¿Cómo explica las tensiones entre Trump y Petro desde el domingo pasado? 

Lo que el presidente Trump quiere establecer dentro de su proyecto imperial es una nueva modalidad de diplomacia, la diplomacia ideológica, que establece diferencias internacionales entre países amigos y enemigos ideológicamente. Me parece que Colombia era un excelente enemigo ideológico para sentar un precedente desproporcionado. Lo único que quería el Presidente Petro es que hubiera un tratamiento digno y humano para los colombianos que estaban siendo deportados desde Estados Unidos. 

Los gobiernos latinoamericanos no pueden aceptar que sus nacionales, que están trabajando irregularmente en Estados Unidos, sean tratados como criminales, capturados en siniestras redadas, encarcelados lejos de sus familias, devueltos a sus países esposados y tratados de forma indigna e inhumana. Este tratamiento va en contra de todas las Convenciones Internacionales sobre el asilo y la Ley de Refugiados de 1980 de  Estados Unidos.

El presidente Trump dijo en un momento que en los aviones venían sólo criminales, asesinos, narcotraficantes colombianos. Era falso. Las autoridades colombianas comprobaron que ningún inmigrante deportado en esos aviones tenía antecedentes penales. Nada puede justificar el hecho de cazarlos como animales, enjaularlos y devolverlos esposados de pies y manos. En los vuelos venían niños… 

Me parece que Colombia era un excelente enemigo ideológico para sentar un precedente desproporcionado. 

Ernesto Samper

Entonces la discrepancia no era tanto sobre el regreso de los migrantes en sí, sino en las condiciones de su regreso. 

Sí, efectivamente, el presidente Petro se quejó de manera legítima de las condiciones en que estaban siendo devueltos los migrantes —que coincide con la misma preocupación que han tenido otros presidentes de la región como la presidenta de México Claudia Sheinbaum, la presidente Honduras Xiomara Castro o el propio presidente de Brasil Lula—. 

Pero en este caso la respuesta fue absolutamente desproporcionada, anunciando prácticamente un bloqueo económico y de movilidad para Colombia por parte de los Estados Unidos. Fue tan desproporcionada la reacción de Trump que es difícil no pensar que se trataba sobre todo de enviar un mensaje. Era sin duda un ejemplo para el resto de países: si no se obedecen ciegamente las órdenes que está dando el presidente imperial, correrán la misma suerte que Colombia. El episodio se logró superar, pero subsiste la profunda insatisfacción que hay en América Latina respecto al tratamiento que se le está dando a estos deportados. De nuevo, a pesar de lo que pueda decir la administración estadounidense, no son criminales.

Pienso que la condición de criminalización de los migrantes corresponde a una ideología de derecha que se parece mucho a lo que está haciendo el señor Netanyahu con los palestinos. Trump ha hablado de “limpiar” la franja de Gaza, incluso habla de centros de detención para los migrantes. La retórica nazi nunca está muy lejos. Veo en esta actitud, con mucho temor, el escalamiento de una tendencia que se ha venido marcando en los últimos años —patrocinada sobre todo por políticos de derecha—. Esta lógica sólo busca criminalizar, estigmatizar, torturar a los migrantes.

A escala nacional los migrantes tienen a menudo el papel de chivo expiatorio en el país que busca echarlos —y en el que, sin embargo, trabajan y alimentan la economía local—. 

No es anecdótico que sea sobre esta cuestión que hayan surgido tensiones entre Petro y Trump. La deportación de los migrantes va a ser el gran tema de confrontación de América Latina con los Estados Unidos. Creo que va a ser mucho más importante que los temas —que también son preocupantes, por supuesto— de reivindicaciones territoriales de Trump en Panamá y su Canal, el Golfo de México, Canadá, Groenlandia. 

Fue tan desproporcionada la reacción de Trump que se trataba sin duda de enviar un mensaje para el resto de países: si no se obedecen ciegamente las órdenes que está dando el presidente imperial, correrán la misma suerte que Colombia.

Ernesto Samper

Los Estados Unidos de Trump están en una dinámica que sólo responde a sus propios intereses —al menos, eso creen—. Por ello su displicencia con ciertos conflictos internacionales, se retiran de organizaciones y acuerdos internacionales como la Organización Mundial de la Salud para acabar con las vacunas o los Acuerdos de París en materia de lucha contra el cambio climático. 

De tal manera que veo un panorama oscuro hacia adelante en la relación con el señor Trump. Se establece un equilibrio de poder muy fuerte que no permitirá relajarse nunca; habrá que estar atento a todo lo que dice y hace. 

Ha mencionado a otros presidentes latinoamericanos como Sheinbaum y Lula. Pero ambos parecen estar por ahora en una relación más transaccional por así decirlo con Trump. Al contrario, Petro y Trump insertaron una buena dosis de ideología en los intercambios del fin de semana pasado, ¿no?  

Sí, es verdad. Y eso tiene un nombre propio: Marco Rubio. Es la persona que públicamente ha declarado su enemistad con el presidente Petro, instrumentando las relaciones con América Latina. Con sus decisiones, están demostrando que no necesitan a América Latina. Rubio odia Cuba y Venezuela. Es una persona clave de la nueva administración estadounidense. Es interesante ver que su primer viaje oficial va a ser a América Latina. En la región, las personas que apoyaron políticamente al presidente Trump forman parte de la derecha más radical como el señor Bolsonaro o el señor Milei

En los primeros episodios del gobierno de Trump se ve claramente que hay una intención de distinguir entre países amigos y enemigos ideológicamente, no de los Estados Unidos, sino del gobierno del señor Trump —es diferente e importante—. Eso me parece muy preocupante porque desde la época de los años 50 y del mercantilismo, no se había visto un interés tan marcado por ideologizar las relaciones internacionales. En el caso de Colombia es una apuesta arriesgada porque nuestro país ha sido el mejor aliado de los Estados Unidos en una lucha que también les interesa: la lucha contra el narcotráfico

Perder a un aliado en este tipo de temas —que también son de interés internacional— tiene un costo muy alto. 

La deportación de los migrantes va a ser el gran tema de confrontación de América Latina con los Estados Unidos.

Ernesto Samper

La retórica de Trump no parece hacer por ahora ninguna diferencia entre socios y enemigos. Pasa lo mismo con Dinamarca en el centro de las proyecciones imperiales del presidente estadounidense con su voluntad de anexionarse Groenlandia. 

Sí, eso es lo que siempre ocurre con los poderes autocráticos que buscan el unipolarismo de manejo del mundo. Pero Trump está muy equivocado. Es posible resistir a su presidencia imperial. Se va a encontrar con unas murallas, empezando por la alianza que ya se está dando a nivel económico entre China y Rusia. Si a la cual le sumamos los BRICS, vemos que más del 30 % del comercio del mundo no se está manejando bajo los cánones de la dolarización —sino se está buscando monedas distintas—.

Uno de los mayores triunfos fue compartir la globalización con la dolarización y al contrario, en la medida en que se desdolarice la economía global, en esa medida los Estados Unidos van a perder influencia y capacidad de manejo. Cada vez será más difícil mantener un solo polo mundial. 

Los partidarios de Trump dijeron que al final de la secuencia el presidente estadounidense doblegó a Petro. Otros dijeron que era al revés. Si acaso hubo un vencedor, ¿quién salió verdaderamente ganando?  

Bueno, sin duda habría que hablar mejor de los perdedores de esas tensiones porque son muchos —y son muy importantes—. Al concretarse las amenazas del señor Trump, hubieran sido las personas comunes y corrientes, la gente humilde, los trabajadores de las flores, los consumidores, los perdedores. Todas esas personas sufrirían las consecuencias de los aranceles. 

Creo que esta es una manera de conducir las relaciones internacionales en las que todos salen perdiendo. Dicho esto, la gente que cuestionaba a Petro en Colombia por discrepar con Trump la estaba finalmente criticando que se había doblegado. Eso es el resultado de la muy fuerte polarización política que existe en Colombia —y en otros países de América Latina—. No es buena porque uno no puede vivir en blanco y negro; hay que saber mantener unos matices, encontrar equilibrios y aprender a jerarquizar con nuestras diferencias. Cuando hay tensiones importantes como estas, hay que poner a un lado los desacuerdos, unirse y trabajar juntos. 

El problema es que en cualquier momento puede volver a ocurrir esto: Trump puede imponer en el futuro un bloqueo económico contra Colombia en desarrollo de la peligrosa diplomacia ideológica que ha puesto en marcha.

Colombia ha sido el mejor aliado de los Estados Unidos en una lucha que también le interesa a Trump: la lucha contra el narcotráfico. 

Ernesto Samper

¿Cree que es una buena estrategia responderle a Trump por X mientras los servicios diplomáticos negocian entre ellos entre bastidores? 

Eso es un fenómeno muy local aquí en Colombia. El presidente Petro utiliza Twitter para negociar —y bien sabemos cuánto y cómo usa el presidente estadounidense sus redes—. Es difícil que abandonen ese instrumento que tienen a disposición.Por supuesto, tiene sus problemas porque es una forma demasiado inmediatista, sobre todo para decisiones oficiales que se deben tomar con contextos que uno tiene necesariamente que examinar e incluir de forma demasiada rápida. Esas temporalidades sin duda no permiten escoger siempre las reacciones más adecuadas. Es un problema. 

¿Cómo entiende y analiza la posición de Sheinbaum que, al día siguiente de la altercación entre Petro y Trump, dijo en su mañanera que se debía optar por el diálogo en América Latina ante Trump?  

Creo que los saldos positivos que va a dejar esta nueva situación es una clara invitación para que nos unamos y nos interesemos más en la integración regional. Aunque se haya cancelado en el último minuto, la propuesta de que se reuniera la CELAC el 30 de enero en Honduras fue una buena reacción. 

La CELAC es el único organismo de integración del cual estamos participando los cuatro grandes países de la región. Ojalá pronto nos podamos dar cuenta de la necesidad de reactivar los procesos de integración que hoy en día existen en América Latina. Es urgente. Nunca habíamos estado en esta situación y nunca ha sido tan necesaria la integración.

Recordemos la cifra en América Latina de 32 % de las muertes por el Covid, siendo nosotros el 20 % de la población del mundo; eso da una idea de lo importante que es —en general, pero sobre todo en estos momento— cerrar filas alrededor de la defensa de los procesos sociales como puede ser el caso de la expatriación colectiva de trabajadores. Creo que este asunto se le va a devolver internamente muy pronto a Trump porque esos trabajadores ilegales que está deportando tienen actividades muy importantes en Estados Unidos

El presidente estadounidense se llevará una buena sorpresa cuando se de cuenta de la falta que hacen en actividades como la producción agrícola, la construcción de vida en las ciudades, actividades domésticas. Por otro lado, la mayoría de la gente que Trump está expulsando no abandonó sus países y sus hogares de origen por voluntad propia. La causa a menudo son catástrofes naturales o por una guerra civil como ha sucedido en el caso de Colombia —o simplemente porque quiere irse—. No es un delito; al contrario, es una conducta humana absolutamente legítima.  

Esta nueva situación es una clara invitación para que nos unamos y nos interesemos más en la integración regional. 

Ernesto Samper

Se ha dicho que Trump actuando de tal manera ha estimulado una suerte de nacionalismo latinoamericano. Ha mencionado la CELAC; un poco como lo que se habla —y espera— con la Unión Europea, ¿podría el mandato de Trump generar una mayor cohesión regional en América Latina?  

Está demostrado que la gente se une de una manera mucho más efectiva y rápida cuando ve venir una amenaza —sobre todo cuando la unión del grupo puede permitir equilibrar la relación de fuerza que se impone—. 

Así es que yo creo que en eso el presidente Trump nos está dando una mano para entender y reflexionar sobre la necesidad de trabajar juntos entre países latinoamericanos —incluso sobre el sentido mismo de la política—. Trump va a conseguir algo que seguramente no buscaba: la cohesión de todos los países que quiere fragmentar y que de un modo u otro necesita. 

En la secuencia de la crispación del domingo, el embajador chino en Bogotá festejaba en Twitter los 45 años de la relación entre Colombia y China. ¿Es un momento para Colombia y para América Latina de abrirse más a otras asociaciones, con China y también la Unión Europea por ejemplo?  

Creo que la columna vertebral desde el punto de vista económico de la política de Trump respecto a América Latina es desplazar a China. Pero aquí también el presidente estadounidense podría generar lo contrario de lo que buscaba originalmente. 

Habrá que ver cómo lo hace; la diferencia a la que habrá que estar atento es si lo hace a las malas o a las buenas, compitiendo como lo está haciendo China. Veremos si propone, por ejemplo, alternativas de crecimiento, de desarrollo social y cultural como lo está haciendo China. En mi opinión, por las malas no va a conseguir nada. Creo que China está muy adentro de América Latina —y lo estará aún más si Trump sigue así—. 

La columna vertebral desde el punto de vista económico de la política de Trump respecto a América Latina es desplazar a China. Pero aquí también podría generar lo contrario de lo que buscaba originalmente. 

Ernesto Samper

Veremos qué pasa pero los países de la región y mis conciudadanos trabajarán y compartirán sin duda mucho más con los que ofrezcan las mejores relaciones y mejores tratos que frente a las intimidaciones. Nosotros estamos trabajando con China. De eso se trata al fin y al cabo en el funcionamiento de la estructura internacional. 

¿Diría que se ha llegado a un punto de inflexión en la relación entre Estados Unidos y Colombia a partir del cual todo será diferente?  

No lo sé, porque curiosamente Colombia es el país que tiene una mejor imagen en Estados Unidos. Tenemos un reconocimiento favorable quizás porque hay de manera general y desde un punto de vista histórico buenas relaciones personales y económicas entre ambos países. Pero sin duda si es un campanazo de alerta para América Latina.

No hay en este momento una clara y definida idea de lo que va a pasar en las próximas semanas, próximos meses y años. Frente a esta incertidumbre, me parece que tenemos que organizarnos juntos, los países latinoamericanos. Si no nos encontraremos muy pronto en situaciones mucho más difíciles de las que conocemos en este momento. Es un campanazo para integrarnos. Espero que eso pueda servir para combatir la muy mala idea de base ideológica que rige la política exterior estadounidense. 

¿Cuáles podrían ser los siguientes pasos de una escalada de Trump contra América Latina en el marco de su presidencia imperial?  

Por ahora, no le doy tratamiento a mordidas, sino a ladridos. Dicen que perro que ladra no muerde. Ahora lo que hemos conocido son ladridos. Espero que sólo nos quedemos en ese nivel. Si no ocurre, espero que América Latina no se va a dejar morder fácilmente. 

Si insisten en el camino de la confrontación en estas nuevas relaciones internacionales, Estados Unidos se van a encontrar con una protesta y defensa muy activas de la región. Lo decimos y repetiremos: somos una región que quiere la paz —pero que defiende su soberanía—. 

Si insisten en el camino de la confrontación en estas nuevas relaciones internacionales, Estados Unidos se van a encontrar con una protesta y defensa muy activas. Somos una región que quiere la paz —pero que defiende su soberanía—. 

Ernesto Samper

¿Qué podrían hacer de manera concreta los organismos regionales latinoamericanos en este contexto? 

Pues ante todo, la CELAC podría por ejemplo unificar criterios y opiniones sobre estas amenazas. En segundo lugar, iniciar una política de convergencia entre todos los organismos subregionales de integración que existen como SICA, Unasur, la Alianza del Pacífico, Mercosur, ALBA, Asociación de Estados del Caribe. 

No sólo se debe tratar de enfrentarse y frenar a Trump, sino también poner en marcha una política de convergencia para nosotros mismos, para mejorar nuestras condiciones de gobernabilidad, para reducir los riesgos de la violencia y la desigualdad, para hacer una transición ecológica justa sobre todo en estas zonas muy ricas en términos de biodiversidad, para crear unas condiciones de ciudadanía para que nunca más se presenten casos como lo que ha pasado entre Petro y Trump. Los migrantes deben ser reconocidos en su condición de ciudadanos del mundo. Creo que eso sería una contribución histórica del presidente Trump a la integración latinoamericana en la que todos tenemos que contribuir.  

Colombia también ha estado en el foco de la actualidad estos últimos días por la situación en Catatumbo, la región fronteriza con Venezuela, con los enfrentamientos entre la guerrilla del ELN y un grupo disidente de las extintas FARC. ¿Qué ha fallado para llegar o volver a estos niveles de violencia? ¿Qué salida de crisis consideraría usted? 

La política de paz total que ha venido desarrollando el presidente Petro tiene una justificación desde el punto de vista racional: si queremos apagar un incendio que tiene 10 focos, tenemos que apagar todos los focos. De alguna manera, todos estos focos están creando una situación de conflicto en Colombia porque se pueden apagar. Sin embargo, no ha sido consistente este deseo legítimo de paz en su imbricación con la misma acción del gobierno en tres campos fundamentales.

Primero, no ha logrado bajar la política a los territorios, manejando de una manera desordenada desde el punto de vista geográfico. Segundo, no ha hecho un claro compromiso con la necesidad de humanizar el conflicto mientras se sigue negociando. Tenemos una población civil inocente involucrada en medio de un conflicto armado —más de 10 millones de personas que es muy difícil proteger—. Y en tercer lugar, no ha hecho una distinción clara entre los que podrían pedir un diálogo porque tienen unas pertenencias políticas en la lucha armada y los que están obedeciendo a otros móviles, especialmente relacionados con el enriquecimiento, que no deberían entonces ser considerados políticos y no podrían ser considerados en el ofrecimiento de una salida. Al contrario, tendrían que someterse a la justicia. Ese debe ser el camino. Es la única salida legítima para salvarse de ese laberinto que es el conflicto armado en Colombia.