Escribir sobre el bitcoin en El Salvador es como contemplar un cuadro de Dalí: todo parece real, pero nada lo es, o lo es solo dentro de una corriente que no se ve, una que fluye misteriosamente detrás de las imágenes contenidas en la obra. El bitcoin ha llenado de imágenes este cuadro que estamos viendo. El propósito de este artículo es identificar la verdadera historia que ha fluido detrás de ellas.
La moneda surreal
Las imágenes
El Salvador alcanzó fama mundial en ciertos círculos cuando, a mediados de 2021, su presidente, Nayib Bukele, anunció por Zoom a unos entusiastas reunidos en Miami que iba a convertir el Bitcoin en moneda de curso legal en su país. Para septiembre de 2021 el presidente hizo que la Asamblea Nacional aprobara una ley que obligaba a toda persona natural o jurídica a aceptar Bitcoins en pago de cualquier cosa, excepto aquellos que no pudieran manejar la tecnología necesaria para hacerlo. Como los bitcoins suben y bajan de precio continuamente en términos de dólares, la Asamblea también aprobó la creación de un fondo de ciento cincuenta millones de dólares para subsidiar las diferencias de los precios del Bitcoin entre el momento de la compra y la venta en transferencias de dinero, de tal manera que el valor en dólares de éstas se mantuviera.
Poco tiempo después el gobierno anunció que una compañía privada estaría creando una billetera electrónica llamada Chivo Wallet para que la gente pudiera hacer sus operaciones monetarias y financieras desde su teléfono sin pasar por el sistema bancario. Las identidades de los accionistas de esa empresa y todos sus datos y cuentas son secreto de estado, pero el gobierno paga la vigilancia de los cajeros automáticos de la empresa y le regaló treinta dólares en bitcoins a cada mayor de edad en el país para que lo probara y se acostumbrara a usarlo (otras empresas que han ofrecido el servicio no son elegibles para que sus clientes reciban el subsidio).
El país se volvió todavía más famoso poco después en una fiesta para bitcoineros en una playa en El Salvador, en donde el avatar del presidente descendió en el escenario en un platillo volador entre luces y humos y, segundos después, el presidente mismo anunció que El Salvador iba a emitir bonos por mil millones de dólares (los Bonos Volcán), que se usarían, la mitad, para comprar bitcoins, y la otra mitad para crear una ciudad entera en forma de bitcoin llamada Bitcoin City alrededor del volcán de Conchagua en El Salvador, diseñada especialmente para mineros de Bitcoin, que no pagarían ningún impuesto excepto el IVA sobre las cosas que consumieran, y que usarían energía limpia y subsidiada, generada por geotermia, para sus labores mineras.
En esos días, el presidente también anunció en Twitter que estaba usando dinero del tesoro nacional para comprar bitcoins desde su teléfono, como una manera de enriquecer al país. Luego anunció que de las ganancias que ya tenía en las inversiones en bitcoin del país iba a construir un hospital para mascotas, que ya se construyó y está operando.
Todas estas noticias se han mezclado con visitas de supuestos billonarios y cuasi-religiosos bitcoineros que han declarado a la prensa local que El Salvador está en proceso de desplazar a Suiza como centro financiero y que están dispuestos a invertir billones de dólares en minería de bitcoins o en otras actividades relacionadas con el bitcoin.
La impresión general en el público internacional es que en El Salvador está sucediendo algo similar a lo que pasó cuando se introdujo el euro en Europa: que hay una nueva moneda para hacer pagos y transferencias; que porcentajes altos de la población la están usando; y que hay información abundante sobre el proceso para que otros países que quieran seguir el ejemplo de El Salvador puedan aprender de las experiencias de éste.
La realidad
Es triste saber que poco se puede aprender del uso del bitcoin. Pues, antes que nada, el presidente ha declarado secretos los datos concernientes a la operación de la Chivo Wallet (como prácticamente todos los detalles de las cuentas de gastos fiscales), de modo que no hay cifras que compartir con la comunidad internacional para que aprendan cómo se hacen estas cosas.
Más aun, tampoco es cierto lo que el presidente ha dicho, que el 72% de la población usa el Bitcoin. Esta es la cifra de los que bajaron la aplicación del Chivo Wallet, que conllevaba $30 dólares de regalo del gobierno. Mucha gente la bajó, gastó el regalo, y nunca jamás la volvió a usar. El presidente del Banco Central dio un dato más confiable: de las remesas recibidas en el país en enero y febrero de 2022, que sumaron $1.125 millones, sólo $19 millones, el 1,7%, se hicieron por Chivo Wallet1. Su uso para hacer transferencias desde el extranjero fue el argumento principal del gobierno para introducir la nueva moneda. Más aun, las encuestas muestran que el 70% de la población no confía en el bitcoin2.
Del fondo para proteger las transacciones de bitcoins a dólares y viceversa no se puede saber nada tampoco porque el gobierno también declaró secretas sus operaciones.
Con respecto a los bonos, hay varios problemas. El peor está en que los bonos (de 10 años), pagarían el 6,5% de interés cuando en los mercados secundarios usted puede comprar bonos de El Salvador a ese mismo plazo a mitad de precio, que le rendirían casi 20% (si el gobierno paga, por supuesto). ¿Por qué compraría usted algo que le produciría 6,5% si puede comprar lo mismo, pero produciéndole 20%?
La supuesta ventaja del Bono Volcán sería que el gobierno de El Salvador compraría $500 millones en bitcoins con lo que reciba del bono, y en cinco años el gobierno empezaría a repartir entre los compradores de bonos las enormes ganancias que obtendría de vender esos bitcoins. Esas ganancias, si se dan, compensarían por la diferencia entre 6,5 y 20%. Se calcula que para que eso fuera cierto, los bitcoins, que en este momento valen $39.000 (después de haber valido $63.000 en noviembre de 2021), tendrían que valer un millón de dólares en cinco años. Eso es difícil de tragar. Pero supongamos que usted lo traga, y cree que los bitcoins van a llegar a ese precio. ¿Por qué no comprar directamente los bitcoins en el mercado en vez de un bono que conlleva el riesgo de pago de El Salvador, que es el peor de América Latina (por eso es que la gente paga el 50% de su valor nominal en los mercados secundarios)? ¿Por qué correrse dos riesgos—el del bitcoin y el de que El Salvador no pague—si uno puede correrse sólo el primero?
El bono tiene otros problemas. Por ejemplo, inexplicablemente en la lógica normal de operaciones financieras, el gobierno dejó por fuera a todos los inversionistas estadounidenses, que tienen prohibido operar con Bitfilnex, la plataforma que el gobierno escogió para la venta de los bonos3. También, a última hora, se supo que el gobierno no iba a emitir los bonos, sino una oscura empresa con un capital muy pequeño que no es consistente con una deuda de $1.000 millones. El gobierno tampoco aclaró en qué jurisdicción se iba a emitir el bono. Se rumoró que no en New York o Londres, como es usual, sino en San Salvador, en donde el presidente frecuentemente amenaza a los jueces que si resuelven en contra de lo que él quiere serán despedidos4.
La gruesa subestimación de los costos de Bitcoin City (implícita en el tamaño de la supuesta inversión de $500 millones, porque ningún presupuesto ha sido publicado) sugiere que si se comienza a hacer quedarán calles sólo trazadas y edificios a medio hacer. La idea de producir electricidad subsidiada para los mineros de bitcoin, que no producen ni un puesto de trabajo en sus actividades en vez de producirla para empresas que sí dan trabajo y crean actividad económica, es, simplemente, ridícula.
Tampoco hay mucho que aprender de la estrategia de especulación del presidente. Con la poca información que él ha proporcionado (“Acabo de comprar X millones”) los periódicos han encontrado que, para principios de marzo de 2022, había perdido $16,2 millones de unas compras totales de $86,6 millones (una pérdida de 18,7% en dos meses)5.
También es poco prudente que la gestión del bitcoin solo dependa del teléfono del presidente, con todos los problemas evidentes de seguridad que eso implica (problemas de clave o técnicos). Sin clave, el tesoro nacional no puede recuperar los recursos invertidos, ni siquiera saber dónde están. Ahora mismo no lo sabe. Las cuentas no están a nombre del gobierno de El Salvador, porque las cuentas bitcoin no se ponen a nombre de nadie. Se les quitaría la gracia. El que tiene la clave es el que las controla. Imagine usted a los empleados del tesoro diciéndole al presidente que por favor trate de acordarse de la clave. El tesoro de ningún país que se respete operaría una cuenta así.
Así, pues, si nada es como parece, ¿para qué entonces montaron todo este espectáculo?
¿Será que el bitcoin es una maravilla de moneda, y que todo este mundo surreal por pura incompetencia de los que están ejecutando el proyecto?
La realidad del bitcoin
¿El sistema dolarizado funcionaba mal?
En todas partes del mundo, libertarios se han entusiasmado con la liberalización que para ellos ha tenido lugar en El Salvador al permitirse que se use el bitcoin como moneda. La verdad es que El Salvador era ya un sistema muy abierto porque, a pesar de que la unidad de cuenta del sistema financiero es el dólar, el Artículo 2 de la Ley de Integración Monetaria, que es la ley que dolarizó el país a partir del primero de enero de 2001, dice lo siguiente: “Se permite la contratación de obligaciones monetarias expresadas en cualquier otra moneda de legal circulación en el extranjero. Dichas obligaciones deberán ser pagadas en la moneda contratada, aún cuando su pago deba hacerse por la vía judicial.” Los bitcoins siempre se han podido usar legalmente como inversiones. Siempre se han podido comprar billetes de lotería, también.
En realidad, las reformas que se hicieron a la ley para la adopción del bitcoin quitaron la libertad que ya existía para transar en cualquier cosa los contratos privados, porque estas reformas fuerzan a la gente a aceptar los bitcoins. Así, los libertarios han apoyado una ley que quitó, no dio libertad.
La ley que creó la dolarización ha funcionado muy bien en otros aspectos. Las tasas de interés activas de los bancos comerciales de El Salvador han sido las más bajas o las segundas más bajas en la América Latina (compitiendo con Panamá) desde la dolarización hace 21 años. Los plazos de los créditos son también más largos que en todos los países, excepto en países en que los bancos pueden prestar en dólares, en cuyo caso las tasas y los plazos son similares a las de El Salvador. Por ejemplo, las tasas para hipotecas a 25 o 30 años están en este momento en 6.9%, cuando el promedio de la región esté entre 10 y 15%. El margen de intermediación (la diferencia entre la tasa activa y la pasiva, una medida de la eficiencia del sistema bancario) ha sido el más bajo de la región en la mayor parte de esos años.
Con respecto a su efecto general como moneda nacional en El Salvador, el Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI) emitió en 2011, a petición de El Salvador, un documento de trabajo, elaborado por Andrew Swinston, evaluando los primeros diez años de la dolarización. El resumen del documento dice que “las tasas de interés de los bancos comerciales han bajado entre un 4 y un 5% al reducir el riesgo cambiario. Esto ha generado ahorros anuales netos que promedian 1/2 por ciento del PIB para el sector privado y 1/4 por ciento del PIB para el sector público (neto de las pérdidas por señoreaje renunciado)” y “que esta política ha servido para estabilizar la actividad económica más de lo que lo hizo bajo la paridad [el sistema que existía antes de la dolarización] y más de lo que lo han hecho las tasas de política en los países centroamericanos con política monetaria independiente.”6
En contra de lo que muchos predijeron, la dolarización ha probado ser muy resiliente porque la apertura del mercado doméstico a los internacionales ha permitido que el mercado financiero maneje la liquidez del país con variaciones mínimas de las tasas de interés. Estas tasas variaron muy poco durante la crisis de 2008 y casi nada a pesar de que en los años recientes el gobierno ha tenido serios problemas fiscales que en países en desarrollo con monedas propias hubieran llevado a falta de confianza en la moneda, devaluaciones, inflación y descenso en los depósitos bancarios.
El dólar, entonces, estaba muy bien. En cambio, el bitcoin tiene problemas muy serios para ser usado como moneda.
La incapacidad monetaria del bitcoin
Muchos piensan que el bitcoin es la moneda ideal por dos razones.
La primera es que se emite de acuerdo con una regla invariable, que resulta en una relación de emisión a moneda ya en circulación que ya es baja, y que va a reducirse a cero en más o menos un siglo. La segunda es que descentralizada—es decir, que no tiene a nadie que la controle excepto el mismo grupo que la genera y usa. Ninguna de estas características vuelve al bitcoin una moneda medianamente competente.
El inflacionario Bitcoin
La primera supuesta ventaja del bitcoin está basada en la creencia de que la eliminación de la discrecionalidad de los bancos centrales implícita en la creación programada de los bitcoins es una condición suficiente para que su inflación sea forzosamente más baja en el bitcoin que la del dólar o la de cualquier moneda emitida por bancos centrales. Esta idea es contradicha por la realidad. El 16 de abril de 2021 un carro con un precio de $63.170 valía exactamente un bitcoin. Un año después, por ese mismo carro, con el mismo precio en dólares, usted tendría que pagar 1,56 bitcoins porque el precio del bitcoin habría caído a $40.307. Esa es una tasa de inflación de 56%, que usted nunca ha visto en el dólar o en el euro.
Igualmente, si usted tomó un préstamo de un bitcoin a un año plazo el 3 de junio de 2020, ese bitcoin le permitió comprar algo que valía $9.965, pero cuando le tocó pagarlo, ya valía $39.208, o sea que usted tendría que pagar 3,93 veces lo que tomó prestado. Estas fluctuaciones son ideales para caer en la ruina. Los partidarios del bitcoin dicen que si todo estuviera valuado en bitcoins no habría inflación ni deflación. Eso no es cierto (es como decir que como todo está denominado en dólares no debería de haber inflación en el área del dólar). Pero además sólo piense usted cuántos años tendrían que pasar para que todo esté valuado en bitcoins, en el mundo entero. Por el momento, con los precios alrededor de $40.000, el bitcoin está 20% por debajo del precio que tenía el día que se convirtió en moneda legal en El Salvador, lo que ha producido una inflación en los precios en bitcoin.
Pero el problema más serio del bitcoin no es su extrema inflación y deflación.
La irracionalidad de la descentralización del bitcoin
El Bitcoin se inventó para descentralizar los pagos electrónicos. Normalmente, estos pagos pasan por un intermediario centralizado, que es el sistema bancario. Si un tío desea enviarle $100 a su sobrino desde Estados Unidos, él le entrega el dinero a, digamos, el banco A en ese país. Este banco tiene una cuenta en el banco B, en El Salvador, y le da una orden a éste para que de esa cuenta le deposite los $100 a la cuenta del sobrino en ese mismo banco. Los $100 desaparecen de la cuenta del tío en Estados Unidos y aparecen en la cuenta del sobrino en El Salvador.
El bitcoin busca hacer estas transacciones directamente del teléfono del tío al del sobrino sin pasar por el banquero, que los criminales ven como a un policía y los libertarios como un representante de la tiranía. Para evitarlo creó una unidad de transferencia electrónica (el bitcoin), que puede tenerse en una computadora, fuera de la vista del banquero, como si fuera en una billetera (una wallet), y creó un sistema que permite pasar recursos de esa cartera a otra cartera sin pasar por el banco. Para transferirse el bitcoin tiene que desaparecer de la computadora del tío y aparecer en la del sobrino. Es importante que desaparezca de la del tío para evitar que él use el mismo bitcoin una y otra vez para hacer pagos infinitamente. El banco tiene un interés muy marcado en que los dólares que debe a sus depositantes no se dupliquen con cada transferencia, y por eso presta gran atención para que eso no pase.
¿Pero quién va a asegurar que esto no pase si el banco ya no está en la jugada?
La solución de bitcoin es encontrar un grupo dentro de los que participan en la red de bitcoin que lleven la contabilidad entera del sistema y sean testigos de que los bitcoins enviados por el tío se le quiten a la cuenta de él y se le sumen a la cuenta del sobrino.
Esto se hizo creando un bloque electrónico y poniendo en él la información de las transferencias que se quieren realizar (la cuenta con clave X le pasa tantos bitcoins a la cuenta Y en esta fecha y hora y hemos chequeado que tiene los fondos necesarios para hacerlo). Este bloque se pone en el sistema y después se pone otro, y se va formando una cadena (blockchain) con todas las transacciones, como en la contabilidad de un banco. ¿Quién pone estos bloques en su lugar? Son los así llamados mineros. Lo hacen para ganarse una recompensa.
El proceso es así. Cada minero busca en el sistema las transacciones que quieren realizarse y las apunta en su proyecto de bloque. Luego compite con sus colegas para determinar quién pone el bloque. Lo pone el primero que resuelve un problema de matemáticas tan difícil que su solución necesita enormes cantidades de energía de computación. No vaya a pensar que éste es un problema que al resolverse avanza el conocimiento de la raza humana. Es resolver una ecuación muy difícil para encontrar un número. El que halle primero ese número pone el bloque, realiza la transferencia y la certifica, y recibe Bitcoins en recompensa. Es como tirar unos dados electrónicos hasta que salga un número muy difícil de localizar.
El sistema suena muy ingenioso, pero es carísimo. Tirar esos dados gasta más energía en un año que toda España con sus 47 millones de habitantes. Así, el sistema de bitcoin hace sus transferencias a través de un grupo de tahúres que están jugando en un casino electrónico con unos dados que es carísimo tirar. Note que el único propósito de este enorme gasto es sustituir a las personas y máquinas que manejan las transferencias en los bancos, que tienen un costo infinitamente más bajo.
La pregunta lógica es, ¿a quién le interesa gastar tanta electricidad para que su dinero no pase por bancos?
Son dos grupos. Primero, criminales, desde narcotraficantes hasta terroristas, que no quieren dejar el rastro que las transacciones bancarias dejan. Segundo, libertarios que temen que el gobierno sepa lo que hacen con sus recursos o que les robe su dinero a través de la inflación. Ya vimos que los libertarios se equivocan en el tema de la inflación.
Pero también se equivocan con la segunda pregunta que surge al examinar el sistema del bitcoin: ¿será cierto que sustituye 100% al banquero, de tal manera que los recursos están igual de seguros en el bitcoin que en los bancos?
La respuesta es no. Hay un problema de diseño: que permite que un grupo de mineros pueda extraer recursos de los usuarios de una manera mucho más oscura que un banco central o comercial.
El ataque del 51%
Es bien fácil darse cuenta de que en un juego de dados en el que gana el primero que tira un número específico lleva la ventaja el que tiene más dados. Si usted tiene 10 dados, por ejemplo, la probabilidad de que le salga un cuatro en una tirada es mucho más alta que la que tiene alguien que tiene sólo un dado.
Esta ventaja funciona independientemente de qué porcentaje controla usted de los dados (la capacidad computacional), siempre que sea más que cada uno de los demás, como si usted tiene 20% y los otros tienen sólo el 1% cada uno. Pero se vuelve decisiva si usted tiene más de la mitad. De acuerdo con la estructura interna del blockchain, si usted tiene el 51% usted puede hacer y certificar todo mientras más veces se tiren los dados. Puede revertir operaciones, usar sus bitcoins repetidas veces, robarles a unos y regalarles a otros7. Esto no es sólo teórico. Se realizaron robos así con varias criptomonedas similares a Bitcoin en 2017, 2018 y 2020.
Este problema lo conocen los bitcoineros, pero, aunque dicen ser los señores de la transparencia, no lo mencionan mucho. Lo conocen tanto que le han puesto un nombre: el ataque del 51%. Cuando hablan de él dicen que sí, que es un problema serio, pero que lo van a resolver. Seguro. También dicen que es prácticamente imposible llegar a dominar el mercado de bitcoin8. Sin embargo, en julio de 2014, un grupo de mineros, gHash.IO, sobrepasó el 50% del mercado de bitcoin. Confrontado con una reacción muy negativa de sus competidores el grupo se comprometió a bajar su participación en el mercado a menos de 40%, una ventaja todavía aplastante. Pero el cumplimiento de promesas de este tipo no puede comprobarse porque cualquiera puede tener más de una cuenta—una con 40% y otra con 11%, por ejemplo—y las cuentas son secretas. Cuando el ataque contra bitcoin sucedió en 2014, The Guardian lo reportó, informó que el ataque pudo haber destruido al sistema entero, y advirtió que ese ataque podría volver a darse9. Es obvio que puede volver a darse.
De acuerdo con un estudio del prestigioso National Bureau of Economic Research (NBER) de Estados Unidos, resumido en la revista Fortune, el 0.1% (50 empresas) de los mineros controla la mitad de los dados (la capacidad de minería)10. Si un día ese 0.1% se pone de acuerdo puede acabarse a todos los demás (99.9%). Y entonces, los libertarios pueden descubrir que no solo los bancos centrales y los gobiernos pueden desplumar a la gente. Dice el NBER: “Esta inherente concentración hace al bitcoin susceptible de riesgo sistemático y también implica que la mayoría de las ganancias de mayor adopción del bitcoin [mayores compras de bitcoins en los mercados] serán apropiadas por un pequeño conjunto de participantes”.11
Quizás ya lo están haciendo.
Esto se resolvería exigiendo que cada quien registre lo que tiene, pero eso establecería un control centralizado (como el de los bancos) y el Bitcoin quiere ser anónimo y descentralizado. Y es sólo por eso que necesita a los carísimos tahúres. El problema no puede resolverse sin destruir el propósito del bitcoin y el negocio de los tahúres y de los que hacen negocio en las sombras, y por estar en las sombras.
Otros problemas del bitcoin
El bitcoin también tiene otros problemas, uno de los cuales es su limitación en el número de operaciones que se pueden realizar por segundo, que es mucho menor que los límites que tienen sistemas de pago como los bancos, las tarjetas bancarias o PayPal. Tan no hay manera de usar prácticamente el bitcoin para hacer pagos que Rusia no lo usa ahora que está en una gran emergencia de falta de conductos de pago. Domésticamente usa el sistema bancario local y sus tarjetas de crédito. Más prueba es que el mismo sistema que supuestamente implementa la política del bitcoin del gobierno de El Salvador, la Chivo Wallet, tampoco lo usa. Y muy poca gente usa la Chivo Wallet.
Aunque el gobierno no reporta nada del comportamiento de la Chivo Wallet los medios locales e internacionales han reportado muchas anomalías desde que el sistema comenzó a funcionar en septiembre de 2021. Estas anomalías, muy frecuentes, incluyen tiempos larguísimos para realizar transacciones, que van desde 15 minutos a meses o nunca jamás. Muchos usuarios también han reportado la desaparición de sus saldos en bitcoins. En los últimos días de abril el gobierno anunció que iba a cambiar la empresa que proporciona la tecnología de la Chivo Wallet, sin reconocer que existe ningún problema.
En el país muchas empresas y profesionales ponen rótulos diciendo que reciben pagos en bitcoin pero luego ponen cualquier excusa para no hacerlo porque temen no sólo perder en las fluctuaciones del bitcoin sino también porque les da miedo entrar en negocios con gente que no quiere que le puedan trazar sus transacciones en el sistema bancario. Es la misma resistencia que han puesto hasta ahora a recibir pagos en efectivo más allá de cierto monto razonable. Gente que vende bienes raíces, por ejemplo, buscan cualquier excusa para no hacer la venta que va a ser pagada en bitcoin.
La pregunta se vuelve más intrigante. ¿Por qué escoger una moneda y un sistema así?
Los problemas fiscales
La saga del bitcoin ha corrido paralela a los problemas fiscales del gobierno, que tienen dos grandes aspectos. Primero, el gobierno ha gastado mucho más que sus ingresos y mucho más que lo justificable por el Covid-19 desde que el presidente tomó el poder en junio de 2019. La deuda pública total subió de 74 a 91% del Producto Interno Bruto de 1919 a 2020 y ha seguido subiendo. Esto le ha pasado a muchos países en estos años. El problema es tratable si el gobierno está dispuesto a hacer ajustes y los acreedores creen que los hará. Sin embargo, aquí entra el segundo problema. El presidente se ha peleado con todos los que le pueden resolver los problemas de endeudamiento en el sistema formal internacional, probablemente en la expectativa de que los que operan en el bitcoin, de espaldas a dicho sistema, lo iban a financiar con creces.
Los pleitos surgieron cuando, luego de que el expresidente Trump dejara la presidencia de su país, Estados Unidos comenzó a condenar las violaciones a la constitución que se estaban dando en El Salvador, especialmente en lo que respecta a la división de poderes y el respeto a los derechos civiles de los opositores del presidente. En algunas de estas protestas, Estados Unidos ha estado acompañado por la Unión Europea. Además, Estados Unidos comenzó a incluir a varios miembros del gobierno del presidente en la lista Engel de sospechosos de corrupción en Centro América, y ha protestado también la negativa de la Corte Suprema de El Salvador, que fue impuesta inconstitucionalmente por el presidente en mayo de 2021, de extraditar a los líderes de las pandillas salvadoreñas, acusados de terrorismo en ese país. Estados Unidos también ha acusado a altos funcionarios del gobierno de haber hecho un pacto con las pandillas para que mantengan baja la tasa de asesinatos a cambio de dinero, mejor tratamiento en la cárcel y otras cosas.
El gobierno también ha ignorado las múltiples advertencias de instituciones internacionales de que el sistema de bitcoin favorece a los criminales y terroristas. Recientemente, el presidente también se ha opuesto a condenar la invasión de Rusia a Ucrania. Todo esto cerró la puerta a un arreglo fácil del problema del financiamiento.
El gobierno pidió en 2021 la ayuda del FMI, pero las negociaciones se han extendido demasiado, aparentemente por falta de acuerdo en el ajuste fiscal necesario y en temas de gobernanza (la falta de cumplimiento con la constitución y la falta de rendición de cuentas). Además, el FMI ha aconsejado públicamente a El Salvador que abandone el bitcoin como moneda de curso legal.
El gobierno ha logrado evitar una crisis obteniendo fondos del Banco Centroamericano de Integración Económica, del sistema bancario nacional (al que el gobierno le bajó los requisitos de reservas de liquidez para que le compraran bonos y letras del tesoro), del sistema privado de pensiones y de la creciente mora en las deudas a proveedores12 y en los sueldos de ciertos empleados estatales13. En la última venta de bonos (de dos años plazo) el gobierno pensaba conseguir $300 millones y consiguió nada más 210.
La propuesta del presidente de convertir al bitcoin en moneda de curso legal surgió cuando ya se volvía obvio que el préstamo del FMI no iba a producirse. Por un tiempo parecía que el presidente pensaba (quizás lo piensa todavía) que el bitcoin iba a sustituir al dólar en todo el mundo y que su precio aumentaría por siempre para volver rico a El Salvador.
Los idus de marzo
El mes de marzo fue fatal para estas expectativas. Cuando Occidente impuso sanciones monetarias a Rusia, muchos pensaron que los rusos usarían bitcoins para pasar sus recursos por debajo de las sanciones. Con esto el sueño de los aumentos desmesurados del precio del bitcoin se harían realidad. Pero no pasó nada. Los precios del bitcoin siguieron fluctuando dentro del rango de $40.000, y el número de transacciones siguió más o menos al mismo nivel que antes. No hay duda de que criminales usan el bitcoin para operaciones específicas. Pero es obvio que nadie, ni los rusos desesperados por encontrar medios de pago al exterior, tiene deseos de usar al bitcoin como moneda de curso general. El humo y los espejitos llegan hasta cierto punto nada más. Al mismo tiempo, la gran reunión de bitcoineros en Miami en la que se iba a celebrar el éxito de su lanzamiento, con la presencia del presidente mismo, y con un volcán como símbolo de la reunión, se acercaba mientras que el bono mismo no daba señas de aparecer. Si el bono no se vendía, no había nada que el presidente pudiera anunciar para justificar la importancia que se le daba en la reunión.
Por primera vez el presidente se enfrentaba a una situación que no conocía: la percepción de que estaba fracasando en dos temas muy importantes, el financiamiento de su gobierno y el éxito de su salto al futuro con el bitcoin.
Y, de pronto, el presidente canceló su visita a Miami. La importancia de esta cancelación no puede ignorarse. Era la culminación de una campaña para colocar al presidente como líder mundial del triunfo del bitcoin sobre el dólar y el comienzo de una nueva manera de financiar los déficits de los gobiernos, el nacimiento de un nuevo orden monetario y financiero mundial. El presidente era la máxima atracción del evento. El signo del evento era un volcán. Muchos de los entusiastas se sintieron defraudados. Algo que se quebró allí.
Todo esto está suspendido ahora.
Tres días de asesinatos
Pero todos estos hechos han pasado a ser historias lejanas por el súbito aumento de la tasa de asesinatos en El Salvador, cuya reducción ha sido la base de la popularidad del presidente. Dicha tasa saltó a finales de marzo de 2022 de un promedio de 3 diarios a cerca de 80 asesinatos en tres días que sembraron el pánico en el país. Inmediatamente, el gobierno estableció un Régimen de Excepción suspendiendo varios de los derechos civiles.
El presidente, de líder mundial de la reforma monetaria, pasó en un segundo a encarnar el deseo de venganza de la sociedad. En una graduación de policías dijo, por ejemplo: “Hay rumores de que [las pandillas] quieren empezarse a vengar de la gente honrada, al azar. Hagan eso, y no va a haber un tiempo de comida en las cárceles…A ver cuánto tiempo duran sus hombres allá adentro. Les juro por Dios que no comen un arroz, y vamos cuanto tiempo duran.”14 Por ahora ya les redujo la comida a dos tiempos por día y les ha quitado el pollo en ellas. En esa y otras ocasiones el presidente ha denunciado la existencia de una gran conspiración internacional, que incluye a muchos nacionales, organizada para asesinar al pueblo y financiar y ayudar a las pandillas15.
Las capturas han aumentado enormemente. Se realizan sin necesidad de orden de un juez, usando indicios como que los que son jóvenes, viven en vecindarios de la clase trabajadora y están tatuados deben ser criminales. Liz Throssell, vocero de los derechos humanos de las Naciones Unidas, declaró a principios de abril que 5.747 personas habían sido detenidas sin una orden de arresto y algunas han sido sometidas a tratamientos crueles, inhumanos o degradantes¨16. Ya para este momento son más de 25,000. Lo que el presidente pretende hacer se puede colegir de que ya anunció que va a construir una prisión para 20.000 presos, que seguramente sería una de las más grandes del mundo. Cualquiera que manifieste preocupación por las capturas indiscriminadas y las torturas o no aprueben de sus acciones al 100% demuestran con esos hechos que es parte de la conspiración criminal que él ha denunciado.
Aunque el gobierno no da cifras, estimados verosímiles indican que ya para cuando el presidente estaba haciendo estas declaraciones la tasa de asesinatos ya había bajado a lo que antes habían sido. Pero la popularidad del presidente, que había bajado sustancialmente, ya había subido mucho más arriba que el 90%. En la última semana de abril la Asamblea prolongó el Estado de Excepción, a pesar de que ya por casi treinta días las muertes se han mantenido los niveles de antes de la crisis.
Por supuesto, ya muy poca gente habla de los fracasos del bitcoin o de los problemas fiscales. El presidente ha anunciado que la primera prioridad, antes de pensar en emitir bonos o negociar con el FMI, está puesta en una reforma integral del sistema de pensiones. Esto ha desatado el rumor de que la expropiación de los ahorros de los actuales y futuros pensionados será la fuente de emergencia para financiar al gobierno por otro año. Un gobierno anterior trató de hacer lo mismo pero grandes manifestaciones en las calles lo disuadieron de hacerlo. Hoy esas manifestaciones son ilegales por el Estado de Excepción.
Mientras tanto, el gobierno, que ya no paga a sus proveedores, obtuvo de la Asamblea la aprobación para que proceda al desarrollo de un aeropuerto internacional para 80,000 pasajeros anuales en un puerto que tiene 34 mil habitantes y que está lejos de cualquier ciudad importante, y de un ferrocarril de 50 kms. El pueblo ha aplaudido otra vez. No hay dinero para hacerlos, pero el pueblo no lo sabe. O si lo hay, no sabe de dónde viene. La Asamblea también decretó que estas obras no estarían sujetas a los controles de la ley de contrataciones que exige que las adjudicaciones de proyectos tienen que ser hechas por concurso público.
Las narrativas detrás del humo
Lo que surge de todo esto no es una historia de pasmoso desarrollo tecnológico que puede ser ejemplo para el mundo sino la vieja historia de un gobierno que está gastando mucho más que sus ingresos, y que, en su desesperación por encontrar a alguien que le financie sus excesos, pensó que si el sistema financiero internacional no lo quería financiar por encima de la mesa, él podía encontrar en los sistemas que operan debajo de ella el dinero que necesitaba. Pero ninguno de los que él pensó que eran enemigos del dólar—ni los rusos, ni los chinos—han mostrado interés en financiarlo, ni arriba ni debajo de la mesa, ni con bitcoins ni con dólares. Al final, parece ser que el gobierno encontrará sus fondos en una fuente poco original y glamorosa: la expropiación de los ahorros de los pensionados. Pero esa fuente no promete mucho más allá de un año de financiamiento, porque después de ese plazo los flujos de las pensiones se volverán negativos para el gobierno.
Ya se verá lo que el gobierno hará para resolver su problema fiscal cuando se acaben las pensiones, pero es muy difícil que lo haga por la ruta del bitcoin que ahora ha fracasado. Para ese tiempo, esa narrativa, la glamorosa, que ya está palideciendo, probablemente haya entrado en la senda del olvido y no solo en El Salvador.
Las tasas altas de interés en el mundo entero van a desincentivar el uso de una liquidez que se habrá vuelto escasa en la compra de cosas exóticas como el bitcoin. Recesiones, guerras y otras crisis probablemente las terminarán de minimizar. Otras criptomonedas, del tipo estable, puede ser que sobrevivan, pero asociadas a monedas oficiales o a regulaciones estrictas.
Esta es la saga real que aparece cuando se desvanece el humo de las imágenes publicitarias y se vuelven a ver las realidades concretas de El Salvador. Hay otra historia que surge de todos estos hechos, más sutil pero no menos importante. Mientras el valor de los bonos del gobierno salvadoreño en el mercado secundario ha bajado a alrededor del 50% de su valor nominal, implicando que el gobierno tiene que pagar casi 20% de interés de largo plazo, el peor de América Latina, usted todavía puede conseguir en los bancos comerciales de El Salvador un crédito para comprar una vivienda a 25 años plazo con el 6,9% de interés, una de las mejores de América Latina.
Esto pareciera ser surreal porque en los clichés que han dominado la economía monetaria por muchas décadas, es inconcebible que los gobiernos tengan una peor calificación de riesgo que el sector privado. Pero esto no es así en una economía en la que el gobierno no maneja (es decir, no tiene capturada) la moneda nacional. En un terreno nivelado, con una moneda internacional que el gobierno no puede manejar, como es el caso de El Salvador, el mercado puede hacer un juicio independiente de los riesgos de gobierno y sector privado, y, como en El Salvador, juzgar mucho más seguro al sector privado que al público, y cobrarle menos interés. Eso permite que la economía no sea destruida por gobiernos que pierden el sentido de la prudencia, que, cuando tienen control sobre su propia moneda, no sólo causan problemas fiscales sino también crisis monetarias y financieras para el sector privado. Por supuesto, el gobierno actual todavía puede destruir del todo la economía si desdolariza.
Estas son las dos lecciones que se pueden aprender de las tragedias reales que subyacen la comedia surrealista del bitcoin en El Salvador.
Notas al pie
- https://www.elsalvador.com/noticias/negocios/bajo-ingreso-remesas-chivo-wallet-enero-febrero-2022/940048/2022/
- https://www.ft.com/content/5972099a-8a8c-4a85-8216-912cd78b710b
- https://www.ft.com/content/5972099a-8a8c-4a85-8216-912cd78b710b
- https://www.elsoldemexico.com.mx/mundo/bukele-exige-retirar-jueces-complices-de-bandas-en-el-salvador-8080416.html
- https://www.elsalvador.com/noticias/negocios/seis-meses-perdidas-compras-bitcoin-bukele/933946/2022/
- Official Dollarization as a Monetary Regime: Its Effects on El Salvador, June 2011, https://www.imf.org/external/pubs/ft/wp/2011/wp11129.pdf
- https://www.investopedia.com/terms/1/51-attack.asp
- https://www.thebalance.com/what-is-a-51-attack-5207550
- https://www.theguardian.com/technology/2014/jun/16/bitcoin-currency-destroyed-51-attack-ghash-io
- https://fortune.com/2021/10/26/bitcoin-mining-capacity-ownership-concentration-top-investors-nber-study/
- https://fortune.com/2021/10/26/bitcoin-mining-capacity-ownership-concentration-top-investors-nber-study/
- https://www.elsalvador.com/noticias/negocios/gobierno-no-ha-pagado-proveedores-riesgo-miles-empleos/949846/2022/
- https://www.elsalvador.com/noticias/negocios/gobierno-no-ha-pagado-proveedores-riesgo-miles-empleos/949846/2022/
- Ver la cuenta Twitter de Nayib Bukele.
- https://davidgerard.co.uk/blockchain/2022/04/20/el-salvador-bukele-goes-full-dictator-chivo-theft-bitcoin-towers/
- https://news.yahoo.com/el-salvador-leader-says-hell-192323298.html