Cuando le preguntaron qué le venía a la mente cuando pensaba en Alemania, la excanciller Angela Merkel respondió una vez: «Pienso en ventanas herméticas. Ningún otro país puede construir ventanas tan herméticas ni tan bellas”.

La anécdota resume, sobre todo, una cosa: lo esencial que es la economía para la identidad de la Alemania moderna. Con una historia tan manchada y una literatura y música en alemán tan austriacas y suizas como alemanas, la Alemania posterior a 1945 siempre careció de una concepción cultural clara, además de una concepción histórica positiva de sí misma. La salvación vino de su economía.

Los bienes que produce Alemania, como estas ventanas de calidad, no son lo único que le ha dado al país una forma legítima de reconocimiento mundial y una fuente inmaculada de orgullo. También,  es la manera única en la que Germany Inc. opera como un conjunto capitalista-corporativista bien funcional, en el que líderes sindicales y directores ejecutivos elaboran estrategias sobre EBITDA en lugar de gritarse unos a otros. El conservadurismo fiscal y la política monetaria agresiva son lo que le permitió a la República Federal dominar la alta inflación de los años 70 y 80 mejor que el resto de Europa1, que Estados Unidos y que su entonces hermano comunista, la República Democrática Alemana (RDA).

Con una historia tan manchada y una literatura y música en alemán tan austriacas y suizas como alemanas, la Alemania posterior a 1945 siempre careció de una concepción cultural clara, además de una concepción histórica positiva de sí misma.

JOSEPH DE WECK

Y la economía no sólo es el actor central del roman national de Alemania, sino, también, el medio que le ha permitido alcanzar sus principales objetivos internos y geopolíticos. Alemania es el mayor contribuyente financiero de la Unión Europea, esa organización diseñada, inicialmente, por París para mantener a raya a la Alemania posnazi, pero que, ahora, se ha convertido en una confederación de 27 países que ha logrado que la guerra entre sus miembros sea casi impensable. En casa, la política alemana puede confiar en esta potencia económica para cargar con hazañas históricas. Apenas 40 años después de la reunificación alemana, los Länder que formaban la RDA son, ahora, más ricos que el norte de Francia2. Aunque, en 2015, el país acogió a un millón de refugiados sirios y, en 2022, a otro millón de ucranianos, la tasa de desempleo alemana, del 5.6 %, está muy por debajo del promedio estadounidense o de la Unión Europea3.

Sin embargo, una economía sólo puede sostener una identidad nacional mientras se mantenga fuerte. Cuando el desempleo en Francia es alto, los franceses aún cuentan con el mito revolucionario de 1789 o con su arma nuclear. Cuando Grecia está al borde de la ruina, los griegos aún tienen a Platón y olivos. Cuando Estados Unidos bordea otra crisis financiera, aún quedan el sueño americano y Beyoncé. No obstante, ¿qué ocurre en una «economía en busca de una raison d’être política», como el historiador Werner Abelshauser describió, una vez, a Alemania, si su PIB deja de crecer de repente4? Estamos a punto de averiguarlo.

La economía alemana se está quedando sin fuelle y no sólo por culpa del COVID o porque el presidente ruso Vladimir Putin haya cerrado el grifo del gas. Y, junto a su malestar económico, o, quizás, debido a él, el país vive un terremoto político. La riqueza de Alemania, su ejemplar democracia parlamentaria y sus grandes esfuerzos por lidiar con su historia nazi ya no mantienen a raya a los partidos nativistas. Tras dos años de gobierno del canciller Olaf Scholz, el ultraderechista Alternative für Deutschland (AfD) supera el umbral del 20 % en las encuestas5.

La proa del AfD, Alexander Gauland, dice cosas como lo siguiente: «Hitler y los nazis no son más que una embarrada de popó de pájaro en más de 1000 años de exitosa historia alemana»6. El partido quiere que el país salga de la unión monetaria del euro, al mismo tiempo que exige que la Unión adopte el alemán como tercera lengua principal de trabajo junto al inglés y el francés7. El AfD se opone al suministro de armas a Ucrania8. Dividido sobre si Alemania debe abandonar la OTAN, el partido está de acuerdo en que todas las tropas estadounidenses abandonen el país y en que se cierre la base aérea Rammstein9. El partido también niega que el hombre haya provocado el cambio climático  y exige y defiende que, «como tercer mayor contribuyente para la ONU», Alemania tenga un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Cuando el desempleo en Francia es alto, los franceses aún cuentan con el mito revolucionario de 1789 o con su arma nuclear.

JOSEPH DE WECK

A pesar del programa radical del AfD, los políticos conservadores tradicionales de la Democracia Cristiana (CDU) de Angela Merkel, al Este del país, están cada vez más indecisos sobre si deben seguir marginando a la extrema derecha o, por el contrario, empezar a trabajar con ella. 

Estamos viviendo el fin del excepcionalismo alemán. La economía es frágil, mientras que la política se está volviendo tan imprevisible como la de Francia o Austria. En resumen, Alemania se está incorporando a la corriente dominante europea. Y eso significa que se avecinan problemas.

Die Energie

Esta primavera, los titulares de periódicos de Berlín y de Frankfurt trajeron un montón de malas noticias. A finales de 2022, Alemania entró en una recesión técnica que duró, al menos, hasta la primavera de 2023 y aún puede continuar. Sin embargo, por malo que sea, el panorama a largo plazo es aún peor. La República Federal fue el único gran miembro de la zona euro cuya economía aún no se ha recuperado totalmente a los niveles anteriores a la pandemia. De hecho, el PIB alemán está prácticamente estancado desde 2018.

Si se le pregunta a Berlín de quién es la culpa, parece que sólo hay una respuesta. Con una producción industrial todavía un 5 % inferior a los niveles anteriores a la pandemia, los fabricantes alemanes ya no son competitivos10. El culpable, según la mayoría de los políticos, son los altos precios de la energía.

El AfD y la extrema izquierda Linke, los dos partidos alemanes apologistas de Putin y antinorteamericanos, sienten nostalgia por el gas ruso barato, mientras que la CDU, de centroderecha en la oposición, y los proempresariales de la Democracia Libre (FDP), en el gobierno, culpan a los Verdes por insistir en desactivar las últimas centrales nucleares del país esta primavera. 

El canciller Olaf Scholz y su ministro de Hacienda, Christian Lindner, no quieren imprimir más deuda después de tres años de gasto deficitario para luchar contra la pandemia ni para aumentar el presupuesto de defensa ni para subvencionar los precios de la energía para los consumidores.

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Para evitar la desindustrialización, los Verdes proponen destinar 30000 millones de euros hasta 2030 para limitar el precio de la electricidad para industrias que consumen mucha energía, como la química y la automovilística11. No obstante, esto dista mucho de la realidad política: el canciller Olaf Scholz y su ministro de Hacienda, Christian Lindner, no quieren imprimir más deuda después de tres años de gasto deficitario para luchar contra la pandemia ni para aumentar el presupuesto de defensa ni para subvencionar los precios de la energía para los consumidores.

Die Exporte

Sin embargo, echarle la culpa a los precios de la energía demuestra poco criterio. Berlín bien podría decidir impulsar la inversión en energías renovables, como lo hace el gobierno de coalición de Scholz, o cancelar el adelanto de cinco años de la salida de la electricidad producida con carbón, como planeaba, inicialmente, el gobierno de Scholz, pero los altos precios de la energía no son el único lastre para la economía. Los precios alemanes de la energía fueron significativamente superiores al promedio europeo durante, al menos, una década12. De hecho, el gas ruso nunca fue barato en realidad, sobre todo, si se compara con el fracking gas de Estados Unidos.

Si Alemania dejó de ser el motor de crecimiento de Europa antes de que la guerra de Rusia contra Ucrania provocara un repunte de los precios de la energía, se debe a que Alemania se está quedando sin mercados de crecimiento para sus exportaciones; esto, por dos razones.

De hecho, Alemania registra un déficit comercial de bienes con otros miembros de la Unión desde 2020.

JOSEPH DE WECK

En primer lugar, cuando el excanciller Gerhard Schröder recortó drásticamente los beneficios de desempleo y creó un sector de bajos salarios para recuperar la competitividad de las exportaciones, en la década del 2000, los exportadores alemanes aumentaron sus cuotas de mercado en todo el continente. Sin embargo, ahora, muchos países europeos, desde Francia a Italia, han imitado las famosas reformas de la Agenda 2010 de Schröder. Los costos laborales unitarios de Alemania ya no son inferiores a los de otros países. Así pues, los exportadores alemanes se enfrentan, ahora, a una competencia más dura dentro de la Unión, que sigue siendo, por mucho, su mayor mercado de exportación si se considera como un bloque. De hecho, Alemania registra un déficit comercial de bienes con otros miembros de la Unión desde 2020.

En segundo lugar, los productos «made in Germany» también tienen dificultades para encontrar nuevos clientes fuera de la Unión.

Las exportaciones a China se han mantenido prácticamente estancadas desde mediados de 2015, como señaló Brad Sester, del Council on Foreign Relations13. Y, ahora, parece que las exportaciones alemanas a su cuarto mayor mercado podrían, incluso, empezar a caer14. Las exportaciones alemanas de automóviles al PRC descendieron un 24 % en los tres primeros meses de 2023 en comparación con el mismo periodo de 2022. A medida que la economía estatal china asciende en la cadena de valor, ya no necesita tanto a Alemania. Esto es muy positivo para el presidente Xi Jinping, cuyo objetivo declarado es recuperar Taiwán algún día y que, por lo tanto, quiere proteger a China de sanciones desvinculándose de la industria europea.

Hay más malas noticias. Las empresas alemanas no sólo están perdiendo cuota de mercado en China. Como demuestra el caso de la industria automovilística, los vehículos eléctricos (VE) chinos también se están convirtiendo en un serio problema para las marcas alemanas en su mercado nacional y en la Unión.

Para colmo, Washington se está volviendo más proteccionista bajo el mandato de Joe Biden. Puede que Donald Trump haya abandonado la Casa Blanca, pero el objetivo declarado de la Inflation Reduction Act  (IRA) es poner a «América primero». Dejando a un lado las discusiones sobre la dependencia comercial de Alemania con respecto a China, Estados Unidos es el segundo mercado de Alemania, por mucho, después de la Unión, con un 8.8 % de sus exportaciones15.

Das Geld

¿Qué puede hacer Berlín?

Scholz puede intentar negociar nuevos acuerdos comerciales con la India y con países latinoamericanos, pero no puede recuperar la China de los años 2000, recién abierta al mundo y ávida de bienes de consumo y capital alemanes. Alemania podría imitar a Pekín y a Washington y volverse proteccionista a medida que empeoren sus condiciones comerciales, pero podría resultar contraproducente. Al fin y al cabo, el país sigue registrando un superávit comercial global.

Las exportaciones alemanas de automóviles al PRC descendieron un 24 % en los tres primeros meses de 2023 en comparación con el mismo periodo de 2022.

JOSEPH DE WECK

¿O nos estamos acercando, por fin, al momento en el que el canciller Scholz anuncie, también, un Zeitenwende económico? A medida que la dependencia de las exportaciones de Alemania se convierte en un problema con pocas soluciones positivas, Berlín podría, finalmente, necesitar  gastar más. Impulsar la inversión no sólo fomentaría la demanda interna ni sólo reequilibraría la economía hacia los servicios, sino que, también, le permitiría a la industria pasar a sectores de mayor valor añadido que puedan permitirse pagar mejores salarios.

Para los macroeconomistas, que le atribuyen la obsesión exportadora de Alemania y China a todo tipo de peligros económicos –como el exceso de ahorro mundial, que muchos consideran la raíz de la crisis financiera mundial de 2008–, este escenario es una especie de sueño húmedo.

Es cierto que la política fiscal alemana ya es relativamente laxa en comparación con la historia reciente del país. Scholz está dispuesto a sacar la chequera para atraer inversiones que van desde los sectores de biotecnología hasta los de semiconductores. Sin embargo, el dogma de presupuestos equilibrados y de la percepción de que hay que evitar el endeudamiento sigue profundamente arraigado en las mentes de políticos y votantes alemanes.

En general, no hay sensación de urgencia. El desempleo aún es bajo. Paseando por Mannheim, los estudiantes disfrutan de helado en forma de espagueti, la especialidad local, a 5.80 euros, mientras que la destartalada calle Ku’damm de Berlín se parece cada vez más a la cuidada Avenue Montaigne de París.

No obstante, si Scholz no está preparado para un verdadero Zeitenwende económico, es probable que Alemania vaya a la zaga del crecimiento europeo durante los próximos años; tal vez Alemania siga atravesando, gradualmente, la desindustrialización provocada por el choque con China que el resto del mundo desarrollado experimentó en la década del 2000. Es posible que sea mucho más repentino. Con los vehículos eléctricos chinos que inundan el mercado automovilístico europeo, por ejemplo, el sector industrial más importante de Alemania se encuentra bajo una amenaza real e inmediata.

Die Politik

No sólo la economía alemana se enfrenta a un futuro incierto. Su sistema político está experimentando rápidos cambios tectónicos mientras se une a la corriente dominante europea.

Cada vez más gobiernos de toda Europa están dirigidos por partidos de derecha: Italia, Suecia, Finlandia, Austria y, pronto, posiblemente, también España. En todos estos países, el centro-derecha ya no tiene reparos en colaborar con la extrema derecha. Y, ahora, Alemania, cuyo esfuerzo por enfrentarse a su historia fascista nazi parecía inocular a sus políticos de tener que lidiar con un gran partido de extrema derecha, también es presa del populismo y del nacionalismo.

Los socialdemócratas, los Verdes y el partido liberal están en pugna constante. Para los alemanes, el sello distintivo de un buen gobierno es «Ruhe und Ordnung«: «calma y orden». La coalición, en permanente disputa por todo, no proporciona ni lo uno ni lo otro.

JOSEPH DE WECK

El AfD ha subido hasta el 20 % en las encuestas nacionales, el doble de su resultado en las elecciones parlamentarias de 2021. Sólo en los sondeos, ya es el segundo partido más grande de Alemania tras la CDU16.

El partido aprovecha el descontento de los ciudadanos por la crisis energética, la inflación, el aumento de la inmigración y la participación alemana en la guerra de Ucrania. La desordenada agenda del gobierno de Scholz tampoco ayuda. Los socialdemócratas, los Verdes y el partido liberal están en pugna constante. Para los alemanes, el sello distintivo de un buen gobierno es «Ruhe und Ordnung«: «calma y orden». La coalición, en permanente disputa por todo –desde los sistemas de calefacción de gas hasta el trato con China–, no proporciona ni lo uno ni lo otro.

Sin embargo, sería un error atribuirles el éxito del AfD únicamente a una coalición discutidora, a Ucrania y a los actuales vientos en contra de la economía. Siempre ha habido un arco que se extiende desde Baden-Württemberg, en el suroeste de Alemania, pasando por Bavaria, en el sureste, hasta Mecklenburg-Vorpommern, en el noreste, donde el electorado es sensible a la derecha nacionalista. En la década de 1990, por ejemplo, el Republikaner, un partido que hacía campaña con políticas contra refugiados, contra Estados Unidos y contra la Unión, ganó fácilmente el 10 % en las elecciones de Baden-Württemberg, el tercer estado más grande de Alemania.

Las próximas elecciones nacionales están previstas hasta otoño de 2025, pero, como los estados orientales de Turingia y Sajonia celebrarán elecciones estatales el año que viene, la CDU no podrá eludir la cuestión de si debe trabajar con la extrema derecha durante mucho más tiempo. El AfD lidera las encuestas en ambos estados. El líder nacional de la CDU, Friedrich Merz, dice que rechaza trabajar con el AfD, pero, en Berlín, muchos temen que las ramas locales de la CDU en Turingia y Sajonia decidan hacerlo de todos modos. Merz no puede impedirlo si no quiere arriesgarse a dividir el partido en dos17.

Die Zukunft

Alemania se está uniendo a la corriente dominante europea; su clase política está luchando para contrarrestar el creciente apoyo de la extrema derecha y una economía que ya no es la mejor de su clase. Y puede que el AfD tenga una mayor trayectoria. Si el crecimiento sigue estancado, la economía no funcionará como sustituto de la insegura identidad histórica y política de Alemania, lo que puede avivar aún más las llamas del espectacular ascenso del AfD.

Es un problema para el propio país, pero, también, para la Unión. Cuando el antecesor del bloque, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, vio la luz en los años 50, su razón de ser era domesticar a Alemania y estabilizar el continente con ella. Más tarde, la propia Unión empezó a depender de Alemania como su propia ancla. La economía alemana era lo bastante fuerte como para ayudar a financiar el proyecto europeo. Con unos partidos de extrema derecha débiles y un sentimiento antieuropeo moderado, sus políticos fueron, con frecuencia, lo bastante previsores como para darse cuenta de que el avance de la Unión rondaba el interés nacional de Berlín.

Ya no es un hecho. Ya hoy, el AfD está forzando la política alemana hacia la derecha, lo que empuja a Berlín a convertirse en un socio cada vez menos confiable en Europa.

Visiblemente nervioso, Merz pidió que se reintrodujeran controles sistemáticos de pasaportes en la frontera con otros miembros de la Unión para rechazar a inmigrantes, a pesar de que su CDU fue, en su día, el adalid de Schengen, la política de la Unión para eliminar el cruce de fronteras y permitir viajar sin pasaporte por todo el continente.

Por su parte, el gobierno de Scholz sorprendió a Bruselas al torpedear, en el último minuto, la decisión de prohibir la venta de autos con motor de combustión en Europa a partir de 2035. La medida minó la reputación de Berlín como socio negociador honesto y digno de confianza, pero la pequeña FDP, principal artífice de ello, recibió un impulso muy necesario en las encuestas.

Esto no es de extrañarse si se tiene en cuenta que, entre las grandes naciones europeas, los alemanes son los que menos están dispuestos a cambiar a un auto eléctrico ni a reducir el consumo de carne ni a pagar por el aislamiento de sus hogares para salvar el clima, según muestran las encuestas. El ascenso del AfD también se explica por una reacción contra una agenda climática progresista en un país cuya población no quiere cambiar su estilo de vida. Parece que Alemania está abocada a dejar de ser la campeona de la transición climática del continente.

Por último, con el ascenso del AfD, parece probable que disminuya la disposición de Alemania a gastar más para sí misma y para la Unión. El partido está tratando de apelar a la imagen burguesa repitiendo como un loro la narrativa dominante de una política fiscal «responsable». Esto ha empujado al FDP, pero, también, al canciller, a redoblar el recorte de gastos en todos los ámbitos políticos, excepto en defensa. En la Unión, Berlín ha endurecido su postura sobre la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, sobre las normas de endeudamiento de la Unión. El ministro de Finanzas, Christian Lindner, intenta hablar con dureza e, incluso, amenaza con paralizar la reforma. 

El AfD está tratando de apelar a la imagen burguesa repitiendo como un loro la narrativa dominante de una política fiscal «responsable».

JOSEPH DE WECK

Un proverbio alemán dice: «Primero, las cosas siempre suceden de otra manera y, después, como uno piensa». Durante una década, los expertos especularon que Francia, liderada por Marine Le Pen, sería la que sometería el proyecto europeo a su mayor prueba de resistencia. Resulta que el bólido alemán puede atravesar Francia en su persecución.

Si, algún día, el AfD accede realmente al gobierno nacional, no podrá hacerlo por sí solo y el partido tendrá que ceder en sus propuestas políticas radicales, como el cierre de la base militar estadounidense de Rammstein, pero, ¿la Unión puede funcionar sin una Alemania que está pasando de ser el ancla económica y política de la Unión a una fuente de su inestabilidad?

Schau’n mer mal. Ya veremos.

Notas al pie
  1. The “Great Inflation” – Lessons for monetary policy, Banco Central Europeo, mayo de 2010.
  2. GDP per capita in EU regions, 2019, Eurostat, febrero de 2021.
  3. Según la base de datos de la OCDE.
  4. En su libro Deutsche Wirtschaftsgeschichte seit 1945, beck´sche Reihe 1587, Munich, 2004.
  5. Consulte los resultados detallados de las encuestas más recientes aquí.
  6. « AfD chief : Nazi era a ‘speck of bird poop’ in German history », AP News, 2 de junio de 2018.
  7. Véase el programa del AfD en su página web oficial.
  8. Maximilian Beer, « AfD will Ukraine-Politik neu verpacken : Keine „plumpen, antiamerikanischen Reflexe“ », Berliner Zeitung, 30 de marzo de 2023.
  9. « AfD will Nato-Diskussion meiden », Der Spiegel, 28 de abril de 2023.
  10. « German industrial production remains weak in April », ING, 7 de junio de 2023.
  11. « Habeck will Strompreis für Industrie mit bis zu 30 Milliarden Euro verbilligen », Welt, 5 de mayo de 2023.
  12. « Strompreise Europa : Was Strom 2023 in der EU kostet. », Strom Report.
  13. Véase su tweet del 29 de octubre de 2022.
  14. Außenhandel – Ranking of Germany’s trading partners in foreign trade, Statistisches Bundesamt, 13 de junio de 2023.
  15. German foreign trade in figures, Santander.
  16. Sonntagsfrage Bundestagswahl, Wahlrecht, última actualización el 18 de junio de 2023.
  17. « Merz will keine Zusammenarbeit mit der AfD », Süddeutsche Zeitung, 5 de junio de 2023.