Te implicaste desde muy joven en la lucha por la defensa del medio ambiente, en un país en el que ese compromiso es muy a menudo sinónimo de peligro. ¿Por qué decidiste comprometerte? ¿Qué acontecimientos de su vida le han preparado y motivado a actuar?
Una de las principales razones que me motiva a hacer esto aunque me quieran matar a cada rato es que yo soy de un país biodiverso, inmenso, hermoso y maravilloso como lo es Colombia1. Tiene una cantidad de fuentes cívicas y de paisajes surrealistas que he tenido la oportunidad de conocer, tiene a gente maravillosa, los colombianos somos chéveres, somos buena gente y nos gusta brindar ese apoyo y esa mano amiga a cualquiera. Yo soy de un municipio que se llama Puerto Wilches, es el municipio de Santander que más agua tiene. Nosotros tenemos el río Magdalena que es el río más grande de Colombia y no solamente un río, es una frontera inimaginable de nuestros sueños y lo que podemos lograr con ellos. Ese río somos nosotros, es nuestra identidad. Yo soy de un departamento de montañas, pero soy de una región de río y por eso hablo un poco costeño y ese río me ha hecho a mí como ha hecho a los wilchenses durante siglos. Es nuestra identidad y somos nosotros mismos los que construimos la sociedad y la paz con nuestras historias. Aunque la lucha ha sido muy dura aunque me ha costado a mi niñez y mi adolescencia y aunque a otros les ha costado la vida, por eso lo hacemos, es porque somos nosotros mismos, somos nosotros luchando por nuestros sueños y por nuestra madre que es el agua y nuestra vida.
Intercambiando la relación, ¿cómo tu activismo te ha construido a ti, tu identidad, tu personalidad, cuál es la influencia que ha tenido esta experiencia como activista en tu vida?
Siempre he sido así, es decir uno siempre es activista y sin importar que no tenga cámaras al lado. Uno es una persona que defiende y que lucha. Bueno yo soy de un municipio en donde la guerrilla y el conflicto armado nos mantuvo por años con mucho miedo y mis abuelos son desplazados por la guerrilla de las FARC como muchos en Wilches. Y la gente un día simplemente se cansó de tener miedo y entonces nacieron nuevas rebeldías y aunque a esa gente la mataron en años pasados, pues de alguna u otra manera ellos renacieron en nosotros. Desde que yo he sido muy niña recuerdo a mi mamá decirme qué no tenía que hacer eso o hablar de tal manera porque también está el estigma de que eres mujer pues tienes que hablar bajito, no tienes que decir groserías.
Nosotras las mujeres hemos sido tan oprimidas por años por el machismo que ahora ni siquiera se necesitan hombres para ejercer el machismo sobre las mujeres porque desafortunadamente nosotras también ejercemos violencia sobre otras mujeres. Y eso pasa mucho en mi región, muchas veces nos dicen qué pensar o qué hacer o cómo vestirnos. Mi mayor acto de rebeldía fue decirle a mi mamá un día cuando tenía como 10 años que no quería alisarme el cabello. Creo que fue una mezcla de todo ello que reventó en el 2017 cuando en Puerto Wilches nos dijeron que iban a hacer fracking y que ya no podíamos decir nada. Mi reacción fue: ¿Cómo así que no puedo decir nada? Por años me han dicho que no puedo decir nada. Llegó el momento de intervenir aunque fue un poco imprudente en su momento porque nos iban a matar. Tuvimos una reunión simple y sencilla de unos jóvenes queriendo hacer algo. Nos dijeron que no teníamos que hacer nada porque nos iban a matar. Y fue irresponsable en su momento decir “pues que nos maten”. En este pueblo matan a gente todos los días y a nadie le importa. La violencia ha estado por años, ya es parte de nosotros y la muerte se ha normalizado. Sí a ti te matan, tú tienes la culpa de que te maten. Si a ti un hombre te pega pues tienes la culpa porque eres mujer y porque algo malo hiciste.
Y a partir del 2017 nosotros dijimos pues ya basta, no es justo que siempre nos digan cómo comportarnos y no es justo que nos quieran quitar el río. Y eso sobresaltó a todo el mundo, porque era yo, una joven wilchense, como cualquier otra persona diciéndole a todos, al gobierno “ya estoy harta de que siempre me maltrates, que me utilices y me violentes y luego me abandones. Yo solamente necesito que me quites el pie de la cabeza y me dejes respirar, lo que necesito es que me dejes ser libre porque yo soy libre”.
Yo en Puerto Wilches soy una persona libre -o era una persona libre- y siempre he visto al río como un todo porque en Colombia y en el mundo entero se ha normalizado a ver a nuestros recursos como algo que siempre da. A los ríos se les puede construir hidroeléctricas, a las montañas se les puede partir por la mitad porque hay un afán desenfrenado por llegar siempre rápido y siempre a tiempo. Pero la gente no mira que hay comunidades que dependemos de esas montañas y de esos ríos y que no es justo que por tener un buen vivir a nosotros nos maten. No es justo que siempre nos desplacen y que nosotros tengamos que aceptarlo porque el desarrollo es mucho más que nosotros. Porque ¿qué es el desarrollo si no hay gente?
Dentro de esa violencia generalizada que has mencionado, ¿cuál es el tipo de violencia y amenazas que ustedes sufren en su caso?
A nosotros legalmente, no nos dejan decir “fue tal persona”. En Colombia hay un momento muy importante en la historia reciente que es la firma de los Acuerdos de Paz en el 2016 cuando se empieza a construir nuestra paz. Esa firma fue muy controversial. Mi municipio hace parte de esas regiones que están en categoría roja por violencia porque hay guerrillas desafortunadamente. Cuando se firmó el acuerdo teníamos la esperanza de que sucediera, no era solamente firmar un papel, era decirle al mundo que ya estamos hartos, que no somos el país de la coca, del café o de Pablo Escobar como siempre nos dicen.
Somos gente luchando todos los días por sus sueños y hubo un momento en el que la violencia después de esa firma del acuerdo de paz se disparó horriblemente porque estaba pasando todo lo contrario a lo que se quería: firmamos la paz, pero nos estaba matando aún más, era algo muy loco. Pero luego hay un cese, y empieza nuestra paz, empezamos de verdad a a tener un amanecer hacia una vida bonita. Y luego en el 2020, nos dicen que mi región había sido escogida para hacer unos proyectos de fracking. Empezamos a ser noticia nacional porque éramos Magdalena Medio, la región del sacrificio, de la guerrilla, de la violencia, de los muertos, y nunca habíamos sido noticia “buena” podría decirse. Luego nos anuncian que el fracking se va a hacer en Puerto Wilches, o sea los wilchenses tienen que celebrar porque es un pueblo donde vive gente pobre y por fin les va a llegar el progreso. Lo primero que hicimos fue buscar qué era el fracking aunque en Puerto Wilches no tenemos buen internet. Se decía que era una excelente noticia porque supuestamente iba a generar trabajo, pero en realidad solamente significaba una cosa y era que nos iban a contaminar el río.
Entonces empieza a haber una relación entre la gente, el río y la violencia. Empieza a haber en Puerto Wilches un aumento gradual de violencia, de asesinatos, de desapariciones y también de secuestros. Llegan Ecopetrol, la empresa estatal de hidrocarburos de Colombia, y ExxonMobil, la multinacional estadounidense. que quiere sacar plata de todos lados. A Ecopetrol se le abre una investigación por nexos directos con grupos armados, pues nos dimos cuenta que las petroleras le estaban pagando a las guerrillas o a los paramilitares para que eliminaran a la gente en los territorios que se estaba oponiendo a sus proyectos.
A mi me intentaron matar 5 veces. ¿Quién? La verdad es que legalmente no nos dejan decirlo porque nos pueden meter a la cárcel, pero les cuento todo este contexto para que saquen sus propias conclusiones.
¿Te parece que tu mirada desde Francia ha cambiado sobre Colombia y sobre tu compromiso? ¿Es posible continuar tu activismo desde el extranjero o encontrar una suerte de equilibrio?
Muy buena pregunta. Yo no creo en los equilibrios, no me gustan. Desde afuera me he dado cuenta que de verdad Colombia es un país potencialmente maravilloso. Hace poco tuvimos elecciones presidenciales y ganó un candidato que dice justamente que Colombia es potencia mundial de la vida. En Colombia tenemos todos los climas. Tenemos desde nevados hasta desiertos. Es un país maravilloso, pero también lastimosamente seguimos siendo el país donde más se asesinan a líderes sociales, es duro.
Miro entonces el problema desde afuera e intento asumirlo estando acá y no allá. Y ha sido muy duro. Ecopetrol se nos metió a la casa, entonces hay que sacar a Ecopetrol, haciendo marchas, carnavales, pinturas. Nuestro movimiento pinta: nuestro eslogan es “Pintando sueños”. Y acá por supuesto no puedo hacer nada de eso. Pero empecé a ver otra perspectiva, porque ya no estamos solos, el fracking es una lucha internacional, entramos a la alianza latinoamericana en contra del fracking y hemos asistido a otras cumbres y eso es maravilloso. Entonces empecé a hacer como esta parte de escritorio para darle más visibilidad a las problemáticas socio ambientales que están ocurriendo en Colombia.
A nivel de eficiencia, ¿se puede medir que una acción es más eficaz que otra? ¿Es necesario estar sobre el terreno en Colombia, como asumir en estructuras internacionales?
Creo que las dos son muy importantes. En Puerto Wilches nos están violentando de 1000 maneras y no había alguien internacionalmente que revisara todo lo que estaba pasando, y eso pues yo lo estoy haciendo ahora. Entonces yo doy informes de lo que está pasando en mi comunidad o en Colombia en general pero también mis amigos están en el terreno, siguen marchando y protestando. Yo puedo hacer la parte que está acá, pero si no están mis compañeros allá, nada serviría.
¿Tienes algún marco teórico, una figura emblemática que defina tu activismo incluso una figura latinoamericana por ejemplo que te inspira?
Diría los indígenas Yariguíes. Diría los indígenas de mi región, los que habían estado ahí, hay muy pocos escritos sobre ellos y ninguno los tenemos nosotros. Son una de la raza indigena más poderosas y guerreras que ha tenido Colombia. Después están también los Comuneros de Santander; soy de una región en donde básicamente se creó y se conjugó la revolución, la independencia colombiana. Pero me quedo con los primeros, los indígenas Yariguíes. Me han transmitido a mí y a todos mis amigos la fuerza y la resiliencia porque aunque tengamos a monstruos delante de nosotros como a Exxonmobil, Ecopetrol y al gobierno colombiano nosotros seguimos. Somos hormigas luchando contra tres elefantes. Me gusta ser del equipo de las hormiguitas, de los Yariguíes que van a seguir resistiéndose al olvido y al exterminio.
¿Cuáles son tus prioridades hoy para ti y para tu lucha?
Bueno para mi lucha la prioridad fundamental es seguir estando vivos. Tenemos que seguir esta guerra por el recurso hídrico. Las guerras por el agua son las guerras que nosotros queremos ganar en Colombia. Eso es lo que yo espero en un futuro no muy lejano, que suene nuestro himno y que podamos decir que vencimos al fracking. Creo que el día que eso llegue, que por ley se prohíba el fracking en Colombia, yo voy a llorar como si no hubiera un mañana porque va a ser la realización de algo que empezó con muchas lágrimas también y que nos ha costado la vida. Yo sigo hablando hoy pero tal vez un término radical que podría decir que yo morí de cierto modo un 14 de febrero cuando me tocó irme de Colombia de la manera en la que me tocó irme. Así que me extrañaría muchísimo pero esperaría eso, que el fracking se prohíba y que se priorice la vida y el agua no solamente en Colombia sino en el mundo.
¿Cómo ver en este contexto la reciente e histórica elección de Gustavo Petro y su vicepresidenta Francia Márquez, activista de los derechos humanos y del medio ambiente para la lucha ambiental y su desarrollo?
Es muy importante. Y no es solamente porque Gustavo Petro y Francia Márquez hayan ganado una presidencia y ya. No, a mí me significa muchas cosas. Yo soy una persona negra, afrodescendiente, mujer, líder social, joven, y que esta mujer haya ganado en un país que es machista me parece fabuloso. Que una mujer negra, afrodescendiente, líder social, que lleva peleando por los derechos del agua, del territorio y de la vida esté hoy en la vicepresidencia de un país como Colombia no hay mayor victoria que esa.
No sé cómo vaya a ser su gobierno, puedo equivocarme en muchas cosas pero sé que no me estoy equivocando en decir que estoy extremadamente orgullosa porque una mujer negra, líder social y madre sea mi vicepresidenta, porque una feminista está entrando a la casa de Nariño que ha sido gobernada por hombres desde que se creó Colombia.
¿Qué esperas de manera concreta del nuevo gobierno en términos de políticas públicas para tu lucha?
Entran en funciones el 7 de agosto, pero ya han empezado los cambios. Por ejemplo, Susana Muhamad que será nuestra ministra de medioambiente dijo que se iba a prohibir el fracking en Colombia. También se busca la protección a los páramos y se está priorizando la seguridad de las y los líderes sociales en Colombia y eso es histórico, de verdad jamás alguien se había atrevido a hacer esto, es maravilloso. Quiero creer en este gobierno, así como quiero trabajar también con él de la mano para que las cosas se den. Y ya ha empezado también a generar cambios en mi vida, yo por supuesto quiero regresar a Colombia, eso creo que ha sido el pensamiento que no me ha dejado desde el primer día en que llegué, quiero regresar a Colombia y ya no quiero tener miedo y quiero tener un lugar seguro al que yo pueda llegar y ese lugar seguro quiero que sea Puerto Wilches.
¿Cómo debe gestionar Colombia sus numerosos recursos naturales y qué modelo de desarrollo habría que privilegiar?
Hay que tener en cuenta que las transiciones energéticas deben ser justas. No es válido realizar extractivismos para frenar el extractivismo que es lo que a nosotros el gobierno saliente nos está proponiendo en Colombia. Es decir se hace fracking para tener una seguridad energética y empezar a comprar o hablar de renovables, eso no tiene ningún sentido, y no tiene ningún sentido porque por ejemplo para buscar esa transición energética se estaba buscando vulnerar los sistemas y los habitantes más vulnerables de Colombia como la región del Valle Medio del Magdalena que es una de las regiones más biodiversas del país, eso es completamente absurdo.
Ahora, ¿cómo gestionar nuestros recursos? Yo creo que Colombia tiene que apuntar en definitiva al agro. Nosotros tenemos todos los pisos térmicos y todas las clases de tierra que podamos tener también. Nosotros en serio tenemos cosas maravillosas, no que ofrecer yo no diría esa palabra porque yo no estoy vendiendo mi país, pero sí que brindar. Somos un país agrícola y no necesitamos que nos exploten cada esquina de las montañas que tenemos en Colombia. No queremos que saquen el país, porque si sacan el oro nos quitan el agua y nos derrumban las montañas.
Cuando se habla de transición no se habla de transición justa ni de cómo se va a hacer. Yo creo que hay que apuntar más a nuestros territorios, más a nuestros suelos, más a la pesca, más a la agricultura, más a la gente que quiere hacer algo y no tanto al extractivismo. En definitiva lo que yo pienso es que Colombia como país y como nación soberana agroecológica y no agroenergética le debe apuntar a una transición energética justa y popular.
¿Cómo ves la acción europea sobre estos temas en Colombia?
Ha sido un poco rudo entender que los países europeos le invierten mucho a los extractivismos en Latinoamérica, no solamente en Colombia. Y que aunque muchos hablen de transición, energías limpias y países verdes, están asesinando otros territorios, para no explotar el suyo y entonces yo sí me pregunto como defensora de Derechos Humanos, ¿tenemos que pisotear otros territorios para que nuestros derechos valgan la pena? Es decir, transgredir derechos para pedir derechos. Para mí no es justo. El papel europeo en el extractivismo en Latinoamérica ha sido cuestionable. Se debe actuar de verdad, crear comisiones de verdad que estén dispuestas a asumir y a dejar sus responsabilidades con las explotaciones y las masacres que están viendo en Latinoamérica, para empezar por reconocer que las hay.
¿Qué esperas de Europa?
Espero que haga algo de verdad, que exista una responsabilidad real, que sientan a esa Latinoamérica que les da tanto. Quiero que la vean como una hermana y no como una tierra que se puede explotar todos los días porque ya no vive gente o porque es un territorio fértil.
Pero en serio esperamos que asuman las responsabilidades y actúen por y para ellas, que nos miren a nosotros de verdad con otros ojos, con una Latinoamérica sabrosa, una Latinoamérica que quiere vivir en paz.
¿Crees que hay algún país europeo que está haciendo más que los otros en las cuestiones climáticas de transición?
No sé porque ahorita los países recientemente hubo la COP26 y todos se comprometieron. Pero ahora está la guerra a la vuelta de la esquina. Frente a estas crisis nos olvidamos de las transiciones o transformaciones energéticas pensando que la solución son los fósiles. Cada vez que pasa algo necesitamos más y más y eso a nosotros nos afecta en Latinoamérica. A nosotros se nos aumentan las demandas de fósiles. No hay una responsabilidad real de los países.
Hablamos hace un momento de las figuras emblemáticas que te pueden inspirar en América Latina, ¿hay alguna figura europea que tenga también su importancia para ti?
Diría Marianne. Por supuesto, formo parte de la iniciativa Marianne, pero a mí me gusta lo que ella representa, que sea una mujer y al mismo tiempo todas las mujeres, que sea una idea y mucho más que eso. La representación de esa mujer es mi gran referente europeo, yo soy una Marianne, soy una mujer joven, líder, negra, que lucha por los derechos de los niños, el derecho al medio ambiente sano y el derecho a una vida justa. Así que mi gran líder y ejemplo a seguir en Europa es Marianne la luchadora.
Notas al pie
- Estudiante de ingeniería medioambiental, también es activista socioambiental. Comprometida con los derechos humanos, defiende el derecho de todas las personas, especialmente de los más jóvenes, a tener acceso al agua, a desarrollarse en un entorno saludable, a crecer en su territorio y a tomar decisiones políticas en él. Es miembro del comité de AGUAWIL y de la Alianza Colombia Libre de Fracking. Este año ha sido galardonada con la flamante iniciativa Marianne para los defensores de los derechos humanos, lanzada por el Presidente de la República Francesa en diciembre de 2021.