¿Se juega el futuro de la India en sus zonas rurales? Entre 2020 y 2021, se produjeron enormes movilizaciones de agricultores en todo el país: el 26 de noviembre de 2020, una huelga general reunió a 250 millones de indios; a principios de enero de 2021, cientos de miles de personas convergieron en Dehli, donde permanecieron casi un año. Todos estos movimientos fueron convocados por sindicatos y organizaciones de agricultores que protestaban contra las Farm Bills propuestas por el gobierno nacionalista de Narendra Modi. Para los manifestantes, estas leyes pretenden reforzar la posición de las multinacionales y las grandes empresas en la agricultura india. Finalmente, a principios de 2022, el Primer Ministro indio cedió y retiró la legislación.

Lo hizo para proteger su ascendencia política en las próximas elecciones estatales. Sin embargo, las medidas legislativas favorables a las empresas han dejado una huella política duradera a través de la última oleada de movilizaciones de agricultores.

Esta hostilidad se sitúa en un Estado neoliberal en un contexto histórico y político más amplio y se pregunta si las protestas reflejan una base cada vez más sólida para una alianza rural progresista: una alianza que se basaría en los pequeños agricultores y en los trabajadores agrícolas, que, juntos, representan más del 85 % de los hogares agrícolas y de los sin tierra.

Los procesos de diferenciación socioeconómica modifican las relaciones de poder; esto puede demostrarse comparando las movilizaciones del New Farmers Movement de los años 80 y 90 con las de 2020-21 con respecto a tres tipos clave de relaciones: las relaciones entre los agricultores y el Estado, entre los agricultores y las grandes empresas y las relaciones dentro del campo entre los grandes y pequeños agricultores y los trabajadores sin tierra. Los trabajadores agrícolas y los sin tierra dependen menos de los grandes agricultores que antes debido al crecimiento del trabajo asalariado no agrícola. Si se hubieran aplicado las leyes agrarias, habrían acelerado los procesos de diferenciación socioeconómica, pero ¿hasta qué punto es factible una alianza política progresista en la India rural, dadas las divisiones basadas, en parte, entre castas? Los realineamientos políticos en momentos de gran penuria económica pueden perecer pronto.

Los realineamientos políticos en momentos de gran penuria económica pueden perecer pronto.

JONATHAN PATTENDEN

Estructuralmente, el campo hindú está bien preparado para una amplia alianza de los sectores menos pudientes: el 79 % de los hogares rurales y el 68.45 % de los hogares agrícolas poseen menos de una hectárea de tierra. Aunque a algunos les basta para salir adelante, la mayoría de los agricultores hindúes no pueden sobrevivir sólo con sus tierras y deben trabajar, también, como asalariados. La superposición de las preocupaciones económicas de los trabajadores, de los jornaleros agrícolas y de los pequeños agricultores en apuros que temen perder sus tierras podría redefinir la política agraria en la India.

Las movilizaciones de 2020-2021 en perspectiva histórica

Tras dos décadas al margen, las movilizaciones que sacudieron el país a principios de la década de 2020 reposicionaron los movimientos campesinos de la India en el primer plano de la política nacional al acaparar titulares y al desestabilizar el gobierno neoliberal y proempresarial del BJP. La última gran oleada de protestas campesinas, hace una generación, se basó en los agricultores varones más acomodados, en su mayoría, pertenecientes a las castas dominantes. ¿Cómo cambiaron las cosas esta vez?

Los procesos de diferenciación socioeconómica que se desarrollan con el tiempo alteran el equilibrio de las fuerzas de clase. Aunque la oleada  de acumulación de la revolución verde, impulsada por los insumos y por la mediación del Estado y que recorrió la India rural en los años 80 y 90, unió al creciente número de agricultores comerciales en su búsqueda de mejores condiciones comerciales, también, excluyó a los agricultores más pequeños, a los sin tierra y a los dalit (intocables), cuya posición socioeconómica empeoraba en términos relativos.

Durante la década del 2000, el movimiento de nuevos agricultores se calmó, ya que su ventaja disminuyó debido a la creciente diversificación de las bases de acumulación en la India rural1. Los agricultores más acomodados se pasaron a los cultivos de alto valor, sobre todo, a la agroindustria, accedieron a los recursos de gobiernos locales o invirtieron en las ciudades. Se reclamaron mejores condiciones comerciales para los «cultivos tradicionales».

Los pequeños agricultores, cuyas pautas de cultivo apenas habían cambiado, conservaban el apetito por la acción colectiva, pero carecían del poder social para llevarla a cabo. A estas alturas, pues, podría decirse, con cierta crudeza, que la unidad entre las clases medias y altas de los agricultores estaba menguando, mientras que la unidad entre las clases medias y bajas de la India rural aún no había tomado forma, en parte, debido a la persistente división de las ideologías de casta que ahogan las alianzas sociales horizontales.

En la actualidad, el proceso de diferenciación socioeconómica y los impactos materiales del Covid 19 han servido de trasfondo para que el gobierno impulse burdamente reformas agrícolas que perjudican a los pequeños agricultores y a los trabajadores rurales. En algunas regiones, estas reformas han reforzado el potencial de una alianza entre pequeños agricultores, trabajadores agrícolas y trabajadores sin tierra: aquellos que se reproducen combinando la producción a pequeña escala, otras formas de autoempleo y el trabajo asalariado dentro y fuera de la agricultura2. Más concretamente, una alianza de este tipo reuniría a quienes tienen un interés común en acceder a más tierras y a más trabajo.

Sin embargo, las contradicciones en el seno del campo hindú no han desaparecido, aunque se hayan visto eclipsadas temporalmente por las medidas que adoptó el gobierno neoliberal hindú para hacer avanzar la agenda de las grandes empresas transnacionales del agronegocio (la mayoría de ellas tienen sede en Estados Unidos) y para apropiarse de una mayor parte del valor producido en los campos hindúes: una alianza que no es ajena al antagonismo compartido de Estados Unidos y la India hacia China.

Las contradicciones en el seno del campo hindú no han desaparecido, aunque se hayan visto eclipsadas temporalmente por las medidas que adoptó el gobierno neoliberal hindú para hacer avanzar la agenda de las grandes empresas transnacionales del agronegocio

JONATHAN PATTENDEN

Los nuevos movimientos campesinos de los años 80 y 90 no eran organizaciones progresistas. Estaban dirigidos por agricultores más acomodados y no representaban los intereses de los dalit ni los de las mujeres ni los de los sin tierra ni los de los compradores netos de alimentos ni los de los agricultores más pequeños que logran llegar a fin de mes trabajando para otros3. Esto los distingue, claramente, de los objetivos redistributivos de movimientos anteriores de jornaleros sin tierra, aparceros y de lo que solía llamarse campesinos pobres y medios4.

© Mohsin Javed/Pacific Press

Los nuevos movimientos de agricultores siempre están dominados por los sectores rurales más acomodados, pero puede demostrarse por qué los tres principales cambios legislativos que se propusieron –sobre los mercados agrícolas, la agricultura por contrato y las materias primas– eran capaces de crear una alianza interclasista en algunas partes del campo hindú amenazando los intereses de los trabajadores sin tierra, los de los pobres de las ciudades y los de todos los agricultores, menos los de los más grandes. El gobierno quería abrir más espacio para las grandes empresas y reducir sus costos de funcionamiento para que la India pudiera reforzar su posición en la economía mundial, a costa de sus ciudadanos más pobres.

El nuevo movimiento campesino en los años 80 y 90

A finales de los 80 y principios de los 90, cientos de miles de agricultores pertenecientes a nuevos movimientos campesinos como el Bharatiya Kisan Union (BKU) y el Karnataka Rajya Raitha Sangha (KRRS)5 invadieron Delhi, Bangalore y otras ciudades en una serie de concentraciones multitudinarias. No obstante, apenas una década después, sus bases sociales se habían reducido y el escenario nacional se les había escapado de las manos. ¿Por qué ocurrió esto? ¿Y cómo cobraron tanto impulso estos movimientos? Para responder estas preguntas, tenemos que entender cómo acumulan riqueza los agricultores hindúes y cómo funcionan las relaciones entre el Estado, las grandes empresas y entre sí.

En los años 80, los nuevos movimientos campesinos intentaron mejorar las condiciones del comercio agrícola. La revolución verde había situado la política gubernamental en el centro de las economías de los pueblos. Estableció los precios de producción de los principales productos agrícolas y subvencionó las semillas, los fertilizantes químicos y la electricidad para alimentar los pozos. La mayoría de los agricultores eran, entonces, agricultores comerciales, aunque algunos lo eran en condiciones coercitivas6. Aunque los beneficios se distribuyeron de forma muy desigual, todos los agricultores comerciales se beneficiaron de mejores condiciones.

Las contradicciones internas eran palpables. Las movilizaciones para elevar los precios de producción eran más probables en el caso de cultivos comerciales como el azúcar, trabajados por agricultores más ricos, que en el de los cereales alimentarios, que habrían elevado el costo de vida de los hogares más pobres que compraban alimentos7. No es raro que no se tomaran en cuenta los intereses de los jornaleros agrícolas, ya que su deseo de salarios más altos habría reducido los beneficios de los pequeños agricultores capitalistas. Los trabajadores dalit entrevistados en el norte de Karnataka, en 2002, consideraban que el KRRS era la organización de quienes los empleaban y oprimían. Se invitaba a los dalit a participar en mítines multitudinarios: los llevaban en tractores y los dejaban frente al escenario. Si se hubieran negado a participar, habrían sido excluidos de los campos y no habrían podido ganar los salarios que necesitaban para sobrevivir.

Los movimientos de las décadas de 1980 y de 1990 estuvieron sometidos bajo la dirección de los sectores dominantes del campo: agricultores capitalistas varones que pertenecían a castas dominantes como la de los jat de Uttar Pradesh, la de los lingayat y los vokkaliga de Karnataka y la de los maratha de Maharashtra8. Las mujeres, los dalit y los jornaleros agrícolas, que generan beneficios con el trabajo de la tierra y el trabajo reproductivo en el hogar, estaban ausentes.

Movimientos en declive

¿Por qué desaparecieron los nuevos movimientos campesinos en la década del 2000? En primer lugar, el enfrentamiento inicial entre los agricultores y el Estado a raíz de la revolución verde se desvaneció con el tiempo, en parte, porque la descentralización fiscal generalizada que tuvo lugar en varios Estados, a principios de la década del 2000, animó a muchos agricultores capitalistas a ocupar escaños en los ayuntamientos y a buscar pequeños contratos de infraestructuras, sobre todo, en los pueblos más secos, donde la agricultura era menos remuneradora9.

En segundo lugar, y de forma más crítica, la alianza de clases se vio fracturada por una creciente diversificación de las actividades económicas: en muchas zonas, los agricultores más acomodados se dedicaron a cultivos de mayor valor o transfirieron sus excedentes a pequeñas empresas agroindustriales, tierras y propiedades, lo que forma parte de una creciente desigualdad de los patrones de acumulación en la India rural10. El interés de los grandes agricultores desapareció y los pequeños agricultores que producían cultivos menos rentables carecían del poder social para organizarse en masa11. Los grados de diversificación siempre han conformado las bases sociales de los nuevos movimientos campesinos: los pueblos en los que los agricultores más acomodados no se habían diversificado hacia el comercio a pequeña escala de insumos y productos agrícolas siempre han generado, como era de esperarse, un frente más unido12, pero, a partir de la década de 1990, las divisiones se generalizaron.

Una tercera razón del debilitamiento del movimiento fue que la mano de obra ya no dependía tanto de los agricultores capitalistas para su subsistencia como para participar en manifestaciones. El acceso a la mano de obra no agrícola mejoró gracias al desplazamiento a las ciudades vecinas y a la migración estacional o temporal a las ciudades, parte de una remodelación más amplia de la dinámica sociopolítica de la India, que se reflejó en una mayor asertividad política entre los dalit13. Estas dinámicas estaban condicionadas por el género, ya que los hombres tenían mayor acceso al trabajo no agrícola y las relaciones de dominación y explotación en las aldeas se feminizaban cada vez más14.

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Hacia una nueva oleada de protestas campesinas

Las bases sociales de los nuevos movimientos campesinos se estrecharon en la década de 1990. Además de las causas estructurales, las divisiones surgieron cuando una u otra facción coqueteó con la política electoral. Los líderes enfatizaron cada vez más la oposición al capital transnacional y a la globalización neoliberal, un enemigo externo que ayudó a enmascarar las fisuras internas. Más fundamentalmente, la globalización neoliberal suponía una amenaza muy real para los agricultores al abrir la puerta para que el capital transnacional se apropiara de una mayor parte del valor que producían. Entonces, como ahora, los agricultores comerciales de la India estaban unidos contra el capital corporativo. Tanto el BKU como el KRRS participaron en redes internacionales contra la globalización neoliberal (como Via Campesina) y lanzaron la operación Cremate Monsanto.

Las contradicciones internas no han desaparecido: la explotación y dominación de los dalit y de otros trabajadores en los campos de Punjab y otros lugares ha continuado, por supuesto.

JONATHAN PATTENDEN

El acercamiento parcial entre el Estado y una parte de los agricultores más ricos se ha ensombrecido por el antagonismo generalizado de las reformas legislativas propuestas. Las contradicciones internas no han desaparecido: la explotación y dominación de los dalit y de otros trabajadores en los campos de Punjab y otros lugares ha continuado, por supuesto. Sin embargo, el Estado y el gran capital, los dos principales objetivos de los nuevos movimientos campesinos, se han acercado más que nunca y han aumentado las posibilidades de resistencia interclasista.

Las nuevas leyes: impacto desigual

¿Cómo iba a acentuar la nueva legislación las contradicciones entre los agricultores, por un lado, y el Estado y el capital transnacional, por otro? La primera de las tres leyes, la Farming Produce Trade and Commerce (Promotion and Facilitation) Act 2020 (en adelante, FPTC Act), pretendía reforzar la posición de los comerciantes privados mediante la desregulación. Según sus términos, el comercio estaría exento de impuestos y los compradores podrían operar sin licencia ni registro15

La consecuencia, no obstante, es la siguiente: los menores costos de transacción socavan el sistema de mercado público16 y la creciente privatización aumenta la volatilidad. Los grandes agricultores pueden negociar la volatilidad de los precios y las diferencias regionales; los pequeños agricultores, en especial, los que se ven presionados por intermediarios para obtener préstamos para comprar insumos, se ven obligados, con frecuencia, a vender en época de cosecha, cuando los precios son bajos, y son especialmente vulnerables a la volatilidad de los precios. Las pérdidas pueden convertirse en intereses a largo plazo y hacer que se hipoteque o venda la tierra.

La capacidad de la FPTC Act para galvanizar una amplia alianza interclasista contra las reformas radica, principalmente, en su desafío al sistema de distribución pública (SDP), que les proporciona a los hogares más pobres cereales alimentarios por una fracción de los precios del mercado libre. Este sistema es esencial para las condiciones materiales de varios cientos de millones de personas17. Si los APMC18 dejaran de funcionar, se interrumpiría el suministro de grano alimentario para el SDP. Lo más seguro sería que el SDP fuera sustituido por transferencias de efectivo de menor valor, algo que el gobierno central desea desde hace tiempo19.

Por su parte, las enmiendas propuestas para la Ley de Productos Básicos Esenciales, probablemente, agravarían el encarecimiento de los alimentos al limitar la regulación de los precios de los productos alimentarios esenciales. Esto les habría dado a los comerciantes, procesadores y exportadores privados más oportunidades de sacarle provecho a los mercados, en parte, mediante el acaparamiento20.

Por último, la Farmers (Empowerment and Protection) Agreement on Price Assurance and Farm Services Act 2020, o Contract Farming Act 2020, pretendía ayudar a las corporaciones agroindustriales a expandir sus operaciones proporcionando un marco nacional uniforme sobre agricultura por contrato que socava la capacidad reguladora de los estados. De este modo, la ley amenazaba con abrumar a los hogares más pobres aumentando aún más el costo de vida, debido a la agricultura por contrato y a la producción orientada a la exportación, lo que redujo la proporción de tierra cultivable de la India destinada a cultivos alimentarios y al mercado hindú. La liberalización de los precios de productos básicos como las semillas oleaginosas, facilitada por la Ley de Productos Básicos (Enmienda), también, podría haber aumentado las posibilidades de cultivar semillas oleaginosas para biocombustibles21, lo que implicaba una reducción mayor del suministro de cereales alimentarios de la India.

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La gran agroindustria habría sido la mayor ganadora de estas medidas al aumentar su cuota del valor producido en el campo hindú a través de la compra, del procesamiento, del almacenamiento, del transporte y de la venta al por menor. Gran parte del aumento de los volúmenes del comercio agrícola internacional habría pasado por los «cuatro grandes» comerciantes mundiales de cereales22. Además, el desarrollo de la agricultura por contrato vinculada con la compra de semillas y productos químicos controlados por las STN habría reforzado su dominio de las cadenas ascendentes de productos básicos.

Si bien es cierto que las STN agroindustriales aumentarán su cuota del valor producido en la agricultura hindú, esto también podría beneficiar a los grandes agricultores, que están mejor equipados para abastecer las ventanas de exportación y que tienen más probabilidades de implicarse en la agricultura por contrato que los pequeños agricultores, que pueden aumentar los costos de transacción. En términos más generales, los cambios legislativos se han concebido para ayudar a los grandes agricultores, que se dedican más a menudo al comercio privado y que tienen modelos de cultivo más diversificados. En Maharashtra, el Shetkari Sanghathana, partidario, desde hace tiempo, de la liberalización, apoyó las leyes porque su base social de agricultores capitalistas, predominantemente, maratha, ocupa posiciones ventajosas en los mercados privados.  

Los cambios legislativos se han concebido para ayudar a los grandes agricultores, que se dedican más a menudo al comercio privado y que tienen modelos de cultivo más diversificados.

JONATHAN PATTENDEN

Esto no quita la antipatía de muchos grandes agricultores de los Estados con mercados públicos más grandes. A muchos grandes agricultores, les gusta adoptar una serie de estrategias de acumulación, que pueden abarcar la horticultura, la agricultura por contrato y la producción segura de cereales con MSP garantizados23. Por lo tanto, incluso aquellos que podrían beneficiarse de la legislación sobre condiciones netas podrían resistirse a ella, ya que no quieren que se restrinjan sus estrategias de acumulación.

La desigualdad geográfica de los hechos se explica, en parte, por el hecho de que no todos los agricultores tienen acceso a los APMC24, ya sea por su región, cultura o clase social. En algunas regiones, los agricultores más pequeños sólo pueden acceder a los APMC a través de poderosos intermediarios vinculados con partidos políticos. Y, en algunos Estados, la proporción de productos agrícolas vendidos a través de los APMC es de una sola cifra. Sin embargo, en Punjab y Haryana, caldo de cultivo de la actual oleada de protestas, la participación en el sistema de contratación pública era elevada. Los pequeños agricultores de estos estados también se beneficiaron, lo que contribuyó a ampliar la alianza25. El análisis de por qué ha habido, relativamente, poca agitación en otros estados con elevadas ventas en los APMC, como Madhya Pradesh, se explica por la larga historia de movimientos de agricultores del Punjab, así como por su proximidad a la capital nacional y por la relativa coherencia de casta y clase de su comunidad agrícola, predominantemente, Jat Sikh. En gran parte del país, las divisiones entre castas son mayores y las jerarquías sociales aún más pronunciadas26, mientras que, en otras regiones, la movilización reciente se ha visto obstaculizada por las relaciones entre patrones y clientes basadas en los partidos. En estos lugares, la acción colectiva es más difícil de poner en marcha y requiere más apoyo externo.

¿Una alianza entre clases sobre el terreno?

La primera oleada de movimientos campesinos remitió como consecuencia de cambios en las relaciones entre los agricultores y el Estado, en las relaciones entre los agricultores y en las relaciones entre los agricultores y los trabajadores. Algunos grandes agricultores se integraron al Estado como asesores; la creciente diversificación de las fortunas de los agricultores y las estrategias de acumulación erosionaron el terreno común y la mano de obra, en la mayor parte de la India, ya no estaba en deuda con los grandes terratenientes como antes por cierto crecimiento del empleo fuera de las aldeas.

Cuando estalló el reciente movimiento de protesta, la dinámica había cambiado. La legislación proempresarial del gobierno había reavivado la antipatía de los agricultores hacia el Estado y había acentuado las contradicciones entre los pequeños agricultores y el gran capital agroindustrial. La mayoría de los agricultores hindúes no sólo no han podido acumular dinero con la agricultura, sino que tampoco han podido llegar a fin de mes y se han visto obligados a aceptar otras formas de autoempleo y trabajo asalariado en calidad de «clases trabajadoras»27. La mayoría de los agricultores pobres tenían más en común con los trabajadores sin tierra que con los agricultores capitalistas, en especial, durante la pandemia de Covid-19.

La mayoría de los agricultores pobres tenían más en común con los trabajadores sin tierra que con los agricultores capitalistas, en especial, durante la pandemia de Covid-19.

JONATHAN PATTENDEN

Un estudio de Navsharan Singh sobre la política agraria en algunas zonas del Punjab destaca tres movimientos que enfatizan la interacción de los antagonismos de clase, casta y género a través de sus luchas por el acceso de los dalit a las tierras comunales, contra la violación de mujeres dalit y por una indemnización por los suicidios de pequeños agricultores y jornaleros28. En 2013, se creó el comité Zameen Prapti Sangharsh («Comité de Recuperación de Tierras») para que los dalit pudieran reclamar las tierras comunales que les están reservadas desde 1961. La tierra comunal tiene importancia sociopolítica y socioeconómica: les permite a los trabajadores dalit cultivar forraje y alimentos, apacentar su ganado e ir al baño sin verse obligados a soportar el acoso sexual ni la violencia de la casta dominante. La atención a la tierra forma parte de una larga tradición de movimientos agrarios que buscan una reforma agraria redistributiva para los pequeños agricultores y los sin tierra31. En 2014, el Punjab Khet Mazdoor Union («Sindicato de Trabajadores Agrícolas del Punjab») y el BKU-Ekta Ugrahan se movilizaron juntos para proteger las tierras comunes, para exigir tierras familiares e indemnizaciones por las tierras de las que se habían apropiado y por los suicidios de pequeños agricultores y trabajadores sin tierra (estos últimos representan el 39 % de los suicidios en dos distritos)32. El Farmer-Worker Suicide Victim Farmers Committee (Kisan Majdoor Khudkushi Peerat Parvar), una alianza de pequeños agricultores, trabajadores agrícolas y personas sin tierra, participó en las protestas33. A finales de 2020, se informó un aumento de la participación de mujeres en las protestas en Delhi, sobre todo, de pequeñas agricultoras y jornaleras34. Como principales proveedoras de mano de obra reproductiva en los hogares rurales hindúes, las mujeres sienten, más que nadie, la «presión de la mera reproducción». El propio proceso de movilización refuerza los lazos y las solidaridades y une a todos aquellos cuyo excedente de mano de obra está monopolizado.

En la aldea de Matoi, las mujeres dalit han liderado la lucha contra la enajenación de tierras comunales y la violencia sexual. Cuando los granjeros jat dominantes tomaron represalias, una mujer dalit dijo: «No tengo miedo… Tenemos retretes en casa; mi hermano trabaja en Malerkotla como jornalero ocasional y mi padre recoge forraje verde de sus amigos musulmanes. No necesitamos a esa gente [los terratenientes jat]. Nunca los necesitaremos»35. Esta menor dependencia es la clave de la aparición y del mantenimiento de luchas antipatriarcales entre clases y castas.

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Todos los agricultores comerciales de las regiones en disputa, incluidos los pequeños agricultores, se benefician de los MSP y de los APMC. Lo mismo ocurrió con la primera oleada de NFM, que se centraba en mejorar las condiciones comerciales. 

Sin embargo, la cuestión era si los movimientos agrarios podían estar dirigidos por una alianza de pequeños agricultores y trabajadores sin tierra, en lugar de por pequeños agricultores capitalistas. Como antes, la mayoría de las organizaciones agrarias están dominadas por los agricultores más acomodados, pero ha aumentado la participación de los jornaleros agrícolas y de los sin tierra y algunas de las organizaciones más grandes han incluido las reivindicaciones de las clases trabajadoras más que antes36: una decisión pragmática, dado que el Punjab tiene la mayor proporción de dalit de todos los estados (más de un tercio), pero que, también, refleja las crecientes convergencias entre los pequeños agricultores y las clases trabajadoras37. Las zonas rurales del Punjab se caracterizan por niveles relativamente altos de angustia agraria: la deuda, el estrés ecológico, el control cada vez más desigual de la tierra y la presión sobre los salarios están cobrando factura38.

Estas dinámicas están presentes en otros Estados sin que se hayan galvanizado las organizaciones interclasistas/de castas. La capacidad de las castas para debilitar las alianzas potenciales de los trabajadores sin tierra y los jornaleros agrícolas no ha disminuido en la mayoría de los contextos, a pesar del debilitamiento de las formas tradicionales de vínculos entre capital y trabajo debido a los desplazamientos. Durante una oleada inicial de protestas campesinas, el KRRS contó con el apoyo de los agricultores que oscilaban entre pequeños excedentes y déficits, pero los agricultores que trabajaban habitualmente como jornaleros sólo apoyaban al KRRS si eran lingayat o vokkaliga39. En la actualidad, los obstáculos para la aparición de alianzas entre clases y castas no dejan de ser significativos, por no hablar de la aparición de organizaciones dirigidas por trabajadores agrícolas y personas sin tierra. Las divisiones entre castas, las relaciones sociales verticales y la manipulación política siguen estando muy extendidas. Las restricciones de la simple reproducción también limitan la capacidad de acción política. Sin embargo, las manifestaciones de 2020-21 pusieron de manifiesto el enorme potencial de este proceso de cambio. Las condiciones objetivas están ahí: la mayoría de los agricultores son, también, trabajadores que comparten los mismos intereses en términos de salarios y tierras. Al amenazar los intereses de los pequeños agricultores (aquellos que siguen viviendo, principalmente, de la tierra, pero que no suelen acumular), la legislación propuesta ha ampliado aún más esta alianza potencial e, incluso, ha integrado parte del pequeño capital agrario.

La India rural estuvo dominada, durante mucho tiempo, por terratenientes que participaron en el robo imperial de la riqueza del país. En las décadas de 1980 y 1990, se podría decir que estaba dominada por los pequeños agricultores capitalistas. Hoy, hay indicios de que la mayoría rural, que depende de la producción de pequeños bienes y de mano de obra, se está dando cuenta de lo que tiene en común. Aunque el capital transnacional y su vanguardia nacionalista hindú no puedan mantenerse a raya durante mucho tiempo, la visión de su futuro declive puede cristalizarse y hacerse realidad un día no muy lejano. Mientras los sectores más poderosos de la sociedad hacen todo lo posible por mantener su propia unidad, por cooptar y por dividir a las «clases bajas», poco pueden hacer cuando los sectores medios de la sociedad se alían contra ellos con los de abajo.

Notas al pie
  1.  Pattenden, Jonathan (2016) : Labour State and Society in Rural India : A Class-Relational Approach. Manchester : Manchester University Press.
  2. Bernstein, Henry (2006) : ‘Is There an Agrarian Question in the 21st Century ?’ Canadian Journal of Development Studies 27 (4) : 449–60.
  3. Banaji, Jairus. 1994. ‘The Farmers’ Movements : A Critique of Conservative Rural Coalitions’. The Journal of Peasant Studies 21 (3–4) : 228–45 ;  Nadkarni, M V. (1987) : Farmers’ Movement in India. Bombay : Allied.
  4. Véase por ejemplo sobre el movimiento del Telangana: Alavi, Hamza (1973) : ‘Peasants and Revolution’. In Imperialism and Revolution in South Asia, edited by K Gough and H Sharma. New York : Monthly Review Press.
  5. La Karnataka Rajya Raitha Sangha es una organización agraria antiglobalización fundada en la década de 1980 por Mahantha Devaru Nanjundaswamy.
  6. Bharadwaj, Krishna (1985) : ‘A view on commercialisation in Indian agriculture and the development of capitalism’. Journal of Peasant Studies 12(14):7-25
  7. Por ejemplo, Nadkarni, (1987), op. cit.
  8. Ibid.
  9. Pattenden, Jonathan (2016), op. cit.
  10. Lerche, Jens (2014) : ‘Regional Patterns of Agrarian Accumulation in India’. In Indian Capitalism in Development, edited by Barbara Harriss-White and Judith Heyer. London : Routledge.
  11. Pattenden, Jonathan  (2006) : The Political Economy of Social Movement : The Karnataka State Farmers Association, The Anti-Globalisation Movement and Dynamics of Social Transformation in Rural South India. Unpublished PhD thesis, SOAS University of London.
  12. Banaji, Jairus (1994), op. cit.
  13. Karnataka Agriculture Price Commission (2016) : Decadal Shift in Cropping Pattern in Karnataka Research Report July 2016
  14. Corta, Lucia da, et Davuluri Venkateshwarlu (1999) : ‘Unfree Relations and the Feminisation of Agricultural Labour in Andhra Pradesh, 1970–95’. Journal of Peasant Studies 26 (2–3) : 71–139.
  15. Hussain, Siraj (2020) : ‘What Will the End of the Road for APMCs Look Like ?’ The Wire, 8 June 2020.
  16. Rawal, Vikas, Suvidya Patel and Jesim Pais (2020) : ‘The Political Economy of Agricultural Market Reforms : An Analysis of the Farmers’ Produce Trade and Commerce (Promotion and Facilitation) Act, 2020’. SSER Monograph 20/4. New Delhi : Society for Social and Economic Research.
  17. Drèze, Jean, and Amartya Sen (2013) : An Uncertain Glory : India and Its Contradictions. Princeton, New Jersey : Princeton University Press.
  18. Los APMC (Comités de Mercados de Productos Agrícolas) son consejos de comercialización creados por los gobiernos de los Estados indios para proteger a los agricultores de la explotación de los grandes minoristas y garantizar que la diferencia entre los precios en la explotación y los precios al por menor no alcance niveles excesivamente altos. Los APMC están regulados por los Estados, que aprueban una Ley de Regulación de la Comercialización Agrícola (APMR).
  19. GoI (2015) : ‘Report of the High-Level Committee on Reorienting the Role and Restructuring of Food Corporation of India’. New Delhi.
  20. Sarkar, Biplab and Soham Bhattacharya (2020) : ‘Who Will Pay the Price ?’ Frontline, 23 October 2020.
  21. Shrimali, Ritika in conversation Noaman Ali 2020. Podcast EP13 – Political Economy of Farmer Protests in India ft. Ritika Shrimali | Listen Notes, recorded 15th December 2020, accessed 17thFebruary 2021.
  22. Bunge, Cargill, ABD and Louis Dreyfus.
  23. El precio mínimo de apoyo (PMS) es una señal de precio consultiva que forma parte de un conjunto más amplio de políticas agrícolas en ciertas regiones de la India. Este precio de apoyo informal (en contraposición al precio de compra o de emisión) es recomendado por el gobierno y pretende garantizar al agricultor un beneficio mínimo por la cosecha al tiempo que refuerza la seguridad alimentaria en el país.
  24. Por ejemplo, las compras de arroz y trigo representan por término medio el 40% del excedente comercializado, mientras que las de cereales secundarios no llegan al 5%.
  25. Sinha, Shreya (2020) : ‘The Agrarian Crisis in Punjab and the Making of the Anti-Farm Law Protests’. The India Forum.
  26. Harriss, John (1999) : Comparing Political Regimes across Indian States : A Preliminary Essay. Economic and Political Weekly, 34(48), 3367-3377.
  27. Bernstein, Henry (2006) : ‘Is There an Agrarian Question in the 21st Century ?’ Canadian Journal of Development Studies 27 (4) : 449–60.
  28. Singh, Navsharan (2017) : ‘Writing Dalit Women in Political Economy of Agrarian Crisis and Resistance in Punjab’. Sikh Formations 13 (1–2) : 30–47.
  29. Interview with Vijoo Krishnan, Joint Secretary of the All India Kisan Sabha. Última visita el 14 de junio de 2023.29

    Otras dos organizaciones y su colaboración periódica dan testimonio de «nuevas solidaridades y alianzas políticas de los oprimidos»30Singh, Navsharan (2017), op. cit., p. 30

  30. Padhi, Ranjana (2012) : Those Who Did Not Die : Impact of the Agrarian Crisis on Women in Punjab. New Delhi : SAGE Publications.
  31. Toor, Sangeet (2020) : ‘Caught between Debt and Landlessness, Punjab’s Protesting Women Assert Fight for Rights’. The Caravan, 2020.
  32. Ibid.
  33. Singh, Navsharan (2017), op. cit., p. 35.
  34. Sinha, Shreya (2020), op. cit.
  35. Grover, D K, Sanjay Kumar, Jasdev Singh and J M Singh (2016) : ‘Farmer Suicides in Punjab : Causes and Suggestions’. AERC study 40. Ludhiana : Agro-Economic Research Centre, Department of Economics and Sociology, Punjab Agricultural University, Ludhiana.
  36. Singh, Navsharan (2017), op. cit., p. 40.
  37. Pattenden, Jonathan  (2006), op. cit.