Informe Draghi: un debate europeo

Geopolítica del informe Draghi. 20 Estados miembros piden a la Comisión que refuerce la competitividad

El 20 de septiembre, los servicios diplomáticos de la mayoría de los Estados miembros de la Unión firmaron un documento no oficial en el que se sugieren vías para que la Comisión aplique el informe Draghi. A iniciativa de Berlín, La Haya y Dublín, el non paper incluye algunas ausencias notables, entre ellas Francia, Italia y España. Traducción, comentario y cartografía.

Alemania, Países Bajos e Irlanda encabezan un grupo de 20 Estados miembros que piden a la nueva Comisión que refuerce la competitividad del mercado único. Francia, Italia y España están ausentes de la lista de firmantes del non paper. Es probable que el debate entre los Estados miembros, a menudo agrupados entre partidarios de un mercado libre y partidarios de un Estado más intervencionista, se intensifique en las próximas semanas mientras la Comisión busca la manera de aplicar el informe Draghi.

La respuesta de los veinte países firmantes (Alemania, Austria, Chipre, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Irlanda, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Rumanía y Suecia) se centra exclusivamente en el mercado único, mientras que la Comisión Europea debe presentar una nueva estrategia a principios del próximo verano. 

En concreto, reclaman una reducción drástica de la presión reguladora sobre las empresas, una armonización de las normativas entre los Estados miembros y un entorno normativo favorable y transparente. Aunque estas medidas figuran tanto en el informe de Enrico Letta como en el de Mario Draghi, y se encuentran entre aquellas sobre las que existe consenso a nivel europeo, la cuestión más difícil del apoyo y el acceso a la financiación para las empresas no es mencionada por los veinte.

De las cuatro libertades que componen el mercado único —la libre circulación de mercancías, personas, capitales y servicios—, el non paper sólo menciona dos: la de mercancías y la de servicios. Los países firmantes tampoco mencionan el papel de las otras políticas destacadas por el informe Draghi, como la política de competencia, que debería facilitar el auge de las empresas europeas. Por el contrario, establecen el marco para la gobernanza de este proceso: la Comisión y el Consejo de Competitividad —es decir, los Estados miembros— deberían desempeñar un papel central.

La Unión Europea inicia un nuevo ciclo institucional en un contexto de desafíos mundiales sin precedentes. Esta nueva situación pone de relieve la necesidad de reforzar su competitividad global. Mejorar las condiciones de la actividad económica dentro de la Unión debe ser la prioridad absoluta de la nueva Comisión. Por tanto, nuestra ventaja competitiva fundamental —el mercado único— debe estar en el centro de nuestras ideas y acciones en materia de competitividad.

Los informes publicados recientemente por Enrico Letta y Mario Draghi han creado un fuerte impulso para seguir liberando todo el potencial del mercado único. Ahora es necesario identificar los ámbitos concretos en los que hay que seguir trabajando. Esto debería reflejarse en la nueva estrategia horizontal para el mercado único que la Comisión debe publicar antes de junio de 2025, tal como solicitaron el Consejo Europeo y el Consejo de Competitividad. El objetivo de este texto es contribuir a este proceso, que tendrá una importancia clave para el relanzamiento del mercado único.

La Estrategia para el mercado único debería definir acciones concretas a corto y medio plazo para facilitar el comercio transfronterizo. La Comisión y el Consejo de Competitividad deberían desempeñar un papel central en la gobernanza de este proceso. Más concretamente, la Estrategia para el mercado único debería construirse en torno al núcleo duro del mercado único, es decir, la libre circulación, en particular por lo que se refiere a los bienes y servicios, donde todavía existe una fragmentación y divergencia significativas entre las normativas nacionales. Esperamos que la Estrategia para el mercado único incluya una hoja de ruta específica para los servicios, con plazos e hitos para la adopción de medidas urgentes y concretas. De manera general, debe darse prioridad a la simplificación y mayor armonización de las reglas europeas y, cuando sea posible, a la aplicación del principio de reconocimiento mutuo. Una actuación específica en este ámbito eliminará los obstáculos a las actividades transfronterizas. También debemos centrarnos en la aplicación coherente y el cumplimiento riguroso de las reglas de la Unión, así como en la igualdad de acceso al mercado único mediante la mejora de la conectividad. De este modo, crearemos las condiciones para que las empresas europeas crezcan y compitan en los mercados internacionales, al tiempo que reforzamos nuestra resiliencia.

El cumplimiento de estos principios contribuirá a eliminar la fragmentación y la complejidad reglamentarias para las empresas, reducirá los costes de cumplimiento y, por tanto, aumentará la competitividad, y ayudará a la Unión a alcanzar sus ambiciosos objetivos.

Más allá de esta simplificación de la complejidad normativa, dado que la carga administrativa es uno de los principales obstáculos a los que se enfrentan las empresas a la hora de operar en el mercado único, la nueva Comisión deberá simplificar las condiciones para hacer negocios y seguir reduciendo la burocracia, principalmente mediante la simplificación y digitalización de los procedimientos —incluso a través de un mayor uso de los datos—, yendo más allá de la anunciada reducción del 25 % de las exigencias en términos de reporting

La digitalización desempeñará inevitablemente un papel clave como catalizador de la libre circulación. Por lo tanto, la estrategia debería hacer referencia a herramientas digitales específicas para ayudar a las empresas a operar más fácilmente en el mercado único, centrándose al mismo tiempo en mejorar las herramientas existentes y en encontrar nuevas sinergias.

Para mejorar el mercado único, debemos centrarnos en la calidad, la coherencia y la aplicación, más que en la cantidad de reglas. 

La Unión debe proporcionar un entorno normativo favorable y transparente. Se trata de una condición previa esencial para el buen funcionamiento del mercado único. Por ello, los Estados miembros, y en particular la Comisión, deben utilizar todos los instrumentos a su alcance, tanto formales como informales, para garantizar que las reglas del mercado único sean sencillas, previsibles, unificadas y se apliquen con diligencia. Este marco es esencial si queremos alcanzar nuestros ambiciosos objetivos climáticos, de convergencia y sociales.

Pedimos a la Comisión que tenga en cuenta estos principios a la hora de identificar nuevas prioridades y preparar la concreta y ambiciosa Estrategia para el mercado único. También estamos dispuestos a profundizar en el debate sobre la base de los elementos mencionados y a participar activamente en la consulta sobre la estrategia.

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