- La estrategia de cero covid continúa. China está intensificando las medidas en el interior del país, incluyendo la exigencia de que las 31 provincias realicen pruebas periódicas a los residentes, ampliando el bloqueo en Chengdu, la capital de Sichuan –una provincia especialmente afectada por las sequías de agosto-, y anunciando que se deben evitar los viajes durante la semana de vacaciones del Día Nacional que comienza el 1 de octubre. El pasado mes de abril, los residentes de Shanghái ofrecieron relatos asfixiantes del infierno confinado.
- Rivalidad sino-estadounidense. Xi Jinping renueva sus llamamientos para que China acelere el desarrollo de tecnologías consideradas «esenciales para la seguridad nacional». La intervención personal sugiere una creciente preocupación en Pekín por los esfuerzos de Estados Unidos para contener el avance de China, manifestada en los últimos días por el lanzamiento del Marco Económico Indo-Pacífico para la Prosperidad de Biden, contra el que China protestó cuando se anunció el pasado mes de mayo.
- Reducción de riesgos. Los inversores internacionales están retirando sus inversiones en algunas de las mayores empresas de China. Mientras el inversor japonés SoftBank vendía el equivalente a 17.000 millones de dólares en acciones de Alibaba, grupos de inversión y particulares han anunciado que reducirán sus participaciones financieras en la empresa tecnológica Tencent. En vísperas del 20º Congreso del Partido Comunista Chino, y ante el temor de un cambio económico estructural a favor de las empresas estatales, muchas empresas privadas intentan reducir su exposición a los riesgos financieros.
- Crisis de la vivienda. Se han presentado varias demandas de acreedores contra grupos inmobiliarios y promotores chinos que, debido a sus enormes deudas, no han entregado las propiedades a tiempo y no pueden pagar sus obligaciones. El pasado mes de septiembre, el riesgo de quiebra del segundo promotor inmobiliario de China hizo que el resto del mundo entrara en pánico, temiendo un «momento Lehman Brothers».
- Política monetaria. Con prácticamente todas las divisas del mundo debilitándose frente al dólar, los funcionarios chinos deben decidir si la caída del yuan requiere una intervención. Aunque los indicadores no son alarmantes por el momento, la gestión de la política de covacha cero, así como el deterioro o no de la crisis inmobiliaria, podrían llevar a los responsables políticos chinos a adoptar medidas más agresivas.
- Inflación contenida. Los precios al consumo sólo subieron un 2,5% en China el mes pasado, por debajo de las previsiones y todavía muy bajos en comparación con gran parte del mundo. Estas cifras dan al Banco Popular de China un mayor margen de maniobra para mantener su política de relajación monetaria. La próxima semana se espera una decisión sobre los tipos de interés del banco central chino.
- Guerra comercial. Joe Biden aún no ha tomado la decisión de acabar con los aranceles puestos en marcha durante el mandato de Donald Trump contra los productos chinos. Desde la llegada del presidente demócrata a la Casa Blanca, la lista de empresas chinas afectadas por estas sanciones ha aumentado. Se refiere principalmente a los insumos industriales y tecnológicos, pero también a ciertos bienes de consumo.
- Ralentización de las exportaciones. La demanda mundial de productos chinos se debilitó más de lo previsto en agosto debido a la elevada inflación en mercados clave como el europeo: las exportaciones a Rusia aumentaron un 26,5% en agosto. Para compensar esto, la demanda interna china tendrá que desempeñar un papel más importante para que la economía se recupere.
- Crisis energética. China socava las sanciones petroleras contra Rusia. Las compras de petróleo de la India y China han compensado la mayor parte del descenso de las exportaciones rusas a Europa, lo que plantea dudas sobre el impacto de las sanciones contra Moscú. Desde el inicio de la guerra en Ucrania, China es el país que más petróleo ruso ha importado, con un total de 35.000 millones de dólares.
- Reunión crucial. Xi Jinping viajará a Kazajistán la próxima semana para realizar una visita de Estado al extranjero, la primera desde el inicio de la pandemia de Covid-19. A continuación, se reunirá con Vladimir Putin en Uzbekistán por primera vez desde el inicio de la guerra, donde ambos líderes se encontrarán en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai.