Los debates occidentales sobre Rusia, aparte de su tendencia a esencializar un «carácter» o, incluso, un «alma» rusos, suelen pasar por alto el carácter multiétnico del país. Las estadísticas disponibles muestran que, en Rusia, viven cerca de 200 pueblos, que hay unas 270 lenguas y que el grupo «étnicamente ruso» representa menos del 80 % de la población total.

Sin embargo, las reivindicaciones y luchas de los pueblos autóctonos y de los movimientos nacionalistas y regionalistas de la Federación de Rusia quedan doblemente eclipsadas a nivel internacional. Hay dos razones fundamentales para ello: en primer lugar, está el moskvocentrismo que prevalece en las percepciones externas de la política rusa; en segundo lugar, está la mayor visibilidad internacional de la que gozan otros movimientos autóctonos (empezando por los de las zonas aledañas a Estados Unidos).

En su sesión de verano, celebrada del 30 de junio al 4 de julio de 2023, la Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa puso de relieve esta cuestión. Su Declaración de Vancouver incluyó, junto con una serie de condenas hacia la agresión rusa en Ucrania, una resolución sobre las consecuencias de la guerra en términos de adhesión a los principios de la OSCE, cuyo decimocuarto párrafo establecía un paralelismo explícito entre las vertientes interna y externa de la política imperial practicada por la Rusia postsoviética: 

«Subrayando la naturaleza violentamente imperial y colonial del Estado ruso, que se manifiesta plenamente en la guerra injustificada e ilegal que la Federación de Rusia libra contra Ucrania y en sus violaciones del derecho internacional relacionados con los derechos humanos y de las leyes de las naciones soberanas, incluidos los secuestros ilegales, pero que, también, se expresa en la anexión blanda de Bielorrusia, en la ocupación del territorio georgiano, en el apoyo al separatismo en la República de Moldavia, así como en la subordinación forzosa, permanente y deliberada de las naciones autóctonas y de las minorías étnicas dentro de la Federación de Rusia, a las que se les niega la igualdad de derechos y la autodeterminación y que son sometidas a malos tratos y a explotación en violación de los principios de Helsinki y de la Carta de las Naciones Unidas.«

Esta resolución fue objeto de un minucioso análisis por parte de Idel.Realii, la rama tártaro-bashkir de Radio Liberty, una empresa sin ánimo de lucro financiada por el Congreso de Estados Unidos, que emite contenidos informativos para 23 países, principalmente, de Europa del Este, del Cáucaso y de Asia Central. Idel.Realii se centra en la región del Volga, con el objetivo de proporcionarle a la población información liberal y democrática como alternativa a la que ofrecen los medios de comunicación federales o locales. Este medio les dio la palabra a una serie de analistas y enumeró una amplia gama de reacciones políticas ante la resolución de la OSCE, incluida la del autoproclamado gobierno de Tartaristán. Tras señalar que esta noticia marcaba «de facto, el año de la declaración de la descolonización de Rusia», sus miembros no dejaron de aplaudir la resolución:

«Este reconocimiento crea la oportunidad de desarrollar nuevos mecanismos legales para el desmantelamiento pacífico del Imperio ruso y para la creación de nuevos Estados independientes como miembros de la OSCE. 

Siempre debemos tener presente que el proceso de descolonización completo y universal de Rusia debe basarse en el derecho internacional, empezando por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y por el derecho de los pueblos a la autodeterminación, consagrado en la Carta de las Naciones Unidas.

Está más que claro que la descolonización de Rusia se está convirtiendo en un importante proceso internacional. Como representantes de los pueblos autóctonos, nos complace ser parte integrante de esta política internacional como sujetos, no meros objetos, y tener la oportunidad de expresarnos en diversos escenarios, plataformas, ligas, alianzas y uniones internacionales. 

En este sentido, hacemos un llamado a los representantes de todos los pueblos esclavizados por Rusia, incluidos los udmurts, maris y chuvashes preocupados por su futuro, para que colaboren con la plataforma pública «Free Idel-Ural», con la «Alianza de los Pueblos Autónomos de Eurasia», con la «Liga de las Naciones Libres», con el «Foro de los Pueblos Libres de la Post-Rusia», con el gobierno del Tartaristán independiente, con el Centro Público Pan-Tártaro y con el movimiento tártaro Vatançi.«

En declaraciones para Idel.Realii, Viktoria Maladaeva, activista buryat y cofundadora del fondo Indigenous of Russia, confirmó que las organizaciones internacionales sólo habían empezado a interesarse por la política colonial de Rusia hacia los pueblos autóctonos recientemente «porque Rusia siempre ha ocultado eficazmente su pasado colonial y su presente imperial a nivel internacional y nacional». En su opinión, la guerra de Ucrania fue la que «lo dejó todo al descubierto» para que todo el mundo lo viera. 

Entre las personalidades que intervinieron sobre este tema, destacó, por sus análisis, Daavr Dorƶin (abogado, director ejecutivo de la Comunidad Internacional de Derechos Humanos en Armenia y asesor del Partido Europeo de Armenia). Subrayó que la resolución de la Asamblea Parlamentaria de la OSCE era «soft law«, es decir, no jurídicamente vinculante, pero que sí era esencial en la medida en que reflejaba el punto de vista de una «comunidad euroatlántica» con una composición muy amplia. En su opinión, una resolución de este tipo es una señal importante en términos del itinerario descolonial en la agenda del derecho internacional actualmente. Proporcionará una poderosa palanca moral y política para los movimientos nacionales y regionales en la medida en que, según añade, «el ‘derecho indicativo’ es, frecuentemente, invocado y movilizado en su práctica por los organismos internacionales de derechos humanos –el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, los tribunales internacionales y los tribunales de arbitraje y otros organismos e instituciones similares».

El análisis de Daavr Dorƶin es una continuación de sus posiciones como miembro del Congreso del Pueblo Uyrat-Kalmuk. En calidad de tal, le concedió a Idel.Realii una larga entrevista sobre el futuro de Kalmykia. Esta región de 287000 habitantes, que limita, al Este, con el Volga y la provincia de Astrakhan y, al Oeste, con la provincia de Rostov y la de Stravropol, presenta varias particularidades. En primer lugar, es la única región de Europa donde el budismo es la religión mayoritaria. La mayoría de los habitantes de la región son kalmyks, descendientes de los oyrats (mongoles occidentales) que se establecieron en Rusia en el siglo XVII. Las cuestiones étnicas y lingüísticas siempre han sido cruciales. En 1943, Stalin ordenó la deportación de los kalmyks a Siberia, lo que causó la muerte de unas 14000 personas y destruyó la transmisión de la lengua, que, ahora, sólo habla y escribe una décima parte de la población. En la última década, la cuestión étnica se ha vuelto aún más acuciante, en un contexto de agitación política.

En primer lugar, hubo protestas en la capital regional, Elista, en 2019, en relación con el nombramiento de Dmitrij Trapeznikov como alcalde. Muchos residentes vieron con muy malos ojos la llegada al poder de este separatista ucraniano prorruso, una figura política sin conexión con Kalmykia y que fue bombardeado con este cargo por su anterior papel como presidente en funciones de la llamada República Popular de Donetsk. El conflicto desencadenado por Rusia en Ucrania radicalizó, posteriormente, sus posiciones. Desde luego, es imposible afirmar que los kalmyks estuvieran unidos en su oposición a la invasión: al contrario, la guerra gozó de un apoyo considerable en la región y muchas personas se alistaron. No obstante, cabe preguntarse qué llevó a muchos de los habitantes de Kalmykia a alistarse en el ejército ruso. Tal como están las cosas, es difícil distinguir entre las cuestiones económicas, cruciales en esta región donde el trabajo escasea, y los impulsos ideológicos o políticos. Desde este punto de vista, no es imposible que la forma en la que el discurso oficial del Estado ruso explota el pasado kalmyk tenga ciertos ecos en el seno de la sociedad. Por ejemplo, desde septiembre de 2023, los alumnos del curso «Fundamentos del Estado ruso» de las universidades rusas aprenden que, además de que Rusia es una «civilización-Estado» que vela por los equilibrios mundiales, el budismo es una religión muy extendida en tres regiones rusas (Buriatia, Kalmykia y Tuva), cuyos antepasados no dudaron en tomar las armas por Rusia cuando fue necesario, en particular, para defender su patria contra la invasión de Napoleón.

No obstante, la situación es variada. Hace unos meses, el Shajin Lama (líder espiritual) de Kalmykia se vio envuelto en una espiral de represión por parte del Estado ruso. Telo Tulku Rinpoche, representante del Dalai Lama para Rusia, Mongolia y los países de la CEI, fue declarado «agente extranjero», en enero de 2023, por denunciar la agresión rusa en Ucrania. Tras abandonar el territorio ruso, ahora, vive en Mongolia, donde recibe visitas de kalmyks y otros budistas rusos que han huido de la movilización. A mayor escala, desde el anuncio de la movilización rusa, se han creado redes en varias repúblicas con gran población autóctona para exfiltrar a los rebeldes. El exceso de mortalidad registrado el año pasado en regiones como Bashkiria, Buriatia y Daguestán parece confirmar la condena de la política de Moscú, a la que se acusa de enviar al frente a masas de representantes de las minorías étnicas del país. En los últimos meses, también, ha aumentado el número de organizaciones de rescate y refugio –generalmente, en Kazajstán– de miembros de minorías sometidos a reclutamiento en regiones como Kalmykia, Buriatia y Yakutia. 

El discurso de los grupos y ciudadanos independientes implicados en estas operaciones suele estar teñido de solidaridad entre los «pueblos libres de la Gran Estepa», cuyo exilio de Rusia sólo sería una etapa temporal antes de su regreso triunfal a casa, a una Kalmykia, a una Buriatia o a una Tuva independientes. Éste es el objetivo de Daavr Dorƶin, miembro del Congreso de Oyrat-Kalmykia, que publicó una declaración de independencia de Kalmykia el 26 de octubre de 2022. A continuación, reproducimos una traducción de la entrevista de Daavr Dorƶin con Idel.Realii, en la que habla de las perspectivas del futuro de la «Nueva Kalmykia» después de la guerra de Ucrania y en la que aborda los objetivos prácticos de la «democracia nacional» que prevé. 

Este texto tiene el inmenso mérito de pensar, realmente, en la Rusia de mañana y no en la Rusia de anteayer… con los ropajes de ayer. Daavr Dorƶin considera varias salidas posibles de la guerra actual y señala, en cada hipótesis, la oportunidad concreta que debe aprovechar el movimiento nacional kalmyk. Respondiendo con la audaz hipótesis de la capitulación rusa, el autor de A Conception of the State Structure of New Kalmykia considera la posible reconfiguración de los subordinados de la Federación de Rusia en forma de estados independientes. Evalúa el potencial de acción de una Kalmykia independiente, según varios escenarios que pueden, o no, incluir territorios vecinos como Astrakhan, y, en cada uno de los casos considerados, mide la forma en la que Nueva Kalmykia podría garantizar su integridad territorial y su prosperidad económica. En contraste con los proyectos presentados periódicamente por los liberales rusos en el exilio, cuya visión de la Rusia post-Putin se limita, con demasiada frecuencia, a una vasta fase de limpieza administrativa, este texto esboza un auténtico programa de liberalismo político y democracia nacional para una Kalmykia independiente. Es cierto que las promesas de autogobierno y de libertades individuales y colectivas pueden entusiasmarnos más que el estrecho vínculo que el autor establece entre la vida cívica de la futura nación y la identidad étnica de Kalmykia. No obstante, estas proposiciones sirven para poner de relieve uno de los problemas fundamentales del espacio imperial que aún es la Rusia postsoviética, un problema que, también, se encuentra en el corazón de la guerra desatada contra Ucrania: el complejo y, a veces, agonístico entrelazamiento de nacionalidad, ciudadanía y etnicidad. (GL)

[Lea también: nuestro último análisis de la situación en el frente ucraniano]

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¿Cuál es la historia del Congreso de Oyrat-Kalmykia? ¿Qué le permite a su organización considerarse un órgano representativo legítimo? 

La historia del congreso está estrechamente ligada con la de las asambleas populares, más conocidas por el nombre kalmyk de «чуулһн» [čuulhn] o «чуулган» [čuulgan]. La primera de estas asambleas se celebró en Elista, en 2015; la última, en el territorio de Kalmykia, en 2021. Tras ésta, muchos participantes e, incluso, algunos blogueros que cubrían el evento fueron detenidos. En 2022, se intensificó la represión contra los participantes en las asambleas y contra el propio Congreso. Muchos dirigentes se vieron obligados a abandonar el país, de modo que, hoy, la organización opera, principalmente, desde el exilio, aunque mantiene vínculos con la república y sigue siendo un actor reconocido en la región.

La legitimidad del Congreso está directamente vinculada con estas asambleas: precisamente, como sus miembros son elegidos por votación en estos actos, puede calificarse de órgano representativo. Naturalmente, en un contexto marcado por la ausencia total de democracia y de elecciones regulares en Rusia, esta legitimidad no puede considerarse verdaderamente popular. Las personas que han participado en las asambleas son las que se interesan por el movimiento nacional y tienen tanto el deseo de participar en la política alternativa como los medios para hacerlo. En consecuencia, la mayoría de los partidarios de «Rusia Unida» y del actual gobierno se han excluido deliberadamente de las elecciones del Congreso y de los cargos representativos en él. 

El ejército ruso original ya fue, en su mayoría, destruido y la movilización ha creado un segundo ejército de facto, que tiene aún menos probabilidades de éxito que el primero.

DAAVR DORƵIN

Por lo demás, considero que los principios de formación del Congreso son, verdaderamente, representativos, al menos, representativos de la oposición. Reúne a representantes de casi todas las fuerzas e ideologías que existen en la región: desde los liberales del movimiento Jabloko hasta los comunistas, pasando por independientes de la cultura nacional y muchos otros. 

Hay que decir, sin embargo, que algunos miembros abandonaron la organización en 2022 como consecuencia de desacuerdos sobre la guerra en Ucrania. 

¿Hasta qué punto es conocido y popular el congreso y sus ideas en toda la República? 

En ausencia de cualquier actividad pública legal en la región, es difícil evaluar el nivel real de apoyo y popularidad del congreso o las ideas expresadas por sus miembros. Por el momento, cualquier esbozo sociológico es imposible. A grandes rasgos, diría que el congreso sigue siendo relevante y, ampliamente, reconocido en los círculos de la oposición y de la intelectualidad, pero que el grueso de sus miembros y de su público objetivo son personas mayores de cuarenta años. Eso está cambiando gradualmente: la gente más joven está empezando a conocer mejor el congreso y estamos trabajando activamente en esa dirección. 

En términos prácticos, ¿cómo concibe la salida de Kalmykia de Rusia? 

Para que estos escenarios fueran posibles, tendrían que coincidir toda una serie de factores, pero creo que su coincidencia es casi inevitable. Imaginemos que la situación de las tropas rusas en Ucrania se vuelve cada vez más desesperada. En la práctica, ya está ocurriendo: el ejército ruso original ya fue, en su mayoría, destruido y la movilización ha creado un segundo ejército de facto, que tiene aún menos probabilidades de éxito que el primero. En la actualidad, las fuerzas con mayor capacidad de combate son las de Wagner y las milicias populares de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, pero no son tan numerosas. 

Cuando sus fuerzas militares estén agotadas, Moscú tendrá que capitular. Lo que quede de sus formaciones de combate, simplemente, será llevado ante un tribunal internacional por crímenes de guerra. En este escenario, cuando Rusia pierda su última oportunidad de atacar y mantener los territorios ocupados, se verá, inevitablemente, obligada a firmar un acuerdo en términos ucranianos. Puede que tarde algún tiempo, pero creo que ocurrirá.

Cuando sus fuerzas militares estén agotadas, Moscú tendrá que capitular. Lo que quede de sus formaciones de combate, simplemente, será llevado ante un tribunal internacional por crímenes de guerra.

DAAVR DORƵIN

¿Cómo la capitulación de Rusia le ayudaría al movimiento kalmyk a lograr sus objetivos? 

Este momento será una oportunidad para todos los movimientos nacionales de los pueblos de Rusia. Si alguna de las regiones de la Federación proclamara su independencia tras la capitulación de Moscú, ¿quién se lo impediría? El Kremlin no dispondría de recursos humanos suficientes para reprimir semejante iniciativa en un momento en el que ya se habrían sacrificado demasiadas vidas en Ucrania. Incluso suponiendo que quedaran fuerzas suficientes en ese momento, lo que estaría en juego, en términos de voluntad política, sería decisivo: utilizar la fuerza militar contra sus propias regiones, justo después de la mayor derrota militar de la historia del país, sería un suicidio en el sentido político e, incluso, un suicidio a secas. Si, además, tomamos en cuenta el hecho de que varias regiones podrían declarar su soberanía al mismo tiempo, Moscú se vería reducido a participar en varios conflictos a la vez, lo que es aún menos realista. Por supuesto, éste es sólo uno de los escenarios posibles, pero, si las cosas tomaran otro rumbo, se presentarían otras oportunidades, de las que nuestro pueblo saldría, una vez, más victorioso. 

Supongamos que sus predicciones son correctas y que el final de la guerra en Ucrania conduce al colapso de la federación. ¿No podría provocar una serie de conflictos en las fronteras de Rusia, incluso, fuera del control del Kremlin? ¿Podrá Kalmykia conservar su soberanía y su territorio en esta situación? 

Por paradójico que parezca, creo que la propia Ucrania podría convertirse en uno de los garantes de nuestra seguridad. En caso de capitulación de Moscú, es probable que se cree una zona tapón en las regiones fronterizas con Rusia. Por supuesto, la propia Kalmykia no formará parte de ella, pero nuestra república limita, al Oeste, con la región de Rostov, que está bastante cerca. Ucrania no permitirá que se produzcan nuevos conflictos cerca de sus fronteras y Occidente podría apoyarla en esto. De hecho, no me sorprendería que, tras la guerra, la comunidad internacional le confiara, de facto, nuestra macrorregión a Ucrania para que pudiera mantener el orden en este territorio.

Utilizar la fuerza militar contra sus propias regiones, justo después de la mayor derrota militar de la historia del país, sería un suicidio en el sentido político e, incluso, un suicidio a secas.

DAAVR DORƵIN

Incluso más que la posibilidad de un enfrentamiento militar, la cuestión que me preocupa es la de las relaciones con las entidades que rodearán Kalmykia. Por el momento, es difícil decir cuáles serán: restos de la Federación de Rusia, uno o varios Estados nuevos… Sea como sea, algo habrá y lo más importante es que algunas de estas nuevas entidades estén dispuestas a mantener relaciones diplomáticas y comerciales con la Kalmykia independiente, a no cortar los vínculos infraestructurales porque somos una región deficitaria en energía.

Una parte importante de nuestra energía procede de fuentes renovables, desde paneles solares hasta turbinas eólicas, pero, tal y como están las cosas, no será suficiente para abastecer a toda la república. Así que, si alguien decide presionarnos, sólo tiene que cerrar las válvulas. Lo mismo ocurre con el agua potable, que escasea en las estepas y semidesiertos. Así que hay que importarla y, para ello, tiene que haber fuentes de abastecimiento. Todas estas cuestiones distan mucho de ser insolubles y las considero más esenciales y más realistas que el temor a una guerra con las regiones vecinas o a una invasión del gobierno central tras la declaración de independencia. 

Usted menciona problemas de infraestructuras, pero ¿qué hay de la economía? ¿Podría una hipotética Kalmykia independiente satisfacer sus propias necesidades y mantener y mejorar el nivel de vida de su población?

No creo que haya dificultades al respecto. Sin embargo, las discusiones sobre la economía estatal tocan una cuestión fundamental: la del territorio. Es una cuestión aparte, pero, en esencia, nuestra república tiene reivindicaciones sobre ciertos distritos de la región de Astrakhan, que deberían pertenecer a Kalmykia por razones históricas, culturales y jurídicas. En el contexto de los debates sobre esta cuestión, oigo las voces de activistas a favor de la unificación completa de todo el territorio de nuestras regiones en un solo Estado, procedentes tanto de los nativos de Kalmykia como de los habitantes de Astrakhan.

Por el momento, es difícil decir cuáles serán: restos de la Federación de Rusia, uno o varios Estados nuevos… Sea como sea, algo habrá.

DAAVR DORƵIN

Este escenario tiene sus dificultades específicas, pero, desde el punto de vista económico, sería particularmente ventajoso. La actual región de Astrakhan, incluidas las ulusy («localidades») desgajadas de Kalmykia en la época de las deportaciones estalinistas, es productora de gas y petróleo. Si los ingresos asociados no fueran a Moscú, podrían mejorar considerablemente el nivel de vida tanto en Astrakhan como en Kalmykia. 

Nuestras dos regiones también tienen acceso al Volga. Dado que un fragmento del territorio de Kalmykia termina al otro lado del Volga, atravesando la región de Astrakhan, la división de nuestras regiones en diferentes estados obligaría a los barcos que viajan a lo largo del río y a los vehículos que utilizan sus orillas a cruzar dos veces las fronteras. En cambio, si estas regiones se unieran en un nuevo Estado independiente, el control total del Bajo Volga lo convertiría en un importante centro de comercio y tránsito, en beneficio inmediato de las poblaciones locales. 

Usted es el autor de Un concepto de la estructura estatal de Nueva Kalmykia. ¿En qué consiste este documento? ¿Podría resumir sus puntos principales? 

Por el momento, son, esencialmente, notas, alimento para la reflexión. En este artículo, mostré las bases de mi visión de la construcción y organización de nuestro Estado en caso de independencia. No pretendo tener autoridad universal; sólo expreso opiniones personales. En este caso, muchas de ellas se acercan a lo que piensan otros miembros del congreso y los kalmyks sobre orientación nacional en general. 

En mi opinión, Kalmykia sería una república, una democracia nacional y legal estable, con un autogobierno local efectivo. Si el Estado Oyrat surgiera dentro de las fronteras de la actual República de Kalmykia, su estructura sería unitaria. Si las disputas territoriales con la región de Astrakhan se resolvieran mediante la agregación o transferencia de las ulusy perdidas, el estado podría ser regionalista y reconocer formas de autonomía territorial.

En mi opinión, Kalmykia sería una república, una democracia nacional y legal estable, con un autogobierno local efectivo.

DAAVR DORƵIN

Otro conjunto de hipótesis se refiere a las libertades. El Estado kalmyk debe garantizar la libertad de expresión y de reunión y la libertad de prensa y debe fomentar la creación de partidos políticos y organizaciones públicas. Está claro que la defensa de las libertades civiles y de los derechos humanos es, difícilmente, compatible con la estructura actual del poder estatal en Rusia, en particular, en nuestra República. Esto nos lleva al tema de la «depuración» (renovación del personal político).

Considero que la depuración es el instrumento clave para una transición normal de un régimen antidemocrático a la democracia. Será necesario prohibirles, temporalmente, el ejercicio de cualquier cargo público a los funcionarios que hayan ocupado un determinado número de puestos de poder. Los que no dejaron su cargo después del 24 de febrero (de 2022, fecha de inicio de la invasión rusa de Ucrania) ya fueron opacados por esta decisión, pero había muchos problemas mucho antes de esa fecha. 

Tomemos como ejemplo al presidente de la República, Batou Khasikov. No sólo apoyó verbalmente la guerra, sino que fue responsable de la creación de destacamentos «nacionales» y de la puesta en marcha de una movilización que supuso riesgos considerables para el pueblo de Kalmykia. Creo que personalidades de este calibre han perdido su legitimidad moral para participar en el futuro de nuestro pueblo. Al mismo tiempo, por supuesto, no es posible ni deseable excluir a todo el mundo hasta el nivel de los consejos de aldea. Me refiero a personas como diputados y ministros regionales. 

¿Su doctrina aborda cuestiones de política lingüística?

Por supuesto. El oyrat (kalmyk) debe ser la única lengua oficial y la lengua de enseñanza en escuelas y universidades. Los servicios públicos no deben ser accesibles para quienes no lo hablen. Estoy consciente de que no será fácil: siglos de rusificación y la catástrofe de las deportaciones masivas han hecho que muchos habitantes de la república y representantes de la diáspora kalmyk tengan un escaso dominio de su lengua materna. Por desgracia, ni yo soy una excepción. Sin embargo, creo que un aumento rápido y centralizado del prestigio de la lengua del Estado, que, ahora, se ha vuelto inevitable, es, precisamente, lo que permitirá revivir la lengua y acelerar la oyratización de la sociedad. 

Siglos de rusificación y la catástrofe de las deportaciones masivas han hecho que muchos habitantes de la república y representantes de la diáspora kalmyk tengan un escaso dominio de su lengua materna.

DAAVR DORƵIN

¿La sociedad será capaz de cambiarse, instantáneamente, a una nueva lengua oficial aunque muchas personas no la dominen hoy?

No cabe duda de que será necesario un cierto periodo de transición. El Estado tendrá que tomar todas las medidas necesarias para que sus ciudadanos adquieran cuanto antes el dominio de su lengua nacional, pero hay que tomar en cuenta que este proceso de aprendizaje llevará tiempo y que no se producirá de la noche a la mañana. Habrá que desarrollar programas educativos separados para los que ya dominan perfectamente la lengua y para los que parten de cero, mientras que los ciudadanos podrán beneficiarse de servicios públicos en varias lenguas, incluido el ruso. En principio, esta fórmula podría mantenerse, incluso, después del periodo de transición: existen estructuras estatales multilingües que funcionan muy bien en varios países de Europa y otros continentes. 

De hecho, cuando hablo de un rápido aumento del prestigio de la lengua oficial, no estoy implicando, en modo alguno, que deban prohibirse otras lenguas. Los representantes de las minorías nacionales siempre deben tener derecho a la enseñanza en su lengua materna en las escuelas municipales […]. El hecho es que el conocimiento de la lengua oficial debe ser una característica universal de los ciudadanos de nuestro Estado. 

¿Sobre qué base se convertirán las personas en ciudadanos de este Estado?  

La ciudadanía debe valorarse porque implica derechos y obligaciones específicos, así como una relación estable entre individuo y Estado: por esta razón, soy hostil hacia principios excesivamente flexibles para conceder la ciudadanía. Por otra parte, creo que la democracia nacional debe ser el pilar del Estado, lo que significa que la institución de la ciudadanía no estará totalmente divorciada de la etnicidad. Un oyrat debe tener derecho a obtener la ciudadanía mediante un procedimiento simplificado, independientemente de su lugar de nacimiento y residencia antes de la independencia. Una vez revisados los documentos que acrediten su origen, deberían poder recibir un pasaporte en quince minutos.

En cuanto al acceso a la ciudadanía de los miembros de minorías étnicas, podríamos inspirarnos en la experiencia de Estonia. Las personas que nacieran en el territorio de Kalmykia y que vivieran allí en el momento de la proclamación de la independencia tendrían derecho automático a la ciudadanía, sin obligación de aceptarla. Si la persona se niega a vivir en el Estado de Oyrat, tendremos que asegurarnos de que sea trasladada a su patria histórica o establecer las condiciones para que pueda permanecer allí con el estatus de apátrida o de no ciudadano.

Podríamos inspirarnos en la experiencia de Estonia. Las personas que nacieran en el territorio de Kalmykia y que vivieran allí en el momento de la proclamación de la independencia tendrían derecho automático a la ciudadanía, sin obligación de aceptarla.

DAAVR DORƵIN

El estatus de no ciudadano también puede aplicarse para personas que hayan vivido en Kalmykia en el momento de la independencia, pero que hayan nacido en otro lugar y que no tengan ascendencia kalmyk. Un no ciudadano no es lo mismo que un extranjero: tiene un vínculo con esta tierra, el derecho a vivir aquí todo el tiempo que desee sin necesidad de visado, el derecho al empleo y a beneficios sociales y el derecho a participar y a presentarse en elecciones locales. Sin embargo, a estas personas, no se les debe permitir el acceso a elecciones nacionales. Quienes lo deseen podrán cambiar su estatus de no ciudadano a ciudadano tras pasar un examen sobre la lengua nacional y la Constitución. 

¿Cuándo cree que podrían hacerse realidad estos escenarios? 

Como ya dije, en mi opinión, el futuro de nuestra república y de las regiones rusas depende directamente de la situación en Ucrania. El escenario de independencia que esbocé hoy requiere que Moscú capitule. Ni yo ni nadie estamos en condiciones de decir cuándo ocurrirá esto. Es posible determinar qué ocurrirá el año que viene, pero es sólo una suposición. También, es importante comprender que la independencia no se logrará el mismo día ni inmediatamente después de la guerra, sino que será un proceso largo y complejo.