
Sólo un año después de la crisis política que llevó a la dimisión de António Costa, Portugal vuelve a estar en un interregno.
Tras una nueva disolución, se abre una secuencia electoral muy tensa con elecciones legislativas, municipales y presidenciales el próximo mes de enero.
El país, que entra en una campaña permanente, podría convertirse en el blanco de los intentos de cambio de régimen que el Kremlin y la Casa Blanca orquestan en Europa desde la elección de Trump.