Tras las elecciones, ¿qué tipo de panorama político están configurando para Polonia?
Nos damos cuenta de que un cambio político era realmente posible: Polonia es capaz de pasar la página del PiS. Para que se haga una idea del sistema del que estamos saliendo, el viernes estuve viendo la televisión pública y el nivel de propaganda a favor del PiS era absolutamente increíble. Había una película, por ejemplo, que se presentaba como un documental sobre el hundimiento de Francia, y los únicos políticos franceses entrevistados eran de extrema derecha: eran Robert Ménard y Gilbert Collard. Este es sólo un ejemplo de las representaciones que el PiS ha promovido constantemente: la imagen de un Occidente en declive, debilitado… Además, ese programa daba una idea de cómo podría ser la televisión pública francesa bajo un gobierno de extrema derecha.
Las elecciones marcaron un cambio radical. De repente, millones de personas acudieron a las urnas para luchar contra este discurso. Y lo que es más, la participación fue muy alta, con más del 73% de los votantes acudiendo a las urnas, más que en 1991, cuando se celebraron las primeras elecciones tras el colapso final del régimen comunista.
¿Cómo se explica una participación tan alta? ¿Fue el resultado de una campaña muy reñida?
En cierto modo, es una expresión tanto del fuerte rechazo como del fuerte apoyo al PiS. De hecho, fue el partido más votado, con cerca del 36,8% de los sufragios, lo que le daría unos doscientos escaños. En cambio, Confederación, el partido de extrema derecha que se anunciaba como su potencial aliado, sólo logró el 6% de los votos, lo que debería darle unos diez escaños. En cambio, los tres principales partidos de la oposición han sabido movilizar a sus respectivos electorados: Plataforma Cívica ha logrado el 31% de los votos, Tercera Vía el 13% y La Izquierda el 8%. Sin duda no será fácil construir una coalición, pero entre los tres partidos representan a más de la mitad de los polacos.
En términos más generales, estas elecciones demuestran dos cosas: por un lado, que Polonia está muy dividida políticamente en 2023; por otro, que ningún partido está dominando el campo político, sino todo lo contrario.
¿Cuáles son las divisiones de la sociedad polaca?
Polonia se caracteriza por una fuerte división entre el campo y la ciudad. El PiS nunca ha logrado ganarse el apoyo de las grandes ciudades polacas. En la campaña de 2023, en lugar de intentar recuperar terreno en las ciudades, intentaron ampliar la brecha entre las zonas urbanas y rurales. Parece que les pareció la estrategia más eficaz.
A pesar de ello, y a diferencia de Hungría, donde Viktor Orbán ha conseguido aplastar realmente a la oposición, el PiS ha cometido muchos errores, sobre todo en la forma en que ha dirigido sus ataques contra la oposición. Uno de los intentos más controvertidos de esta campaña fue la introducción de una ley extraordinaria para crear una comisión de investigación sobre la influencia rusa en Polonia («lex Tusk»): con ello se pretendía principalmente eliminar a ciertos políticos de la oposición, así como a periodistas. Pero la iniciativa, muy criticada en Polonia, le salió por la culata al PiS.
Además de este evidente abuso del poder legislativo, durante la campaña electoral se desplegó una propaganda excesiva y agresiva. Se dirigió contra la oposición, y contra Donald Tusk en particular, pero también recurrió a insultos personales. Esta estrategia de comunicación provocó fuertes reacciones y no fue bien recibida por la opinión pública, sobre todo en las zonas urbanas.
En cuanto a otras líneas divisorias, como el nivel de educación y la edad de los votantes, los resultados de las encuestas muestran algunas distinciones entre los partidarios de la Plataforma Cívica y los del PiS, aunque no son tan claras como podría pensarse en un principio. No todos los votantes jóvenes y con estudios votaron a la oposición, y no todas las personas mayores votaron al PiS. También creo que hay que matizar la imagen de un PiS analfabeto. Todos sus líderes tienen un alto nivel educativo: Jarosław Kaczyński es doctor en Derecho; Mateusz Morawiecki es licenciado en Historia, Empresariales y Derecho. En última instancia, las divisiones políticas en Polonia son más matizadas de lo que parecen a primera vista.
Al final, la división más llamativa es sin duda la geográfica. Por un lado, está la Polonia occidental, que tiende a votar a favor de los partidos proeuropeos, y por otro, la Polonia oriental, que se inclina más hacia el nacionalismo conservador. Para mí, es la persistencia de la división de Polonia: la parte del país que fue anexionada por Rusia es ahora mucho más conservadora que las partes que estuvieron bajo dominio prusiano y austriaco.
No es el fin del PiS, pero ¿es el fin de Confederación? Se hizo de este partido de extrema derecha el que tendría las llaves de un nuevo gobierno cuando se preveía que obtendría el 15% de los votos. Al final, han quedado últimos. ¿Podrá sobrevivir el partido?
El futuro de Confederación parece aún más sombrío porque han demostrado sistemáticamente una forma de amateurismo que se puso de manifiesto una vez más anoche: justo cuando cabía esperar que impugnaran los resultados, siguiendo el ejemplo de su héroe Donald Trump, se apresuraron a reconocer la derrota. Dentro del electorado nacionalista, fueron aplastados sobre todo por el PiS, que logró imponerse en un momento en que Confederación parecía amenazar con arrebatarles una parte significativa de su electorado.
Justamente, ¿qué va a hacer el PiS ahora?
El PiS puede permanecer en el poder otros dos meses: el Presidente de la República tiene treinta días para convocar el nuevo Parlamento y, sobre todo, encargará primero al PiS la tarea de formar gobierno, basándose en el hecho de que quedó primero en las elecciones parlamentarias, y aunque fuera prácticamente incapaz de formar una coalición. Es muy probable que lleven a cabo este proceso –Kaczynski lo ha insinuado mucho–, que también dura un mes. Tras estos dos meses de negociaciones, las oposiciones sólo dispondrán de catorce días para formar gobierno: es muy poco tiempo.
Hay muchos puntos de convergencia entre los tres principales partidos de la oposición, pero ¿son suficientes para formar una coalición?
Los partidos de la oposición son muy conscientes de la fuerza que sigue teniendo el PiS. Aunque hayan ganado las elecciones, todos han reconocido la fragilidad de su posición. Sin embargo, la cuestión crucial es si los puntos de convergencia entre estos partidos son lo suficientemente fuertes como para formar una coalición eficaz.
[Leer más: Polonia se enfrenta a unas elecciones históricas]
Un análisis más detallado de estos partidos de la oposición muestra que existen diferencias significativas dentro de la propia Coalición Cívica: algunos miembros se inclinan más hacia la izquierda, mientras que otros tienen tendencias conservadoras. Entre los tres movimientos de la oposición, varias cuestiones distan mucho de estar resueltas. En economía, la Izquierda y la Coalición Cívica tienen desacuerdos muy profundos. Al anunciar su intención de liberalizar el aborto, Donald Tusk podría encontrarse en conflicto con los democristianos de la Tercera Vía. Estas diferencias podrían ser importantes.
La cuestión de formar una coalición no se limita a las diferencias ideológicas, sino que también requiere un debate en profundidad sobre los objetivos comunes, las prioridades políticas y la capacidad de trabajar juntos de forma eficaz para contrarrestar al partido en el poder. Todo ello requerirá un compromiso y una sólida visión compartida para tener éxito en el actual contexto político polaco.
Estos debates preliminares son tanto más necesarios cuanto que la coalición podría toparse pronto con una importante oposición institucional: Andrzej Duda, el Presidente de la República, es un antiguo miembro del PiS, con el que sigue siendo un estrecho aliado; desde la reforma judicial de 2015, el Tribunal Constitucional está completamente en manos del PiS. En estas circunstancias, el Presidente podrá ejercer su veto siempre que lo desee, ya que la oposición no cuenta con la mayoría de dos tercios necesaria para anularlo. Por su parte, el Tribunal Constitucional, que examina la constitucionalidad de las leyes, podría contribuir a bloquear un gran número de iniciativas. En resumen, el terreno está minado.
Por esta razón, la oposición haría bien en nombrar a Donald Tusk, ya que es, con mucho, el más experimentado de los políticos de la oposición. Y es precisamente esta experiencia la que se necesitará para hacer frente a una situación que podría prolongarse hasta las elecciones presidenciales de 2025.
¿Tenemos ya una idea de la actitud que elegirá Duda: se opondrá sistemáticamente al nuevo gobierno o elegirá en cambio el apaciguamiento?
En realidad, es muy difícil saber qué actitud adoptará. Por un lado, está claro que Duda, que se unió al PiS en 2005, ha evolucionado con el tiempo, buscando en particular liberarse de la influencia de Jarosław Kaczyński. Sin embargo, nunca lo ha conseguido del todo.
Desde el punto de vista constitucional, a Duda le interesa adoptar una posición de árbitro, como prevén los textos. El Presidente de la República aumenta su poder real cuando desempeña un papel de equilibrista, sobre todo cuando el país está tan dividido. Ya había empezado a situarse en esta posición durante el gobierno del PiS, oponiéndose a leyes apoyadas por el partido, lo que contribuyó a aumentar su influencia. Por tanto, es probable que Duda siga este camino manteniéndose como un árbitro imprevisible, lo que le permitirá ser consultado y apoyar la agenda conservadora, evitando al mismo tiempo volverse demasiado rígido en sus posiciones. Esta estrategia podría ser la clave para reforzar su poder e influencia en el panorama político polaco.
Si los partidos de la oposición logran ponerse de acuerdo, ¿cuáles serán sus primeras reformas?
Sus primeras reformas irán encaminadas, sobre todo, a «des-PiSificar» el Estado. Este proceso de recuperación del Estado comenzará probablemente por dos ámbitos cruciales: los medios de comunicación públicos y la esfera jurídica. Estos dos sectores son esenciales para la futura gobernanza, como ya hemos subrayado. En cuanto al ámbito jurídico, se prevén varios proyectos. El nuevo Primer Ministro deberá elegir entre dos grandes escenarios: anular la reforma judicial del Tribunal Constitucional de 2015 o adoptar un enfoque basado en el compromiso.
Se trata de una situación muy compleja, sin precedentes, y los detalles jurídicos son especialmente delicados de discutir en este momento. En cuanto a los medios de comunicación públicos, se plantea una situación similar. Aquí será esencial llegar a un compromiso con el Presidente. Por último, la tercera gran preocupación será la votación del presupuesto para 2024. Esto tendrá que hacerse muy rápidamente, e implicará una serie de compromisos importantes en un momento en que la inflación ha sido muy alta en Polonia en los últimos dos años.
Los fondos del plan europeo de recuperación llevan meses bloqueados en Polonia, pero una de las promesas electorales de Donald Tusk fue desbloquearlos. ¿Qué impacto tendría esto en la economía polaca?
Donald Tusk ha prometido votar a favor de los cambios legislativos necesarios para desbloquear los fondos del plan europeo de recuperación, bloqueados en Polonia desde hace varios meses. Esta decisión podría tener un impacto significativo en la economía polaca. Cabe señalar que la clave de esta situación reside en la capacidad de llegar a un compromiso con el Presidente, ya que es el principal actor en este asunto. Aunque es muy poco probable que bloquee una ley que abriría el acceso a cientos de millones de fondos europeos, la situación sigue siendo compleja porque también será evaluada por el Tribunal Constitucional.
Sin embargo, es muy probable que Donald Tusk haga un esfuerzo para liberar estos fondos, dado que su enfoque político está ahora fuertemente orientado hacia Europa, que ha sido uno de los puntos fuertes de su campaña. En particular, ha destacado su experiencia en Bruselas como presidente del Consejo Europeo (2014-2019) y su capacidad para promover un diálogo más constructivo con la Unión con el fin de acelerar el proceso. Los cambios en la retórica y la política exterior sugieren que las cosas podrían avanzar más rápidamente. El paquete de estímulo, aunque no produzca resultados inmediatos, podría acabar inyectando millones de euros en la economía polaca a lo largo de los meses, lo que tendría un impacto significativo. Se trata de un acontecimiento muy importante que hay que seguir de cerca.
Con este nuevo gobierno, ¿deberían mejorar las relaciones entre Polonia y Ucrania?
Si nos remontamos al principio de la invasión, el apoyo a Ucrania gozó inicialmente de un consenso muy amplio en Polonia, hasta el rápido deterioro de los últimos meses, cuando el PiS decidió por razones en gran medida electorales (y en particular para recuperar votos de Confederación) marcar un claro deterioro de sus relaciones con Ucrania. Dicho esto, me inclino a decir que esta política no fue sólo oportunista: la guerra y el rechazo a Rusia que provocó en la opinión pública polaca obligaron al gobierno nacionalista a implicarse más en una forma de cooperación internacional, en contra de sus hábitos habituales. Éste es uno de los efectos de la soberanía postraumática que ha definido en gran medida las actitudes geopolíticas polacas desde la caída del comunismo.
La campaña, la presión de la Confederación y el hastío de una parte del electorado ante el estancamiento del conflicto han permitido al PiS volver a los fundamentos de su ideología nacional-populista y rechazar el principio de solidaridad internacional. No obstante, el cambio de gobierno debería permitir restablecer la alianza entre Varsovia y Kiev, máxime cuando Donald Tusk ha insistido en su deseo de restablecer fuertes vínculos con los socios históricos de Polonia en Europa.
Con un gobierno dirigido por Donald Tusk, ¿cómo serán las relaciones de Polonia con Alemania y Francia? ¿Podríamos asistir a la resurrección del triángulo de Weimar?
Sí, en la medida de lo posible, dado que Donald Tusk fue uno de los políticos más europeístas después de 1989.