Son las primeras elecciones desde el movimiento de protesta que comenzó con la muerte de Mahsa Amini tras su detención por la policía religiosa islámica en septiembre de 2022.

  • La participación podría ser históricamente baja, tras el anterior récord de abstención alcanzado en 2020, lo que refleja la falta de confianza en el régimen por parte de una proporción creciente de la población.
  • El 18 de febrero, el propio líder supremo Jamenei hizo un llamamiento a los votantes para que se movilizaran.

Más de un año después del inicio del movimiento, el régimen no ha emprendido ninguna reforma acorde con las demandas de los manifestantes.

La situación económica y la persistencia de una elevada inflación figuran entre las principales preocupaciones de la población iraní.

  • Según las estadísticas oficiales, la inflación se situó en el 35,8% en febrero de 2024.
  • Aunque estaba previsto liberar 6.000 millones de dólares de activos iraníes congelados en el marco de un acuerdo con la administración Biden, finalmente los fondos volvieron a bloquearse tras el estallido del conflicto entre Hamás e Israel.

Las elecciones se celebran en un contexto de marcado endurecimiento del régimen.

  • «Las elecciones en Irán nunca han sido libres y justas, pero […] se permitía un cierto grado de competencia dentro de un grupo muy reducido de la élite política en la que confiaba el sistema. En los últimos años, el círculo se ha reducido hasta el punto de que ahora el sistema sólo busca seleccionar a aliados leales y ni siquiera elegir a críticos leales», describe Ali Vaez.
  • La sucesión de Jamenei, de 84 años y en el poder desde 1989, será una cuestión fundamental en el próximo ciclo político iraní.

Teherán sigue entregando armas a Rusia y habría suministrado varios centenares de misiles balísticos a Moscú desde enero, según informaciones reveladas por Reuters el 21 de febrero. La administración Biden anunció sanciones contra el Ministerio de Defensa el 23 de febrero.