Capitalismos políticos en guerra

China-Estados Unidos: comprender la doctrina Raimondo

No hay distensión en la guerra de los capitalismos políticos entre Estados Unidos y China. Esta semana, Gina Raimondo, Secretaria de Estado de Comercio, pronunció un discurso muy ofensivo en el que detallaba su doctrina sobre la protección del conocimiento y las tecnologías estadounidenses frente a China. La idea subyacente era que se trata de "la mayor amenaza" a la que se ha enfrentado nunca Estados Unidos. De leer para comprender las ambiciones y paradojas de la nueva estrategia estadounidense.

Autor
Alessandro Aresu
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© ERIC RISBERG/AP/SIPA

Se trata de un texto de gran relevancia para comprender el capitalismo político estadounidense y sus desafíos. Gina Raimondo, secretaria de Comercio de Estados Unidos, y Jensen Huang, presidente y consejero delegado de Nvidia, de quien ella habla largo y tendido en esta entrevista realizada durante el Reagan National Defense Forun, son algunos de los protagonistas de mi próximo libro sobre inteligencia artificial (que se publicará en 2024). 

Antes de sumergirnos en ese texto, un aspecto significativo de este discurso tiene que ver con la presencia de Gina Raimondo en el Reagan National Defense Forum, un evento cuyo lema, «promover la paz a través de la fuerza», se inspira en el legado de Ronald Reagan, además de celebrar su décimo aniversario en 2023. La propia evolución del Reagan National Defense Forum en los últimos diez años es importante para entender la evolución de Estados Unidos: inicialmente concurrido sobre todo por generales, expertos en estrategia militar y empresas de la base industrial de la defensa, con el tiempo se ha ido abriendo cada vez más a la tecnología y ha recibido la visita de empresarios como Jeff Bezos y Alex Karp de Palantir, entre otros. Gina Raimondo, aquí entrevistada por Morgan Brennan (una de las presentadoras más famosas de la CNBC) es la primera secretaria de Comercio que interviene en el Reagan National Defense Forum y, como ella misma dice, está segura que no será la última.

Su discurso agresivo disipa cualquier noción de distensión entre Estados Unidos y China. Aunque insiste en la necesidad de mantener abiertos los canales de comunicación entre ambos países para evitar una peligrosa escalada, se trata sobre todo de proteger la seguridad nacional norteamericana ante el espionaje y la captura tecnológica chinos. Pero esta necesidad de protección choca con otro imperativo de la economía estadounidense: la libertad y la independencia concedidas a las empresas para innovar y buscar nuevos mercados. Es en este límite, del que ella explicará más en esta entrevista, donde se despliega la doctrina Raimondo, clave para entender las nuevas perspectivas de la guerra del capitalismo político.

Es la primera vez que un secretario de Comercio asiste al Reagan National Defense Forum, uno de los congresos en materia de defensa más importantes del año. Creo que su presencia aquí subraya el creciente vínculo entre las políticas industrial, económica y tecnológica en el ámbito de la seguridad nacional. Me gustaría empezar preguntándole por qué el Departamento de Comercio debería asumir una mayor responsabilidad en cuestiones de seguridad nacional.

Es un hecho ampliamente reconocido que la capacidad de nuestro país para defenderse va mucho más allá del armamento militar, como cañones, misiles, tanques y drones. Los avances tecnológicos y la innovación, así como la colaboración con nuestros aliados, son también parte importante de nuestra defensa nacional. Francamente, nuestra seguridad nacional depende de nuestra seguridad económica. Una nación no puede considerarse poderosa en términos de defensa a menos que tenga la economía más competitiva del mundo y esté a la vanguardia en innovación.

No es sólo en casa donde se desea nuestra presencia, sino también en el extranjero. Nuestros aliados de todo el mundo nos buscan con fines militares y de empleo en regiones como el Indo-Pacífico y Sudamérica. Tuve el placer de acompañar al general Richardson en una reciente visita a Panamá, y tengo previsto visitar Filipinas el año próximo con el almirante Aquilino. Mientras tanto, nuestros competidores, especialmente China, siguen prodigando inversiones, infraestructuras y oportunidades de empleo. Y si queremos ganar, tenemos que estar presente ahí donde se nos llame. Competir por la prosperidad económica y las oportunidades es tan importante como el simple poder militar para proteger nuestra seguridad nacional y mantener nuestro lugar en el mundo.

La visión que expresa Gina Raimondo en sus discursos menciona constantemente a la seguridad económica como fundamento de la seguridad nacional. Ahora todo el mundo tiene claro que la administración de Biden ha puesto el énfasis en conceptos que siguen presentes en el debate estadounidense, pero que están infravalorados. Por ejemplo, también en 2016, en War by Other Means: Geoeconomics and Statecraft, el embajador Robert Blackwill y Jennifer Harris, exasesora especial del presidente y directora de economía internacional en el consejo de seguridad nacional de la administración de Biden, observaron cómo la seguridad económica había sido olvidada en la reciente política exterior estadounidense. Tras Made in China 2025 y la respuesta estadounidense a la misma, vivimos ahora una era completamente distinta, en la que el tema es más bien la presencia global de la seguridad económica, que se está convirtiendo también, como en la reflexión de Raimondo, en la principal «caja de herramientas» de la política exterior y de defensa, en la relación con los aliados y con ciertas áreas en disputada en el marco de la gran rivalidad con Pekín.

¿Refleja esto la magnitud de los cambios que se han producido en el mundo, o el hecho de que la política estadounidense debería haber sido más agresiva en esta interconexión desde hace mucho tiempo?

Es una pregunta importante. Creo que la seguridad nacional siempre se ha basado en la seguridad económica. Dicho esto, la tecnología es más importante que nunca para nuestra seguridad nacional y el Departamento de Comercio está en el centro de la política de la administración en cuanto a tecnología e innovación se refiere. A medida que el ejército estadounidense depende cada vez más de la tecnología –en ámbitos como la inteligencia artificial, la National Spectrum Strategy, las supercomputadoras, la ciberseguridad y los semiconductores–, la importancia de la tecnología para nuestra seguridad nacional es cada vez mayor. El Departamento de Comercio, que gestiona la política gubernamental sobre inteligencia artificial, controla las exportaciones e impide que China y otros adversarios accedan a las tecnologías más avanzadas del país. También dirigimos la política gubernamental a Spectrum. A medida que la tecnología se entrelaza cada vez más con la defensa nacional, es esencial invertir en la capacidad de producción de semiconductores e impedir que China acceda a estas tecnologías. El Departamento de Comercio dirige tales esfuerzos y esto es más importante que nunca porque la tecnología es más importante que nunca.

¿Cómo dar una coherencia institucional a esta función en materia de seguridad nacional? ¿Cómo asegurarse de que estas políticas tengan un impacto duradero o al menos sienten las bases o precedentes para los debates, las discusiones y los métodos de las siguientes administraciones, independientemente de sus afinidades políticas?

Puede que sea la primera secretaria de Estado del Departamento de Comercio en ocupar este puesto, pero desde luego no seré la última. Creo que nuestro enfoque del control de las exportaciones no es una moda pasajera. Hemos puesto en marcha una estrategia de control de las exportaciones innovadora y asertiva. En octubre del año pasado, la Oficina de Industria y Seguridad (BIS, por sus siglas en inglés), dirigida por el subsecretario Estévez, estableció una normativa sin precedentes; por primera vez, denegamos a China el acceso a una serie de semiconductores y equipos.

Vamos a seguir por este camino. Estamos formando un equipo. Tengo colaboradores que no trabajaban en el Departamento de Comercio y que se habían concentrado en los semiconductores. Hemos reforzado nuestra capacidad técnica en el BIS para la inteligencia artificial. Así que creo que estamos reforzando el Departamento de Comercio para hacer frente a estos retos, y creo que lo vamos a seguir haciendo durante mucho tiempo.

La visión de Raimondo traslada el pensamiento sobre la extensión de la seguridad nacional desarrollado por Jake Sullivan, entre otros, al ámbito concreto de la actividad política. Es así porque muestra el papel que debe desempeñar una burocracia estatal en la consecución de los objetivos de la política industrial y la seguridad nacional. El Departamento de Comercio de Estados Unidos lleva mucho tiempo en el centro de las tensiones con China, con una enorme actividad reguladora ligada al control de las exportaciones y la experimentación en política industrial –en particular, la CHIPS and Science Acts (2023)–, pero también en el futuro con actividades sobre normas y otras cuestiones requeridas por las políticas de inteligencia artificial. Estas tareas son muy amplias y requieren profundos conocimientos técnicos. La maniobra que lleva a cabo Raimondo aquí es tanto de transparencia como de debilidad. De transparencia porque afirma claramente que, para desempeñar este nuevo papel, el Estado debe disponer de más recursos y dinero. De debilidad porque la petición de tener a 100 personas trabajando en semiconductores parece muy débil (o baja) en comparación con la magnitud del reto. Y porque pedir más recursos de esta manera conlleva un alto riesgo: que los anuncios no vayan seguidos de acciones. Por un lado, es cierto que el único punto de consenso real en la política estadounidense, en el Congreso, es quizás el conflicto con China. Por otro lado, una cosa es plantar cara a China por medio de anuncios políticos grandilocuentes, y otra muy distinta alimentar una burocracia estatal, lo que siempre suscita resistencia, sobre todo por parte de los republicanos. No es casualidad que el Global Times, en su comentario sobre las declaraciones de Raimondo, retomara lo que ella había dicho sobre los fondos federales. 

Me gustaría decir a los miembros del Congreso aquí presentes que el BIS tiene hoy en día el mismo presupuesto que hace diez años. Y tenemos el doble de solicitudes de licencia. Constantemente recibo llamadas de miembros del Congreso –demócratas y republicanos– que me preguntan: ¿por qué no hacen más? ¿Por qué no tienen más control sobre la inteligencia artificial? ¿Por qué no tienen más control sobre los semiconductores? Estoy de acuerdo. Tengo un presupuesto de 200 millones de dólares, que es comparable al presupuesto de unos cuantos aviones de combate. Si realmente queremos proteger a Estados Unidos, tenemos que financiar adecuadamente esta operación para cumplir con nuestras responsabilidades.

Usted ha mencionado los controles a la exportación. De hecho, recientemente ha introducido nuevas normas actualizadas para el control de las exportaciones de chips. ¿Por qué era necesario? 

No podemos permitir que China se apodere de chips. No hay que darle vueltas a las cosas. Sé que hay muchos miembros del sector privado aquí, y muchos empresarios. Estados Unidos es el líder mundial en inteligencia artificial. Eso es innegable. Estados Unidos es líder mundial en diseño de semiconductores avanzados. Esto también es innegable. Y eso se debe a nuestro sector privado. Es porque tenemos grandes innovadores. Y también gracias a nuestro sector público, que invierte en estas áreas.

Vamos unos años por delante de China. No se trata de dejar que nos alcancen. No podemos dejar que nos alcancen. Así que vamos a negarles nuestras tecnologías más avanzadas. Sé que hay directores ejecutivos de fabricantes de chips entre el público que se enfadaron un poco conmigo cuando hice esto porque estaban perdiendo ingresos. Pero como la vida, proteger nuestra seguridad nacional me preocupa más que los ingresos a corto plazo. Así que eso es lo que vamos a seguir haciendo.

El asunto de la relación entre los sectores público y privado está en el centro del capitalismo político estadounidense, especialmente en esta fase histórica: la guerra de los chips. Por un lado, en sus medidas contra China, Estados Unidos se apoya en su gran fuerza en la cadena de suministro: empresas líderes que operan en el campo de la automatización del diseño electrónico, el diseño de chips y la maquinaria. Es una supremacía que Raimondo valora y reivindica. Al mismo tiempo, la seguridad nacional exige a estas mismas empresas un gran sacrificio: el del mercado chino que, debido al papel central de China en la fabricación y ensamblaje de productos electrónicos, tiene un peso considerable. Aunque varía según los casos, el mercado chino puede representar entre el 20 y el 30% de los ingresos, e incluso más como mercado-pasarela. La seguridad nacional es primordial, pero viene con esta limitación.

Se lo digo en serio: este material –y con «este material» me refiero a los superordenadores, la tecnología de IA y los chips de IA– en las manos equivocadas sería tan mortífero como cualquier arma que pudiéramos fabricar. Así que tenemos que ser cuidadosos si queremos responder a esta amenaza y tomarnos en serio la aplicación de la ley. La otra cosa para la que necesitamos recursos en el Departamento de Comercio es para la aplicación de la ley. Cada minuto de cada día, China intenta encontrar una forma de eludir nuestros controles de exportación. Para ello, tenemos que reforzar continuamente nuestros controles e incrementar los esfuerzos de aplicación de la ley con nuestros aliados, especialmente holandeses, japoneses y europeos. 

Nuestro enfoque debe incluir también una estrategia multilateral similar a la del Coodinating Committee for Multilateral Export Controls (CoCom) durante la Guerra Fría, para combatir la amenaza que representa China. Un enfoque multilateral del control de las exportaciones es esencial si queremos hacer frente a este reto con eficacia.

Al referirse al multilateralismo del control de las exportaciones, el discurso de Raimondo también hace referencia al CoCom (Coodinating Committee for Multilateral Export Controls) y a los mecanismos de la Guerra Fría. Sin embargo, como ha demostrado Hugo Meijer en sus estudios fundamentales al respecto, incluido Trading with the Enemy (2016), el caso del comercio con China es profundamente diferente. Pero es interesante examinar las diversas referencias al multilateralismo y a los aliados en la doctrina de Gina Raimondo. Sus discursos mencionan explícitamente algunas de las «potencias» clave en la cadena de suministro de semiconductores, como Japón, Corea del Sur, Países Bajos y Alemania. A estos aliados se les pide que cooperen más y que «demuestren» su lealtad a Estados Unidos.

Algunas personas han criticado que los controles a la exportación han ido demasiado lejos. Otras también han dicho que no van lo suficientemente lejos. ¿En qué consiste el proceso de toma de decisiones al respecto? ¿Se sigue revisando? ¿Siguen planteándose modificarlo o ajustarlo en tiempo real?

Es difícil encontrar un equilibrio. Alan [Davidson, secretario adjunto de Comercio encargado de las comunicaciones e información desde el 14 de enero de 2022] y yo discutimos esta cuestión con frecuencia. Si se va demasiado lejos con los controles a la exportación, se obstaculiza el flujo de ingresos de las empresas estadounidenses, lo que socava su capacidad de innovación. Además, es doblemente problemático que estas medidas se apliquen sin contar con nuestros aliados. ¿De qué sirve reducir los ingresos de las empresas estadounidenses si China obtiene la misma tecnología de los alemanes, holandeses, japoneses o coreanos? 

Si no establecemos claramente el límite, China podrá obtener nuestras tecnologías y utilizarlas para simulaciones nucleares o para lo que quiera. Las capacidades tecnológicas de las fuerzas armadas actuales son más importantes que nunca. Por eso el comercio es tan importante. Sin embargo, tengo que admitir que no sé si estamos cerca de la perfección. Por eso le digo a mi equipo que debemos mantener un diálogo permanente con el sector industrial. Mantenemos al día nuestro conocimiento de la tecnología mediante un diálogo constante con nuestros colegas del Pentágono. Debo reconocer el gran trabajo que ha hecho el secretario de defensa Austin, quien ha sido para mí un colaborador extraordinario. Tenemos que ser leales y disciplinados en nuestro proceso para asegurarnos de que nos cuestionemos constantemente: ¿estamos haciendo lo suficiente? ¿No estamos haciendo lo suficiente? Además, una de las cosas que estoy haciendo en el Departamento de Comercio es desarrollar nuestra capacidad técnica para que sepamos tanto sobre la tecnología como cualquier otro.

Los fabricantes chinos de chips no han dejado de acumular reservas de material. No hay más que ver el nuevo smartphone de Huawei, lanzado hace unos meses, para darse cuenta de lo rápido que avanza China en este terreno. ¿Cómo contrarrestarlo con rapidez cuando también hay que mantener un enfoque ponderado? Hablas con la industria y al mismo tiempo tienes un equipo que trabaja con un presupuesto de 200 millones de dólares. Pero no se puede ir mucho más rápido, ¿o sí?

La naturaleza evolutiva de la amenaza justifica un cambio equivalente en nuestro enfoque. En el pasado, el BIS se había basado en la lista de entidades objeto de sanciones: Huawei, por ejemplo, es un campeón nacional chino, está en la lista de entidades. Además, es cierto que SMIC (Semiconductor Manufacturing International Corporation) y otras empresas chinas apoyan al ejército chino: por tanto, también están en la lista. Sin embargo, el problema de este acercamiento es que conduce a un gigantesco “juego de cazar al topo”, en el que ahora, al estar prohibido vender a una empresa, ésta, como Huawei, crea otra.

Sobre el tema de Huawei y SMIC, Raimondo señala que los controles de exportación y las «listas» del Departamento de Comercio y su agencia clave, la Oficina de Industria y Seguridad, son herramientas poderosas, con efectos relevantes en el mercado de acuerdo a las necesidades de seguridad nacional. Sin embargo, subraya que no son omnipotentes. Las sanciones y los controles a la exportación siguen fomentando la evasión y, por lo que respecta a China, refuerza las cadenas de suministro interna, con una lógica de «cierre del círculo» en relación con los mercados objetivo (teléfonos inteligentes, equipos de telecomunicaciones, centros de datos, actividades industriales y de automatización, automóviles) en los que China desempeña un papel preponderante. Las empresas en cuestión, como Huawei y SMIC, son capaces de “darle vuelta” a las listas negras gracias a su propio dinamismo. De esta manera se sitúan en un ecosistema en el que otros actores, desconocidos para las listas negras, «se fundan» y crean nuevas relaciones comerciales en China, pero también nuevas oportunidades de mercado para las empresas estadounidenses, fuera del eje de la seguridad nacional. En resumen: ninguna lista es omnipotente ni autosuficiente.

Lo que pretendemos, como demostramos el 7 de octubre de 2022, es la implantación de controles a escala nacional. Tenemos que ser más inteligentes con las tecnologías en las que vamos por delante de China. Los chinos son capaces de cometer abusos muy graves y vamos a prohibir en todo el país el uso de esta categoría de equipos. Es un ejemplo de cómo estamos innovando en nuestro planteamiento para responder a la amenaza, porque si nos conformamos con este planteamiento de “cazar al topo”, sabemos que en cuanto una empresa esté en la lista, China creará una nueva filial en una semana. 

Creo que nos estamos tomando más en serio los controles internos y, no me cansaré de decirlo, tenemos que tomarnos aún más en serio la colaboración con nuestros aliados. No es aceptable que le neguemos algo a China y que los japoneses o los alemanes le vendan componentes para fabricar herramientas EUV (litografía ultravioleta extrema). Así que tenemos que tomarnos las cosas muy en serio para hacerlo aún más difícil. No es posible ser perfecto: los chinos van a hacer todo lo posible para encontrar fallas o lagunas, pero nosotros tenemos que ser más rápidos, más ágiles y pensar nuestras estrategias de otra manera. 

Una última pregunta antes de pasar a otra cuestión: ¿está de acuerdo con lo que ustedes llevan a cabo en relación a la industria o la semiindustria estadounidense? Hago esta pregunta porque, sin querer nombrar a ninguna empresa en particular, esta semana nos enteramos de que Nvidia, el niño prodigio de la IA, estaba desarrollando un nuevo chip para China que cumple los requisitos de exportación, el H20. Se espera que salga al mercado a principios del año que viene y que cumpla los requisitos de control de exportaciones. Dada la capacidad de las empresas estadounidenses para adaptarse a esta dinámica en el mercado mundial, ¿significa que el diálogo con la industria debe cambiar o evolucionar más de lo que lo ha hecho hasta ahora?

Es una pregunta pertinente. Me gustaría dirigirme a los representantes de la industria aquí presentes. ¿Está de acuerdo la industria con nuestra perspectiva? Sí, pero su principal objetivo es generar ingresos. Estoy convencida de que la democracia es benéfica para las empresas, incluida la industria. El Estado de derecho, aquí y en todo el mundo, es bueno para sus negocios. Así que puede que ustedes tengan una reunión trimestral difícil con sus accionistas, pero a largo plazo merece la pena trabajar con nosotros para defender la seguridad nacional de nuestro país. Si ustedes no venden a China dentro de diez años, no será por nuestros controles a la exportación, sino porque China los excluye por razones de desacoplamiento, no por lo que yo haga. 

Así que tenemos que mantener los ojos bien abiertos ante la amenaza que supone China y trabajar juntos para garantizar la fortaleza de nuestras empresas y la protección de nuestra seguridad nacional. Aunque la industria se ha mostrado muy cooperativa y servicial, y gracias a eso mantenemos buenas relaciones, tenemos que reconocer la tensión natural inherente a nuestro trabajo

En cuanto al control de las exportaciones, me gustaría subrayar la necesidad de ir más allá de los métodos tradicionales de compromiso con la industria. Históricamente, el Departamento de Comercio traza un límite. Como hicimos con Nvidia: trazamos un límite. No es sorprendente que, en el espacio de unos meses, Nvidia haya lanzado un nuevo chip justo por debajo de ese límite. Muy bien, eso es lo que hace la industria, eso es lo que le hemos enseñado, así es como funciona el control de las exportaciones.

Aquí llegamos al centro de la reflexión de Gina Raimondo y al verdadero dilema del capitalismo político estadounidense. La secretaria de Comercio señala a un enemigo al que nunca podrá vencer: Jensen Huang, cofundador y consejero delegado de Nvidia, la empresa que se ha convertido en líder de los semiconductores no sólo en términos de capitalización, que la ha impulsado más allá del billón (lo que en inglés se conoce como «one trillion company»), sino también en términos de ingresos, al menos a estas alturas de 2023, tan por encima de Intel, Samsung y TSMC. No se puede subestimar el poder de Nvidia en la era de la inteligencia artificial. Además, la empresa no debe nada de su éxito a las subvenciones e incentivos estadounidenses. Jensen Huang, como los demás operadores, reconoce la existencia de la seguridad nacional, pero quiere seguir vendiendo en China. Mientras el gobierno estadounidense establezca limitaciones técnicas, los ingenieros de Nvidia, cuyas capacidades son inmensamente superiores a las de los limitadísimos ingenieros del gobierno, podrán adaptarse, mantener un mercado y suministrar productos, porque temen (un temor relativo, dado el poder de Nvidia, pero un temor muy real) que decenas de empresas de China, potencialmente competidoras, los desplacen. Esto es lo que Nvidia ya está experimentando, al menos en parte, con Huawei. Este problema persistirá y no podrá resolverse con la «doctrina Raimondo». 

La política estadounidense dirá «debemos impedir los avances del ejército chino en inteligencia artificial». Pero Nvidia les explicará que la IA puede ser activada por cualquiera de sus actuales y anteriores generaciones de tarjetas gráficas, de tal manera que este conflicto persistirá. 

Si los ingenieros del Departamento de Comercio que trabajan para Gina Raimondo se acercan a Nvidia y les dicen «trabajemos juntos por la seguridad nacional», seguirán escuchando, como respuesta, el chiste que hizo famoso Ronald Reagan: «Las palabras más aterradoras del idioma inglés son: Formo parte del gobierno y estoy aquí para ayudar». La era del capitalismo político no ha cambiado eso y no lo hará porque el gobierno nunca podrá hacer lo que Jensen Huang pudo hacer y está haciendo.

Este enfoque no es productivo. En su lugar, Alan y yo estamos desarrollando una nueva forma de mantener un diálogo permanente con la industria, en el que nuestros ingenieros puedan competir con los suyos. Nuestro mensaje para ellos es claro: nuestro objetivo es restringir la tecnología que permite a China hacer tareas XYZ. Así que les digo que, si rediseñan un chip que trate de darle la vuelta a un determinado límite y que les permite hacer IA, llevaré a cabo una inspección al día siguiente. Así que tenemos que llegar a un punto con la industria en el que digamos: nuestro objetivo de seguridad nacional es no tener IA «de un modelo especial» en su chip, por ejemplo, y que esto se cumpla. 

Se trata de un nuevo debate, porque no basta con trazar una línea y pedir al ingeniero que le dé la vuelta. Tenemos que establecer un ir y venir continuo con la industria, en el que comuniquemos claramente nuestras intenciones y los efectos deseados, como si fuera un mando militar. Y la industria tiene que cumplir nuestras exigencias.

El Departamento de Comercio desempeñó un papel crucial en el decreto revolucionario del presidente sobre la inteligencia artificial, que nos sitúa en el centro de la cuestión de la IA. A pesar de que se habla de la aceleración de las amenazas y de la competencia de las grandes potencias, sabemos que esta tecnología será importante no solo hoy, sino en el futuro, por lo que es fundamental garantizar la existencia de “seguros” o “candados” para regular la capacidad de la IA. Hablamos el día en que se dio a conocer el decreto presidencial, pero ¿con qué rapidez se aplicará y qué importancia tiene establecer esos “candados”?

El Departamento de Comercio está en el centro de la estrategia del presidente en materia de IA. Tenemos dos funciones. El primero es denegar a China el acceso a nuestra IA, como ya se ha comentado con el BIS. Sin embargo, creo que nuestro papel más importante es ser proactivos en la inversión en la industria a través de la CHIPS and Science Act y trabajar con ellos para ayudarles a operar más rápido con el fin de que podamos superar a China en términos de innovación.

Hace aproximadamente un mes acudí al Instituto de Seguridad de la IA del Departamento de Comercio con el objetivo de colaborar con la industria, el Congreso y los responsables políticos y así determinar qué “candados” son necesarios. Vale la pena señalar que en Silicon Valley existe una perspectiva que favorece una filosofía que yo resumiría como «ir rápido y romper cosas». Cuando se trata de IA, simplemente no se pueden romper cosas, porque es peligroso.

Gina Raimondo se refiere claramente al famoso lema de Facebook «move fast and break things (ir rápido y romper cosas)» y a los daños que ha causado. Pero también está apuntando al debate actual sobre las reglas de la inteligencia artificial y la posición de figuras influyentes de Silicon Valley, empezando por Marc Andreessen, cofundador y socio general de la firma de capital riesgo Andreessen Horowitz, que defiende una postura según la cual, para crear riqueza y estimular la innovación, el gobierno debe dejar completamente libres a las empresas del motor tecnológico estadounidense para que actúen como quieran.

Tenemos que encontrar un equilibrio en términos de “candados”, asegurándonos de que estos modelos no caigan en manos de actores no estatales y personas con malas intenciones. También tenemos que asegurarnos de que los modelos hagan lo que pensamos que van a hacer. El hecho de que ni siquiera los desarrolladores estén seguros de lo que pueden hacer los modelos es algo peligroso. Así que lo que hagan tiene que ser seguro, pero también tenemos que tener ser muy prudentes, porque no podemos ir demasiado lejos con la regulación, de lo contrario sofocaríamos la innovación, y Estados Unidos ha ganado su posición de liderazgo siendo innovador, y tenemos que seguir cultivando ese enfoque. Europa está muy por detrás de nosotros, y China también. Esto también es delicado y complicado.

Es importante e interesante que Raimondo, aún al mencionar a Alemania y los Países Bajos como potencias en semiconductores, señale una realidad que los europeos subestiman sistemáticamente, es decir, el enorme retraso tecnológico de Europa. Cuando Gina Raimondo dice que «Europa va por detrás de nosotros» en materia de inteligencia artificial, está expresando una posición que es casi unánime en el debate estadounidense, y que Eric Schmidt en Harvard, en un diálogo con Graham Allison, expresó muy claramente el 11 de octubre de 2023, burlándose esencialmente de Europa por su enfoque hacia la inteligencia artificial, que carece de capacidad industrial.

Al respecto, diré lo siguiente: cuando me miro en el espejo, me pregunto constantemente cómo puedo dirigir un Departamento de Comercio más innovador en la era de la IA. Creo que todo el mundo en el gobierno debería preguntárselo. El gobierno en su conjunto es demasiado lento a la hora de averiguar cómo conseguir software, cómo conseguir IA y cómo utilizarla para hacer el bien en lo que hacemos. Y creo que seguimos pensando en nosotros mismos como en un juego en el que el resultado suma cero: ¿qué vamos a hacer: fomentar la innovación y la industria o proteger nuestra seguridad nacional? Es una forma de pensar anticuada. No podemos continuar con este juego de suma cero. Tenemos que hacer ambas cosas: fomentar la industria para poder innovar y proteger nuestra seguridad nacional.

¿Y cómo lo llevamos a cabo en la práctica? Porque China tal vez vaya por detrás de nosotros en cuanto a adherirse a las mismas normas éticas, los mismos candados o el mismo enfoque sobre los datos y la información.

No queremos ser el mínimo común denominador. Somos un país que valora la privacidad, los derechos y los derechos humanos. Nada de eso cambia. Así que podemos hacer ambas cosas. Eso es lo que hace grande a Estados Unidos. Podemos hacer ambas cosas y las haremos. Debemos invertir en investigación y desarrollo, en la formación profesional y en las capacidades técnicas, al tiempo que colaboramos con la industria para fomentar la innovación. Además, debemos establecer candados que nos impidan incurrir en prácticas poco éticas y proteger nuestra tecnología.

El espionaje estatal para acceder a nuestra tecnología es real, pero necesitamos desarrollar un nuevo modelo para hacer frente a la amenaza que supone China. Necesitamos un nuevo modelo de colaboración entre el Departamento de Comercio y el Pentágono, entre el gobierno y la industria, entre las universidades y la base industrial de la defensa. Debe ser un modelo más moderno si queremos hacer frente a los retos que tenemos por delante.

En esta parte de su discurso, Raimondo se refiere al «nuevo modelo» que cree necesario para hacer frente a la amenaza china. Dado que China está en constante evolución, porque utiliza las capacidades industriales y del ecosistema, en su relación con el gobierno para adaptarse a los controles de exportación estadounidenses, Estados Unidos no puede tener un modelo de capitalismo político de silos, en el que cada actor del sistema se limite a perseguir sus propios intereses. Tiene que trabajar en la integración de sus fuerzas: entre el comercio y el Pentágono, precisamente, pero también entre los sectores público y privado y en el círculo de comunicación entre las empresas de defensa y las capacidades del mundo de la investigación y el mundo académico.

Esto nos lleva al paquete de medidas de la CHIPS and Science Act. Creo que muchos de los presentes en esta sala tienen mucha curiosidad por saber cuándo empezarán a fluir los fondos.

Cualquier día de estos. Tengo todo un equipo trabajando en eso ahora mismo, y lo he comprobado con ellos esta misma mañana muy temprano. Lo digo muy en serio, quiero hacer un anuncio antes de que acabe el año, antes de un flujo constante de anuncios previstos para el primer trimestre o la primera mitad del año que viene.

En el momento en que se aprobó la ley, el Departamento de Comercio no estaba equipado para llevar a cabo esta tarea. Como consecuencia, tuvimos que despedir a 110 empleados excepcionales, entre ellos algunos de los mejores inversionistas, analistas del mercado crediticio, analistas industriales e ingenieros de Estados Unidos. 

Como he dicho antes, el calendario deberá ser satisfactorio. Hemos empezado de cero y estoy muy orgullosa del trabajo de alta calidad que estamos llevando a cabo para proteger el dinero de los contribuyentes. Quiero decir, en particular a los miembros del público que puedan estar pidiendo dinero a la CHIPS and Science Act, que mi trabajo consistirá en decepcionarlos, porque sencillamente no hay dinero suficiente. Sólo disponemos de 39 mil millones de dólares para incentivos a las empresas, y yo también tengo que ocuparme de la seguridad nacional.

Sí, queremos crear puestos de trabajo en Estados Unidos. Y sí, necesitamos una industria manufacturera en Estados Unidos. Fundamentalmente, esta es una iniciativa de seguridad nacional. En la actualidad, Estados Unidos no fabrica chips de última generación en ninguna de sus costas. Han mencionado a Nvidia: todos sus chips se fabrican en Taiwán. Todos y cada uno de ellos. No necesito explicar a la audiencia los riesgos asociados con Taiwán o su relación con China. Al fin y al cabo, voy a hacer todo lo posible para estirar este capital, ser creativa y conseguir una buena cantidad de dinero para todos. Pero para que yo pueda irme a dormir tranquila tengo que cumplir la misión de seguridad nacional y eso significa asegurarnos de que fabricamos suficientes chips de punta, que tenemos suficientes embalajes avanzados y suficientes chips maduros para la base industrial de defensa de los Estados Unidos. Es una misión de seguridad nacional que tenemos que cumplir con ese dinero.

Usted ha mencionado los riesgos asociados con Taiwán, que repercutirían en empresas como Nvidia, Apple y muchas otras si China tomara medidas al respecto en un futuro próximo. Es más, en caso de inflación de la cadena de suministro debido a una pandemia, la perturbación económica sería mucho más grave. Entonces, ¿está usted en condiciones de lanzar rápidamente la fabricación nacional, sobre todo teniendo en cuenta que las fábricas son complejas y tardan años en instalarse?

Ha vuelto a poner el dedo en la llaga. Nunca avanzamos tan rápido como deberíamos. No sé si China atacará Taiwán ni cuándo lo hará y, en muchos sentidos, no puedo saber si nuestro Departamento de Defensa está haciendo un buen trabajo en términos de disuasión. Lo que sí puedo controlar es la velocidad a la que avanzamos aquí en Estados Unidos. Así que tengo que asumir lo peor y moverme lo más rápido posible. Por eso vamos a empezar a liberar el dinero a principios del año que viene. Estamos trabajando en ello. 

Me gustaría expresar mi agradecimiento a todas las empresas del sector marítimo que están aquí y que han querido participar. Tenemos unos socios fantásticos que trabajan con nosotros. No se trata sólo de presentar solicitudes y recibir respuestas. Hay un constante ir y venir entre ambas partes mientras discutimos sus planes y cómo pueden perfeccionarse para satisfacer nuestras necesidades de seguridad nacional. Por eso he citado el ejemplo de Advanced Packaging. La situación es muy positiva y nuestra actitud es clara. Lo necesitamos para la seguridad nacional de Estados Unidos, así que encontremos la forma más rápida y eficaz de hacerlo y pongámonos a trabajar en eso. 

Tengo dos preguntas más para usted. En primer lugar, hemos hablado mucho de chips. ¿Hay otros productos de origen estadounidense u otros tipos de tecnología que estén vigilando del mismo modo en este momento?

Desde luego que sí. En las áreas de biotecnología, en los modelos de inteligencia artificial, en los productos de inteligencia artificial, la computación en nube y los superordenadores, la respuesta es sí. De nuevo, a medida que la tecnología avanza y la inteligencia artificial impulsa su desarrollo, creo que el BIS (si no es que ya es el caso) pronto se convertirá en el lugar más emocionante para trabajar en el gobierno federal. Nos centraremos sobre todo en cómo hacer avanzar y controlar eficazmente la IA y todo lo que ella conlleva, con el fin de tener éxito.

La Oficina de Industria y Seguridad, en el pasado una oscura agencia del Departamento de Comercio dedicada principalmente al control de las exportaciones que no interesaba a nadie, se ha visto catapultada al centro de atención por el conflicto entre Estados Unidos y China, como he demostrado desde 2018 en mi análisis sobre el capitalismo político (antes de que la administración de Biden otorgara un papel aún más central al control de las exportaciones el 7 de octubre de 2022). Sin embargo, este argumento merece ser cuestionado: ¿es el BIS realmente un lugar «emocionante» para trabajar para los jóvenes estadounidenses, por ejemplo, para los talentos que dominan la tecnología? ¿Hay realmente alguien que prefiera trabajar para el BIS antes que para Nvidia o SpaceX? No es fácil saberlo. Ciertamente, el BIS ha tenido durante años un sitio web con gráficos horribles e incomprensibles. Pero en estos momentos se están rehaciendo los gráficos, sin duda preparando a la organización para asumir un mayor papel público. 

Hace unos meses, en una reunión con sus homólogos chinos, usted estuvo presente en la conferencia del presidente Biden en la APEC. En la misma reunión de la APEC, usted también se reunió con sus homólogos chinos. Sobre la base de las recientes mejoras en la comunicación y las relaciones entre China y Estados Unidos, ¿cómo caracterizaría objetivamente las relaciones actuales entre ambos países?

La comunicación es vital porque su ausencia puede conducir rápidamente a una escalada, tensiones y errores de cálculo. Sin embargo, es importante no confundir comunicación con debilidad o indolencia. Existe una importante oportunidad económica con China que no perjudicará a nuestra seguridad nacional y creará puestos de trabajo en Estados Unidos. Es una realidad que debemos tomar en cuenta.

Es esencial señalar que la reciprocidad es primordial: si China pide acceso a nuestros mercados, ella debe dar acceso a los suyos. Union pay, Alipay: sus pagos están autorizados en Estados Unidos. MasterCard y Visa deberían estar autorizados en China. En igualdad de condiciones, podemos competir y comerciar, y eso es bueno. En términos de seguridad nacional, tenemos que ser conscientes de la amenaza y tomarla en serio. 

Es la mayor amenaza a la que nos hemos enfrentado nunca y debemos estar a la altura del desafío. La comunicación es esencial y tenemos que trabajar juntos en cuestiones como las finanzas y el cambio climático. No queremos tensiones ni escaladas, y el mundo cuenta con que gestionemos nuestra relación con China de forma responsable y evitemos nuevas escaladas. Es imperativo que hagamos todo lo que esté en nuestro poder. 

Pero no nos equivoquemos: China no es nuestra amiga, y debemos mantener los ojos bien abiertos ante la magnitud de esta amenaza.

Gina Raimondo concluye su discurso sobre su «doctrina» repitiendo que hay una profunda diferencia entre el hecho de que Biden y Xi Jinping hablen entre sí y tengan canales de comunicación, y el aspecto estructural, es decir, la competencia sistémica entre China y Estados Unidos. Por eso dice, en un lenguaje crudo, que «China no es nuestra amiga». En consecuencia, los elementos de reducción de tensiones y de comunicación que tienen lugar en los contactos entre líderes no pueden alterar esta realidad estructural.

¿Le gustaría añadir algo más antes de terminar esta conversación?

Lo único que me gustaría decir, aparte de que estoy encantada de estar aquí, es que pensar de forma diferente es un reto colectivo. La tecnología está evolucionando a un ritmo nunca visto, y eso significa que tenemos que cambiar nuestra forma de pensar sobre la estrategia Spectrum. No puede ser un juego de suma cero, tenemos que hacer que Spectrum esté disponible para que podamos innovar más rápido que el resto del mundo, y asegurarnos de que el Departamento de Defensa tiene lo que necesita. Ya hablamos de la IA: tenemos que cambiar la forma en que compramos tecnología, tenemos que cambiar la forma en que reclutamos internamente, preguntándonos cómo conseguimos a los ingenieros y a los técnicos, cómo atraemos y reclutamos a los jóvenes en el gobierno para hacer el trabajo que necesitamos. Es un reto apasionante para todos, pero ha llegado el momento de abrir nuestros horizontes y cuestionar nuestra forma de trabajar a todos los niveles si queremos responder a la amenaza que supone China y hacer lo que hay que hacer con estas tecnologías.

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