¿Giorgia Meloni sigue siendo de extrema derecha?
Giorgia Meloni está en busca de una credibilidad política. En su primera intervención en la escena internacional desde la victoria electoral de Fratelli d'Italia, trató de mostrar una cara institucional. Sin embargo, cuando uno se toma el tiempo de leer su discurso entre líneas, la continuidad es explícita. Un análisis de Steven Forti.
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- Steven Forti •
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- © JESUS HELLIN/EUROPA PRESS VIA AP
El pasado 9 de octubre, Giorgia Meloni ha participado, junto a Donald Trump, Viktor Orbán, Mateusz Morawiecki y otros líderes de la extrema derecha internacional, a Viva22, el evento organizado por Vox en Madrid. Como Trump y Orbán, tampoco Meloni ha podido desplazarse a la capital española. El vídeo que ha enviado resulta sumamente interesante teniendo en cuenta que Meloni puede convertirse dentro de pocos días en la próxima presidenta del gobierno italiano tras la victoria de la coalición de ultraderecha en las elecciones del pasado 25 de septiembre. Su partido, Hermanos de Italia, se ha convertido en la primera fuerza política del país transalpino con más del 26% de los votos.
El mensaje de Meloni cobra especial relevancia también porque es la primera intervención oficial de Meloni en ámbito internacional y una de las pocas que ha hecho la líder de Hermanos de Italia tras el 25S. Desde entonces, de hecho, Meloni se ha dejado ver poco, no ha concedido entrevistas y ha participado solo a un encuentro público de la Coldiretti, la principal asociación de representación de los agricultores italianos. Es sintomático, pues, que, tras todo este silencio y en un momento tan delicado, haya decidido reaparecer justamente en un mitin político de Vox.
En este breve discurso, Meloni muestra un perfil más institucional y moderado respecto al pasado, a partir de la misma puesta en escena del vídeo, siguiendo la senda trazada desde el verano. Su objetivo es hacer olvidar su tono más barricadero, como en el caso del mitin de Vox de Marbella del pasado mes de junio. En suma, quiere completar su proceso de desdiabolización, presentándose como una política seria y competente que puede llevar las riendas de la tercera economía de la Unión Europea. Ahora bien, esto no significa que, aunque el tono sea menos encendido, Meloni haya modificado su discurso de fondo : su visión del mundo, sus valores, su idea de la sociedad italiana y europea siguen siendo los mismos. Vale la pena por consiguiente leer con atención su intervención y saber leer entrelíneas.
Querido Santiago, amigos de VOX, lamento mucho no poder estar físicamente allí en este gran día de VIVA. Sentí fuertemente vuestro calor y apoyo en estas semanas, y agradezco los muchos mensajes de ánimos que me han enviado tantos patriotas españoles. Estos días he optado por no salir de Roma: la extraordinaria victoria electoral de Fratelli d’Italia y del centroderecha naturalmente, nos ha traído un gran entusiasmo y una gran responsabilidad de dar respuestas inmediatas a los problemas de los italianos. Por supuesto, estamos esperando que se lleven a cabo los trámites previstos en nuestra Constitución: en unos días tendremos la posibilidad de formar un nuevo gobierno, no habrá ni un minuto que perder.
Junto a la puesta en escena del vídeo –despacho de trabajo, bandera italiana al fondo– y al mismo look de Meloni –un vestido rojo elegante–, también en su discurso la líder de Hermanos de Italia quiere mostrar desde el principio su perfil institucional. Ahora que está a un paso de convertirse en presidenta del gobierno de Italia, Meloni deja de lado el tono barricadero y quiere ofrecer una imagen de política responsable y pragmática.
Empezando por la grave situación en Ucrania tras la anexión rusa y el inaceptable intento de Putin de anexionar nuevas regiones a Rusia, la cuestión energética, que está provocando facturas insostenibles para las familias y empresas en Italia y que debe frenarse de inmediato. En este sentido, lamentablemente vemos las dificultades a las que se enfrenta la Unión Europea, y seguimos esperando una solución común y duradera -como la introducción de un tope en el precio del gas- para detener las especulación en la piel de los ciudadanos. Esperamos que al final Europa demuestre que es capaz de la solidaridad tan anunciada en los últimos años, en lugar de sucumbir a aquellos que piensan que puedan hacerlo solos, sacrificando el destino de todos los demás. Pero el tema de la energía no es el único: desde los alimentos hasta la materias primas nos hemos redescubierto débiles. Cuando nosotros, conservadores, hemos denunciado los errores de una Europa que se ocupaba de asuntos secundarios que no le correspondían, en lugar de los grandes temas estratégicos, no lo hacíamos por ser populistas o enemigos de Europa: lo hacíamos siendo lúcidos, y por eso la historia nos ha dado la razón.
Aquí, como en toda la primera parte de su intervención, Meloni se mueve entre la reivindicación de su discurso tradicional y el pragmatismo. No reniega de las críticas a la Unión Europea que fue uno de sus caballos de batalla en los últimos años –al contrario, las reivindica–, pero las suaviza y las lleva a temas concretos y de actualidad como son la crisis energética y el aumento de la inflación, pidiendo una mayor solidaridad europea. Quiere mostrar que conoce los dossieres principales que están sobre la mesa en la coyuntura actual y que sabe cómo afrontarlos. Crítica sin explicitarlo la decisión del gobierno alemán de un plan de ayudas de 200.000 millones de euros, pero no se lanza en ataques radicales, consciente de que la situación económica y financiera italianas son delicadas, teniendo en cuenta que la deuda pública del país transalpino ronda el 150% del PIB. Resulta sintomático también que no diga prácticamente nada de la guerra en Ucrania: condena sí la agresión rusa, pero no se explaya más. ¿Qué hará su futuro gobierno, donde sus socios de coalición, Berlusconi y Salvini, han mantenido relaciones estrechas con la Rusia de Putin y han criticado las sanciones europeas? ¿Seguirá enviando armas a Kiev, como aseguró en campaña electoral? Prefiere no aclararlo.
Hoy más que nunca, el gran reto al que nos enfrentamos es el de una Europa capaz de recuperar el control de su destino, de tener un papel estratégico incluso volviendo a reflexionar sobre sus cadenas de suministro. Se ha contado durante décadas que el libre comercio global nos haría más ricos a todos, que democratizaría sistemas menos democráticos que el nuestro y que todo saldría bien. Pero no sucedió de esta manera. Lo que ha pasado es que la riqueza se ha concentrado hacia arriba y que las autocracias y los sistemas antidemocráticos han ganado terreno en el mundo, mientras nosotros nos debilitabamos, ya sin controlar lo necesario para seguir siendo dueños de nuestro estilo de vida.
Aunque de forma más moderada, Meloni vuelve a enarbolar una de sus banderas: la crítica a la globalización neoliberal que en las Tesis de Trieste (2017), el documento programático más importante de Hermanos de Italia, se definía «la práctica comercial mundialista de las grandes multinacionales ». No falta, de todas formas, un toque populista –la referencia al aumento de las desigualdades– con el cual no quiere perder el contacto con una parte de sus electores. No ofrece, sin embargo, una alternativa al modelo económico neoliberal, más allá de un cierto soberanismo que, en realidad, se convierte en un significante vacío.
Hoy nos damos cuenta de cómo dependemos de todo para todo: necesitamos repensar las cadenas de suministro. Cadenas nacionales donde sea posible, y cadenas europeas donde no sea posible tener las nacionales. Friend shoring: países aliados cuando no sea posible tener las europeas; y Near shoring, cadenas vecinas cuando no sea posible tenerlas ni siquiera con países aliados. Tenemos que volver a controlar lo que necesitamos para vivir y contarlo, o estaremos siempre a merced de los acontecimientos.
Este es nuestro enfoque como conservadores. Necesitamos una Europa más valiente a la hora de implementar políticas para responder a grandes crisis y grandes escenarios internacionales, y un poco más humilde cuando se trata de aspectos de nuestra vida cotidiana, que podrían tratarse mucho mejor a nivel nacional, sin añadir burocracia a la burocracia. No es una herejía: es puro sentido común. Esto es sobre todo el corazón del principio de subsidiariedad, que está consagrado en los tratados y que es también una pieza importante de la cultura política de los conservadores.
Este pasaje es importante. Meloni explica, sí de forma menos encendida, inclusive en el tono, pero con claridad y contundencia, la idea que su partido, Hermanos de Italia, y los Conservadores y Reformistas Europeos defienden de Europa. No se trata del desmembramiento de la UE –no es baladí recordar de todas formas que Meloni defendía hasta hace algunos años la salida del euro y la UE–, sino de una UE concebida como Confederación de Estados que pueden ponerse de acuerdo sobre algunas grandes cuestiones, pero que deja total autonomía a los Estados nacionales en cuestiones relacionadas con todo lo demás. En su programa para las elecciones europeas de 2019, HdI pedía de hecho que se pasase de la actual UE a « una Confederación europea de Estados nacionales libres y soberanos, capaces de cooperar en las grandes cuestiones : seguridad, mercado único, defensa, inmigración, investigación, política exterior ; pero libres de autodeterminarse en todo lo que puede ser mejor decidido a nivel nacional ». Sin gritarlo y diciéndolo solo entre líneas, Meloni, al fin y al cabo, está defendiendo el camino escogido por gobiernos amigos, como los de Polonia y Hungría, que han puesto en entredicho el Estado de derecho y la separación de poderes.
Una Europa pragmática, que por ejemplo persigue la transición medioambiental sin destruir su tejido productivo y entregándose de pies y manos a China, que acoge a los que llegan de otros países legalmente para trabajar y defiende con fuerza sus fronteras exteriores de la inmigración ilegal. Que invierte en la natalidad y defiende la libertad educativa y el papel social de la familia. Lo digo casi en voz baja así que tal vez mañana la prensa y la izquierda se vean obligadas a confrontarse sobre los argumentos.
De forma menos llamativa y más moderada respecto al pasado, Meloni resume aquí su visión de la sociedad : cierre de fronteras, defensa de la natalidad y de la familia tradicional, crítica a los valores universales de la escuela pública. Recordemos que los pilares ideológicos de Hermanos de Italia están formados por la triada « Dios, Patria y Familia » más la « Libertad ». En su autobiografía, Io sono Giorgia, publicada en Italia en 2021, Meloni recuerda en más ocasiones sus deudas intelectuales con Roger Scruton, Yoram Hazony o Riszard Legutko, filósofos ultraconservadores que critican justamente el liberalismo y defienden una concepción más restrictiva de la sociedad en cuanto a derechos.
Aquí, dentro de unos días en Italia seremos llamados a transformar estas ideas en políticas gubernamentales concretas, como ya lo están haciendo nuestros amigos de Polonia y la República Checa, cómo espero que pronto lo hagan nuestros amigos suecos que tuvieron gran éxito en las elecciones, y cómo seguirán haciendo los amigos letones que volverán a formar parte del Gobierno. Como espero que le suceda dentro de poco más de un año a VOX que está haciendo un trabajo maravilloso y apasionante de la mano de un gran líder como mi amigo Santiago Abascal.
También en España como en Italia, y como probablemente en toda Europa, hay una mayoría de ciudadanos que no se reconocen en las utopías y la ideologías de izquierda, y que nos piden que asumamos la responsabilidad de gobernar. No podremos hacerlo solos. Necesitaremos compañeros de viaje leales y fiables, que desistan de una vez por todas de hacer un guiño a la izquierda, y en su lugar nos ayuden a organizar la alternativa a la izquierda.
Este pasaje es extremadamente interesante por dos razones. En primer lugar, Meloni recuerda aquí los lazos internacionales existentes entre su partido y Vox. Los « amigos » citados –polacos, checos, suecos y letones– son los partidos de ultraderecha de estos países que, junto a la formación de Abascal, son miembros de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), partido que Meloni preside desde otoño de 2020. Se trata además de fuerzas que gobiernan –o pueden gobernar dentro de poco– en sus respectivos países. Puede extrañar que no se mencione, como mínimo, a Viktor Orbán, que también envió un mensaje a Viva22. Sin embargo, su partido, Fidesz, tras haber sido expulsado del PPE, no ha encontrado aún acomodo en otro grupo en el Europarlamento. Hace algunos meses se acercó a la Identidad y Democracia (ID) de Salvini y Le Pen, con quién Meloni guarda una cierta distancia, ya que el cordón sanitario en Bruselas funciona solo con ID y no con ECR. Además, las buenas relaciones de Orbán con Rusia –que han causado un enfriamento, si no una ruptura, entre Varsovia y Budapest– aconsejan evitar en esta coyuntura declaraciones demasiados comprometidas para una Meloni que está a punto de convertirse en presidenta del gobierno italiano.
En segundo lugar, Meloni tiende la mano a la derecha tradicional –los «compañeros de viaje leales y fiables»– para que se forme un bloque entre PPE y ECR tanto en los diferentes países –el caso sueco es un ejemplo, pero también el español– como a nivel europeo. La cita clave es la de las elecciones europeas de 2024 y el objetivo es que la futura Comisión Europea no sea fruto de un pacto entre populares, socialdemócratas y liberales, sino entre derecha y extrema derecha.
Si tendré el honor de encabezar el próximo Gobierno italiano será mi deber preciso hablar con gobiernos de cualquier color político, es normal. Pero como presidente de Fratelli d’Italia y de los conservadores europeos seguiré trabajando para que nuestra formación, año tras año, demuestre la bondad y claridad de sus ideas, gane las diversas selecciones nacionales, y llegue al gobierno en un número cada vez mayor de naciones europeas. Sólo así conseguiremos que el continente europeo tenga ese papel de gigante político que hemos soñado, en lugar del gigante burocrático que hemos conocido. Amigos, hemos comenzado este viaje juntos: hemos resistido hasta el día de hoy a las mentiras y a los intentos de dividirnos en el camino.
En Italia usan la alianza con VOX para definirnos como impresentables, como en España probablemente usen la alianza con Fratelli d’Italia para definirnos como impresentables. ¿Pero realmente pueden ser movimientos políticos impresentables aquellos apoyados por millones de ciudadanos? Obviamente no. No tengan miedo del cuento mainstream, porque la buena noticia es que la gente ya no acepta su cuento interesado. La gente quiere ir a la fuente de las noticias, sin aceptar la mediación del mensaje: quiere entender y escuchar y cuando nos escucha entiende que somos de todo menos monstruos.
Aquí Meloni toca dos teclas. Por un lado, sigue en su obra de desdiabolización –no somos impresentables, ni monstruos– : la gente nos vota, por consiguiente somos fuerzas legitimadas para gobernar. Por otro lado, utiliza el recurso populista de la crítica al « cuento mainstream » y a los medios de comunicación que, según ella, son facciosos. De fondo, se encuentra la idea de que, como Meloni ha explicado largo y tendido en su autobiografía, nos encontramos en una « dictadura del pensamiento único » o de lo « políticamente correcto » impuesta por las élites progresistas. Una vez más, todo dicho entre líneas y sin tonos encendidos.
Seguid adelante con humildad y verdad y la gente lo entenderá. Y entre las muchas dificultades que encontraremos, tengan la seguridad de que este camino juntos será hermoso. Yo lo sé; vosotros tenéis que creerlo.
El final, y no puede ser de otra forma tratándose de un mitin de partido, es más apasionado. Además de las obvias, por un partido nacionalista, referencias a Italia y España, resulta interesante el cierre con la mención a la « Europa de los patriotas ». Cabe recordar que el nombre completo del partido liderado por Meloni es Hermanos de Italia – Movimiento de los Patriotas. En las Tesis de Trieste, se explica también que el movimiento de los patriotas europeos defiende un « populismo identitario » y que, más allá de las diferencias nacionales entre cada partido, comparte unas mismas batallas : « un enfoque fuertemente crítico hacia la deriva tecnocrática de la Unión Europea y el falso bipolarismo populares-socialistas ; la defensa de las raíces cristianas y el contraste a la islamización ; el firme rechazo a la inmigración descontrolada ; la defensa de las pequeñas y medianas empresas frente al poder excesivo de la finanza y las multinacionales ». Una vez más, todo esto aquí Meloni no lo dice explícitamente, pero está ahí, entre líneas, para quién quiera entenderlo.
¡Viva Vox! ¡Viva España! ¡Viva Italia! ¡Viva la Europa de los patriotas!