Para comprender el pasado de la India y, más aún, para vislumbrar su futuro, hay que entender que el empleo es la cuestión clave. Los buenos empleos son la esencia del desarrollo económico, críticos para el bienestar y la dignidad humana. También, son la interfaz entre la economía y la política del descontento social.

En 2019, 12.5 millones de jóvenes hindúes, casi todos con título universitario, solicitaron 35000 puestos de trabajo como administradores, cronometradores y jefes de estación en los ferrocarriles hindúes. En otras palabras, por cada persona que conseguiría un empleo finalmente, 350 se quedarían fuera. Más de dos años después, en enero de 2022, los solicitantes de empleo incendiaron vagones y destrozaron propiedades porque las autoridades ferroviarias eran incapaces de cumplir sus escasas promesas de contratación. La triste realidad es que, para emplear a todos los hindúes en edad de trabajar, la economía necesitaría crear 200 millones de puestos de trabajo en la próxima década: un objetivo inalcanzable tras la última década de descenso de las cifras de empleo1

El problema no es nuevo. Desde la independencia, la economía hindú ha producido muy pocos puestos de trabajo. Para más del 80 % de los hindúes, el empleo informal se ha convertido en la red de seguridad, donde los trabajadores permanecen inactivos durante largos periodos de tiempo, con salarios por debajo o apenas por encima del umbral de pobreza. La desmonetización de 2016, un impuesto sobre bienes y servicios mal ejecutado en 2017 y el COVID en 2020 y 2021 han asestado duros golpes al sector informal sin crear nuevas opciones. De hecho, el desarrollo tecnológico ha acelerado la destrucción de empleo, en especial, en el comercio minorista y mayorista, de modo que cada vez más hindúes, simplemente, han dejado de buscar trabajo.

Desde la independencia, la economía hindú ha producido muy pocos puestos de trabajo. Para más del 80 % de los hindúes, el empleo informal se ha convertido en la red de seguridad, donde los trabajadores permanecen inactivos durante largos periodos de tiempo, con salarios por debajo o apenas por encima del umbral de pobreza.

ASHOKA MODY

Ante este pesimismo reinante, muchos expertos y líderes voltean al pasado para celebrar las elevadas tasas de crecimiento del PIB de la India en las décadas de 1990 y 2000 y extraer esperanzas de ellas. Sin embargo, este celebrado crecimiento fue el resultado de un comercio mundial excepcionalmente dinámico, de un uso desenfrenado de los recursos naturales y de una burbuja financiera y de construcción a nivel nacional. Incluso mientras los hindúes ricos acumulaban una riqueza asombrosa, la creación de empleo siempre era escasa. Y, aunque las peores formas de pobreza han disminuido, siguen afectando a más del 20 % de los hindúes. El 40 % de ellos vive en condiciones precarias, con riesgo de volver a caer en la pobreza en cualquier momento. El hindú promedio solía vivir en esta zona vulnerable –y, si se puede discernir algo a través de la niebla de datos que mantiene el gobierno, todavía lo hace-.

El problema, que no ha cambiado en los años transcurridos desde la independencia, ha sido la falta de bienes públicos para el progreso compartido: educación, salud, ciudades funcionales, aire y agua limpios y un sistema judicial receptivo y justo. Además de la falta de empleo, la ausencia o mala calidad de los bienes públicos hace que la realidad que viven muchos hindúes sea una lucha bajo la amenaza constante de la humillación y la violencia.

Los problemas de la India son profundos: no hay solución rápida política ni tecnológica. Desde la independencia, en 1947, la política y la sociedad hindúes han sufrido un deterioro en cascada de las normas y de la responsabilidad. Los políticos, cuyos principales objetivos son el poder y el enriquecimiento personal, han buscado soluciones fáciles y a corto plazo para problemas económicos y sociales que requieren soluciones complejas y a largo plazo. Hubo oportunidades de cambio durante periodos de alto crecimiento, aunque insostenible, pero, incluso durante estos periodos, los instintos más oscuros prevalecieron y hasta crecieron. En lugar de esforzarse por proporcionar bienes públicos a una escala que ofrezca oportunidades para todos, los líderes políticos se han presentado como salvadores que conceden acceso a bienes públicos escasos, con frecuencia, en forma de regalos fácilmente publicitados.

Los políticos, cuyos principales objetivos son el poder y el enriquecimiento personal, han buscado soluciones fáciles y a corto plazo para problemas económicos y sociales que requieren soluciones complejas y a largo plazo.

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La sociedad ha reflejado la política. Como explica el economista y teórico Partha Dasgupta, cuando se rompen las normas morales, todo el mundo espera que los demás hagan trampa y, por lo tanto, todo el mundo hace trampa para adelantarse a los demás tramposos. En este equilibrio «yo-yo-yo», tiene mucho sentido que los ciudadanos se entreguen a la estafa y el pillaje. Florecen las estafas financieras; las empresas farmacéuticas producen medicamentos de baja calidad; las capas freáticas se hunden y los vertederos se convierten en montañas2.

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En la actualidad, la India se encuentra en una trampa moral en la que no se cumplen las normas ni existe responsabilidad política. La muerte de los ríos podría asfixiar no sólo la economía, sino todo un modo de vida. La crisis climática de la India está aquí y amenaza con agravar los estragos de la imprudente degradación medioambiental.

En la actualidad, la India se encuentra en una trampa moral en la que no se cumplen las normas ni existe responsabilidad política.

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Riesgos inminentes para las vidas y los medios de subsistencia

En los años transcurridos desde la independencia, los ríos secos y moribundos se han convertido en un trágico símbolo de los fracasos del país en materia de desarrollo y democracia. Los ríos de la India son un recurso en competencia directa con la agricultura de uso intensivo de agua. Luchan contra la caótica y contaminante expansión urbana. Son impotentes ante los barones de la construcción y la mafia de la arena que satisfacen el insaciable apetito de los nuevos ricos de la India con rascacielos, modernos edificios de oficinas, llamativos centros comerciales, paseos marítimos y parques acuáticos. Muchas de estas nuevas estructuras cierran las masas de agua que antes absorbían el exceso de precipitaciones y que alimentaban las aguas subterráneas y los ríos. Como resultado, las ciudades se inundan con mucha frecuencia. La mafia de la arena se ha convertido en una poderosa fuerza política y el dragado de las arenas fluviales, además de toda la destrucción que inflige, merma aún más el caudal natural de los ríos, lo que hace casi imposible su limpieza y restauración.

En agosto de 2021, sonó la alarma de la crisis climática. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático señaló que, al liberar más carbono a la atmósfera, los seres humanos también han dañado los sumideros de carbono, es decir, los sistemas naturales de limpieza como los océanos, los bosques y los suelos. En resumen, el planeta se está calentando más rápido de lo que pensábamos. En noviembre de 2021, los líderes mundiales se reunieron en Glasgow con motivo de la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, comúnmente conocida como COP26, para comprometerse a acelerar la lucha contra el calentamiento global. Sin embargo, sus compromisos distan mucho de limitar el aumento de la temperatura global a menos de 1.5 grados centígrados por encima del nivel de la Revolución Industrial. Un aumento de la temperatura superior a 1.5 grados conducirá al mundo a una catástrofe potencial. La India, situada en una zona cálida y húmeda donde los glaciares se derriten y la temperatura de los océanos aumenta, es particularmente vulnerable al calentamiento global. Años de construcción, minería y deforestación desenfrenadas han debilitado las defensas de la India contra los fenómenos meteorológicos extremos. El desastre puede estar más cerca de lo que creen los responsables políticos del país3.

La mafia de la arena se ha convertido en una poderosa fuerza política y el dragado de las arenas fluviales, además de toda la destrucción que inflige, merma aún más el caudal natural de los ríos, lo que hace casi imposible su limpieza y restauración.

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Es cierto que están debatiendo furiosamente la fecha en la que la India debe esforzarse por lograr cero emisiones netas de carbono, pero este debate, por importante que sea, distrae del problema inmediato de proteger a la población de los efectos multidimensionales del calentamiento global.

En las últimas décadas, la India ha experimentado, con mayor frecuencia, olas de calor extremo. Las elevadas humedad y contaminación del aire han hecho que las olas de calor sean especialmente mortales. Para ilustrar los peligros que se avecinan, en 2022, la India registró el mes de marzo y de abril más calurosos desde que se tienen registros de 122 años atrás. Durante estos dos meses, las recurrentes olas de calor coincidieron con precipitaciones insuficientes, lo que provocó un número aún desconocido de víctimas y una clara pérdida de producción de trigo en Punjab, Haryana y Uttar Pradesh. Esta pérdida de producción ha desencadenado una oleada de suicidios entre los agricultores endeudados. Con el aumento de la temperatura global, una fuerte ola de calor en la próxima década podría convertir a la India en la primera gran víctima de la crisis climática al matar a miles de personas e infligir una devastadora pérdida de ingresos4.

La pérdida de producción de trigo debido a las olas de calor de 2022 ha desencadenado una oleada de suicidios entre los agricultores endeudados.

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De hecho, la agricultura hindú se enfrenta al triple golpe de las estaciones más secas, a ataques de langostas y a precipitaciones extremas. Además de reducir la productividad, las estaciones más secas y calurosas aumentarán la desnutrición y las enfermedades, lo que empuja a cada vez más agricultores y trabajadores agrícolas de las zonas rurales áridas y semiáridas a buscar refugio en las ciudades. Sin embargo, sus destinos más populares (las ciudades costeras) lucharán por sobrevivir a la subida del nivel del mar. En 2050, el 80 % de Nariman Point, el principal distrito comercial de Bombay, podría quedar sumergido. La productividad –y, por lo tanto, los ingresos– de la industria urbana también disminuirán a medida que aumenten el calor y la humedad5.

Tradicionalmente, los ciclones se producen en la costa oriental de la India. No obstante, a mediados de la década de 2010, el aumento de la actividad ciclónica en el Mar Arábigo convirtió a Bombay en víctima potencial de un gran ciclón. Con su «sistema de drenaje obstruido por la suciedad» y la construcción incontrolada en las masas de agua, un ciclón en Bombay causaría una devastación incalculable. Este escenario, hipotético en la actualidad, estuvo a punto de hacerse realidad a principios de junio de 2020, cuando el ciclón Nisarga desató su furia justo al sur de la ciudad6.

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La falta de respeto de la India por las medidas de protección del medio ambiente y la crisis climática están interactuando de forma explosiva en las montañas del Himalaya, geológicamente frágiles. Las rocas que deja el deshielo de los glaciares forman escombros que ruedan ladera abajo cuando llueve mucho. Las presas hidroeléctricas en los ríos del Himalaya y el proyecto de ampliación de la autopista Char Dham del primer ministro Modi, en el Himalaya, están arrasando los bosques y aumentando los escombros de los derrumbes en las montañas, lo que incrementa su fuerza mortal. Cuando los escombros ruedan colina abajo, provocan el caos en los asentamientos humanos y, cuando llegan a las llanuras, dañan las riberas y cambian el curso de los ríos. Los derrumbes provocados por las fuertes lluvias también se han vuelto habituales en los Ghats occidentales, a lo largo de la costa suroeste de la India.

En el Himalaya, las rocas que deja el deshielo de los glaciares forman escombros que ruedan ladera abajo durante las lluvias torrenciales.

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Se prevé que estos fenómenos que amenazan la vida y los medios de subsistencia (olas de calor mortales, estaciones agrícolas áridas, precipitaciones extremas, aumento del nivel del mar, ciclones y deshielo de los glaciares) aumenten en frecuencia e intensidad.

Además de la escasa capacidad de empleo de la economía hindú, la muerte de los ríos y las catástrofes climáticas apuntan a un colapso social y político.

El callejón sin salida de la India no es de fácil solución

La falta de responsabilidad política no es un problema por resolver, es una característica arraigada. El aumento del gasto electoral ha incrementado el recurso a la corrupción pública, al mismo tiempo que un número creciente de imputados se ha infiltrado en los órganos legislativos nacionales y estatales. Mientras tanto, la política hindutva se alimenta de la violencia perpetua de la gente y ésta, harta de las viejas formas de violencia, sigue llegando a extremos, incluidos los recientes llamados al genocidio musulmán. Los funcionarios del gobierno apoyan a los alborotadores hindúes que demuelen propiedades musulmanas y que alegan que son ilegales. En efecto, el hindutva ha enterrado todas las normas y nociones de responsabilidad. El gobierno reprime la disidencia pública, intimida a los periodistas y socava el poder judicial, para que su corrupción, sus políticos delincuentes y su violencia sigan en su práctica sin obstáculos7.

El estancamiento se debe a que los políticos que no rinden cuentas no se hacen responsables: ¿por qué la nutrición, la salud y la educación aún son preocupaciones secundarias en el discurso político hindú, en lugar de ocupar los primeros puestos de la agenda política? No porque no sepamos qué hacer, sino porque la construcción de presas, diques y viaductos no deja de ser el principal objetivo del «desarrollo», al igual que la ampliación de concesiones mineras en bosques ricos. Estas actividades les ofrecen oportunidades más lucrativas a políticos y a empresas que la promoción de la salud y la educación primaria de calidad. Las iniciativas del gobierno hindú se parecen mucho a la película Un día sin fin: las cosas siempre parecen estar a punto de cambiar, pero siempre acaban por no cambiar. Los gases nocivos, en especial, el metano, generados por la basura en descomposición empezaron a incendiarse con regularidad en un vertedero, a las afueras de Delhi, a principios de la década de 1990 y, a pesar de los innumerables «planes de acción» y las incontables rupias gastadas en limpiar el vertedero, la basura no ha disminuido y los incendios siguen surgiendo. Cuando existen garantías contra estafas y daños medioambientales, se ignoran. El Estado de derecho funciona de forma arbitraria. Lo que queda de honestidad en el sistema no logra abrirse paso para lograr una prosperidad compartida8.

Los responsables políticos y los intelectuales hindúes no se enfrentan al callejón sin salida de las políticas que mejoran el bienestar –que se ignoran– ni al de las políticas perjudiciales –que persisten. Como reflejo de esta falta de conciencia, un número sorprendente de responsables políticos ofrecen soluciones fáciles que parchen la economía hindú. Muchos están obsesionados con las «reformas del mercado laboral» como solución milagrosa. Estas «reformas» –un eufemismo para facilitar el despido de trabajadores– no lograrán el objetivo declarado de crear una economía más fuerte y rica en empleo. Al contrario, al debilitar el poder de negociación de los trabajadores y al hacer bajar los salarios, estas medidas encierran la economía en un equilibrio de salarios mediocres y baja productividad. En esta situación, la frustración y la ira sociales no harán sino crecer. La reforma del mercado laboral sólo puede funcionar si va acompañada de una seguridad social adecuada y de salarios mínimos que garanticen un nivel de vida digno. Como señaló el Premio Nobel de Economía Robert Solow, el mercado laboral debe regirse por normas de equidad y ética, no por una ideología de libre mercado. En lugar de bajar los salarios, la India necesita, desesperadamente, una moneda mucho más barata, algo que los ricos y poderosos no quieren.

Al contrario, al debilitar el poder de negociación de los trabajadores y al hacer bajar los salarios, estas medidas encierran la economía en un equilibrio de salarios mediocres y baja productividad.

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Para la India, un tipo de ingreso básico universal ayudaría, así, a crear una red de seguridad no sólo para los más pobres, sino, también, para cientos de millones de hogares sin estabilidad que corren el riesgo permanente de caer de la escalera económica. Como bien dice el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, citando a su padre, la gente necesita «un poco de alivio». En la India, un ingreso básico universal aumentaría enormemente la independencia económica de las mujeres, lo que les ayudaría a criar a hijos más sanos y mejor educados. Sin embargo, para lograr un ingreso básico universal razonable, hay que afrontar el reto político de eliminar los subsidios para los ricos e influyentes y de aumentar sus tipos impositivos9.

Muchos comentaristas, en un intento de sortear los difíciles retos políticos a largo plazo, depositan sus esperanzas en la tecnología moderna para ayudar a la India a dar el salto hacia un futuro más brillante. Cientos de millones de hindúes poseen teléfonos inteligentes. Muchos de ellos saben utilizar aplicaciones que les facilitan la vida, pero muchos, también, son capaces de difundir desinformación y odio. Los últimos dispositivos y emprendedores inteligentes pueden ayudar a crear nuevos negocios. La India cuenta con un gran número de deslumbrantes «unicornios», empresas que han alcanzado una valoración de billones de dólares ofreciendo servicios basados en Internet. Los métodos de aprendizaje informatizados pueden acelerar la difusión de la educación y contribuir a mejorar su calidad. Las empresas hindúes, por ejemplo, han hecho avances en la producción e instalación de paneles solares que, cuando se amplíen, pueden generalizar la disponibilidad de energía eléctrica limpia a bajo costo, lo que estimularía la creación de nuevas oportunidades de empleo. Las empresas de capital de riesgo globales e hindúes están dispuestas a financiar la próxima generación de tecnologías y de empresarios10.

Cuando no se cumplen las normas, la propia tecnología puede ser utilizada indebidamente o ser objeto de abuso con fines ilegales. Las empresas, en connivencia con funcionarios públicos, despliegan estratagemas tecnológicas para socavar las complejas leyes medioambientales y las técnicas de control en tiempo real.

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No obstante, la tecnología por sí sola no sustituye los recursos fiscales ni la acción social. Los beneficios de la enseñanza asistida por computadora son modestos en ausencia de profesores humanos de calidad. De hecho, un estudio reveló que los contenidos digitales pueden empeorar los resultados de aprendizaje «si no se integran en una práctica docente eficaz». Las aplicaciones de teléfonos inteligentes para controlar la administración de un programa de nutrición, como ha demostrado la experiencia reciente, no pueden sustituir el financiamiento ni la organización necesarias para proporcionar alimentos nutritivos para los niños y sus madres. Y lo que es más importante: cuando no se cumplen las normas, la propia tecnología puede ser utilizada indebidamente o ser objeto de abuso con fines ilegales. Las empresas, en connivencia con funcionarios públicos, despliegan estratagemas tecnológicas para socavar las complejas leyes medioambientales y las técnicas de control en tiempo real. La mafia de los nakal (tramposos) secuestra las cámaras de CCTV y silencia las grabadoras de audio en los centros de exámenes. Los ciberdelincuentes se saltan las medidas de seguridad de autenticación de dos pasos para robar casi 400 millones de dólares para cuatro millones de beneficiarios falsos de PM-Kisan, un emblemático programa de bienestar para agricultores. Funcionarios forestales hindúes utilizan programas avanzados de teledetección para clasificar como bosques zonas urbanas arboladas, praderas y matorrales desérticos. Afirman que la cubierta forestal ha aumentado cuando estimaciones independientes demuestran lo contrario11.

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Ante tales patologías, los hindúes suelen pedir el fin de la democracia y a un autócrata. Los dos autócratas que ha tenido la India –el primero, una mujer fuerte; el segundo, un hombre fuerte– han hecho gala de la crueldad y la violencia que suelen acompañar a la fuerza. Aunque sus admiradores señalan el progreso económico y social que, supuestamente, han promovido los autócratas, la economía hindú – en especial, las partes que sirven a los débiles y vulnerables– ha sufrido bajo su mandato. El tejido moral y social del país ha amenazado con desgarrarse.

Es cierto que la democracia hindú ha traicionado a su pueblo, pero la esperanza para la India sólo reside en convertirla en una verdadera democracia. Para que la democracia hindú funcione, tenemos que hacernos una pregunta moral: ¿Qué tipo de país queremos ser?

Por qué es necesaria una nueva conciencia cívica

Necesitamos avanzar hacia un nuevo equilibrio: una situación en la que todos esperen que los demás sean honestos para que la mayoría de la gente actúe con honestidad. Este «equilibrio de honestidad» fomentará la confianza y la cooperación para cumplir, juntos, las tareas a largo plazo de crear bienes públicos y promover el desarrollo sostenible.

El politólogo Robert Putnam es nuestra mejor guía para salir del equilibrio «yo-yo-yo» que se refuerza a sí mismo. Para Putnam y sus autores, construir «comunidades cívicas» es el camino por seguir. En las comunidades cívicas, los ciudadanos se relacionan entre sí uniéndose a clubes deportivos, cooperativas, sociedades de ayuda mutua y asociaciones culturales. Estas relaciones cívicas promueven normas de igualdad, tolerancia y progreso compartido. Estas normas refuerzan el compromiso con una participación informada y respetuosa en la vida pública. Los líderes políticos de las comunidades cívicas suelen tener una buena formación. Promueven una mayor igualdad económica y política y buscan el compromiso para resolver conflictos. Los ciudadanos de comunidades cívicas suelen creer que sus dirigentes son honrados, que prevalece el Estado de derecho y que los demás actúan de buena fe. Estas virtudes culminan en la búsqueda de bienes públicos en lugar del enriquecimiento puramente privado12.

La transición de una sociedad basada en el yo a otra basada en el nosotros es un esfuerzo de magnitud excepcional. Por eso, Putnam y sus coautores sostienen que la única forma correcta de proceder es empezar poco a poco. Las instituciones a pequeña escala, explican, le permiten a la gente practicar el trabajo en beneficio mutuo y la reciprocidad reiterativa crea la confianza necesaria para que funcionen las instituciones complejas. Empezar a pequeña escala también crea una cultura de información y comunicación confiables y rompe la corrosiva tendencia a la información incompleta, imperfecta y deliberadamente distorsionada que fomenta la ansiedad social, la desconfianza y el conflicto13.

Empezar a pequeña escala también crea una cultura de información y comunicación confiables y rompe la corrosiva tendencia a la información incompleta, imperfecta y deliberadamente distorsionada que fomenta la ansiedad social, la desconfianza y el conflicto.

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En la India, ya se vislumbran comunidades cívicas en la incansable labor de personas con espíritu público y de organizaciones no gubernamentales. No obstante, estas actividades nunca alcanzan la escala y el impulso necesarios para lograr una prosperidad compartida. A diferencia de Bangladesh, donde el gobierno ha utilizado organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil como socios para el desarrollo, el gobierno hindú ha tratado a estas organizaciones como adversarios y ha restringido cada vez más sus actividades con el paso del tiempo14.

En la India, se trata de vincular el trabajo no gubernamental de interés público con la autoridad y los recursos institucionales de los gobiernos. La descentralización de la gobernanza, es decir, la transferencia de autoridad y recursos financieros de los gobiernos central y estatales a las ciudades y pueblos, es la forma más plausible de promover regiones cívicas dinámicas. Desde la independencia, los políticos han admirado la descentralización, pero los modestos avances logrados en Bengala Occidental y Karnataka no dejaron de ser la excepción hasta principios de la década de 1990. En 1993, el gobierno del primer ministro P.V. Narasimha Rao, dirigido por el Partido del Congreso, impulsó, en el Parlamento, dos enmiendas constitucionales para fomentar la descentralización. A pesar de ello, las capitales nacional y estatal conservaron el control de gran parte del poder y de los fondos.

En 1996, apareció un rayo de esperanza. En el marco de una iniciativa del Partido Comunista de la India (marxista), en el estado de Kerala –el primero de la India en educación y salud–, se inició una importante descentralización de la autoridad y los fondos. Los resultados coincidieron con las predicciones de Putnam y sus coautores: una encuesta realizada en 2002 reveló que el compromiso de los ciudadanos con organizaciones cívicas aumentó tras la ejecución de la iniciativa de descentralización. Los encuestados, sobre todo, las mujeres, declararon que les pedían, más activamente, a los funcionarios locales que mejoraran la provisión de bienes públicos. Como reflejo de este activismo, los encuestados afirmaron que la educación, la salud, el cuidado de los niños y la vivienda para los pobres habían mejorado de verdad. Incluso, afirmaron que habían mejorado los ingresos y las oportunidades de empleo. El politólogo James Manor señala que esta reacción positiva es habitual en los experimentos de descentralización en todo el mundo15.

Los comentaristas temen que los dirigentes deshonestos de los consejos de aldeas y ciudades desvíen fondos hacia sí mismos y sus causas, lo que retrasa el desarrollo económico y extiende aún más las desigualdades. Esta preocupación es muy exagerada. Las disfunciones de la política de acaparamiento están bien arraigadas en los niveles nacional y estatal. En cambio, los gobiernos locales están mucho más cerca de la gente y es más probable que practiquen la rendición de cuentas, como confirma la experiencia de Kerala y otras iniciativas de descentralización16.

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El experimento de descentralización de Kerala ofrece un «atisbo de lo que es posible», según Thomas Isaac, hasta hace poco ministro de Hacienda de Kerala y uno de los principales catalizadores del experimento de descentralización del Estado. Reconoce que el experimento es «frágil». Esta fragilidad es especialmente evidente en el tira y afloja entre los gobiernos locales que han tenido éxito y el gobierno estatal. En un ejemplo reciente de esta lucha, a pesar de la airada oposición de los líderes locales, el gobierno del estado de Kerala aprobó el proyecto hidroeléctrico de Athirappilly en junio de 2020. El proyecto aceleró la deforestación y la erosión del suelo en los Ghats occidentales, lo que agravó los daños causados por las cada vez más frecuentes lluvias torrenciales de Kerala. Un fuerte movimiento popular, producto, a su vez, de la cultura de autogobierno local, obligó al gobierno estatal a abandonar el proyecto. A pesar de esta victoria, quedan otros obstáculos por delante. Poderosos agentes públicos y privados persisten en poner en marcha proyectos de construcción destructivos para el medio ambiente que burlan a los dioses del cambio climático17.

Poderosos agentes públicos y privados persisten en poner en marcha proyectos de construcción destructivos para el medio ambiente que burlan a los dioses del cambio climático.

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A pesar de sus dificultades, el autogobierno local es la vía más prometedora para establecer normas sociales que induzcan al comportamiento cooperativo y a la responsabilidad política. Esta vía es la mejor –y, quizás la única– esperanza de la India para reparar su política y darle la oportunidad de establecer valores que honren el desarrollo humano, la administración medioambiental y la resistencia al cambio climático. 

La tarea que tenemos por delante es inmensamente difícil. Aunque seamos muy optimistas, es posible que los gobiernos locales sigan siendo incapaces de resolver el problema del empleo en la India. Sin embargo, esto no debe impedirnos avanzar. Los éxitos locales podrían estimular un despertar nacional de la conciencia cívica. La alternativa es el colapso social y político. Y ése es un resultado temible no sólo para la India, sino para toda la humanidad.

Notas al pie
  1. Aarefa Johari, 2022, “Inside Patna’s Exam Bub, Where a Million Hopes Die Every Year,” Scroll.in, March 16.
  2. Partha Dasgupta, 1988, “Trust as a Commodity,” in Diego Gambetta, ed., Trust : Making and Breaking Cooperative Relations, Oxford, Blackwell.
  3. Sunita Narain, 2021, “No Time to Lose, Says Sunita Narain on the New IPCC Report,” www.cseindia.org/no-time-to-lose-says-sunita-narain-on-the-new-ipcc-report-10934 ; Chirag Dhara and Mathew Roxy Koll, 2021, “How and Why India’s Climate Will Change in the Coming Decades,” The India Forum, August 6 ; United States National Intelligence Council, 2021, “Climate Change and International Responses Increasing Challenges to US National Security through 2040,” Washington, DC, October.
  4. Omid Mazdiyasni et al., 2017, “Increasing Probability of Mortality During Indian Heat Waves,” Science Advances 3 (6) : DOI : 10.1126/sciadv.1700066 ; Bill McKibben, 2021, Falter : Has the Human Game Begun to Play Itself Out ? New York, Henry Holt and Company, 60 ; Kapil Kajal, “Heatwave Takes a Toll on North India’s Wheat Yield,” India.mongbay.com, June 8, 2022 ; Kim Stanley Robinson, 2021 (2020), The Ministry for the Future, Kindle edition, Orbit, 16, 19, 23 ; The Economist, 2021, “A Tale of Two Cities : What If a Deadly Heatwave Hit India ?,” July 3.
  5. McKibben 2021, 38–39, 41 ; Ram Bhagat, 2018, “Climate Change, Vulnerability and Migration in India : Overlapping Hotspots,” in S. Irudaya Rajan and Ram Bhagat, eds., Climate Change, Vulnerability, and Migration, London, Routledge, 20, 31–35 ; see also chapters 20 and 22 ; Poulomi Ghosh, 2021, “Mumbai’s Nariman Point Will Be Under Water by 2050, Says Civic Body Chief ; Explains Why,” Hindustan Times, August 28 ; E. Somanathan, Rohini Somanathan, Anant Sudarshan, and Meenu Tewari, 2021, “The Impact of Temperature on Productivity and Labor Supply : Evidence from Indian Manufacturing,” Journal of Political Economy 129 (6) : 1797–1827.
  6. Ghosh 2016, 16–17, 40–50.
  7. The Wire, 2021, “Hindutva Leaders at Haridwar Event Call for Muslim Genocide,” December 21 ; Umang Poddar, 2022, “Explainer : How the Jahangirpuri Demolitions Continued Despite the Supreme Court Stay,” Scroll.in, April 20.
  8. Véanse los capítulos 20 y 22 de India Is Broken.
  9. Pranab Bardhan, 2018, “Universal Basic Income—Its Special Case for India,” Indian Journal of Human Development, January 11.
  10. M. G. Arun, 2021, “India’s Unicorn Boom,” India Today, July 12 ; Aroon Purie, 2021, “From the Editor-in-Chief,” India Today, July 12 ; Financial Times, 2021, The New ‘Venture Capitalists’ Riding the Unicorn Boom,” July 9.
  11. Karthik Muralidharan et al., 2019, “Disrupting Education ? Experimental Evidence on Technology-Aided Instruction in India,” American Economic Review 109 (4) : 1430 ; Sabrin Beg, Waqas Halim, Adrienne M. Lucas, and Umar Saif, 2022, “Engaging Teachers with Technology Increased Achievement, Bypassing Teachers Did Not,” American Economic Journal : Economic Policy 14 (2) : 86 ; Arefa Johri, 2021, “A New App Is Failing India’s Fight against Child Malnutrition,” Scroll.in, October 13 ; Tiwari, Umesh. 2022. “UP Board Paper Leak Nakal Mafia Overshadows Hi-Tech Arrangements to Stop Copying in up Board Exam,” Dainik Jagran, March 30 ; Monika Mondal, 2021, “Investigation : Hidden Water Crisis behind India’s Sugar Dominance,” The Third Pole, July 8 ; Sadiq Naqvi and Snigdha Poonam, 2022, “The Untold Story of India’s Rs 3,000-Crore Farmer Scheme Scam,” Scroll.in, May 11 ; M. D. Madhusudan, 2020, “Missing the Forest for the Trees,” January, https://mdmadhusudan.medium.com/missing-the-forest-for-the-trees-37a94c13ab8c.
  12. Robert Putnam, Robert Leonardi, and Raffaella Nanetti, 1993, Making Democracy Work, Kindle edition, Princeton University Press, 91, 105, 109, 110, 116, 181.
  13. Putnam et al. 1993, 173, 178.
  14. Véase los capítulos 20 y 22 de India Is Broken ; Suparna Chaudhry, 2022, “The Assault on Civil Society : Explaining State Crackdown On NGOs,” International Organization, February : 1–42 ; Gautam Bhatia, 2022, “Comforting the Comfortable and Afflicting the Afflicted : The Supreme Court’s FCRA Judgment,” Indian Constitutional Law and Philosophy, April 12, https://indconlawphil.wordpress.com/2022/04/12/comforting-the-comfortable-and-afflicting-the-afflicted-the-supreme-courts-fcra-judgment/.
  15. Patrick Heller, K. N. Harilal, and Shubham Chaudhuri, 2007, “Building Local Democracy : Evaluating the Impact of Decentralization in Kerala, India,” World Development 35 (4) : 626–627, Table 1 (p. 362), Table 6 (640), Tables 7 and 8a (641–642) ; James Manor, 2010, “Local Government,” in Niraja Gopal Jayal and Pratap Bhanu Mehta, eds., The Oxford Companion to Politics in India, New Delhi, Oxford University Press, 64–67.
  16. Esther Duflo, Greg Fischer, and Raghabendra Chattopadhyay, 2005, “Efficiency and Rent Seeking in Local Government : Evidence from Randomized Policy Experiments in India,” working paper, MIT, February 28 ; Pranab Bardhan and Dilip Mookherjee, “Pro-Poor Targeting and Accountability of Local Governments in West Bengal,” Journal of Development Economics 79 : 303–327.
  17. Madhav Gadgil, 2020, “Ecology Is for the People,” The India Forum, January 10 ; K. A. Shaji, 2020, “Kerala Government Gives Go-Ahead to Athirappally Hydel Power Project : Decision Elicits Angry Response from a Cross-Section of Society,” Down to Earth, June 10 ; K. A. Shaji, 2021, “Kerala Government Abandons Controversial Athirappilly Hydroelectric Project amid Widespread Protests,” Down to Earth, October 7 ; T. M. Thomas Isaac and Richard Franke, 2001, Local Democracy and Development, New Delhi, LeftWord, 255–256 ; Hindustan Times, 2021, “‘Destructive Activities Are Carried Out in the Name of Development’ : Madhav Gadgil,” October 10.
Créditos
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