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Los datos publicados hoy martes 24 de septiembre por el instituto Ifo muestran un nuevo deterioro de la confianza empresarial: el índice de clima empresarial se sitúa en 85,4 en septiembre (frente a 86,6 en agosto), lo que supone una cuarta caída consecutiva. Ayer, el índice PMI compuesto bajó a 47,2 (frente a 48,4 en agosto), según la encuesta preliminar de S&P Global, lo que indica que la economía alemana se contrae al ritmo más rápido de los últimos siete meses1. El PIB alemán ya se había contraído un 0,1% entre abril y junio.

En el sector manufacturero, el corazón de la economía alemana, el índice alcanzó su nivel más bajo desde junio de 2020.

  • La encuesta Ifo se considera uno de los principales indicadores de la salud de la economía alemana, ya que sondea a más de 9.000 empresas de los sectores manufacturero, servicios, comercio y construcción.
  • «La economía alemana vuelve a estar donde estaba hace un año: por detrás de los demás países de la eurozona en términos de crecimiento», ha declarado Carsten Brezski, Director Global de Análisis Macroeconómico de ING. Todos los indicadores de sentimiento disponibles para los dos primeros meses del trimestre «ofrecen muy pocos motivos para el optimismo»2.
  • La evolución de la economía alemana repercute en toda Europa. En septiembre, la actividad empresarial de la eurozona cayó por primera vez desde febrero, mientras que el índice compuesto de gestores de compras (PMI) de la eurozona descendió a 48,9 en septiembre, frente a 51 en agosto, lo que indica una contracción. Las principales razones aducidas para esta tendencia son la debilidad de las economías francesa y alemana.

Desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, la economía alemana ha obtenido peores resultados que sus homólogas. Con el telón de fondo de la ralentización de la economía china, ha perdido dos de los factores que aseguraron su crecimiento en las últimas décadas: la energía barata rusa y el acceso al mercado chino.

Estos últimos indicadores se suman al tenso clima en Berlín, donde la coalición gobernante formada por el SPD de Olaf Scholz, los Verdes y los Liberales está siendo sometida a un minucioso escrutinio tras las elecciones en Brandeburgo.

  • Tras el éxito de la AfD en Turingia, donde el partido se impuso con el 32,8% de los votos, las elecciones en Brandeburgo revelan una profunda transformación de las fuerzas políticas en Alemania.
  • Mientras que el SPD logró situarse por delante de la extrema derecha con el 30,9% de los votos (frente al 29,2% de la AfD), los Verdes no consiguieron entrar en el Landtag, perdiendo tanto la marca del 5% como el mandato directo que les habría permitido acceder al reparto de escaños. Además, dada la dificultad de formar una coalición, no parece probable que la fuerte derrota de la CDU (12,1% de los votos) beneficie al canciller Scholz.
  • El lunes 23 de septiembre, el Ministro Federal de Hacienda, Christian Lindner (FDP), declaró que la coalición tendría que encontrar una posición común sobre inmigración, economía y presupuesto antes del 21 de diciembre, so pena de poner en entredicho su futuro.
  • La aprobación del presupuesto para 2025 podría convertirse en una prueba insuperable para la coalición tricolor, especialmente en caso de una sentencia negativa del Tribunal Constitucional Federal sobre el recargo de solidaridad (Solidaritätszuschlag), que dejaría un agujero de 12.700 millones de euros en el proyecto de presupuesto y haría imposible de facto cumplir la norma del «freno a la deuda» defendida sobre todo por el FDP.

Con vistas a las elecciones federales de septiembre de 2025, para las que la CDU-CSU lidera actualmente las encuestas, el SPD está estudiando si mantener a Scholz en el cargo supondría realmente una ventaja. Tanto Scholz como Merz obtuvieron el 30% de los votos en un sondeo de Insa que ponía a prueba una hipotética elección directa del Canciller3.