Política

«Vengo de un país de belleza ensangrentada»

En las Naciones Unidas, el presidente colombiano enmarcó claramente su discurso en el contexto global de la emergencia climática para abordar un problema nacional: "¿Qué es más venenoso para la humanidad, la cocaína, el carbón o el petróleo?" Proponemos el discurso en su totalidad comentado línea por línea para entender cómo la ecología de guerra se encuentra con la guerra contra las drogas en América Latina.

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El Grand Continent
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© AP PHOTO/MARY ALTAFFER

El pasado 21 de septiembre de 2022, el actual presidente de Colombia, Gustavo Petro Urrego, se dirigió a la Asamblea General de las Naciones Unidas en su 77º período de sesiones. Su discurso, si bien se alinea con su postura política y plan de gobierno, no ha estado exento de controversias y alabanzas. Petro hizo un discurso abiertamente dirigido hacia los países “del norte” – en especial Estados Unidos – en el que rechazó de manera directa la guerra contra las drogas de los últimos cuarenta años. En su conjunto, el discurso tuvo un carácter nacional y global, al enfocarse en la estrategia de lucha contra las drogas y la defensa del medio ambiente y los recursos naturales. Esta postura está alineada con narrativas ecosocialistas y de la ecología de guerra a nivel internacional y una tendencia política, que busca liderar la Unión Europea, hacia la transición verde y justa.  Muestra de ello fue la reunión posterior que sostuvo con Úrsula Von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, en la que se subrayó la importancia de elevar las ambiciones climáticas y los beneficios de la alianza Unión Europea-Colombia. 

Petro reafirma la orientación de la política internacional de su Gobierno, que ha planteado la necesidad de renegociar los Tratados de Libre Comercio, promover un frente regional de lucha contra el cambio climático y reevaluar la estrategia global de la guerra contra las drogas. En este último aspecto, ha sido polémica la comparación entre la explotación del petróleo y el carbón, y la producción de cocaína. 

Con su discurso, Petro se sugiere como listo para liderar este debate en el ámbito regional y multilateral. La política de seguridad del gobierno de Petro ha planteado la necesidad de apoyar los programas de transformación productiva en regiones con importantes extensiones de cultivos de coca en Colombia para fortalecer la sustitución de cultivos ilícitos de manera integral. Asimismo, la desmovilización de grupos armados al margen de la ley se pretende hacer con un enfoque más humano identificando financiadores, estructuras y vinculación con el Estado, además de la instauración de la justicia restaurativa. La manera en la que el público colombiano -e internacional- ha interpretado las menciones al fracaso de la guerra contra las drogas, da cuentas de un país con múltiples contrastes donde los procesos de transición hacia la “no violencia” y a la “paz total” seguirán ocupando un lugar importante en la política nacional y exterior.

Vengo de uno de los tres países más bellos de la Tierra.

Allí hay una explosión de vida. Miles de especies multicolores en los mares, en los cielos, en las tierras…vengo de la tierra de las mariposas amarillas y de la magia. Allí en las montañas y valles de todos los verdes, no solo bajan las aguas abundantes, bajan también los torrentes de la sangre. Vengo de un país de belleza ensangrentada.

Petro hace referencia a uno de los símbolos más representativos de la obra ganadora del Premio Nobel de Literatura, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. Las mariposas amarillas han sido referenciadas como un ejemplo del realismo mágico en el universo narrativo de esta obra.

Mi país no solo es bello, es también violento.

La guerra contra las drogas fue la estrategia de Estados Unidos iniciada por la presidencia de Richard Nixon orientada a la persecución de la producción, comercialización y consumo de sustancia psicoactivas como respuesta al surgimiento para enfrentar el narcotráfico. Bajo el esquema del acuerdo bilateral conocido como el “Plan Colombia” en 1998, Estados Unidos se convirtió en el principal cooperante de Colombia para “poner fin al largo conflicto armado de Colombia, eliminar el narcotráfico y promover el desarrollo económico y social”. A principios de los años 2000 con los fondos del Plan Colombia el Gobierno de Pastrana reforzó las capacidades materiales y técnicas de las fuerzas militares y neutralizó la ventaja militar de las guerrillas. En los años posteriores se adoptó una concepción de combate a los grupos guerrilleros tildados de terroristas, debido a la influencia de la narrativa de la “Guerra al Terror” que surgió a raíz de los atentados del 11 de septiembre. En 2011, el expresidente Juan Manuel Santos se refirió al Plan como la política exterior bipartidista de los Estados Unidos más exitosa de los últimos tiempos. Sin embargo, este Plan robusteció los vínculos y la dependencia de Colombia hacia Estados Unidos y con el tiempo demostró no haber respondido a la dinámica nacional más compleja de comprensión del conflicto, si bien contribuyó a que a nivel internacional el país se considerara como un socio confiable y responsable. 

¿Cómo puede conjugarse la belleza con la muerte?, ¿cómo puede erupcionar la biodiversidad de la vida con las danzas de la muerte y el horror? ¿Quién es el culpable de romper el encanto con el terror?

¿Quién o qué es el responsable de ahogar la vida en las decisiones rutinarias de la riqueza y del interés? ¿Quién nos lleva a la destrucción como nación y como pueblo?

Mi país es bello porque tiene la Selva Amazónica, la del Chocó, las aguas, las cordilleras de los Andes, y los océanos.

Allí en esas selvas, se emana oxígeno planetario y se absorbe el CO2 atmosférico. Una de esas plantas que absorbe el CO2, entre millones de especies, es una de las más perseguidas de la tierra. A cómo dé lugar, se busca su destrucción: es una planta amazónica, es la planta de la coca, planta sagrada de los Incas.

Como en un cruce de caminos paradójico. La selva que se intenta salvar es al mismo tiempo, destruida.

Para destruir la planta de coca arrojan venenos, glifosato en masa que corre por las aguas, detienen a sus cultivadores y los encarcelan. Por destruir o poseer la hoja de la coca mueren un millón de latinoamericanos asesinados y encarcelan a dos millones de afros en la América del Norte. Destruid la planta que mata, gritan desde el norte, pero la planta no es sino una planta más de las millones que perecen cuando desatan el fuego sobre la selva.

La aspersión con glifosato es la principal herramienta que se ha utilizado en la lucha contra las plantaciones de mata de coca en la selva colombiana. En 2015, el Ministerio de Salud en Colombia recomendó “suspender de manera inmediata el uso del glifosato en las operaciones de aspersión aérea para la erradicación de cultivos ilícitos del Programa de Erradicación de cultivos Ilícitos mediante la aspersión aérea con el herbicida Glifosato (PECIG)» a la luz de la nueva evidencia científica sobre los efectos perjudiciales en la salud y los posibles efectos cancerígenos. La aspersión con glifosato para erradicar cultivos ilícitos ha afectado la salud afectando comunidades aledañas a las plantaciones no solamente a través de la destrucción de cultivos lícitos, sino también contaminando los ríos y afectando sus ecosistemas.

Destruir la selva, el Amazonas, se convirtió en la consigna que siguen Estados y negociantes. No importa el grito de los científicos bautizando la Selva como uno de los grandes pilares climáticos. Para las relaciones del poder del mundo la selva y sus habitantes son los culpables de la plaga que las azota. A las relaciones de poder las azota la adicción al dinero, a perpetuarse, al petróleo, a la cocaína y a las drogas más duras para poder anestesiarse más.

Nada más hipócrita que el discurso para salvar la Selva.

La selva se quema, señores, mientras ustedes hacen la guerra y juegan con ella. La selva, el pilar climático del mundo, desaparece con toda su vida. La gran esponja que absorbe el CO2 planetario se evapora. La selva salvadora es vista en mi país como el enemigo a derrotar, como la maleza a extinguir. El espacio de la coca y de los campesinos que la cultivan, porque no tienen nada más que cultivar, es demonizado. Para ustedes mi país no les interesa sino para arrojarle venenos a sus selvas, llevarse a sus hombres a la cárcel y arrojar a sus mujeres a la exclusión. No les interesa la educación del niño, sino matarle su selva y extraer el carbón y el petróleo de sus entrañas. La esponja que absorbe los venenos no sirve, prefieren arrojarle más venenos a la atmósfera.

La economía colombiana depende de la exportación de materias primas principalmente producto de la extracción de recursos naturales y de la minería. Las principales exportaciones de Colombia son petróleo crudo, briquetas de carbón, café, oro y petróleo refinado, los cuales se exportan a sus principales socios comerciales a saber, Estados Unidos y China, y países latinoamericanos como Ecuador, Panamá y Brasil. Colombia es el quinto exportador mundial de carbón  con bajo contenido en cenizas y bajas emisiones de dióxido de azufre. Sus principales socios comerciales en este rubro son Estados Unidos y Europa. En 2021, Petro esbozaba su idea de gobierno responsable con base en pilares de la economía descarbonizada. En su propuesta de política está iniciar una transición que implica dejar de depender económicamente del petróleo y el carbón a nivel de exportaciones. La propuesta en su momento fue priorizar las reservas descubiertas para consumo interno, esperando que la demanda interna por fósiles disminuya, mientras se reemplaza la matriz energética. Esto podría suponer consecuencias negativas inicialmente en la balanza comercial teniendo en cuenta que las exportaciones son lideradas por petróleo crudo. En la propuesta de Petro, a mediano plazo el país debería obtener sus fuentes de divisas de la industria y la agricultura descarbonizada.  

Nosotros les servimos para excusar los vacíos y las soledades de su propia sociedad que la llevan a vivir en medio de las burbujas de las drogas. Les ocultamos sus problemas que se niegan a reformar. Mejor es declararle la guerra a la selva, a sus plantas, a sus gentes.

Mientras dejan quemar las selvas, mientras hipócritas persiguen las plantas con venenos para ocultar los desastres de su propia sociedad, nos piden más y más carbón, más y más petróleo, para calmar la otra adicción: la del consumo, la del poder, la del dinero.

¿Qué es más venenoso para la humanidad, la cocaína, el carbón o el petróleo? El dictamen del poder ha ordenado que la cocaína es el veneno y debe ser perseguida, así ella solo cause mínimas muertes por sobredosis, y más por las mezclas que provoca su clandestinidad dictaminada, pero, en cambio, el carbón

y el petróleo deben ser protegidos, así su uso pueda extinguir a toda la humanidad. Estas son las cosas del poder mundial, cosas de la injusticia, cosas de la irracionalidad, porque el poder mundial se ha vuelto irracional.

Los vínculos entre la geopolítica y los hidrocarburos son antiguos y la presencia de cuestiones energéticas en las luchas de poder es la norma, como bien plantean Durand y Keucheyan (2022). A la crisis ambiental se une la crisis energética, agudizada por la invasión de Rusia en Ucrania. Ambos procesos deberían dar lugar a una matriz estratégica alternativa que va más allá de la ecología de guerra: el ecosocialismo. Ello supondría una reestructuración de los modelos de producción y consumo como sugiere Petro, como resultado de una voluntad política.   

Ven en la exuberancia de la selva, en su vitalidad, lo lujurioso, lo pecaminoso; el origen culpable de la tristeza de sus sociedades, imbuidas en la compulsión ilimitada del tener y del consumir. Cómo ocultar la soledad del corazón, su sequedad en medio de sociedades sin afectos, competitivas hasta encarcelar el alma en la soledad, sino es echando la culpa a la planta, al hombre que la cultiva, a los secretos libertarios de la selva. Según el poder irracional del mundo la culpa no es del mercado que recorta la existencia, la culpa es de la selva y de quienes la habitan.

Las cuentas bancarias se han vuelto ilimitadas, los dineros guardados de los más poderosos de la tierra ya no podrán siquiera gastarse en el tiempo de los siglos. La tristeza de la existencia que produce esa artificial convocatoria a la competencia, la llenan con ruido y con drogas. La adicción al dinero y al tener tiene otra cara: la adicción a las drogas en las personas que pierden la competencia, en los perdedores de la carrera artificial en que han transformado a la humanidad. La enfermedad de la soledad no se curará con el glifosato sobre las selvas. No es la selva la culpable. La culpable es su sociedad educada en el consumo sin fin, en la confusión estúpida entre consumo y felicidad que permite, eso sí, que los bolsillos del poder se llenen de dinero.

En este caso Petro se refiere a la sobriedad como imperativo para el tránsito hacia una mayor justicia social. Sin embargo, la problemática aquí reside en cómo esta sobriedad frente al productivismo y al consumismo encaja con la idea de desarrollo exportada del Norte a los países del Sur y a las aspiraciones de las clases altas latinoamericanas. Este “consumo sin fin” al que hace referencia Petro, en una ecología punitiva de estilos de vida insostenibles, se vería reemplazada por un consumo colectivo. En una sociedad como la colombiana, con su primer presidente de izquierda, este cambio de matriz será muy paulatino y requerirá además del apoyo de la ciudadanía, por un lado, y de los países desarrollados, para reducir el impacto en las comunidades fuertemente dependientes de los sectores industriales emisores de CO2. 

La culpable de la adicción a las drogas no es la selva, es la irracionalidad de su poder mundial.

Denle un golpe de razón a su poder. Prendan de nuevo las luces del siglo.

40 años ha durado la guerra contra las drogas, si no corregimos el rumbo y esta se prolonga otros 40 años, Estados Unidos verá morir de sobredosis a 2.800.000 jóvenes por fentanilo, que no se produce en nuestra América Latina. Verá millones de afros norteamericanos ser apresados en sus cárceles privadas. El afro preso se convertirá en negocio de empresas carceleras, morirán asesinados un millón de latinoamericanos más, nos llenarán de sangre nuestras aguas y nuestros campos verdes, verán morir el sueño de la democracia tanto en mi América como en la América anglosajona. La democracia morirá allí en donde nació, en la gran Atenas occidental europea.

La crisis de los opioides en Estados Unidos es la causante del retroceso en la esperanza de vida en los últimos años. Los “muertos de la desesperación” como los llama Angus Deaton1

Por ocultar la verdad, verán morir la selva y las democracias.

La guerra contra las drogas ha fracasado. La lucha contra la crisis climática ha fracasado.

Han aumentado los consumos mortales, de drogas suaves han pasado a las más duras, se ha producido un genocidio en mi continente y en mi país, han condenado a las cárceles a millones de personas, para ocultar sus propias culpas sociales le han echado la culpa a la Selva y sus plantas. Han llenado de sin razón los discursos y las políticas.

Yo les demando desde aquí, desde mi Latinoamérica herida, acabar con la irracional guerra contra las drogas. Disminuir el consumo de drogas no necesita de guerras, necesita que todos construyamos una mejor sociedad: una sociedad más solidaria, más afectuosa, donde la intensidad de la vida salve de las adicciones y de las nuevas esclavitudes. ¿Quieren menos drogas? Piensen en menos ganancias y en más amores. Piensen en un ejercicio racional del poder.

No toquen con sus venenos la belleza de mi patria, Ayúdennos sin hipocresías a salvar la Selva Amazónica para salvar la vida de la humanidad en el planeta.

La prohibición de la producción, consumo y comercialización de la cocaína en países “del Norte” como Estados Unidos y Europa, es la principal causa del éxito del mercado de la cocaína producida en países como Colombia y México. En lo que va de año, el Observatorio de Derechos Humanos, conflictividades y Paz ha registrado 250 víctimas en 79 actos de masacre en Colombia consecuencia de la violencia por el narcotráfico. Por su parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja recoge en su informe de 2022, que las minas antipersona son una de las armas utilizadas por los narcotraficantes para proteger los cultivos de coca y como armas en los diversos conflictos internos que persisten en el país a pesar del acuerdo de paz de 2016, firmado entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Ustedes reunieron los científicos, y ellos hablaron con la razón. Con matemáticas y modelos climatológicos dijeron que se acercaba el fin de la especie humana, que su tiempo ya no es de milenios, ni siquiera de siglos. La ciencia prendió la alarma y dejamos de escucharla. La guerra nos sirvió de excusa para no tomar las medidas necesarias.

Cuando más se necesitaban las acciones, cuando los discursos ya no servían, cuando era indispensable depositar los dineros en los fondos para salvar la humanidad, cuando había que alejarse cuanto antes del carbón y del petróleo se inventaron una guerra y otra y otra. Invadieron Ucrania, pero también Irak, y Libia y Siria. Invadieron en nombre del petróleo y del gas.

Descubrieron en el siglo XXI la peor de sus adicciones: la adicción al dinero y al petróleo.

Las guerras les han servido de excusa para no actuar contra la crisis climática. Las guerras les han mostrado cuan dependientes son de lo que acabara con la especie humana.

Si observan que los pueblos se llenan de hambre y de sed y emigran por millones hacia el norte, hacia donde está el agua; entonces ustedes los encierran, construyen muros, despliegan ametralladoras, les disparan. Los expulsan como si no fueran seres humanos, quintuplican la mentalidad de quien creo políticamente las cámaras de gas y los campos de concentración, reproducen a escala planetaria 1933. El gran triunfo del asalto a la razón.

En Colombia, cerca de un millón de personas resultaron afectadas por emergencias climáticas en 2021, lo que supuso desplazamientos internos en el país. A ello se suma el impacto de las fuertes temporadas de lluvias y sequías en las pérdidas de cultivos y por tanto en la seguridad alimentaria de las comunidades rurales en el país. El aumento de las personas afectadas encuentra sus causas en múltiples factores, entre ellos culturales, sociales, económicos e históricos, debido al desplazamiento de personas por la violencia y por tanto la incapacidad de muchas comunidades para gestionar el riesgo. 

¿Acaso no ven que la solución al gran éxodo desatado sobre sus países es volver a que el agua llene los ríos y los campos se llenen de nutrientes?

El desastre climático nos llena de virus que pululan arrasándonos, pero ustedes hacen negocios con las medicinas y convierten las vacunas en mercancías. Proponen que el mercado nos salvará de lo que el mismo mercado ha creado. El Frankenstein de la humanidad está en dejar actuar el mercado y la codicia sin planificar, rindiendo el cerebro y la razón. Arrodillando la racionalidad humana a la codicia.

La geopolítica de las vacunas dejó en evidencia la fragmentación política de la región y su vulnerabilidad ante la multipolaridad de la escena internacional. A pesar de la restricción al acceso a las vacunas, Colombia ha conseguido un alto porcentaje de vacunación nacional a través de mecanismos bilaterales de distribución. El país ha recibido lotes de Pfizer, AstraZeneca, Janssen, Moderna y Sinovac para un total de 70 millones de dosis de vacunas. De este total, casi 19 millones se canalizaron a través del mecanismo COVAX2

¿Para qué la guerra si lo que necesitamos es salvar la especie humana? ¿Para qué sirve la OTAN y los imperios, si lo que viene es el fin de la inteligencia?

El desastre climático matará centenares de millones de personas y oigan bien, no lo produce el planeta, lo produce el capital. La causa del desastre climático es el capital. La lógica de relacionarnos para consumir cada vez más, producir cada vez más, y para que algunos ganen cada vez más produce el desastre climático. Le articularon a la lógica de la acumulación ampliada, los motores energéticos del carbón y del petróleo y desataron el huracán: el cambio químico de la atmósfera cada vez más profundo y mortífero. Ahora en un mundo paralelo, la acumulación ampliada del capital es una acumulación ampliada de la muerte.

La lucha contra el cambio climático está entre las prioridades del presidente Petro para su gobierno. Desde su campaña, Petro proponía cumplir con los acuerdos suscritos por Colombia en las cumbres climáticas, por ejemplo, el Acuerdo de París, y delimitar áreas de Colombia con riesgo alto a ser vulnerables al cambio climático como áreas de reserva y protección ambiental. También mencionó su prioridad de proteger la Amazonia, región en la que, además, proponía crear un pacto con alcance regional y global por su defensa. La protección a líderes ambientales, en línea con el Acuerdo de Escazú, fue igualmente una de las iniciativas priorizadas. El gobierno de Petro ha asegurado que su prioridad es iniciar una “transición energética justa con equidad, gradual y segura, incluyente y participativa, con una minería responsable e intensiva en conocimiento”3.

Desde las tierras de la selva y la belleza. Allí donde decidieron hacer de una planta selvática amazónica un enemigo, extraditar y encarcelar a sus cultivadores, les invito a detener la guerra, y a detener el desastre climático.

Aquí, en esta Selva Amazónica, hay un fracaso de la humanidad. Tras las hogueras que la queman, tras su envenenamiento, hay un fracaso integral, civilizatorio de la humanidad.

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Detrás de la adicción a la cocaína y a las drogas, detrás de la adicción al petróleo y al carbón, está la verdadera adicción de esta fase de la historia humana: la adicción al poder irracional, a la ganancia y al dinero. He aquí la enorme maquinaria mortal que puede extinguir la humanidad.

Les propongo como presidente de uno de los países más hermosos de la tierra, y de los más ensangrentados y violentados, acabar la guerra contra las drogas y permitir que nuestro pueblo viva en paz.

Petro no es el primer presidente colombiano es hacer un llamado a acabar con la guerra contra las drogas. “La guerra contra las drogas no se ha ganado ni se está ganando. Requerimos de nuevos enfoques y nuevas estrategias”, dijo en 2016, Juan Manuel Santos en su último discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, refiriéndose a un enfoque de derechos humanos y salud pública4

Convoco a toda América Latina en este propósito. Convoco la voz de Latinoamérica a unirse para derrotar lo irracional que martiriza nuestro cuerpo.

Los convoco a salvar la Selva Amazónica integralmente con los recursos que puedan destinarse mundialmente a la vida. Si no tienen la capacidad para financiar el fondo de la revitalización de las selvas, si pesa más destinar el dinero a las armas que a la vida, entonces reduzcan la deuda externa para liberar nuestros propios espacios presupuestales y con ellos realizar la tarea de salvar la humanidad y la vida en el planeta. Lo podemos hacer nosotros si ustedes no quieren. Solo cambien deuda por vida, por naturaleza.

Les propongo y los convoco a América Latina para ello, dialogar para acabar la guerra. No nos presionen para alinderarnos en los campos de la guerra. Es la hora de la PAZ. Que los pueblos eslavos hablen entre sí, que lo hagan los pueblos del mundo. La guerra es solo una trampa que acerca el fin de los tiempos en la gran orgía de la irracionalidad.

“La paz es posible si se cambia la política contra las drogas, por ejemplo, vista como una guerra por una política de prevención fuerte del consumo en las sociedades desarrolladas” -dijo Gustavo Petro en su discurso de posesión el 7 de agosto de 2022. Siguió: “Es hora de una nueva Convención Internacional que acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado, que, ha dejado un millón de latinoamericanos asesinados, durante estos 40 años, y que deja 70.000 norteamericanos muertos por sobredosis cada año. Que la guerra contra las drogas fortaleció las mafias y debilitó los Estados”. Esta visión se ha materializado en su primer mes y medio de gobierno a través del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela – tras la ruptura en 2019 – y la voluntad de establecer una mesa de diálogo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), con Chile y Venezuela como garantes. El ELN es de las últimas guerrillas con presencia en el territorio nacional y que no se acogió al Proceso de Paz de La Habana liderado por el expresidente Juan Manuel Santos con las antiguas FARC. El objetivo de Gustavo Petro es lograr que esta mesa de diálogo se abra a todos los actores para alcanzar lo que ha denominado la “paz total”. El presidente Petro ha recibido apoyo de organismos internacionales y de la sociedad civil ante esta propuesta, aludiendo que de ser diseñada e implementada adecuadamente “podría contribuir a lograr avances en materia de derechos humanos en regiones de Colombia que durante décadas han sufrido graves abusos por parte de todos los actores del conflicto armado”.

Desde América Latina, convocamos a Ucrania y Rusia a hacer la paz.

Solo en paz podremos salvar la vida en esta nuestra tierra. No hay paz total, sin justicia social, económica y ambiental.

Estamos en guerra, también, con el planeta. Sin paz con el planeta, no habrá paz entre las naciones.

Sin justicia social, no hay paz social.

Notas al pie
  1. Gawande, Atul (2020). Why Americans are Dying from Despair. The New Yorker, March 16.)
  2. Ministerio de Salud y Protección Social. Vacunación contra COVID-19. [Consultado el 22 de septiembre de 2022]
  3. Ministerio de Minas y Energía (2022). El Gobierno y gremios encaminan su agenda hacia la aceleración de la transición energética y la justicia en las tarifas de servicios (19 de agosto)
  4. ONU (2016), Noticias ONU : Colombia : No hemos ganado la guerra contra las drogas, debemos replantear el enfoque, dice el presidente, https://news.un.org/es/story/2016/04/1355501
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