Costa Rica fue uno de los pocos países que salió ileso de la gira Centroaméricana del secretario de estado Marco Rubio donde fustigó a varios países vecinos por no contribuir lo suficiente en la lucha contra la inmigración ilegal y el narcotráfico. ¿Cómo definiría su relación bilateral?

Costa Rica salió premiada, felicitada y alabada por Marco Rubio por estar haciendo las cosas bien desde la perspectiva de los intereses de la nueva administración de Estados Unidos. No nos criticó, además quisiera recalcar que no nos pidió nada a cambio, y más bien nos felicitó respecto a los grandes temas a tratar: las migraciones, la seguridad nacional, regional, continental y cibernética y las políticas de inversión frente a China. 

Costa Rica está alineada con los objetivos de la política norteamericana. Estados Unidos reconoce en Costa Rica un país amigo, un aliado.

Por lo tanto, entiendo que Costa Rica no teme al presidente Trump y posibles acciones coercitivas.

Costa Rica no espera sufrir ninguna consecuencia negativa por parte de la administración Trump. Creemos que incluso seremos reconocidos como un país seguro en la cadena de suministro, por ejemplo, de suplementos médicos, semiconductores y productos tecnológicos. 

Hay más de 400 compañías internacionales haciendo negocio en Costa Rica, de las cuales el 70%, es decir unas 300, son norteamericanas. Estas empresas no deberían ser inquietadas por parte de la administración Trump y podrán continuar su plan de negocio en Costa Rica sin mayores trabas. 

Costa Rica está alineada con los objetivos de la política norteamericana. Estados Unidos reconoce en Costa Rica un aliado.

Arnoldo André Tinoco

Usted se ha referido a la inmigración ilegal y China —que busca perpetuarse como una potencia extranjera en Latinoamérica—. ¿Son estas las claves para el buen entendimiento con Trump?

Sí, son dos ejes principales. En cuanto a la migración, no es que Estados Unidos plantee una línea más severa, es que ya se está ejecutando. 

Hay vuelos de repatriación de migrantes a Guatemala. La ventana hacia Caracas ha sido abierta. Y qué decir de Colombia. Panamá cuenta ya con unos 45 vuelos ejecutados con el apoyo norteamericano, principalmente hacia Colombia y Ecuador, considerados por Estados Unidos como migrantes económicos —y no perseguidos políticos—. 

En ese sentido, Costa Rica fue reconocido por el secretario Rubio como un país de acogida de migrantes. 

Hemos hecho un gran esfuerzo acogiendo a unos 750.000 nicaragüenses que viven con nosotros, junto con otros extranjeros. Prácticamente un 20% de nuestra población son inmigrantes que se han integrado a la economía y estructuras sociales. Costa Rica no es sólo un país de tránsito, sino también de acogida. La administración Trump, por tanto, reconoce que estamos haciendo bien la tarea. 

Sin embargo, se plantea un fenómeno nuevo ya que Estados Unidos ha congelado todos los programas de auxilio, ayuda y apoyo internacional, incluyendo las ayudas que recibimos de la Organización Internacional de las Migraciones y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados —unos 45 millones de dólares anuales, que ocupan a unos 600 costarricenses, para la gestión migratoria—. De momento, estas ayudas han sido congeladas por 90 días, aunque en la práctica significa el desmantelamiento de los programas porque ningún colaborador va a esperar 90 días sin recibir remuneración ni conocer sus perspectivas a futuro. Ahora se trata de planificar qué medidas tomar frente a este cambio de paradigma, ver qué programas se pueden autofinanciar o si existen nuevas fuentes internacionales de financiamiento para administrar los flujos de forma humanitaria.

La migración es un fenómeno milenario que nadie va a parar. Lo que puedes hacer es administrarlo mejor para que los migrantes no sufran tanto y las poblaciones de acogida los reciban mejor.

¿Y China? 

Se va a tener que recalibrar la política con China en América Latina.

Es cierto que existe una especie de nueva guerra fría entre Estados Unidos y China sobre el hemisferio occidental en cuanto a la presencia económica de este. Sin embargo, hay que establecer que China busca invertir en aquellos países que tienen recursos naturales, en especial minería o bosques, madera o agua, para abastecer su gran mercado interno. Costa Rica no tiene esas características.

La migración es un fenómeno milenario que nadie va a parar. Lo que puedes hacer es administrarlo mejor para que los migrantes no sufran tanto y las poblaciones de acogida los reciban mejor.

Arnoldo André Tinoco

En la actualidad, no existe ningún proyecto en curso entre nosotros y China. Lo que existe únicamente es un crédito finalizado para la construcción de una carretera hacia el puerto del Caribe. Y sí, se ha dado una discusión nacional en cuanto al despliegue de la red de telecomunicación 5G, por la cual Costa Rica adoptó hace un año aproximadamente una política mediante un decreto que establece que sólo podrán ser proveedores de equipo únicamente aquellas compañías radicadas en países que pertenezcan a la convención de Budapest contra el crimen cibernético. China no es miembro. Por lo tanto, bajo nuestro criterio, la empresa china de telecomunicaciones Huawei no califica como proveedor seguro. Ello ha provocado la protesta formal de la embajada china en Costa Rica con más de cinco comunicados oficiales. 

Esto coincide con la política de Trump de evitar grandes inversiones chinas en la zona y por lo tanto ha sido visto con buenos ojos por parte de la nueva administración. 

Hay quienes aseguran que las declaraciones del presidente Trump con respecto al Canal de Panamá, por ejemplo, son una advertencia diseñada para frenar el volumen de negocio con Pekín en Latinoamérica. ¿Comparte ese punto de vista? 

En el caso de Panamá, llama la atención que Trump haya sido tan insistente, dedicándole tantas líneas en su discurso inaugural, un momento importante para todo presidente, y es evidente su molestia por la presencia de dos puertos chinos que operan en ambos lados del canal. Además de un rechazo generado por el monto de las tarifas que pagan los buques estadounidenses en el Canal de Panamá. 

Nosotros hubiéramos preferido que esta problemática se hubiese resuelto en una mesa de negociación en Washington, con un tono más tranquilo. Y no excluimos que eso venga a suceder. 

Se va a tener que recalibrar la política con China en América Latina. En la actualidad, no existe ningún proyecto en curso entre Costa Rica y China.

Arnoldo André Tinoco

La realidad es que Panamá sigue considerándose aliado de los Estados Unidos, está cooperando con los programas migratorios y creemos —esperamos diría incluso— que el diálogo llegue a cristalizar una solución que satisfaga ambos intereses.

¿Cree que Trump forzará una elección —Estados Unidos o China— con grandes repercusiones económicas y políticas contra aquellos países que no se decanten por Washington?

En el caso de Costa Rica no se trata de una postura ideológica, es una realidad económica.

Aproximadamente el 50% de las importaciones y exportaciones costarricenses se dan con el mercado norteamericano. Más del 60% de los turistas que nos visitan vienen del mercado norteamericano. Las economías están tan integradas que es el principal socio comercial y natural de la economía nacional. Existe una vinculación obvia, de hecho, que es insalvable. 

China es el segundo socio comercial en cuanto a importaciones; es también es un socio importante, pero no tiene una magnitud comparable. No se trata de elegir a uno sobre otro. Nuestra política oficial es tener relaciones diplomáticas buenas con todos los que se pueda bajo nuestro criterio. 

¿Le sorprende la actitud de la administración Trump con respecto a Venezuela y Nicolás Maduro? Muchos votantes de origen hispano esperaban una política dura y veían en Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, una esperanza para los demócratas frente a los regímenes autoritarios latinoamericanos. 

No comparto su impresión.

Frente a Cuba se anunciaron medidas durísimas, incluidas la prohibición de las remesas de dinero que hacen los familiares norteamericanos hacia la isla. También se anunció un endurecimiento de sanciones y medidas frente a Nicaragua. Estados Unidos aún no ha manifestado qué políticas va a adoptar con respecto al CAFTA —el tratado de libre comercio con Centroamérica— pero sí hay señales de que están considerando la exclusión de Nicaragua de los beneficios de ese tratado .

Arnoldo André Tino estrecha la mano del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, después de que este aterrizara en el aeropuerto internacional Juan Santamaría, cerca de San José (Costa Rica), el martes 4 de febrero de 2025. © AP Foto/Mark Schiefelbein

Frente a Venezuela, vemos un acercamiento más pragmático, negociando la liberación de presos norteamericanos y la apertura de fronteras para recibir vuelos con repatriados venezolanos. La administración Trump también ha declarado que las elecciones fueron fraudulentas y ha reconocido que Edmundo González Urrutia fue el ganador de dichas elecciones —no Maduro—. En muchos aspectos, la nueva política norteamericana está aún en procesos de definición.

Todavía les queda por afinar el lápiz en varias áreas importantes como son comercio y la inversión —que están en proceso de elaboración—. Por lo tanto, todavía es muy pronto para llegar a conclusiones. Lo que está claro es que Estados Unidos busca definir quiénes son sus aliados en América del Sur. La primera administración Trump planteó un programa que se llamó América crece, una red de países con los cuales buscaba fomentar la inversión en infraestructura, aún en elaboración. 

Dicho sea de paso, la iniciativa del ex-presidente Biden llamada APEP — American Partnership for Economic Prosperity — queda enterrada y sepultada bajo Trump. 

Estados Unidos busca definir quiénes son sus aliados en América del Sur.

Arnoldo André Tinoco

¿Considera que hay que saber separar el discurso MAGA —muy duro con México, por ejemplo, al que acusa de trabajar con los carteles—, y las políticas que llevará a cabo Trump en América Latina? ¿Existe margen de maniobra a pesar de las palabras, en ocasiones ofensivas con respecto al mundo hispano? 

Hay que tener prudencia y paciencia porque en muchas ocasiones son manifestaciones espontáneas que el presidente hace al calor de la discusión y desconocemos cuánto ejecutará realmente o no.

Como le indiqué anteriormente, Costa Rica apuesta por resolver cualquier problema en una mesa negociación, de forma diplomática, que escuche los intereses de ambas partes. Nosotros siempre hemos tomado esa actitud y nuestra intención es que así continúe en el futuro. 

¿Incluso cuando se trata de una administración que decide eliminar el español de la página web de La Casa Blanca? 

Esa es una decisión que ellos han decido tomar. Yo considero que el español es una lengua de América.

En estas últimas semanas hemos visto un acercamiento entre la Unión y Latinoamérica. Se ha firmado el acuerdo Mercosur y también se han estrechado lazos comerciales con México. ¿Estamos ante una nueva fase, más profunda, entre ambas regiones? 

Digamos que este es un continente que estuvo durante una época abandonado por Europa.

Europa ha tenido muchas crisis en estas últimas décadas: la migratoria, la pandemia, la crisis del euro, la deuda soberana y estuvo muy centrada en sí misma. Ahora pasa lo mismo con la guerra. Pero nuestra impresión es que efectivamente la Unión Europea está intentando reengancharse con América Latina.

Los vacíos se llenan y los vacíos se ocupan. 

China ha buscado ocupar espacios que antes uno hubiese esperado fueran ocupados por iniciativas norteamericanas o europeas. Estados Unidos y Europa han sido, por vínculo histórico-cultural, los socios naturales de Latinoamérica. Nosotros tenemos lazos de sangre con Europa; en Latinoamérica gran parte de nuestra población desciende directamente de europeos. 

Europa tiene hambre por regresar. España también está tratando de liderar ese acercamiento. La Unión Europea por su parte ha desplegado la iniciativa Global Gateway como instrumento para ofrecer facilidades crediticias y de iniciativas de apoyo tecnológico en América Latina, aunque le va a tocar competir con iniciativas chinas. Nosotros nos alegramos porque nos parece que son los socios naturales para el continente y esperamos que fructifiquen.

Nosotros nos alegramos de los proyectos de los países europeos en la región porque nos parece que son los socios naturales para el continente —y esperamos que fructifiquen—.

Arnoldo André Tinoco

Claro está que se trata de un contexto muy difícil porque en este reacomodo de la geopolítica, Europa va a tener que desplegar gran parte de su presupuesto en defensa. Como costarricense, un país sin ejército, donde en mi presupuesto nacional tengo gasto militar cero, sorprende que los países tengan que dedicar solo para disuadir —ni siquiera para la guerra— semejantes recursos, en lugar de dedicarlos a programas sociales, educativos, culturales, pensiones. 

Usted ha hablado de vacíos llenados por otros. ¿El acercamiento a China se debe entonces puramente a una cuestión económica, no ideológica ni política?

Cuando uno no está presente, hay otros que entran. Efectivamente podríamos argumentar que la manera en la que China ha crecido dentro de Latinoamérica no se debe a un entendimiento político ni ideológico. Simplemente Latinoamérica tiene unas necesidades.

También podríamos decir que lo que está ocurriendo en parte ha sido culpa de Europa. Europa no estuvo presente y le han quitado su silla. Pero no es por una afinidad política entre Latinoamérica y China. La inversión china se da sobre todo en proyectos de infraestructura de alta inversión de capital, donde los países necesitan continuar invirtiendo para mejorar las condiciones de vida. Si hay que hacer una carretera, un puente, un puerto, un aeropuerto, se sacan las licitaciones internacionales y quien ofrece mejores condiciones lo gana. China ha sabido hacer ofertas muy competitivas —aunque también ha habido problemas de calidad, problemas de cumplimiento, entendimiento—. Pero así se ha dado el fenómeno. 

¿Cuál sería la plataforma para que se construya este diálogo entre Europa y Latinoamérica? En estos últimos años hemos visto un intento por relanzar la CELAC como formato de encuentro. 

Debo admitir que no comparto el formato CELAC ni creo que sea el más indicado porque considero que no representa las contrapartes indicadas.

La Unión Europea es un sujeto de derecho internacional, con órganos deliberativos de ejecución, con gobernanza, un parlamento y un presupuesto. La CELAC no es una organización internacional, no tiene estructura de gobernanza, es simplemente un mecanismo de diálogo latinoamericano. La CELAC no tiene ni siquiera secretaría permanente, tampoco es un sujeto capaz de asumir derechos y obligaciones en nombre de sus miembros, ni mucho menos es un equivalente a la Unión Europea.

Hay que ver la fragmentación ideológica que rige dentro de Latinoamérica en la actualidad, con la presencia por un lado de Venezuela, Nicaragua y Cuba –regímenes absolutamente dictatoriales, opresores de su pueblo, violadores de los derechos humanos y antidemocráticos– y por otro lado, una nueva Argentina con políticas claramente liberales, por ejemplo, pero también países como el mío que nos consideramos parte de Occidente. Ahí usted nunca va a encontrar acuerdos. En la CELAC rige la regla del consenso y ha sido imposible en los últimos tres años encontrar el consenso que necesitamos para avanzar. 

Yo considero que las asociaciones internacionales ya no se rigen por la proximidad geográfica —el ser vecinos geográficos no nos identifican en nuestras posturas políticas—. Por tanto, debemos agruparnos por asociaciones temáticas y valores. Sería más útil y más ágil. 

Podríamos argumentar que la manera en la que China ha crecido dentro de Latinoamérica no se debe a un entendimiento político ni ideológico. Simplemente Latinoamérica tiene unas necesidades.

Arnoldo André Tinoco

Su enfoque es interesante pero plantea también dificultades organizativas y logísticas. ¿Cómo se agruparían los países entonces?

El mundo admira Europa precisamente por eso. 

¿Cómo hizo para poner de acuerdo a un griego con un escandinavo? ¿A un español con un polaco? 

En América Latina todavía no lo hemos conseguido. Aunque hablamos el mismo idioma, seguimos divididos. No se puede comparar Nicaragua con Argentina, por ejemplo. No es un continente monolítico. Vea Chile, es un país de izquierdas pero altamente democrático, nosotros nos entendemos bien con ellos. ¿Qué hacemos con Cuba, Venezuela?

Para avanzar debemos unirnos basados en nuestros principios democráticos —y no sólo en la geografía—. Unirnos entre los países que creemos en los derechos humanos, el libre comercio, las reglas internacionales, la libertad de prensa y la libertad de asociación, exactamente como ocurrió en Europa. 

Sin embargo en estas últimas semanas da la impresión de que se ha roto el consenso que existía entre países democráticos como usted describe. Estados Unidos y Europa parecen adoptar cada vez posiciones más alejadas. La guerra en Ucrania cristaliza esta fractura. ¿Cómo valora el momento geopolítico desde una perspectiva latinoamericana? 

Estamos en un contexto extremadamente complicado, pero sería prematuro sacar conclusiones inmediatas. En primer lugar, cuatro años de un gobierno no son nada en la historia universal. Esto pasará. Los péndulos cambian de un lado a otro.

Vivimos un primer periodo Trump, después vino Biden y ahora volvemos con Trump. Veremos qué sigue después. No es tan trágico. Yo soy optimista y creo que el mundo va a seguir adelante. 

Sigo pensando que el sistema internacional tiene reglas y la presión para su cumplimiento va a seguir existiendo. Espero que se recapacite por parte de la nueva administración Trump en algunas políticas que en este momento suenan descabelladas.

Algunos de sus planteamientos respecto a la situación en Gaza, por ejemplo, chocan con todas las acciones que hemos ejercido durante los últimos 80 años para asegurar los derechos humanos. La estructura internacional que se implementó después de la Segunda Guerra Mundial debe seguir rigiendo las relaciones entre pueblos. 

Las asociaciones internacionales ya no se rigen por la proximidad geográfica —el ser vecinos geográficos no nos identifican en nuestras posturas políticas—. Por tanto, debemos agruparnos por asociaciones temáticas y valores. Sería más útil y más ágil. 

Arnoldo André Tinoco

Necesitamos reglas básicas de comportamiento. Existe un consenso mundial más allá de las posiciones de un solo país, aunque sea una súper potencia como lo es Estados Unidos. 

¿Y Europa?

Visto con una mirada de lejos, a día de hoy se da un momento de pesimismo en Europa. Cuando uno participa en las reuniones de las Naciones Unidas, y presta atención a todos los países que están representados en ese salón, rápidamente realiza que los occidentales en realidad somos una minoría en el mundo. Para Europa es muy complicado admitirlo, ya no son el gran continente dueño del mundo. Y sin embargo, Europa sigue siendo un pilar importante para el cumplimiento de las reglas internacionales. 

El mundo necesita a Europa así que como país amigo, y yo mismo descendiente de europeos, espero que recupere su espíritu porque hace falta en la mesa.