Al acusar a Israel de genocidio, Lula quiere posicionar a Brasil como el campeón del Sur Global

Invitado a la 37ª Cumbre de la Unión Africana, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva declaró que «lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino no ha sucedido en ningún otro momento de la historia. De hecho, ya ocurrió: cuando Hitler decidió matar a los judíos»¹.

• Esta declaración, unida a la del 25 de octubre de 2023 -«esto no es una guerra, es un genocidio»-, atestigua una postura firme y sin precedentes por parte de Brasil, que tradicionalmente trata de evitar tomar posiciones demasiado definidas en los grandes conflictos internacionales.

Israel expresó inmediatamente su indignación, acusando al presidente brasileño de tergiversar la historia y deshonrar la memoria de las víctimas de la Shoah, llegando incluso a declarar a Lula persona non grata en Israel.

• El embajador brasileño fue invitado por el ministro israelí de Asuntos Exteriores a una reunión privada en el museo del Holocausto, que resultó ser íntegramente en hebreo. La prensa también fue invitada a asistir.
• Los diplomáticos brasileños consideraron este acto como un intento de aumentar la tensión, lo que llevó a la retirada del embajador de Brasilia.

La gravedad de esta crisis diplomática tuvo eco tanto dentro como fuera de Brasil.

• Las declaraciones de Lula reflejaban más un deseo político de reposicionar a Brasil como campeón del Sur Global que una simple torpeza².
• El 20 de febrero, los presidentes de Colombia, Gustavo Petro³, y Bolivia, Luis Arce⁴, declararon su apoyo a Lula.
• Al margen de la reunión del G20 en Río de Janeiro, el Secretario de Estado estadounidense Antony Blinken -cuyo suegro es un superviviente del Holocausto- viajó a Brasilia el 21 de febrero para mantener un «intercambio franco» sobre cuestiones de seguridad internacional y expresar el desacuerdo de Washington con las declaraciones de Lula⁵.

A nivel interno, los comentarios del presidente provocaron fuertes reacciones de la derecha.

• Aunque la izquierda brasileña simpatiza con la causa palestina -el país reconoce la existencia del Estado de Palestina desde 2010-, este apoyo no goza de consenso.
• Actualmente, más del 20% de la población brasileña se identifica como evangélica, asumiendo posiciones políticas estadounidenses como el apoyo inquebrantable al Estado de Israel. Esta población, que tiende a posicionarse a la derecha del espectro político, ha apoyado mayoritariamente a Jair Bolsonaro.
• Diputados del Partido Liberal (el partido de Jair Bolsonaro) han recogido más de 100 firmas para iniciar un proceso de destitución contra Lula porque éste expondría al país «al riesgo de una guerra»⁶. Aunque es poco probable que esto tenga éxito, muestra cómo esta crisis está alimentando a la oposición, mientras que el bando presidencial no tiene mayoría en los órganos legislativos.

Como parte del acercamiento con Israel, Jair Bolsonaro había expresado su deseo de trasladar la embajada a Jerusalén -siguiendo el camino abierto por Trump en 2018-.

• En 2019, los dos países firmaron un acuerdo de cooperación militar que incluye la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado⁷.
• Aprobado por la Cámara de Diputados y actualmente en comisión en el Senado, es probable que el texto se congele o incluso se cancele por completo.

Aunque la posición de Lula sobre Palestina es firme, debe considerarse en el contexto de la reacción del presidente brasileño a la muerte de Alexei Navalni, que muestra cierta complacencia hacia Moscú. La incoherencia de la postura brasileña sobre estos dos conflictos -en un espejismo de la posición de los países occidentales- parece reflejar una forma de antiimperialismo sistémico. En un momento en el que Brasil ostenta la presidencia del G20, esta postura podría tensar los debates y dificultar la consecución de un consenso en la cumbre de noviembre.