
Durante mucho tiempo, Francia se ha considerado una isla estratégica. Pero en el año de las grandes elecciones, los retos aumentan y los recursos disminuyen. Ahora está claro que, entre las posibles vías de una ambición, habrá que elegir —y, por tanto, renunciar—. En la fase de recomposición política que se abre actualmente, existe la oportunidad de abrir esta obra.