sin embargo, siempre hemos seguido una política de neutralidad muy activa. A diferencia de Suiza, por ejemplo, ingresamos en las Naciones Unidas en 1955. También hemos desempeñado un papel activo en la política de paz (Friedenspolitik). En la actualidad, unas cincuenta organizaciones internacionales están presentes en Austria y, desde finales de los años setenta, Viena alberga una de las cuatro sedes de las Naciones Unidas, junto con Nueva York, Ginebra y Nairobi.

En la Unión Europea, la neutralidad desempeña un papel menos visible. Aunque permanecemos neutrales en asuntos militares, Austria es miembro de pleno derecho de la Unión y, por tanto, parte integrante de la Política Exterior y de Seguridad Común. 

Siempre hemos seguido una política de neutralidad muy activa.

KARL NEHAMMER

La Unión atraviesa actualmente una transición geopolítica en la que la dimensión militar adquiere una mayor centralidad. La pregunta es: ¿puede conciliarse una Europa de la defensa con el estatuto de Estado neutral?

Somos, y claramente seguiremos siendo, militarmente neutrales, aunque, como todos los demás Estados miembros, nuestro presupuesto militar está aumentando: la proporción del PIB dedicada a defensa alcanzará el 1,5% en 2027, frente al 0,77% en 2022. 

La guerra de agresión en Ucrania ha demostrado que Austria puede ser un miembro extremadamente dinámico sin suministrar armas o municiones letales. Al apoyar los sucesivos paquetes de sanciones contra Rusia e insistir en la ayuda humanitaria, que sigue siendo una cuestión estratégica para Ucrania, nuestra posición es especialmente constructiva para facilitar la paz. 

En abril de 2022, usted fue el primer jefe de gobierno europeo en visitar al Presidente Zelenski en Kiev y a Vladimir Putin en Moscú. ¿Cree posible una salida negociada? 

Creo que debemos aplicar una doble estrategia. 

Por un lado, debemos seguir afirmando nuestro apoyo incondicional a Ucrania para no dar la impresión de que, dos años después de la invasión a gran escala, Europa se está cansando —lo que inevitablemente acabaría favoreciendo a Rusia—. 

Por otro lado, debemos encontrar vías de negociación para alcanzar la paz. Para ello, debemos reconsiderar un error que hemos cometido. Desde 2022 hemos concebido nuestra respuesta a la agresión rusa de forma aislada, en una especie de cámara de eco occidental. Nos pusimos rápidamente de acuerdo sobre cómo apoyar a Ucrania y cómo poner fin a la guerra. Pero una gran parte del mundo, y pienso sobre todo en los BRICS, no comparte nuestro análisis ni entiende nuestra posición. Esto es un problema. Estoy convencido de que la estrategia europea debe hacer todo lo posible para que la India, China o Brasil —preferiblemente al menos dos de ellos— compartan con convicción nuestra posición, haciendo así que las potencias no occidentales vuelvan a la mesa de negociaciones. Aún estamos lejos de ello, pero estoy convencido de que la solución al conflicto pasa por ahí.

Estoy convencido de que la estrategia europea debe hacer todo lo posible para que la India, China o Brasil —preferiblemente al menos dos de ellos— compartan con convicción nuestra posición, haciendo así que las potencias no occidentales vuelvan a la mesa de negociaciones.

KARL NEHAMMER

Desde el ataque de Hamás del 7 de octubre, la guerra se ha extendido claramente al flanco sur del continente. Su posición respecto a Israel ha sido especialmente firme, lo que supone un cambio respecto a la postura de algunos de sus predecesores. Usted se opuso al alto el fuego y criticó el planteamiento de Sudáfrica ante la CIJ. Pero, ¿no le preocupa que la crisis humanitaria de Gaza esté agrandando la brecha entre Occidente y el resto del mundo?

El 7 de octubre fue uno de los momentos más dramáticos de la historia de Israel. Los judíos volvieron a ser violados, perseguidos y asesinados. Se disparó a niños. Desde la Shoah no habíamos visto una masacre de esta magnitud; el aspecto traumático para Israel se ve acentuado por el hecho de que este ataque tuvo lugar en su propio territorio.

Por su historia, Austria tiene una responsabilidad particular. Hace unos 80 años, varios austriacos pertenecieron a la generación de los que participaron en crímenes de la misma magnitud contra los judíos. Es esencial recordarlo para comprender la importancia que concedemos a nuestra relación con Israel.

Observo que se trata de un tema que con demasiada frecuencia se deja de lado en nuestro debate con el resto del mundo. Israel lucha hoy contra una organización terrorista que ha cometido actos atroces. Pero Hamás podría detener las masacres inmediatamente, simplemente capitulando. Si no lo hace, si utiliza a civiles como escudos, si acepta que habrá víctimas civiles, es porque desea perseverar en su estrategia asesina. ¿Cuál es la alternativa para Israel? Su seguridad ha sido atacada y volverá a serlo a menos que logre sus objetivos de seguridad eliminando a Hamás. Como amigos de Israel, es nuestra responsabilidad volver a poner esta cuestión sobre la mesa cuando hablemos con nuestros socios del Sur. 

La posición de Austria es que debe permitirse que la ayuda humanitaria llegue a la Franja de Gaza y que deben cesar los crímenes de los colonos violentos en Cisjordania.

KARL NEHAMMER

Al mismo tiempo, la posición de Austria es que debe permitirse que la ayuda humanitaria llegue a la Franja de Gaza y que deben cesar los crímenes de los colonos violentos en Cisjordania. Pero ambas cuestiones no están relacionadas. Debemos luchar contra el terrorismo para restablecer la seguridad del Estado israelí y garantizar que los palestinos tengan un futuro. Pero si queremos ser serios y promover una solución de dos Estados, Israel necesita absolutamente garantías de seguridad. 

Usted ha mencionado el pasado de Austria para explicar su postura hacia Israel. Austria es una de las pocas potencias europeas que no ha tenido realmente un pasado colonial. ¿Es éste un factor que explique el cambio de rumbo que ha tomado con una nueva estrategia de compromiso con el Sur, y con África en particular? 

Desde que asumí el cargo de Canciller Federal, he querido establecer una nueva visión de nuestra relación con África, visitando el continente con mayor regularidad. Se trata de una cuestión europea de vital importancia: nuestro futuro depende de esta relación. 

Hay una razón geográfica: el norte de África está muy cerca de Europa. En la lucha contra la inmigración ilegal o el terrorismo, la proximidad es un factor esencial. Pero nuestro interés en una relación con África va más allá del marco estrictamente de seguridad. Queremos establecer una cooperación económica de futuro con terceros países, fuera de la Unión, para trabajar juntos en problemas comunes: la transición ecológica y la protección del clima. Desde la energía solar hasta el hidrógeno verde, el potencial es muy grande. 

También aquí la historia de neutralidad de Austria es una palanca. No somos miembros de la OTAN, pero sí de la Unión Europea. Muchos Estados del Sur están muy interesados en esta posición

No somos miembros de la OTAN, pero sí de la Unión Europea. Muchos Estados del Sur están muy interesados en esta posición. 

KARL NEHAMMER

En el fondo, ¿podría definirse su doctrina a partir de la noción de «neutralidad estratégica» y la ambición de hacer de Austria una plataforma europea para nuevas alianzas? 

Sí, absolutamente, pero es una posición que forma parte de la historia de Austria. Desde 1955, con las Naciones Unidas, y más tarde con la OSCE, que tiene su sede en Austria, hemos participado en un número extremadamente elevado de misiones en el extranjero, dado el pequeño tamaño de nuestra población. 

Hoy creo que es aún más importante crear espacios seguros en los que, a pesar de los conflictos, las partes puedan reunirse y debatir sin ninguna presión externa o pública. La mayoría de las veces son estas condiciones las que permiten poner fin a un conflicto. 

Estamos a dos meses de las elecciones europeas. ¿Cuál cree que debe ser la prioridad del nuevo ciclo político?

Somos una unión abierta al mundo, una potencia exportadora, y cada vez es más difícil seguir siéndolo. La libre circulación es cada vez menos evidente. De China a Estados Unidos, los mercados se cierran y, sobre todo desde la adopción de la IRA, muchas inversiones industriales ya no se hacen en Europa, sino en Estados Unidos. Por ello, el próximo mandato debe dar prioridad al fortalecimiento de nuestro mercado interior

La Unión se enfrenta a una serie de crisis de competitividad, tanto políticas como económicas. Por un lado, es imperativo que nos demos cuenta de que nosotros, los Estados democráticos, somos minoritarios a escala del planeta. 

Por otro lado, la competitividad de la Unión será una cuestión central en las próximas décadas y determinará si seguiremos teniendo capacidad industrial en Europa. Por tanto, debemos definir una estrategia para hacer frente a los grandes actores económicos, Estados Unidos, China, India que emerge con fuerza, Brasil…

¿Sobre qué pilares?

Tenemos que tomar medidas lo antes posible para reforzar nuestra competitividad, empezando por un importante paquete de desregulación para fomentar la innovación, la investigación y la producción. También debemos reflexionar sobre los objetivos de protección del clima, para que no socaven los motores económicos de la Unión. 

¿Comparte la opinión de que debería haber una «pausa» en la regulación medioambiental? 

No creo que necesitemos una pausa, sino más bien un ajuste. Como buen austriaco, diría que necesitamos una «Politik mit Hausverstand» («política con sentido común»). Pongamos un ejemplo. Propusimos prohibir la venta de coches nuevos con motor de combustión interna. ¿Con qué resultado? Dio ventaja a los actores no europeos, lo que nos hizo mucho daño… Al plantearnos la transición ecológica, debemos recordar siempre lo que ocurrió con la máquina de vapor: si ya no se utiliza, no es porque se haya prohibido por decreto, sino porque se ha sustituido por algo más eficiente. La libertad de innovar, de crear, e incluso de conservar, es por tanto esencial. 

En materia ambiental no creo que necesitemos una pausa, sino más bien un ajuste.

KARL NEHAMMER

En el cambio de ritmo de la globalización, ¿necesitamos revisar nuestra política comercial?

Puede que hoy resulte un poco duro oírlo, pero la globalización ha sido un éxito. Hoy tenemos más prosperidad, más riqueza en el mundo. Por supuesto, ha habido errores y tendencias que deben corregirse. Pero el mundo está mejor que hace treinta años. 

Nuestro reto será continuar: tenemos que ser creativos, tenemos que avanzar para conquistar nuevos mercados, como África y Oriente Medio. 

Por otra parte, apoyo al Presidente de la República Francesa cuando dice que los acuerdos de libre comercio deben diseñarse para garantizar una competitividad justa que ponga a todos en pie de igualdad. Y esa es la gran cuestión para el futuro. Se trata de definir normas de producción en Europa sin dejar de ser competitivos y, al mismo tiempo, permitir el acceso a nuestro mercado a otros países que producen con normas diferentes. Esto sólo funcionará si desarrollamos nuevos formatos para los acuerdos de libre comercio.

La ampliación de la Unión Europea será uno de los temas clave del próximo ciclo político. En su opinión, ¿cuáles son las condiciones para que pueda tener lugar? 

En primer lugar, necesitamos una reforma institucional. Los Estados miembros ya han presentado propuestas para poder seguir siendo eficaces en la toma de decisiones, por ejemplo reduciendo el número de Comisarios. En segundo lugar, los procesos políticos deben cambiar para que los Estados pequeños y medianos también puedan desempeñar su papel. 

Tenemos que cambiar el proceso de ampliación y hacerlo más dinámico. Para ello, hemos propuesto el concepto de integración gradual en la Unión Europea para los países de los Balcanes Occidentales.

KARL NEHAMMER

La ampliación de 2004 a los países de Europa Central y Oriental fue un gran éxito. Al mismo tiempo, queda mucho por hacer, por ejemplo, en lo que respecta a la fuga de cerebros del Este al Oeste.

Por eso creo que tenemos que cambiar el proceso de ampliación y hacerlo más dinámico. Para ello, hemos propuesto el concepto de integración gradual en la Unión Europea para los países de los Balcanes Occidentales. La idea es garantizar que puedan prepararse para las obligaciones de la adhesión a la Unión Europea antes de incorporarse, y que puedan beneficiarse de determinadas políticas y programas tan pronto como hayan cumplido las condiciones específicas de estos programas.   

En este contexto, también acojo con satisfacción y apoyo la iniciativa del Presidente Macron de crear la Comunidad Política Europea. Se trata de un marco excelente para promover los intercambios entre los miembros de la Unión y los países no miembros en pie de igualdad, y para implicarlos en los debates sobre las grandes cuestiones políticas del momento a escala europea y mundial.