Nuestro ciclo de verano «Estrategias» vuelve este año. El verano pasado, exploramos las batallas campales de las guerras simétricas, de Cannas a Bajmut. En los episodios de este año, exploramos las figuras de la guerra irregular, desde los primeros piratas hasta las luchas insurreccionales feministas, pasando por Toussaint Louverture. Para no perderse nada de esta serie, suscríbete al Grand Continent
La guerra de Indochina (1946-1954) es un capítulo crucial de la historia de los conflictos armados del siglo XX. Francia y el Estado de Vietnam de Bao Dai 1 contra la guerrilla Viet-Minh, 2 este conflicto colonial se caracterizó por su asimetría, obligando al ejército francés a adaptarse a una realidad en la que la victoria no sólo se decidía en el campo de batalla. Frente a este formidable enemigo, oficiales franceses como Charles Lacheroy 3 y Roger Trinquier 4 teorizaron la «guerra revolucionaria». Inspirado en los escritos de Mao Zedong, que preconizaba la «guerra subversiva» como medio de vencer en un conflicto asimétrico, este nuevo enfoque estratégico reconocía la naturaleza política y social de este tipo de conflicto, en el que la victoria no se obtenía únicamente en el campo de batalla, sino también asegurando el control de la población. Para contrarrestar esta nueva forma de guerra, Lacheroy y Trinquier abogaron por una estrategia de contrainsurgencia inspirada en las tácticas del Viet Minh, haciendo hincapié en la acción psicológica, la inteligencia y el control de la población. Al no tener en cuenta las raíces de la insurgencia en los numerosos agravios derivados de la colonización francesa, este enfoque sólo produjo resultados desiguales una vez puesto en práctica.
En 1953, Bernard Fall (1927-1967), un recién llegado al círculo de pensadores militares, desafió las teorías dominantes de la guerra revolucionaria y la contrainsurgencia. Intrigado por el éxito del Viet Minh contra el ejército francés, este joven estudiante de doctorado en relaciones internacionales se embarcó en una profunda investigación de campo para desentrañar los secretos del movimiento comunista de Ho Chi Minh. Su riguroso trabajo de investigación, combinado con su experiencia como combatiente en la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, le permite afirmar que la guerra revolucionaria vietnamita se caracterizó por una perfecta sinergia entre la guerra de guerrillas y la acción política. 5 Rompiendo con los análisis tradicionales centrados en los aspectos militares, Fall propuso una definición innovadora de la guerra revolucionaria librada por Ho Chi Minh, enraizada en las realidades históricas, socioculturales y religiosas de Vietnam. Esta visión holística se diferencia claramente de la de la escuela «colonial» encarnada por Lacheroy y Trinquier, basada en un análisis superficial de las múltiples causas de la insurrección.
Convencido de que el éxito del Viet Minh descansaba ante todo en su acción política, Bernard Fall preconizaba un enfoque similar para combatirlo, insistiendo en la urgencia de una solución política creíble para contrarrestar el atractivo del comunismo, recuperar el apoyo de la población y socavar los cimientos mismos de la insurrección. Una vez más, Fall se desmarcó de sus colegas que, si bien reconocían la importancia de la acción política en el éxito del Viet Minh, se esforzaban por proponer algo más que un enfoque militar para contrarrestarlo. A pesar de las advertencias de Bernard Fall, el Estado Mayor francés hizo oídos sordos a sus llamados y siguió favoreciendo las teorías de Lacheroy y Trinquier. Prisionera de una visión colonialista que veía al pueblo vietnamita como una masa inerte y manipulable en lugar de un actor crucial en la lucha anticolonial, Francia fue incapaz de comprender la magnitud y la fuerza del movimiento de descolonización en curso. Se dirigía inexorablemente hacia una derrota que Fall consideraba inevitable en ausencia de un cambio radical de la estrategia política francesa en Vietnam.
Este artículo explora la concepción que Bernard Fall tenía de la guerra revolucionaria y la estrategia de contrainsurgencia que propugnaba para combatirla, haciendo especial hincapié en su carácter innovador.
La guerra de Indochina: un laboratorio para los teóricos militares
Ante el estancamiento del ejército francés contra el Viet Minh, Charles Lacheroy y Roger Trinquier quisieron comprender el conflicto, tan diferente de las guerras tradicionales para las que habían sido entrenados. Los dos hombres estudiaron las estrategias de los comunistas vietnamitas y desarrollaron ideas tanto teóricas como pragmáticas sobre la guerra que libraba el Viet Minh. Ya en 1948, Trinquier se dio cuenta de que el éxito del Viet Minh dependía de su capacidad para movilizar a la población en torno a su causa, así como de sus métodos de combate basados en el modelo de guerrilla. En este sentido, consideró que la información de inteligencia era crucial para identificar a los simpatizantes y miembros de la insurgencia, mientras que el uso de la violencia selectiva debería permitir eliminar a sus altos mandos y desarticular su estructura. Tras recibir el visto bueno de su Estado Mayor, Trinquier puso en práctica sus teorías para «ganarse los corazones y las mentes» de la población y minar su apoyo a la insurrección.
Junto a Roger Trinquier, Charles Lacheroy contribuyó significativamente a la teorización de la guerra revolucionaria. Para Lacheroy, el éxito del Viet Minh se basaba en una serie de «jerarquías paralelas» que competían con el gobierno central del Estado de Vietnam asociado a Francia y permitían al movimiento comunista controlar a la población. Ante una organización tan eficaz, Lacheroy se mostró de acuerdo con las teorías de Trinquier, y consideró que los métodos convencionales tenían poco efecto. Afirma que «hay que saber lo que se quiere. […] En el ámbito puramente militar, cuando uno de los adversarios toma la iniciativa de utilizar una nueva arma más o menos defendida por las normas internacionales, el otro adversario no se contenta con detenerse en su aspecto desleal, incluso repugnante para la conciencia humana… La lucha, habiendo alcanzado el grado de encarnizamiento que tiene, no se ganará sin una movilización total y dura de la retaguardia». 6
Impulsados por esta nueva perspectiva, los dos oficiales elaboraron una audaz estrategia de contrainsurgencia, que rompía con los métodos tradicionales del Estado Mayor. Esta estrategia se basaba en una combinación de «acción psicológica» (información y propaganda) y «guerra psicológica» (infiltración del Viet Minh, interrogatorios, asesinatos selectivos y desinformación). Sin embargo, a pesar de su comprensión de la dimensión política del conflicto, ambos privilegiaron el enfoque militar en detrimento de la acción política. Víctima de sus propias deficiencias, esta estrategia, aunque innovadora, no consiguió inclinar la balanza de poder a favor de Francia.
La guerra según Fall: una nueva visión nacida de la Resistencia
Frente a la visión puramente militar de Lacheroy y Trinquier, Bernard Fall destacó por su enfoque multidimensional. Para comprender plenamente su pensamiento, es esencial remontarse a las experiencias formativas de su juventud. Fue durante estas pruebas decisivas cuando configuró su visión del mundo y desarrolló sus ideas sobre estrategia militar. Nacido en Viena en 1926 en el seno de una familia judía, Bernard Fall huyó del Anschluss con sus padres y su hermana al sur de Francia. Pero el destino fue implacable: su madre murió en Auschwitz en 1942 y su padre fue torturado por la Gestapo un año después. Fall, con sólo 16 años, se unió al Ejército Judío, un grupo de resistencia que luchaba contra los ocupantes alemanes.
Al principio, su grupo atacaba a los centinelas alemanes para infundir miedo al enemigo. Pero esta estrategia resultó contraproducente y provocó sangrientas represalias contra la población civil. Ante esta situación, Fall y sus camaradas cambiaron de enfoque en 1943 y atacaron a los colaboradores franceses. Esta elección dio sus frutos: el régimen de Vichy no se atrevió a tomar como rehenes a sus propios ciudadanos, y la amenaza disuadió a muchos franceses de colaborar. Además, atacar a los colaboradores aisló a los alemanes de la población, reduciendo su influencia y apoyo. Esta experiencia dentro de la Resistencia tuvo un profundo efecto en Fall, que observó que el terrorismo que elegía inteligentemente sus objetivos podía convertirse en un arma estratégica eficaz. 7
Tras la guerra, Bernard Fall se nacionalizó francés en 1946 en reconocimiento a su papel en la lucha contra el nazismo. A continuación trabajó como analista de investigación en la oficina estadounidense de la Comisión de Crímenes de Guerra, encargada de investigar los crímenes de guerra nazis para los Tribunales de Nuremberg, una experiencia que le permitió conocer a profundidad la Convención de La Haya de 1907 y los Convenios de Ginebra de 1929 sobre las leyes de la guerra. 8
En diciembre de 1950, Fall fue aceptado en el programa Fulbright, que le concedió una importante beca para estudiar en la Universidad de Siracusa, en Estados Unidos. En 1952, mientras cursaba un seminario sobre nacionalismo y colonialismo en el Sudeste Asiático, su profesor le aconsejó que se especializara en Vietnam, sugiriéndole que la situación política y militar de ese país —entonces asolado por la guerra colonial librada por Francia desde 1946— sería un tema ideal para una tesis doctoral. A Bernard Fall la idea le pareció atractiva. Preocupado por el hecho de que, desde hace siete años, un ejército profesional era derrotado por «bandas armadas», consideró que era la ocasión perfecta para contribuir a la comprensión de ese país, convertido en el eje del imperio colonial francés. Afirmando que es «intelectualmente deshonesto escribir sobre algo que no se ha vivido en primera persona», 9 Fall partió hacia Indochina en 1953 para investigar sobre el terreno.
Bernard Fall, un espíritu crítico frente al discurso oficial
En 1953, Bernard Fall aterrizó en Vietnam, donde Francia llevaba seis años empantanada en una guerra contra la República Democrática de Vietnam (RDC), proclamada por Ho Chi Minh tras la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1945. A pesar de algunas victorias, el ejército francés, enfrentado a un enemigo apoyado por la China comunista, no lograba avanzar. Frente a las tácticas guerrilleras del Viet Minh, las operaciones militares a gran escala, como la batalla de Hoa Binh en 1951, resultaron ineficaces. Escéptico ante la retórica optimista de los mandos franceses, Fall decidió llevar a cabo su propia investigación para comprender la realidad del conflicto.
Prestó especial atención a la situación en el delta del río Rojo. Un oficial francés le presentó una visión optimista de la situación, afirmando que los 900 fuertes y los 2 200 búnkeres franceses de la región permitían controlar la zona y asfixiar al Viet Minh. Pero sus conversaciones con muchos estudiantes vietnamitas de la Universidad de Hanoi socavaron esa versión oficial. Mantenían que el delta estaba bajo control rebelde y afirmaban que los jefes de las aldeas, aunque fingían lealtad a los franceses durante las patrullas, eran en realidad comunistas. 10 Ante esta información contradictoria, Bernard Fall se centró en dos indicadores clave: la recaudación de impuestos y el despliegue de profesores. Realizando investigaciones en la oficina de recaudación de impuestos de Hanoi, Bernard Fall descubre que la mayoría de los habitantes del delta pagan sus impuestos al Viet-Minh, y no al gobierno oficial vietnamita. Un análisis similar en la Oficina de Educación Pública confirma esa observación: sólo se envían profesores a los pueblos donde el gobierno oficial recauda los impuestos. Sumando estos datos, Fall concluye que el Viet Minh tenía el control efectivo de alrededor del 70% del territorio, incluso en zonas nominalmente bajo control francés. Este análisis coincide con el de Lacheroy y Trinquier, que reconocen el dominio del Viet Minh sobre la mayor parte del país.
Propaganda y coacción al servicio de un gobierno alternativo: el método del Viet Minh
Bernard Fall no tardó en darse cuenta de que la legitimidad del Viet Minh frente al Estado vietnamita apoyado por Francia residía en el apoyo directo de la población o, como mínimo, en su neutralidad benévola. Según el experto, este apoyo se explica por el establecimiento de estructuras de gobierno alternativas acompañadas de una política de coerción eficaz. Basándose en las ideas del politólogo Harold Lasswell, Bernard Fall cree que la República de Vietnam (RVC) de Ho Chi Minh funcionaba según el modelo de un «Estado guarnición». 11 Enfrentada a un enemigo militarmente superior, la RVC mantuvo su resistencia asegurándose un control efectivo sobre la población mediante la creación de unidades administrativas que reproducían la administración franco-vietnamita, esperando de esta forma desalentar al enemigo ante su incapacidad para unir a la población a su causa.
Basándose en el concepto de «jerarquías paralelas» teorizado por Charles Lacheroy, Bernard Fall describe la red de organismos administrativos creados por el Viet Minh para desafiar la autoridad del Estado vietnamita de Bao Dai. Esas estructuras clandestinas, que a menudo operaban al amparo de la noche, recaudaban impuestos, proporcionaban seguridad y adoctrinaban a la población con propaganda. Esta última, que exaltaba el nacionalismo y explotaba los agravios históricos relacionados con la colonización francesa, galvanizó el apoyo popular al Viet Minh, percibido como el paladín de la independencia vietnamita. Más allá de estas estructuras gubernamentales alternativas, las organizaciones de ayuda y de seguridad interna, como los sindicatos y los grupos de jóvenes, contribuyeron a mantener el control social mediante la presión y la persuasión. 12 Este sistema recordaba a Bernard Fall los métodos empleados por las Fuerzas Francesas del Interior (FFI) y el Partido Comunista Francés (PCF) durante la ocupación alemana. Alimentada por sus experiencias en el seno de la Resistencia, esta observación refuerza la idea central defendida por Bernard Fall: el apoyo popular es un elemento decisivo en la resolución de un conflicto asimétrico.
Profundamente afectado por las resonancias de su participación en la Resistencia, Fall dejó constancia de sus reflexiones sobre estas «jerarquías paralelas» en una carta a su esposa Dorothy. En ella hacía una observación sorprendente: «Es curioso cuando piensas que todos los vietnamitas que te rodean, ese mendigo mugriento, el florista, el chatarrero vagabundo, pueden formar parte del grupo fanático que hace más por mantener vivo al Viet Minh como fuerza política que cualquier arma de fabricación soviética (y estadounidense) entregada por los chinos». 13
Sin embargo, el Viet Minh no dudó en utilizar métodos coercitivos para asegurarse el apoyo de la población. El aparato de seguridad interna del movimiento, garante de su legitimidad, reprimió sin piedad toda disidencia y eliminó a sus rivales. Las campañas de asesinatos selectivos, conocidas como «Tru Gian» (Matar a los traidores), pretendían eliminar a los opositores percibidos como colaboradores con el régimen colonial francés. Ante este terror, los campesinos se vieron obligados a prestar su apoyo material y financiero al Viet-Minh, les gustara o no. Bernard Fall, influido por su experiencia en el Ejército Judío durante la Segunda Guerra Mundial, reconoce en estos métodos coercitivos un eco de las acciones emprendidas contra los colaboracionistas franceses.
Gracias a sus rigurosas observaciones, pudo descifrar la naturaleza híbrida de la guerra revolucionaria librada por el Viet Minh, que combinó hábilmente la acción política y la guerra de guerrillas para ejercer un verdadero control sobre la población. Para Fall, contrariamente a las ilusiones del gobierno francés, era efectivamente el ocupante quien encarnaba el elemento «extranjero», mientras que el Viet Minh se movía en el seno de la población como «pez en el agua», según la célebre metáfora de Mao Zedong. En otra carta a su esposa, Fall describe con precisión esta dualidad de poder: «Es una especie de gobierno crepuscular. En nuestra propia región, controlamos las ciudades y las carreteras principales de sol a sol. Después, el Viet Minh tiene vía libre para recaudar impuestos, atacar nuestros puestos y ejecutar a los ‘traidores vietnamitas’, es decir, a los nacionalistas que aún creen en la victoria de nuestro bando». 14
Aunque Bernard Fall se unió a Charles Lacheroy en el reconocimiento del papel crucial desempeñado por las «jerarquías paralelas» en la victoria del Viet Minh, sus análisis diferían en cuanto a la explicación de este éxito. Mientras que Lacheroy lo ve simplemente como el resultado de la influencia ejercida sobre una población pasiva, Fall considera que la eficacia de las estructuras de gobierno alternativas puestas en marcha por el Viet Minh proviene de la implicación activa de la población en la lucha librada por el movimiento comunista. Al posicionarse hábilmente como el único defensor legítimo de la independencia, el Viet Minh fue capaz de reunir el apoyo popular y consolidar su dominio sobre los territorios. En opinión de Fall, esto puso de manifiesto la clamorosa falta de legitimidad del Estado de Bao Dai y de Francia, subrayando la importancia fundamental de la cuestión política. Basándose en este análisis, los métodos recomendados por Fall para derrotar al Viet Minh eran radicalmente opuestos a los defendidos por Lacheroy y Trinquier. Fall defendía una estrategia de contrainsurgencia centrada en la acción política, en la que la acción militar sólo desempeñaba un papel de apoyo.
Una voz discrepante frente a los teóricos de la guerra revolucionaria
La divergencia de las conclusiones de Bernard Fall sobre la guerra revolucionaria vietnamita con respecto a las de sus contemporáneos se explica sobre todo por sus innovadores métodos de investigación y análisis. Inspirándose en el enfoque multidisciplinar de Paul Mus, 15 Fall fue más allá de lo estrictamente militar para explorar la historia vietnamita, los complejos aspectos culturales de la sociedad y las influencias religiosas y económicas. Este enfoque le permitió captar el singular contexto político de la guerra e identificar los profundos agravios que alimentaron la insurgencia, a diferencia de Lacheroy y Trinquier que, limitados por su formación militar, no pudieron (¿o no quisieron?) extender sus análisis más allá de lo táctico, lo que les impidió comprender las causas profundas del conflicto indochino. De hecho, entre los pensadores militares, el estudio sociológico, económico y político de la población anfitriona era secundario frente a la atención prestada a las técnicas y métodos preconizados en las concepciones francesas de la guerra moderna. 16
Al adoptar un enfoque multidisciplinar, Fall pudo identificar que la insurgencia vietnamita tenía sus raíces, ante todo, en agravios históricos profundamente arraigados en la población. Para remediarlos, el Viet Minh propuso medidas que la Francia colonial se había obstinado en negar al pueblo vietnamita: la industrialización y modernización de las técnicas agrícolas mediante la mecanización, la alfabetización masiva mediante el acceso a la educación y, por último, una mayor equidad social mediante la abolición de los vastos latifundios que poseían los campesinos ricos en detrimento de los campesinos pobres. El confucianismo, base del pensamiento moral y político de la sociedad vietnamita tradicional, también estaba en el punto de mira de los comunistas, ya que lo consideraban, al igual que la colonización francesa, una forma de opresión feudal. 17 La aplicación de estas medidas, condicionadas a la victoria del Viet Minh en su lucha por la independencia, respondía a los agravios largamente albergados por el pueblo vietnamita, y fue un poderoso factor de movilización del apoyo popular al movimiento contra Francia.
La incapacidad de estrategas militares franceses como Lacheroy y Trinquier para comprender las profundas aspiraciones del pueblo vietnamita pone de relieve los retos a los que se enfrentó Francia ante la ola de descolonización. Influidos por los prejuicios coloniales, estos teóricos de la guerra revolucionaria fueron incapaces de comprender el poder del nacionalismo vietnamita. Subestimaron gravemente el deseo de independencia de los vietnamitas, considerándolos seres inferiores incapaces de reclamar los mismos derechos que los franceses. Por último, cegados por un anticomunismo feroz, no supieron discernir que, a pesar de su ideología comunista, el Viet Minh luchaba por una causa nacional, al igual que los movimientos de resistencia franceses durante la Segunda Guerra Mundial. En cuanto al trauma de la derrota de 1940, alimentó la continuación de la guerra, ya que el orgullo francés rechazaba cualquier otra debacle militar.
A diferencia de sus compañeros, Bernard Fall comprendió rápidamente el poder del nacionalismo vietnamita, entendiendo que la lucha contra el Viet Minh no podía limitarse al campo de batalla. Convencido de que la insurgencia tenía sus raíces en las debilidades del régimen vietnamita respaldado por Francia, Bernard Fall abogó por un enfoque contrainsurgente basado en la acción política, con el objetivo de ofrecer una alternativa política más convincente a los comunistas. Esta visión, que propugnaba reformas económicas esenciales y una reafirmación del nacionalismo del Estado de Vietnam de Bao Dai, liberado de la tutela francesa, se oponía a las estrategias represivas defendidas por sus contemporáneos. La vía de las operaciones militares draconianas como la acción psicológica (información y propaganda) y la guerra psicológica (infiltración, tortura y desinformación) preconizada por Lacheroy y Trinquier quedaba por tanto descartada.
Más allá de la cuestión de la legitimidad política, Bernard Fall se opuso a los partidarios de la guerra revolucionaria por motivos morales, abogando por el respeto escrupuloso de las Convenciones de Ginebra. Se mostró especialmente en desacuerdo con los métodos de guerra psicológica de Roger Trinquier, que alentaban tácitamente el uso de la tortura. Profundamente influido por su participación en la Resistencia y en el Tribunal de Nuremberg, Fall defiende con firmeza los valores del derecho humanitario y rechaza este concepto de guerra, que viola flagrantemente las convenciones internacionales. Sorprendentemente, sin embargo, no se pronunció públicamente sobre este tema hasta principios de los años sesenta, cuando la guerra de Argelia tocaba a su fin y Estados Unidos estaba a su vez inmerso en un conflicto de baja intensidad en Vietnam, marcado por intensos bombardeos y una escalada de violencia contra la población civil. Estos silencios revelan la complejidad de un personaje fascinante y merecen un análisis profundo.
En 1953, observando el ascenso del Viet Minh y la fragilidad del régimen de Bao Dai, apoyado por Francia, Bernard Fall predijo una aplastante derrota si no se proponía una alternativa política creíble. Sus advertencias, lejos de ser acogidas favorablemente, chocaron contra el conservadurismo militar imperante, con el ejército favoreciendo las soluciones exclusivamente militares defendidas por gente como Lacheroy y Trinquier. Los temores de Bernard Fall se hicieron realidad unos meses más tarde: incapaz de movilizar a la población y carente de una visión política convincente, Francia sufrió una dura derrota en Dien Bien Phu, firmando el fin de su imperio colonial en Indochina con los acuerdos de Ginebra en julio de 1954.
Conclusión
A pesar del amargo fracaso de su estrategia en Indochina, los defensores franceses de la guerra revolucionaria, convencidos de que su derrota era el resultado de una falta de compromiso y no de una estrategia defectuosa, intentaron aplicar los mismos métodos en Argelia. Bernard Fall se opuso firmemente a esta transposición, subrayando la singularidad de cada conflicto y la insuficiencia de una estrategia universal. Al evaluar la metodología de contrainsurgencia propuesta por Trinquier en 1961, que reproducía sus métodos indochinos en Argelia, Fall señaló: «Trinquier defiende firmemente el uso de la tortura y otros trucos sucios, pero las acciones francesas en Argelia muestran claramente cómo se puede ganar una guerra y aun así perder un país». 18 La historia le dio la razón, ya que la guerra de Argelia terminó en otra derrota francesa un año después.
A pesar de este nuevo revés en la aplicación de las estrategias francesas de guerra de contrainsurgencia, el ejército estadounidense, enfrentado al Frente Nacional para la Liberación de Vietnam del Sur (FNL), heredero del Viet Minh, cometió los mismos errores. Adoptando las teorías de Trinquier, ignoró las advertencias de Bernard Fall, que preconizaba un programa político para contrarrestar la insurrección. Cegado por su poderío militar, Estados Unidos se empantanó en el mismo atolladero que Francia antes que ellos, lo que inspiró a Fall esta concisa observación.
«Si bien la conquista de la población puede lograrse en parte por medios negativos (dislocación de sus mandos habituales mediante terrorismo selectivo, intimidación, individual o colectiva, y desmoralización del aparato gubernamental a todos los niveles), la implantación de una ideología no puede lograrse a partir de algún ersatz, raspado apresuradamente del fondo de un cajón en alguna oficina de guerra psicológica. Fue en este punto en el que los integracionistas de Argel se equivocaron, al igual que sus colegas (¡que los repudiaron, por cierto!) de los servicios estadounidenses correspondientes, que seguían pensando que podían hacerse con el control de la aterrorizada y desmoralizada población de Vietnam del Sur gracias a unas cuantas carreteras secundarias o escuelas primarias; carreteras y escuelas que, por cierto, serían tan rápidamente saboteadas y dinamitadas como las ya existentes» 19.
Prediciendo otro fracaso occidental en Vietnam, Fall no tuvo la oportunidad de ver confirmadas sus preocupaciones. El 21 de febrero de 1967, mientras acompañaba a los marines estadounidenses en una misión cerca de Hué, en Vietnam del Sur, Bernard Fall pisó una mina terrestre. Murió en el acto, a la edad de 40 años.
Visionario estratégico atípico, Bernard Fall revolucionó la teoría militar en la segunda mitad del siglo XX. Su enfoque multidimensional sigue siendo muy pertinente para las realidades de los conflictos asimétricos del siglo XXI. Tras inspirarse en Roger Trinquier en Vietnam, lo que condujo a una intervención desastrosa, el ejército estadounidense recurrió a las teorías de David Galula, otro teórico francés, durante sus intervenciones en Afganistán (2001) e Irak (2003), con el éxito que conocemos. Al preconizar la adopción de perspectivas múltiples y pluridisciplinares, Bernard Fall había desarrollado, no obstante, una teoría que permitía identificar las causas profundas de los conflictos insurgentes, permitiendo así adaptar las estrategias de contrainsurgencia a las especificidades de cada contexto.
Notas al pie
- Último emperador de Vietnam bajo dominio francés, Bao Dai abdicó en 1945 frente a una coalición independentista dominada por el Viet Minh, antes de ser devuelto al poder en 1949 como jefe de Estado por los franceses durante la Guerra de Indochina.
- Del vietnamita Việt Minh, contracción de Việt Nam Độc Lập Đồng Minh Hội, que significa «Liga para la Independencia de Vietnam». Fundado en 1941, el Viet Minh es un movimiento nacionalista y comunista vietnamita que actúa como organización política y paramilitar de la República de Vietnam (RDV) creada por Ho Chi Minh al declararse la independencia el 2 de septiembre de 1945.
- Charles Lacheroy, coronel francés y teórico de la guerra de contrainsurgencia, fue una figura clave en la Guerra de Indochina. Su análisis de las «jerarquías paralelas» y su insistencia en la dimensión psicológica de la guerra de contrainsurgencia influyeron profundamente en el pensamiento estratégico francés y occidental.
- Roger Trinquier, oficial francés y teórico de la guerra de contrainsurgencia, es conocido por su enfoque pragmático y a menudo brutal de la lucha contra los movimientos independentistas. Sus ideas, desarrolladas en particular en su libro La Guerre moderne (1961), han tenido un profundo impacto en el pensamiento contrainsurgente francés y estadounidense.
- Bernard B. Fall, «Theory and practice of insurgency and counterinsurgency», Last reflections on a war, Garden City, N.Y, Doubleday, 1967, p. 210.
- Charles Lacheroy, «Une arme du Viêt-minh: les hiérarchies parallèles», conferencia en Bien Hoa, 1952.
- Bernard Fall, «Liberation vs. Pacification», conferencia en la Universidad de Yale, 3 de marzo de 1966.
- Nathaniel L. Moir, «Rethinking Bernard Fall’s Legacy. The Persistent Relevance of Revolutionary Warfare», Small Wars Journal, 12 de julio de 2019.
- Dorothy Fall, Bernard Fall: memories of a soldier-scholar, Washington, D.C, Potomac Books, 2006, p. 69.
- Dorothy Fall, op. cit., p. 67.
- Harold D. Lasswell, «The Garrison State», American Journal of Sociology, vol. 46, no. 4, 1941, p. 459.
- Nathaniel L. Moir, «Bernard Fall and Vietnamese Revolutionary Warfare in Indochina», Small Wars & Insurgencies, vol. 28, n° 6, 2 novembre 2017, p. 922.
- Dorothy Fall, op. cit., p. 75.
- Dorothy Fall, op. cit., p. 88.
- Paul Mus, orientalista francés y figura destacada en el campo de las religiones Sudeste Asiático, es conocido por su enfoque humanista
humanista y por su profundo análisis de la Guerra de Indochina, a la que se opuso. Su obra de referencia, Viêt Nam: sociologie d’une guerre, publicada en 1952, cristaliza su pensamiento singular y comprometido. - Michael P. M. Finch, «A Total War of the Mind: The French Theory of la guerre révolutionnaire, 1954–1958», War in History, 25(3), 2018, p. 410-434.
- Nathaniel L. Moir, op. cit., p. 919.
- Bernard Fall, Libreta de notas para Last Reflections on a War, Boîte B-08, Folder 3, Series 1.2., Bernard B. Fall Papers, JFK Presidential Library, Columbia Point, Boston, Massachusetts, citado en Nathaniel Moir, «Bernard Fall and Vietnamese Revolutionary Warfare in Indochina», Small Wars & Insurgencies, vol. 28, n° 6, 2 novembre 2017.
- Bernard Fall, op.cit., p. 431.