¿Es posible pensar ahora en la posguerra en Ucrania? No parece nada obvio, en un momento en que la guerra se encuentra en una fase difícil, en que se tiene la certeza de que requerirá valor, recursos y tiempo tanto de los ucranianos como de los socios de Ucrania, durante un periodo que hoy es imposible anticipar.

Sin embargo, pensar en la posguerra no es sólo pensar en el futuro de ese país, sino también comprender qué es lo que en el presente está construyendo ese futuro. Pensar en la Ucrania del mañana es una forma importante de apoyar a la Ucrania de hoy, comprendiendo mejor sus debilidades y fortalezas, sus legados y sus transformaciones.

¿Qué es la posguerra?

El propio concepto de posguerra, aunque aparentemente transparente, no es una realidad empíricamente fácil de definir. Los límites de la guerra son ambiguos, y en los últimos años las ciencias sociales han aprovechado esta ambigüedad para cuestionar la frontera entre la guerra y la paz. A diferencia de los conflictos descritos en los libros de texto, en los que puede delimitarse claramente un estado de guerra y un estado de paz, con una declaración de guerra que actúa como momento cero y la firma de un documento que marca su final, un periodo de violencia seguido de un periodo de no violencia, un gran número de conflictos armados contemporáneos o anteriores presentan configuraciones más fluidas. El uso de la violencia armada no suele ir precedido de una declaración de guerra y no se limita necesariamente al tiempo de guerra. Las lógicas y jerarquías sociales construidas durante la guerra están arraigadas en la estructura social anterior a la guerra y no desaparecen en la posguerra. Por último, las situaciones de «ni guerra ni paz»1, estados sociales de estatus incierto, han dejado de considerarse anormales o transitorias, y ahora son examinadas por los investigadores a lo largo del tiempo y en su propia configuración específica.

El uso de la violencia armada no suele ir precedido de una declaración de guerra.

ANNA COLIN LEBEDEV

En el caso de Ucrania, la delimitación de las fronteras de la guerra se caracteriza por esta misma incertidumbre. La incertidumbre se refiere sobre todo al comienzo de la guerra. Aunque, desde nuestro punto de vista, la agresión armada del 24 de febrero de 2022 puede describirse sin lugar a dudas como una declaración de guerra de un Estado contra otro, esta fecha no es necesariamente el punto cero de la guerra librada por Rusia para los especialistas de la sociedad ucraniana, y menos aún para los ciudadanos ucranianos. Muchos señalan la anexión de Crimea por parte de Rusia en marzo de 2014 como el inicio de la guerra. Otros sitúan la guerra dentro de un continuo de hostilidad de Moscú hacia Ucrania que remontan a la Revolución Naranja de 2004, o a la Gran Hambruna orquestada por el Kremlin en la década de 1930, o a la hostilidad del Imperio ruso a cualquier deseo de emancipación ucraniana. Por último, la difusión del concepto de «guerra híbrida»2, utilizado a menudo para describir la política bélica de Rusia, y cuyo uso es cada vez más criticado3, ha contribuido a difuminar los límites temporales y espaciales de la guerra librada por el Estado ruso.

El periodo de posguerra es un concepto igualmente impreciso. Contrariamente a la visión común que ve el final de la guerra como una ruptura radical seguida del advenimiento de un estado de paz, las ciencias sociales hacen hincapié en las continuidades entre el estado de guerra y el estado de paz: por un lado, las dinámicas sociales y políticas que prevalecían antes de la guerra siguen teniendo un impacto durante el tiempo de guerra; por otro lado, las dinámicas que se pusieron en marcha durante la guerra y los actores surgidos de la guerra siguen operando e influyendo en la evolución de las sociedades mucho después de la declaración oficial del final del conflicto armado. El final de la guerra y la posguerra son conceptos más operativos, útiles para las comunidades locales y los donantes de ayuda internacional, que momentos identificables sobre el terreno4. Sobre el terreno, el periodo de posguerra está arraigado en el presente.

Avenida de Kiev donde se exponían vehículos militares rusos destruidos antes del Día de la Independencia. © Efrem Lukatsky/AP/SIPA

Si a veces resulta difícil pensar en el final de la guerra en Ucrania, no es sólo por las fluctuaciones de la situación en el frente y del equilibrio de fuerzas, sino también por la dificultad de definir lo que puede constituir una victoria o una derrota5, y de concebir el punto final de la guerra en esta situación de fluidez de sus límites. La definición de cuándo se considerará que la guerra ha terminado varía según se mire desde el punto de vista de Ucrania, del agresor ruso o de uno de los Estados que apoyan a Ucrania. ¿Cuándo considerará que la guerra ha terminado alguien que viva en los territorios ocupados por Rusia en 2022? ¿Un residente en Crimea? ¿Un oficial ucraniano comprometido en el frente desde 2014? ¿Un ucraniano exiliado en un país europeo? ¿Los intelectuales ucranianos? ¿Los líderes militares rusos? ¿El gobernador de una región rusa fronteriza con Ucrania? ¿El combatiente ruso movilizado? ¿El ruso de a pie que vive a miles de kilómetros de Moscú? La respuesta no sólo será diferente para cada uno de esos actores, sino que también variará con el tiempo para algunos de ellos.

Sobre el terreno, el periodo de posguerra está arraigado en el presente.

ANNA COLIN LEBEDEV

 Sin embargo, no es necesario tener certeza sobre el final de la guerra para pensar en las secuelas, porque la posguerra se está tejiendo ante nuestros ojos, día tras día. Permanencias, fragilidades, nuevas prácticas y nuevas expectativas configuran ya la Ucrania del mañana.

Un tópico tenaz acompaña nuestra visión de la guerra: el del caos bélico. Las imágenes difundidas por los reporteros construyen el imaginario correspondiente: la destrucción de los lugares de vida, la gente arrojada a las carreteras, la dureza insoportable de los combates. Todo esto es cierto, y es inaceptable. Sin embargo, tal visión de la guerra como un espacio y un momento de caos social va acompañada a veces de una anticipación de la desestructuración institucional, de la ruptura total de la vida cotidiana y, finalmente, de la debilidad del Estado. 

Ahora bien, la guerra, sobre todo cuando dura, es también un espacio ordinario de la vida social, con sus actores políticos y económicos, sus oportunidades y recursos, sus vínculos y jerarquías sociales, sus valores y divisiones6. Al observar la transformación de la sociedad ucraniana en y a través de la guerra desde 2014, comprendemos no solo la resiliencia que ha sido capaz de mostrar frente a la agresión masiva de 2022, sino también los recursos con los que cuenta para seguir haciendo frente a la guerra y construir la posguerra.  

Un Estado recuperado

La reapropiación por parte de los ciudadanos ucranianos de su Estado y su apego a él es uno de los hechos más destacados de los últimos diez años de agresión armada directa e indirecta de Rusia contra Ucrania.

Cuando, en 2015-2017, realicé una encuesta entre los combatientes de la guerra del Donbas, en particular los que se habían alistado para luchar en el este del país a partir de la primavera de 2014, muchos de ellos me explicaron que lo que les había llevado a tomar las armas no era el deseo de defender a su Estado, sino la necesidad urgente de proteger a su país. Se consideraba que el Estado estaba plagado de corrupción y juegos políticos, la confianza en las instituciones políticas estaba bajo mínimos y la debilidad de las fuerzas armadas era ampliamente reconocida. Ucrania estaba saliendo de la revolución de Maidán, que representaba una importante ruptura política con el pasado, pero que también había inspirado a un buen número de ucranianos a ser políticamente activos7.

Cuando comenzó la guerra en el Donbas en la primavera de 2014, muchos temieron que el Estado ucraniano se derrumbara. Ocurrió lo contrario: la inminencia de la amenaza militar y el compromiso de mantener vivos los valores de la revolución de Maidán llevaron a los ciudadanos a reclamar sus instituciones públicas en un intento de cambiarlas desde dentro. Los combatientes que regresaban del frente aceptaron puestos en ministerios y departamentos gubernamentales; representantes de la «generación de Maidán»8 se implicaron en la vida política, otros se convirtieron en asesores en ministerios y otros fundaron ONG que pretendían establecer un control social sobre el Estado. Muchos de estos compromisos chocaron con la realidad de las instituciones públicas, a menudo anquilosadas, y acabaron en rupturas. Sin embargo, el impulso generado por la guerra en el Donbas fue efectivamente el de un rejuvenecimiento de las instituciones estatales, reformas sustanciales en varios sectores y el desarrollo de tejido social denso, activo y vigilante, dispuesto a cooperar con el Estado u oponerse a él. 

Cuando comenzó la guerra en el Donbas en la primavera de 2014, muchos temieron que el Estado ucraniano se derrumbara. Ocurrió lo contrario.

ANNA COLIN LEBEDEV

Un rasgo sorprendente de la situación política ucraniana es la fuerza de la desconfianza en las instituciones políticas antes de la agresión armada de 20229. Para varios analistas, tal desconfianza era el signo de un Estado frágil o incluso fallido, desconectado de sus ciudadanos y al borde del colapso. Hoy en día, varios llamados a interrumpir el apoyo a Ucrania hacen eco de la misma retórica.

Sin embargo, es importante no malinterpretar la relación entre los ucranianos y su Estado. Aunque denuncian enérgicamente a los gobernantes como indignos de su cargo y critican la omnipresencia de planteamientos corruptos y burocráticos, esto va acompañado de un fuerte apego a las propias instituciones, que deben reformarse en lugar de derrocarse. Para muchos ucranianos, no se espera que la transformación venga de reformas «desde arriba» del sistema político y las instituciones democráticas, sino de una transformación desde abajo en la que los ciudadanos de a pie puedan desempeñar un papel activo.

Los movimientos sociales, actores centrales de la sociedad ucraniana

Mientras que la confianza en las instituciones políticas es frágil, dos instituciones gozan del apoyo inquebrantable de los ucranianos: sus fuerzas armadas y sus movimientos asociativos, con índices de confianza respectivos del 72% y el 68% en vísperas de la invasión10, que se elevan al 94% y el 87% en octubre de 202311.

Desde el comienzo de la guerra en el Donbas, mis contactos en el frente y en las ONG me decían: «el Estado somos nosotros». ¿Cómo debemos entender tal afirmación? Construir una Ucrania mejor, reformar el Estado y construir la defensa del país, me explicaban, era su responsabilidad como ciudadanos. Paradójicamente, fue la debilidad de las fuerzas armadas ucranianas en 2014, carentes de equipamiento, capacidades y experiencia, lo que impulsó un gran cambio. Dado que las fuerzas armadas no eran capaces de defender a una Ucrania bajo ataque, los civiles se organizaron para luchar en la guerra, algunos de ellos acudiendo al frente, mientras que muchos otros apoyaban, abastecían y equipaban a las unidades combatientes. Aunque al cabo de unos meses las fuerzas armadas regulares recuperaron gradualmente el control de la conducción de la guerra, el papel de los movimientos voluntarios siguió siendo fundamental para proporcionar lo que el Estado no podía hacer12: cubrir algunas de las necesidades de los combatientes en el frente, ocuparse de las necesidades de los veteranos o los heridos13, pero también ofrecer apoyo a los desplazados internos por la guerra. De tamaño variable, desde grandes ONG nacionales hasta grupos de unas pocas personas que recaudan dinero para una unidad militar concreta, esas iniciativas han seguido activas y se han adaptado rápidamente a las nuevas necesidades. La difusión de iniciativas cívicas, fundaciones y asociaciones no se ha limitado al ámbito militar, sino que ha calado en toda la sociedad.

Un soldado herido en la guerra y su esposa en la ceremonia de su boda en el hospital de Kiev. © Libkos/AP/SIPA

En un Estado donde la protección social sigue siendo insuficiente, las organizaciones de voluntarios han creado una red de seguridad alternativa. Más allá de ese papel, también han desarrollado una cierta pericia en sus ámbitos de intervención, a menudo alimentada por asociaciones internacionales y abierta a la innovación.

En varias ocasiones se ha subrayado la importancia de convertir a la sociedad civil en el motor de la reconstrucción14, así como la frustración de los movimientos sociales por seguir siendo excluidos de la toma de decisiones sobre los proyectos de reconstrucción15. El principio de «localización» de la ayuda internacional, concebido para dar más peso a los actores locales, es considerado ahora ineficaz por las asociaciones locales16. Por ejemplo, durante los primeros meses de la guerra, menos del 1% de la ayuda humanitaria internacional se destinó directamente a ONG ucranianas nacionales y locales, a pesar de que eran ellas las que estaban directamente implicadas sobre el terreno y asumían los riesgos. En 2022, sólo el 0.36% de la ayuda humanitaria proporcionada a Ucrania en el marco del llamado urgente de Ucrania fue a parar a ONG ucranianas nacionales y locales17. Aunque la ayuda propuesta por los actores internacionales sea luego distribuida por los socios locales, es difícil que estos movimientos sociales flexibles, innovadores y adaptados a las necesidades sobre el terreno se vean reducidos a la condición de operadores en el transcurso de la guerra. Es ahora cuando se determina su futuro lugar en la posguerra; pero a través de este grupo, que goza de una inmensa confianza entre la población ucraniana, es como se decide hoy la legitimidad de las políticas de posguerra.

La interpenetración de lo civil y lo militar

No cabe duda de que el ejército es una institución importante en la sociedad ucraniana. Esto es aún más sorprendente si se tiene en cuenta que hace tan sólo diez años, las fuerzas armadas figuraban entre las instituciones más menospreciadas. Se las consideraba corruptas, imbuidas del pensamiento de la era soviética, pero también inútiles en un país que no veía ninguna amenaza de futuro conflicto armado en su territorio. En 2012, dos tercios de los ucranianos dijeron que desconfiaban de sus fuerzas armadas. A diferencia de otras instituciones del Estado, donde la decepción se ha mantenido, la confianza en el ejército ha crecido constantemente desde 2014. El 45% de los ucranianos confiaba en las fuerzas armadas en 2015, el 57% en 2017, el 66% en 2020, el 72% en 2021 y el 96% en 2022. La imagen positiva de las fuerzas armadas se ha construido en y a través de la guerra.

Sin embargo, si las fuerzas armadas han podido ocupar un lugar tan destacado en el imaginario político de los ucranianos, es también porque el ejército se ha convertido en una institución que vincula al Estado y a la sociedad. Además de los 440 mil veteranos de la guerra del Donbas registrados oficialmente en Ucrania unos meses antes de la invasión, hay un número difícil de calcular de voluntarios que participan de diversas formas en las fuerzas armadas, así como un número igualmente desconocido de combatientes voluntarios que no han obtenido la condición de veteranos. El papel activo de los ciudadanos de a pie -tanto combatientes como voluntarios- en la conducción de la guerra desde 2014 ha hecho de las fuerzas armadas una institución directamente relacionada con la vida de los ciudadanos. Las fuerzas armadas también han sido un lugar donde se han esperado con impaciencia reformas, pero también donde se han planteado ciertas cuestiones sociales. Por ejemplo, en torno a la cuestión de las mujeres en el ejército se han abordado en la sociedad ucraniana en los últimos diez años las cuestiones de la igualdad de género y la violencia sexual18. Gracias al impulso de la sociedad, la institución militar se ha transformado.

A diferencia de otras instituciones del Estado, donde la decepción se ha mantenido, la confianza en el ejército ha crecido constantemente desde 2014.

ANNA COLIN LEBEDEV

Los diez años de guerra en el Donbas se caracterizaron por una gran incertidumbre: sobre el estatus de la guerra, que nunca fue declarada (las acciones armadas se describieron como una «operación antiterrorista» y luego como una «operación de las fuerzas unidas»); sobre el estatus de los combatientes y voluntarios implicados; y sobre la naturaleza de la amenaza a la que se enfrentaba Ucrania. Esta situación de incertidumbre generó múltiples interpenetraciones entre las lógicas civil y militar, y desempeñó un papel transformador en la sociedad. La incertidumbre sobre la naturaleza y los límites de la guerra mantuvo a una parte de la sociedad ucraniana en un estado de alerta, una situación social en la que las elecciones individuales y las prácticas colectivas se ajustaban a un horizonte bélico. Como resultado, los excombatientes, aunque habían regresado a la vida civil, siguieron implicándose en proyectos de primera línea, e incluso entrenándose para la continuación de la guerra; los voluntarios profesionalizaron su trabajo y lo hicieron permanente; y los ciudadanos de a pie desarrollaron habilidades y prácticas que podrían ser útiles en tiempos de guerra. En esta Ucrania en alerta, la institución militar se percibía como central precisamente porque el país se enfrentaba a la amenaza.

Las políticas de apoyo posbélico suelen incluir un componente de «desarme-desmilitarización-reintegración» o «DDR», dirigido específicamente a los combatientes del conflicto armado, basado en procedimientos formulados por las Naciones Unidas19. Estas políticas proporcionan un marco para una transición gradual del estatus de combatiente al de civil mediante políticas de control de armas, atención a los excombatientes y su reintegración en la vida civil. Anclados en una visión binaria de un estado de guerra frente a un estado de paz, consideran que la continua militarización de la sociedad es un signo del fracaso de las políticas para poner fin a los conflictos armados.

Frente a esta visión, el caso ucraniano plantea algunas cuestiones muy concretas. La interpenetración de las lógicas militar y civil, y la ausencia de una clara división entre civiles y soldados entre los implicados en la guerra, fueron algunas de las claves de la agilidad del ejército ucraniano, pero también de la resistencia de la sociedad ucraniana frente a la agresión rusa. El apoyo a los veteranos, pero también a los civiles implicados en la guerra, es una necesidad innegable y permanente, que no tiene por qué estar correlacionada con el fin de la guerra. La cuestión de la desmilitarización, por su parte, depende en gran medida de las percepciones que los actores sobre el terreno tengan de la naturaleza del final de la guerra y, en particular, de la persistencia de un horizonte amenazador contra Ucrania. Si el cese de los combates, sea cual sea la forma que adopte, no va acompañado de la certeza de la desaparición de la amenaza, es probable que la sociedad ucraniana se mantenga en vilo, se niegue a aceptar el statu quo de posguerra y considere inadecuadas las políticas de retorno a la vida civil.

En esta Ucrania en alerta, la institución militar se percibía como central precisamente porque el país se enfrentaba a la amenaza.

ANNA COLIN LEBEDEV

Una transformación de las divisiones

La guerra también ha tenido un efecto transformador en las divisiones y conflictos políticos. En las décadas de 1990 y 2000, la sociedad ucraniana se describía, tanto dentro como fuera del país, como dividida entre un Occidente y un Oriente que eran subjetiva y objetivamente diferentes. El Oeste se describía como de habla ucraniana, rural, tendente a identificarse con los países de Europa Central y Oriental y con la historia no soviética del país. El Este, en cambio, se describió como rusoparlante, industrial, orgulloso de su historia soviética y que miraba más hacia su vecino ruso20. Aunque rápidamente criticada y matizada dentro del país, esta interpretación ha tenido efectos a largo plazo en las narrativas políticas y académicas que describen y explican Ucrania. Como resultado, la mayoría de los institutos de opinión pública ucranianos siguen agrupando los resultados de sus encuestas en bloques de «Este», «Oeste», «Centro» y «Sur», ciegos a los indicadores más sutiles que fabrican la realidad social que se proponen describir. La narrativa de una Ucrania dividida, con ciertas regiones oprimidas debido a su especificidad, también ha sido una constante en el discurso del poder ruso, justificando la anexión de Crimea, la guerra en el Donbas y luego la invasión a partir de febrero de 2022.

Desde el inicio de la guerra en 2014, la insuficiencia del binario Este/Oeste se hizo empíricamente evidente. El encapsulamiento de las posiciones prorrusas en los territorios separatistas y Crimea, el desplazamiento interno de la población de este a oeste y la creciente percepción del vecino oriental como fuente de amenazas ya habían transformado el panorama político de Ucrania. Aunque a menudo se ha descrito la nueva unificación del paisaje político, también es importante tener en cuenta el factor local, que desempeña un papel importante. Desde la reforma de la descentralización lanzada hace unos diez años, que ha sido percibida positivamente en Ucrania21, la dimensión local, que no se limita a una división este-oeste, ha sido un aspecto importante de la política ucraniana.

Sin embargo, la entrada de la guerra en una fase de gran intensidad está introduciendo nuevas divisiones, cuya estructuración no espera a la posguerra y se juega en el día a día.

La experiencia desigual de la guerra es ahora uno de los factores diferenciadores más importantes. La primera división, inmediatamente visible y cada vez más destacada, es la que existe entre los que se unen a la guerra y los que se mantienen al margen: por un lado, los combatientes y voluntarios al servicio del ejército y, por otro, los que encuentran formas de escapar a la movilización, enérgicamente condenadas en los debates sociales actuales. La división se extiende también a otras categorías de la población: los que se han quedado en Ucrania, en las regiones afectadas por la guerra, se perciben a sí mismos con una conciencia de la guerra diferente de la de los que se han refugiado en las regiones occidentales, y sobre todo de la de los que se han marchado a otro país.

Sobre todo, es probable que la diferencia de experiencia y percepción de la guerra constituya una importante brecha entre las regiones que vivieron bajo la ocupación rusa y las que no. La cuestión de la colaboración en los territorios ocupados durante un breve periodo ya es un problema para el Estado ucraniano22. El reto será de otra escala para las regiones que siguen bajo ocupación en la actualidad, pero especialmente para las controladas por Rusia desde 2014. La larga duración de la guerra, así como las condiciones de la desocupación, desempeñan un papel central en las divisiones de posguerra.

Pensar en la posguerra en Ucrania en todas sus complejas dimensiones políticas y sociales significa ante todo pensar en el curso del conflicto armado, teniendo en cuenta la dimensión temporal y la incertidumbre sobre las fronteras de la guerra. Si la cuestión de cómo salir de la guerra debe tener en cuenta el largo plazo, no se trata tanto de preguntarse ¿cuándo empezamos a reconstruir? como de comprender que la guerra y la posguerra no son espacios delimitados, y que la vida cotidiana de la guerra es la matriz de la sociedad de posguerra. La posguerra en Ucrania está ocurriendo ahora.

Notas al pie
  1. Linhardt, D. y Moreau de Bellaing, C. (2013), «Ni guerre, ni paix: Dislocations de l’ordre politique et décantonnements de la guerre », Politix, 104, pp. 7-23. https://www.cairn.info/revue-politix-2013-4-page-7.htm?ref=doi
  2. Barbin Jéronimo, «La guerre hybride : un concept stratégique flou aux conséquences politiques réelles», en Les Champs de Mars, no 1, 30 + suplemento, 2018, pp. 109116. https://www.cairn.info/revue-les-champs-de-mars-2018-1-page-109.htm?ref=doi
  3. https://www.irsem.fr/agenda-enhancer/agenda/journee-d-etude-la-guerre-hybride-a-l-epreuve-du-feu.html
  4. Grajales Jacobo y Jouhanneau Cécile, «L’ordinaire de la sortie de guerre: Sociologie de l’action publique après la violence armée», en Gouvernement et action publique, no 4, VOL. 8, 5 de febrero de 2020, pp. 723. https://www.cairn.info/revue-gouvernement-et-action-publique-2019-4-page-7.htm?ref=doi
  5. Henrotin, Joseph, La victoire dans la guerre en Ukraine : de quoi parle-t-on ? En línea: https://www.areion24.news/2023/12/05/la-victoire-dans-la-guerre-en-ukraine-de-quoi-parle-t-on/
  6. Baczko, Adam, Gilles Dorronsoro y Arthur Quesnay, Syrie: anatomie d’une guerre civile, París: CNRS éditions. 2016, 412 p. https://www.cnrseditions.fr/catalogue/relations-internationales/syrie/
  7. Goujon, Alexandra y Ioulia Shukan, «Sortir de l’anonymat en situation révolutionnaire: Maïdan et le citoyen ordinaire en Ukraine (hiver 2013-2014)», Politix. 2015, vol.112 no 4. p. 33. En línea: http://www.cairn.info/revue-politix-2015-4-page-33.htm [consultado el 23 de septiembre de 2016].
  8. Shukan, Ioulia, Génération Maïdan: aux origines de la résistance ukrainienne, La Tour-d’Aigue: Éditions de l’Aube, 2022, 272 p. (Mikros essai).
  9. El 12% de los ucranianos confiaba en su Parlamento en 2012, y el 11% en 2021; los índices de confianza eran del 16 y el 14% para el gobierno, y del 21 y el 27% para el presidente. Véase Anna Colin Lebedev, «Ucrania: el Estado y la nación puestos a prueba por la guerra», Les Études du CERI, 2023, Regards sur l’Eurasie. L’année politique 2022, 266-267, pp. 13-20. https://shs.hal.science/hal-04088016/
  10. « Динаміка Довіри Соціальним Інституціям Протягом 2020-2021 Років : Результати Телефонного Опитування », KIIS, 26 de enero de 2022.
  11. « Динаміка Сприйняття Напрямку Справ В Україні Та Довіри До Окремих Інституцій Між Травнем 2022 Року Та Жовтнем 2023 Року », KIIS, 31 de octubre de 2023.
  12. Fomitchova, Anastasia, «Les volontaires dans la formation de l’appareil militaire ukrainien (2014-2018). Des dynamiques d’auto-organisation au retour de l’État», Revue d’études comparatives Est-Ouest. 2021, vol.1 no 1. pp. 137170. En línea: https://www.cairn.info/revue-d-etudes-comparatives-est-ouest-2021-1-page-137.htm [consultado el 23 de junio de 2022].
  13. Shukan, Ioulia, «Émotions, liens affectifs et pratiques de soin en contexte de conflit armé. Les ressorts de l’engagement des femmes bénévoles dans l’assistance aux blessés militaires du Donbass», Revue d’études comparatives Est-Ouest. 2018, vol.2 no 2. pp. 131170. En línea: https://www.cairn.info/revue-d-etudes-comparatives-est-ouest-2018-2-page-131.htm [consultado el 15 de diciembre de 2023].
  14. Giving civil society a stake in Ukraine’s recovery | Chatham House – International Affairs Think Tank, 2023. En línea: https://www.chathamhouse.org/2023/06/giving-civil-society-stake-ukraines-recovery [consultado el 15 de diciembre de 2023].
  15. Supporting Ukraine to Prevail, Rebuild, and Prosper. En línea: https://www.opensocietyfoundations.org/publications/ukraine-s-reconstruction-and-recovery [consultado el 15 de diciembre de 2023].
  16. Ukraine: perceptions of localisation in the humanitarian response | ACAPS. ACAPS. 2023. En línea: https://www.acaps.org/en/countries/archives/detail/ukraine-perceptions-of-localisation-in-the-humanitarian-response [consultado el 15 de diciembre de 2023].
  17. Ukraine Flash Appeal 2022 | Financial Tracking Service. En línea: https://fts.unocha.org/plans/1102/recipient-types  [consultado el 15 de diciembre de 2023].
  18. Ver el proyecto «Batallón invisible», https://invisiblebattalion.org
  19. Operational guide to the integrated disarmament, demobilization and reintegration standards, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 18 de octubre de 2017.
  20. Riabchuk, Mykola, «Ukraine: One State, Two Countries? With Comments», Blog IWM WEBSITE. En línea: https://www.iwm.at/transit-online/ukraine-one-state-two-countries-with-comments [consultado el 16 de diciembre de 2023].
  21. Rabinovych, Maryna, «Ukraine’s Decentralization from the Perspective of Territorial Self-Governance and Conflict Management», Blog Forum for Ukrainian Studies, 2020. En línea : https://ukrainian-studies.ca/2020/07/17/ukraines-decentralization-from-the-perspective-of-territorial-self-governance-and-conflict-management/ [consultado el 16 de diciembre de 2023].
  22. d’Istria, Thomas, «En Ukraine, justice expéditive dans les zones libérées de l’occupant», Le Monde.fr. 18 de noviembre de 2023. En línea: https://www.lemonde.fr/international/article/2023/11/18/en-ukraine-justice-expeditive-dans-les-zones-liberees-de-l-occupant_6200818_3210.html [consultado el 16 de diciembre de 2023].