¿Qué cambia o va a cambiar para México con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca?
Para México la vecindad nos pone en una situación especial —positiva y negativa—. La relación que ahora tenemos está basada en un entendimiento de que somos vecinos especiales. Nunca se firmó nada, pero cuando llega Dwight Morrow en 1929 a México, se llega a una serie de entendimientos informales con el presidente Plutarco Elías Calles, fundador del régimen autoritario. Y ese entendimiento ha regido las relaciones, sobre todo las de seguridad, a lo largo de un siglo.
Se ha ido creando una relación extraordinariamente compleja que podría compararse con una mandarina en la cual hay un gajo de relaciones fronterizas, ambientales, comerciales, migratorias, etc. que están separadas en muchas de sus reglas, pero siempre están interconectadas. Cada una tiene su burocracia y su público —o sus grupos de interés—. En términos generales, diría que ha habido una modernización de la relación en diferentes temas.
¿Cómo en cuáles?
El más claro es la economía, porque la creación del Tratado de libre comercio entra en vigor en 1994. Luego el T-MEC ha creado grupos de interés muy poderosos en ambos lados de la frontera que limitan y condicionan lo que hagan los gobiernos.
En seguridad, la relación tiene cuatro grandes vertientes. La primera sería el flujo de narcóticos de México a Estados Unidos. La segunda, el flujo de armas de Estados Unidos a México. Tercera, la migración. Y cuarta, el lavado de dinero. Esta relación es centenaria; lleva un siglo construyéndose —y se ha ido modificando, por supuesto—. En el ámbito de la seguridad, hay un buen sinnúmero de iniciativas cada sexenio.
En seguridad, la relación entre Estados Unidos y México tiene cuatro grandes vertientes. La primera sería el flujo de narcóticos de México a Estados Unidos. La segunda, el flujo de armas de Estados Unidos a México. Tercera, la migración. Y cuarta, el lavado de dinero.
Sergio Aguayo
En este contexto llega Trump, y lo que hace es dar un manotazo sobre la mesa aprovechando la estructura ya creada. Dicho esto, tampoco se puede innovar mucho con la presencia del Pentágono, la CIA, el FBI, la DEA y Homeland Security en México. Tiene que tomarlos en cuenta. Y de la misma manera el gobierno mexicano tiene que tomar en cuenta esa relación con las burocracias estadounidenses.
¿Cuál será el impacto de las medidas que se están tomando ahora en el ámbito de seguridad?
Hay que mencionar las medidas más visibles y aparatosas. La primera es meter al ejército. Eso va en contra de la tradición de Estados Unidos, en contra de evitar que se metan a resolver asuntos internos. Ahora ya están junto con la Guardia Nacional. Segundo, sellar la frontera. Tercero, declarar organizaciones terroristas a los carteles mexicanos. El cuarto, deportar a los millones de mexicanos indocumentados que están en Estados Unidos, imponiendo también el “Quédate en México”.
Es decir, sí va a haber cambios, pero tenemos que ir con muchos cuidados en hacer diagnósticos prematuros porque estas intenciones de Trump se montan sobre una realidad ya existente. Porque también hay que tener en cuenta un elemento clave. Se habla mucho de las administraciones estadounidense por un lado, y mexicana por el otro. Pero no depende sólo de ello. Se olvida a menudo del tercer actor: los criminales —y aquí se abre una gran cantidad de subcategorías de actores—.
El segundo mandato de Trump empieza como una presidencia imperial: quiere anexionarse Groenlandia, tomar el control del Canal de Panamá, cambiar el nombre del Golfo de México. ¿Podría ser eso una suerte de caballo de Troya para otros futuros proyectos del presidente estadounidense en torno a México?
Debemos, por supuesto, estar atentos a esa intensidad del lenguaje de Trump: es potente y tiene peso político. Yo no sé si lo del Golfo de México es un divertimento, una distracción o parte de un estilo para el presidente estadounidense, pero no cambiará mucho. El río que separa a la parte de nuestra frontera en Chihuahua con Estados Unidos en Texas, ellos lo llaman Río Grande; nosotros, Río Bravo —desde siempre—. Entonces no sería la primera vez que ocurre algo así.
Ese tipo de lenguaje tiene efectivamente su importancia, pero para mí no es en estos momentos la variable a la que le dedicaría más tiempo e importancia. Los países, las autoridades pueden cambiar los nombres de las cosas —y hay que estudiarlo porque la semántica pesa tanto como sus razones—, pero al fin y al cabo, son las sociedades las que deciden cuál es el nombre que se usa en lo cotidiano.
Se habla mucho de las administraciones estadounidense por un lado, y mexicana por el otro. Pero no depende sólo de ello. Se olvida a menudo del tercer actor: los criminales.
Sergio Aguayo
El tono pareció subir o cambiar entre Sheinbaum y Trump tras ese anuncio sobre el golfo de México y tras el hecho de decir que México está gobernado por los carteles. Hay provocaciones, operaciones militares en la frontera con un despliegue de hasta 1.500 soldados estadounidenses más en la frontera con México tras los anuncios de Trump, amenazas de aranceles. ¿Hay riesgos de escalada entre ambos países?
No, no lo creo porque hay un acuerdo tácito básico entre los dos gobiernos para atacar a los carteles mexicanos. En ese sentido yo no veo en estos momentos el problema.
En cambio, lo que no sabemos es cómo van a reaccionar los carteles mexicanos. Porque para ellos lo que está pasando es una declaración de guerra: entonces o capitulan o pelean. Y si pelean también pueden cometer actos terroristas en Estados Unidos. Acaban de detener a 29 miembros de la muy famosa y poderosa Mafia Mexicana que controla cárceles en todo el país. Ellos pueden hacer un acto terrorista en Estados Unidos como reacción. Todo eso es lo que no sabemos —y que puede preocupar—.
Para responder a su pregunta, sí, el crimen organizado gobierna una parte de México, es indudable —y controlan también parte de Estados Unidos; no sabemos cuánto, pero lo controlan—. En México controla territorios, el 30 % podría ser.
¿Qué hace un país cuyo territorio está controlado en un 30 % por criminales? Pero ni el gobierno de México ni el de Estados Unidos jamás nos han dicho el tamaño que tiene el crimen organizado. Nosotros, los académicos, lo estudiamos. Pero no conocemos realmente el riesgo de lo que se podría venir. Es indudable que va a haber unos cambios muy grandes, pero tal vez no tantos como la retórica dice porque está montada sobre un siglo de historia entre los dos países.
El crimen organizado gobierna una parte de México, es indudable.
Sergio Aguayo
¿Cómo se lleva a cabo una guerra contra un enemigo que no se puede claramente identificar y que controla parte del territorio sin que se diga exactamente cuánto?
Que las administraciones no lo digan no quiere decir que no lo sepan. Por supuesto que lo saben. Sheinbaum sacó dos informes sobre el tema, dos planes. Uno, de 19 páginas se filtró; el otro es el oficial. Ahí aparece un mapa por primera vez en donde se ve la presencia criminal en el territorio. Nunca antes lo había mostrado un gobierno. Pero los académicos de Estados Unidos y de México sí saben quiénes son y dónde están.
Felipe Calderón le declaró la guerra al crimen organizado, luego se arrepintió y dejó de llamar guerra. En realidad, se trata de una guerra irregular. En frente no hay un ejército, pero sí hay 500.000 empleados del crimen organizado en México. Eso es más que el ejército mexicano —el doble—. Es cuatro veces más que la Guardia Nacional, ocho veces más que la Marina.
Se trata de una guerra irregular. En frente no hay un ejército, pero sí hay 500.000 empleados del crimen organizado en México. Eso es más que el ejército mexicano —el doble—.
Sergio Aguayo
¿Qué cambia y permite el hecho de que Trump caracterice a los carteles mexicanos ahora como organizaciones terroristas?
Es una manzana envenenada para los dos países porque castiga con mucha ferocidad todas las personas que colaboren con las organizaciones terroristas. Pero eso incluye a la banca estadounidense, a las armerías, a las empresas productoras de armas.
De hecho, México tiene demandados en Estados Unidos a los fabricantes de armas. Lo interesante es que son los amigos de Trump; son los que participan en la financiación de su campaña. Por eso Trump no habla de las armas, pero sí habla de México.
¿Es ese flujo de armas que va de Estados Unidos hacia México el punto ciego de esta ecuación?
No, no lo creo. No lo mencionan los gobiernos, pero la sociedad mexicana es cada vez más consciente de ello. Yo fundé la primera organización civil para estudiar las armas en México. El tema ya entró en la agenda. Cómo la va a manejar cada gobierno es otra historia. Que no lo mencione Trump no quiere decir que no está en la agenda. El 4 de marzo, gracias a lo que hicimos, la Corte Suprema va a empezar una audiencia para discutir una contrademanda de Colt en contra del gobierno de México, pero se va a discutir el tema está en la agenda.
El hecho de que los carteles mexicanos sean considerados como organizaciones terroristas permite castigar con mucha ferocidad todas las personas que colaboren con ellos —eso incluye a las empresas productoras de armas que son amigas de Trump—.
Sergio Aguayo
La administración Trump podría obstaculizar esa agenda, ¿no?
Por supuesto. Es un tema complejo, sabemos que la mitad de la sociedad en Estados Unidos está dividida sobre las armas —y sobre algún tipo de control—. Estados Unidos siempre ha vendido armas a México. Es un tema viejo y complejo.
¿Le parece que declarar la guerra a los carteles es una buena estrategia a largo plazo?
Ya lo iremos viendo. Es difícil pronosticar lo que va a pasar en una guerra. No sabemos cómo va a impactar en los próximos meses la llegada de Trump. Estados Unidos le declaró la guerra al narcotráfico en México esporádicamente en la operación Intercepción después del asesinato de Camarena en 1969.
¿Cree que esta vez va a cambiar algo?
Eso parece, sí. Con el envío del ejército, la declaración de organizaciones terroristas, todo eso es un cambio significativo en la postura de Estados Unidos para ayudar al gobierno de México a enfrentar y derrotar a los carteles. En estas cuestiones de seguridad también parece que Trump vuelve esta vez con un verdadero plan. Este mandato podría ser diferente del primero. Parece estar mejor estructurado, tiene definitivamente medidas más concretas. No quiere decir que vaya a ser exitoso en todo porque sabemos que un gobierno propone y la realidad dispone. Pero sin duda podrá influir.
Lo interesante será ver cómo vamos a reaccionar ante una intromisión de Trump —al que la mayoría de los mexicanos rechazan—.
¿Puede existir una cooperación eficiente entre ambos gobiernos sobre las cuestiones de seguridad a pesar de las provocaciones, presiones y amenazas —arancelarias por ejemplo— de un personaje conocido por ser imprevisible?
Es verdad que en cierta medida estamos entrando en un terreno inexplorado e inédito. Hay antecedentes pero esta vez es diferente porque muchos elementos han cambiado.
Los carteles están ahora muy empoderados —esa es la variable—. Y Estados Unidos como Claudia Sheinbaum también lo están. Tenemos tres actores muy poderosos.
Sergio Aguayo
Los carteles están ahora muy empoderados —esa es la variable—. Y Estados Unidos como Claudia Sheinbaum también lo están. Tenemos tres actores muy poderosos, cada uno por sus motivos y con sus razones. Entonces no sé cómo va a desembocar.
La presidenta Sheinbaum ha pedido esta semana la autorización para que ingresen militares estadounidenses a territorio mexicano para una formación en la Marina.
Eso es totalmente normal, no hay nada novedoso. Es una relación entre ejércitos, del Pentágono con la Marina y el ejército mediante acuerdos que tienen desde hace años —y que no van a cambiar—.
Si bien muestra que existe una colaboración entre ambos países, ¿no es también una puerta de entrada que le podría dar ideas a Trump en el marco de un gobierno que le declara la guerra al narcotráfico?
Sí, quizás. Lo que llama mucho la atención es que coincidió con las declaraciones de Trump, pero es una práctica común y corriente. Dicho esto, es verdad que podría desembocar en otras medidas. Pero eso ya lo iremos viendo.
Nunca habían estado tan positivas las condiciones para un entendimiento serio para una verdadera guerra contra los carteles.
Sergio Aguayo
En su discurso de investidura, Trump habla efectivamente de carteles, narcóticos, frontera sur, pero no menciona a Sheinbaum. ¿Cómo lo explica? ¿Diría que ya hubo tal vez una evolución en la estrategia con México?
Sí, porque Sheinbaum está colaborando con Estados Unidos desde que llegó a la presidencia e incluso desde antes, cuando era jefa de gobierno de la Ciudad de México y estableció relaciones muy estrechas con Homeland Security sobre todo.
El gobierno de Claudia Sheinbaum está teniendo mucho éxito en la lucha contra los carteles, mucho más éxito que López Obrador. El problema con el ex presidente es que tenía la estructura y las instituciones, pero no las utilizó para golpear al crimen organizado. México tenía muy buena inteligencia, pero ahora Estados Unidos está proponiendo además su excelente inteligencia; se le está ofreciendo a México para que pueda atacar a las estructuras criminales. Porque Sheinbaum, al contrario de López Obrador, ya está cumpliendo y con la ayuda de la DEA y Homeland Security será sin duda más eficiente. Por eso al fin y al cabo Trump dice que va bien con México.
Claudia Sheinbaum conoce Estados Unidos y ya ha sido bien estudiada y conocida por el establishment de seguridad estadounidense. Estamos sin duda en un punto de inflexión ahora en esta relación que podríamos calificar de histórica entre los principales actores de este conflicto. Nunca habían estado tan positivas las condiciones para un entendimiento serio para una verdadera guerra contra los carteles.