La revista sigue muy de cerca las transformaciones de la Turquía de Erdoğan: hemos analizado las doctrinas que la estructuran dando voz a opositores que siguen en prisión, como Osman Kavala, y publicando las investigaciones más elaboradas sobre las mutaciones de un Estado bajo control o sobre el imaginario «de un islam político forjado en las profundidades del califato otomano«.

Para ayudarnos a hacer accesible todo este trabajo, no dudes en suscribirte al Grand Continent.

1 – Cuatro elecciones en una: situar las escalas del escrutinio

El domingo, los electores turcos votaron en cuatro elecciones locales en una, para elegir a sus alcaldes metropolitanos, concejales de distrito, consejos municipales y muhtars1. Últimas elecciones importantes antes de las próximas presidenciales, previstas para 2028, los comicios locales eran, como en 2019, una prueba para todo el panorama político turco. Pero con el 38% de los votos en 35 grandes ciudades, se saldaron el domingo por la noche con una victoria inequívoca del Partido Republicano del Pueblo [Cumhuriyet Halk Partisi – CHP], que el presidente turco se apresuró a reconocer: «Obedeceremos la voluntad del pueblo como hemos hecho en el pasado».

Desde la creación de los muhtar en 1829, institución venerada aún hoy, pasando por la elección de Recep Tayyip Erdoğan al frente de la metrópoli de Estambul en 1994, hasta la encarnizada batalla entre el AKP y la oposición por el control de la misma alcaldía en 2019, la política local ocupa un lugar importante en la frágil pero resistente democracia turca. Las elecciones locales revelan un mapa más matizado y granular de una geografía política turca que se ha tripolarizado durante los últimos veinte años aproximadamente entre las regiones costeras kemalistas, la conservadora Anatolia interior y el sureste kurdo. Aunque sigue siendo difícil establecer el vínculo entre las dinámicas locales y el escenario nacional, estas elecciones cuádruples siguen siendo un valioso indicador de las recomposiciones políticas en curso en un momento en que las relaciones entre Turquía y Occidente, empezando por Estados Unidos, parecen suavizarse.

2 – Las razones de la peor derrota del bando presidencial en veintidós años en el poder

Con el 37% de los votos, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (Adalet ve Kalkinma Partisi, AKP) de Recep Tayyip Erdoğan ha perdido casi 7 puntos respecto a 2019, cuando era el primer partido con el 44%.

Los pensionistas, cuyas expectativas de pensiones más altas se han visto defraudadas, pueden haber desempeñado un papel clave en este voto.

SELIN UYSAL Y AURÉLIEN DENIZEAU

A pesar de la vuelta a una política económica ortodoxa desde el año pasado, la situación sigue siendo preocupante, con la lira turca que sigue depreciándose, las previsiones de crecimiento a la baja y la inflación aún lejos de estar bajo control.

Las elecciones locales han ilustrado el famoso aforismo del ex presidente Süleyman Demirel: «no hay gobierno que una cacerola vacía no pueda derribar». En este sentido, los pensionistas, que representan casi una cuarta parte del electorado y cuyas expectativas de pensiones más altas se vieron defraudadas, pueden haber desempeñado un papel clave en este voto.

Además, aunque los sentimientos xenófobos van en aumento, la política migratoria del gobierno y la firme postura del propio Erdoğan de seguir acogiendo a refugiados sirios también podrían explicar en parte este resultado.

La derrota es aún más dura si se tiene en cuenta que el bando presidencial no ha descuidado en absoluto las elecciones: basta ver la movilización de ministros y del propio Erdoğan en apoyo de los candidatos del AKP. Al igual que las cofradías religiosas, que se han visto privadas de importantes subvenciones en Estambul y otros lugares, las redes próximas al gobierno también han querido pesar en la balanza. En vísperas de la votación, Erdoğan y su candidato en Estambul, Murat Kurum, visitaron a la cofradía İsmailağa, siendo la reconquista de la alcaldía de Estambul uno de los principales objetivos del bando presidencial. Con Murat Kurum, ministro de Medio Ambiente, especialmente implicado en la gestión del mortífero terremoto de febrero de 2023, Erdoğan hizo la apuesta perdedora de nombrar a un perfil gestor pero poco carismático. 

Con Murat Kurum, ministro de Medio Ambiente, especialmente implicado en la gestión del mortífero terremoto de febrero de 2023, Erdoğan hizo la apuesta perdedora de nombrar a un perfil gestor pero poco carismático. 

SELIN UYSAL Y AURÉLIEN DENIZEAU

El trabajo de campo forma parte del ADN del AKP. En 2016, basándose en su trabajo en el desfavorecido distrito estambulita de Sanayi, la socióloga Sevinç Dogan dedicó un libro2 al activismo del AKP en los mahalle –una subdivisión administrativa urbana que podría traducirse como barrio–. La institución del muhtarlik también ha recibido una especial relevancia por parte del partido presidencial, lo que refleja la atención prestada al ámbito local. Al igual que en 2019, estas elecciones locales han asestado un golpe aún más duro a la imagen del partido como «partido de terreno». 

3 – Acuerdo persistente con el MHP, creciente competencia del YRP

Más allá de la correlación de fuerzas con el CHP, estas elecciones han sido también una oportunidad para calibrar el estado de las relaciones entre Recep Tayyip Erdoğan y los partidos que pidieron el voto para él en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del año pasado. 

Con el Partido de Acción Nacionalista [Milliyetçi Hareket Partisi – MHP], socio de coalición del AKP desde 2015, se confirma la coordinación bien establecida. Con casi el 5% de los votos, el MHP pierde dos puntos respecto a 2019.

El AKP y el MHP han sufrido la competencia del Partido de la Nueva Prosperidad [Yeniden Refah Partisi – YRP], que sigue intentando adelantar a Erdoğan por la derecha, en una línea islamopopulista que ha hecho mucho hincapié durante esta campaña en las incoherencias ideológicas del AKP, virulento en su discurso contra Israel pero complaciente con las empresas turcas que siguen comerciando con el Estado judío. 

Tras apoyar al presidente turco en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2023, el YRP ha optado por sentarse en la oposición en el Parlamento. Su líder, Fatih Erbakan, se ve a sí mismo como uno de los posibles sucesores de Erdoğan en una carrera en la que todo es posible, incluida una alternancia o una nueva candidatura de Reis, a pesar de que éste ha alcanzado el límite constitucional de dos mandatos presidenciales y dice querer dimitir.

En 2024, medio mundo está llamado a las urnas. En el año de las grandes elecciones, de India a Estados Unidos pasando por Europa, los equilibrios mundiales podrían volcarse. Para seguir estas votaciones día a día, con análisis, mapas y datos exclusivos, piensa en suscribirse al Grand Continent.

4 – ¿Cuál es la estrategia para revertir la situación de aquí a las elecciones presidenciales de 2028?

Decida o no presentarse a otro mandato presidencial en 2028, Recep Tayyip Erdoğan, de 70 años, está ahora construyendo su legado. Sin embargo, su derrota podría determinar el tono de esta fase final del «erdoğanismo», que desde 2002 ha alternado entre apertura y represión, años «herbívoros» y «carnívoros», parafraseando a la poetisa rusa Anna Ajmátova.

Mientras se prepara un proyecto de nueva Constitución, que probablemente se someterá a referéndum, Erdoğan podría decidir intensificar la polarización ideológica con la oposición laica, por ejemplo en la cuestión de los «valores familiares». Esto parece tanto más inevitable cuanto que el AKP tiene que contener la huida de sus votantes más ideológicos hacia el YRP.

Decida o no presentarse a un nuevo mandato presidencial en 2028, Recep Tayyip Erdoğan, de 70 años, está ahora construyendo su legado.

SELIN UYSAL Y AURÉLIEN DENIZEAU

Además, a falta de reivindicar su proximidad a las bases, el AKP probablemente seguirá cultivando su imagen de partido de gobierno. Recep Tayyip Erdoğan ganó las elecciones presidenciales del año pasado con relativa comodidad en la segunda vuelta, con el 52% de los votos –frente al candidato del CHP–, gracias a una retórica presidencial centrada en la preocupación por la seguridad.

Por otra parte, como reiteró el Presidente turco el domingo por la noche cuando se anunciaron los resultados, no debe cuestionarse la política económica del país.

5 – Una oposición claramente ganadora, pero no estructurada

Si, tras las elecciones municipales, se entiende que las ganó la oposición, queda por precisar de qué oposición hablamos. En efecto, a pesar de sus recurrentes intentos de unificación, la llamada «oposición» tiene la particularidad de agrupar movimientos con raíces ideológicas y objetivos muy distintos. Existen tres tendencias principales. El CHP reivindica la herencia kemalista, los grandes ideales defendidos por Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la República. Soberanista, laico y centralizador, adquirió un cierto tinte socialdemócrata a lo largo del siglo XX. Aún hoy, a pesar de las críticas del electorado, el CHP sigue siendo el principal partido de la oposición al AKP. 

También existe una oposición nacionalista, principalmente del MHP, que se negó a unirse a Recep Tayyip Erdoğan. Está encarnada, por un lado, en el Partido del Bien [İyi Parti – İYİ], liderado por Meral Akşener, candidata a las elecciones presidenciales de 2018, y, por otro, en partidos más pequeños y radicales, como el Partido de la Victoria [Zafer Partisi – Zafer], que disfrutó de una irrupción mediática en 2023 a lomos de una retórica antimigrante.

Incluso hoy, a pesar de las numerosas críticas del electorado, el CHP sigue siendo el principal partido de la oposición al AKP.

SELIN UYSAL Y AURÉLIEN DENIZEAU

La tercera gran tendencia de la oposición es una variopinta colección de movimientos pro-kurdos, anticapitalistas, libertarios y descentralizadores. A menudo denominada «izquierda prokurda», aunque su identidad es más compleja, en estas elecciones estaba encarnada esencialmente por el Partido de la Democracia Popular y la Igualdad [Halkların Eşitlik ve Demokrasi Partisi – DEM]. En 2023, sin embargo, esta variopinta oposición había formado un frente unido. El CHP y el İYİ, reforzados por pequeños partidos liberales o conservadores, habían unido sus fuerzas para las elecciones legislativas; también habían apoyado la candidatura presidencial de Kemal Kılıçdaroğlu, presidente del CHP. Este último también había recibido el apoyo del prokurdo Partido Democrático de los Pueblos [Halkların Demokratik Partisi – HDP], antecesor directo del DEM3.

Más allá del deseo común de acabar con el poder de Recep Tayyip Erdoğan y el AKP, esta alianza maximalista estaba dictada por consideraciones heterogéneas. El CHP, su principal impulsor, vio en ella la oportunidad de obtener por fin la mayoría parlamentaria y electoral necesaria para su victoria. Los nacionalistas del İYİ esperaban influir en la elección del candidato presidencial para configurar la agenda política de una coalición ganadora. Los partidos más pequeños podían esperar obtener un cierto número de escaños en el Parlamento. En cuanto al prokurdo HDP, tenía la oportunidad de normalizar su imagen y cambiar la posición tradicionalmente jacobina y centralizadora del CHP. Las esperanzas de ambos partidos se vieron cruelmente truncadas por la secuencia electoral que acabó con su derrota. El CHP no logró establecerse como fuerza de alternancia y su alianza no oficial con los movimientos prokurdos le hizo perder parte de su electorado tradicional kemalista. El İYİ no logró imponer a su candidato (Ekrem İmamoğlu, alcalde de Estambul, o Mansur Yavaş, alcalde de Ankara), y su líder, Meral Akşener, se vio obligada a aceptar la candidatura de Kemal Kılıçdaroğlu, a quien quería evitar a toda costa. En cuanto al HDP, tuvo que afrontar con amargura que su apoyo a la coalición opositora no era correspondido y que el CHP seguía negándose a asumir una alianza oficial. En resumen, a excepción de los pequeños partidos asociados que obtuvieron un número completo de escaños en el Parlamento4, todos los partidos de la oposición sacaron un balance negativo de esta estrategia de gran alianza en las últimas elecciones. De ahí su campaña dispersa para las elecciones municipales: en vista de los decepcionantes resultados de la coalición, cada partido decidió seguir su propio programa. Esta estrategia, que podría haberlos debilitado a todos, resultó ganadora para el CHP.

En vista de los decepcionantes resultados de la coalición, cada partido decidió seguir su propio programa. Esta estrategia, que podría haberlos debilitado a todos, resultó ganadora para el CHP.

SELIN UYSAL Y AURÉLIEN DENIZEAU

6 – El inesperado éxito de los kemalistas

Las elecciones municipales de 2019 fueron la primera gran victoria del CHP desde que Recep Tayyip Erdoğan llegó al poder. Además de sus bastiones tradicionales (Esmirna, Eskişehir, Aydın…), el partido había capturado las dos principales ciudades del país, Ankara, conquistada por Mansur Yavaş y Estambul, donde la victoria de Ekrem İmamoğlu había sido anulada inicialmente por el Consejo Supremo Electoral, antes de ser confirmada por una nueva votación. En aquel momento, el CHP consideró este éxito como una señal de que recuperaría al electorado. Aunque las elecciones de 2023 frenaron este entusiasmo, el partido kemalista estaba aún más decidido a conservar sus principales ayuntamientos. Además de su dimensión simbólica, estas ciudades ofrecen al partido numerosos recursos: mercados financieros e inmobiliarios, movilización de funcionarios y, sobre todo, un ejemplo de buen gobierno. El objetivo del CHP era, pues, simple: conservar las grandes ciudades y, eventualmente, ganar otras nuevas. Pero los resultados superaron todas las expectativas de los estrategas del partido. El partido no sólo conservó todos sus municipios, sino que también se hizo con otras ciudades importantes, como Bursa y Denizli. Desde este punto de vista, las elecciones municipales pueden considerarse un éxito para el partido, que conservó las dos mayores ciudades del país al tiempo que conseguía sólidos avances. 

En Ankara, la gestión de Mansur Yavaş, encarnación del kemalismo ortodoxo y nacionalista, fue bastante bien acogida por la opinión pública. Su reelección, que era de esperar, adquirió en este caso visos de triunfo, dado el margen de votos: más del 60% a su favor, mientras que el AKP no alcanzó el 35%. En Estambul, en cambio, la victoria de Ekrem İmamoğlu no estaba cantada: paralizado por una estrategia de bloqueo de los ayuntamientos de distrito, abrumadoramente favorables al AKP, el alcalde no pudo cumplir todas sus promesas. A pesar de ello, optó por subrayar sus éxitos y ofrecer a los votantes continuidad. Una vez más, esta estrategia funcionó más allá de sus expectativas. Con casi el 51% de los votos, amplió la distancia con su oponente, que rondaba el 40%, e infligió una bofetada casi personal al Presidente Erdoğan. Ekrem İmamoğlu es el gran vencedor de esta secuencia, consolidando su estatus de figura de la oposición.

Ekrem İmamoğlu es el gran vencedor de esta secuencia, consolidando su estatus de figura de la oposición. 

SELIN UYSAL Y AURÉLIEN DENIZEAU

En el resto del país, el CHP cosechó nuevos éxitos: a pesar de las críticas a su gestión de Esmirna, su bastión tradicional y, por cierto, la tercera ciudad del país, mantuvo allí su mayoría, aunque relativa. Se permite el lujo de competir con el AKP en su terreno, tomando por ejemplo el distrito de Karapınar, en Konya, una ciudad conservadora donde nunca antes había irrumpido. Su resultado nacional del 37,5% confirma su posición como principal contrincante del AKP (35,5%).

7 – Una campaña fallida para la oposición nacionalista

Esta es una de las paradojas estructurales de la Turquía actual: mientras que el nacionalismo está en alza –como indican todos los sondeos de opinión–, los partidos que se reivindican nacionalistas permanecen confinados al papel de fuerza auxiliar, luchando por superar el 10% de los votos. Evidentemente, la estrategia de ir por libre propugnada por el İYİ y su líder Meral Akşener no ha dado sus frutos. Al no alcanzar siquiera el 4%, obtuvo un resultado históricamente bajo a nivel nacional, lo que agrava aún más la crisis que atraviesa desde hace unos años.

La experiencia de la coalición con el CHP había sido especialmente dolorosa para el partido: en marzo de 2023, Meral Akşener había amenazado con abandonar la alianza tras el anuncio de la candidatura de Kemal Kılıçdaroğlu, antes de cambiar de opinión. Este giro, junto con el apoyo dado al candidato por los movimientos prokurdos, había debilitado la imagen del İYİ entre los votantes nacionalistas. El partido también adolecía de una relativa falta de arraigo local, ya que sus ambiciones eran principalmente nacionales. Como resultado, no logró ningún éxito significativo, con la excepción de la conquista –aunque con más del 50% de los votos– de Nevşehir, en Anatolia, y algunos avances locales como en Çanakkale, donde superó el 30%. La debilidad de esta base debilita las dos opciones del partido, tanto la de una recomposición nacionalista en la que estaría en el centro, como la de renegociar con el CHP para una alianza más equilibrada.

Aunque el nacionalismo está en alza en Turquía –como muestran todos los sondeos de opinión–, los partidos que se reivindican nacionalistas siguen confinados al papel de fuerza auxiliar, luchando por superar el 10% de los votos.

SELIN UYSAL Y AURÉLIEN DENIZEAU

Por su parte, el Zafer Partisi, con poco más del 1% de los votos, confirma su marginalidad. Este pequeño movimiento, que propugna un nacionalismo radical y antimigrante, había cosechado no obstante cierto éxito en las elecciones presidenciales de 2023: el candidato al que apoyaba, Sinan Oğan, con el 5,17% de los votos, había impedido que Recep Tayyip Erdoğan ganara en la primera vuelta y se había impuesto como árbitro. Sin embargo, las disensiones estallaron de inmediato. Mientras que el Zafer Partisi, bajo la influencia de su líder Ümit Özdağ, apoyaba a Kemal Kılıçdaroğlu para la segunda vuelta, su candidato Sinan Oğan acabó volcándose con el presidente saliente. La rápida emergencia de Zafer había reflejado el malestar de los turcos por la cuestión migratoria, pero su bajísimo resultado en las elecciones municipales –sobre todo porque el partido no ha hecho ninguna incursión local– confirma su incapacidad para ir más allá de un papel tribunicio a corto plazo.

8 – Ganar el control de las regiones kurdas, pero perder terreno a nivel nacional: un éxito mixto para el DEM

El partido pro-kurdo HDP fue uno de los grandes perdedores de las elecciones de primavera de 2023. El partido no sólo decidió no presentar candidato a las elecciones presidenciales, privándose así de una plataforma, sino que su apoyo a Kemal Kılıçdaroğlu pareció incluso haberle hecho un flaco favor a este último: Recep Tayyip Erdoğan aprovechó la situación para acusarlo de complacencia con el PKK. En el periodo entre las dos vueltas, los dos candidatos se habían enzarzado en una guerra de ofertas para conseguir los votos del nacionalista Sinan Oğan, tercer hombre y árbitro de las elecciones. El HDP quedó marginado en el proceso. Cuando unos meses después se le amenazó con prohibirlo, el CHP apenas alzó la voz en su defensa. Desde entonces, el partido prokurdo parece haberse embarcado en un verdadero giro estratégico. 

Presionado por un electorado amargado por la escasa consideración del CHP, el HDP, que ahora se ha pasado al DEM, no ha querido seguir estrategias de alianzas. Por ello, el partido ha competido en solitario: las elecciones municipales eran una oportunidad para acercarse al corazón de su objetivo electoral kurdo5. En otras palabras, en lugar de un enfoque universalista, que hacía de la democratización de Turquía una causa prioritaria, el DSM favoreció un enfoque más identitario, para permitir a los kurdos –el partido menciona también a otras minorías, como los armenios– reivindicar sus derechos culturales y políticos.

Para el partido prokurdo, la apuesta de deslocalizar la lucha sólo ha valido la pena en parte.

SELIN UYSAL Y AURÉLIEN DENIZEAU

Para el partido prokurdo, la apuesta de deslocalizar la lucha sólo ha merecido la pena en parte: con unos resultados de alrededor del 65% en Diyarbakır y del 55% en Van, el partido se ha establecido como la principal fuerza local en las regiones de mayoría kurda. Su objetivo ahora es retener a estos alcaldes. Desde 2014, el gobierno turco tiene por costumbre suspender a los alcaldes elegidos regularmente –la gran mayoría de partidos prokurdos–, acusándolos de complicidad con el terrorismo, y nombrar administradores en su lugar. Sin embargo, este sistema es muy criticado en las regiones afectadas, y las altas puntuaciones del DEM le dan cierta legitimidad para exigir que sus representantes electos sigan en el cargo.

Sin embargo, los resultados del DEM en estas elecciones municipales muestran los límites de una estrategia demasiado autónoma. En el sudeste, su vuelta a un discurso más centrado en la identidad kurda no ha permitido al partido aumentar significativamente sus resultados. Además, ha visto cómo su electorado era mordisqueado por Hüda Par, un movimiento que se distingue por ser prokurdo, islamista y aliado de Recep Tayyip Erdoğan en 2023. En Diyarbakır, por ejemplo, donde llevó a cabo una campaña muy activa dentro del viejo centro, Hüda Par superó el 5%, obstaculizando la estrategia del DEM de volver a ganar y anunciando nuevos desafíos. Pero hay un problema aún más grave: al optar deliberadamente por una estrategia local, el DEM puede haber sacrificado su capacidad de influir a escala nacional: es sin duda la tercera fuerza del país, pero con un resultado global ligeramente inferior al 6%. Por tanto, necesitará una considerable habilidad política para sacar el máximo partido de su presencia local en la política turca, mientras que el CHP ha demostrado su capacidad para lograr grandes éxitos sin el apoyo de sus antiguos socios.

9 – ¿Cómo quedará el panorama político turco tras estas elecciones?

Aunque los resultados de estas elecciones municipales no cambian fundamentalmente el equilibrio partidista en Turquía, sí crean incertidumbre sobre el futuro panorama político del país. En primer lugar, confirman una tendencia importante que se observa a principios del siglo XXI: una creciente secularización del voto entre las generaciones más jóvenes, que parecen alejarse de los valores del conservadurismo islámico. Paradójicamente, tras dos décadas de gobierno del AKP, el nivel de práctica e incluso de adhesión islámica nunca había sido tan bajo. Esta tendencia puede explicarse por diversos factores, desde el rechazo a un conservadurismo demasiado asociado a Erdoğan hasta la creciente urbanización de una sociedad cada vez más integrada en la globalización. En cualquier caso, abre nuevas perspectivas a los movimientos laicos y debilita la base conservadora en la que se apoyaba hasta ahora el AKP. 

Al mismo tiempo, el éxito de Ekrem İmamoğlu al conservar la alcaldía de Estambul ha reforzado su imagen como posible candidato a las elecciones presidenciales de 2028, tanto más cuanto que Mansur Yavaş, alcalde de Ankara, nunca ha mostrado interés por las elecciones nacionales. El CHP se encuentra en una posición más cómoda de lo que sus propios dirigentes esperaban. Es cierto que, en el conjunto del sudeste, sus resultados siguen siendo desesperadamente bajos –no supera el 5% en Diyarbakır, Van, Mardin o Şanlıurfa– y el DEM, a pesar de un cierto retroceso, confirma su dominio en estas regiones predominantemente kurdas. El hecho es que en Estambul, la presencia competidora de una lista DEM no ha impedido claramente a Ekrem İmamoğlu ganar los votos del electorado kurdo, al menos en parte. Si demostrara ser capaz de reproducir esta estrategia a escala nacional, socavaría el papel de árbitro que quería desempeñar el DSM.

Los resultados de estas elecciones municipales, aunque no cambian fundamentalmente el equilibrio partidista de Turquía, sí crean incertidumbre sobre el futuro panorama político del país.

SELIN UYSAL Y AURÉLIEN DENIZEAU

Además, la naturaleza municipal de estas elecciones proporciona un filtro distorsionador para el análisis: es cierto que el dominio del DEM en las regiones kurdas le permitió ganar varios municipios. Es concebible que, gracias a este triunfo local, consiga impedir que estos representantes electos sean sustituidos por administradores del Estado. Pero aunque los nacionalistas no han conseguido ganar las principales ciudades y el İYİ ha sufrido un serio revés, no hay que subestimar la influencia de esta corriente de pensamiento en la política turca. El nacionalismo impregna todos los partidos y electorados6: si se suman las puntuaciones del MHP, İYİ y Zafer, se obtiene un total de entre el 5 y el 10%, por no mencionar el hecho de que las sensibilidades nacionalistas no son nada desdeñables dentro del AKP y el CHP. Esto tiene tanto o más peso que los resultados del DEM a nivel nacional. Por tanto, en unas elecciones nacionales, tanto el AKP como el CHP tendrán que ser capaces de movilizar a estos dos electorados, nacionalista y prokurdo, de fuerza comparable, y a priori incompatibles. Hasta ahora, Recep Tayyip Erdoğan ha sido el mejor en este juego. Pero su revés en Estambul, a pesar de que ha anunciado su intención de dimitir en 2028, podría debilitar a su partido lo suficiente como para dar a la oposición una oportunidad de estar a la altura, tras la clara victoria del CHP.

10 – Influencia limitada en la política exterior de Turquía

No parece probable que estas elecciones locales vayan a cambiar profundamente la política exterior de Turquía. Con la excepción del YRP, cuya presión podría llevar a un endurecimiento de las posiciones turcas hacia Israel, parece existir un consenso sobre la dirección actual de la política exterior turca.

No parece probable que estas elecciones locales vayan a cambiar profundamente la política exterior de Turquía.

SELIN UYSAL Y AURÉLIEN DENIZEAU

En los últimos años, la diplomacia turca ha vuelto a una forma de pragmatismo en sus relaciones tanto con Occidente como con el mundo árabe. Además de los nombramientos de Hakan Fidan como ministro de Asuntos Exteriores e Ibrahim Kalin como jefe de Inteligencia Exterior (Milli istihbarat teskilati – MIT), el viaje de Recep Tayyip Erdoğan a El Cairo y el levantamiento del veto de Turquía a la adhesión de Suecia a la OTAN han señalado una vuelta a la realpolitik. Antes de las elecciones también se anunció una visita del presidente turco a Washington el 9 de mayo.

Asimismo, aunque por primera vez en diez años surgen perspectivas de acercamiento entre Erdoğan y el movimiento kurdo, no parece probable que afecten a los planes del aparato de seguridad turco de lanzar nuevas operaciones contra el PKK en el noreste de Siria y el Kurdistán iraquí de aquí al verano. Durante su discurso del domingo por la noche, el presidente turco también anunció que se llevarían a cabo nuevas operaciones contra el PKK en Turquía.

Notas al pie
  1. Edil local o de pueblo.
  2. Sevinç Dogan, Mahallenin AKP’si (2016)
  3. Ante la amenaza periódica de la justicia turca de prohibir el HDP, las fuerzas pro-kurdas se han unido en el seno del DEM para conjurar esta eventualidad. En la práctica, las estructuras, los cuadros y los votantes de ambos partidos son prácticamente idénticos.
  4. Esta situación ha sido criticada en el seno del CHP, sobre todo porque varios de estos partidos están dirigidos por antiguos ministros de Recep Tayyip Erdoğan.
  5. Entrevista con cuadros del partido en Diyarbakır (marzo de 2024).
  6. Delphine Minoui, « Turquie : comment le nationalisme ‘ordinaire’ irrigue toute la société », Le Figaro, 30 de marzo de 2024.