• El 15 de enero de 2020, Donald Trump y el viceprimer ministro de la República Popular China, Lie He, firmaron la primera fase de un acuerdo comercial histórico por el que se reduce parte de los aranceles estadounidenses sobre los productos chinos a cambio de la promesa de China de comprar al menos 200.000 millones de dólares más de productos y servicios agrícolas, energéticos y manufactureros estadounidenses.
  • El acuerdo se produce casi dos años después de una intensa guerra comercial del ex presidente republicano contra China, a la que Pekín respondió elevando algunos aranceles a productos estadounidenses. Trump defendió la política argumentando que las prácticas comerciales chinas cuestan a Estados Unidos cientos de miles de millones de dólares al año.
  • Aunque esta guerra comercial haya supuesto un fracaso para Washington, la administración Biden ha decidido no alejarse de la política de su predecesor1. El 6 de septiembre, la Secretaria de Comercio de Estados Unidos, Gina Raimondo, anunció que «las empresas que reciban fondos de la Ley CHIPS no podrán construir instalaciones de alta tecnología en China durante un periodo de 10 años»2.
  • Sin embargo, desde la firma de este acuerdo (que ya ha expirado), China no ha cumplido nunca con sus compromisos de la Fase 1. A pesar del aumento del valor de las importaciones chinas entre 2020 y 2021, éstas se han mantenido casi sin cambios en 2022 (por el momento). Este año sólo se ha superado el objetivo de las importaciones agrícolas.
  • El comercio energético entre los Estados Unidos y China se ha visto perjudicado por el desequilibrio y la reconfiguración de los flujos mundiales de hidrocarburos. Este mercado se encuentra en una situación de disminución o incluso de cese de los suministros de gas ruso a Europa y de aplicación de embargos a determinados hidrocarburos rusos (gas y carbón) por parte de los países occidentales.
  • China ha procedido a adquirir más hidrocarburos a Rusia para compensar la pérdida de sus mercados en Europa (y también debido a su menor coste). Por otra parte, Estados Unidos ha suministrado más hidrocarburos a sus aliados europeos para compensar la caída del suministro de gas ruso.
  • Si bien las consecuencias de este fenómeno son múltiples y pueden estar sujetas a posibles cambios, en última instancia podrían suponer riesgos para las cadenas de valor, así como para el equilibrio de la economía mundial.  Según Chad P. Bown, investigador principal del Instituto Peterson de Economía Internacional: «Un menor compromiso reduce los tipos de diversificación mutuamente beneficiosos, que son cada vez más importantes en un mundo acosado por sequías, inundaciones, pandemias y otras crisis imprevisibles. Además, minimizar la interdependencia económica también podría llevar a políticas más extremas»3.
Notas al pie
  1. Sobre el impacto de la guerra comercial: Fajgelbaum, P. D., & Khandelwal, A. K. (2022), « The economic impacts of the us–china trade war », Annual Review of Economics14, 205-228.
  2. Press Briefing by Press Secretary Karine Jean-Pierre and Commerce Secretary Gina Raimondo, Casa Blanca, 6 de septiembre de 2022.
  3. Chad P. Bown, « First trade war, now Russia’s real war. Why US exports to China continue to suffer », Peterson Institute for International Economics, 12 de septiembre de 2022.