Tras el anuncio de la movilización parcial, decretada el 21 de septiembre por Vladimir Putin, a finales de septiembre se estimaba que unos 260.000 rusos habían abandonado el país. Sin embargo, como explicamos, esta cifra estaba subestimada.

Estimaciones más realistas -basadas en cifras de los ministerios de trabajo e interior de los países del Cáucaso y Asia Central- sitúan ahora la cifra en torno a los 700.000 desde el inicio de la guerra1.

  • Los rusos, que huyen por razones económicas o políticas o para evitar el reclutamiento, se dirigen principalmente a Uzbekistán y Kirguistán.
  • Según el demógrafo Aleksey Raksha, son principalmente los hombres jóvenes de entre 20 y 35 años los que emigran al extranjero.
  • A finales de año, el 3% de los hombres rusos de este grupo de edad podrían haber abandonado el país2

Aunque Turquía no ha facilitado cifras oficiales sobre el número de ciudadanos rusos que se han trasladado al país desde el inicio de la guerra, las compras de viviendas por parte de ciudadanos rusos ofrecen una estimación.

  • Desde principios de año, los ciudadanos rusos han comprado 11.334 casas en Turquía, principalmente en Estambul, Ankara y Antalya.
  • Esta cifra es cuatro veces superior a la del año anterior y es casi siete veces superior a la media de 2015-2021 hasta octubre.

Esta emigración masiva es, en cierta medida, un vehículo de prosperidad económica. En Georgia, donde la emigración rusa equivale este año al 3% de la población, el Fondo Monetario Internacional prevé un inesperado crecimiento del 10% este año, frente al 3% de la última previsión de abril. El aumento se debe a «los boyantes ingresos por turismo, el incremento de la inmigración y los flujos financieros provocados por la guerra, y el aumento del comercio a través de Georgia»3.

Sin embargo, este alto nivel de inmigración rusa, combinado con las consecuencias directas de la guerra -las economías de los países de la región están vinculadas a Rusia, y las consecuencias negativas se han compensado en parte con los ingresos del turismo-, está provocando un fuerte aumento de la inflación.  

  • Para 2023, se espera que la inflación aumente la tasa de pobreza en una media del 0,7% en la mayoría de los países de la región.
  • También existe el riesgo de que esta ola de emigración acabe por reducir el número de puestos de trabajo disponibles en estos países, donde la tasa de desempleo ya es elevada, sobre todo a causa de Covid-194.