De la stablecoin y el e-yuan al dólar, la libra esterlina y el euro digitales, Hubert de Vauplane analiza las vertiginosas transformaciones digitales del dinero en la era de la crisis. Para recibir todas nuestras publicaciones, suscríbete.

El calendario para la adopción del euro electrónico está cada vez más claro. Es cierto que la decisión política aún no ha sido tomada por el Eurogrupo y no se tomará hasta dentro de varios meses. Pero las distintas etapas técnicas avanzan. En noviembre de 2023, el Banco Central Europeo anunció que el proyecto había entrado en la fase de preparación, y podría completar su fase de investigación entre 2021 y 2023. Si el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo decide introducir un euro digital, podría introducirse gradualmente a partir de 2027 o 2028, una vez tomada la decisión política.

En este contexto, la creación de un euro digital es un escenario bastante probable.

¿Por qué crear un euro digital?

Es cierto que la mayoría de los países del mundo estudian la viabilidad de digitalizar su moneda. Pero los objetivos suelen ser diferentes de un caso a otro. En este caso, ¿cuáles serían?

La respuesta se encuentra en los numerosos discursos pronunciados por los miembros del Consejo de Gobierno del BCE, así como en los proyectos de reglamento elaborados por la Comisión Europea y actualmente en discusión en el Parlamento Europeo y el Consejo.

La creación de un euro digital es un escenario bastante probable.

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En términos generales, se prevé que el euro digital se utilice para los pagos cotidianos entre empresas, particulares y autoridades públicas. Como se indica en el proyecto de reglamento, se trata de «pagos entre particulares, de particulares a empresas, de particulares a autoridades públicas, de empresas a particulares, entre empresas, de empresas a autoridades públicas, de autoridades públicas a particulares, de autoridades públicas a empresas y entre autoridades públicas».1 También se pretende apoyar la inclusión financiera «garantizando a los ciudadanos de la zona del euro un acceso universal, asequible y fácil al euro»,2 pero también «mantener el papel del euro en la era digital»,3 en particular para luchar contra la competencia de las stablecoins. Por último, y quizás lo más importante, un euro digital «fomentaría nuestra autonomía estratégica y nuestra eficiencia económica ofreciendo un medio de pago europeo que pueda utilizarse para cualquier pago digital, que sea coherente con los objetivos sociales de Europa y que se base en una infraestructura europea».4

Estas declaraciones e indicaciones introducen cierta confusión. Al multiplicarse los objetivos asignados al euro digital, resulta difícil saber cuál sería el principal objetivo de su introducción. Examinándolo más de cerca, el único que parece pertinente es el de la soberanía monetaria. La Unión Europea y la eurozona quieren conservar el control sobre cualquier cambio en la representación digital de la moneda. Esto explica las reticencias de Europa hacia las stablecoins, a pesar de que el nuevo reglamento europeo MiCA autoriza a los actores privados a emitir «fichas de dinero electrónico» bajo condiciones estrictas. Es comprensible que este objetivo sea considerado crucial tanto por el BCE como por las autoridades europeas: la moneda única es una prerrogativa soberana y sólo el BCE puede tener el poder de emitir un euro, sea cual sea su forma. Algunos libertarios podrían rebatir esta postura, pero ése es otro debate. La soberanía monetaria —concepto que no puede ser más vago—5 justifica por sí misma el control de la emisión del euro.6 Pero, ¿eso significa que debemos llegar hasta la emisión de euros digitales si no hay una necesidad clara para hacerlo?

Al multiplicarse los objetivos asignados al euro digital, resulta difícil saber cuál sería el principal objetivo de su introducción.

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Casos de uso

Para responder a esta pregunta, hay que distinguir entre los distintos usos y diferenciar entre un euro digital denominado «minorista» —que se utilizaría en la vida cotidiana para pequeñas transacciones del orden de algunas decenas de euros— y un euro digital denominado «mayorista» utilizado para importes muy elevados,7 del orden de millones de euros, generalmente en actividades bancarias y financieras entre agentes profesionales.

Sin embargo, existe un amplio consenso a favor del desarrollo del euro mayorista debido a la rápida digitalización de los activos financieros, que implica que dichos activos digitales deben pagarse en una moneda que sea a su vez digital.8 El Banco Central Europeo lleva algún tiempo experimentando en este ámbito.9 Sin entrar en los complejos detalles del funcionamiento de los mercados financieros, los actuales sistemas de liquidación están adaptados a las transacciones de activos financieros desmaterializados pero no digitalizados, es decir, no representados por una anotación en cuenta en un intermediario bancario o un depositario central como Euroclear, sino representados por una anotación en una blockchain. Los actuales sistemas de back-office y de pago no están adaptados para trabajar con activos representados por un token en una blockchain.10 Por lo tanto, la moneda de liquidación debe «digitalizarse» para poder realizar una transacción con un activo financiero digital.

¿Por qué ofrecer una alternativa a los pagos electrónicos, que funcionan satisfactoriamente para todos y en condiciones de seguridad reconocidas?

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La situación del euro digital al por menor es muy diferente. En este caso, no se trata de sustituir los billetes y monedas o las tarjetas de pago o las transferencias y los adeudos domiciliados, sino de ofrecer a todos los ciudadanos de la zona euro la posibilidad adicional de pagar sus compras diarias en euros digitales. La pregunta entonces es: ¿por qué ofrecer una alternativa a los pagos electrónicos, que funcionan satisfactoriamente para todos —aunque los costos de transacción sigan siendo elevados para los minoristas— y en condiciones de seguridad reconocidas; el índice de fraude se mantiene relativamente estable gracias a las continuas mejoras técnicas en la seguridad de los pagos?11

La respuesta del BCE y de la Comisión Europea no es inmediatamente clara, pero parece referirse a la necesidad de soberanía monetaria. La observación es simple: hoy en día, los pagos electrónicos al por menor están controlados principalmente por actores no europeos, en particular estadounidenses, como Visa y MasterCard, que son infraestructuras de pago estadounidenses.12 Tanto para la Comisión Europea como para el BCE, ha llegado el momento de que la Unión Europea se dote de su propia infraestructura de pago.13 Y si el sector privado no satisface esta necesidad, será el sector público el que la proporcione con el euro digital.

¿Cómo funcionaría esto?

La opción operativa del BCE —no definitiva, pero muy avanzada en esta fase— sería construir un euro digital no como ficha digital, sino en forma de conjunto de asientos contables entre el BCE y los bancos comerciales.14 Esta opción, de confirmarse, sería aislada en la medida en que la mayoría de los demás países que avanzan en la digitalización de su moneda optan en cambio por digitalizarla en forma de ficha digital. Esta distinción puede parecer técnica, pero plantea una serie de interrogantes, empezando por el de la interoperabilidad entre un euro digital en forma contable y las monedas digitales en forma de fichas.

Tanto para la Comisión Europea como para el BCE, ha llegado el momento de que la Unión Europea se dote de su propia infraestructura de pago.

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Los costos de implementación

Esta opción operativa es especialmente estructurante para los bancos, ya que los obliga a adaptar una parte importante de su infraestructura informática para que los ciudadanos puedan acceder a su «monedero» digital en euros. Ya sea en términos de ganancia financiera, de ganancia de uso o de ganancia de seguridad, no es seguro que el euro digital sea tan diferente de la tecnología utilizada actualmente para los pagos electrónicos. A este respecto, llama la atención la falta de resultados convincentes de los estudios macroeconómicos elaborados por el BCE o la Comisión Europea sobre los beneficios esperados de un euro digital. El BCE está más preocupado por el costo de no disponer de un euro digital.15

Sin embargo, los bancos soportarían un doble costo no desdeñable por la introducción de un euro digital: el costo de adaptar su infraestructura informática para hacerla compatible con la del BCE, que aún no se ha cuantificado; y el costo de transferir una parte de los depósitos bancarios al euro digital.

La introducción del euro digital incitará a los ciudadanos de la zona euro a transferir parte de sus depósitos en cuenta bancaria a su nueva cartera de euros digitales. En la práctica, esto tendrá un efecto muy tangible: la pérdida de depósitos, estimada en unos 680 mil millones de euros si la cartera digital en euros se limita a 3 mil euros por persona, que los bancos tendrán que compensar emitiendo obligaciones de aproximadamente el mismo importe en los mercados financieros para hacer frente a sus necesidades de refinanciación.

La introducción del euro digital incitará a los ciudadanos de la zona euro a transferir parte de sus depósitos en cuenta bancaria a su nueva cartera de euros digitales.

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Varios grandes bancos europeos están desarrollando una solución de pago puramente europea. En 2020, 16 grandes bancos europeos de cinco países (Alemania, Bélgica, España, Francia y Países Bajos) anunciaron el futuro lanzamiento de la Iniciativa Europea de Pagos (EPI). El objetivo de esta iniciativa es crear una solución de pago unificada para consumidores y comerciantes en Europa, que incluya una tarjeta de pago y un monedero digital, y que abarque los pagos en comercios, los pagos en línea, los pagos entre particulares y las retiradas de efectivo.16 Desgraciadamente, en 2022, dos tercios de sus miembros decidieron abandonar el proyecto, poniendo en duda su viabilidad y la posibilidad de llegar a competir con Visa y MasterCard.

Por ello, el proyecto del BCE es visto con recelo por los bancos comerciales europeos, que siguen participando en el proyecto EPI y denuncian la «competencia desleal» del Banco Central con su propio proyecto. Por el contrario, las dificultades del proyecto EPI justifican aún más la iniciativa del BCE de introducir un euro digital al por menor.17

Preparar un euro digital: no hay prisa

Si la creación de un euro digital dista hoy mucho de ser un consenso en el mundo bancario, lo mismo ocurre entre el público en general, que alberga reservas sobre los riesgos para la privacidad.18

Hay que reconocer que es importante prepararse para establecer un euro digital. Si el BCE no hiciera nada, se criticaría mucho su inacción. Prepararse para el euro digital a fin de estar listo para el día en que haya que ponerlo en marcha entra dentro de las competencias del BCE. Empujar ese lanzamiento sin el apoyo de los ciudadanos europeos y de casos de uso claros corre el riesgo de llevar la operación a un fiasco, lo que sería terrible para la credibilidad del Banco.

En lugar de precipitarse, convendría abrir nuevas vías de reflexión. Por ejemplo, podríamos preguntarnos si el BCE no se equivoca en sus prioridades: la necesidad de un euro digital como herramienta de soberanía monetaria es tangible para los pagos al por mayor, no sólo en los mercados financieros, sino sobre todo para apoyar el comercio internacional. Los chinos lo han entendido claramente con su proyecto de la Ruta de la Seda digital y el e-yuan.19 La batalla es por la moneda de referencia para los pagos en el comercio mundial digital. Tanto el BCE como la Comisión guardan silencio al respecto. El euro ya fracasó en su ambición de convertirse en moneda de reserva alternativa al dólar estadounidense y en moneda de transacción para el comercio mundial. No debería perder la oportunidad de convertirse en una de las principales monedas de referencia para el pago del comercio digital internacional.

Notas al pie
  1. Considerando 4 del proyecto de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo por el que se establece el euro digital, 28 de junio de 2023.
  2. Considerando 5 del mismo Reglamento.
  3. Considerando 7 del mismo Reglamento.
  4. Fabio Panetta, The digital euro and the evolution of the financial system, 15 de junio de 2022.
  5. Para un intento histórico, por desgracia sin una definición clara, véase François Villeroy de Galhau, «La souveraineté monétaire au XXIe siècle», 14 de noviembre de 2023; Olivier Ménard, La souveraineté monétaire entre principe et réalisations, Tesis de la Universidad de Nantes 1999 y Alexandre Desrameaux, Recherches sur le concept juridique de souveraineté monétaire, Tesis de la Universidad Paris II, 2006.
  6. Hubert de Vauplane, L’euro numérique menace-t-il la souveraineté monétaire européenne ? | Le Grand Continent, 21 de octubre de 2022.
  7. Considerando 4: «El euro digital no debe cubrir los pagos entre intermediarios financieros, proveedores de servicios de pago y otros participantes en el mercado (es decir, los pagos al por mayor), para los que existen sistemas de liquidación en dinero de banco central y para los que el Eurosistema está examinando actualmente el uso de diferentes tecnologías».
  8. Denis Beau, «Opportunités et défis de la tokenisation de la finance», Banque de France, 18 de enero de 2023.
  9. BCE, L’Eurosystème va explorer de nouvelles technologies pour le règlement en monnaie de banque centrale des transactions financières de gros, 28 de abril de 2023.
  10. Según François Villeroy de Galhau, gobernador del Banco de Francia, «la tecnología —blockchain, tokenización, contratos inteligentes, etc. va a revolucionar no solo la esfera de los pagos, sino todo el ámbito de las infraestructuras de mercado. Vamos a ‘tokenizar’ los activos financieros, el dinero del banco central utilizado para liquidarlos —en forma de euro digital mayorista— y los depósitos bancarios», D’une Union des marchés de capitaux à une véritable Union pour le financement de la transition | Banque de France, 23 de febrero de 2024.
  11. En Francia, por ejemplo, según el Observatoire de la sécurité des moyens de paiements (Observatorio de la seguridad de los medios de pago), en 2020 «el importe total del fraude relacionado con los medios de pago no monetarios emitidos en Francia se estima en 1 280 millones de euros, para algo más de 35 900 millones de euros en flujos de pago», representando los cheques por sí solos el 42% del importe total del fraude no monetario. En la Unión Europea, el fraude con tarjetas bancarias se redujo en 2021 a una tasa del 0.028%, la más baja desde que existen estadísticas.
  12. Cf. la propuesta tan clara de Fabio Panetta: «a medida que avanza la digitalización, los pagos paneuropeos están en manos de actores internacionales, lo que aumenta nuestra dependencia de los raíles de pago que proporcionan», en Fabio Panetta, The cost of not issuing a digital euro, 23 de noviembre de 2023.
  13. Para un análisis detallado, cf. Does Europe’s payments strategy add up ? | Centre for European Reform, 3 de octubre de 2023.
  14. Esto se conoce en la jerga como el enfoque basado en cuentas frente al enfoque basado en fichas, aunque el BCE aún no ha decidido oficialmente entre estos dos modelos.
  15. Fabio Panetta, The cost of not issuing a digital euro, 23 de noviembre de 2023.
  16. European Payments Initiative.
  17. Fabio Panetta, «In essence, the current state of digital payment markets already justifies the introduction of a truly public and openly accessible payment solution to safeguard competition, better meet user needs and preserve European autonomy», Fabio Panetta: The cost of not issuing a digital euro, 23 de noviembre de2023.
  18. Según la CNIL, el 60% de los europeos cree que es importante mantener la opción de pagar en efectivo para proteger su intimidad: Digital Euro: acting for a privacy-friendly model | CNIL.
  19. Hubert de Vauplane, Contrôler et conquérir : qu’est-ce que le Yuan numérique ? | Le Grand Continent, 1de febrero de 2023.