Apenas tres días después del inicio de la invasión rusa de Ucrania, el canciller alemán, Olaf Scholz, anunció la construcción de dos terminales flotantes para recibir gas natural licuado.

  • Antes de la guerra, Alemania no tenía terminales de GNL dentro de sus fronteras, sino que importaba GNL de otros países europeos.
  • En su discurso ante el Bundestag anunciando la construcción de las terminales, Scholz afirmó que «Los acontecimientos de los últimos días y semanas nos han demostrado que una política energética responsable y con visión de futuro no sólo es crucial para nuestra economía y nuestro clima. Pero también crucial para nuestra seguridad»1

En sólo diez meses, la situación energética alemana ha cambiado por completo. Debido al cierre del gasoducto Nord Stream 1, Alemania no importa gas ruso desde septiembre. En noviembre, la demanda alemana de gas natural se situó en un 23% por debajo de la media de los años 2019-2021.

La capacidad de la terminal flotante de Wilhelmshaven, en el Mar del Norte, corresponde al 8% del consumo anual de gas de Alemania. Para finales de 2023 está previsto construir seis terminales similares en Alemania, que cubrirán en total un tercio del consumo de gas del país.

  • El nivel actual de las reservas alemanas -y europeas- de gas natural supone que no haya riesgo de escasez antes del próximo invierno.
  • Sin embargo, la construcción de infraestructuras no resuelve el problema del abastecimiento de GNL, que probablemente será insuficiente cuando las actividades chinas vuelvan a los niveles anteriores a la pandemia.

En vísperas de la inauguración de la terminal de Wilhelmshaven, el New Climate Institute criticó en un informe el proyecto alemán de terminal flotante por considerarlo «masivamente sobredimensionado»2. Según la organización, también violaría la legislación nacional y los compromisos internacionales contraídos en virtud del Acuerdo de París. Los grupos ecologistas temen un aumento del consumo de combustibles fósiles en Alemania.