Archivos y discursos


Una carretera. Drones en el cielo. Coches destrozados —y, después, una fila de gente esperando comida y sábanas—.
Entre los partidarios de la guerra conmocionados y los residentes desilusionados, ¿cómo vivieron los rusos de Kursk las primeras horas de la incursión ucraniana en la zona de Sudzha? Aunque la información procedente del frente de batalla sigue siendo muy fragmentaria, publicamos los testimonios de la gente común y corriente cercana a las zonas de combate, inéditos en español.

Dos años antes de invadir Ucrania, la Rusia de Putin fijaba por decreto su estrategia deportiva hasta 2030. Sometido a las corrientes de la política exterior, el Kremlin oscila entre el deseo de reintegrar las grandes competiciones deportivas mundiales y la aspiración a crear otras paralelas. Antes de la ceremonia de clausura en París, a sugerencia de Lukas Aubin que, al comienzo de los Juegos Olímpicos, firmó 10 puntos sobre la geopolítica del deporte a partir de Rusia, traducimos este documento oficial, que revela una relación ilusoria con el deporte como herramienta de soft power para un país paria.

En 1579, a medida que aumentaban los éxitos polaco-lituanos en el campo de batalla, se produjo un punto de inflexión decisivo. Tras un duro asedio de tres semanas, Polotsk, tomada por los rusos dieciséis años antes, fue finalmente reconquistada. Animado por esta victoria, el príncipe Kurbski, con renovada determinación, se dispuso a escribir dos apasionadas cartas a Iván el Terrible, las últimas de su intensa correspondencia. Estas cartas marcan el final de una serie de fascinantes intercambios epistolares que revelan las tensiones y transformaciones de una época atormentada.

En 1578, en plena agitación militar, el ejército polaco-lituano lanzó una fulgurante contraofensiva contra los moscovitas, invirtiendo los sustanciales avances logrados el año anterior. Este giro de los acontecimientos brindó a Andrei Kurbski la oportunidad perfecta para responder incisivamente a la última misiva de Iván el Terrible. Con una humildad hábilmente calculada, Kurbski proclama su deseo de evitar cualquier disputa con el gran príncipe, dejando el juicio final a la divina providencia.

En 1577, animado por el éxito militar de su nueva campaña en Livonia, Iván el Terrible retoma la pluma tras trece años de silencio. En esta segunda carta, el primer zar emite una acusación y una justificación: poniéndose en el papel de víctima, afirma que la incesante oposición habría forjado su severidad y fortalecido su determinación —y que, como prueba, Dios está de su parte—.

Este verano, Rusia no retransmite los Juegos Olímpicos de París 2024, y los 15 atletas rusos en París juegan sin pancartas ni himnos.
Pero en junio, la ciudad de Kazán acogió los Juegos de los BRICS, una de las alternativas para conseguir que el deporte ruso exista fuera de los marcos internacionales de los que habría sido «cancelado» tras el escándalo de dopaje y la invasión de Ucrania. En la fábrica rusa del deporte «del futuro», traducimos un texto clave de uno de los pensadores de este modelo, al servicio del proyecto político de Putin.

En la última parte de su primera carta, Iván el Terrible sigue debatiéndose entre sus dos hipóstasis: el soberano invencible y el buen cristiano. Después de haber fulminado en las secciones anteriores, el zar está desesperado por limpiar su nombre y devaluar todas las hazañas de Kurbski con las armas. Defiende con ardor su autoridad legítima, justificando los castigos infligidos como necesarios para mantener el orden y la justicia. Sin cesar de citar las Escrituras, invoca la justicia divina, convencido de que sus actos serán santificados por Dios.

Iván el Terrible continúa su ofensiva contra el príncipe Kurbski. La segunda parte de la carta nos sumerge en la atormentada vida del zar, revelando las conspiraciones, traiciones y luchas de poder que marcaron su reinado. Iván lamenta los sufrimientos padecidos desde su infancia, los ataques de enemigos extranjeros y las maquinaciones de los boyardos que usurparon el poder. A través de este relato, Iván justifica sus acciones para defender y consolidar su autoridad, mostrándose implacable contra sus enemigos.

En julio de 1564, enfurecido, Iván el Terrible envió una larga carta de respuesta a Andrei Kurbski. Este texto, que se ha convertido en un clásico, revela crudamente la lógica despiadada del déspota. Llena de maldiciones, analogías bíblicas y florituras lingüísticas, la carta tiene un único propósito: justificar el derecho absoluto a gobernar sin trabas. La publicaremos en tres partes.

Segundo episodio de nuestra serie de verano «Doctrina del primer zar: cartas encontradas de Iván el Terrible».