• Los objetivos nacionales fijados por los países en el marco del Acuerdo de París y la necesidad de abandonar los combustibles fósiles —reforzada por la guerra de Ucrania— plantean la cuestión de cómo aprovechar mejor la energía existente, así como el potencial de las nuevas tecnologías. Todas las grandes potencias (Estados Unidos, Japón, China, el Reino Unido y la UE en el paquete legislativo Fit for 55) coinciden en que la descarbonización requerirá la electrificación, en la que nuevas tecnologías como el hidrógeno podrían desempeñar un papel importante.
  • Sin embargo, en un reciente estudio publicado en la revista Energy & Environmental Science, los investigadores de la Universidad de Stanford sostienen que una transición energética rápida y eficiente no requeriría nuevas tecnologías —algunas de las cuales aún están en las primeras fases de desarrollo. Esto pone en tela de juicio la opinión generalmente aceptada de que solo se pueden lograr reducciones significativas de las emisiones de gases de efecto invernadero cambiando radicalmente la forma en que producimos y consumimos energía1.
  • La electricidad generada por las turbinas eólicas terrestres y marinas, la energía solar fotovoltaica, la energía geotérmica, la energía hidráulica, la energía de las olas y la energía de las mareas sería suficiente para garantizar una transición energética efectiva para 2050. Los principales cambios que requerirían inversión serían los relativos a las tecnologías de almacenamiento y la optimización del uso de la electricidad, con soluciones sencillas como la carga diurna de los vehículos eléctricos para aprovechar la producción de energía fotovoltaica —que es difícil de almacenar en grandes cantidades.
  • Analizando detenidamente 145 países —que en conjunto representan el 99,7% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero—, el estudio sostiene que una electrificación masiva de todos los sectores energéticos a partir de fuentes limpias y renovables, un mejor almacenamiento y un uso más sensato de la energía podrían bastar para completar la transición en 2050. Así, se considera que tecnologías como la captura de CO2 del aire, la energía nuclear, el hidrógeno azul o la bioenergía « no son necesarias » y « ofrecen menos beneficios » que las tecnologías estudiadas.
  • Aunque aparentemente sencillos, estos cambios globales serían en realidad muy complejos de aplicar y requerirían inversiones por valor de 62 millardos de dólares. Sin embargo, este gasto crearía tantos puestos de trabajo y reduciría los costes sociales (energía, salud y clima) que podría amortizarse en menos de seis años, con un ahorro anual estimado de 11 millardos de dólares para los 145 países estudiados. Según la OMS, la contaminación del aire interior y ambiental es responsable de más de 7 millones de muertes al año en todo el mundo2.
  • En una reciente pieza de doctrina publicada en nuestras columnas, Helen Thompson, economista de la Universidad de Cambridge, nos recordaba que « sin avances tecnológicos en el almacenamiento, la energía solar y la eólica siguen siendo fuentes de energía primaria intermitentes para la generación de electricidad, y aunque las ventas de vehículos eléctricos personales están aumentando, el transporte sobre el que funciona la economía mundial —barcos y camiones— requiere productos petrolíferos ».
Notas al pie
  1. Mark Z. Jacobson, Anna-Katharina von Krauland, Stephen J. Coughlin, Emily Dukas, Alexander J. H. Nelson, Frances C. Palmer y Kylie R. Rasmussen, « Low-cost solutions to global warming, air pollution, and energy insecurity for 145 countries », Energy & Environmental Science, 28 de junio de 2022.
  2. Ambient (outdoor) air pollution (22 de septiembre de 2022), Household air pollution and health (26 de julio de 2022), Organización Mundial de la Salud.