La biodiversidad se refiere a todos los seres vivos (mamíferos, reptiles, microorganismos, etc.) y a los ecosistemas en los que viven. Entre 1970 y 2018, la población mundial de animales protegidos se redujo un 69%, según WWF, un 94% en América Latina y el Caribe1.

Aunque la biodiversidad suele atraer menos atención que el clima, es una cuestión fundamental de la transición medioambiental, ya que permite preservar y perpetuar los ecosistemas y, por tanto, la vida en la Tierra.

  • La COP15, que inicialmente estaba prevista para 2019 en China -aplazada a causa de la pandemia-, pondrá en marcha una nueva ronda de negociaciones, ya que la anterior tuvo lugar de 2010 a 2020. 
  • Además de las prohibiciones de sustancias nocivas para los ecosistemas y la financiación, la cuestión principal será la aplicación del llamado programa «30/30»: 30% de zonas protegidas de las actividades humanas en el mar y 30% en tierra.

Este programa será promovido por la «Coalición de Alta Ambición para la Naturaleza y la Humanidad», copresidida por Costa Rica y Francia, que incluye a 114 países. 

Los resultados de la COP 27 de Sharm el-Sheikh reflejan la debilidad de los objetivos y compromisos asumidos hasta ahora para preservar la biodiversidad. Aunque la creación de un fondo para compensar a los países más vulnerables por las «pérdidas y daños» debidos al cambio climático indica que los países ricos están dispuestos a debatir la financiación del clima -uno de los principales puntos de fricción en las negociaciones sobre biodiversidad-, un informe de la ONU muestra que sólo se gastan 154.000 millones de dólares al año en «soluciones basadas en la naturaleza»2. Se prevé que esta cifra se triplique de aquí a 2030.

La pérdida de biodiversidad es mayor en las regiones con una elevada proporción de países de renta baja y media.

  • Según el Índice Planeta Vivo, desde 1970 sólo se ha perdido el 20% de la biodiversidad en Europa, Asia Central y Norteamérica.
  • Esta cifra es muy inferior a la media mundial del 69%, y se debe principalmente a América Latina y el Caribe, que se calcula que ha perdido el 94% de su biodiversidad en los últimos 50 años.

Sin embargo, la elección de Lula en Brasil ofrece esperanzas de que esta tendencia se invierta. Aunque Brasil tiene la mayor concentración de biodiversidad del mundo, el Gobierno de Bolsonaro se ha caracterizado por su estrategia de destrucción de las políticas medioambientales puestas en marcha por sus predecesores.

Aunque Brasil obstruyó deliberadamente las negociaciones anteriores, impidiendo el acuerdo sobre objetivos como la protección de al menos el 30% de la tierra y el mar para 2030 -según WWF y otras organizaciones conservacionistas-, Lula ha dejado claro que el medio ambiente es una de sus principales prioridades3.