Estados Unidos, como superpotencia, ha configurado el orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial y ha sido durante mucho tiempo la fuerza motriz de la economía global. Por otra parte, como simboliza el término «trampa de Tucídides», Estados Unidos siempre ha estado inmerso en una feroz competencia y conflicto con potencias emergentes que desafían su estatus internacional. Tras más de 40 años de Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, y la intensificación de las fricciones entre Japón y Estados Unidos en la década de 1980, las relaciones entre Estados Unidos y China finalmente han escalado a un conflicto serio desde 2018. El conflicto entre Estados Unidos y China es un fenómeno extremadamente complejo con múltiples aspectos, que incluyen la política, la economía, la diplomacia y los asuntos militares. Este artículo se centrará en el aspecto más fundamental que determina el desarrollo del conflicto entre Estados Unidos y China, a saber, el conflicto económico entre Estados Unidos y China.

La naturaleza del conflicto económico entre Estados Unidos y China difiere en gran medida de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética y de las fricciones entre Japón y Estados Unidos. Durante la Guerra Fría, existía una competencia de alta tecnología centrada en las industrias militar y aeroespacial, y una competencia intersistémica a largo plazo entre capitalismo y socialismo, pero no había interdependencia en términos económicos ni se producían fricciones comerciales. Por otro lado, en el caso de la fricción entre Japón y Estados Unidos, aunque se produjeron fricciones comerciales y fricciones de alta tecnología centradas en la industria de los semiconductores, no hubo un conflicto institucional significativo entre los dos países aliados que pudiera denominarse competencia intersistémica. En comparación, sin embargo, Estados Unidos y China tienen graves conflictos en las tres dimensiones: guerras comerciales, fricciones de alta tecnología y competencia intersistémica. Esta debe considerarse la característica más importante del conflicto económico entre Estados Unidos y China.

Estados Unidos y China tienen graves conflictos en las tres dimensiones: guerras comerciales, fricciones de alta tecnología y competencia intersistémica.

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El conflicto económico Estados Unidos-China tuvo, por supuesto, un fuerte impacto en la economía mundial y en la división internacional del trabajo de producción e innovación. Sin embargo, Asia Oriental es la región más afectada. Durante muchos años, Estados Unidos ha constituido un enorme mercado de consumo para la industrialización orientada a la exportación de Asia Oriental. Estados Unidos ha sido un objeto de aprendizaje constante y la mayor fuente de alta tecnología y recursos humanos mientras Asia Oriental se esforzaba por modernizar sus industrias y construir un sistema de innovación. Por otra parte, desde que China ingresó a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en la década de 2000, ha ido reforzando gradualmente su posición en la división internacional de la producción en Asia Oriental. China, que inicialmente desempeñaba el papel de punto de salida para las exportaciones a Estados Unidos, ha empezado recientemente a importar grandes volúmenes de productos acabados, además de bienes intermedios, y su presencia como centro de demanda en Asia Oriental está mejorando.

Dado que tanto Estados Unidos como China son indispensables para el desarrollo económico de Asia Oriental, el conflicto entre ambos países ha tenido, naturalmente, un impacto muy grande en la división internacional del trabajo en Asia Oriental. En cuanto a la producción, se ha visto obligada a sufrir una gran transformación por la imposición de elevados aranceles entre Estados Unidos, el mayor mercado de consumo, y China, la mayor base de producción. 

Déficit comercial de Estados Unidos con China y redes de producción de Asia Oriental

El déficit comercial entre Estados Unidos y China no ha dejado de aumentar desde la década de 2000, hasta alcanzar los 383 mil millones de dólares en 2022. Si nos centramos en los factores internos, el consistente gran déficit comercial de Estados Unidos se deriva de los factores macroeconómicos estructurales de una baja tasa de ahorro y un grave déficit presupuestario. Sin embargo, desde la perspectiva del país socio, el mecanismo de creación del déficit comercial entre Estados Unidos y otros países difiere: durante las fricciones comerciales entre Estados Unidos y Japón en las décadas de 1980 y 1990, las actividades de producción se realizaban básicamente país por país. Así, la mayor parte del déficit comercial de Estados Unidos con Japón se debió a las exportaciones a Estados Unidos de empresas japonesas ubicadas en Japón. En cambio, la guerra comercial entre Estados Unidos y China se produjo en el contexto de unas actividades económicas altamente globalizadas. Desde la década de 2000 se formó en Asia Oriental una estructura de división internacional del trabajo, en la que los países y regiones de Asia Oriental exportan bienes intermedios a China como base para la fabricación, ensamblan allí los productos finales aprovechando los bajos salarios y los venden a Estados Unidos y otros mercados desarrollados. No es exagerado señalar que el enorme déficit de Estados Unidos con China fue causado por los esfuerzos conjuntos de las empresas de Asia Oriental que participan en esta división del trabajo de producción. 

La producción se ha visto obligada a sufrir una gran transformación por la imposición de elevados aranceles entre Estados Unidos, el mayor mercado de consumo, y China, la mayor base de producción. 

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Por lo tanto, para entender el impacto de la guerra comercial entre Estados Unidos y China en las economías de Asia Oriental, es necesario examinar no sólo el impacto externo de los aranceles, sino también los diversos factores que apoyan esta división del trabajo de producción de una manera integral. Inomata señala que la división internacional del trabajo de producción se ve favorecida por la existencia de una gran diferencia en términos de dotación de factores de producción y productividad entre los países, un fácil acceso a las capacidades que conectan los procesos de producción (transporte, información y comunicación, y otros servicios de apoyo a la fabricación) y de un mercado de consumo lo suficientemente grande como para sacar el mayor provecho posible de las economías de escala generadas por la división del trabajo. En este sentido, Asia Oriental se ha visto favorecida por las diferencias en las fases de desarrollo económico que dieron lugar a ventajas comparativas, por el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación y los acuerdos comerciales, así como por la existencia de un enorme centro de consumo, Estados Unidos. Pero a partir de 2010, las tres condiciones que sustentaban la división del trabajo de producción en Asia Oriental empezaron a cambiar, entre otras cosas por el aumento de los costos comerciales originado por las guerras comerciales.

Si nos fijamos en la guerra comercial en sí, su impacto se refleja fuertemente, por supuesto, en el aumento sustancial del costo del comercio entre Estados Unidos y China debido a los aranceles. Durante la administración de Trump, Estados Unidos impuso altos aranceles sobre 370 mil millones de dólares de importaciones chinas en cuatro rondas. China tomó represalias cada vez. Como resultado de las negociaciones comerciales, en enero de 2020 se alcanzó un acuerdo de primera fase entre Estados Unidos y China, y los aranceles se redujeron parcialmente. Sin embargo, la situación volvió a empeorar más adelante debido al brote mundial de Covid-19, y en noviembre de 2021, las importaciones de China procedentes de Estados Unidos se mantenían en torno al 60% del valor objetivo. En octubre de 2021, la administración de Biden anunció una nueva estrategia comercial para China, haciendo hincapié en que no tenía intención de intensificar las fricciones comerciales y que se enfocaría en el diálogo. Al mismo tiempo, la representante de Comercio de Estados Unidos, Kathleen Tai, anunció su intención de reanudar el proceso de exención de algunos de los aranceles que se están aplicando a China para reducir la carga sobre el pueblo estadounidense.

Sin embargo, no se ha anunciado ninguna medida concreta sobre la eliminación total de los aranceles. Mientras se mantengan los elevados aranceles, la mayoría de las empresas cuyo principal mercado de exportación es Estados Unidos no tendrán más remedio que trasladar su producción a regiones distintas de China.

El impacto externo, más grande aún que la guerra comercial, y que pudo haber dañado más gravemente las redes de producción entre Asia Oriental y la economía mundial fue la pandemia de Covid-19. Como se informó ampliamente en los medios de comunicación, en las primeras fases de la conmoción causada por el Covid-19, las cadenas de suministro de las multinacionales se vieron duramente afectadas como consecuencia de la propagación de la infección en China. Una encuesta realizada por la revista Nikkei Manufacturing Magazine en marzo de 2020 reveló que el 48.5% de las empresas japonesas informaron de que se había vuelto difícil conseguir piezas procedentes de China, y una encuesta realizada por el Instituto de Gestión de la Cadena de Suministro de EUA, durante esas mismas fechas, reveló que el 86% de las empresas estadounidenses informaron lo mismo. En respuesta, el gobierno japonés decidió conceder subvenciones para apoyar el retorno de las cadenas de suministro al país de origen y la diversificación en terceros países. Sin embargo, a diferencia de las guerras comerciales, los efectos de la pandemia del Covid-19 han alcanzado aspectos mucho más amplios en las actividades económicas. 

Desde principios de la década de 2010, el mercado laboral en China ha superado el punto de inflexión de Lewis -es decir, el excedente de mano de obra rural ha sido absorbido totalmente por el sector manufacturero-.

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Pero la reestructuración de la red de producción de Asia Oriental no sólo se ha visto impulsada por perturbaciones temporales como las guerras comerciales y la pandemia de Covid-19, sino también por varios factores más fundamentales. Los dos principales son los cambios en los niveles salariales relativos en Asia Oriental y el auge del mercado chino.

En primer lugar, desde principios de la década de 2010, el mercado laboral en China ha superado el punto de inflexión de Lewis -es decir, el excedente de mano de obra rural ha sido absorbido totalmente por el sector manufacturero- y los niveles salariales han aumentado notablemente. Esto ha provocado un cambio drástico en los niveles salariales relativos de los países de la red de producción de Asia Oriental y, por tanto, en sus ventajas comparativas. Mientras China perdía gradualmente su ventaja comparativa como base manufacturera de productos intensivos en mano de obra, ganaba ventaja como base manufacturera de bienes intermedios intensivos en tecnología o capital.

Song Whenzi, Paisaje y edificios (detalle). Colección privada

Otro cambio importante que se produjo en la década de 2010 fue el auge del mercado chino. Desde el comienzo de este período, China se ha convertido en el mayor mercado de exportación para más de la mitad de los principales países y regiones de Asia Oriental. Sin embargo y a pesar de que tantos los bienes intermedios como los bienes primarios, los componentes, los bienes procesados, así como los bienes de capital, incluyendo la maquinaria, representan una gran parte de las importaciones chinas, la cuota de los bienes de consumo final es consistentemente baja. La proporción de bienes de consumo en las exportaciones de los países y regiones de Asia Oriental (Japón, Corea, Taiwán y 10 países de la ASEAN – Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, por sus siglas en inglés) a China solo aumentó ligeramente del 3.6% al 6.5% entre 2009 y 2018. Por lo tanto, aunque China esté creciendo gradualmente hacia el centro de la demanda de Asia Oriental, en esta etapa sus características son muy diferentes de las de un enorme mercado de consumo como Estados Unidos.

Cuando se consideran simultáneamente las tres variables de costos de vinculación, ventaja comparativa y enormes mercados, se puede dibujar una historia más compleja de la reestructuración de la división internacional del trabajo de producción, que es diferente de la simple imagen de una guerra comercial normal y la reestructuración de las redes de producción de Asia Oriental.

Muchas empresas de industrias intensivas en mano de obra, como la textil y la del calzado, en busca de salarios más bajos se trasladaron de China continental a los países vecinos.

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En primer lugar, en la década de 2010, la ventaja comparativa de China cambió debido al aumento de los salarios. Junto a esto, también se hicieron patentes problemas como los conflictos laborales, la escasez de electricidad y unas normativas medioambientales más estrictas, lo que aumentó el riesgo derivado de la concentración de la producción en China. Como sugieren las estadísticas comerciales y los estudios de casos de industrias individuales en Taiwán y Vietnam, muchas empresas de industrias intensivas en mano de obra, como la textil y la del calzado, en busca de salarios más bajos se trasladaron de China continental a los países vecinos. Posteriormente, las principales empresas de electrónica y sus proveedores, como Hon Hai Precision Industry (Foxconn) y Samsung Electronics, trasladaron gradualmente sus operaciones, especialmente en procesos intensivos en mano de obra.

Cabe destacar que, a medida que se aceleraban estas transferencias de producción, los países vecinos mejoraban, a su vez, su capacidad para recibir inversión extranjera. En el caso de Vietnam, por un lado, su participación en acuerdos comerciales de alto nivel, como el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés) y el Acuerdo de Libre Comercio (FTA, por sus siglas en inglés) con la Unión Europea, ha mejorado su ventaja como base de exportación. Por otro lado, en términos de construcción de infraestructuras, además de electricidad, carreteras y puertos, Vietnam ha desarrollado parques industriales, especialmente en las provincias del norte. En 2019, el Politburó del Partido Comunista de Vietnam emitió su Resolución 55 para aumentar el atractivo de Vietnam para la inversión extranjera, con el objetivo de atraer 50 mil millones de dólares en nuevas inversiones extranjeras para 2030. Hubo una notable mejora en el entorno institucional en términos de «baja incertidumbre política» y «bajo riesgo de confiscación». Estos cambios en el entorno de inversión antes de la guerra comercial ayudaron a Vietnam a responder rápidamente a los cambios de las multinacionales en las ubicaciones de adquisición y producción después de la guerra comercial.

El auge del mercado chino ha sido sistemáticamente un factor para mantener y ampliar la presencia de China en la red de producción de Asia Oriental desde la década de 2010. La fabricación de semiconductores es un buen ejemplo. Taiwan Semiconductor Manufacturing Corporation (TSMC), anticipándose al potencial de crecimiento del mercado continental, estableció su planta de Nanjing con la ayuda de 200 empresas colaboradoras en 2016. Tras la guerra comercial, la inversión directa de Taiwán en China continental disminuyó, pero las exportaciones, especialmente de productos electrónicos, siguieron aumentando. La relación entre las exportaciones a China continental y las exportaciones totales de Taiwán alcanzó un alto nivel del 42.3%. Desde la guerra comercial, China se ha convertido en el mayor destino de las exportaciones de todos los países y regiones de Asia Oriental, excepto Vietnam.

La guerra comercial estalló finalmente en 2018. Según los resultados de la simulación, tanto Estados Unidos como China se ven afectados negativamente. Por otro lado, el crecimiento económico de los países y regiones de Asia Oriental se ve afectado positivamente por la guerra comercial en ambos años. El efecto positivo se hace más fuerte a medida que pasan los años. Tras la guerra comercial, a petición de sus clientes estadounidenses, las empresas taiwanesas regresaron al mercado nacional y se trasladaron a Vietnam como base de producción de ensamblaje y a Estados Unidos, donde se concentran sus clientes más importantes. En términos más generales, la economía vietnamita registró un crecimiento significativo tanto de la FDI como de las exportaciones a Estados Unidos tras el estallido de la guerra comercial, en parte porque el entorno de inversión mejoró notablemente en la década de 2010. Sin embargo, los principales actores en la transferencia de producción a Vietnam fueron el capital extranjero, especialmente grandes multinacionales como Samsung Electronics. Por lo tanto, aunque la macroeconomía se estabilizó gracias al superávit de la balanza comercial, los beneficios para la economía vietnamita en términos de valor añadido de las exportaciones y desarrollo de los proveedores locales fueron limitados. Así pues, el desarrollo de las cadenas de valor mundial lideradas por las multinacionales ha brindado oportunidades de crecimiento sin precedentes a los países en desarrollo, pero también ha planteado muchos retos a la sostenibilidad del crecimiento. 

Desde la guerra comercial, China se ha convertido en el mayor destino de las exportaciones de todos los países y regiones de Asia Oriental, excepto Vietnam.

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El futuro de la economía de Asia Oriental

En un escenario optimista, el conflicto económico entre Estados Unidos y China amainará, se eliminarán los aranceles y China abrirá sus puertas al mundo más que nunca. Las empresas chinas, como sus homólogas japonesas en el pasado, trasladarán algunas de sus bases de fabricación a otras economías de Asia Oriental, a medida que vayan perdiendo su ventaja comparativa y vayan internacionalizando su gestión. En este caso, China se transformará en un enorme mercado de consumo como Estados Unidos y seguirá impulsando la economía mundial. Sin embargo, a diferencia de Estados Unidos, China está introduciendo rápidamente robots industriales y desarrollando una infraestructura de comunicaciones 5G para apoyar a estos robots, principalmente en el sector de alto valor añadido. Como resultado, es muy posible que China pueda aliviar la presión del aumento de los salarios y seguir asegurando su posición como base manufacturera gigante. 

Sin embargo, podría decirse que el escenario pesimista de un prolongado conflicto económico entre China y Estados Unidos y una situación internacional cada vez más difícil se está volviendo cada vez más realista. La simulación realizada por MENG Bo muestra que el tamaño de las cadenas de valor mundial, es decir, el nivel de división internacional del trabajo de producción, disminuirá año tras año si la guerra comercial persiste hasta 2024 bajo este escenario. En caso de una situación más prolongada, es innegable que la división internacional del trabajo de producción sobre China puede dividirse en dos. La primera es un sistema autónomo de producción y distribución centrado en el mercado chino.

Exceptuando algunos sectores de alta tecnología, China dispone de cadenas de suministro completas y de un enorme mercado de consumo. Simbolizado por frases como «producción local para el consumo local» o «En China para China», puede crearse un sistema de producción y distribución separado de los mercados de ultramar en el que los productos para el mercado chino se fabriquen exclusivamente en China. Se espera que las medidas antes mencionadas para introducir robots industriales y 5G refuercen aún más este sistema económico autónomo. El otro sistema se construiría para evitar la concentración de la producción en China. En este caso, las empresas dedicadas a la producción orientada a la exportación ubicadas en China están dispersando sus bases de producción a otras partes del mundo, especialmente a Asia Oriental, a un ritmo aún mayor que antes. 

El nivel de división internacional del trabajo de producción, disminuirá año tras año si la guerra comercial persiste hasta 2024 bajo este escenario.

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Sin embargo, hay dos puntos a tener en cuenta en este caso. En primer lugar, hay una diferencia entre las industrias en las que Estados Unidos tiene una influencia abrumadora tanto en términos de tecnología como de mercado, como la industria electrónica, y aquellas en las que no. En el primer caso, es probable que el abandono de China se produzca a un ritmo más rápido. En segundo lugar, también hay que tener en cuenta la ventaja de la fabricación de bienes intermedios en China. Como de hecho ha ocurrido en Vietnam, muchos de los países menos desarrollados que han estado en el extremo receptor de las transferencias de producción de China se enfrentan al dilema de que, a medida que aumenten sus exportaciones a Estados Unidos, seguirán aumentando sus importaciones de bienes intermedios de China debido a la debilidad de la base industrial. La ventaja de China en la cadena de suministro no sólo se debe a su participación en las cadenas de valor mundial, sino también a la existencia de un conjunto completo de sectores industriales que empezó a construir en la década de 1950. Teniendo en cuenta estos hechos, es poco probable que la situación de dependencia de China para los bienes intermedios se revise en un corto periodo de tiempo. Por lo tanto, incluso en una red de producción reestructurada de Asia Oriental, será difícil eliminar por completo el factor China por el momento.