En noviembre de 2022, Turquía bombardeó a las fuerzas kurdas en Siria y al PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) en el norte de Irak, en represalia por el atentado de Estambul, que el presidente turco Recep Tayeb Erdogan atribuyó al PKK. Turquía afirma que quiere lanzar una gran ofensiva terrestre contra la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES), dirigida por los kurdos sirios. Al mismo tiempo, misiles iraníes alcanzaron los locales del partido de la oposición iraní refugiados en el Kurdistán iraquí. Durante la visita oficial del primer ministro iraquí, Mohamed Shia al-Soudani, a Teherán a principios de diciembre de 2022, el guía supremo, el ayatolá Ali Jamenei, también amenazó con lanzar una ofensiva contra el Gobierno Regional del Kurdistán (GRK) si el gobierno iraquí no controlaba mejor la frontera con Irán 1. El régimen iraní atribuye a los kurdos y, más concretamente, a los refugiados kurdos en Irak el origen de las manifestaciones contra el régimen que sacuden Irán desde el asesinato de la joven kurda Mahsa Amini por la policía religiosa. Las acciones simultáneas de Turquía e Irán contra los kurdos en Siria e Irak muestran una voluntad común de reducir, o incluso eliminar, su autonomía. Ambos países cuentan con importantes minorías kurdas (20% en Turquía y 10% en Irán) y no desean que éstas pidan también un estatuto de autonomía.

Cabe señalar que los kurdos han logrado emanciparse del control de los Estados centrales gracias a su debilitamiento y al apoyo de Estados Unidos. El Kurdistán iraquí se liberó del régimen de Sadam Husein en 1991 gracias a la primera Guerra del Golfo, en la que Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña crearon una zona de exclusión aérea que salvó a los kurdos de la masacre y permitió construir un embrión de Estado. La invasión estadounidense de Irak en 2003 consagró su estatuto autónomo en la Constitución iraquí de 2004. En Siria, los kurdos se liberaron del yugo del régimen baazista en 2012, cuando éste abandonó la mayoría de sus posiciones en el norte de Siria. Las YPG (Unidades de Protección Popular), milicia kurda y rama siria del PKK, se hizo con el control de territorios kurdos. El apoyo de la coalición internacional contra el Estado Islámico permitió a las YPG, a partir de 2014, imponerse en el noreste y construir un embrión de Estado: la «Rojava», que se convirtió en la AANES. Pero las condiciones geopolíticas que permitieron el surgimiento de estas dos entidades kurdas están siendo cuestionadas con el desinterés de Estados Unidos en la región, la derrota del Estado Islámico, la reafirmación de los Estados centrales apoyados por sus patrocinadores y la estrategia neo-otomana de Turquía. Tras décadas de guerras y crisis, Líbano, Siria e Irak constituyen ahora un espacio geopolítico colchón marcado por el retorno de los imperios otomano, persa y ruso, en detrimento de Occidente y sus aliados. Las dos entidades kurdas de Siria e Irak son consideradas como tales por los rivales de Estados Unidos.

Tras décadas de guerras y crisis, Líbano, Siria e Irak constituyen ahora un espacio geopolítico tampón marcado por el retorno de los Imperios otomano, persa y ruso, en detrimento de Occidente y sus aliados.

Fabrice Balanche

1. El Kurdistán sirio y el Kurdistán iraquí: dos caminos distintos hacia la autonomía

Las dos regiones autónomas kurdas nacieron y se construyeron en un contexto de guerra civil e intervención estadounidense. El GRK nació en 1991, sobre la base de una larga resistencia armada contra el Estado iraquí. La AANES, por su parte, es más reciente, pues surgió en 2012 con el nombre de Rojava. En Siria, el movimiento nacionalista kurdo era mucho más débil que en Irak: nunca desafió al régimen sirio con las armas antes de 2012. Las historias del Kurdistán sirio e iraquí son, por tanto, muy diferentes, al igual que sus geografías, poblaciones, recursos y gobernanza, que conviene revisar para comprender su situación geopolítica actual.

1.1. El Kurdistán iraquí: una autonomía arraigada en el territorio y adquirida tras una larga lucha

El GRK tiene 6.2 millones de habitantes, el 80% de los cuales son kurdos. Su superficie es de 38 mil km2, ligeramente inferior a la de Suiza. Reclama otros 45 mil km2 (Sinjar, la llanura de Nínive, Kirkuk, etc.) que constituyen los «territorios en disputa». Desde la reconquista del territorio del Estado Islámico en 2017 y la ofensiva de las milicias chiíes contra el GRK en 2018 han estado en gran parte bajo el control de las fuerzas armadas iraquíes. El territorio del GRK tiene una población kurda homogénea; los enclaves árabes, turcomanos y cristianos son pequeños y, por tanto, no rompen su unidad. Más del 70% del territorio está urbanizado, como en el resto de Irak. Erbil, la capital, Suleymanyeh y Dohuk polarizan el espacio geográfico. El GRK se asienta en las faldas de los Zagros y alcanza una altura de 3 607 metros en Gundah Zhur, en la frontera con Irán. Este terreno accidentado ha permitido a los kurdos resistir los asaltos del ejército iraquí durante décadas. En 1991, los peshmerga bajaron de los montes para apoderarse de las ciudades y llanuras entre Mosul y Kirkuk.

Tras décadas de combates intercalados con treguas efímeras, Sadam Husein decidió acabar con los kurdos y lanzó contra ellos una auténtica política genocida: el Anfal, en 1988. Dos mil pueblos fueron destruidos y la población se reagrupó en campos vigilados por el ejército iraquí. La campaña fue declarada «zona libre de asesinatos», y cualquiera que se encontrara fuera de los campos podía ser fusilado inmediatamente. En total, el Anfal cobró 182 mil vidas. El objetivo de Sadam Husein era simplemente destruir al pueblo kurdo y su territorio en Irak, por lo que el Anfal puede considerarse un genocidio. Cientos de miles de kurdos fueron trasladados al sur de Irak, mientras que los árabes del sur fueron invitados a establecerse en su lugar, en Mosul o Kirkuk. En 1988, Saddam Hussein ordenó un ataque químico contra la ciudad kurda de Halabja, en el que murieron 5 mil personas. Esta masacre provocó un éxodo masivo de la población kurda a Irán y Turquía. El Anfal convenció a los kurdos de que sólo una gran autonomía, incluso la independencia, podía garantizar su seguridad.

El Anfal convenció a los kurdos de que sólo una gran autonomía, incluso la independencia, podía garantizar su seguridad.

Fabrice Balanche

De 1991 a 2003, el territorio kurdo vivió bajo la protección de la fuerza aérea occidental, pero sufrió tanto como el resto de Irak el embargo internacional. Las fronteras con Irán y Turquía estaban prácticamente cerradas, lo que le impedía abastecerse en el extranjero, mientras que el Irak de Sadam Husein comerciaba con Siria. Con la pobreza como telón de fondo, entre 1994 y 1997 estalló una violenta guerra civil entre el PDK y la UPK, en la que murieron entre 5 mil y 8 mil personas. Esta guerra intrakurda dejó huella en el GRK y sigue socavando su unidad política frente a Bagdad. En 2003, las fuerzas kurdas se unieron al ejército estadounidense para derrocar a Sadam Husein. Esto les permitió aumentar su territorio y obtener un estatuto de autonomía en la Constitución iraquí de 2004. Las provincias kurdas y los territorios en disputa tienen 64 diputados en el Parlamento iraquí -de un total de 329-, que suelen ser esenciales para construir mayorías, y la tradición es que el presidente de la República sea kurdo. Por último, se supone que el GRK recibe del gobierno federal el 17% del presupuesto iraquí. Así, de 2004 a 2014, experimentó un prodigioso desarrollo económico mientras el resto de Irak se hundía en la guerra civil. Su modelo de desarrollo son las petromonarquías del Golfo.

El Kurdistán iraquí, valle de Barzan

La explotación directa de los recursos petrolíferos, exportados en parte a Turquía, proporciona al GRK unos ingresos holgados que le permiten adquirir mayor autonomía respecto a Bagdad. La estabilidad política y la seguridad hacen que el GRK resulte atractivo para las empresas que desean establecerse en Iraq. Erbil, Suleymanyeh y Dohuk cuentan con un vibrante mercado inmobiliario gracias a la inversión procedente de todo Irak. En efecto, la seguridad, la calidad de los servicios y la relativa libertad de costumbres atraen a las clases medias y altas iraquíes que compran una casa de vacaciones. También hay que añadir a los refugiados de Mosul y Kirkuk, ya sean kurdos, cristianos o árabes, que han ido a buscar un remanso de paz en el Kurdistán. En Dohuk, casi un tercio de la población está formada ahora por árabes de Mosul que llegaron cuando la ciudad fue tomada por el Estado Islámico y que prefieren permanecer en el Kurdistán. En cuanto a los cristianos de Mosul, ahora viven en el distrito de Ain Kawa (100 mil habitantes) y no tienen intención de regresar a Mosul. La aportación de la nueva población no kurda no es percibida como un problema por el GRK, sino todo lo contrario: contribuye a la prosperidad económica de la región sin influir en las opciones políticas, ya que siguen votando en su provincia de origen. Por tanto, en caso de un nuevo referéndum sobre la independencia del Kurdistán, no serían un obstáculo.

La ciudad de Dohuk, Kurdistán iraquí

1.2. La autonomía del Kurdistán sirio es reciente e insegura

El Kurdistán sirio tiene una geografía, una demografía y una trayectoria muy diferentes a las del iraquí. No está anclado en torno a altas montañas propicias a la resistencia y guardianas de la identidad kurda. La región de Afrin es la más accidentada con su conjunto de colinas, pero el macizo no supera los mil metros de altitud. La mayor parte del territorio kurdo está formado por pequeñas colinas alrededor de Kobane y, sobre todo, por vastas llanuras en Jezireh. Entre esas tres zonas de población kurda homogénea, la población es mayoritariamente árabe. Al contrario que en Irak, no hay un vasto territorio kurdo homogéneo. En el valle del Éufrates, la población kurda se limita a unos pocos distritos de Raqqa, ya que las poblaciones rurales se asentaron en esa ciudad hongo a partir de la década de 1960. Qamechli y Hasakeh, las dos grandes ciudades de Jezirah, están divididas entre barrios kurdos y árabes. Los primeros son mayoría en Qamechli, pero minoría en Hasakeh. En total, la población kurda en Siria se estimaba en dos millones en 2011, de un total de 21 millones de habitantes. La mitad estaban en sus territorios de origen y la otra mitad en Alepo y Damasco. Solo en el distrito kurdo de Sheikh Maqsoud, en Alepo, vivían más de medio millón de kurdos, receptáculo del éxodo rural desde Afrin y Kobane. En el territorio que ahora es la AANES, la población kurda se estima en algo más de un millón de personas, mientras que los árabes suníes son entre 1.5 y 2 millones, incluido medio millón de desplazados de la zona gubernamental. Los cristianos (asirios, siriacos y armenios) son sólo unas decenas de miles. Según las propias autoridades eclesiásticas, más de tres cuartas partes de ellos han huido de la región desde 2011.

Los kurdos sirios fueron discriminados bajo el régimen baazista, pero no sufrieron una política genocida como en el Irak de Sadam Husein. De hecho, la peor medida contra los kurdos se remonta a 1961, cuando Siria estaba gobernada por un gobierno nacionalista. Entonces se retiró la nacionalidad siria a varias decenas de miles de kurdos que se convirtieron en extranjeros en su propio país: los «bidun-s» (indocumentados). Tenían permiso de residencia permanente, pero no podían tener propiedades ni obtener un título, ni por supuesto entrar a la universidad. Los bidun-s no podían salir de la provincia de Hasakeh sin permiso policial. No fue hasta 2011 y la revuelta en Siria cuando Bashar al Assad les devolvió la nacionalidad siria a los bidun-s de 1961 y a sus descendientes, un total de casi 300 mil personas 2. En el noreste de Siria, los kurdos quedaron excluidos en gran medida de la reforma agraria de la década de 1960, ya que no se aplicó en la provincia de Hasakeh para evitar la aparición de una clase minifundista kurda. La tierra fue confiscada a los grandes terratenientes, como en el resto del país, y luego arrendada por el Estado a los mismos grandes terratenientes, jefes tribales y burguesía urbana si eran leales al régimen baazista. El objetivo del régimen sirio era mantener subdesarrollados los territorios kurdos para que las poblaciones abandonaran las regiones rurales y fronterizas y se instalaran en las grandes ciudades para que se arabizaran y perdieran las raíces con su territorio original.

El régimen baasista no se enfrentó a ninguna resistencia armada kurda.

Fabrice Balanche

El régimen baazista no se enfrentó a ninguna resistencia armada kurda. Su dispersión en el territorio y su debilidad numérica dificultaron la creación de un poderoso movimiento nacionalista kurdo como en Irak. Además, el régimen baazista acogió en su territorio al líder del PKK, Abdullah Ocalan, y a su organización militar desde 1980. El líder kurdo era libre de desestabilizar Turquía, pero debía abstenerse de cualquier actividad política en Siria. Se permitió a los kurdos sirios unirse a las filas del PKK y luchar en Turquía. Entre ellos, cabe mencionar a los actuales dirigentes de la AANES, Ilham Ahmad, Mazloum Abdi (conocido como «Kobane») y los cientos de «cadros» (oficial o cuadro) que llegaron en 2012 de las montañas de Qandil, en Irak, para organizar las YPG. En 1998, bajo la presión turca, Hafez el-Assad se vio obligado a expulsar a Ocalan y al PKK de Siria. Perdería así una baza para controlar a los kurdos sirios. En 2004 estallaron disturbios en Qamechli, que se extendieron a todas las zonas kurdas de Siria 3, incluido el distrito kurdo de Sheikh Maqsoud, en Alepo. Sin embargo, la población árabe no mostró ninguna solidaridad contra el régimen con los kurdos, violentamente reprimidos. En el noreste, tribus árabes como los Tays, armados por el régimen sirio, participaron en la represión. Las tiendas kurdas de Qamechli y Hasakeh fueron saqueadas y miles de familias fueron expulsadas de sus hogares por vecinos árabes que se apoderaron de sus propiedades. Esto explica por qué los kurdos se desvincularon inmediatamente de la oposición siria en 2011.

El PYD, fundado en 2003 por antiguos miembros y simpatizantes del PKK, se reforzó en 2012 con la llegada de combatientes del PKK y la creación de las YPG. En el seno de la comunidad kurda estalló una guerra civil entre las YPG y milicias independientes o vinculadas al PDK sirio, que era el movimiento político kurdo más poderoso en 2011. En 2013, todas las demás milicias kurdas habían sido derrotadas o expulsadas al Kurdistán iraquí. El PKK, a través de sus organizaciones locales, el PYD y las YPG, reinaba en Rojava. El objetivo era unificar los territorios kurdos e instaurar un modelo de gobierno basado en la ideología de Ocalan. Sin embargo, los intentos de expandirse más allá de los territorios kurdos fueron infructuosos hasta que Estados Unidos apoyó a las YPG en la lucha contra el Estado Islámico en otoño de 2014. Con el apoyo de la Coalición Internacional, las YPG rescataron Kobane de manos del Estado Islámico y consiguieron eliminarlo de toda la franja fronteriza turco-siria entre el río Éufrates e Irak. En julio de 2016, las YPG se apoderaron de la ciudad de Manbej y decidieron hacer el cruce con Afrin con el objetivo oficial de cortar la carretera entre Turquía y Raqqa para que la Coalición Internacional los apoyara en la operación. De hecho, Raqqa era sólo un pretexto: el verdadero objetivo era reunificar todos los territorios kurdos del norte de Siria 4. Esto condujo a la intervención militar directa de Turquía en Siria y a su acercamiento a Rusia en agosto de 2016. Oficialmente, el objetivo de Turquía es también eliminar al Estado Islámico y liberar Raqqa, pero en realidad es la destrucción de la entidad kurda siria lo que motiva el envío de tropas turcas a Siria.

Oficialmente, el objetivo de Turquía es también la eliminación de Estado Islámico y la liberación de Raqqa, pero en realidad es la destrucción de la entidad kurda siria lo que motiva el envío de tropas turcas a Siria.

Fabrice Balanche

Con el apoyo de la Coalición internacional, las YPG crearon una alianza con las distintas milicias árabes anti-Estado Islámico: las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS). Estas último liberaron Raqqa en otoño de 2017 y luego todo el norte del valle del Éufrates hasta la captura de Baghouz, el último bastión del Estado Islámico en marzo de 2019. Rojava se convirtió, tras varios cambios de nombre, en la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES). Está dividida en varios cantones y se basa oficialmente en la democracia participativa, cuya escala básica es la comuna: una unidad de alrededor de mil habitantes. En realidad, todo esto no es más que una cortina de humo para ocultar un sistema centralizado y autoritario, cuyos verdaderos dirigentes están en la sombra, pero proceden del PKK 5. Estados Unidos y los países occidentales fingen diferenciar entre el PKK y las YPG para no perjudicar a Turquía, pero nadie se engaña. Las YPG son la columna vertebral de las FDS y son esenciales para eliminar al Estado Islámico e impedir que el ejército sirio recupere el control del noreste. Estados Unidos apuesta por el surgimiento de una nueva generación de cuadros kurdos independientes del PKK, pero esto requeriría un apoyo económico y político mucho más serio y, sobre todo, al menos una o dos décadas de paz.

1.3. Prosperidad económica al este del Tigris y estancamiento duradero al oeste

Económicamente, la situación de la AANES dista mucho de ser comparable a la del GRK y no parece posible que el Kurdistán sirio alcance el mismo nivel de desarrollo. Ciertamente, la situación económica del GRK en los años noventa no era muy diferente de la que hoy tiene la AANES. El embargo internacional a Irak, pero también la hostilidad de Turquía, Irán e Irak crearon una situación peor que la actual en el noreste de Siria, ya que la ayuda humanitaria estaba mucho más restringida. De hecho, la frontera con Turquía está cerrada, el régimen sirio grava con impuestos prohibitivos los productos destinados a la AANES y las sanciones internacionales contra Siria también le afectan en parte. Por ejemplo, la Unión Europea no puede financiar proyectos de reconstrucción en el noreste, ya que se niega a financiar la reconstrucción de Siria hasta que el régimen sirio acepte un plan de transición política conforme a la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU. Por supuesto, hay excepciones a la regla y las ONG que operan en el noreste tienen más margen de maniobra y medios financieros de los donantes occidentales que las de la Siria gubernamental, pero no se trata de lanzar un «Plan Marshall» en el territorio de la AANES. Para ello sería necesario reconocer a la AANES como gobierno local legítimo, pero debido a sus vínculos con el PKK y ante la feroz oposición de Turquía, ni los europeos ni Estados Unidos lo harán. Sólo el Parlamento de Cataluña reconoció oficialmente a la AANES en octubre de 2021. Pero el reconocimiento no es suficiente; un ejército occidental tendría que estar presente para garantizar la autonomía de la región. La presencia militar estadounidense es temporal y Rusia no tiene ningún deseo ni interés en preservar la AANES.

La Unión Europea no puede financiar proyectos de reconstrucción en el noreste, ya que se niega a financiar la reconstrucción de Siria hasta que el régimen sirio acepte un plan de transición política conforme a la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU.

Fabrice Balanche

La AANES y el GRK disponen de yacimientos de hidrocarburos que podrían proporcionarles independencia energética e ingresos por exportación. De hecho, más del 80% de la producción petrolera siria se encuentra en territorio de la AANES y el 10% del petróleo iraquí para el GRK, si excluimos los yacimientos de Kirkuk ahora bajo control federal iraquí. Sin embargo, el 80% del petróleo sirio es ahora inferior a 100 mil barriles diarios debido a la falta de mantenimiento (antes de la guerra, Siria producía 380 mil barriles diarios). En cuanto a Irak, su producción ya alcanzó los 5 millones de barriles diarios. Por tanto, la disponibilidad de petróleo no es la misma y las perspectivas de aumentar la producción siria son escasas en el estado actual. Sólo la paz y las inversiones masivas en el sector podrían devolver la producción siria a su nivel anterior a la guerra. Por tanto, la AANES no tiene que depender de una ganancia inesperada de petróleo para garantizar su desarrollo. Además, si Irak puede ceder el 10% de su producción de petróleo al GRK, no es cuestión de que Siria deje el 80% de su petróleo en manos de la AANES. Una parte del petróleo producido en el noreste ya se transfiere al régimen sirio. La AANES no tiene capacidad de refinado, salvo pequeñas refinerías que producen combustible de mala calidad y generan una contaminación considerable. Los planes de construir una refinería en el noreste por parte de una empresa estadounidense, Delta Crescent, han fracasado. El gobierno de Biden se negó a renovar la licencia de exportación de esa empresa, cercana a los Republicanos, a la que se había encargado la mejora y exportación de la producción de petróleo de la AANES en 2018.

La producción de materias primas agrícolas es la segunda riqueza de la AANES. Antes de la guerra, esta región se consideraba el granero de Siria. Gracias al amplio sistema de irrigación del valle del Éufrates, las elevadas precipitaciones de Jezirah, el combustible barato y el uso intensivo de fertilizantes fosfatados, los agricultores producían lo suficiente para garantizar la independencia alimentaria de Siria y exportar grandes cantidades en los años lluviosos. Sin embargo, este modelo de producción era anticuado y dependía del apoyo masivo del Estado y del uso depredador de los recursos hídricos. La sequía, la retención de agua por parte de Turquía, que controla las cabeceras de los ríos Éufrates y Baligh, y la intensa extracción turca de aguas subterráneas al norte de la frontera, están provocando una escasez de agua irresoluble a menos de que se reforme drásticamente el modelo de producción agrícola, lo que sería muy costoso. La AANES no tiene la capacidad técnica ni financiera para llevar a cabo esa reforma, ni siquiera con la ayuda de ONG occidentales. El antiguo granero de Siria se ve ahora obligado a importar grano para alimentar a su propia población. El pan se elabora con una mezcla de harina de trigo y soja que le da un sabor desagradable. Sigue estando subvencionada, ya que sin ella la población no podría ni alimentarse, pero está racionada.

El algodón solía ser el segundo recurso agrícola más importante de la región, pero dicho cultivo de verano requiere grandes cantidades de agua que ya no está disponible en la mayor parte de la zona. Sólo los agricultores que pueden extraer agua directamente del Éufrates tienen garantizada la cosecha. El riego mediante pozos artesianos es demasiado caro en términos de combustible, si es que los agricultores pueden permitírselo, y la mayor parte de la zona algodonera depende de este tipo de riego. Excepto en el valle del Éufrates, la superficie dedicada al algodón se ha reducido considerablemente y ahora se limita a cultivos de invierno, gracias a las precipitaciones, ya que el riego estival es prohibitivo. El abandono del algodón y otros cultivos de verano, además de la caída de la producción de cereales han privado a la población rural de la mayor parte de sus ingresos y la han hecho cada vez más dependiente de la ayuda humanitaria internacional.

El abandono del algodón y otros cultivos de verano, además de la caída de la producción de cereales han privado a la población rural de la mayor parte de sus ingresos y la han hecho cada vez más dependiente de la ayuda humanitaria internacional.

Fabrice Balanche

El GRK y la AANES se encuentran en dos marcos temporales diferentes. El primero ha alcanzado un estatus autónomo reconocido nacional e internacionalmente. La segunda solo cuenta con el reconocimiento simbólico de los países occidentales que agradecen a las FDS su lucha contra el Estado Islámico, pero a medida que se desvanece el recuerdo de las batallas de Kobane (2014) y Raqqa (2017), la gratitud occidental se desvanece y, con ella, las promesas de garantizar la autonomía kurda. Gracias a la paz, los ingresos del petróleo y una gobernanza liberal, el GRK ha logrado construir una economía próspera, desarrollar infraestructuras modernas y convertirse en un territorio atractivo para los inversionistas iraquíes y extranjeros. El nivel de vida de la población del GRK es el de un país de renta media (alrededor de 5 mil dólares per cápita/año en 2022), la tasa de pobreza de las provincias kurdas es la más baja de Irak: menos del 10% en 2020. Por otra parte, la situación económica en el noreste de Siria es desastrosa, el PIB es comparable al de los países menos desarrollados, con 500 dólares per cápita/año. La pobreza es inmensa: no hay estadísticas que describan la vida cotidiana de la población de la AANES.

No nos detendremos en las diferencias de gobernanza entre el GRK y la AANES. Ninguno de los dos sistemas puede considerarse democrático según los criterios occidentales. Sin embargo, según los estándares regionales, la gobernanza del GRK y de la AANES puede considerarse la más liberal de los dos países. Es cierto que las elecciones en el GRK están minadas por el clientelismo político, pero tienen el mérito de existir y, si bien no permiten una alternancia política, la oposición está representada. El gobierno se preocupa por el desarrollo económico y hace todo lo posible por atraer inversiones exteriores, lo que implica que hay un Estado de derecho. Existen medios de comunicación independientes y no se les molesta cuando critican al gobierno regional. La situación en la AANES es más compleja porque nunca ha tenido elecciones. Se han pospuesto sistemáticamente a causa del conflicto. El poder está bloqueado por las YPG y sus ramas políticas (PYD y CDS), que están estrecha pero discretamente vinculadas al PKK, digan lo que digan los dirigentes políticos y militares. Por supuesto, desde la euforia de la victoria en Raqqa y las promesas de un futuro mejor, las YPG han puesto un poco de agua en su vino ideológico. Ya no se trata de abolir el dinero en favor del trueque, ni siquiera de colectivizar la tierra. La poligamia ya ni siquiera está prohibida en las zonas árabes. La realidad del control político y las dificultades económicas han hecho a los dirigentes kurdos mucho más pragmáticos, pero aún hay que cortar el cordón umbilical con el PKK.

Nos encontramos, pues, ante dos situaciones y proyectos políticos extremadamente diferentes entre la AANES y el GRK. Pero ambos tienen serias dudas sobre su autonomía debido a problemas internos. La rivalidad entre el PDK y la UPK amenaza su unidad. La situación económica no es mala, pero la voluble relación con Bagdad es preocupante. En Siria, la creciente oposición de la población árabe y la crisis económica debilitan a la AANES. Hay una gran desesperación entre la población, incluidos los kurdos traumados por la pérdida de Afrin en 2018 y Ras el-Ain en 2019. Tanto en Irak como en Siria, las autonomías kurdas también se ven amenazadas por acontecimientos geopolíticos desfavorables para Occidente.

Tanto en Irak como en Siria, las autonomías kurdas también se ven amenazadas por acontecimientos geopolíticos desfavorables para Occidente.

Fabrice Balanche

2. Estados e imperios regionales aliados contra los kurdos

Las amenazas a las autonomías kurdas proceden tanto de la reconstitución de los Estados centrales como de la geopolítica regional marcada por la retirada estadounidense. Turquía e Irán no quieren que Siria e Irak vuelvan a ser Estados poderosos, pero no tienen mayor interés en que los kurdos aprovechen su debilidad para construir gobiernos locales autónomos y, en última instancia, independientes. Turquía apoya al PDK de Massoud Barzani y, por tanto, la autonomía del GRK y la fragmentación de Irak. Irán apoya a la UPK de la familia Talabani, ya que esto le permite debilitar al GRK. Irán mantiene una relación ambigua con el PKK: por un lado, es una palanca que puede utilizar contra Turquía y el PDK, pero el PKK en Siria depende de la presencia estadounidense para controlar el noreste, lo que supone un problema para Irán. En cuanto a Turquía, aliada de Estados Unidos en la OTAN, se ha acercado a Rusia e Irán en Siria precisamente para luchar contra el PKK. Los tres países tienen un interés común en que Estados Unidos abandone la región para extender su influencia, pero discrepan en el reparto del territorio. Este desacuerdo y la continua presencia militar estadounidense han permitido que las autonomías kurdas persistan hasta ahora.

Los medios occidentales se centran en las dificultades de la AANES, los atentados del Estado Islámico en Siria, los bombardeos turcos y la actitud revanchista del régimen sirio, pero olvidan que el GRK también está amenazado por Bagdad, las milicias chiíes proiraníes y el propio Irán. El PKK tiene mejores canales de comunicación en Occidente que el GRK. La «revolución de Rojava» es más un sueño en Europa que el desarrollo al estilo de Dubai de Erbil y Souleymanyeh. Las jóvenes combatientes kurdas en uniforme militar con grandes sonrisas y Kalashnikovs aparecen más a menudo en las portadas de las revistas que las estudiantes de la Universidad estadounidense de Dohuk en jeans ajustados y pegadas a su último iPhone. Es cierto que los métodos utilizados para reducir la autonomía del Kurdistán iraquí son menos sangrientos que los empleados contra el Kurdistán sirio, pero la voluntad de acabar con el GRK está igual de presente.

Los medios occidentales se centran en las dificultades de la AANES, los atentados del Estado Islámico en Siria y los bombardeos turcos, la actitud revanchista del régimen sirio, pero olvidan que el GRK también está amenazado por Bagdad, las milicias chiíes proiraníes y el propio Irán.

Fabrice Balanche

2.1. La lenta pero decidida asfixia del Kurdistán iraquí a manos de Bagdad

En 2018, tras el referéndum sobre la independencia del Kurdistán iraquí, las milicias chiíes expulsaron a los peshmerga del PDK y la UPK de la mayoría de los territorios en disputa, en particular de la región de Kirkuk, rica en petróleo (15% del petróleo iraquí). La devolución de Kirkuk al control federal priva al GRK de un recurso económico esencial para emanciparse de la tutela financiera de Bagdad. En 2014, debido a la caída de los precios del petróleo, la explotación directa de nuevos yacimientos por parte del GRK y el deseo del primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki, de centralizar el país, el gobierno federal interrumpió las transferencias financieras al GRK, a pesar de que la Constitución iraquí prevé que reciba el 17% del presupuesto federal. Este porcentaje es superior al de la población que vive en el GRK, pero también era para compensar a los kurdos por el genocidio cometido contra ellos por el régimen baazista. La venta de petróleo de Kirkuk por parte de las fuerzas kurdas entre 2014 y 2017 ayudó a compensar parte del déficit, pero el GRK se sumió entonces en una grave crisis financiera de la que no salió hasta 2021. La racionalización de las finanzas públicas y el retorno de las transferencias de Bagdad permitieron volver a pagar íntegramente a los empleados del GRK. Pero tras las elecciones parlamentarias de 2021, las transferencias volvieron a ser irregulares e incompletas en 2022. El primer ministro kurdo, Masrour Barzani, visitó Bagdad en enero de 2023 para intentar encontrar un acuerdo duradero con el primer ministro Mohamed Shia al-Soudani, pero sin éxito.

La gestión de los hidrocarburos es el otro gran punto de desacuerdo entre Erbil y Bagdad. El GRK lleva desde 2004 ofreciendo concesiones petrolíferas a empresas extranjeras para que desarrollen su propia producción. Luego construyó un oleoducto para exportarlo directamente a través de Turquía. Bagdad lo rechaza y afirma que los hidrocarburos son responsabilidad exclusiva del Estado federal, pero el GRK no está de acuerdo. En Irak no existe una ley sobre recursos naturales, a diferencia del GRK, que promulgó una ley en 2007 que le permite explotar y exportar hidrocarburos desde su territorio. En febrero de 2022, el Tribunal Supremo iraquí declaró inconstitucional esta ley e ilegales todos los contratos firmados por el GRK con empresas extranjeras. El GRK protesta y argumenta que en Irak no existe una ley sobre recursos naturales y que, por tanto, la sentencia del Tribunal Supremo es abusiva por carecer de fundamento. Se inició una batalla legal entre Bagdad y Erbil, pero tenía pocas posibilidades de desembocar en una decisión aceptada por ambas partes porque, en este contexto, prevalecía la ley del más fuerte. Bagdad presiona a las petroleras para que abandonen el Kurdistán si quieren acceder a los ricos yacimientos del sur y Kirkuk. Así es como Total Energie vendió sus acciones en el Kurdistán, condición indispensable para reclamar un impresionante contrato en el sur de Irak estimado en 25 mil millones de dólares; hasta la fecha, no se ha firmado nada. Las dificultades se acumulan y Total Energie podría ver cómo el contrato se le escapa de las manos. Las empresas chinas y rusas que operan en el Kurdistán e Irak están menos sujetas a este tipo de chantaje por parte de Bagdad, ya que cuentan con el apoyo de Irán. También aceptan asumir más riesgos que las empresas occidentales debido a las sanciones estadounidenses que castigan a las empresas que trabajan con subcontratistas vinculados a Irán. El estira y afloja entre Bagdad y Erbil podría acabar con el ejército federal o las milicias proiraníes tomando el control de la frontera entre Irak y Turquía, como ocurrió en Kirkuk en 2018. También cabe imaginar una salva de misiles contra instalaciones kurdas de petróleo y gas disparados por milicias chiíes proiraníes por orden de Teherán.

El estira y afloja entre Bagdad y Erbil podría acabar con el ejército federal o las milicias proiraníes tomando el control de la frontera entre Irak y Turquía, como ocurrió en Kirkuk en 2018.

Fabrice Balanche
El Kurdistán iraquí, el Gran Zab

La otra forma de revertir las autonomías kurdas para Bagdad es fomentar la división entre la UPK y el PDK. La UPK se desestabilizó por las disputas sucesorias tras el derrame cerebral de Jalal Talabani en 2012 y su muerte en 2017. Su esposa actuó como regente, intentando mantener unido al partido hasta que Bafel Talabani tuvo edad suficiente para tomar las riendas del poder en Suleymanyeh. Pero para ello tuvo que eliminar a competidores, como el exalcalde de Kirkuk, Najmaldin Karim, que se exilió en Estados Unidos en 2018, y sobre todo a su primo Lahour, exjefe de los servicios de inteligencia de la UPK, muy hostil a cualquier colaboración con el PDK. Por último, dentro de la UPK, la sucesión dinástica es disputada. En un principio, hay que recordar que la UPK nació de la oposición dentro del PDK al control del partido por parte de la familia Barzani. Así que no se trataba de reproducir el mismo modelo dentro de la UPK. Esto llevó a algunos de los miembros de la UPK a crear un nuevo partido, el Gorran, fundado por Nawshirwa Mustapha en 2009. Pero este partido no logró presentar una alternativa sostenible y perdió su representación en el Parlamento iraquí en las elecciones de 2021. En 2017 surgió un nuevo partido político en Suleymanyeh: «Nueva Generación», que reúne de nuevo a los decepcionados de la UPK y Gorran. En las elecciones parlamentarias de 2021, Nueva Generación ganó la ciudad de Souleymanyeh a costa de la UPK. El PDK, en cambio, resistió mucho mejor y ahora tiene el doble de diputados en el Parlamento iraquí (34 escaños) que la UPK (15 escaños) gracias a su arraigo en Dohuk y Erbil. El partido de Massoud Barzani se encuentra, por tanto, en una posición de fuerza en el Parlamento iraquí y en el GRK. En términos de desarrollo, Erbil también ha superado a Suleymanyeh.

En 2003, Suleymanyeh y Erbil tenían un tamaño comparable, con cerca de medio millón de habitantes. Veinte años después, la capital del Kurdistán iraquí se ha impuesto claramente con 1.5 millones de habitantes frente al millón de Souleymanyeh. El aeropuerto internacional de Erbil es dinámico, mientras que el de Souleymanyeh está estancado. ONG, representaciones diplomáticas y empresas extranjeras se instalan en Erbil. La región de Souleymanyeh es mucho menos rica en petróleo, lo que priva a la UPK de ingresos que podrían reciclarse en bienes inmuebles como en Erbil. Los derechos de aduana generados por los pasos fronterizos con Irán son menos lucrativos que los de Ibrahim Khalil con Turquía y Faysh Khabour con la AANES, controlados por el PDK. La pérdida de Kirkuk y sus campos petrolíferos fue un desastre económico para la UPK. La explotación de los yacimientos de gas descubiertos recientemente al norte de Suleymanyeh podría revitalizar la economía de la zona de la UPK, pero sin permitirle alcanzar a Erbil. Esta marginación crea resentimiento hacia el PDK, cuando se supone que ambos partidos gestionan juntos el GRK. Bagdad juega con esta división para debilitar al GRK. Ofrece a Suleymaneyh un estatuto autónomo separado que le permitiría obtener directamente y sin demora su parte del presupuesto federal. Pero, ¿puede la UPK creerse las promesas de Bagdad? El objetivo del poder central es que el GRK desaparezca en favor de tres provincias kurdas (Dohuk, Erbil y Souleymanyeh) 6 que pueden tener más autonomía que las demás provincias iraquíes, pero que presentan menos resistencia al centro. Esta ruptura del GRK permitiría alejar definitivamente para Bagdad el fantasma de la independencia del Kurdistán iraquí.

2.2. Damasco no concede nada a los kurdos

Entre Damasco y la AANES, las negociaciones están estancadas desde la ofensiva turca de octubre de 2019. El gobierno sirio exige la reintegración pura y simple de la AANES bajo su control y la disolución de sus instituciones en favor de la administración siria: las milicias que constituyen las FDS se integrarán al ejército sirio, y se romperá su unidad. A cambio, el régimen promete una amnistía general para todos los que hayan colaborado con la AANES, el reconocimiento de los diplomas expedidos hasta ahora y la enseñanza de la lengua kurda como opción. Por supuesto, estas medidas son consideradas muy insuficientes por los dirigentes de la AANES, que exigen conservar su autonomía, su gobernanza y la cohesión de las FDS. Aceptan que la bandera siria ondee junto a la de la AANES y compartir el petróleo con el régimen sirio, como ya ocurre en la actualidad, pero se niegan a que éste se haga con el control total de este recurso esencial para garantizar su autonomía económica.

Por tanto, ambos puntos de vista están muy alejados, por no decir que son incompatibles. No era el caso antes de la ofensiva turca de octubre de 2019. En aquel momento, Bashar al-Assad estaba más abierto a los kurdos. Les prometió un acuerdo comparable al que habían alcanzado con los rebeldes del sur. Gracias a la mediación rusa, los rebeldes de la región de Deraa habían aceptado el regreso del régimen en julio de 2018 tras una breve batalla y muchas garantías. El ejército sirio no debía regresar y dejar que los exrebeldes se autoprotegieran. Los antiguos funcionarios debían ser reintegrados, a los jóvenes se les concedieron 18 meses para cumplir con sus obligaciones militares, algunos de ellos, así como las milicias rebeldes, fueron integrados en el 5º cuerpo del ejército sirio bajo protección rusa. La policía militar rusa se desplegó en esta zona para garantizar el cumplimiento de los acuerdos. Sin embargo, en la primavera de 2019, el ejército sirio había recuperado el control directo de todas las localidades de la región, y las promesas de amnistía, indulto militar y reincorporación de los funcionarios no se habían cumplido. En estas condiciones, huelga decir que los dirigentes de las AANES podían dudar legítimamente de la buena fe de Damasco, que no los animaba a negociar, sobre todo porque pensaban que podían contar con el apoyo inquebrantable de Occidente, ahora que habían obtenido la victoria final contra el Estado Islámico en Baghouz en marzo de 2019.

Manifestación en Amouda en octubre de 2019, Kurdistán sirio

El 6 de octubre de 2019, Donald Trump ordenó la retirada de las tropas estadounidenses de la frontera sirio-turca entre Tel-Abyad y Ras al-Ain. Al día siguiente, el ejército turco y sus aliados sirios lanzaron un ataque contra las FDS. Se ordenó a las tropas estadounidenses que se retiraran completamente de la AANES. Francia protestó contra la ofensiva turca, pero no hizo nada para oponerse a ella y los 450 soldados franceses presentes en el lugar siguieron a los estadounidenses en el camino hacia Irak. Las FDS son incapaces de resistir contra el ejército turco, su artillería y su fuerza aérea. En la retaguardia, las células del Estado Islámico salen de la nada y organizan atentados. Mazloum Kobane se ve obligado a negociar con Rusia el regreso del ejército sirio y el despliegue de tropas rusas en las fronteras y líneas del frente con Turquía para evitar la destrucción total de la AANES. Según estos acuerdos, las FDS debían integrarse al ejército sirio a corto plazo. Pero al final, Estados Unidos decidió no evacuar completamente el noreste sirio, lo que permitió a Mazloum Kobane ganar tiempo con Rusia y Damasco. Desde entonces, la situación no ha cambiado, pero el régimen sirio rechaza ahora cualquier concesión autónoma a la AANES, convencido de que no tendrán más remedio que regresar incondicionalmente al Estado sirio a menos que sean destruidas por Turquía en una futura ofensiva. La presencia estadounidense es esencial para la supervivencia de la AANES. Por tanto, todo depende de la voluntad de Estados Unidos de permanecer en el noreste de Siria. Damasco, Teherán y Moscú están convencidos de que se trata de algo muy temporal. Las delegaciones rusas que visitan Mazloum Kobane desde noviembre de 2022 le piden que aplique el acuerdo de octubre de 2019 si no quiere que Turquía lance un nuevo asalto.

Desde 2019, la situación no ha cambiado, pero el régimen sirio rechaza ahora cualquier concesión autónoma a la AANES, convencido de que no tendrán más remedio que regresar incondicionalmente al Estado sirio a menos que sean destruidas por Turquía en una futura ofensiva.

Fabrice Balanche

Damasco se siente en una posición fuerte frente a la AANES, sobre todo porque el régimen conoce sus debilidades en casa. Damasco puede acentuar los problemas económicos de la región bloqueando, por ejemplo, la ayuda humanitaria de la ONU que ahora tiene que transitar por su territorio. En julio de 2020, Rusia vetó en el Consejo de Seguridad de la ONU la ayuda transfronteriza a la AANES. El régimen sirio también puede cerrar los pasos «fronterizos» entre su territorio y el de la AANES o imponer impuestos prohibitivos a las mercancías. Si la AANES no entrega el petróleo que se le exige, el ejército sirio aísla los enclaves kurdos de Shahba, al norte de Alepo, y Sheikh Maqsoud (el distrito kurdo de Alepo). Bashar al-Assad sigue manteniendo lazos amistosos con los jefes tribales árabes de la AANES. Sabe que no apoyan la dominación kurda, y que mantienen un perfil bajo porque disponen de fuerza militar y recursos financieros. En cada jefatura, el miembro más joven de la familia sigue manteniendo excelentes relaciones con Damasco, mientras que el mayor tiene responsabilidades dentro de la AANES. Es el caso de la tribu Shammar, donde el jeque Hamidi 7 es vicepresidente del cantón de Jezireh y su milicia, la Sanadid, colabora estrechamente con las YPG desde 2013. Sin embargo, su hermano sigue residiendo en el distrito gubernamental de Qamechli con su guardia. Mantiene las mejores relaciones con los servicios de seguridad sirios, y exhibe con orgullo el retrato de Bashar al-Assad en su sala de recepción.[nota]Lo visité en marzo de 2017[/nota]. No hay animadversión entre los dos hermanos, sino simplemente un reparto de papeles para estar siempre en el bando ganador: una tribu sólo trabaja en su propio interés. Su lealtad a las YPG es transaccional y temporal, porque ni siquiera el Shammar puede aceptar una región kurda autónoma.

Por todas estas razones, tanto internas como externas, las negociaciones con Damasco se han estancado. Los kurdos tampoco confían en el régimen sirio. No pueden esperar convertirse en su aliado y conservar así su autonomía, porque Bashar al-Assad volverá a apoyarse en las tribus árabes en detrimento de los kurdos, como ocurría antes de la guerra civil. Por ejemplo, la tribu Tays de la región de Qamechli se ha mantenido incondicionalmente pro-régimen, su territorio es un enclave del ejército sirio dentro de la AANES. La tribu está armada por el régimen y se niega a que las FDS entren a su territorio. Antes de 2011, los Tays tenían prácticamente el monopolio del contrabando con Turquía gracias a la tolerancia de las autoridades sirias. A cambio, prestaron servicios menores como la represión de la revuelta kurda de 2004. Encontramos situaciones comparables en Deir al-Zor, Manbej, Hasakeh y Raqqa, con otras tribus que sueñan con recuperar su superioridad de antes de la guerra y los beneficios que la acompañan, como la explotación de tierras estatales, el empleo privilegiado en la función pública, etc. Por lo tanto, los kurdos saben que no tienen otra opción para garantizar su libertad y sus bienes que mantener su propia organización militar.

Por lo tanto, los kurdos saben que no tienen otra opción para garantizar su libertad y sus bienes que mantener su propia organización militar.

Fabrice Balanche
Frontera Irak-Siria-Faysh Khabour

En el caso sirio, como en el iraquí, en cuanto los Estados centrales recuperan cierta estabilidad, intentan suprimir las autonomías locales, sobre todo cuando se trata de los kurdos. Se reaviva el nacionalismo árabe. Es una excelente forma de reconciliar a sirios e iraquíes de todas las creencias, divididos por una violenta guerra civil comunal, que convierte a los kurdos en el enemigo interior. Hay que recordar que ésta es la base de la ideología baazista definida por Michel Aflaq y sus amigos. Esos jóvenes ideólogos cristianos y alauitas vieron que las divisiones confesionales dividían a los árabes y permitían al colonialismo dominar el país. Por tanto, era necesario encontrar una ideología que los uniera y garantizara a las minorías no suníes de Siria que no se verían sumidas de nuevo en la dhimitud (sumisión). En Irak, la minoría árabe suní gobernante necesitaba una cortina de humo ideológica para dominar un país de mayoría chií. El baazismo unió a los árabes, pero excluyó a los kurdos de la comunidad nacional. Ese racismo antikurdo está profundamente arraigado en la mentalidad, lo que explica por qué no existe una alianza entre los alauitas y los kurdos en Siria, a pesar de su desconfianza mutua hacia la mayoría árabe suní. Por el contrario, el régimen intenta federar a las diferentes comunidades acusando a los kurdos de ser la causa de todas las desgracias de Siria: roban los cereales, el petróleo, la electricidad de las presas, etc. En Irak, los árabes suníes de Mosul culpan a los kurdos de la lenta reconstrucción de la ciudad para que Erbil pueda continuar su desarrollo. La población chií de Basora se queja de no beneficiarse de la explotación petrolera, pero en lugar de culpar al gobierno central, es a los kurdos a quienes se acusa de desviar las ganancias inesperadas del petróleo en beneficio propio. De Mosul a Basora, el kurdo es considerado el enemigo interior. La lógica nacionalista árabe y estatal se combina para negar cualquier autonomía a los kurdos de Siria e Irak. Los mismos argumentos utiliza Recep Tayep Erdogan para federar a la población turca y esperar ganar las elecciones presidenciales de mayo de 2023. En cuanto a Irán, acusa a los kurdos de separatismo para intentar superar la crisis actual jugando con la oposición entre persas y minorías étnicas. Esto explica la simultaneidad de los ataques antikurdos de Irán y Turquía, aunque sus lógicas imperiales en la región deberían ser favorables a las autonomías kurdas en Siria e Irak.

2.3. Los kurdos sirios e iraquíes están en el centro de un espacio geopolítico colchón

Siria, Líbano e Irak son ahora un espacio geopolítico colchón bajo la influencia de los poderosos vecinos Turquía, Irán, Arabia Saudita e Israel, pero también el epicentro del nuevo arco global de crisis entre Occidente, liderado por Estados Unidos, y la pareja euroasiática de Rusia y China. En el plano regional, Irán y Turquía reavivan su vocación imperial. En el Sur, Israel y Arabia Saudita se contentan con una posición defensiva frente al espacio dominado en gran medida por sus enemigos. En cuanto a Estados Unidos, tiende a querer arreglar el conflicto internacional y regional en la zona para evitar que se extienda al Golfo Árabe-Pérsico, que es el centro de sus intereses regionales.

Siria, Líbano e Irak son ahora un espacio geopolítico colchón bajo la influencia de los poderosos vecinos Turquía, Irán, Arabia Saudita e Israel, pero también el epicentro del nuevo arco global de crisis entre Occidente, liderado por Estados Unidos, y la pareja euroasiática de Rusia y China.

Fabrice Balanche

En la historia contemporánea de Medio Oriente, Estados Unidos es un recién llegado. El Pacto de Quincy de 1945 marcó el inicio de su intervención en la región y la retirada de Irak el comienzo de su declive. Las potencias europeas, Francia y Gran Bretaña, ya no cuentan mucho. La defensa de la ruta del Índico y la estrategia lacustre francesa han muerto. Por otro lado, Rusia, Turquía e Irán continúan su expansión secular a pesar de los cambios de régimen. La Rusia de Putin retoma la política de la URSS, que fue la del Imperio zarista: el descenso a los mares cálidos, en este caso el Mediterráneo oriental. Turquía quiere reconstituir el Imperio Otomano, al menos mediante la influencia política y económica, si no es mediante la anexión de territorios árabes. La lucha contra el PKK sirve de pretexto para justificar sus bases y operaciones militares en Siria e Irak. En cuanto a Irán, sigue queriendo proteger su frontera occidental conquistando el otro lado de los Zagros hasta el Mediterráneo. Se apoya en comunidades chiíes y afines, como los alauíes en Siria y los shabaks en Irak. La República Islámica añadió un objetivo ideológico: la destrucción de Israel para justificar la construcción de este «eje de resistencia» 8 -milicias chiíes iraquíes, régimen alauí en Siria y Hezbolá en Líbano-.

El eje iraní es secante con la estrategia rusa. Por este motivo, ambos países colaboran muy eficazmente en Siria. La alianza ruso-iraní frustra los planes turcos, pero las tres potencias muestran pragmatismo en el marco de la conferencia de Astana. Turquía obtiene su parte a costa de los kurdos, Siria e Irak, siempre que no interfiera en los planes rusos e iraníes. Estados Unidos se resiste, Israel intenta alejar lo más posible a los iraníes de su frontera mediante ataques aéreos, pero también negociando con Rusia… En cuanto a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, intentan más utilizar el poder blando financiero para evitar que Siria e Irak caigan totalmente en el caso iraní. Esta confrontación geopolítica mantiene la fragmentación territorial resultante de las guerras civiles. Las lógicas imperiales se oponen a la reconstitución de los Estados centrales. En teoría, esta configuración geopolítica podría ser favorable al mantenimiento de las autonomías kurdas. Pero sucede todo lo contrario.

En Siria, los kurdos se encuentran entre el martillo turco y el yunque sirio. La supervivencia de la AANES depende del apoyo económico occidental y de la presencia militar estadounidense. El acercamiento entre la Siria de Bashar al-Assad y la Turquía de Erdogan bajo los auspicios de Rusia conducirá a una operación conjunta contra la AANES. A menos de que Mazloum Kobane acepte el diktat ruso-sirio. Estados Unidos lo anima a resistir, pero ¿puede proteger a sus aliados de una ofensiva turca? En el contexto de la guerra en Ucrania, la prioridad estadounidense es hacer todo lo posible por mantener a Turquía en el campo de la OTAN. En esta ecuación, el destino de la población kurda del norte de Siria cuenta poco. Rusia no duda en recordar a los kurdos los precedentes de Afrin y Ras al-Ain para explicarles que no tienen nada que esperar de Occidente. Por lo tanto, deben agarrar la mano rusa antes de que Turquía lance su ofensiva. Pero, ¿pueden los kurdos sirios confiar más en Rusia? Parece que a Rusia le interesa mantener una entidad kurda que amenace a Turquía, una excelente forma de obligarla a mantener buenas relaciones con Turquía. Hay que recordar que fue la amenaza kurda la que hizo que Turquía cambiara de bando en agosto de 2016, permitiendo el éxito de la intervención rusa en Siria, que culminó con la reconquista total de Alepo en diciembre de 2016. Es cierto que los kurdos importan tan poco a Rusia como a Estados Unidos en lo que respecta al conflicto ucraniano; pero la política exterior de una dictadura tiene más consistencia que la de una democracia. Los kurdos ya lo han experimentado amargamente con Donald Trump.

Los kurdos importan tan poco a Rusia como a Estados Unidos en lo que respecta al conflicto ucraniano; pero la política exterior de una dictadura tiene más consistencia que la de una democracia. Los kurdos ya lo han experimentado amargamente con Donald Trump.

Fabrice Balanche

Los kurdos iraquíes también están preocupados por el apoyo estadounidense. A pesar de su lucha contra el Estado Islámico en el norte de Irak, Estados Unidos no apoyó el referéndum de independencia de 2017. Al año siguiente, permitió a las milicias chiíes iraquíes, dirigidas por Qassem Suleimani, apoderarse de Kirkuk y expulsar a los peshmerga de la mayor parte de los «territorios en disputa». No obstante, los milicianos fueron bloqueados cuando pretendían apoderarse de Faysh Khabour, puesto fronterizo con Siria, y de Ibrahim Khalil, puesto fronterizo con Turquía, lo que habría supuesto el cerco completo del GRK, pero también habría privado a Estados Unidos del acceso al noreste sirio por tierra. Este episodio dejó un sabor amargo a los dirigentes kurdos de Erbil, que dudan de la protección estadounidense en caso de un nuevo asalto proiraní. Por ello, han diversificado sus aliados, otorgando una importante concesión petrolera a la empresa rusa Lukoil en 2019 y proyectos inmobiliarios a China. Pero es sobre todo en la Turquía de Erdogan donde Massoud Barzani cuenta en caso de vacante estadounidense. Turquía tiene muchos intereses económicos en el norte de Irak y el PDK colabora en la lucha contra el PKK. Por último, los dirigentes kurdos intentan perdonar a la República Islámica permitiendo que los productos iraníes entren en el territorio sin pagar impuestos. Guardan silencio sobre la protesta que comenzó en septiembre de 2022 en Irán, al igual que todos los medios de comunicación del GRK.

Las autonomías kurdas dependen de las estrategias imperiales de Estados Unidos y Rusia

Por tanto, el futuro de las autonomías kurdas parece sombrío. La AANES podría simplemente desaparecer y la población kurda ser objeto de una limpieza étnica. Este es el objetivo de Turquía, que pretende asentar a los refugiados y desplazados sirios, árabes suníes y turcomanos, en la franja de treinta kilómetros que reclama al sur de su frontera. Este proceso ya está en marcha en Afrin, al-Bab y Ras al-Ain. El siguiente objetivo es, por supuesto, Kobane, para poder lograr la unión entre al-Bab-Jerablous y Tel Abyad-Ras al-Ain. Kobane es también el símbolo de la resistencia kurda al Estado Islámico, que Erdogan sueña con destruir para halagar el nacionalismo turco, esencial para su reelección en mayo. La autonomía del GRK parece más segura, pero corre el riesgo de verse erosionada por la acción conjunta de Bagdad e Irán. La rivalidad entre el PDK y la UPK, instrumentalizada por Irán, podría conducir a la ruptura de la región autónoma en dos entidades separadas. La región de Suleymanyeh, bajo protectorado iraní, recibe trato directamente de Bagdad. Mientras que los distritos de Erbil y Dohuk permanecerían bajo el control del PDK, unidos o separados administrativamente, pero bajo protección estadounidense-turca.

Puesta de sol en el Kurdistán iraquí

Los herederos de los imperios persa y otomano están creando entidades autónomas vasallizadas en su periferia, basadas en el modelo ruso (Abjasia, Osetia del Sur, Donbas, etc.), que les permiten debilitar a los Estados centrales, aunque también estén bajo su dominio. Las rivalidades entre el territorio autónomo y el Estado central confieren al poder tutelar un papel de árbitro que refuerza su dominio. En esta configuración, Siria e Irak conservan sus fronteras, pero tienen que aceptar autonomías locales de facto, siempre que sean favorables al Imperio vecino. Por desgracia, las autonomías kurdas no cuentan con el apoyo ni de Turquía ni de Irán. Su salvación vendría más bien de los rusos y los estadounidenses si decidieran mantener su presencia en Medio Oriente, cuyo territorio no está amenazado por el irredentismo kurdo y que los necesitan como palancas estratégicas y bases logísticas. Para conservar su autonomía, a los kurdos no les queda más remedio que vincular su destino sobre todo a las estrategias imperiales estadounidense y rusa, a potencias que no tienen amigos sino sólo intereses y que no estarán en absoluto en deuda con ellos.

Notas al pie
  1. “Khamenei urges Iraqi PM to stand up to common ‘enemies’”, al-Monitor, 29 de noviembre 2022
    https://www.al-monitor.com/originals/2022/11/khamenei-urges-iraqi-pm-stand-common-enemies#ixzz7rK3CPXkq
  2. Roussel, Cyril. « La construction d’un territoire kurde en Syrie : un processus en cours », Maghreb – Machrek, vol. 213, no. 3, 2012, pp. 83-98
  3. Tejel, Jordi. « La nouvelle donne kurde au regard du passé », Études, vol. , no. 2, 2017, pp. 19-29.
  4. Balanche, Fabrice. “Rojava’s Sustainability and the PKK’s Regional Strategy”, The Washington Institute for Near East Policy, 24 de agosto 2016, https://www.washingtoninstitute.org/policy-analysis/rojavas-sustainability-and-pkks-regional-strategy
  5. Balanche Fabrice, “From Qamishli to Qamishlo: A Trip to Rojava’s New Capital”, The Washington Institute for Near East Policy, 8 de mayo 2017, https://www.washingtoninstitute.org/policy-analysis/qamishli-qamishlo-trip-rojavas-new-capital
  6. El GRK tiene oficialmente 4 provincias con Halabja fundada en 2012 por el GRK, pero el Parlamento iraquí se ha negado a reconocerla oficialmente.
  7. Fallecido en 2022.
  8. Balanche, Fabrice, « From the Iranian Corridor to the Shia Crescent”, Hoover Institution Press, 17 de agosto 2018. https://www.hoover.org/research/iranian-corridor-shia-crescent