Israel, Hamás: la guerra de Sucot

El Medio Oriente según Nasrallah: la geopolítica de Hezbolá 

En Europa, poco o nada se sabe de una de las figuras más influyentes del Oriente Próximo contemporáneo. Desde el estallido de la guerra de Sucot, Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá en Líbano, ha pronunciado varios discursos. Las imágenes de sus dos últimos discursos han dado la vuelta al mundo. En su discurso de noviembre, explicó la estrategia de la organización tras el estallido de la guerra por Hamás. Lo traducimos, presentamos y comentamos línea por línea.

Autor
Aurélie Daher
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© AP FOTO/HASSAN AMMAR

El 3 de noviembre de 2023, Hassan Nasrallah, secretario general del Hezbolá libanés, habló por primera vez sobre la reanudación a gran escala del conflicto armado israelo-palestino el 7 del mes anterior. En vísperas de este discurso, abundaron las especulaciones sobre su contenido. En los círculos políticos, tanto de expertos como de medios de comunicación occidentales, se preguntaban por qué el líder de Hezbolá había guardado silencio durante tanto tiempo. Sobre todo, temían el anuncio de una ofensiva a gran escala contra Israel desde Líbano, o incluso una «yihad» contra Estados Unidos. 

A este discurso seguirían otros tres, entre noviembre de 2023 y enero de 2024. Dos de ellos se planearon independientemente del contexto, ya que pertenecían al calendario tradicional de celebraciones de Hezbolá. Cada 11 de noviembre, el partido honra la memoria de sus combatientes caídos en el «Día del Mártir de la Resistencia Islámica» (brazo armado de la organización). Y cada 3 de enero se conmemora el aniversario de la muerte del general Qassem Soleimani, comandante de la fuerza Al-Quds de los Pasdarán iraníes (Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica), asesinado en Irak en 2020 por el ejército estadounidense.

Circunstanciales o no, todos los discursos de Hassan Nasrallah desde noviembre de 2023 han contribuido a una mejor comprensión tanto de lo que es Hezbolá como de lo que no es, y de la visión que sus dirigentes –Nasrallah en particular– tienen del Medio Oriente contemporáneo. La importancia de los discursos de Hassan Nasrallah no se limita al hecho de que encabeza una organización lo bastante poderosa militarmente como para agravar en demasía el enfrentamiento israelo-palestino si decidiera atacar a Israel a gran escala

El secretario general de Hezbolá, en particular, más allá del tamaño de la organización que dirige, goza de un estatus especial, tanto en Líbano como en Medio Oriente. Y es que mientras el semanario estadounidense Time lo incluyó en su clasificación anual de las «100 personas más influyentes del mundo» allá por 2011, Europa no sabe prácticamente nada de él. 

Hassan Nasrallah llamó la atención de la opinión pública libanesa en febrero de 1992. El ejército israelí acababa de asesinar al secretario general de Hezbolá, Abbas al-Musawi, así como a su esposa y a su hijo de seis años. La dirección del partido nombró oficialmente a Nassrallah como nuevo líder de la organización. Sólo tiene 31 años. Hasta entonces había estado al frente de la parte ejecutiva de la organización, y sus superiores habían destacado su eficacia a la hora de idear la reestructuración interna de la organización. Con su nombramiento para el puesto más alto de la jerarquía, no todos los incondicionales del partido estaban seguros de que el joven estuviera a la altura de las tareas que le esperaban. Han pasado 14 años desde la operación Litani, en la cual Israel ocupó el sur de Líbano, y los resultados de la Resistencia Islámica en Líbano (RIL), el brazo armado de la organización, siguen siendo muy relativos. 

Sin embargo, su carrera y su leyenda no tardaron en tomar forma. Sus partidarios respetaban y admiraban su perfil excepcional, inspirado tanto por logros probados como por proyecciones halagadoras, cuya validez es a veces cuestionable. Haciendo eco de la tolerancia religiosa que Nasrallah innegablemente valora y defiende, algunos rumores afirman, por ejemplo, que lleva un medallón de la Virgen María al cuello. Otros relatos dicen que su mayor placer, después de un día de trabajo exigente, es escuchar música clásica en su baño… 

Lo que sí sabemos con certeza es que, en represalia por el asesinato de Musawi en 1992, Hassan Nasrallah ordenó, al día siguiente y por primera vez en la historia de Hezbolá, un ataque con cohetes contra el norte de Israel. Su imagen de «jovencito» se acrecentó y mudó inmediatamente por la de un audaz y decidido líder de guerra. Al año siguiente, la Resistencia Islámica, bajo su liderazgo, demostró una sorprendente eficacia cuando Israel lanzó la operación «Ajuste de cuentas» –más tarde rebautizada «Justicia cumplida»– que, en menos de una semana, destruyó gran parte del sur de Líbano. En 1996, la Resistencia volvió a estar a la altura de las circunstancias y resistió a Israel durante la operación «Uvas de la ira», cuya brutalidad culminó con la masacre llevada a cabo por la aviación israelí sobre un centenar de mujeres, niños y ancianos refugiados en uno de los campos de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en Líbano, en la ciudad de Qana. Nasrallah aprovechó esta tragedia para anunciar nuevas reglas del juego: «Si Israel ataca a nuestros civiles, nosotros atacaremos a los suyos», y gracias a eso el enfrentamiento se limitaría a partir de entonces a las dos fuerzas armadas. El acuerdo fue puesto por escrito y firmado por ambas partes, con el beneplácito de la comunidad internacional. El presidente francés Jacques Chirac abandonó oficialmente el término «terrorista» para describir a Hezbolá, y pasó a referirse a él como un «grupo de resistencia». Unos meses después, Hadi, el hijo mayor de Nasrallah y combatiente de la Resistencia Islámica en Líbano (RIL), murió en la primera línea de ataque en un enfrentamiento con el ejército israelí. La hazaña del hijo reforzó la legitimidad del padre, tanto dentro de la organización como ante la sociedad libanesa. El fin de 22 años de ocupación israelí en la primavera de 2000, gracias a la Resistencia Islámica, y la victoria de esta frente a la ofensiva israelí de 33 días y 33 noches contra Líbano en el verano de 2006, terminaron de validar el estatus de Nasralah: a ojos de sus partidarios es un estratega sin igual y un líder comunitario de primer orden. En la década del 2000, su carisma y su imagen de «luchador por la libertad», teñida de un pronunciado antiimperialismo, provocaron frecuentes comparaciones, en Medio Oriente y otros lugares, con Gamal Abdel-Nasser y el Che Guevara. 

El 3 de noviembre de 2023, Mal’ab al-Rayé, una pequeña plaza a las afueras del sur de Beirut, en el corazón del distrito de Hezbolá, se llenó de sus fervientes partidarios. Los seguidores del partido no estaban especialmente preocupados por su silencio, que al fin y al cabo era relativo, ya que Nasrallah tiene fama de hablar sólo cuando tiene algo relevante que decir. Aparte del entusiasmo ante la idea de ver y oír pronto al amado y venerado líder, lo que se esperaba sobre todo eran buenas noticias de la batalla, el anuncio de «derrotas» israelíes que aún no habían llegado a los medios de comunicación y la promesa de próximas victorias, en la tradición más clásica de los discursos de Nasrallah. 

El discurso del secretario general de Hezbolá comenzó a las 15:00 horas, después de que el equipo de comunicación de Hezbolá hiciera sonar, como de costumbre, el himno nacional libanés. El discurso duró una hora y media, un poco más de lo habitual. Es cierto que el contexto era excepcional y que había muchas cuestiones relacionadas que aclarar. 

Nasrallah, como es su costumbre, se dirigió a varios públicos y tuvo cuidado de no olvidar a ninguno de los protagonistas. Pronunció su discurso como si fuera un abanico, dirigiéndose en primer lugar a las víctimas de los atentados y a sus familias, distribuyendo condolencias y llamados a la resiliencia. A continuación, saludó al público más cercano a su organización -chiíes y no chiíes, árabes y no árabes, que apoyan a los palestinos- y les ofreció homenajes y respeto.

A continuación, amplió su discurso a públicos más lejanos: gobiernos occidentales –Estados Unidos, Reino Unido– y, por último, a Israel, dirigiéndose tanto a su gobierno como a su sociedad. Los miembros del gobierno de Netanyahu son calificados de «incompetentes», y el propio primer ministro de «imbécil». Se establecen paralelismos entre 2023 y 2006. Durante la Guerra de los 33 Días librada por Israel contra Líbano en el verano de 2006, el gobierno israelí de Ehud Olmert ya había anunciado dos objetivos: la liberación incondicional de los rehenes israelíes y la destrucción completa y definitiva de Hezbolá. Un mes después, ninguno de los dos objetivos se había alcanzado. En 2023, el 3 de noviembre, casi un mes después del comienzo de la guerra, Netanyahu, que también había anunciado que quería «exterminar a Hamás» y recuperar incondicionalmente a los rehenes en poder de este último, no se encontraba, según Nasrallah, tan cerca de lograrlo. 

Mirando al futuro, el jefe de Hezbolá ha anunciado que quiere el fin de las hostilidades, aunque dejando en claro que eso no significa sólo el cese de la violencia iniciada en octubre. Pide el fin definitivo de las campañas militares que se libran regularmente contra Gaza y Cisjordania. En su opinión, sólo Estados Unidos tiene los medios para presionar a Israel y propiciar una salida significativa de la crisis. Mientras tanto, dice Nasrallah, la dirección de Hezbolá ha decidido conformarse con una guerra de desgaste en la frontera israelo-libanesa. En esto, el partido es coherente: siempre ha mantenido que la «liberación de Palestina» no es responsabilidad de la organización libanesa, sino de los propios palestinos. 

Más allá de estos comentarios y análisis, acordes con las estrategias habituales de Hezbolá, algunos puntos del discurso de Nasrallah merecen especial atención. 

Discurso de Hassan Nasrallah con motivo de la celebración organizada en «homenaje a los mártires caídos en el camino de Jerusalén» (3 de noviembre de 2023)

Que la paz, la misericordia y las bendiciones divinas estén con ustedes. 

Me complace su presencia, numerosa y solemne, a esta celebración de los mártires, que son y siguen siendo nuestro orgullo. Mártires a los que todos recordamos hoy al conmemorarlos y renovar nuestra lealtad a la sangre que derramaron por nosotros. 

El uso que Hezbolá hace de la palabra «mártires» es más propio de Medio Oriente que del Islam. En árabe, cualquiera que muera por una causa, sea religiosa o no, musulmana o no, en un campo de batalla o no, recibe el nombre de shahid, «mártir». La mayoría de los partidos libaneses también utilizan el término «mártir» para referirse a sus miembros caídos en el campo de honor o en una misión. 

Hoy celebramos la memoria de estos mártires, los mártires de la Resistencia Islámica en el Líbano, los mártires de Hezbolá, los mártires de las Brigadas Libanesas de Resistencia a la ocupación israelí, los mártires de las Brigadas Al-Qassam en el Líbano, los mártires de las Brigadas Al-Quds en el Líbano y los mártires civiles como los periodistas injustamente asesinados por los sionistas. 

Con Resistencia Islámica en el Líbano (RIL), Hassan Nasrallah se refiere a la parte militar de Hezbolá, que es de hecho la matriz de la organización. En 1982, la RIL fue creada por dos clérigos de la Bekaa septentrional, Subhi Tufayli y Abbas al-Musawi, con el único objetivo de hacer retroceder al ejército israelí. Unos meses más tarde, los dirigentes de la RIL decidieron añadir una red de instituciones civiles, encargadas inicialmente de la comunicación, la movilización, el apoyo a las familias de los soldados caídos en el campo de batalla y la reconstrucción de casas y edificios dañados en los bombardeos. Esta red de instituciones civiles formó entonces lo que comúnmente se conoce como «Hezbolá». Las Brigadas Libanesas de Resistencia a la Ocupación Israelí (BLROI) es una organización paramilitar creada por la RIL y puesta bajo su mando en 1997, tras una petición multiconfesional a Hezbolá para que permitiera a los jóvenes de confesión no chií combatir con la RIL. 

En primer lugar, nos dirigimos a las familias de los mártires del frente libanés, tanto libaneses como palestinos. Nos dirigimos a ellas y les enviamos nuestras bendiciones por sus seres queridos que han sido elevados al rango de mártires. Y les enviamos nuestras condolencias por la pérdida que afrontan: la pérdida de un padre, un hermano, un marido o un hijo. Pido a Dios Todopoderoso que acepte su sacrificio.

Nuestras bendiciones y condolencias van también a todas las familias de los mártires de la Franja de Gaza y Cisjordania, dondequiera que hayan muerto mártires en esta batalla, la Batalla del Diluvio de Al-Aqsa, que abarca más de un frente y más de un nivel. 

Los mártires… Hoy no hablaré mucho de los mártires, porque dentro de unos días celebraremos el Día de los Mártires y, si Dios quiere, hablaremos entonces de ellos más extensamente. 

Todos los años, el 11 de noviembre, Hezbolá celebra el «Día de los Mártires», que rinde homenaje a los combatientes caídos de la RIL. También es una oportunidad para conmemorar la memoria de mártires de otras causas u otras organizaciones que comparten afinidades con Hezbolá. 

(…)

Hermanos y hermanas, mi discurso de hoy se centrará en los acontecimientos actuales, con el fin de arrojar luz sobre lo ocurrido, explicar y definir nuestra posición, delimitar responsabilidades y evocar diferentes perspectivas.

En cuanto al contexto libanés, a la solidaridad nacional que se ha manifestado y a muchos otros aspectos, evidentemente habrá que hablar de ello muy pronto. 

Pero, antes que nada, debemos saludar a todos los que han mostrado su solidaridad, se han manifestado, han gritado, han apoyado [la Operación Diluvio de Al-Aqsa]. En todas partes, ya sea en los países árabes, musulmanes, latinoamericanos o cualquier pueblo u origen partidista. Debemos saludar especialmente a las fuerzas iraquíes y yemeníes que se han embarcado en esta bendita batalla. 

Hermanos y hermanas, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cuáles son los antecedentes del 7 de octubre y de la Operación Diluvio de Al-Aqsa? Evidentemente, voy a tratar estas cuestiones, que debemos recordar para aclarar nuestra posición a partir de ellas.

El sufrimiento padecido por el pueblo palestino durante más de 75 años es conocido por todo el mundo. No hace falta que lo repita, todos ustedes están familiarizados con el tema. Pero las condiciones de vida han sido especialmente duras en Palestina en los últimos años, sobre todo desde la llegada de este gobierno extremista, insensato, estúpido y violento. 

El líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, habla por videoconferencia durante una ceremonia para conmemorar el cuarto aniversario del asesinato del general Qassem Soleimani, de la Fuerza Quds de Irán, que murió en un ataque estadounidense con drones en Bagdad, un suburbio del sur de Beirut, Líbano, el miércoles 3 de enero de 2024. © AP Foto/Hassan Ammar

Hay cuatro cuestiones importantes y urgentes. 

La primera es la cuestión de los prisioneros. Miles de hombres, mujeres y niños palestinos languidecen en las cárceles israelíes, algunos desde hace varios años. Algunos de ellos están enfermos, en peligro de muerte, y nadie hace nada al respecto. Ese gobierno extremista y ese [primer ministro] imbécil han empeorado las cosas para los presos y sus familias (…). 

Mi segundo punto se refiere a Jerusalén y a la mezquita de Al-Aqsa. En ningún momento, desde la ocupación de Jerusalén en 1967 hemos visto acontecimientos similares a los de los últimos meses, especialmente en las semanas previas a la Operación Diluvio de Al-Aqsa. 

Tercero: el asedio de Gaza. Desde hace casi 20 años, más de dos millones de personas viven hacinadas, soportando un asedio asfixiante y unas condiciones de vida espantosas sin que nadie haga nada al respecto. 

Cuarto: los peligros que han empezado a amenazar Cisjordania con nuevos proyectos de asentamientos, de nuevo dirigidos por este gobierno extremista, irresponsable e idiota. Estos proyectos se han sumado a los asesinatos diarios, las detenciones diarias y las demoliciones de viviendas. 

Estos cuatro elementos han pesado mucho sobre los palestinos y los movimientos de resistencia en Palestina. Pero a las Naciones Unidas, al Consejo de Seguridad, a la Organización de Cooperación Islámica, a la Liga Árabe, a la Unión Europea, a todas las organizaciones internacionales conocidas… A nadie le importaba. Al contrario, la causa palestina fue olvidada. Lo que ocurría en Palestina fue relegado al último lugar de la agenda internacional. A cambio, la política del enemigo se hizo más dura, arrogante, tiránica, despectiva, corrupta, injusta, opresiva y humillante. 

Por lo tanto, era necesario un gran acontecimiento para sacudir a esa entidad usurpadora y despótica, así como a sus arrogantes partidarios, especialmente en Washington y Londres. Un acontecimiento capaz de volver a situar en el centro de la agenda mundial todas estas cuestiones humanitarias, y la cuestión de la Palestina ocupada, de su pueblo oprimido y asediado y de sus lugares santos amenazados. 

La principal operación de combate tuvo lugar el 7 de octubre. Fue la Operación Diluvio de Al-Aqsa, dirigida por combatientes de las brigadas Izz al-Din al-Qassam y en la que participaron el resto de las facciones de la Resistencia en la Franja de Gaza. 

Hasta aquí el contexto, que era mi primer punto. 

Mi segundo punto. Esta vasta operación, esta bendita operación, fue fruto de una decisión 100% palestina, al igual que su ejecución. Quienes la organizaron la ocultaron a todo el mundo, incluidas las demás facciones de la resistencia de Gaza y el resto de países y movimientos del Eje de la Resistencia. 

Por Eje de la Resistencia, Nasrallah se refiere a la alianza entre los regímenes de Medio Oriente y los grupos de acción militar aliados contra Israel. En su afirmación de que «la decisión de atacar y su ejecución fueron 100% palestinas», Nasrallah es reduccionista y hábilmente sutil. Elude todo lo relativo a la preparación de la operación y al ajuste una vez en acción: asesoramiento, entrenamiento, reflexión estratégica y táctica, financiación, armamento, coordinación con otros actores que pudieran intervenir en apoyo. Todos estos componentes se llevaron a cabo con otros actores, empezando por la Resistencia Islámica en el Líbano, los Pasdarán iraníes, los hutíes yemeníes y diversas facciones armadas iraquíes. 

Fue este secretismo absoluto el que garantizó el éxito rotundo de la operación, gracias al factor sorpresa. Contrariamente a lo que algunos piensan –ya saben que algunos interfieren en la guerra en curso para desalentar y alimentar la decepción y la discordia–, esta discreción no ofendió a nadie de los movimientos de resistencia ni del Eje de la Resistencia. Al contrario, todos la acogimos con satisfacción, porque esta discreción era una condición necesaria para el éxito de la operación. No tuvo ninguna repercusión negativa en las decisiones de las organizaciones o movimientos del Eje de la Resistencia. Al contrario, este logro de nuestros hermanos de Hamás demostró y confirmó la verdadera naturaleza de la batalla y de los objetivos a alcanzar. Ha impedido que los enemigos y los deshonestos falsifiquen y distorsionen los hechos, especialmente aquellos que hablan de las conexiones que mantienen las facciones de la Resistencia palestina en la región, generalmente en Líbano, Palestina y otros lugares. 

Normalmente, cuando hay un enfrentamiento armado, las mismas personas se apresuran a hablarte de la cuestión nuclear iraní, de las negociaciones irano-europeas, de las negociaciones irano-estadounidenses y de los objetivos iraníes en la región. Se apresuran a desviar la cuestión, utilizando mentiras, engaños y falsificaciones.

Decidida por los palestinos y llevada a cabo por ellos sin que nadie lo supiera, la batalla del Diluvio de Al-Aqsa demuestra que la lucha es totalmente palestina. Está al servicio de Palestina, del pueblo palestino y de los problemas a los que ella se enfrenta, y no tiene nada que ver con ninguna cuestión regional o internacional. El acontecimiento confirma la veracidad de lo que venimos diciendo a nuestros amigos y enemigos desde hace años. Algunas personas no pueden comprender esta realidad: las decisiones de los movimientos de resistencia pertenecen a los líderes de los movimientos de resistencia. Desde el Imam Jomeini hasta Su Eminencia el Imam Jamenei, la República Islámica de Irán ha apoyado públicamente a los movimientos de resistencia en el Líbano, Palestina y la región, pero no ejerce ninguna forma de tutela sobre ellos, sus líderes o sus decisiones. 

Los acontecimientos pasados y presentes lo confirman, y cualquiera que quiera entender lo que está ocurriendo hoy, y podría ocurrir mañana, debe comprender que los verdaderos responsables de las decisiones son los dirigentes de la Resistencia, los miembros de la Resistencia y los combatientes que sirven a sus objetivos y a su causa. 

Hassan Nasrallah insiste en que Irán no tiene ningún control sobre los movimientos de resistencia árabes. Esta afirmación se suele rechazar en Occidente, donde organizaciones como Hezbolá, Hamás y ciertas facciones iraquíes son presentadas a menudo como dóciles “intermediarios” de Teherán, sin más agenda o razón de ser que servir a los intereses regionales de Irán. En realidad, la relación entre diversas fuerzas armadas de Medio Oriente y el régimen iraní es compleja, y no siempre ha sido de la misma naturaleza o intensidad a lo largo del tiempo. 

En el caso del Hezbolá libanés, la cooperación real no es tanto con las instituciones presidenciales o gubernamentales iraníes como con el Líder de la Revolución (Alí Jamenei) y los Pasdarán. La relación con el Líder o “Guía”, descrita por los expertos como Wilayat al-Faqih (traducido ingeniosamente como el «Gobierno del Jurisconsulto»), en realidad sólo funciona en casos concretos y sigue siendo bastante flexible en la práctica. La mayoría de las veces adopta la forma de «buenos acuerdos» emitidos por el Guía a petición de Hezbolá. Este es el caso, por ejemplo, cuando una votación en el seno de la dirección del partido no da lugar a una mayoría, y puede solicitarse el arbitraje del Guía. Las situaciones más restrictivas se dan cuando la RIL desea llevar a cabo operaciones militares, en particular contra Israel, que podrían repercutir en los intereses regionales o internacionales de Irán. En este tipo de casos se requiere la aprobación del Guía. Por lo demás, y en particular para todo lo relativo a la gestión de la política interior libanesa, los dirigentes de Hezbolá gozan de un cómodo margen de maniobra.

La naturaleza del vínculo con los Pasdarán ha cambiado considerablemente. Cuando se creó la RIL en el verano de 1982, los Pasdarán enseñaron a su primera generación el arte de la guerra y el combate. En la década de 1990, estos vínculos se debilitaron, pero se reanudaron con mayor fuerza durante la escalada de la guerra civil siria a principios de la década de 2010. Desde entonces, los Pasdarán y la RIL han desarrollado una relación más compleja, y han colaborado más estrechamente.

Hermanos y hermanas, 

He aquí el tercer punto: las repercusiones de la guerra. Todos ustedes han seguido de cerca lo que ha sucedido en el campo de batalla, y no necesito explicar lo que ocurrió el 7 de octubre. Todos lo vimos, en las pantallas, en la televisión. Fue un logro heroico, valiente, creativo, preciso y grandioso. Todos lo celebramos. 

¿Cuál fue el resultado de esta gran operación?

Provocó un terremoto en la entidad israelí, un terremoto de seguridad, militar, político, psicológico y moral. 

«Entidad israelí», y más a menudo «entidad sionista», son los términos que se utilizan habitualmente, en el vocabulario de Hezbolá y de los actores políticos antisionistas, para designar a Israel. El término «entidad» se utiliza aquí para eludir el término «Estado», cuyo uso sonaría como un reconocimiento de este último y de su legitimidad. 

La operación del 7 de octubre tuvo consecuencias y repercusiones estratégicas, pero también existenciales. Dejará su huella en la entidad israelí, ahora y en el futuro. Haga lo que haga el gobierno del enemigo, lo que haya hecho en el último mes y lo que haga en los días y semanas venideros, nunca podrá cambiar los efectos y repercusiones estratégicos e históricos de la operación Diluvio de Al-Aqsa sobre la entidad israelí y en el futuro del conflicto que se está llevando a cabo ahí. 

La Operación Diluvio de Al-Aqsa reveló muchas cosas que todos debemos tener presentes y tomar en consideración. No ahora, por supuesto, sino más adelante, tendremos que hablar de sus efectos y consecuencias: las repercusiones más impactantes de la operación tendrán que esperar a otro momento para conocer más detalles. Pero el punto más importante que se ha revelado hasta ahora es la debilidad y fragilidad de la entidad israelí. En realidad, es más frágil que una telaraña

Comparar la fuerza del ejército israelí con la de una «telaraña» es un tropo clásico en el discurso de Nasrallah. Utilizó la frase por primera vez en 2000, al final de la ocupación israelí de Líbano. La frase pretendía referirse al miedo que el ejército israelí había inspirado durante décadas a las poblaciones árabes de Medio Oriente y a su reputación de invencible; hasta que fue derrotado y se retiró de Líbano. Nasrallah explicó entonces que, lejos de abandonar la idea de luchar contra un Israel percibido como imposible de derrotar, las poblaciones árabes debían seguir el ejemplo de la RIL, una organización paramilitar con medios limitados y, sin embargo, victoriosa.

La fórmula forma parte, ahora, de la jerga utilizada por el secretario general de Hezbolá. Himnos, canciones y poemas la utilizan desde hace años. 

He leído en algunos medios israelíes que hasta los propios israelíes empiezan a darse cuenta de que Israel es más frágil que una telaraña. 

La Operación Diluvio de Al-Aqsa lo ha demostrado. La administración estadounidense, con su presidente, sus ministros y sus generales, se apresuró a apoyar a esa entidad sacudida y temblorosa, con el objetivo de permitirle recuperar el aliento. Volver en sí. Levantarse. Recuperar la iniciativa, cosa que aún no ha conseguido. Y ofrecerle toda forma de protección y apoyo. 

Este episodio, al igual que la rapidez con la que Estados Unidos intervino a favor de Israel, reveló la fragilidad, la debilidad y el fracaso de la entidad. Imagínense: en los primeros días de la Operación Diluvio de Al-Aqsa, para hacer frente a una Franja de Gaza sitiada, el gobierno enemigo necesitó que la flota estadounidense acudiera al Mediterráneo para apoyarla moral y militarmente. ¡La flota estadounidense! [Israelíes] ¿Dónde está su ejército? ¿Dónde están sus fuerzas aéreas? ¿Sus fuerzas navales? ¿Dónde está el Israel que presume de ser el ejército más poderoso de la región? 

(…)

El siguiente punto es que todos estos efectos, todas estas consecuencias, todas estas repercusiones deben ser explicadas y expuestas, para que todos sepamos que los sacrificios que se están haciendo en Gaza, Cisjordania y todos los demás frentes no son en vano. Sí, estos éxitos, resultados y repercusiones merecen todos estos sacrificios, porque han permitido entrar en una nueva fase del conflicto con el enemigo. Una fase histórica, sin precedentes en el destino del pueblo palestino, y en el destino de los pueblos y países de la región. Esto es lo que ocurrió durante la Operación Diluvio de Al-Aqsa. Por ello, todos estos sacrificios son merecidos. No hay otra opción. La otra opción significa elegir el silencio, esperar, esperar la muerte, esperar a que desaparezca Cisjordania, esperar a que desaparezca Al-Aqsa, esperar a que se refuerce el bloqueo, esperar a que mueran los prisioneros. Al final, la elección que hemos hecho es la correcta; es sensata, justa, sabia, valiente y necesaria. Se tomó en el momento oportuno y merece todos estos sacrificios. 

Partidarios del grupo Hezbolá, apoyado por Irán, escuchan un discurso del líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, a través de una conexión de vídeo durante una ceremonia para conmemorar el «Día de los Mártires de Hezbolá» en el suburbio de Dahiyeh, en el sur de Beirut, Líbano, sábado 11 de noviembre de 2023. © AP Photo/Hassan Ammar

Pero además, ¿cómo reaccionó el enemigo ante los acontecimientos del 7 de octubre y la Operación Diluvio de Al-Aqsa? Desde las primeras horas del conflicto, estaba claro que el enemigo estaba cansado y desorientado porque –como ustedes saben– había habido fiesta ese sábado y la noche anterior. Así que era un buen momento para la Resistencia: todo el mundo parecía dormido, después de haber pasado la noche emborrachándose y festejando. No sólo en Gaza, sino también en Tel Aviv y Jerusalén. De hecho, pasaron varias horas antes de que aparecieran Netanyahu y Gallant. 

Cuando los israelíes se dirigieron a recuperar el control de los asentamientos en la zona de Gaza, de manos de los combatientes de la resistencia palestina, estaban desconcertados, en un estado de locura y rabia difícil de describir. Rabia mezclada con locura. Por eso fueron ellos quienes cometieron masacres contra los colonos israelíes, y no Hamás y las demás facciones de la Resistencia. Empiezan a surgir voces, artículos e investigaciones dentro de la entidad israelí que lo demuestran. Pronto, cuando el polvo de la guerra se haya asentado y comience el trabajo de las comisiones de investigación, el mundo descubrirá que la mayoría de los cuerpos presentados como civiles asesinados por Hamás o por los palestinos lo fueron por armas, balas, bombardeos y misiles del ejército israelí, quién actuaba presa de la ira, la locura y el desconcierto. 

Frente a Gaza, frente al desastre que ha experimentado el enemigo, parece que los gobiernos del enemigo israelí no han aprendido absolutamente nada de sus experiencias. Seguimos oyendo que Israel está tomando en cuenta sus derrotas, llevando a cabo investigaciones y aprendiendo lecciones. Eso no es lo que estamos viendo hoy. No parece que estén aprendiendo de sus experiencias, en particular de sus guerras con los movimientos de resistencia en Líbano y Palestina. Es obvio: lo que está ocurriendo hoy ya ocurrió en Líbano en julio de 2006 y durante las repetidas guerras con Gaza, con diferencias en cantidad y calidad, pero aun así, estas similitudes son de la misma naturaleza y esencia.

Uno de los mayores errores cometidos en guerras anteriores, y que el gobierno enemigo sigue cometiendo hoy, radica en sus objetivos. Este error consiste en fijar objetivos demasiado ambiciosos para ser alcanzados. Por ejemplo, [los israelíes] declararon que el objetivo era «eliminar a Hamás en la Franja de Gaza», a todo Hamás. Otras veces han hablado de «derrocar al gobierno de Hamás» o de «eliminar a los dirigentes de Hamás» o de «destruir el ala militar de Hamás». Todo el tiempo hablan de eliminar a Hamás. ¿Pero puede alguien en su sano juicio plantearse un objetivo así? 

Luego, cuando se dieron cuenta de la situación y escucharon las demandas de las familias de los prisioneros, se fijaron otro objetivo, el de recuperar a sus prisioneros de manos de la Resistencia y de las facciones de la Resistencia sin ninguna condición. Pregunto a cualquiera que tenga una larga y amplia experiencia de las facciones de la Resistencia, desde el comienzo de los movimientos de resistencia palestinos y libaneses hasta nuestros días: ¿ha habido algún día en que un israelí haya podido liberar a sus prisioneros sin intercambio ni negociación? Esta entidad israelí no aprende de sus experiencias: lo que ocurrió en Líbano en 2006 fue lo mismo. Tras la operación de la liberación de dos prisioneros en Líbano en ese año, [Israel] llegó y declaró que el objetivo de la guerra era eliminar a Hezbolá, aplastarlo. Por supuesto, tenía a Estados Unidos, a Occidente, a los países árabes con él… El objetivo era aplastar a Hezbolá en el Líbano y recuperar a los dos prisioneros sin ninguna negociación ni intercambio. [Los israelíes] lucharon durante 33 días. No pudieron aplastar a Hezbolá ni recuperar a sus prisioneros.

Lo mismo está ocurriendo hoy en Gaza, con una diferencia fundamental, por supuesto, que es la magnitud de los crímenes, masacres, asesinatos y actos de exterminio que se perpetraron durante la Guerra de Julio de 2006. Más de 150 mil hogares fueron parcial o totalmente destruidos. Miles de personas fueron convertidas en mártires. Pero a final de cuentas, el pueblo libanés se mantuvo firme. La Resistencia en el campo de batalla se mantuvo firme. El enemigo se vio obligado a detenerse y a renunciar a sus objetivos. 

Al comienzo del conflicto, el ejército israelí había prometido, tanto a su propia sociedad como a la comunidad internacional, que Hezbolá sería exterminada «en una semana». El 11 de agosto, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó la resolución 1701, en la que recomendaba, sin especificar una fecha, el fin de las hostilidades. En otras palabras, el Consejo de Seguridad –a petición de Estados Unidos– pretendía dejar a Israel la opción de poner fin a la guerra. El ejército israelí no sólo no logró ninguno de sus objetivos anunciados, sino que su bombardeo masivo del sur de Líbano no logró reducir el número de cohetes que se disparaban a diario contra el norte de Israel (y que incluso aumentó). El 12 de agosto, Israel lanzó una invasión terrestre a gran escala contra Líbano: 40 mil soldados israelíes entraron al sur del Líbano. Frente a ellos había 5 mil combatientes de la RIL, escondidos en túneles. Menos de 72 horas después, el ejército israelí retiró sus tropas y declaró un alto al fuego el 14 de agosto. 

Hoy, lo que ocurre en Palestina, lo que ocurre en la Franja de Gaza, es ilustrativo de la estupidez, la locura y la impotencia de los israelíes. Porque, ¿qué están haciendo? Están matando a los habitantes de Gaza, a las mujeres y a los niños. La mayoría de los mártires son mujeres y niños. La mayoría, la abrumadora mayoría de los mártires son civiles. Destruyen iglesias, mezquitas, hospitales y escuelas. No respetan nada, ni la sangre del pueblo ni las instituciones de la Franja de Gaza. Destruyen edificios habitados. Destruyen barrios enteros. Frente a los ojos del mundo. ¿Para eso se necesita la fuerza aérea más poderosa de la región? ¿Para eso se necesita un ejército así de fuerte en la región? 

(…) 

Hermanos y hermanas, siguiente punto. Lo que está sucediendo en la Franja de Gaza, y lo que el mundo está presenciando, nos revela una vez más, antes que nada, la naturaleza salvaje y bárbara de esta entidad, Israel, la entidad usurpadora que [Occidente] ha implantado en nuestra región, en Palestina, sobre la base de la nefasta Declaración Balfour [promesa del gobierno británico al movimiento sionista en 1917 de crear un «hogar nacional judío» en Palestina], que se conmemoró ayer. Desde hace 75 años, Israel ha estado incendiando con su fuego y sus guerras a los pueblos de la región. En primer lugar al pueblo palestino, pero también a Egipto, Jordania, Siria, Líbano… a toda la región. Incluso hoy, y luego de años infructuosos de intentar decir a los pueblos árabes, al mundo musulmán y a todos los pueblos del mundo, que [Israel] era un Estado democrático, un Estado con valores humanistas, un Estado moral, un Estado de derecho, un Estado que respetaba el derecho internacional. 

Hoy, los mártires de Gaza, los niños de Gaza, las mujeres de Gaza, los oprimidos de Gaza y de todas las masacres del pasado, están revelando la verdad que se esconde tras las mentiras a las que han contribuido los políticos y los medios de comunicación internacionales y árabes para engañar a nuestros pueblos y obligarlos al silencio o a la normalización con esta entidad. 

En segundo lugar, lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza revela la responsabilidad directa de Estados Unidos en todos estos asesinatos, masacres y barbarie. Esta es la hipocresía estadounidense. El primer día, Biden dijo: «Hemos pedido [a los israelíes] que respeten el derecho internacional. Ustedes [los israelíes] tienen derecho a defenderse, pero tengan cuidado con los civiles». Un discurso vacío e hipócrita. Durante 30 días Gaza ha sido aplastada ante los ojos de la sociedad internacional, de los países del mundo, de los países occidentales que ensalzan los valores humanistas y los derechos humanos. Invocan pretextos falsos, según los cuales Hamás ha decapitado a niños, pero han sido incapaces de aportar la menor prueba. En cambio, guardan silencio sobre los miles de niños decapitados en la Franja de Gaza, descuartizados en la Franja de Gaza. Esta es la verdad sobre Estados Unidos, la verdad sobre Occidente, la verdad sobre la comunidad internacional, la verdad sobre el llamado derecho internacional, y la ley de la selva que gobierna este mundo. 

(…) 

Lo que está ocurriendo hoy en día en Gaza no es una guerra más, no es un acontecimiento más, no es una batalla más. Es una batalla crucial, decisiva, histórica. Habrá un antes y un después. Esto nos obliga a todos a asumir nuestras responsabilidades. Y para asumir nuestras responsabilidades necesitamos definir objetivos cercanos, hacia los que todos debemos trabajar. Creo que son dos. 

El primer objetivo, por el que debemos trabajar día y noche, es poner fin a la agresión contra la Franja de Gaza, poner fin a la guerra contra la Franja de Gaza. 

El segundo objetivo es que Gaza salga victoriosa, que la Resistencia palestina salga victoriosa en Gaza y, más concretamente, que Hamás salga victorioso en Gaza. Debemos tener presentes estos objetivos y trabajar para alcanzarlos.

El primer objetivo, poner fin a la guerra y a la agresión, está motivado por consideraciones humanistas, morales, religiosas y legalistas. No están a discusión. En cuanto al segundo objetivo, hermanos y hermanas, todos ustedes que están escuchando, es de sumo interés para todos nosotros. Pero evidentemente, es antes que nada y sobre todo, de sumo interés para el pueblo palestino, de sumo interés para todo el pueblo palestino. 

Algunas personas manipulan la verdad, distorsionan los hechos. Dicen: «La victoria en Gaza es la victoria de Irán. Digámoslo así, la victoria en Gaza es la victoria de los Hermanos Musulmanes en la región». Los están engañando y confundiendo. La victoria en Gaza es la victoria del pueblo palestino. Es la victoria de los presos en Palestina, la victoria de Cisjordania, de la Franja de Gaza, de Jerusalén, de la mezquita de Al-Aqsa, de la iglesia del Santo Sepulcro. Es también una victoria de todos los pueblos y países de la región, en particular de los países vecinos. 

No tengo tiempo de explicarlo aquí a detalle, pero basta con tenerlo presente: la victoria de Gaza hoy también redunda en interés nacional de Egipto. La victoria de Gaza hoy redunda en el interés nacional de Jordania. La victoria en Gaza hoy redunda en interés nacional de Siria. Y, sobre todo, la victoria en Gaza hoy redunda en el interés nacional libanés. 

(…) 

Así pues, hermanos y hermanas, todos tenemos responsabilidades. En todo el mundo, cada persona libre, cada persona digna, debe asumir sus responsabilidades. Los países y gobiernos árabes y musulmanes deben hacer todo lo posible para, al menos, poner fin a la agresión contra Gaza. Si no quieren trabajar por el segundo objetivo, deben movilizarse por el primero, para poner fin a la agresión. Su religión, su humanidad, su moralidad y su consciencia se los exigen. 

No basta con denuncias y condenas. Rompan las relaciones diplomáticas, llamen de regreso a los embajadores a sus países. Las palabras no bastan si al mismo tiempo envían petróleo a Israel, gas a Israel, alimentos a Israel. Durante las guerras pasadas, el mensaje a los países árabes y musulmanes era: «Quítenle el petróleo a Estados Unidos». Es lamentable que hoy nos veamos reducidos a soñar y pedir a los países árabes y musulmanes: «Nieguen el petróleo a Israel. Priven a Israel de sus alimentos. Dejen de exportar lo que exportan a Israel». 

He leído que algunos israelíes se burlan de los países árabes. Dicen: «22 regímenes, 22 países árabes. Y, sin embargo, son incapaces de evacuar a un solo herido de Gaza, o incluso de llevar un solo camión de ayuda a Gaza». ¿A este nivel ha llegado la impotencia árabe? 

En sus llamados, los hermanos de Gaza dicen a los países árabes: «No pedimos que intervengan sus ejércitos, ni sus armas, ni sus misiles. Pero, ¿acaso no tienen la fuerza suficiente para abrir el puesto de control de Rafah y forzar así la entrada de los equipos de rescate y evacuar a los heridos?». ¿No pueden ir al puesto de control de Rafah, esos reyes, presidentes, ministros, ulemas, las élites del mundo árabe y musulmán? ¿Y ocuparlo con sus esposas e hijos, junto a las mujeres y los niños de Gaza? ¿Y convertir la frontera de Rafah en una plataforma desde la que dirigirse al mundo entero, a su propio pueblo, y recordar a todos sus responsabilidades? 

En cualquier caso, tenemos que decir esto. No quiero llegar a hablar de traición, ni siquiera utilizar términos ofensivos, porque sería inútil. Lo único que podemos hacer es mantener la esperanza y seguir llamando, exigiendo, convenciendo y denunciando a los responsables. Quizá entonces, en algún momento, se despierte la consciencia aquí y el honor allá. 

En cuanto a los movimientos de resistencia –y aquí llego a mi último punto, que todo el mundo está esperando–, la Resistencia Islámica en Irak ha empezado a trabajar y ha anunciado que podría pasar a una nueva fase.

Los hermanos de Yemen, los honorables hermanos de Yemen, el ejército yemení, el movimiento Ansar Allah y el pueblo yemení. El pueblo paciente, oprimido, resistente, comprometido con la lucha, ya ha tomado numerosas iniciativas, pública y oficialmente, a pesar de todas las amenazas estadounidenses, occidentales y extranjeras. Los yemeníes han enviado sus misiles y drones que, aunque hayan sido derribados, acabarán alcanzando sus objetivos. Acabarán alcanzando Eilat, el sur de Palestina y las bases militares israelíes que ocupan el sur de Palestina. Reconocemos sus acciones y les expresamos nuestra estima. 

En cuanto a nuestro frente libanés, entramos en combate el 8 de octubre. Digo esto porque algunos dicen: «El Sayyid [título de Hassan Nasrallah] va a anunciar su entrada a la guerra». No, entramos en guerra el 8 de octubre. La Resistencia Islámica en el Líbano empezó sus operaciones el segundo día del Diluvio de Al-Aqsa. Con toda honestidad y razón, no lo sabíamos y sólo nos enteramos el sábado, como el resto del mundo. Así que pasamos rápidamente de una etapa a otra. El segundo día, las operaciones comenzaron en la zona de las granjas de Shebaa y las colinas de Kfar Chouba [zona fronteriza, en territorio libanés, ocupada por Israel]. Luego se extendieron a toda la frontera entre Líbano y la Palestina ocupada. Ustedes han seguido de cerca las operaciones y continúan haciéndolo a diario. 

Lo que está ocurriendo en nuestro frente es muy importante y tiene una enorme repercusión. Quienes esperan o piden que Hezbolá entre en una guerra total y completa contra el enemigo lo antes posible pueden considerar insignificante lo que está ocurriendo en la frontera. Pero si observamos objetivamente lo que ahí ocurre, comprenderemos su escala, importancia e influencia. Por supuesto, esto no será suficiente.

Lo que está ocurriendo en nuestro frente libanés no tiene precedentes en la historia de la entidad israelí, desde 1948, desde que hay emplazamientos militares israelíes en la frontera con Líbano, desde que hay colonos y ocupantes en el norte de la Palestina ocupada en la frontera con Líbano. Lo que está ocurriendo desde el 8 de octubre no había sucedido nunca, ni siquiera durante la Guerra de julio de 2006. 

[Es la primera vez] que todos los emplazamientos militares israelíes, desde el mar hasta las alturas de las granjas de Shebaa y las colinas de Kfar Chouba, están expuestos a intensas ofensivas diarias, que les apuntan, con sus diferentes armas, a los tanques, los vehículos, los drones, los soldados y sus unidades, a sus equipos que son sus ojos y sus oídos. 

Desde el 8 de octubre, la Resistencia Islámica en el Líbano está librando una verdadera batalla, cuya magnitud sólo pueden comprender las personas que están presentes en la zona fronteriza, combatientes y habitantes por igual. Es una batalla diferente a todas las que la Resistencia ha librado en el Líbano, ya sea antes de 2000 [año de la liberación del sur de Líbano de la ocupación israelí], en 2006 o después de esa fecha. Se trata de una batalla diferente, por sus circunstancias, sus justificaciones, sus motivaciones, sus instrumentos, sus objetivos o sus operaciones. Por eso esta multitud de mártires potenciales, valientes y dispuestos al sacrificio, insistió en permanecer en primera línea. 

El sábado 7 de octubre, justo después del lanzamiento de la Operación Diluvio de Al-Aqsa, el enemigo comenzó a retirar sus fuerzas regulares de la frontera. Permítanme repasar brevemente lo que esa operación ha logrado hasta ahora. Cuando hablamos de los mártires del frente libanés, hablamos de 57 mártires, incluidos los mártires de las Brigadas de la Resistencia Libanesa, los mártires de las Brigadas Al-Qassam, los mártires de las Brigadas Al-Quds del Líbano, así como los mártires civiles. Cuando miramos a estos mártires, tenemos que preguntarnos: «¿Qué ha hecho esta sangre? ¿Qué ha conseguido?” Es muy importante saberlo, para saber cómo llegar al final y no darse por vencidos. 

En primer lugar, el sábado 7 de octubre, el enemigo empezó a retirar sus fuerzas de la frontera con Líbano. Estaban en un estado de colapso moral y querían reunir a sus fuerzas, llamar a los reservistas y enviarlos a Gaza. Imagínense, el enemigo quería enviar a todo su ejército contra Gaza, la asediada Franja de Gaza, con su limitado territorio. El enemigo quería retirar sus fuerzas de Cisjordania, del norte de Palestina, y sustituirlas por reservistas. Tal vez esto ya haya ocurrido una o dos veces en la historia de la entidad israelí. 

Las operaciones se intensificaron con el paso de los días, y obligaron al enemigo a mantener sus fuerzas en la frontera y en el norte de la Palestina ocupada, e incluso a reforzar ciertas unidades, incluidas las unidades de élite que quería trasladar de Cisjordania a Gaza. Fueron enviadas al norte de la Palestina ocupada. 

Como resultado, puedo decir que el frente libanés permitió retener y atraer hacia nosotros a una gran parte de las fuerzas que estaban destinadas a atacar Gaza. Y, sí, ahí seguimos. Nos estamos exponiendo al peligro, es cierto. Algunas personas en el Líbano dicen que estamos asumiendo riesgos, y también es cierto. Pero esta asunción de riesgos es calculada, útil y correcta. 

Escúchenme, hermanos míos, si nuestra posición se limitara a mostrar nuestra solidaridad políticamente, pronunciando discursos y manifestándonos todos los días, y si los israelíes no estuvieran preocupados por su frontera norte, todas sus fuerzas se irían a Gaza, y algunas de ellas a Cisjordania. Pero, ¿qué hizo el frente libanés? Tengo cifras precisas del número de fuerzas, vehículos, divisiones, brigadas… pero esto requiere explicaciones y datos precisos, y he pedido a los hermanos [combatientes de la RIL] una estimación adecuada, formulada en términos sencillos. 

En primer lugar, hoy, el frente del Líbano ha sido capaz de atraer a un tercio del ejército israelí a la frontera con el Líbano. Un tercio del ejército israelí se enfrenta actualmente a estos combatientes en la frontera. Una parte importante de estas fuerzas son fuerzas de élite y fuerzas regulares, que podrían haber ido a Gaza. 

En segundo lugar, la mitad de las capacidades navales de Israel están ahora en el Mediterráneo, frente a nosotros [Líbano] y frente a Haifa. 

En tercer lugar, una cuarta parte de la fuerza aérea está desplegada hacia Líbano. 

En cuarto lugar, alrededor de la mitad de la defensa antimisiles de Israel, es decir, la Cúpula de Hierro, los misiles Patriot y otros, está dirigida hacia el frente de batalla del Líbano. Alrededor de un tercio de la logística de las fuerzas se movilizó hacia el Líbano. 

Un niño sostiene un cartel con el retrato del general Qassem Soleimani de la Fuerza Quds de Irán, abajo, mientras asiste a una ceremonia que conmemora el cuarto aniversario del asesinato de Soleimani, en los suburbios del sur de Beirut, Líbano, el miércoles 3 de enero de 2024. Los retratos de arriba muestran al difunto comandante militar de Hezbolá Imad Mughniyeh, a la derecha, al asesinado líder de Hezbolá Sheikh Abbas al-Moussawi, segundo a la derecha, a Abu Mahdi al-Muhandis, subcomandante de las milicias respaldadas por Irán en Irak conocidas como Fuerzas de Movilización Popular, en el centro, y al asesinado general Qassem Soleimani de la Fuerza Quds de Irán, a la izquierda. © AP Foto/Hassan Ammar

Estos son resultados concretos. Son correctos y precisos. Por supuesto, los hermanos [combatientes] podrán dar las cifras exactas más adelante. Pero quería darles algunas aproximaciones.

Además, el desplazamiento de decenas de miles de habitantes [israelíes] de los asentamientos y la evacuación de otros miles, es decir, los que se fueron por su cuenta y otros evacuados por el gobierno y el ejército israelíes. En el norte, se han evacuado 43 asentamientos, y [los israelíes] que están ahora en los asentamientos son principalmente soldados, no civiles. En el sur, frente a Gaza, se han evacuado 58 asentamientos. Los evacuados del norte y del sur están ejerciendo una gran presión psicológica, moral, financiera y económica [sobre su gobierno]. El ministro de Finanzas israelí está preocupado por ello, y esto contribuye a ejercer una gran presión. 

En tercer lugar, y lo más importante. Estas operaciones en la frontera y en las granjas de Shebaa han creado un clima de ansiedad, expectación, pánico y miedo entre los dirigentes políticos y militares del enemigo, así como entre los estadounidenses, de quienes hablaremos más adelante. La preocupación de que este frente pueda conducir a una mayor escalada o a una guerra total, la preocupación de que este frente pueda degenerar en una guerra a gran escala, es una posibilidad real. El enemigo debe tenerlo en cuenta y ya lo está haciendo. Los israelíes han hablado de ello y ya lo están tomando en cuenta; podemos verlo claramente en todos los mensajes estadounidenses, franceses, europeos, occidentales e incluso árabes que nos han llegado todos los días desde el 7 de octubre. 

Este resultado, la creación de un clima de ansiedad, incertidumbre y pánico entre los dirigentes del enemigo, sirve a dos grandes objetivos fundamentales: 

El primero es que el enemigo tenga mucho cuidado con las medidas que toma contra el Líbano. Estamos hablando de disuasión, estamos hablando del miedo real de los israelíes. Si una sola de las operaciones llevadas a cabo el mes anterior hubiera tenido como objetivo una posición israelí, un tanque israelí o un grupo israelí en la frontera, el enemigo no habría podido tolerarlo. Hoy, toleran todo esto y se contienen porque tienen mucho miedo de que las cosas no salgan como ellos quieren. 

(…)

La segunda es que el enemigo tenga en cuenta estas operaciones, esta ansiedad y esta incertidumbre a la hora de atacar Gaza, especialmente durante las operaciones terrestres. 

Así pues, estos son los objetivos, estos son los resultados obtenidos al día de hoy por los enfrentamientos en el sur del Líbano y por la sangre derramado por los mártires, además de la magnitud de las pérdidas humanas y materiales sufridas por el enemigo en las últimas semanas. 

(…) 

Hemos llegado al punto crucial. El mundo tiene que saberlo. Hace semanas que mantenemos este frente, a pesar de las presiones, las negociaciones y las amenazas. Desde el primer día, incluso se nos dijo: «Si lanzan operaciones en el sur del Líbano, si abren un frente en el sur, la flota estadounidense estará allí para [actuar contra] ustedes, y los aviones estadounidenses los bombardearán». Esto es exactamente lo que nos dijeron el domingo 8 de octubre, y lo que nos repitieron en los días siguientes. Cuando grupos palestinos de Hamás y la Yihad Islámica cruzaron la frontera libanesa hacia la Palestina ocupada durante la primera operación también nos amenazaron con bombardearnos con aviones estadounidenses. Un segundo grupo entró [en territorio ocupado]. Luego entró un tercer grupo y, si Dios quiere, también entrarán otros grupos. 

Esta amenaza no alteró en absoluto nuestra posición. Al contrario, fue la razón por la cual empezamos a trabajar en este frente. En el caso de este frente, las posibilidades de escalada y evolución en una dirección u otra dependen de dos cosas fundamentales: 

La primera es lo que ocurra después y cómo se desarrollen los acontecimientos en Gaza. Este frente [libanés] es un frente de solidaridad, un frente de apoyo a Gaza. Por esta razón, el frente se desarrolla y evoluciona en función de los acontecimientos que tienen lugar allí, a la luz de su naturaleza, pero también de las amenazas y los cambios. 

Lo segundo que rige nuestro frente libanés es el comportamiento del enemigo sionista en relación con el Líbano, y aquí vuelvo a ponerlos sobre aviso en su obstinación por atacar a ciertos civiles, y ya habiendo matado a varios de ellos. Esto nos conducirá de nuevo a un enfrentamiento entre civiles. En cualquier caso, el comportamiento del enemigo determinará también la evolución de nuestro frente. 

Se los digo con toda transparencia, honestidad y claridad, pero también con una forma de ambigüedad, una ambigüedad estratégica: todas las posibilidades son concebibles en el frente libanés. Todas las opciones están sobre la mesa, y podemos tomar cualquier decisión en cualquier momento. Todos debemos estar preparados para todas las posibilidades y escenarios venideros. Y a los estadounidenses les digo: las amenazas e intimidaciones que nos dirigen a nosotros y a los resistentes de la región no sirven de nada. No tienen ningún efecto sobre los movimientos de resistencia ni sobre los países de la resistencia. 

(…) 

Si las políticas estadounidenses y occidentales pretenden evitar la extensión regional del conflicto, entonces no deben tomar el camino de amenazar e intimidar a los honorables miembros de la Resistencia que han venido a defender a los oprimidos y los lugares santos. Sólo pueden tomar el camino de poner fin a la agresión contra Gaza. 

Israel es su herramienta, su soldado, su siervo. Israel está bajo su tutela. Ustedes, los estadounidenses, pueden poner fin a la agresión contra Gaza porque es su agresión. Cualquiera que quiera evitar una guerra regional, y me dirijo a los estadounidenses, debe poner fin a la agresión contra Gaza. Y ustedes, los estadounidenses, saben perfectamente que, si estalla una guerra en la región, sus barcos no servirán de nada. Los ataques aéreos no servirán de nada. Sus intereses, sus soldados y sus barcos serán los primeros en pagar el precio de la guerra, las principales víctimas. 

(…) 

La batalla es, pues, de perseverancia, de paciencia, de resistencia, de consecución de objetivos y acumulación de éxitos, de victorias contra el enemigo, de resistencia contra los objetivos del enemigo. Así es como triunfaremos. Repito, todos debemos trabajar para detener la agresión contra Gaza, todos debemos trabajar por el triunfo de Gaza y el triunfo de la Resistencia en Gaza.

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