Según fuentes cercanas al caso, las discusiones sobre la conclusión de un acuerdo entre Estados Unidos y Arabia Saudí —el «megadeal» que debería conducir a la normalización de las relaciones entre Riad y Tel Aviv— avanzaron durante la visita de Antony Blinken al Reino, que concluyó el martes 30 de abril1.

La ampliación de los Acuerdos de Abraham a Arabia Saudí es una de las prioridades de la política de la administración Biden en Oriente Medio. Esta política se vio permanentemente socavada por el ataque de Hamás del 7 de octubre y sus ramificaciones.

  • Desde que Mohammed ben Salmane (MBS) llegó al poder a finales de 2022, Riad se ha embarcado en una audaz política de acercamiento y normalización con Israel.
  • Antes del ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre, el consenso era que este esfuerzo tomaría forma en otoño de 2023 o durante 2024.
  • La parte del acuerdo que trata de las relaciones entre Arabia Saudí e Israel parece estar ahora en punto muerto, mientras que los intentos de poner en marcha un alto el fuego entre Hamás e Israel han fracasado todos hasta ahora.
  • Benjamin Netanyahu se niega a reconocer cualquier Estado palestino.

Riad desea proseguir un acercamiento bilateral con Washington condicionando el acuerdo a la aceptación por Israel de una solución de dos Estados, como estaba previsto inicialmente2. Este «plan B» sería una victoria estratégica para MBS, que conseguiría estrechar lazos con Estados Unidos en los campos de la defensa, la inteligencia artificial y la energía nuclear, pero supondría una derrota (al menos temporal) para la administración Biden, al posponer aún más una posible solución de la cuestión palestina.

Mientras Blinken sigue pidiendo públicamente un alto el fuego en Gaza3, la información que se ha hecho pública esboza los posibles contornos del acuerdo con Arabia Saudí:

  • consistiría en un pacto de defensa mutua similar al tratado firmado entre Washington y Seúl tras el armisticio de Panmunjeom de 1953 ;
  • Estados Unidos ayudaría a Riad a desarrollar un programa nuclear civil, y el Reino daría a Washington acceso a sus reservas de uranio;
  • a cambio de limitar las inversiones chinas en Arabia Saudí, Estados Unidos aumentaría sus inversiones en inteligencia artificial y tecnología cuántica en el país, y podría autorizar la transferencia de equipos militares más sofisticados.

Si Estados Unidos y Arabia Saudí consiguen encontrar una posición común sobre un acuerdo de este tipo, es casi seguro que se enfrentaría a una fuerte oposición en el Senado, donde se requieren dos tercios de los votos para que un tratado sea ratificado. Además de las reservas sobre compartir tecnologías militares y nucleares con un Estado muy criticado por sus violaciones de los derechos humanos, algunos senadores, entre ellos el republicano Lindsey Graham, creen que un acuerdo sin normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí no recibiría la mayoría de 67 votos necesaria4.

Notas al pie
  1. Alberto Nardelli, Jennifer Jacobs y Peter Martin, « US and Saudis Near Defense Pact Meant to Reshape Middle East », Bloomberg, 1 de mayo de 2024.
  2. Julian Borger, « Saudis push for ‘plan B’ that excludes Israel from key deal with US », The Guardian, 1 de mayo de 2024.
  3. Publicación X (Twitter) de כאן חדשות, premier 1 de mayo de 2024.
  4. Publicación de Lindsey Graham en X (Twitter), 1 de mayo de 2024.