Doctrinas de la Rusia de Putin

Putin y el factor Trump: «Ucrania podría dejar de existir este año»

A pocos días de la investidura de Donald Trump, el Kremlin se pronuncia a través de uno de los asesores más influyentes de Vladimir Putin.

En esta brutal entrevista, Nikolai Patrushev anuncia claramente la posición de Rusia: la división de Europa.

La traducimos.

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El Grand Continent
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© Dmitry Dukhanin/Kommersant

En una entrevista particularmente brutal con un tal Andrei Baranov, publicada hoy en las páginas de Pravda1 Nikolai Patrushev, consejero adjunto del presidente ruso Vladimir Putin y miembro del Consejo de Seguridad, expuso por primera vez de forma tan directa las perspectivas del Kremlin y las expectativas del régimen ruso ante la nueva administración estadounidense.

Tras mencionar la «desaparición» de Ucrania, Nikolai Patrushev amenazó directamente con anexionarse los Estados bálticos y Moldavia: «No puedo descartar la posibilidad de que la agresiva política antirrusa de Chisinau lleve a Moldavia a ser absorbida por otro Estado o a desaparecer del todo. En este contexto, el ejemplo que naturalmente me viene a la mente es el de Ucrania, donde el neonazismo y la rusofobia llevaron al país a su caída, mucho antes del lanzamiento de la operación militar especial».

Apoyándose en nuevos aliados —en Austria y Rumanía— para neutralizar a Europa desde dentro, cree que Donald Trump, enzarzado en una lucha a muerte con el Estado profundo estadounidense y cuya «seguridad es esencial» para el Kremlin, estaría dispuesto a negociar de igual a igual con Putin, eliminando toda soberanía continental: «No tenemos nada que discutir con Londres o Bruselas».

Patrushev es conocido como una de las personas más cercanas a Vladimir Putin, ya que trabajó con él en el KGB de San Petersburgo desde los años setenta. Su influencia central en la definición de las grandes líneas de la estrategia internacional de Rusia ha sido evidente desde principios de la década de 2000 hasta la actualidad. Tras ocho años como director del FSB y dieciséis como secretario del Consejo de Seguridad ruso, fue una de las víctimas indirectas de la purga de mayo de 2024, que se saldó con la reincorporación a su puesto del exministro de Defensa Sergei Shoigu. Desde entonces, ha sido «consejero adjunto», en el corazón del Kremlin, el más cercano a Putin, pero con menos poder visible. Considerado uno de los más «halcones» del entorno del presidente, se dice que fue uno de los arquitectos y principales asesores de Putin en la invasión a gran escala de Ucrania.

El historiador británico Mark Galeotti lo ha descrito como «el hombre más peligroso de Rusia” 2 debido a su ”psicología impulsada por la paranoia conspirativa».

Esta declaración, que aboga por la partición de Europa en nuevos Imperios sin fronteras, debe leerse con urgencia.

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Nikolai Platonovič, usted lleva muchos años trabajando en cuestiones geopolíticas, y también ha participado en la toma de decisiones en materia de seguridad internacional. ¿Cree que el mundo entero contiene la respiración ante los grandes cambios que se avecinan con la investidura de Donald Trump?

Una parte considerable del planeta está pendiente de Estados Unidos. Al mismo tiempo, la élite estadounidense parece dividida, carente de una visión unificada sobre cómo enfocar sus políticas, tanto externa como internamente. Mientras tanto, Donald Trump sigue repitiendo el mismo eslogan: tiene un plan, y su plan es restaurar una política estadounidense pragmática que beneficie tanto al Estado como a sus ciudadanos. ¿Cómo se relacionará esta política con los intereses de otros países y pueblos? Aún no está muy claro.

Sea como fuere, asistimos actualmente a transformaciones fundamentales a escala mundial. No me refiero sólo a cuestiones geopolíticas, sino también a la situación económica y tecnológica, así como a la dinámica social y cultural. La última vez que se produjeron cambios tectónicos de esta magnitud fue tras el colapso de la URSS. En aquel momento, Occidente se mostró incapaz de adaptarse a las nuevas realidades del mundo y siguió viviendo como durante la Guerra Fría, buscando constantemente nuevos enemigos.

Las declaraciones diarias de Trump parecen poco menos que revolucionarias: su rechazo de todo el legado de la administración de Biden, sus propuestas de ideas radicalmente nuevas

La presidencia de Joe Biden demostró que las prioridades de la Casa Blanca eran fundamentalmente distintas de las de los ciudadanos de a pie. Desde muy temprana edad, a los estadounidenses se les ha enseñado en la escuela que en Estados Unidos gobierna el pueblo, para el pueblo y en nombre del pueblo. Sin embargo, esta representación contrasta con la realidad, de modo que los ciudadanos de a pie están dispuestos a aceptar cualquier propuesta susceptible de mejorar su bienestar, acoger cualquier medida favorable a los valores familiares, mejorar la cobertura de la seguridad social, a luchar contra los incendios y la inmigración ilegal.

¿Será capaz Trump de llevar sus planes hasta el final? Sólo el tiempo lo dirá. Su primer mandato demostró lo poderoso que es el Estado profundo, tan criticado en Estados Unidos: podría impedirle eficazmente alcanzar sus ambiciones. Al mismo tiempo, la experiencia de su campaña electoral y el intento de asesinato contra él confirman que debemos estar preparados para los escenarios más improbables.

Está claro que las posiciones de Trump distan mucho de ser unánimes entre las élites estadounidenses. Su visión del mundo contradice los planes concebidos por los representantes del Partido Demócrata y por ciertos propietarios de grandes grupos industriales y multinacionales. Por esta razón, es esencial garantizar la seguridad de Trump y de su entorno hasta su investidura y durante todo su mandato presidencial.

Donald Trump ya declaró sus intereses sobre Groenlandia, el Canal de Panamá, México, Canadá y otros países de varios continentes. ¿Por qué, a diferencia de Biden, habla tan poco del futuro de Ucrania?

Para la administración de Biden, Ucrania era una prioridad absoluta. Pero las relaciones entre Biden y Trump no podrían ser más hostiles. En consecuencia, Ucrania no será una de las prioridades de Trump, que, por otra parte, está mucho más preocupado por China, al tiempo que muestra, como usted ha señalado, interés por Groenlandia, el Canal de Panamá, México y Canadá. La idea de redibujar el mapa del mundo de acuerdo con sus intereses y aumentar la injerencia en los asuntos de otros Estados en varios continentes sigue siendo una tradición estadounidense.

Aunque parece infundado hablar de enviar tropas a integrar nuevos Estados en beneficio de Estados Unidos, no cabe duda de que la nueva administración mostrará la máxima firmeza en la defensa de sus propios intereses, en todas las direcciones mencionadas.

En cuanto a las relaciones entre Estados Unidos y China, podemos esperar razonablemente una escalada de las disputas entre Washington y Pekín. Ya hay motivos para temer que los propios estadounidenses estén acentuando estas diferencias, incluso de forma puramente artificial.

Para Rusia, en cambio, China sigue siendo un socio de primer rango, con el que disfrutamos de una relación privilegiada de cooperación estratégica, que en modo alguno depende de la situación actual y que está llamada a continuar, independientemente de quién ocupe el Despacho Oval, que sólo es pro tempore.

Nuestra asociación con China no contradice nuestros intereses, que también deben protegerse en otras partes del mundo. ¿Cuál es su análisis de nuestras relaciones con los países bálticos y Moldavia?

Para nosotros, la cuestión vital sigue siendo la protección y el bienestar de nuestros ciudadanos y compatriotas en todo el mundo. En el plano internacional, es absolutamente necesario poner fin a la discriminación que sufre la población rusa en varios territorios, empezando por los Estados bálticos y Moldavia. Las autoridades de esos países siguen sumiéndose deliberadamente en una crisis terrible como resultado de sus acciones poco meditadas, mientras perseveran en su propaganda rusófoba.

El ejemplo de la crisis energética es absolutamente claro: la responsabilidad recae enteramente en las autoridades moldavas, que han acatado servilmente las órdenes de Bruselas de reducir su dependencia del gas ruso. Chisinau debe dejar de mentirse a sí misma y a su propio pueblo. Las autoridades moldavas harían mejor en reconocer sus errores y poner las cosas en su sitio, en lugar de buscar enemigos dentro del país o en Transnistria.

No puedo descartar la posibilidad de que la agresiva política antirrusa de Chisinau lleve a Moldavia a ser absorbida por otro Estado o a desaparecer del todo. En este contexto, el ejemplo que naturalmente me viene a la mente es el de Ucrania, donde el neonazismo y la rusofobia llevaron al país a su caída, mucho antes del lanzamiento de la operación militar especial.

Representantes de la nueva administración estadounidense, empezando por algunos asesores nombrados por Trump, han subrayado en sus declaraciones públicas que Rusia no renunciará en ningún caso a sus reivindicaciones en Ucrania o en otros territorios ahora integrados en la Federación Rusa.

Ni siquiera se puede hablar de ello.

Los territorios que durante un tiempo estuvieron bajo la administración de Kiev han pasado a formar parte de Rusia tras una consulta popular, de acuerdo con el derecho internacional, las leyes de la Federación Rusa y la legislación de las regiones afectadas.

En cuanto a la posición de Rusia respecto a Ucrania, sigue siendo la misma que hasta ahora: deben alcanzarse los objetivos asignados a la operación militar especial. Estos objetivos son bien conocidos y no han cambiado. Han sido expresados en más de una ocasión por el presidente ruso Vladimir Putin.

Es igualmente crucial que la comunidad internacional reconozca plenamente la incorporación de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, así como de las regiones de Zaporiyia y Jerson. Estos territorios son ahora parte integrante de nuestro país, de acuerdo con la Constitución de la Federación Rusa.

Quisiera subrayar una vez más que seguimos considerando al pueblo ucraniano como un pueblo cercano, un pueblo hermano, unido a Rusia por lazos centenarios, a pesar de lo que afirman los propagandistas de Kiev, impregnados de ideología nacionalista. No somos ni mucho menos indiferentes a lo que ocurre en Ucrania. Nos preocupa especialmente que la imposición violenta de la ideología neonazi y la rusofobia desenfrenada estén conduciendo a la aniquilación de ciudades ucranianas antaño prósperas, como Jarkov, Odessa, Nikolaev y Dnepropetrovsk. No es descartable que, el año que viene, Ucrania deje de existir por completo.

En cuanto a las perspectivas de desarrollo futuro con Trump, respetamos absolutamente sus declaraciones.Creo que las negociaciones sobre Ucrania deben tener lugar entre Rusia y Estados Unidos, sin la participación de otros países occidentales. No tenemos nada que discutir con Londres o Bruselas. El liderazgo de la Unión Europea, por ejemplo, perdió el derecho a hablar por algunos de sus miembros hace mucho tiempo: Hungría, Eslovaquia, Austria, Rumania y otros países comprometidos con la estabilidad europea y una posición equilibrada hacia Rusia.

Notas al pie
  1. Komsomolskaja Pravda, publicación de origen soviético (portavoz del Komsomol, la organización juvenil del PCUS), está ahora totalmente al servicio del gobierno de Putin.
  2. Mark Galeotti, «Ep 6: he Most Dangerous Man in Russia», en Moscow’s Shadow (podcast), junio de 2020.
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