Política

Se abren las alamedas

El primer discurso del nuevo Presidente chileno Gabriel Boric, pronunciado en el palacio de La Moneda de Santiago, da cuenta de los mayores desafíos para el nuevo gobierno al tiempo que traza las líneas de acción a nivel doméstico e internacional.

El pasado 11 de marzo tuvo lugar, en el Congreso Nacional de Valparaíso, la ceremonia de investidura del presidente chileno Gabriel Boric, iniciando así un gobierno marcado por fuertes aspiraciones sociales y con la mira en la aprobación de una nueva Constitución. El primer discurso del ya ungido presidente, pronunciado en el palacio de La Moneda de Santiago, da cuenta de uno de los mayores desafíos para el nuevo gobierno: lograr conciliar una sed de cambio largamente cultivada en los últimos años con no solo la continuidad histórica de los gobiernos de izquierda en Chile, sino también con las fuerzas opositoras de cuya actitud dependerá en buena medida la gobernabilidad, como parte del proceso de consolidación de su democracia. Por lo pronto, las esperanzas están puestas en un equipo de gobierno con fuerte presencia de liderazgo femenino y joven, que busca saldarla brecha generacional que quedó de manifiesto durante el estallido social de 2019. El Grand Continent comenta el primer discurso del Presidente Boric desde el balcón de La Moneda, marcado por un fuerte carácter social, inclusivo y que deja ver con mayor o menor claridad las líneas de acción a nivel doméstico e internacional y los principales desafíos en términos de coherencia ideológica.

Chilenas y chilenos, habitantes de nuestra patria, pueblo de Chile:

Esta tarde, por primera vez, les hablo como Presidente de la República, Presidente de todas y todos los que habitamos este país que tanto queremos y cuánto queremos a Chile, que ha sufrido tanto y qué tantas alegrías nos ha dado.

Gracias infinitas por darme este honor a ustedes, a quienes nos están viendo en sus casas a lo largo y ancho de todo nuestro país. También, a mi familia incondicional, a nuestro Gabinete, nuestros equipos y, también, personalmente a Irina.

Este Chile hecho de diversos pueblos y naciones, instalado en una cornisa del continente entre las cordilleras imponentes y su océano mágico, entre el desierto de vida y los hielos antárticos, enriquecido y transformado por el trabajo de su pueblo.

Es este Chile que solo en un puñado de años, y ustedes lo han vivido, ha debido atravesar terremotos, catástrofes, crisis, convulsiones y una pandemia mundial y violaciones a los derechos humanos que nunca más se repetirán en nuestro país. Pero en el que siempre, siempre nos sacudimos el polvo, nos secamos las lágrimas, ensayamos juntos una sonrisa, nos arremangamos y seguimos, chilenas y chilenos, siempre seguimos.

“Seguimos”, lema de campaña polisémico de Boric, parece apuntar en este inicio de discurso no tanto al empeño de los militantes aguerridos que, desde el estallido social –o incluso antes, desde el movimiento estudiantil de 2011–, han resistido y forzado la transformación política que vive Chile, como a la resiliencia del pueblo chileno –los pueblos chilenos, como dijera en su jura– concebido como un todo solidario. La capacidad de resignificar dicho lema, de ampliar la primera persona del plural, es uno de los grandes desafíos que esperan al joven presidente. 

La emoción que he sentido hoy día al atravesar la Plaza de la Constitución y entrar a este Palacio de La Moneda, es profunda y necesito, existencialmente necesito compartirla con ustedes. Son parte protagónica de este proceso, el pueblo de Chile es protagónico en este proceso, no estaríamos aquí sin las movilizaciones de ustedes.

La reivindicación del protagonismo del pueblo en la ascensión del nuevo presidente funge como recordatorio del origen de su legitimidad política. La continuidad que resalta Boric entre las movilizaciones de 2019 y el resultado de las últimas elecciones es también el reflejo de la esperanza que, como una lección, representa Chile para los progresismos latinoamericanos: manifestar vale la pena. Debemos recordar también que durante la campaña presidencial, numerosas figuras internacionales y personalidades políticas chilenas en el exterior apoyaron la candidatura de Boric a través de mensajes en las redes sociales, cuando, después de los sondeos de noviembre, los resultados daban como favorito al ultraderechista José Antonio Kast.

Y quiero que sepan que no llegamos aquí solo para llenar cargos y solazarnos entre nosotros, para generar distancias inalcanzables, llegamos aquí para entregarnos en cuerpo y alma al compromiso de hacer mejor la vida en nuestra patria.

Quiero decirles, compatriotas, que he visto sus caras recorriendo nuestro país, las de las personas mayores cuya pensión no les alcanza para vivir porque algunos decidieron hacer de la previsión un negocio.

Las de quienes se enferman y sus familias no tienen cómo costearle los tratamientos. Cuántos de ustedes nos han hablado, nos hemos mirado a los ojos.

Las de los estudiantes endeudados, las de las y los campesinos sin agua por sequía y por saqueo.

Las de las mujeres que cuidan a sus niños con TEA que en cada lugar de Chile me las encuentro. A sus familiares postrados, a sus bebés indefensos.

Las de las familias que siguen buscando a sus detenidos desaparecidos que no dejaremos de buscar.

Las de las disidencias y diversidades de género que han sido discriminadas y excluidas por tanto tiempo.

Las de los artistas que no pueden vivir de su trabajo porque la cultura no es lo suficientemente valorada en nuestro país.

Las de las dirigentas sociales que luchan por el derecho a una vivienda digna en las poblaciones de Chile.

Las de los pueblos originarios despojados de su tierra, pero nunca, nunca de su historia.

Las de la clase media acogotada, las de los niños y niñas del Sename, nunca más, nunca más, las caras de las zonas más aisladas de nuestro país como el Magallanes de dónde vengo, las de quiénes viven en la pobreza olvidada.

Con ustedes es nuestro compromiso.

Boric enfatiza su compromiso con una larga serie de grupos sociales tocados por la precariedad, la marginalización y la discriminación. La enumeración se ve atravesada por una puesta en relieve del prisma de género y de clase –particularmente operacional en una sociedad como la chilena–. Notamos ya, además, la referencia a las familias de los detenidos desaparecidos. Se incluyen además en esta enumeración referencias a la crisis de los cuidados, la ausencia de sistemas de seguridad social que cubran el costo de tratamientos médicos básicos, y el problema de las pensiones, todas peticiones que estuvieron en el centro de las manifestaciones de 2019. 

Hoy iniciamos un período de grandes desafíos, de inmensa responsabilidad, pero no partimos de cero, no partimos de cero. Chile tiene una larga historia y hoy día este día nos inserta en esa historia larga de nuestra República.

Iniciar mi mandato como Presidente Constitucional de la República de Chile es hacerme parte, hacernos parte de una historia que nos excede a todos, pero que al mismo tiempo le da forma, le da sentido y dirección a nuestra mirada.

Por aquí pasaron antes que nosotros miles de personas que hicieron posible la expansión de la educación pública, el reconocimiento progresivo de los derechos de las mujeres y las disidencias en el país y en la casa, la democratización del país, el reconocimiento de los derechos sociales.

Por aquí, en este lugar desde donde hoy les hablo, pasó Balmaceda y su dignidad chilena, Pedro Aguirre Cerda y su “gobernar es educar” citando a Valentín Letelier.

Por acá pasó también Eduardo Frei Montalva y la promoción popular, el compañero Salvador Allende y la nacionalización del Cobre, Patricio Aylwin y la recuperación de la democracia, Michelle Bachelet abriendo caminos inexplorados con la protección social.

Aquí se escuchan también los ecos de quienes anónimamente se han levantado contra la opresión, defendiendo los derechos humanos, exigiendo verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.

Boric se da a ver como el representante de una nueva generación que no olvida, sin embargo, el trauma histórico de aquella que lo precede, cuya relevancia política quedó clara en una segunda vuelta que opuso al antiguo líder estudiantil a un nostálgico del pinochetismo. Asimismo, Boric hace referencia al camino de consolidación de la democracia en Chile y a las coaliciones de izquierda que tuvieron como premisas en sus programas de gobierno la reducción de la pobreza y la mejora de la calidad de vida. El apoyo de Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que viajó desde Ginebra a Santiago entre las dos vueltas de la elección presidencial, materializado a través de una foto, fue clave para acercar a parte del electorado más moderado de izquierda. 

Por acá resuena el clamor feminista y su lucha por la igualdad.

Los movimientos feministas se han encontrado en la primera línea de las movilizaciones de 2019, y el gabinete del nuevo presidente cuenta con 14 ministras y 10 ministros, y representa así el primer gabinete de mayoría femenina de la historia del país. En vísperas del 8M, Boric había insistido en su voluntad de construir un “gobierno feminista”. 

Y algunos se acordarán también de las 1.800 horas corriendo alrededor de La Moneda por la educación.

El sábado 27 de agosto de 2011 se logró el objetivo de la iniciativa de estudiantes de la Universidad de Chile que pretendía que diferentes personas se relevaran en un trote de 1.800 horas para defender la educación pública e informar a la ciudadanía sobre la cuestión en frente a La Moneda. Fue así como durante 75 días, nunca dejó de flamear una bandera en la que se podía leer “Educación gratuita ahora”. Tal como señaló Karol Cariola, diputada chilena por el Partido Comunista, en nuestras columnas, las movilizaciones estudiantiles de 2011, que Gabriel Boric encabezó junto con, entre otros, Giorgio Jackson y Camila Vallejo, hoy ministro Secretario General de la Presidencia y ministra Secretaria General de Gobierno, respectivamente, herederas a su vez de la Revolución Pinguïna de 2006, forman parte de esas diferentes movilizaciones que, junto con la feminista, fueron acumulando fuerza hasta la revuelta social que abrió paso al proceso constituyente. 

Pero estas paredes también han sido testigos del horror de un pasado de violencia y opresión que no hemos olvidado y no olvidaremos. Por donde hablamos hoy, ayer entraban cohetes y eso nunca más se puede volver a repetir en nuestra historia.

Este Palacio, esta Plaza, esta ciudad, este país tienen historia y a esa historia también nos debemos. Hoy, en esta jornada tan importante en el difícil, difícil camino de los cambios que la ciudadanía decidió echar a andar en unidad, repito, importante, en unidad, vienen a mi mente y a mi corazón los días en que, junto a muchos de los aquí presentes, y seguramente quienes nos están viendo en sus casas también, marchábamos juntos por un futuro digno.

¿Hacia dónde marchábamos, compatriotas? ¿hacia dónde marchábamos?  

No va a ser este Gobierno el fin de esa marcha, vamos a seguir andando y el camino, sin duda, va a ser largo y difícil, pero hoy los sueños de millones de personas están acá empujándonos, dándonos sentido para llevar a buen puerto los cambios que la sociedad demanda.

Chilenas y chilenos:

Mi sueño es que cuando terminemos nuestro mandato, y hablo en plural porque esto no es algo individual, esto no se trata de mí, esto se trata del mandato que el pueblo nos diera a este proyecto colectivo, cuando terminemos este mandato podamos mirar a nuestros hijos, a nuestras hermanas, a nuestros padres, a nuestras vecinas, a nuestros abuelos y sintamos que hay un país que nos protege, que nos acoge, que nos cuida, que garantiza derechos y retribuye con justicia el aporte y el sacrificio que cada uno de ustedes, de los habitantes de nuestra patria, hacen para el desarrollo de nuestra sociedad.

Quisiera, compatriotas y en los ejemplos uno siempre se queda corto, pero quisiera, compatriotas, qué la gente de Puchuncaví y de Coronel puedan mirar hacia el futuro y saber que sus hijos no van a crecer rodeados de contaminación, algo tan básico.

Quintero-Puchuncaví y Coronel son dos de las cinco zonas de sacrificio medioambiental que identifican una serie de activistas y ONGs en Chile. Esas zonas albergan a unos 200.000 chilenos y se caracterizan por una intensa actividad industrial con una gran concentración de centrales termoeléctricas, faenas mineras, puertos y fundiciones. En el plebiscito nacional de octubre de 2020, la votación por el Apruebo superó en algunos casos el 90%, con resultados por encima de la media nacional de 78,28%. Las zonas de sacrificio alcanzaron las primeras planas en 2018 cuando cientos de personas resultaron intoxicadas en la zona de Quintero. Al día de hoy, la justicia continúa investigando a la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) por emisiones tóxicas desde su terminal marítima. El gobierno de Sebastián Piñera presentó un Plan de Retiro y/o Reconversión de Unidades a Carbón, con un cronograma que establece el retiro de algunas de entre ellas de aquí a 2024 (31% capacidad total) y el cese de generación a carbón antes del 2040. Y si bien los vecinos de estas zonas han exigido la aceleración de los cierres, el gobierno de Sebastián Piñera se ha negado por la inestabilidad energética que eso implicaría. La treintena de plantas termoeléctricas a carbón que hoy operan en Chile representan alrededor de un tercio de su generación eléctrica. En un tweet del 15 de octubre de 2021, Gabriel Boric anunciaba que “una de las metas de nuestro futuro gobierno” sería “acelerar la descarbonización de nuestra matriz energética. Para esto, el Estado debe incentivar y habilitar tecnología renovable para proyectos comunitarios, garantizando una transición energética justa”. La designación de Maisa Rojas, climatóloga y autora del Sexto Informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que el Grand Continent entrevistó recientemente, indica la voluntad de Boric de establecer un gobierno ecologista. 

Que la gente, los trabajadores de Lota no van a seguir viviendo en la pobreza.

Lota es una ciudad ubicada en el Gran Concepción y se caracteriza por la gravedad de algunos de sus indicadores socioeconómicos: 60% de la población está desempleada y el 30% vive por debajo de la línea de pobreza.

Que las comunidades de algueras y pescadores artesanales de la provincia de Cardenal Caro podrán seguir desarrollando sus actividades tradicionales.

La provincia de Cardenal Caro se caracteriza por una histórica pugna, desde tiempos coloniales, entre pescadores artesanales y hacendados, propietarios de grandes superficies que disputan el derecho por ocupar y vivir los litorales, que forman parte de los bienes nacionales de uso público. Recientemente, se ha asistido a un recrudecimiento de los intereses inmobiliarios en la pequeña localidad de Topacalma (220 habitantes hasta 2007), ocupada ancestralmente por algueros-pescadores, en la que se pretende desarrollar proyectos de lujo estructurados en torno a la privatización de las playas. Entre 2010 y 2014, los pescadores llevaron a cabo acciones legales luego del cierre del camino histórico empleado para acceder a distintas playas. 

Que los niños y niñas de Alto Hospicio, allá arriba, sepan que ellos también van a poder acceder a una vivienda digna.

Alto Hospicio es una de las localidades chilenas que mejor expresan la contradicción del modelo de desarrollo neoliberal que se ponía como ejemplo en toda la región, pero cuyas consecuencias para una gran mayoría de la población quedaron al descubierto con el estallido social de 2019. Ubicada a unos pocos kilómetros de la principal riqueza de Chile, el cobre, y de las mineras Cerro Colorado y Doña Inés de Collahuasi, la localidad cuenta con, según datos de 2011, 20,8% de su población que vive por debajo de la línea de pobreza. Se trata además de la localidad que presentó en 2021 la tasa de mortalidad más alta del país en el marco de la crisis sanitaria; una tasa relacionada directamente con el alto nivel hacinamiento, una fuerte presencia de tomas de suelo urbano y dificultades en el acceso de agua potable de una proporción importante de la población, tal como declaraban autoridades sanitarias locales en diferentes medios al momento de descubrir las cifras. Se calcula en Chile un déficit de alrededor de 500 mil viviendas. En su propuesta programática, Gabriel Boric declaró que impulsaría el arriendo, destinando recursos a los municipios, y promoviendo iniciativas de autogestión, de tipo cooperativista, para construir nuevos barrios. A través del Plan de Emergencia Habitacional, el objetivo es reducir en un 40% el déficit actual, con la generación de 65 mil viviendas al año desde el sector público. 

Que los vecinos y vecinas de Antofagasta, de Maipú, de Hualpén sientan tranquilidad al volver de sus trabajos y tengan tiempo para vivir junto a sus familias. Por eso impulsaremos, como hemos comprometido, las 40 horas.

Que los jóvenes de Juan Fernández, ese lugar aislado, insular, van a poder tener un colegio digno para estudiar.

De norte a sur, y de este a oeste, incluyendo incluso territorios del Chile Insular, un conjunto disperso de pequeñas islas ubicadas en el océano Pacífico Sur -la más conocida de entre ellas siendo la isla de Pascua-, Gabriel Boric se ocupa de dar visibilidad a la diversidad geográfica chilena en su primer discurso como Presidente. Primer mandatario chileno nacido en Magallanes, Gabriel Boric había estructurado su campaña durante las primarias de Apruebo Dignidad, en las que terminó venciendo sorpresivamente al candidato del Partido Comunista y actual alcalde de Recoleta, comuna de la Región Metropolitana de Santiago, en torno a la necesaria descentralización del país. “El Chile que nos imaginamos con dignidad se construye desde los territorios” señalaba en su primer spot de campaña. 

Sabemos, compatriotas, que el cumplimiento de nuestras metas no será fácil, que enfrentaremos crisis externas e internas, que cometeremos errores y que esos errores los deberemos enmendar con humildad, escuchando siempre a quienes piensan distinto y apoyándonos en el pueblo de Chile.

Quiero decirles que vamos a vivir tiempos desafiantes y tremendamente complejos. La pandemia sigue su curso, con un saldo de dolor y pérdida de vidas que nos va a acompañar por mucho tiempo, seguramente todos ustedes conocen a alguien que ha partido producto de la pandemia.

Pensemos, pensemos por un segundo, por un segundo en quiénes se han ido y quienes nos han dejado, pensemos en el dolor que tiene cada familia en su intimidad por quién ha partido y no volverá. Tenemos que abrazarnos como sociedad, volver a querernos, volver a sonreír, esto más allá de discursos y más allá de lo que está escrito, qué importante, qué diferente es cuando en un pueblo nos queremos, nos cuidamos entre nosotros, no desconfiamos el uno del otro, sino que nos apoyamos. Le preguntamos a nuestro vecino cómo ésta, apoyamos al trabajador de al lado, nos queremos, salimos adelante juntos y juntas. Eso es lo que tenemos que construir, compatriotas.

Sabemos también que la economía sigue resentida y que el país necesita ponerse de pie, crecer y repartir de manera justa los frutos de este crecimiento, porque cuando no hay distribución de la riqueza, cuando la riqueza se concentra solo en unos pocos, la paga es muy difícil. Necesitamos redistribuir la riqueza que producen los chilenos y chilenas, que producen quiénes habitan nuestra patria.

Sabemos que a todas estas dificultades se suma, además, un contexto internacional marcado por la violencia en muchos lugares del mundo y hoy también por la guerra. Y en esto quiero ser muy claro, Chile, nuestro país, promoverá siempre el respeto de los Derechos Humanos, en todo lugar y sin importar el color del gobierno que los vulnere.

Aquí radica tal vez el mayor signo de la esperanza de revitalización de los progresismos latinoamericanos que representa el triunfo de Boric: la posibilidad  de creer en el compromiso con los derechos humanos como base de reformulación de una izquierda democrática capaz de adaptarse al siglo XXI por sobre una solidaridad incondicional y obstinada con las autodenominadas “izquierdas” latinoamericanas anquilosadas que derivaran en gobiernos autoritarios. Es sintomática, en ese sentido, la presencia de Gioconda Belli, escritora nicaragüense firmemente opuesta al gobierno de Daniel Ortega, como invitada de honor en la investidura del nuevo presidente, o Verónika Mendoza, excandidata presidencial peruana. 

Desde Chile, en nuestra América Latina, porque somos profundamente latinoamericanos y basta de mirar con distancia a nuestros países vecinos, somos profundamente latinoamericanos y un saludo a nuestros pueblos hermanos, desde aquí, desde este continente haremos esfuerzos para que la voz del sur se vuelva a escuchar firme en un mundo cambiante.

Recordemos que el 22 de marzo de 2019 se creó un nuevo organismo regional, el Foro para el Progreso de América del Sur (PROSUR). La Declaración de Santiago, documento fundacional de PROSUR, fue firmada por los presidentes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú, y el embajador de Guyana en Chile, George Talbot. Este nuevo espacio de diálogo subregional buscaba separarse de la Unión de Naciones del Sur (UNASUR), organización que entró en una fase de transición a partir de 2011 con la reconfiguración del regionalismo y su consecuente impacto en el proceso de integración sudamericano. Este regionalismo de baja intensidad que se instauró en la región es también consecuencia de los distintos modelos de inserción internacional en pugna en la región. Con estas palabras, Boric resalta el carácter profundamente internacional de su gobierno, e incluso da pistas sobre una posible posición de liderazgo sudamericano. 

Son tantos los desafíos, la emergencia climática, los procesos migratorios, la globalización económica, la crisis energética, la violencia permanente contra las mujeres y disidencias. Tenemos que trabajar juntos con nuestros pueblos hermanos, como lo conversábamos hoy día con Presidentes de otros países. Nunca más mirarnos en menos, nunca más mirarnos con desconfianza, trabajemos juntos en América Latina para salir adelante juntos.

Frente a los retos compartidos a nivel internacional y acrecentados por la crisis de la COVID-19, Boric se refiere a la importancia de lograr un mayor peso como bloque regional. Dicha condición de peso supone reforzar los espacios de acción colectiva regional para diseñar mejor la colaboración en los ámbitos de interés estratégico para la región. Recuperar relevancia en el sistema internacional implica superar el denominado “vaciamiento latinoamericano” como consecuencia de la ausencia deliberada de acción colectiva en América Latina y el Caribe.

Practicaremos, compatriotas, la autonomía política a nivel internacional, sin subordinarnos nunca a ninguna potencia y cautelando siempre la coordinación y cooperación entre los pueblos.

Esta referencia en su discurso a la rivalidad entre potencias es clave para entender el posicionamiento del nuevo gobierno en el sistema internacional caracterizado por una postura más cercana a la diplomacia de equidistancia que busca lograr consensos mínimos y plantea un no alineamiento o neutralidad frente a la rivalidad Washington-Beijing. En ese sentido, y frente a la gobernanza económica global, una postura de no alineamiento activo implica un fortalecimiento de los organismos regionales y un compromiso con el multilateralismo para dar respuesta a los desafíos globales. Desde Chile, buscando margen de contestación, se ha llamado a desarrollar una diplomacia de nicho que concentre los esfuerzos externos de los países en áreas en las cuales cuenta con ventajas comparativas. La capacidad de hacer diplomacia desde un enfoque integrado a nivel doméstico y la construcción de coaliciones ad hoc son estrategias que permitirían tener un rol activo ante las demandas externas y recuperar, por tanto, influencia en la agenda internacional. La nueva política exterior chilena se dice turquesa, feminista, participativa y más democrática y buscará un vínculo estrecho con todos los actores de la sociedad. 

Quiero que sepan que, como Presidente de Chile y nuestro Gabinete, nuestros equipos no le haremos el quite a los problemas, vamos a explicar, vamos a hablar con ustedes para contarles el porqué de nuestras decisiones para que sean parte, también, de las soluciones. Y eso requiere, también, cambiar de alguna forma la relación que se tiene con las autoridades, las autoridades no pueden ser inalcanzables; queremos ministros en terreno, en la calle, estando con el pueblo. Queremos no hacer visitas a las regiones que sean solamente de un par de horas para inaugurar una obra y chao. Escuchar, no estar escondidos.

Y, para eso, es importante que también haya reciprocidad y a qué me refiero con eso, que la relación con las autoridades no sea una de consumidores, que trabajemos juntos, que seamos ciudadanos y que este sea el Gobierno del pueblo y ustedes lo sientan como su Gobierno, de todas y todos los chilenos y chilenas.

Y para eso nos vamos a necesitar todos, Gobierno y Oposición, instituciones y sociedad civil, movimientos sociales. Nuestro Gobierno, cuya base política es Apruebo Dignidad y, también, un saludo a nuestros compañeros que han trabajado tanto por esto y, también, los partidos de Convergencia Progresista.

Quiero que sepan que no se agota, este Gobierno no se agota en sus adherentes. Seré el Presidente de todos los chilenos y chilenas y escucharé siempre las críticas constructivas y las propuestas de quienes piensan distinto a nosotros, los que siempre, siempre tendrán garantizada la libertad y el derecho de disentir.

Como he dicho más una vez, citando palabras nacidas al calor de las movilizaciones en un colegio tomado en una población, lejos, en una región perdida, porque de las movilizaciones venimos; hoy día estamos acá, pero no nos olvidamos de dónde venimos.

Vamos lento porque vamos lejos, vamos lento porque vamos lejos y no vamos solos, sino que con todos ustedes, hombres, mujeres, niños y niñas que nos acompañan hoy en esta plaza, a través de sus pantallas en sus casas, quizás, en el celular, en la micro, de donde sea que nos estén viendo o en el extranjero quienes también nos están siguiendo y añoran a su Chile querido porque es central, como he repetido varias veces en este discurso, que ustedes se hagan parte de este proceso porque no podemos hacerlo solos.

Desde este lugar quiero hacerles a todas y a todos, un llamado, que nos acompañemos en esta tarea. Caminemos juntos la ruta de la esperanza y construyamos todos el cambio hacia un país que sea digno y justo. Dignidad, qué palabra tan linda. Lo construiremos paso a paso con la sabiduría de quien sabe que los cambios que duran son los que tienen sustento en el conocimiento acumulado y que son respaldados por grandes mayorías.

Pondremos especial atención, cómo he señalado, a los efectos que la pandemia ha tenido sobre el sistema de salud, sobre los trabajadores y trabajadoras que nos han protegido y cuidado, sobre las listas de espera que tanta angustia generan en las familias.

Vamos a continuar, también, la exitosa estrategia de vacunación del pasado Gobierno colocando siempre la salud de las personas como prioridad primera y también implementaremos una estrategia específica para atender las consecuencias de la salud mental porque la salud mental también importa chilenos y chilenas.

Boric, que en 2018 ha hecho público que él mismo padece de TOC, puso particular énfasis durante su campaña en la salud mental, siendo este uno de los sintagmas más presentes en sus intervenciones en redes sociales. Su concepción holística de la salud resuena fuerte en una juventud que ha atravesado dos años de pandemia.

Nos vamos a preocupar, específicamente, por la educación donde ha habido una brecha gigante producto de la obligación de cerrar las escuelas. Tenemos que volver a abrir las escuelas para que nuestros niños y niñas vuelvan a encontrarse generando, por cierto, todas las condiciones de seguridad para que ello sea posible.

Los países de América Latina se encuentran entre aquellos que, debido a la crisis sanitaria, más semanas han cerrado sus escuelas, ya sea de manera parcial o total. El nuevo ministro de educación, Marco Antonio Ávila, tendrá que poner en marcha un programa de mitigación de las pérdidas educativas y promover reformas que permitan el acceso a la educación a todos los grupos de la población. 

Vamos a implementar, con mucha energía, la consolidación de nuestra economía, recuperar nuestra economía sin reproducir sus desigualdades estructurales. Un crecimiento que sea sustentable, nunca más zonas de sacrificio; el Estado también es responsable.

Queremos que las pequeñas y medianas empresas que generan valor vuelvan a crecer, queremos terminar con los abusos que tan injustamente, que tan justamente han indignado a nuestro pueblo y queremos volver a generar, en conjunto, dándole seguimiento a las buenas ideas de antes; empleo digno.

Reconocemos también que millones de chilenos y chilenas viven hoy día con temor. No podemos mirar para el lado ante eso y vamos a enfrentar el problema de la delincuencia enfrentando la desigualdad social que es su origen y también con una reforma las policías que asegure presencia en los lugares donde más se necesita, que aumente la efectividad de la investigación y que se concentre en las organizaciones criminales y de narcos que destruyen nuestros barrios.

Les doy un mensaje a quienes han hecho de la delincuencia algo común y que creen que pueden vivir en la impunidad. No quiero frases grandilocuentes, quiero decirles que los vamos a enfrentar con la comunidad.

Y quiero decir, también, que necesitamos reparar las heridas que quedaron del estallido social. Y, por eso, el día de ayer hemos retirado las querellas por Ley de Seguridad Interior del Estado porque tenemos la convicción de que como chilenos y chilenas tenemos que volver a encontrarnos y vamos a trabajar, vamos a trabajar intensamente en aquello; lo hemos conversado con los familiares de los presos, saben que estamos en ello.

Sabemos, también, compatriotas que enfrentaremos grandes desafíos en el Norte y en el Sur. En el Norte por la crisis migratoria donde vamos a retomar el control de nuestras fronteras y trabajaremos juntos nuestros países hermanos para abordar de manera colectiva las dificultades que conlleva el éxodo de miles de seres humanos, no nos olvidemos nunca que somos seres humanos, por favor.

Quiero decirle a la gente de Colchane, a la gente de Iquique, de Antofagasta, de San Pedro que no van a estar solos, a la gente de Arica, por cierto.

Chile ha sufrido hace apenas algunas semanas una crisis migratoria sin precedentes en la zona fronteriza del norte, a tal punto que el gobierno saliente de Sebastián Piñera tuvo que anunciar el estado de excepción en cuatro provincias: brotes de xenofobia y portestas contra migrantes luego del presunto asesinato de un camionero por parte de tres persones, entre ellas dos venezolanos, han sido las expresiones más visibles de un desborde mediatizado en toda la región. Frente a esta situación, el nuevo gobierno de Boric se ve obligado a enfrentar los desafíos que implican la restauración del orden público: la prórroga del estado de excepción ya ha sido decretada por el Presidente. El año pasado, una nueva ley de migraciones fue aprobada. Dicha ley se destaca por la novedad que supone la obligación para los migrantes de tener que pedir un visado en el consulado chileno antes de llegar al país, pero también por la consagración de las reconducciones o devoluciones en la frontera. Entre el cumplimiento de la ley, que ya defendió en sus primeras declaraciones como Presidente a medios chilenos, y el pedido de “no olvidar nunca que somos seres humanos”, Boric enfrenta aquí uno de sus principales desafíos en términos de coherencia ideológica. En el marco de esos desafíos, la vía regional se instaura como un mecanismo de resolución de dicha eventual contradicción: como, según sus propias declaraciones, “no puede recaer el peso de una crisis migratoria [N. del E.: aquí hace referencia específicamente a la crisis migratoria venezolana, aunque entre los migrantes se encuentren también colombianos, haitianos y dominicanos] solamente en un solo grupo de países, en este caso Colombia, Perú y Chile”, Boric ha invitado a los gobiernos de la región a tener una discusión pública para generar un sistema de cuotas; solidaridad regional a cambio de descompresión. Cabe destacar que América Latina es considerado un ejemplo aislado a escala internacional de solidaridad y pragmatismo en términos de recepción e integración de migrantes, en este caso venezolanos. 

Quiero también decir que en el Sur tenemos un problema. El conflicto que no es como antes se hablaba de la pacificación de la Araucanía, qué término más burdo e injusto. Después algunos decían el conflicto mapuche, no señores, no es el conflicto mapuche, es el conflicto entre el Estado chileno y un pueblo que tiene derecho a existir. Y allí la solución no es ni será la violencia.

En este caso, a contracorriente del gobierno de Piñera, que se ha caracterizado por la criminalización de los reclamos del pueblo mapuche, Boric ha adelantado su voluntad de no renovar el Estado de excepción en Araucanía. De allí, también, la ruptura con los modismos (“pacificación”) heredados del discurso colonial. La gestión de los reclamos de los pueblos originarios constituye sin duda un desafío de gran envergadura para un gobierno que quiere reivindicarse como intercultural. 

Trabajaremos incansablemente por reconstruir las confianzas después de tantas décadas, después de tantas décadas de abuso y de despojo. El reconocimiento a existir de un pueblo, con todo lo que eso implica, será nuestro objetivo y el camino será el diálogo, la paz, el derecho y la empatía con todas las víctimas, sí, con todas las víctimas. Cultivemos, cultivemos la reciprocidad, no nos veamos como enemigos, tenemos que volver a encontrarnos.

En este primer año de Gobierno también nos hemos impuesto como tarea acompañar de manera entusiasta nuestro proceso constituyente por el que tanto hemos luchado. Vamos a apoyar decididamente, decididamente el trabajo de la Convención. Necesitamos una Constitución que nos una, que sintamos como propia, una Constitución que, a diferencia de la que fue impuesta a sangre, fuego y fraudes por la dictadura, nazca en democracia, de manera paritaria, con participación de los pueblos indígenas, una Constitución que sea para el presente y para el futuro, una Constitución que sea para todos y no para unos pocos.

Luego del Plebiscito Nacional de octubre de 2020, los chilenos acudieron a las urnas los días 15 y 16 de mayo de 2021 para elegir a los representantes de la Asamblea Constituyente, electa con un mecanismo electoral paritario, con escaños reservados para los pueblos indígenas y, por primera vez, con la posibilidad de que independientes compusieran listas. Así como las relaciones con el nuevo Congreso, caracterizado por su fragmentación y una mayor unidad en la derecha, condicionarán el ejercicio del Presidente, la evolución de las negociaciones y de los acuerdos de la Asamblea Constituyente, que tiene como plazo máximo para redactar un nueva Carta Fundamental el mes de julio de este año, también será crucial para la gobernabilidad del nuevo gobierno. Además, ya sea porque deberá convocar el referéndum de salida en el segundo semestre de este año -los chilenos deberán acudir a las urnas una vez más para aprobar o rechazar el texto-, porque deberá firmar el texto y en cuyo caso implementar lo estipulado por el mismo, o porque deberá asumir los retos de la desesperanza frente a un proceso trunco, el momento constitucional chileno será totalmente estructurante y sus consecuencias por el momento insospechadas. 

Los invito a que nos escuchemos de buena fe, sin caricaturas, sin caricaturas, tomémonoslo en serio, de todos los bandos. Nos lo digo a nosotros mismos también, escuchemos de buena fe, sin caricaturas para que el plebiscito de salida sea un punto de encuentro y no de división y podamos aquí, junto al pueblo, firmar por primera vez en la historia de Chile una Constitución, democrática, paritaria, con participación de todas y todos nuestros pueblos.

Chilenas y chilenos:

El mundo nos está mirando. Quiero decirles chilenos y chilenas que el pueblo nos está mirando, el mundo nos está mirando y estoy seguro de que también ven con complicidad lo que está pasando en Chile.

Tenemos la oportunidad de ir aportando humildemente a la construcción de una sociedad más justa y estoy seguro que vamos a estar a la altura de este proceso democrático que fue decidido por una inmensa mayoría ciudadana, repliquemos ese resultado.

Queridos habitantes de nuestra tierra:

Asumo hoy con humildad, con conciencia de las dificultades el mandato que ustedes me han confiado, lo hago también con la convicción de que solo en la construcción colectiva de una sociedad más digna podremos fundar una vida mejor para todos y todas. En Chile no sobra nadie, la democracia la construimos juntos y la vida que soñamos solo puede nacer de la convivencia, el diálogo, la democracia, la colaboración y no la exclusión.

Sé que en 4 años más el pueblo de Chile nos juzgará por nuestras obras y no por nuestras palabras y que, como decía un viejo poeta, el adjetivo cuando no da vida, mata. Hoy era necesario hablar, mañana todos juntos a trabajar.

Como pronosticara hace casi 50 años Salvador Allende, estamos de nuevo, compatriotas, abriendo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, el hombre y la mujer libre, para construir una sociedad mejor.

“Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”, auguraba Salvador Allende en su último discurso en La Moneda, el día del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, que fue también el de su muerte. A modo de homenaje, antes del discurso, al atravesar la plaza de la Constitución, el presidente electo se había desviado del protocolo, abandonando la alfombra roja para detenerse frente a la estatua de Allende. Porque la herida de la interrupción abrupta de la experiencia socialista por vía democrática es, en más de un sentido, la que le queda por saldar a la izquierda chilena. O incluso, latinoamericana. 

Seguimos. ¡Viva Chile!

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