Desde 2008, la red ferroviaria de alta velocidad de China se ha ampliado considerablemente.

  • Ahora tiene 40.000 km de longitud y conecta el 80% de las ciudades chinas, lo que supone multiplicar por 15 el tamaño de su red en 2008 (2.740 km).
  • China aspira a construir 30.000 km de vías de alta velocidad para alcanzar los 70.000 km en 2035.

El número de pasajeros se ha más que duplicado en 10 años, pasando de 1.500 millones a 3.600 millones entre 2009 y 2019. Cada día, cerca de 1.000 trenes parten de las mayores ciudades chinas y transportan a seis millones de personas, cuatro veces el volumen diario del transporte aéreo.

El símbolo de este desarrollo ferroviario es la línea de alta velocidad Pekín-Shanghai (京沪高铁)-que entró en funcionamiento en 2011-, que conecta dos de las metrópolis más pobladas del país. 

  • Desde 2014, esta ruta ha sido, con diferencia, la más rentable. En 2019, obtuvo un beneficio neto de 1.800 millones de dólares y transportó 215 millones de pasajeros.

La construcción de esta red es también una forma de mostrar los buques insignia de la industria del país.

  • En la actualidad, el 90% de los componentes necesarios para construir estos ferrocarriles de alta velocidad se fabrican en China, un logro que la convierte en una de las tecnologías estrella pregonadas por el gobierno chino.
  • La cadena de producción descansa casi por completo en una única empresa estatal: China Railway Rolling Stock Corporation (CRRC, 中国中车).
  • CRRC, el mayor productor mundial de material rodante, ensambla todos los trenes de alta velocidad chinos y suministra la mayoría de sus componentes, lo que lo convierte en un auténtico monopolio estatal con una facturación anual de unos 30.000 millones de dólares. 

El desarrollo de la red también refleja la filosofía desarrollista de Xi Jinping del «desarrollo coordinado» como concepto clave.

  • Su plan no consiste sólo en conectar las ciudades existentes, sino las ciudades existentes con nuevas megaciudades construidas desde cero en torno a estas estaciones. 
  • Un ejemplo famoso es la nueva zona de Xiong’an, en la provincia de Hebei, a unos 100 km al suroeste de Pekín.
  • Más allá de los aspectos económicos, el tren de alta velocidad es también una poderosa herramienta de cohesión social, influencia política e integración de provincias dispares.
  • En septiembre se construyeron 20 proyectos ferroviarios a pesar de las limitaciones geológicas y climáticas a las que se enfrentan.
  • El proyecto más ambicioso es una línea de 1.629 km (川藏铁路) que unirá la provincia suroccidental de Sichuan con la capital tibetana, Lhasa.
  • Se elevaría a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar a través de glaciares y terrenos propensos a terremotos.
  • Se espera que la línea esté terminada en 2030. El coste total del proyecto asciende a 320.000 millones de yuanes (43.000 millones de euros).