¿Cómo analiza el intercambio de una violencia inédita entre Zelenski, Trump y Vance el viernes 28 de febrero en el Despacho Oval?
Para mí fue una gran sorpresa. Me parece que la diplomacia, la sensatez y el diálogo entre iguales —y no la supremacía del más fuerte—deben siempre prevalecer. El hecho de ver en el despacho Oval una especie de pelea —pelea verbal, al menos— es sorprendente.
Estamos viviendo en muy pocos días un cambio muy profundo en el mundo. El mundo antes del día que tomó posesión el presidente Trump y hoy es un mundo muy distinto —y creo que es un mundo más complejo de navegar—. Estamos en un camino muy difícil, y cuanto antes nos pongamos a trabajar, de manera constructiva, en implementar soluciones, mejor.
¿Cómo se sale de ese camino?
Nos encontramos en una situación donde el país más importante del mundo, el gran aliado de la Unión Europea, el gran país de la Segunda Guerra Mundial, tiene en este momento un presidente con una posición muy distinta en materia de cooperación y diplomacia a lo que ha sido la historia de sus grandes presidentes. Esto no debe tomarse a la ligera, pero tampoco podemos ser derrotistas: Europa tiene margen de maniobra.
Sin duda, no es fácil: para mí el ejemplo más sorprendente es el hecho de que miembros del gobierno de Estados Unidos hayan hecho campaña electoral en Alemania a favor del partido AfD —que es un partido, según los propios alemanes, antidemocrático—. Ese momento en la Conferencia de Múnich fue un punto de inflexión para Europa: cuando J.D Vance avaló a un partido de extrema derecha, opuesto a los valores democráticos, bajo la paradoja de la tolerancia. No habrá que olvidar que el presidente Trump hizo campaña electoral por la AfD.
No debe tomarse a la ligera a Trump, pero tampoco podemos ser derrotistas: Europa tiene margen de maniobra.
Javier Solana
Eso es un cambio fundamental —que vemos también en la concepción de lo que es el orden global basado en reglas—. Europa debe ser un actor guiado por la sensatez, el diálogo constructivo y la diplomacia seria. Debemos actuar rápida y conjuntamente para ofrecer soluciones al mundo —no problemas ni discursos antidemocráticos—.
Trump ha suspendido la asistencia militar a Kiev, von der Leyen ha anunciado una era de rearme en Europa. ¿Puede la Unión reemplazar a Estados Unidos en la guerra en Ucrania —a pesar de lo que J.D. Vance ha dicho sobre los ejércitos europeos—?
La Unión Europea está poniéndose las botas, en el sentido de empezar una etapa nueva de nuestra historia. Porque por primera vez tenemos unas relaciones de política exterior con los Estados Unidos que son claramente diferentes a las que teníamos anteriormente —y evidentemente con la situación de Ucrania—.
Es difícil de asumir que el presidente Trump esté tomando prácticamente al pie de la letra posiciones que tiene el presidente Putin; escuchar a Trump decirle al presidente de Ucrania que él empezó la guerra es una muestra de revisionismo, no disímil del discurso de Putin. Y con ese principio realmente los europeos tenemos que pensar muy bien cómo seguir adelante durante los próximos cuatro años de la legislatura de Trump de manera constructiva. Tenemos que pensar muy seriamente nuestras capacidades de defensa para el futuro.
Ya desde hace mucho tiempo estábamos pensando que el tema de la seguridad era un tema que Europa debía contemplar —y contemplarlo cada vez con mayor intensidad—. Ahora tenemos que hacer un esfuerzo para tener una cooperación reforzada en materia de seguridad y defensa. Quizá no todos los países estén dispuestos a hacerlo ahora, pero debe haber al menos una coalición de los que estén dispuestos a hacerlo desde hoy, y esto es realmente importante para mí.
El euro se hizo así, primero con una coalición que tomó la iniciativa de poner en común sus monedas —pero no fueron todos los países los que lo hicieron de una vez—. Hubo unos países que lo hicieron inmediatamente y otros que se han ido sumando conforme comprobaban que era una decisión que tenía contenido y frutos positivos. Algo así es lo que tendríamos que hacer en materia de seguridad y defensa. Si no pueden todos, deben unirse los que sí pueden con decisión y rapidez.
No habrá que olvidar que el presidente Trump hizo campaña electoral por la AfD.
Javier Solana
La situación ahora es un poco más difícil que entonces porque en la época del euro teníamos a Francia y Alemania en una situación más estable de lo que tenemos ahora. En Alemania acabamos de tener unas elecciones, la situación mejorará sin duda en cuanto lleguen al acuerdo de coalición. En Francia tenemos una situación más compleja, pero creo que está demostrado en estos días que la capacidad de reacción de la Unión Europea ha sido muy importante y hay motivos para ser optimista a nivel interno.
Inmediatamente después de la escena en la Casa Blanca con Zelenski un gran número de países de la Unión Europea se reunieron en Londres. Fue una magnífica noticia. Y el hecho de que París y Londres estuvieran más o menos dirigiendo la reunión me dio una gran alegría. Está bien volver a ver que el Reino Unido tiene todavía un sentimiento de pertenencia europea. Al fin y al cabo Francia y Reino Unido son los dos países europeos que tienen capacidad de veto en las Naciones Unidas —y me gusta verlos juntos en una operación tan importante como es la de la seguridad europea—.
¿Qué piensa de la propuesta de enviar tropas europeas a Ucrania formulada inicialmente por el presidente francés? ¿Cuál debería de ser el papel de España en esta secuencia?
No sé cómo será el final de esta negociación, pero, si en el desarrollo del proceso de paz, es necesario desplegar tropas en Ucrania para hacer lo posible para que haya una garantía de que Putin no vuelva a atacar a Ucrania, los países de la Unión Europea tienen que hacerlo. España tiene que pensárselo muy seriamente y participar.
España tiene que participar en un eventual despliegue de tropas en Ucrania en el desarrollo del proceso de paz.
Javier Solana
Se han escuchado voces en la nueva administración estadounidense que han dejado entender que querían que Estados Unidos se saliera de las Naciones Unidas y de la OTAN. ¿Lo ve factible? ¿Qué implicaría?
Es una situación impactante. Yo he tenido una vida larga en la política europea e internacional, en todas las instituciones. He sido miembro del gobierno de España durante 15 años, he sido ministro de Exteriores y esta es una postura que es sin duda motivo de preocupación.
Respondiendo a la pregunta, yo creo que no. Los Estados Unidos no se saldrán de las Naciones Unidas ni se saldrán de la OTAN, pero podemos tener momentos de tensión. Lo hemos visto en las últimas resoluciones de Naciones Unidas, en la forma en que han votado algunos países y en concreto Estados Unidos. Su forma de votar en las resoluciones muestra tintes revisionistas, alineándose con países como Rusia, China, Corea del Norte, Irán, para censurar un hecho claro: que Putin es el que ha atacado a Ucrania.
Es un cambio tan radical, desde mi punto de vista, que debemos seguir de cerca cómo evoluciona Estados Unidos durante la legislatura de Trump y actuar acorde con cierto grado de rapidez.
Dada la forma en que Trump considera la Alianza Atlántica —y Vance, que habla de «random countries» en referencia a los europeos—, ¿podría transformarse la OTAN en una forma de Pacto de Varsovia?
No quiero echar a volar la imaginación de cosas que pueden pasar. Lo que ya está pasando —que ya es, a mi juicio, muy serio—, y no lo podemos despachar sin una reflexión seria y, al mismo tiempo, sin tomar decisiones rápidamente. En estos momentos es muy importante estar unidos y, cuando no sea posible, generar una coalición en la Unión Europea en aquellas materias en las que no podamos ir todos juntos, pero que sean necesarias para enfrentarnos con los problemas de estos días; muy concretamente con la evolución de la guerra en Ucrania.
Yo abogaría por una cooperación reforzada porque creo que es muy importante que aquellos países que pueden y quieren tomen la decisión de unirse y trabajar de manera conjunta para los temas de seguridad y de defensa.
Más allá del propio Trump, podemos ver que sus ideas y su cuestionamiento de las alianzas están calando en el resto del Partido Republicano, en particular en J.D. Vance. ¿Estamos asistiendo a un cuestionamiento más amplio de la alianza transatlántica, que se ha dado más o menos por sentada durante los últimos 80 años?
A pesar de todo lo que hemos visto y seguimos viendo estas semanas, no creo que Donald Trump vaya a romper la Alianza transatlántica. Estuve cuatro años de secretario general de la Alianza Atlántica —y estaba en funciones cuando se cumplieron los 50 años—. Por ello, tengo la convicción de que, a pesar del discurso actual, Estados Unidos seguirá dentro de la alianza— y sería lo racional—.
Hay que generar una coalición de países en la Unión Europea que quieran seguir trabajando de una manera más eficaz, más sólida, más rápida, y más profunda en los temas de seguridad.
Javier Solana
Europa se había construido con Estados Unidos. Desde hace varios años, debería haberse construido sin Estados Unidos. ¿Puede ahora construirse contra Estados Unidos?
No creo que vayamos a estar en esa situación. Creo que, al otro lado del Atlántico, el pueblo americano será capaz de corregir la situación. Espero mucho que haya una reacción en las próximas elecciones; creo que en las midterms habrá un mensaje de la población americana.
La línea por la que está yendo Estados Unidos es muy compleja de navegar. Pero para mí, desde luego, Europa lo que tiene que hacer es continuar con lo que está haciendo con rapidez y serenidad: generar de facto una coalición de países en la Unión Europea que quieran seguir trabajando de una manera más eficaz, más sólida, más rápida, y más profunda en los temas de seguridad.
Europa debe priorizar el diálogo racional por encima de confrontaciones sin futuro, y ésa es la base de la construcción europea, sus cimientos, independientemente de los tiempos que corran.
¿Cómo calificaría ahora a los Estados Unidos de Trump? ¿Siguen siendo aliados o podría decirse que son enemigos?
No creo que sea productivo pensar en que los Estados Unidos puedan ser nuestros adversarios o enemigos. El país volverá a mostrar la sensatez que ha manifestado en muchos momentos de la historia, volverá a posiciones en las cuales la cooperación con la Unión Europea sea el curso de acción claro.
La impresión que uno tiene es que Trump cree que quizá puede conseguir que Rusia se aproxime más a las posiciones estadounidenses frente a China. Evidentemente, las relaciones de ese triángulo Rusia-Estados Unidos-China se han reunido en cooperaciones distintas a lo largo de la historia. Ha habido diferentes episodios en la historia de esos vectores. Nixon, por ejemplo, se alió con China para separarle de Rusia porque nos encontrábamos en Guerra Fría con Rusia. En otros momentos históricos ha habido coaliciones distintas.
La impresión que uno tiene es que Trump cree que quizá puede conseguir que Rusia se aproxime más a las posiciones estadounidenses frente a China. Eso no es pensable.
Javier Solana
Pero no creo que esos tres países vayan a estar ahora juntos. Y no es pensable tampoco que Rusia vaya a aliarse con los Estados Unidos frente a China. Creo que cualquiera que pensara eso estaría realmente en una línea de reflexión muy equivocada. Creo que este juego es, en realidad, un juego que no conduce a nada.
Al acusar a Ucrania de ser responsable de la invasión rusa, Trump ha inclinado bruscamente a Estados Unidos hacia el campo de las potencias revisionistas junto a China, Rusia e Irán en particular. ¿Podría esta nueva postura, adoptada por la primera potencia mundial, envalentonar a estas otras potencias para dar rienda suelta a sus impulsos belicistas e irredentistas?
La situación en este momento puede evolucionar de maneras muy distintas. Y puede hacerlo rápidamente. La temporalidad es un elemento clave en esta secuencia. Por ello hay que reaccionar rápido, mantener una posición europea rápida y clara, presentando un frente unido para evitar desbandes que nos dividan en la escena internacional como los que mencionas.
Sobre tu premisa, Trump lo ha dicho muy bien —o muy mal—: ha afirmado que la Unión Europea nació para «timar» a los Estados Unidos. Es una falsedad histórica similar a aquellas que podríamos escuchar de Putin, pero la Unión Europea no debe dejarse arrastrar por este tipo de discursos. Los cimientos de la Unión Europea son la cooperación, el diálogo y la diplomacia por encima de la confrontación, y este es el orden internacional y la política que debemos promover.
Si Trump cree eso, ¿qué postura hay que adoptar? ¿La de la confrontación?
Hay que buscar el diálogo y regresar a la diplomacia, a buscar soluciones. No hay que pensar en la confrontación; no podemos entrar en una situación de confrontación porque no es constructiva y no nos aporta las soluciones que necesitamos. Debemos actuar con la sensatez de saber que los problemas se tienen que resolver con la negociación, y que una especie de campaña de insultos es un error contrario a los intereses de todos. El mundo no necesita eso ahora: el mundo necesita soluciones, certeza y tranquilidad.
Tenemos todavía que enfrentarnos a grandes problemas y disyuntivas globales muy serias, que tienen que ver, por ejemplo, con el cambio climático o con la inteligencia artificial.
Perderse en la proliferación de insultos es una estrategia que no conduce a nada. Tenemos que defender una política cabal que valore la experiencia, la verdad, la justicia y la historia —y no entrar en confrontaciones sin sustancia—. No estamos en un momento para jugar con asuntos serios.
Perderse en la proliferación de insultos es una estrategia que no conduce a nada. No estamos en un momento para jugar con asuntos serios.
Javier Solana
¿Cree que podríamos ver próximamente movimientos de China hacia Taiwán, por ejemplo?
Creo que no. Espero que no. Espero que reflexionemos juntos, pausadamente, sobre la situación que estamos viviendo —y las dificultades a las que tenemos que enfrentarnos—, que son numerosas. Pero divagar, cuando existen tantas preguntas sobre lo que ya está ocurriendo, me parece complicado.
Sin duda, a mí lo que me preocupa ahora mismo es que seamos capaces de defender los bienes públicos globales. Cada nación refiere a sus propios, pero los bienes públicos globales tienen que ser defendidos y lo tienen que hacer con responsabilidad aquellos países que son los que tienen una capacidad y nivel de desarrollo más alto. Esa es nuestra obligación.
Ver quién genera el titular más original no es constructivo. Y yo creo que la Unión Europea debe y puede dar un paso al frente para fomentar el regreso a la senda de la sensatez y al diálogo en defensa de los bienes públicos globales.
Ha dicho que le ha sorprendido cómo ha reaccionado la Unión Europea. Según usted, ¿qué sería lo primero que tendría que hacer en estos momentos? ¿Cuáles deberían ser las prioridades?
En la Unión Europea hemos tenido un debate importante con la llegada de esta nueva Comisión, con dos documentos muy importantes: el informe Letta y el informe Draghi. Ahí hay respuesta a muchas de las preguntas que nos hacemos. Ya no podemos limitarnos a contestar las preguntas: tenemos que movernos. Este no es el momento de volver a abrir los cajones para buscar soluciones, sino de actuar.
Las soluciones las tenemos en la mesa con esos dos documentos. Lo que hay que hacer, ahora, es hacer. Y en estos días estamos viendo una actividad de la Unión Europea que me parece muy esperanzadora: ha sido rápida, se han dedicado recursos, se han planteado ideas para cómo gestionar esos recursos de manera planificada. Y ya hay planes detallados encima de la mesa. Ya estamos en el hacer.
Me parece que por ahí es donde había que avanzar, y se está avanzando. Hay motivos para ser optimistas en torno a la actuación de la UE, porque está demostrando que sí tiene capacidad para moverse y responder con rapidez. Y si fuera necesario y hubiese titubeo por alguno de los miembros, lo más importante sería hacer una coalición dentro de la Unión Europea para poder ir más rápido. Se tiene que llegar a hacer una cooperación reforzada de algunos países, los máximos posibles, para no frenarnos y poder ir más deprisa en este momento decisivo. Eso yo lo apoyaría.
Ya no podemos limitarnos a contestar las preguntas: tenemos que movernos.
Javier Solana
Y ya en términos generales, diría que se está reaccionando —y se está reaccionando bien—. Es interesante ver al primer ministro británico volviendo a tener una relación mucho más próxima con la Unión Europea. No digo que vaya a haber un retorno, pero por lo menos sí hay ganas de cooperar, y me parece una nota muy positiva. Nuevamente, hay motivos para ser optimistas dentro de la gravedad de la situación, siempre que se siga reaccionando con rapidez.
Europa tiene que seguir siendo un lugar de cooperación, un lugar donde compartimos unos valores y una visión del mundo. Y a nosotros nos preocupan también los bienes públicos globales. En este sentido, el hecho de que el presidente de los Estados Unidos tenga «drill, baby, drill» como eslogan me parece preocupante, porque no estamos en un momento en que podamos permitirnos actuar bajo concepciones que van de la mano de la demagogia. Debemos ser mejores.
Estamos viviendo un momento muy importante, a muchos niveles. Están en juego muchas cosas, desde el planeta hasta el orden internacional. Está en juego la democracia —y está en juego Europa—.