Ante Xi, al-Sissi, Lula, Vučić y los demás, Putin quería una puesta en escena espectacular: la de un nuevo éxito en una guerra eterna.
La guerra de hace ochenta años; la de hoy en Ucrania, la de mañana en Europa, la que nunca termina.
Entre las doce batallas de la Segunda Guerra Mundial que mencionó en su discurso, se encontraban tres ciudades ucranianas y otra rusa, que ahora forma parte del frente: Kursk.
Lo traducimos.