La Comisión Europea ha revisado a la baja sus previsiones de crecimiento con respecto a sus últimas previsiones de primavera, confirmando una ralentización económica en la Unión en un contexto de contracción en Alemania.

  • La Comisión prevé un crecimiento del 0,8% en 2023 y del 1,4% en 2024 (frente al 1% y el 1,17% respectivamente previstos en primavera). Las cifras son a la baja, entre otras cosas por la ralentización de la economía alemana, que se contraerá un 0,4% en 2023. Se trata de una revisión a la baja del crecimiento del 0,2% previsto en primavera.
  • Las previsiones para los Países Bajos también se han revisado a la baja. El país debería registrar un crecimiento anual del 0,5%, lo que supone una revisión a la baja del 1,3% respecto a las previsiones de primavera. Del mismo modo, para Italia, el Ejecutivo europeo prevé un crecimiento del 0,9% en 2023 (frente al 1,2% de las previsiones de primavera). En cambio, las previsiones para Francia y España se han revisado al alza, con un crecimiento previsto del 1% y el 2,2% respectivamente.
  • En Europa Central, en un contexto de fuerte caída del consumo, la economía polaca se ralentizará considerablemente, creciendo un 0,5% en 2023 (frente al 0,7% de las previsiones de primavera).
  • Las previsiones de inflación se han revisado ligeramente a la baja para 2023, hasta el 6,5%, frente al 6,7% de las previsiones de primavera. En concreto, los precios de la energía deberían seguir bajando a un ritmo moderado.
  • Por el lado de la demanda, el consumo sigue siendo particularmente débil, debido a los niveles de inflación persistentemente elevados. En Francia, la caída del consumo de los hogares afecta sobre todo al gasto en alimentación.

Estas cifras alimentan el temor a una ralentización de la economía europea, unida a un periodo prolongado de inflación por encima del objetivo del 2%, lo que podría repercutir en la decisión de política monetaria del BCE del jueves. Aunque el banco central ha subido sus tipos de interés oficiales nueve veces seguidas desde el 27 de julio de 2022, la ralentización de la economía podría llevar al BCE a ralentizar su ritmo de subidas de tipos y reducir la intensidad de su política monetaria restrictiva en sus próximas decisiones.