La comunidad latina en Estados Unidos durante décadas ha sido una aliada clave del Partido Demócrata, pero la elección de 2024 evidenció un cambio en sus preferencias políticas —que llevaban tiempo en ebullición—. Donald Trump desafió las expectativas al captar un histórico 45 % del voto latino, un logro sin precedentes para un candidato republicano, especialmente considerando que centró su campaña en la deportación masiva de inmigrantes. Este cambio obliga a un análisis sobre las razones detrás de esta sorprendente alineación con un candidato cuya narrativa antiinmigrante parecía incompatible con los intereses de la comunidad latina. Para entender este giro, es esencial explorar cómo los temas económicos, el desencanto y ciertos valores culturales influyeron en su decisión.
Un voto pragmático en tiempos de crisis
Para gran parte de la comunidad latina, la elección fue menos una cuestión de ideología y más una de conveniencia. La economía se posicionó como la principal inquietud en medio del alza en los costos de vida y la incertidumbre laboral. La promesa de Trump de “hacer a América asequible nuevamente” logró opacar su postura dura hacia los inmigrantes. En un escenario donde alcanzar la estabilidad financiera parece fuera de alcance, las políticas económicas que planteó Trump ofrecieron una vía de alivio para quienes sienten que el Partido Demócrata ya no responde a sus necesidades urgentes.
El desencanto con el Partido Demócrata
A lo largo de las últimas décadas, los demócratas han confiado en la lealtad del voto latino, suponiendo que sus posturas progresistas en temas migratorios garantizarían su apoyo, sobre todo de las mujeres. Sin embargo, los resultados en lugares como Starr County en Texas, un bastión tradicionalmente demócrata, reflejan una erosión evidente de esa lealtad. Este desencanto, más que un simple cambio ideológico, es un grito de frustración ante lo que muchos perciben como una desconexión de los demócratas respecto a las necesidades más apremiantes —como el costo de los productos básicos y la asequibilidad de la vivienda—.
Además, el mensaje demócrata se ha centrado en temas de justicia social y culturales que, aunque importantes, no siempre están alineados con las prioridades inmediatas de la clase trabajadora latina. El desfase entre los discursos progresistas y las realidades cotidianas de esta comunidad es, sin duda, una de las claves detrás de este cambio de preferencias.
Perspectivas para los próximos cuatro años
Con la promesa de cerrar la frontera y llevar a cabo deportaciones masivas, la administración de Trump comienza su nuevo mandato con un enfoque prioritario en el control migratorio. Para algunos, este anuncio genera temor sobre el impacto en sus familias, mientras que otros creen que, de materializarse, podría mejorar la situación del país. Los aliados de Trump ya están explorando opciones de deportación y detención, enfocándose en la frontera con México desde el primer día. Activistas temen que estos planes profundicen el impacto en comunidades estadounidenses, afectando a personas que consideran tener derecho a vivir en el país. Las agencias de Protección Fronteriza e Inmigración, ambas bajo el Departamento de Seguridad Nacional, aún no han dado comentarios sobre posibles nuevas políticas, aunque serán piezas clave en cualquier plan de deportación que se implemente tras la toma de posesión de Trump en enero.
Más allá de la política migratoria, la administración de Trump se perfila como un gobierno favorable a la élite económica, promoviendo un rediseño ético y financiero de la política estadounidense. Apoyado por el Senado, Trump impulsará una agenda pro-empresarial con recortes de impuestos, desregulación y fusión de grandes corporaciones. Además, planea designar a su propio supervisor de ética, lo que le permitiría un control sobre la vigilancia ética de su administración, beneficiando a figuras como Elon Musk, quien podría evitar vender activos que representen conflictos de interés si asume un cargo oficial.
Por otro lado, el vicepresidente electo J.D. Vance impulsa una demanda para eliminar restricciones a las donaciones de grandes empresas, abriendo paso a un flujo masivo de dinero corporativo en la política, que incluso podría ser deducible de impuestos. Estas medidas fortalecerían la influencia de la élite económica y las corporaciones, mientras trabajadores y clases medias enfrentan un entorno de austeridad y precariedad.
En el ámbito ambiental, la administración Trump-Vance, escéptica frente al cambio climático, planea ampliar la extracción de combustibles fósiles y recortar funciones clave de las agencias encargadas de la protección ambiental, ignorando los desastres climáticos cada vez más frecuentes. A la par, la Corte Suprema enfrenta presión de sectores ultraconservadores para relajar las regulaciones ambientales, debilitando las leyes de protección que tanto incomodan a algunos intereses poderosos.
Asimismo, el regreso de Trump podría traer consigo la reversión de protecciones al consumidor y el retroceso de avances en contra de los monopolios. En el sector de la salud, no se descarta que reintente derogar el Affordable Care Act, reducir el apoyo financiero para seguros médicos, impulsar la privatización de Medicare y flexibilizar las normativas para abaratar medicamentos.
Para muchos, el panorama resulta inquietante, especialmente con el Project 2025, que busca introducir un “Schedule F” que sometería a los empleados federales a influencia política. Esto le permitirá a Trump consolidar su poder a través de presiones directas y control administrativo, estrategias que probablemente serán pilares en su próxima gestión.
¿Qué le espera a los demócratas con la comunidad latina?
La disminución del respaldo latino no es solo una advertencia para el Partido Demócrata, sino una señal de que su relación con esta comunidad necesita una revisión profunda. Focalizar su estrategia en el electorado blanco de clase media y descuidar las inquietudes de las comunidades latinas no fue únicamente un error táctico; podría acarrear efectos duraderos. Si los demócratas desean recuperar este apoyo, deberán enfocarse en una agenda concreta que responda tanto a los desafíos de la economía nacional como al acceso a servicios básicos, sin dejar estos asuntos de lado en favor de debates culturales o identitarios que, aunque importantes, no reflejan toda la complejidad de la vida diaria para millones de votantes latinos.
Los demócratas abandonaron a la clase trabajadora y tienen mucho que aprender de esta elección. El cambio no es solo una cuestión de narrativa, sino de reconectar con una base que hoy se siente abandonada en una América cada vez más dividida. Gracias al voto latino, esta elección deja muchas lecciones a la comunidad latina en Estados Unidos. Pero no hay que equivocarse de enfoque temporal: tras el gobierno de Obama, en el que se deportó a cientos de personas, la comunidad latina dejó de considerar a los demócratas como sus defensores Esta elección podría contribuir a la ruptura de un sistema bipartidista desgastado, donde tanto demócratas como republicanos muestran divisiones internas.