El fondo de pérdidas y daños para los países más vulnerables al cambio climático -cuya creación fue el gran avance de la COP 27 celebrada en Sharm el-Sheikh (Egipto) el pasado mes de noviembre- es uno de los principales puntos de discordia entre las partes implicadas en las negociaciones de la COP 28. La última sesión de negociaciones terminó en fracaso el 20 de octubre en Egipto.

  • Definir las normas específicas de funcionamiento del Fondo es uno de los objetivos de la COP 28. El tema es muy delicado, en primer lugar por su vinculación con la cuestión de la justicia climática y la responsabilidad de los Estados por las emisiones históricas de gases de efecto invernadero.
  • Estados Unidos ha adoptado una postura clara al respecto, oponiéndose a la idea de cualquier forma de compensación climática. El enviado especial para el clima de Joe Biden, John Kerry, declaró el 13 de julio ante el Congreso estadounidense que Estados Unidos «no pagaría indemnizaciones» a los países afectados por catástrofes relacionadas con el clima, rechazando la idea de un vínculo entre financiación y reconocimiento de responsabilidad por las catástrofes en cuestión.

Las tensiones han surgido, en particular, en torno a la cuestión de la sede del Fondo para Pérdidas y Daños.

  • Varios países, entre ellos Estados Unidos -al que el embajador del G77 + China se refiere como «un pequeño grupo de naciones responsables de la mayor parte de las reservas de gases de efecto invernadero»- quieren que el Fondo se ubique en el Banco Mundial, propuesta rechazada por la coalición de países del Sur.
  • Las cuestiones de la gobernanza del Fondo, el origen y la forma de la financiación y los criterios de elegibilidad también siguen sin resolverse. El G77 + China defienden la posibilidad de aportar una ayuda «directa», «basada en gran medida en donaciones» y proporcional «a la gravedad de los fenómenos climáticos», con un consejo de administración «equilibrado entre países desarrollados y en desarrollo»1.

Así pues, las negociaciones prometen ser difíciles si las partes esperan lograr avances significativos y si no quieren que la COP se considere otra oportunidad perdida, en un momento en que las consecuencias del cambio climático se extienden e intensifican. La cuestión de fijar o no un calendario preciso para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles será otro punto de tensión; el 30 de octubre, el Secretario General de las Naciones Unidas volvió a pedir «el fin de la era de los combustibles fósiles». Las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse un 43% de aquí a 2030 para cumplir el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5°C en 2050 respecto a los niveles preindustriales.